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¿Alquilarías un amigo?

Noreena Hertz

¿Alquilarías un amigo?

Noreena Hertz

Economista y escritora


Creando oportunidades

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Noreena Hertz

Alquiló una amiga, conoció a un hombre que vivía en su coche para poder pagarse los abrazos e intenta entender el mundo que nos rodea desde una perspectiva poco convencional. La visionaria Noreena Hertz se aleja de los modelos tradicionales y estudia los aspectos más humanos de la economía a través de temas como la soledad, la toma de decisiones o la tecnología.

Con tan solo 19 años se graduó en Filosofía y Ciencias Económicas en el University College London. Y con 23 ya asesoraba a gobiernos y empresas. Su compromiso con la justicia social y su visión del futuro la han convertido en un referente internacional y en una voz indispensable en los debates sobre transformación social. Es autora de lecturas fundamentales de economía actual como ‘El siglo de la soledad’, ‘The silent takeover' o ‘Eyes wide open’. Su trabajo desafía las narrativas convencionales y examina no solo los aspectos financieros, sino también los impactos sociales, ambientales y éticos de las políticas económicas. “Hay que afrontar el futuro con esperanza y si hay algo que podamos hacer para hacer del mundo un lugar mejor, para mejorar la vida de las personas que tenemos a nuestro alrededor, para ser motores de cambio… no tiene por qué asustarnos y podemos seguir avanzando hacia él con pasión, confianza e imaginación”, asegura Hertz.


Transcripción

00:05
Noreena Hertz. Me llamo Noreena Hertz y soy economista y escritora, y en mi trabajo confluyen la economía, la política, la geopolítica, la tecnología y la sociedad. Estudio temas complejos y me interesa en qué punto está el mundo y hacia dónde se dirige.

00:21
Romina Peñate. Muchas gracias por venir a ‘Aprendemos juntos’. Es un placer tenerte con nosotros y hoy vamos a poder hablar de muchos temas. Eres economista, has escrito libros sobre economía, sobre la globalización, sobre tomar decisiones… También has investigado de una forma extraordinaria el tema de la soledad y me encantaría empezar con eso. Una economista que estudia la soledad no es una combinación muy común, ¿no? ¿Cómo surgió tu interés por la soledad?

00:57
Noreena Hertz. Tienes toda la razón. No es el objeto de estudio más evidente para una economista. Pero hay razones que me llevaron a interesarme por la soledad y están claramente diferenciadas. La primera es que, hace unos cinco años, cuando daba clase en la universidad, muchos alumnos venían a hablar conmigo y me confesaban que se sentían solos. Esto, cinco o diez años antes, no me pasaba. Al menos no tanto. Y empecé a preguntarme qué estaba pasando, por qué tantos jóvenes se sentían solos. Esto era incluso antes de la pandemia. Por otro lado, resulta que me había comprado a Alexa, de Amazon, y empecé a observar mis propias interacciones con Alexa, que la tengo en la mesa de la cocina, y me di cuenta de que empecé a sentir cierto apego hacia el dispositivo. Y eso me hizo reflexionar sobre lo que después llamé «la economía de la soledad», una economía entera compuesta por bienes y servicios diseñados para aliviar la soledad y generar conexión. Y pensé: «Aquí está pasando algo. La gente joven se siente muy sola, la soledad está influyendo en el voto de la gente en las elecciones y en el mercado hay una gran demanda de productos que generen conexión y comunidad y alivien la soledad».

02:26

Y quise seguir profundizando en el tema para comprender qué estaba ocurriendo y, en cuanto empecé a investigar, me di cuenta de la magnitud del problema. Basta con mirar las cifras: tres de cada cinco jóvenes de menos de treinta y cinco años están solos a menudo o siempre. Uno de cada cinco ‘millennials’ no tiene ningún amigo. El sesenta por ciento de mayores de sesenta años solo recibe visitas esporádicamente. En el Reino Unido, la principal compañía de dos de cada cinco pensionistas es la tele o una mascota. En Japón, la situación es tan terrible que el tipo de encarcelamientos que más está aumentando es el de pensionistas, porque están tan solos que delinquen intencionadamente para que los lleven a la cárcel y así poder tener compañía. Me di cuenta de que la magnitud del problema era inmensa. Y es inmensa, desafortunadamente, en España, es inmensa en México, es inmensa en Colombia, es inmensa en Argentina y es inmensa en otros países desde los que seguro que nos están viendo. Es un problema mundial y es un problema que afecta a las economías, a las democracias y a nuestra salud. Entonces, quise comprender mejor qué está ocurriendo, por qué estamos atravesando una crisis de soledad mundial, cuáles son las consecuencias y qué podemos hacer al respecto.

