“La voluntad de aprender es el paso más importante para el cambio”
Desirée Vila
“La voluntad de aprender es el paso más importante para el cambio”
Desirée Vila
Atleta paralímpica
Creando oportunidades
“El desconocimiento es el mayor enemigo de la discapacidad”
Desirée Vila Atleta paralímpica
Desirée Vila
El deporte le arrebató una pierna pero también le salvó la vida. Con tan solo 16 años, Desirée Vila sufrió un accidente practicando gimnasia acrobática y, debido a una negligencia médica, perdió su pierna derecha. Un año y medio después ya estaba corriendo. “Hay que tener la capacidad de seguir adelante a pesar de las adversidades y seguir esforzándote por hacer lo que más te gusta, que en mi caso es el deporte”, afirma la atleta.
Vila ha abrazado su discapacidad para alcanzar la élite del deporte. Entregada al atletismo, actualmente compite en las pruebas de 100 metros y triple salto, con la que logró un diploma olímpico en los Juegos Paralímpicos de Tokio. La atleta compagina su carrera deportiva con los estudios de Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos y una intensa labor de divulgación sobre discapacidad en redes sociales. “Todavía queda mucho trabajo por hacer para dar a conocer la discapacidad”, reconoce. En la autobiografía ‘Lo único incurable son las ganas de vivir’, la deportista relata su experiencia con una discapacidad sobrevenida. Desirée Vila ha obtenido la Medalla de Oro de la Real Orden del Mérito Deportiva gracias a sus logros deportivos en el atletismo paralímpico y por ser un referente de resiliencia y visibilización de la discapacidad.
Transcripción
Y pasaron los días, me comunicaron que me había roto la tibia y el peroné, pero además la arteria poplítea estaba obstruida. ¿Esto que quiere decir? Pues que no corría sangre por la pierna. Bueno, pues a lo largo de los días, ya en el hospital y en la UCI me comunican que la necrosis ha creado una infección que está empezando a correr por todo mi cuerpo, que está empezando a afectar a mis órganos vitales y que la única manera de salvarme la vida era amputando mi pierna derecha por encima de la rodilla. Y, bueno, os preguntaréis: ¿Cómo superas esa noticia? ¿Cómo gestionas ese momento? Pues al principio con mucho miedo, obviamente. Es algo natural, yo creo, y también con mucha incertidumbre, porque yo no sabía lo que era la discapacidad. Yo no tenía ni idea de que existían prótesis, de que existía el deporte adaptado. Entonces veía un futuro muy infeliz. Todo lo contrario de lo que ahora mismo, ocho años más tarde conozco. Al final, he sabido adaptarme a la situación que yo creo que es algo fundamental y sacarle las partes positivas. Hay que tener, esa capacidad de seguir adelante a pesar de las adversidades y seguir esforzándote por hacer lo que más te gusta, que en mi caso es el deporte.
Luego, también en este caso, fue mi fisio el que me enseñó a seguir luchando, a seguir trabajando, a marcarse nuevos objetivos, que es muy importante porque claro, imaginaros, yo entrenaba para las competiciones y, de repente, de un día para otro tuve que dejar el deporte, dejar esa rutina que yo tenía y no tenía sueños, no tenía metas. Entonces, me acuerdo que iba a rehabilitación para fortalecer el cuerpo y sobre todo para aprender a caminar con la prótesis, que es todo un proceso muy complicado y para el que hay que tener mucha paciencia. Y, entonces, mi fisio, Adri, me dijo: «No te voy a dar el alta hasta que no aprendas a correr». Porque claro, él sabía que yo soy deportista y que yo tenía esa ansia de dar el 100 %. Entonces para mí, ir a rehabilitación era como un entrenamiento. En el momento en el que a mí me ponían la prótesis, era como la competición. Entonces para mí, mi gran competición era el día que yo volví a aprender a caminar y efectivamente, el día que aprendí me dio el alta. Luego también, ver el cambio como una oportunidad. Esto es muy importante porque al final en esta situación yo tuve que adaptarme y cambiar por completo todo lo que yo hacía. Y hay una frase de Darwin que me encanta, que dice: «No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor se adapta al cambio». Yo creo que todos hemos vivido la situación del COVID. De repente, de un día para otro, nuestras vidas cambian por completo. Nos tenemos que adaptar a una situación completamente nueva para nosotros, pero dentro de esos cambios, todos podemos encontrar partes positivas o aprendizajes.
