¿Cómo nos influye el tiempo?
Mar Gómez
¿Cómo nos influye el tiempo?
Mar Gómez
Meteoróloga doctora en Ciencias Físicas
Creando oportunidades
Nuestro planeta: un lugar fascinante
Mar Gómez Meteoróloga doctora en Ciencias Físicas
Mar Gómez
Existe un viento en la península arábiga capaz de volvernos locos. Y un lago misterioso en la India que alberga cientos de esqueletos. La luna a veces nos vuelve lunáticos y, algunos tiburones, son capaces de predecir huracanes. Nuestro planeta es fascinante. Su naturaleza y su clima son una fuente inagotable de belleza, curiosidad y misterio. Lo sabe bien la meteoróloga y doctora en Ciencias Físicas Mar Gómez.
Su pasión por comprender los secretos de la Tierra y el cosmos comenzó cuando era una niña. Una curiosidad científica que heredó de su madre, matemática de profesión. Pero, según afirma, se doctoró Cum Laude en Físicas gracias a su abuela: “Una mujer que no tuvo la oportunidad de estudiar, pero que siempre me inculcó su tesón y su constancia”, explica con cariño. Mar Gómez aboga por la importancia de las mujeres en la ciencia y defiende la necesidad de que las niñas tengan referentes femeninos en este campo. Excelente comunicadora, compagina su trabajo como meteoróloga en la página web eltiempo.es, con su labor de divulgación científica. Es directora y presentadora del podcast ‘Planeta Oculto’, donde explora los misterios ocultos más profundos de nuestro mundo y el universo. También es autora de dos libros: ‘¿En qué se parecen las gotas de lluvia al pan de hamburguesa: 120 curiosidades científicas relacionadas con la meteorología’ (2021) y ‘Meteorosensibles: cómo el tiempo influye en nuestra salud física y mental’ (2023). Ha colaborado con importantes medios de comunicación nacionales e internacionales, como National Geographic, TVE o la BBC, y participa habitualmente como conferenciante en foros para la concienciación sobre el cambio climático.
Transcripción
Seguro que a lo mejor muchos de vosotros os habéis sentido en muchos momentos que el tiempo os afecta, y es que realmente la meteorología tiene muchas de estas curiosidades y yo espero hoy descubrirlas con vosotros. Dentro de mi trabajo también tengo la suerte de poder comunicar en redes sociales y acercarme a un público mucho más joven, algo que hace unos años era realmente complicado. He conectado con personas de todo el mundo, de diferentes culturas, de diferentes nacionalidades, con diferentes intereses y la verdad que esto ha ampliado mucho mi conocimiento y sobre todo el orgullo de poder despertar la ciencia en otras personas, ese interés. Hablando del mundo, también os cuento que yo soy una viajera empedernida, pero una viajera un poco extraña, porque la verdad es que me gustan los climas muy extremos. De ahí también mi profesión. Y bueno, tengo muchos destinos en mi lista, pero uno de ellos que recuerdo con especial cariño, lo visité en el año 2019, es el archipiélago de Svalbard. Está muy cerquita del Polo Norte y es un archipiélago al que yo fui en pleno invierno. También me considero un poco aventurera en este sentido. Llegué allí con temperaturas de -35, -40 grados, 24 horas de oscuridad completa y en un territorio que está dominado por el oso polar, que es una especie también en peligro, precisamente por todo el daño que estamos haciendo ahora a nuestro planeta. Me quedan muchísimos destinos por descubrir. Uno de ellos está en mi lista, es Oimiakón, el lugar habitado más frío de nuestro planeta, donde se alcanzan temperaturas de hasta 70 grados bajo cero y donde los colegios solo cierran cuando hay unos tímidos 50 grados bajo cero, algo impensable, por ejemplo, en España.
Otro de los destinos que me encantaría visitar sería El Valle de la Muerte en California. Este nombre no es infundado. Allí se han registrado las temperaturas más altas de nuestra historia con más de 50 grados, o al menos de la historia registrada. Y bueno, también me encantaría ir a la Antártida, a los valles secos de McMurdo, donde no llueve desde hace dos millones de años. Es el sitio más seco del planeta. Pero bueno, yo hoy no quiero viajar de esta forma, sino que yo quiero viajar con vosotros a un viaje a través del conocimiento para poder descubrir todos los fenómenos que hay en nuestro planeta. Me vais a permitir una cosa y es deciros que me hace especial ilusión estar aquí hoy con vosotros. Me siento muy orgullosa de ello y creo que muy pocas veces nos decimos lo orgullosos que estamos de nosotros mismos, de los logros que conseguimos en la vida. Y gracias a mi carrera profesional he tenido algunos logros de los que está bien decir que estoy orgullosa de ellos. Así que podemos empezar cuando queráis con las preguntas y muchísimas gracias.