04:04
Romina Peñate. Son unas estadísticas abrumadoras. Me gustaría profundizar en el concepto de la soledad. ¿Qué es la soledad y cómo la entiendes tú?

04:15
Noreena Hertz. La soledad es lo que sentimos cuando anhelamos conexión, cuando deseamos intimidad, cuando anhelamos compañía, y no tenemos nada de eso. Pero también es sentir que no eres visto, no eres escuchado, que eres invisible y que se te ignora. Y se puede sentir soledad en un contexto personal, pero también se puede sentir soledad de un modo más existencial. Uno puede sentirse solo en relación con su trabajo, con su gobierno, con sus conciudadanos. En mi opinión, la soledad es personal pero también política, también económica. Sus motores tienen que ver con las relaciones interpersonales, claro, pero también con cómo nos tratan las instituciones, cómo nos tratan nuestros conciudadanos y cómo nos tratan en el trabajo. Y creo que es importante distinguir la soledad del estar solo. Porque se puede estar solo, sin nadie alrededor, y no sentirse para nada solo. Hay que tener eso en cuenta. La soledad es querer conexión, querer que te vean, querer que te escuchen, y no recibir esa atención. Cuando empecé a estudiar la soledad, me interesaba saber si había algún grupo social que la sufriera más que otro. Y me sorprendió mucho descubrir que los jóvenes eran la generación más solitaria. Lo más intuitivo es pensar que los mayores son los más afectados, pero en realidad son los jóvenes. Y los siguen las personas mayores. También me interesaba el género, ver si había diferencia entre hombres y mujeres en términos de soledad. Y llama la atención que, antes de la pandemia, estaba bastante equilibrado. La soledad entre hombres y mujeres era bastante similar.

06:11

Pero lo que se ha visto durante la pandemia y después es que la soledad entre las mujeres se ha disparado de forma desproporcionada. Y lo que yo pienso que pasó y a lo que yo atribuyo en parte este dato, es, primero, que, por desgracia, durante la pandemia el índice de violencia de género aumentó. Y no hay nada más solitario que estar en una relación de maltrato. Ese es un hecho que justifica esta diferencia. Otro motivo por el cual las mujeres empezaron a sufrir más soledad en la pandemia es que tuvieron que ocuparse ya no solo de su trabajo, sino también de incluso más cuidados que antes, de los niños, de la casa… Y tener una carga de trabajo cada vez más desproporcionada y que nadie te haga caso cuando haces ver que no puedes con ella es desolador. Entonces, entre las mujeres, esa sensación de desdén hacia ellas se agravó durante la pandemia porque más y más mujeres tuvieron que ocuparse de los niños y de la casa de forma desproporcionada además de continuar rindiendo en el trabajo. Y la tercera razón por la que creo que las mujeres sienten mucha más soledad desde la pandemia es que la recesión económica que se ha vivido después les ha afectado más a ellas que a ellos. Y, aunque todos, tanto los ricos como los pobres, pueden sentir soledad, se sabe que el factor económico también influye. Y, como las mujeres han sufrido mucho más los efectos de la crisis económica, es normal que sean ellas quienes se estén sintiendo más solas. Todo el mundo puede sentirse solo: los hombres, las mujeres, los jóvenes, los mayores… Pero hay que visibilizar a los grupos que peor lo están pasando, que son los jóvenes, los mayores, las mujeres y las personas con menos ingresos económicos.

08:16
Romina Peñate. Es evidente que estos datos no son nada favorables para una sociedad. ¿Qué consecuencias tiene la soledad?