En mi caso, por ejemplo, cuando vino la pandemia, yo me acababa de hacer un esguince en mi pie izquierdo, obviamente, y entonces tenía muy difícil la clasificación para los Juegos Paralímpicos. Entonces, el hecho de que los Juegos se aplazaran un año más, a mí me dio la oportunidad de poder ir. Otro ejemplo: la gimnasia acrobática no es deporte olímpico. Yo nunca hubiese ido a unos Juegos Olímpicos y, gracias al cambio y gracias a saber adaptarme a ese cambio, he podido llegar incluso más lejos de lo que en un principio pues se podía hacer. Y ya por último, la importancia de preguntar y también de dejarnos ayudar. ¿Por qué digo esto? Porque yo, por ejemplo, cuando volví al colegio, porque al principio estuve estudiando desde casa, el primer día que volví a clase y pues estaba muy asustada, iba con las muletas, todavía no tenía mi prótesis y mi grupo de amigos se acercaron a mí y lo primero que me preguntaron fue lo siguiente. Me dijeron: «Oye, Desi, ¿cómo quieres que te tratemos?». Claro, a mí me llamó mucho la atención esa pregunta, porque yo les dije: «Yo quiero que me tratéis exactamente igual que antes. Yo antes tenía dos piernas, ahora tengo una, pero sigo siendo la misma persona, que se va a reír con los mismos chistes, que se va a alegrar con las mismas cosas de siempre». Pero me llamó mucho la atención esa pregunta y fue como un mensaje de humildad por parte de ellos, porque ellos no sabían cómo gestionar la situación. Por suerte, nunca habían tenido que vivir algo de ese estilo y querían aprender. Yo creo que esa es un poco la clave, que no podemos conocerlo todo. No nacemos aprendidos, pero querer aprender es un paso muy importante hacia ese cambio. Y también el dejarse ayudar. A mí, al principio, me costaba muchísimo pedir ayuda porque sentía que si yo pedía ayuda a los demás, me estaba mostrando como inferior. Por ejemplo, yo iba al colegio y llevaba mi mochila llena de libros con las muletas. Me era muy complicado llevarla y mis amigos se ofrecían a llevarme ellos la mochila y claro, yo les decía que no, porque si yo no me podía llevar mi propia mochila era como que era menos que ellos. Entonces uno de mis amigos me dijo: «Oye, Desi, tú cuando tienes que coger algo en una estantería y no le llegas porque eres bajita -porque yo soy bajita- y está muy alto, ¿no le pides ayuda a otra persona que sea más alta que tú para que lo alcance?». Yo le digo: «Sí». Y me dice: «¿Y por qué con esto no pides ayuda?». Realmente todos necesitamos ayuda en algún momento de nuestras vidas y todos podemos ofrecer nuestra ayuda a los demás en algún momento de nuestras vidas también.