En esta región pasan cosas raras también, no tantas como aquí, en la superficie de la Tierra, en el Triángulo de las Bermudas, pero es cierto que las naves espaciales, los satélites, experimentan ciertos problemas cuando pasan por esta región orbitando, por ejemplo, el telescopio espacial Hubble, que pasa el 15 % de su vida en esta zona del espacio, tiene que apagar cierta instrumentación porque sus sistemas tecnológicos digamos que se vuelven un poco locos. Los satélites también tienen problemas en la tecnología y nos podemos preguntar: ¿las personas, todos los que estamos aquí, tenemos algún problema con el Triángulo de las Bermudas del espacio? ¿Nos afecta? La realidad es que no, nosotros estamos totalmente a salvo de su influencia. Incluso si viajamos en avión, no llegamos a esos cientos de kilómetros donde se encuentra. Los que sí tienen un problema son los astronautas que están en la Estación Espacial Internacional. Ellos han declarado ser testigos de luces, de algunos problemas de salud, destellos que les desconcertaban e incluso también graves problemas en los ordenadores portátiles que ellos llevan para hacer todos sus estudios. La verdad es que de momento no tenemos que preocuparnos, pero con la trayectoria del turismo aeroespacial, pues quién sabe si… yo creo que nosotros no, pero las próximas generaciones, quizás nuestras próximas generaciones se enfrenten cara a cara a ese Triángulo de las Bermudas del espacio.

Correspondían al siglo II, al siglo X y al siglo XVIII, es decir, ¿qué hacían personas de diferentes puntos de nuestro planeta en ese lugar, con diferentes siglos de diferencia y todas muertas a causa de la misma consecuencia: impactos en el cráneo? Inicialmente podríamos pensar que la gente que procedía o que tenía un origen de la India o del sudeste asiático podría parecer bastante lógico que estuvieran por la zona, quizás en una ruta de peregrinación, pero ¿qué hacía gente del Mediterráneo oriental en ese momento en esta región remota del Himalaya? Pues la verdad es que todavía no hemos podido contestar a esta pregunta. Es verdad que yo llegué a la historia a través del granizo, porque no es para nada extraño que una tormenta de granizo pueda acabar con la vida de personas, ocurrió precisamente en la India en 1888, murieron más de 240 personas por impacto de granizo, pero en este caso parece ser que esto no ha sido así. Se habló también de una hipótesis de que fuera una zona de destierro, pero igualmente, ¿no habría una zona de destierro más cercana para la gente del Mediterráneo oriental? La verdad es que no conocemos la respuesta todavía hoy en día, y a mí siempre me gusta decir que, en el lago Roopkund, el misterio de los muertos todavía sigue muy vivo.
Os hablaba al principio de mi viaje a Svalbard. Svalbard es un archipiélago muy remoto, muy cerquita del Polo Norte, donde encontramos permafrost. Y en Svalbard hay una curiosa prohibición desde 1950. Y es que no nos podemos morir. Bueno, a ver, no es que sea un archipiélago de inmortales, realmente nos podemos morir, lo que no podemos es ser enterrados. Si enfermamos, si morimos, nos trasladan al continente, a Noruega. ¿Por qué? Por el permafrost. Los cadáveres no se descomponen en el permafrost. Y primero, puede atraer al oso polar, que es el depredador principal en la zona, y segundo, los virus y las bacterias pueden permanecer en estado latente en esos cuerpos. En 2014, yo leía un titular que decía: «Científicos reviven un virus de hace 30.000 años encontrado en el permafrost». En concreto se referían a tres virus: al Mollivirus, al Pandoravirus y al Pithovirus sibericum, tres virus que habían convivido con los últimos neandertales. En realidad, el titular era un poco sensacionalista, no era del todo así, pero sí que lograron inyectar esos virus en amebas e infectarlas. Los científicos dijeron que no había ningún riesgo importante para el ser humano, pero sí que nos denota la importancia de encontrar estas enfermedades en antiguos cadáveres en el permafrost. Hay otra parte importante, y es que el permafrost también nos ha permitido entender más sobre las enfermedades. La gripe española, una de las enfermedades más graves que hemos tenido. Bueno, pues en 1918, en una comunidad inuit en Alaska, en un pequeño pueblo que se llama Brevig Mission, llegó la gripe española y, de los 82 inuits que había, en pocos días solo quedaron cuatro vivos. Todos fueron enterrados en un cementerio de la región bajo una gigantesca cruz comunal.