08:24
Noreena Hertz. Cuando pensamos en la soledad, normalmente se nos ocurren los efectos que tiene desde el punto de vista de la salud mental, que son auténticos y son graves. Si uno se siente solo, es más probable que sufra ansiedad, que sufra depresión y que llegue a tener pensamientos suicidas. Todo eso es real y muy preocupante. Pero la soledad también afecta a la salud física de una forma que seguramente se conoce menos. Somos seres sociales y, como tales, tenemos un deseo natural de relacionarnos con los demás. Recordemos que cuando éramos cazadores y recolectores vivíamos en tribus con otras personas por nuestra propia seguridad. Lo que ocurre es que, cuando estamos solos, se nos enciende una alarma en el cuerpo que nos avisa de que estamos en una situación en la que no queremos estar. Se nos enciende esta alarma, se nos activa la reacción de lucha o huida, nuestros niveles de cortisol y de adrenalina aumentan… Y todo esto afecta a nuestra salud física. Por eso, la soledad hace que seamos más propensos a sufrir un ictus, un veintinueve por ciento más propensos. A tener enfermedades cardíacas, un treinta y cuatro por ciento. En periodos prolongados, la soledad hace que tengamos un treinta por ciento más de posibilidades de morir prematuramente. De hecho, la soledad es tan mala para la salud física como fumarse quince cigarrillos al día. Es toda una crisis de salud pública y no se habla de ella. Cuesta creer que no se hable de algo que es fundamental para la salud. La soledad es una amenaza real para la salud física y mental.

10:25

Y, por otro lado, también perjudica a la democracia. Estudiando la relación entre el auge del populismo de derechas y la soledad, lo que vi es que quienes se sienten solos tienden a ver el mundo como un lugar más hostil y peligroso. Entonces, son presas fáciles para los políticos que describen el mundo como tal. Fíjate: hay un estudio que dice que, si se mete a un ratón en una jaula y se le deja ahí durante un tiempo, cuanto más tiempo pasa solo, más agresivo se vuelve contra otros ratones que se van introduciendo. Lo mismo pasa con las personas. Y es lo que estamos viendo en el entorno político mundial. Los políticos atacan a quienes se sienten solos utilizando la comunidad como arma para captar votos. Pensemos en el auge de Donald Trump en Estados Unidos y en esos mítines donde transmite un mensaje de: «Vosotros, el Pueblo olvidado, a vosotros os hablo» y donde promete comunidad. Eso termina calando en personas que se sienten solas. Así que la soledad afecta a la política. Y también repercute significativamente en la economía. El cuarenta por ciento de los trabajadores, incluso desde antes de la pandemia, se sienten solos en el trabajo. En México la cifra es incluso mayor: el cuarenta y cuatro por ciento. Y esto es importante porque, así, los trabajadores están menos motivados, son menos productivos y es más fácil que dimitan en comparación con los que no se sienten solos. O sea que la soledad está derivando en costes económicos no solo para la economía en general, sino directamente para las empresas. De hecho, el factor más determinante para que un trabajador se implique en el trabajo es si tiene algún amigo ahí. ¿Pero cuántas empresas se sientan a pensar cómo pueden fomentar los vínculos entre sus trabajadores? La soledad es la causa de muchos problemas y hay mucho trabajo que hacer al respecto.

¿Alquilarías un amigo? -Noreena Hertz, economista y escritora
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“Estamos atravesando una crisis de soledad mundial”

Noreena Hertz

12:46
Romina Peñate. Luego retomaremos el tema del trabajo, pero me gustaría conocer algunas de las historias sobre la soledad que recopilaste durante tu investigación. Me gustaría que compartieras algunos de esos relatos con nosotros, los más interesantes, quizá.