“Como sociedad todavía nos queda muchísimo que aprender sobre discapacidad”
El título se titula ‘Lo único incurable son las ganas de vivir ‘. Es una frase muy importante para mí porque la escuché cuando estaba en el hospital, cuando estaba en la UCI. Había una enfermera que es la madre de un compañero mío de gimnasia y después de que a mí me dieran la noticia de que me tenían que amputar la pierna, me dio un ataque de ansiedad y me tuvieron que sedar. Y, en ese momento, llegó esta enfermera que había estado en quirófano, habían estado operando a una mujer del corazón y tenía esta frase tatuada en el pecho y, entonces, me la transmitió. Y es muy curioso, porque yo del hospital apenas tengo recuerdos, principalmente porque estaba muy medicada, pero también porque muchas veces el cerebro es muy inteligente, intenta borrar todos esos recuerdos más duros de revivir. Sin embargo, me acuerdo de esa frase y fue como que me transmitió mucho porque me hizo darme cuenta de que, de que nada es irremediable, de que lo único incurable son las ganas de vivir. Y bueno, es una autobiografía, como bien contabas, pero del libro yo creo que también tiene partes muy positivas y muy divertidas, porque al final, lo escribí con 17 años. Os voy a contar dos anécdotas que también explico en el libro. Una de ellas tiene que ver con la prótesis porque yo no tengo rodilla, entonces, mi rodilla es electrónica y esto es muy guay porque tiene una aplicación que se conecta por Bluetooth y que me permite ver la batería que me queda, porque se tiene que cargar cada tres o cuatro días y también cambiar los modos de actividad deportiva. Entonces un día, cuando yo estaba yendo al colegio con la prótesis, era de las primeras veces que iba con la prótesis, la pierna se me quedó sin batería.
De repente, estábamos todos en silencio haciendo un ejercicio y la pierna empieza a vibrar y a pitar y a hacer «pipí», y todos mis compañeros se giran y se quedan como alucinando. Y claro, yo no me podía ir de clase porque teníamos un examen en la hora siguiente, pero al mismo tiempo no quería ir caminando por los pasillos del instituto con la pierna en modo Patapalo, porque ya bastante yo tenía como para para ir caminando así. Entonces, lo que hice fue llamar a mis padres para que me acercaran el cargador y la situación fue la siguiente: me tocó cargar la prótesis en la mesa del profesor, que era la única que tenía un enchufe cerca mientras hacía mi examen. O sea, no sé si a alguno de vosotros os ha pasado alguna vez, pero creo que no. Y luego otra es que un día, también en Galicia o en mi pueblo, con uno de mis amigos, estábamos montando en bici. A mí me gusta hacer todo tipo de deportes y con la aplicación puedo hacer snowboard, puedo hacer surf, en fin, una infinidad de deportes. Y entonces tenía puesto el modo bici. El modo bici básicamente lo que hace es que la flexión de la rodilla y la resistencia que hace es la adecuada para esa actividad. ¿Qué pasó? Se me quedó el móvil sin batería. Entonces, claro, era un problema porque si no podía cambiar el modo de caminar, iba a tener que estar en modo bici toda la tarde. Entonces, lo que hice fue descargarme la aplicación en el móvil de mi amigo. Es una aplicación normal, tiene un usuario, una contraseña y el problema es que él ahora tiene el control sobre mi pierna. Entonces, cuando voy caminando, de repente le da al modo Patapalo y claro, me quedo ahí parada y no puedo continuar caminando hasta que no cambie el modo. Siempre digo que maldito el día en el que le di la contraseña a mi amigo porque él ahora me controla. Pero bueno. En fin, un poco el objetivo del libro es aprender sobre discapacidad desde un enfoque positivo y sobre una situación en la que cualquier persona se pueda sentir reflejado.