Y bueno, esta historia no sería llamativa si no fuera porque en 1950 un médico sueco que estaba buscando un tema para su doctorado escuchó que la única forma de analizar el virus de la gripe española era encontrar unos cadáveres que estuvieran en el permafrost, exhumar esos cadáveres, extraer el tejido pulmonar donde se encontrara el virus de la gripe española y analizarlo. Así que, ¿qué hizo este médico? Voló hasta Brevig Mission, exhumó uno de esos cadáveres que encontró en ese cementerio y tomó las muestras. Volvió a Iowa, a Estados Unidos, y se puso a analizarlo. Pero vio que la muestra de tejido no era lo suficientemente buena y no pudo avanzar. Tuvieron que pasar 40 años, 40 años, para que este médico, junto con el Instituto de Patología de las Fuerzas Militares de Maryland, en Estados Unidos, volviera a Brevig Mission, volviera a exhumar otro cadáver, esta vez de una mujer obesa, donde la grasa había conservado mucho mejor este tejido pulmonar y donde estaba el virus de la gripe española, para que se lograra secuenciar y entender mejor esta enfermedad de la gripe española. Así que, gracias al permafrost, conocemos cómo se originó también y cómo se desarrolló la gripe española. No obstante, el riesgo existe. Tenemos un ejemplo: en 2016 hubo una potente ola de calor en Siberia y esta ola de calor hizo que se fundiera el permafrost y que un reno quedara expuesto. Este reno había muerto 75 años atrás, infectado por ántrax. El ántrax se transmite por esporas y en este caso sí que provocó el fallecimiento de un niño, la hospitalización de varios vecinos y la muerte de más de 2000 renos por ántrax. Así que hay un pequeño riesgo, en este sentido, pero hay un riesgo mucho mayor que desconocemos. Y es que en el permafrost tenemos billones de toneladas de carbono orgánico, un carbono orgánico que procede de la descomposición de plantas y animales que se ha acumulado ahí durante milenios. Este carbono orgánico, al fundirse el permafrost, se está liberando a la atmósfera y se reorganiza en forma de dióxido de carbono y de metano, que son dos gases muy potentes de efecto invernadero.
¿Qué está ocurriendo aquí? Un ciclo de retroalimentación. A medida que aumenta la temperatura, se funde el permafrost y, cuando se funde el permafrost, se emiten estos gases a la atmósfera que a su vez aceleran el calentamiento global. Así que la realidad es que la misión la tenemos nosotros. Nosotros somos los que debemos reducir las emisiones, los que tenemos que apostar por una movilidad más sostenible, por cambiar nuestro estilo de vida, ser mucho más responsables, porque incluso algunos efectos que no vemos, que están bajo nuestros pies en zonas remotas del planeta, tienen un efecto directo en nuestra vida diaria. Así que está en nuestra mano poner acciones y decisiones importantes para realmente poder mitigar todos estos efectos que ya estamos sintiendo.