13:07
Noreena Hertz. En cierto sentido, se puede decir que no soy una investigadora al uso. Cuando escribo mis libros, incluido el último, ‘El siglo de la soledad’, claro que hago mucha investigación académica y mucho trabajo científico, me leí cientos de artículos científicos recientes, pero también me moví por el mundo entrevistando a gente, conociendo a gente y teniendo yo misma experiencias no muy habituales para comprender de verdad el fenómeno de la soledad. En Nueva York, una de las cosas que hice fue alquilar una amiga. Durante la investigación, descubrí que se pueden alquilar amigos. En la página web donde encontré a Britney, la amiga que terminé alquilando, había seiscientos mil amigos disponibles para alquilar y, entre ellos, elegí a Britney, una universitaria estadounidense de veintipocos años. La conocí en una cafetería en Downtown Manhattan para tomar un café matcha. La verdad es que estaba nerviosa, nunca había hecho algo así y me preocupaba que ‘amiga’ fuese el eufemismo de algo menos salubre. Pero no, era verdad que lo que ofrecía era amistad. Y, durante unas horas, nos paseamos juntas por Downtown Manhattan. Fuimos a una librería, fuimos a una tienda de ropa, nos probamos gafas de sol y sombreros. Nos lo pasamos fenomenal hasta que llegamos a una tienda y me dijo: «Noreena, se ha terminado el tiempo. Son ciento cuarenta dólares». Fue una experiencia muy interesante porque en gran medida se me olvidó que la había alquilado. Tampoco era como estar con una amiga de toda la vida, pero sí que tuve esa sensación de estar haciendo una nueva amiga, de congeniar bien con ella y tal. Se reía de mis bromas: pues claro, para algo le estaba pagando.

15:00

Y, después, cuando le pregunté quién solía contratarla, la respuesta que me dio fue muy interesante: gente de entre treinta y cuarenta años, tanto hombres como mujeres, gente que se acababa de mudar a Nueva York, gente que trabajaba mucho, como en consultoría, finanzas o tecnología, y que se sentía sola y no tenía tiempo para hacer amigos. Gente que termina de trabajar y no tiene a nadie con quien ir a tomar un café o con quien salir el fin de semana al cine o a un museo. Y la contrataban para hacer esas cosas. Es una gran manifestación de la era en la que vivimos. La gente está tan sola que tiene que pagar para tener un amigo. Y hay un ejemplo aún más extremo: Carl. Cuando fui a Los Ángeles, conocí a un señor que se llama Carl. Carl tenía unos cincuenta años, era un tipo muy profesional, tenía un buen trabajo en los medios de comunicación. Estaba divorciado, se acababa de mudar a Los Ángeles y, como estaba muy volcado en el trabajo, le costaba mucho hacer amigos, por eso, porque trabajaba mucho. Y decía que en la oficina todo el mundo iba con auriculares puestos, que la gente no se relacionaba y él se sentía solo. Entonces, se enteró de que se podía contratar a alguien para que te abrazara, y no en sentido sexual. Y lo probó: fue y le pagó a una mujer, Jeanne, para que lo abrazara, y dijo que había sido transformador. Pagó para que alguien lo abrazara y sentir ese contacto físico que tanto le faltaba. Y transformó su estado mental: era más productivo en el trabajo, era más feliz… Su vida había cambiado. Entonces, empezó a hacerlo semanalmente. Y no es barato. Le pregunté cómo hacía para permitírselo y su respuesta fue tremenda