Y, cuando la voy a recoger al colegio ella sale con sus amigas y sus amigas le preguntan: «Oye, Ceci, ¿por qué tu prima tiene una pierna de robot?». Entonces, ella les dice que es porque yo hago atletismo y gracias a la prótesis soy más rápida que los demás. Entonces las amigas le dicen: «Bueno, y entonces, ¿por qué no tiene dos?». Y les dice que si no sería trampa, que ya sería injusto, que sería demasiado rápida. Entonces me encanta un poco ese enfoque que tienen los niños, que no lo ven como algo malo, sino incluso algo súper guay. Dicen :«Quiero tener una pierna ‘brillibrilli’ como esa niña», y eso yo creo que es súper positivo. Luego también me ha pasado lo contrario. En el metro, por ejemplo, es muy curioso, pero la gente me trata distinto si mi discapacidad se ve o no se ve, porque claro, mi discapacidad la puedo ocultar. Si yo llevo pantalones largos, la gente no tiene por qué saber que yo tengo una prótesis. Claro, me ven una persona joven. Entonces se supone que los asientos están reservados para personas con movilidad reducida, mujeres embarazadas, personas mayores. ¿Qué ocurre cuando mi discapacidad sí se ve? ¿Qué ocurre cuando me ven la prótesis? Que cambia por completo la manera de tratarme, me tratan como pobrecita, con cuidado, no te vayas a caer… Claro, yo soy la misma persona con pantalones largos que con pantalones cortos, pero en una ocasión la discapacidad se ve y en otra no. Entonces, aquí viene la gran pregunta: ¿Cómo hay que tratar a una persona con discapacidad? Pues no hay una respuesta correcta. Cada persona es un mundo, todos somos diferentes, a todos nos gustan cosas distintas y eso es súper bonito. La diversidad es preciosa y yo creo que el punto en común es el respeto, siempre que se haga con respeto. Yo creo que preguntar no es malo, sino todo lo contrario, es súper positivo y tratar a la otra persona como como nos gustaría que nos trataran.
Todavía hay muchísimo trabajo por hacer. El principal problema yo creo que es el acceso al empleo. Mirad, para que os hagáis una idea, en el INE salió en un estudio en 2020 que solamente 34 % de las personas en edad laboral entre 16 y 64 años con discapacidad tienen un empleo. Estos números son súper tristes porque al final yo creo que el empleo es una de las mejores formas para que una persona con discapacidad se sienta activa, pueda intercambiar opiniones, pueda sentirse útil en la sociedad, que eso es tan importante. Y, ¿por qué ocurre esto? Por desconocimiento, porque todavía hay muchos prejuicios, hay muchos sesgos inconscientes todavía. Una persona, imaginaros en una silla de ruedas, va a una entrevista de trabajo y parece que la primera pregunta que te hacen es: ¿qué es lo que no vas a poder hacer? Cuando la pregunta tendría que ser la contraria, ¿qué es lo que sí vas a poder hacer? Porque absolutamente todos aportamos si estamos en el lugar correcto y si el entorno es inclusivo y nos ayuda poder dar nuestro 100 %. Entonces, todavía hay muchísimo trabajo por hacer y esa es una de las razones principales por las que yo intento ser muy activa en redes, dar a conocer todo esto porque como decía al principio, el desconocimiento es el peor enemigo ante las situaciones distintas y de las situaciones de las que tenemos que hablar más.
Entonces, claro, yo cuando estaba en el hospital, de repente ver a una persona que era capaz de hacer tantísimas cosas la veías con tanta energía… A mí me motivó muchísimo y, de hecho vino, a Galicia a conocerme y tuvimos conversaciones muy bonitas y una de ellas que nunca olvidaré. Sobre saber perdonar, que esto también es súper importante. Al final, lo mío fue una negligencia médica, es decir, yo si la situación se hubiese dado de otra manera, posiblemente tendría mi pierna. Y mucha gente me pregunta: «Oye, ¿cómo gestionas eso? Saber que al final fue la culpa de un profesional que si no hubiese sido de esa forma tu vida hubiese sido muy diferente». E igual que ella me lo explicó a mí, yo intento explicar a la gente que saber perdonar es curativo, es un sentimiento increíble. Y, además, yo creo mucho en el destino y creo que al final, una situación como esta a mí me ha ocurrido por algo y que tenía que darse de esta forma y pues ella me enseñó muchísimos valores y ellas dos entre muchísimas otras personas, han sido siempre mis referentes.