No obstante, no es la única técnica que existe. También tenemos la posibilidad de romper el granizo y esto es algo que por ejemplo se hace en España. En este caso es algo diferente, porque tenemos unos cañones antigranizo que lo que hacen es que disparan ondas de choque para romper ese granizo y sobre todo se destina a fines agrícolas. Se hace de forma muy local. El problema viene cuando estas técnicas además se hacen a escala global o a escala sin precedentes. En el caso de China, por ejemplo, ahora mismo quiere hacer un proyecto que nunca se ha llevado a cabo, que es sembrar nubes en más de la mitad del territorio chino e inhibir granizo en gran parte del territorio, algo que, como digo, no tiene precedentes y que no sabemos qué consecuencias puede tener, porque hasta la fecha se ha hecho de forma local. Ahora han surgido otras técnicas de manipulación climática con la crisis climática. Para mí esto no es una solución, la solución es poner medios y no estos parches que realmente están generando o pueden generar otros efectos colaterales. Lo veíamos con el efecto mariposa. Un pequeño cambio puede desembocar en unas consecuencias impredecibles, así que no sabemos lo que va a suceder. Con el cambio climático han surgido nuevas técnicas de manipulación climática, como por ejemplo la de simular una erupción volcánica. Cuando tenemos una supererupción volcánica en nuestro planeta, las cenizas y los gases llegan hasta la estratosfera, que es la siguiente capa de la atmósfera a donde estamos nosotros. Ahí se quedan durante bastante tiempo y crean un efecto de bloqueo del sol. Es decir, la temperatura de nuestro planeta tiende a disminuir. En erupciones naturales, como la del Pinatubo, en 1991, la temperatura media global disminuyó medio grado. En la del Tambora, en 1815, vivimos lo que se llamaba el año sin verano, un año de hambrunas, de oscuridad y se produjo al otro lado del mundo, pero en Europa tuvimos graves problemas. Se alteraron los patrones de precipitación, hubo problemas en las cosechas y, como curiosidad, os diré que en ese ambiente tan sombrío incluso se gestó uno de los personajes de la literatura gótica más famosos y de terror: Frankenstein, en ese momento de oscuridad.

Pero lo que vengo a decir es que esa simulación de una erupción volcánica artificial, la intención es precisamente la de disminuir la temperatura de nuestro planeta. ¿Cómo lo haríamos? Inyectando aerosoles en la estratosfera para que bloqueen la radiación solar, los aerosoles actúan como si fueran espejitos, impiden que llegue la luz del sol a la Tierra y disminuye la temperatura de nuestro planeta. En este sentido, el MIT también tiene un proyecto que se llama el de las burbujas espaciales y que suena un poco a ciencia ficción. Realmente todavía no se ha llevado a cabo, que consiste en instalar en el espacio una gigantesca malla en el punto Lagrange, que es el punto donde se equilibran la atracción gravitacional del Sol y de la Tierra y, en este punto, insertar una especie de esferas que lo que hagan es un comportamiento similar, reflejar la radiación solar para que no llegue a la Tierra. Con esto, como digo, lo que se pretende es disminuir la temperatura del planeta mientras seguimos contaminando, mientras seguimos emitiendo. Entonces, realmente para mí la introducción de la mano del hombre en la atmósfera no es una buena idea. No nos ha dado buenos resultados hasta ahora. Lo que sabemos del cambio climático es que 100 % seguro tiene origen antropogénico, o sea, tiene nuestra marca detrás. A lo largo de la historia del planeta ha habido muchísimos cambios climáticos. Todos han producido a lo largo de miles a millones de años, pero este cambio se está produciendo de forma muy rápida y propiciado por nosotros. Esto no ha tenido buenas consecuencias. ¿Por qué iba a tenerlas el meter diferentes sustancias o diferentes objetos en la atmósfera? Mejor que el ser humano tome otras medidas de acción más importantes a nivel medioambiental que manipular el clima.
Cuando un anticiclón se queda durante muchísimo tiempo en una zona, lo llamamos anticiclón de bloqueo o un anticiclón que se ha quedado estancado. Normalmente, en nuestra atmósfera, la temperatura disminuye con la altura, lo sabemos porque cuando subimos a un avión hace más frío, pero a veces ocurre que en un punto determinado esto cambia y aumenta con la altura. Ahí se genera una inversión térmica que lo que hace es un efecto tapadera que inhibe la dispersión de los contaminantes. Así que, en Donora, lo que ocurrió fue una gran contaminación en una zona que podría ser como una especie de olla y una inversión térmica que impedía que esos contaminantes se dispersaran. No ha sido el caso más grave de la historia. Nos remontamos a 1952 en Londres. Los londinenses estaban más que acostumbrados a la niebla de Londres. De hecho, incluso estaban acostumbrados a la niebla tóxica. La llamaban puré de guisantes por el color verde y amarillento y el olor a azufre que eso emanaba. Pero lo que ocurrió en diciembre de 1952 fue algo histórico. En ese momento, un potente anticiclón se cernía sobre Londres. Además, Londres salía de la Segunda Guerra Mundial y había exportado todo el carbón de buena calidad fuera. Se había quedado con el carbón de peor calidad y más rico en azufre. Además, el invierno estaba siendo muy frío, así que todas las calderas estaban quemando ese carbón y expulsando esa contaminación a la atmósfera. Rápidamente se formó una niebla tóxica tan grave que mató a todo el ganado, la gente caía al Támesis porque directamente no podía ver dónde se encontraba el río y morían ahogados los que no sabían nadar y en las salas de urgencias de los hospitales no se podía ni operar porque la visibilidad era totalmente reducida. Murieron en total 12.000 personas a lo largo del episodio de niebla y en los meses posteriores. Y realmente sentó las bases para un cambio de ley, igual que ocurrió en Estados Unidos en Donora, para mejorar y tener unas leyes de aire limpio. Así que no todas las nieblas son positivas. Y de nuevo tenemos el problema de la contaminación, un problema que ha creado el ser humano. Al final, estas nieblas se han cobrado muchas víctimas por la mala gestión que hemos hecho nosotros de nuestros recursos.