“El deporte es un aprendizaje constante. Es una escuela de la vida”
A veces, nos quejamos porque decimos es que es muy duro, es muy complicado, son muchas horas de dedicación, hay que renunciar a muchísimas cosas, pero yo pienso cada uno de nosotros estamos tomando la decisión de lo que queremos hacer y eso, eso es una suerte. Yo bajo a entrenar y yo he tomado la decisión de estar haciendo esto y claro que es duro, pero es que tengo que disfrutarlo. Soy afortunada de poder hacer lo que me apasiona. Entonces, yo creo que esa es la clave, porque por ejemplo, después de los Juegos de Tokio, sientes después de un evento deportivo tan grande que te consume tanto como persona porque requiere tantísimas horas, tantísimo esfuerzo físico y mental, cuando pasa esa gran competición sientes un vacío que muchas veces le llamamos la depresión postjuegos. Que existe, es algo real y es que, de repente, has estado tanto tiempo entrenando para un gran objetivo que cuando ese objetivo se acaba ya no sabes qué hacer. A pesar de que en muchas ocasiones nosotros seguimos preparando los siguientes juegos o las siguientes competiciones. Entonces, yo no quiero llegar a vivir esos momentos porque quiero disfrutar cada día. Disfrutar el camino es lo que cuenta, porque es que al final la mayor parte de las horas la vamos a pasar, en mi caso, en la pista de atletismo el momento de máximo éxito solo se vive unos segundos y es muy efímero. Entonces, lo que tiene que perdurar es el día a día y disfrutar de lo que hacemos. Eso es fundamental.
Yo por eso me siento muy afortunada, porque como fue una negligencia médica, tuvimos un juicio, y gracias a la indemnización, me puedo permitir hacer deporte, pero no todo el mundo tiene esa oportunidad. Entonces hay una doble discriminación porque al final es mucho menos conocido. Poquito a poco vamos apareciendo en los medios, pero todavía hay un poco ese sentimiento, como que los deportistas paralímpicos son como guau, somos súper, son superhéroes o les admiro. Y es que nosotros no queremos que nos admiren, nosotros queremos que nos valoren exactamente igual que a un deportista olímpico, porque entrenamos las mismas horas o más, nos esforzamos lo mismo, es decir, nos dedicamos a ello igual que cualquier otra persona. Entonces todavía es complicado. Cada vez se está hablando más de estos temas y hay más ayudas y se está potenciando mucho más que la mujer tenga un papel importante en el deporte y también la mujer con discapacidad, pero definitivamente el camino no es fácil y el objetivo obviamente siempre va a ser hacerlo más sencillo para las que vengan detrás.
“El trabajo en equipo es fundamental para conseguir los objetivos. Nunca nadie consigue nada solo”
Al principio estudié desde casa y me traían los apuntes, me contaban todos los cotilleos que habían ocurrido en el instituto, quisieron ayudarme aprendiendo a saber cómo gestionar la ansiedad, porque yo en el colegio tenía muchísimos ataques de ansiedad. Entonces ellos me acompañaban al baño y me guiaban con unos ejercicios de respiración que les había enseñado la psicóloga para que yo pudiese volver a la normalidad lo antes posible. Además, tengo un montón de grupos de amigos distintos, que eso es súper positivo, porque yo, por ejemplo con los amigos de la universidad no hablo de deporte porque ya estoy todo el día hablando de deporte y aparte no os lo he dicho, pero vivo en una residencia de deportistas aquí, en Madrid. Entonces, al final es un ambiente un poco tóxico, a veces, de mucha presión y muchas veces lo que necesitas es simplemente despejarte y hablar de cualquier otra cosa que no tenga nada que ver. Entonces, el tener grupos de amigos diferentes también es súper positivo. Entonces al final la gente que me rodea ha hecho que yo pueda siempre ser la persona que soy y aprender constantemente para mejorar. Y luego yo creo que tomarse también la vida un poco con humor. A mí me encanta el humor negro. Siempre digo que me levanto todos los días con el pie izquierdo, solo echo a lavar un calcetín porque solo me suda un pie y solo me duele un pie, que si me pisan no me entero… Aunque también me pasa al revés. Y es que si yo piso a alguien, no me entero. Entonces muchas veces estoy hablando con una persona y me dice: «Oye, que me estás pisando», y no me había dado cuenta. ¿Qué más? Pues que no necesito dietas milagrosas porque soy capaz de perder cinco kilos en cinco segundos, que es lo que pesa la prótesis. En fin, al final, el tomarse la vida con humor es muy importante para afrontar las situaciones complicadas.
También aprender a pasar tiempo con uno mismo, o sea, dedicarte tu tiempo, tu energía, hacer cosas que te gustan. A veces yo hago muchas cosas sola y eso que soy súper sociable y me encanta estar con gente, pero muchas veces también es muy importante eso, el meditar, el hablar contigo mismo, el chequear un poco como me encuentro. Pues ya lo he dicho, pero yo trabajo con una psicóloga deportiva. Para mí fue muy duro volver al deporte porque tenía un miedo tremendo a lesionarme de nuevo. Claro, imaginaros, yo perdí mi pierna por una lesión, entonces cuando intenté volver a la competición, mi mente me frenaba constantemente porque me venían esos recuerdos, esa imagen de la lesión y durante muchos meses no pude avanzar a nivel deportivo por la salud mental. Entonces, para mí ha sido muy importante trabajar con esta figura, con este profesional que me ha ayudado a saber gestionar mis emociones, la presión de las competiciones, el miedo a volver a lesionarte… Al final, el miedo es importante, pero también es un sentimiento un poco puñetero, que a veces tenemos que intentar dejar a un lado y decirnos a nosotros mismos que bueno, pues que el miedo va a estar ahí, pero hay que ser más fuertes que él. Y, por ejemplo, hay una cosa que sí que me gusta hacer sola y es ir a ver el Circo del Sol, porque pues yo os conté que trabajé en un circo cuando era gimnasta. Entonces para mí, volver a ver a otros gimnastas realizando este deporte también fue muy duro. Primero, por ese sentimiento de un poco de pena, de que ya no puedas hacer ese deporte y por otro, un poco sentimiento de miedo de que se vayan a lesionar como te lesionaste. Entonces, para mí, es un momento de conexión conmigo misma y lo trabajo muchísimo. Y, ya os digo, es una de las cosas que me gusta hacer sola. Entonces, eso, dedicaros muchísimo tiempo a saber cómo estáis. Buscar ayuda si necesitáis gestionar muchas situaciones, porque a veces no tenemos las herramientas suficientes. Y darle importancia a vuestro tiempo, a cómo lo o con quién lo pasáis, porque el tiempo es algo que no vuelve y debemos aprovecharlo al máximo. Para mí eso es muy importante también.
En fin, una serie de cosas que yo sé que me han ocurrido gracias a ver la oportunidad dentro del cambio. Entonces, en el cambiar esa pregunta. Y es que muchas veces va a haber eso, dificultades en el camino o momentos complicados y nosotros somos los que tenemos que echarle ganas, echarle fuerza e ayudados de la gente que nos aporta, pues eso: rodéate de personas que te ayuden a cumplir tus sueños y lucha por ellos. Así que ya para terminar, quería daros las gracias por querer aprender juntos, por estar aquí, por querer escucharme y ojalá que os hayáis podido llevar algún aprendizaje de toda esta historia. Cada uno de nosotros tenemos nuestra propia historia, así que vividla al máximo. Como os decía, va a haber momentos difíciles, pero hay que echarle ganas a la vida y nada, que sigáis disfrutando, que sigáis aprendiendo y por mi parte, daros las gracias.