Digo que se producen casi siempre en condiciones de lluvia porque tenemos otros arcoíris que se llaman los arcoíris de fuego. Los arcoíris de fuego se llaman así porque cuando los vemos en el cielo recuerdan a una llama incandescente, aunque tienen todos los colores de los arcoíris propiamente dichos. Se forman en días de tiempo estable, soleados, en nubes de tipo cirros. Las nubes de tipo cirros las vamos a identificar en el cielo de forma muy fácil, porque son nubes deshilachadas, como si fuera la cola de un caballo, y aparecen en días de tiempo soleado. Estas nubes están compuestas por cristalitos de hielo hexagonales y lo que hace la luz cuando entra en esos cristales es, de nuevo, refractarse y dar lugar a ese espectro de colores que componen el arcoíris. Pero, es más, tenemos otro tipo de arcoíris, que son los arcoíris blancos o los arcoíris albinos, que pueden ocurrir de dos formas: una de ellas es que sucedan cuando tenemos una noche de luna llena. Como la luz de la luna llena no es tan intensa como la del sol, realmente no vamos a poder ver los colores del arcoíris, vamos a ver únicamente el color blanco. También puede suceder que aparezcan con la niebla. Las gotitas de niebla son 100 veces más pequeñas que una gota de lluvia. Entonces, lo que ocurre cuando entra esa luz en esas gotitas de niebla es que realmente sí que aparece todo el espectro, pero nuestro ojo no puede verlo. Y ¿qué es lo que ve nuestro ojo? La suma de esos colores, la suma de esos colores, si retrocedemos en ese prisma de Newton, es el color blanco. Así que los arcoíris yo creo que son uno de mis fenómenos favoritos, al menos siempre te alegran el día. Y, como metáfora, siempre está bien decir que cuando pasa la tormenta siempre hay un rayo de luz, un toque de color que siempre nos va a sacar ese lado positivo y ese optimismo.

No es la única variable que puede afectarnos. El calor es una de las variables que también puede afectar, no solo físicamente, con lo que ya sabemos, la sudoración, la resequedad de la piel, problemas cardiovasculares, sino que también puede afectarnos a nuestra salud mental. Esto es algo que podemos intuir porque nos podemos sentir más apáticos, más desanimados cuando llega el calor. Pero es que el calor también está vinculado con la agresividad. Con esto no quiero decir ni muchísimo menos que cuando aumentan las temperaturas todos nos volvamos más agresivos. Esto no es así, si no el mundo ahora mismo sería una auténtica locura, pero sí que es un factor más que ayuda a que se dispare esa agresividad en personas que ya tengan una predisposición a ella. Pongo un ejemplo de un estudio que hizo la Comunidad de Madrid en el año 2016 con las olas de calor y analizó cómo impactaba el calor extremo con los feminicidios en la Comunidad de Madrid. Y lo que vio fue sorprendente. Y es que vio que las olas de calor tenían una relación directa con el aumento de los feminicidios, en concreto, por cada grado que aumentaba la temperatura por encima de 34 grados, se incrementaba el riesgo de feminicidios en un 28 %, que es una auténtica barbaridad. El calor también está demostrado que puede afectar a las tasas de criminalidad. Existen diferentes estudios a lo largo del mundo que nos dicen que estas tasas se incrementan. De hecho, tenemos leyes térmicas que vinculan esa criminalidad, esa agresividad, con las diferentes estaciones del año. No solo el calor, me preguntabas por el viento. Hay una expresión muy típica que siempre utilizamos, que es: «Le ha dado una ventolera», para hacer alusión a un grado de locura que puede tener una determinada persona de forma transitoria. Pues bien, es que existen vientos, de hecho, se llaman los vientos de las brujas o los vientos de la locura, que pueden hacer que nuestro estado, no solo físico, sino mental, se encuentre algo más alterado.
Estos vientos no son unos vientos cualquiera, tienen que tener unas características determinadas, cálidos, resecos, racheados, que se formen en áreas desérticas o en zonas de montaña bajo un efecto que en meteorología se llama efecto Foehn. El efecto Foehn, rápidamente, para que lo entendamos, es un efecto que se produce en las cordilleras montañosas. Cuando tenemos una masa de aire, esta masa de aire llega hasta la cordillera de la montaña, si tiene suficiente humedad y empieza a ascender, el vapor de agua condensa y genera lluvia. Cuando llega al tope de la montaña, empieza a descender por el otro lado y lo hace con un contenido de humedad más bajo, con una temperatura muy extrema y con una carga eléctrica del aire muy concreta, lo que llamamos ionización positiva. Todos los que estamos aquí ahora mismo estamos rodeados de átomos. ¿No? Lo sabemos. De átomos y moléculas. No nos damos cuenta de que están ahí. Los átomos en general, en la naturaleza, tienen un equilibrio. Son eléctricamente neutros, pero a veces pierden o ganan electrones, porque son muy ligeros, y se convierten en iones positivos o negativos. Los iones positivos que tienen este tipo de vientos están vinculados con un estado de ánimo más apático, más bajo, estamos más desanimados cuando los tenemos y además físicamente también nos puede afectar. En el caso de los iones negativos nos encontramos mejor y suelen producirse, por ejemplo, de forma natural, en las cascadas, en los ríos, en las playas, con el oleaje, en las montañas. No es para nada extraño que cuando vamos a estos sitios nos encontramos más relajados y más a gusto. Es porque hay un exceso de iones negativos. Bueno, pues cuando yo empecé a investigar toda la temática relacionada con los vientos, me encontré con un libro maravilloso de un autor que había experimentado en sus propias carnes la sintomatología de los vientos provocados por el efecto Foehn. Este autor se había mudado a Ginebra, y en Ginebra hay un potente efecto Foehn que sopla en las montañas, en los Alpes, que incluso el servicio meteorológico de allí lo monitoriza cada diez minutos para informar a la población, de ahí la importancia que tiene. Y empezó a experimentar cefaleas, insomnio, dolores de cabeza, pero además también problemas en su salud mental.
No podía descansar, tenía ansiedad, depresión e incluso él dice que se le pasaron ideas de suicidio por la cabeza. Así que este autor, que se llamaba Fred Soyka, se puso a investigar y contactó con un médico que había al otro lado… bueno, no del mundo, pero un poquito más lejos, en Israel, y este médico le dijo que él estaba investigando un tipo de viento similar al que le provocaba estos problemas, el jamsin. El jamsin es un viento que sopla en la península arábiga y es un viento con estas características, con esa ionización positiva. De hecho, en la antigüedad, en esa zona se consideraba un atenuante bajo ciertos delitos menores cuando soplaba, porque precisamente la gente pensaba que alteraba la mente de la población y él le dijo que precisamente estos vientos tenían una influencia en la producción de serotonina, que es un neurotransmisor que, entre otras muchas cosas, regula nuestro estado de ánimo y también en el funcionamiento de la glándula tiroides. Así que estos vientos sí que nos pueden afectar, no a todo el mundo, depende de si somos o no meteorosensibles, pero son unos vientos que pueden provocarnos esta sintomatología. Hablábamos también de esa influencia de la Luna. Bueno, la luna no nos vuelve lunáticos, aunque suene muy romántico, pero sí que tiene una explicación racional, aunque no científica, al hecho de que digamos que cuando hay luna llena, pues eso, somos un poquito más lunáticos. Y esto radica en que en la antigüedad no teníamos luz artificial. Entonces la gente para socializar aprovechaba esas noches de luna llena para salir, porque aprovechaba esa luz que teníamos de forma natural. ¿Qué ocurría? Que en esas noches en las que salían a socializar había mayor probabilidad de que hubiera más gente en la calle y por lo tanto de que hubiera más conflictos sociales. Y de ahí nos viene el término de: «nos ponemos un poco lunáticos cuando hay luna llena». Así que sí, el tiempo nos afecta en mayor o menor medida, sobre todo a las personas meteorosensibles. Pero bueno, a mí siempre me gusta decir que, aunque haya una tormenta afuera, al final está dentro de nosotros la capacidad para afrontarla.

Me enfrenté a grandísimas dificultades en ella, pero yo tuve dos buenos referentes femeninos a mi lado, uno científico, mi madre, que estudió matemáticas y para mí su carrera fue realmente inspiradora, y el otro caso fue mi abuela. Mi abuela materna no tuvo la posibilidad de estudiar en ningún momento. Ella fue totalmente autodidacta, pero sus valores de tesón, de perseverancia, de cumplir sus objetivos y sus sueños me inspiraron a mí a cumplir los míos. Así que no sólo hice la carrera, sino que logré doctorarme en ella. Y para mí es algo de lo que sentirme orgullosa. Y creo que, sinceramente, si no hubiera tenido esos referentes femeninos a mi lado, quizás lo hubiera conseguido, pero quizás no con esa perseverancia y con ese tesón. Así que al final yo creo que muchos límites nos los ponemos nosotras mismas, pero necesitamos esas personas, hombres y mujeres, que nos inspiren, que nos ayuden a alzar la voz y a saber que podemos cumplir nuestros objetivos. Hemos hablado de los graves errores que ha cometido el ser humano con nuestro planeta, pero yo creo que el ser humano tiene la capacidad de aprender de esos errores y rectificar. La tierra nos ha dado prácticamente de todo, nos ha dado recursos, nos ha dado alimentos, nos ha dado agua, nos ha dado aire limpio que respirar, nos ha dado biodiversidad, pero lo cierto es que nosotros la estamos destruyendo, la estamos atacando. Cada año vertemos 13 millones de toneladas métricas de plástico a nuestros océanos, un plástico que afecta a la biodiversidad y que afecta nuestra salud, acaba en nuestros estómagos en forma de microplásticos. Hemos detectado esos microplásticos en lluvias en regiones tan remotas como la región ártica. Cada año tenemos incendios más devastadores, incendios que arrasan nuestros bosques, nuestras selvas, que nos dejan sin esos pulmones. Esos incendios se están tornando en incendios de sexta generación que están emitiendo toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera que están acelerando el calentamiento global.
Cada año hablamos del deshielo de las regiones polares, que son nuestros refrigeradores del planeta, pero yo creo que cada año nosotros tenemos la oportunidad de cambiar las cosas. Si algo me ha enseñado estudiar física, meteorología y los fenómenos naturales es el hecho de que tenemos un planeta único, un planeta maravilloso. No sé si estamos solos en el universo, si hay vida ahí fuera, si hay otros planetas igualmente asombrosos como el nuestro, pero lo que sí sé es que tenemos un tesoro y ese tesoro hay que preservarlo y cuidarlo. Somos una sociedad de consumo rápido, una sociedad que va acelerada. Decidimos comprar y desechar rápidamente, no reutilizamos. Existe un auténtico vertedero en el desierto de Atacama donde se echan millones de ropa sin usar que no se vende cada año. Es más, toda esa contaminación no solo se produce en nuestros bosques y en nuestros océanos y en nuestros desiertos, también la tenemos ahí arriba, en el espacio. Tenemos millones de toneladas de basura espacial orbitando y a veces decidimos que el mejor sitio para tirarla de nuevo es nuestros océanos. Existe un lugar que es el cementerio espacial, que se encuentra en el punto más remoto del planeta, el punto Nemo. La verdad es que, si seguimos así, vamos a colapsar nuestro planeta. Necesitaríamos del orden de dos a tres tierras para poder mantener el estilo de vida que vivimos ahora mismo. Así que es fundamental que pongamos medios, que cambiemos nuestro estilo de vida a un modelo más sostenible, más responsable con el medio ambiente. Si queremos disfrutar de esas puestas de sol, de esos arcoíris, de esa fragancia a petricor, a geosmina, tenemos que cuidar nuestro planeta. Decía Albert Einstein que el mundo es un lugar peligroso, no sólo por las personas que hacen el mal, que también, sino por las personas que no hacen nada para evitarlo y yo creo que todos los que estamos aquí y todos los que me escuchan podemos hacer algo para evitar la destrucción de nuestro planeta. Así que, bueno, muchísimas gracias a todos.