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Dijo: «Pues, para poder pagarlo, vivo en el coche». Un hombre que tenía un buen trabajo en los medios de comunicación. De puertas para afuera era una persona totalmente normal. Pero necesitaba tanto ese contacto físico que vivía en el coche, guardaba la comida en la nevera del trabajo y se duchaba en el gimnasio para poder permitirse esa conexión de forma habitual. En California también tuve una experiencia interesantísima cuando conocí al primer robot cocinero del mundo, a Flippy, que se dedicaba a girar hamburguesas. Vivimos en un momento en el que los robots, especialmente ahora, que llevan integrada inteligencia artificial, cada vez van a ocupar más puestos de trabajo. En este contexto, como decía, conocí a Flippy, el robot cocinero que gira hamburguesas. Para un empresario, es el mejor empleado del mundo: nunca se pone enfermo, siempre gira las hamburguesas a la perfección, nunca se queja de las horas que tiene que trabajar ni nada por el estilo… Y fue muy curioso hablar con algunos de los empleados, que ahora eran compañeros de ese otro «cocinero». Les pregunté cómo era trabajar al lado de un robot. Y la cosa era que no podían hablar con él, como normalmente harían con un compañero. Y les preocupaba que Flippy también les quitara su trabajo. Es una especie de fábula y tiene su moraleja de cara al futuro. Según los robots y la inteligencia artificial vayan avanzando, más probable es que nos vayan reemplazando a todos con Flippis y sus equivalentes en cada sector. No solo afectará a trabajadores de hamburgueserías, sino a personas como tú y como yo: periodistas, escritores, pensadores, vendedores, abogados, contables… Muchos trabajos se ven cada vez más amenazados por la inteligencia artificial y los robots. Se prevé que casi trescientos millones de trabajos se verán amenazados por la inteligencia artificial en los próximos cinco años. Y eso plantea grandes retos para la sociedad. Si ya nos sentimos solos, desconectados e invisibles hoy, ahora, en el punto en el que estamos, ¿cómo nos sentiremos si no tenemos trabajo, si no sabemos cómo vamos a ganarnos la vida, si no sabemos qué vamos a hacer? Las implicaciones de todo esto son inmensas.

20:04
Romina Peñate. Estamos hablando de Nueva York, Los Ángeles… Y me gustaría saber cómo las ciudades, y también los entornos laborales, como has mencionado antes, están potenciando el problema de la soledad.

20:17
Noreena Hertz. Hay una cosa que es la arquitectura de la soledad. Existe. En la soledad no solo influye cómo nos tratamos entre nosotros, sino que también influyen los espacios físicos. Hay muchos estudios que demuestran, por ejemplo, que las ciudades que están diseñadas para los coches en lugar de para las personas son especialmente solitarias. Sé que, en España, Barcelona está siendo pionera en la creación de espacios urbanos peatonales donde se aparta a los coches para que la gente pueda caminar y relacionarse mejor con sus vecinos. La proporción entre coches y peatones es un factor importante en cuanto al nivel de soledad de una comunidad. Otro elemento destacable en cuanto a la arquitectura de las ciudades es lo llenas o vacías que estén las calles principales. En los últimos años… No sé si será igual en España, en México o en Argentina, pero algo que he notado en el Reino Unido y en Estados Unidos es que cada vez hay más tiendas vacías. Y eso es importante porque los comercios locales suelen contribuir en apaciguar esa soledad que podemos sentir en el día a día. Por ejemplo, puedo entrar en la frutería de mi barrio y saludar a Phil, que lleva años atendiendo. Y, si se me ha olvidado la cartera, le puedo pedir que me lo apunte y no me pondrá problemas. O puedo ir a la librería de mi barrio y hablar con Jessica, que trabaja ahí. O a la cafetería, donde me atenderá Moffatt, que incluso pone cuencos de agua para que los perros beban.

22:12

Los estudios demuestran que incluso una breve interacción de quince segundos con el barista hace que nos sintamos más vinculados a nuestro alrededor. El comercio local tiene un papel importantísimo. Y lo que ocurre en muchos barrios es que, debido a la subida del precio del alquiler y los problemas económicos globales, muchos de estos comercios no funcionan, y eso genera más soledad. Otra cosa que acelera o amplifica la soledad en el ámbito local es no tener suficientes espacios donde la gente pueda reunirse y hacer cosas gratuitamente. Los gobiernos nacionales y regionales tienen que financiar la infraestructura comunitaria para ayudar a fomentar la conexión y no la soledad. Necesitamos financiación para bibliotecas públicas, para clubes juveniles, para centros de día para mayores, para espacios a los que padres y madres jóvenes puedan acudir y relacionarse. O, al menos, necesitamos que el mercado los ofrezca a precios muy competitivos. Porque necesitamos espacios para hacer cosas juntos, para estar juntos, para sentirnos conectados y no solos. Y, justamente, una de las tragedias que se siguen produciendo en todo el mundo desde la crisis de 2008 son los continuos recortes en este tipo de infraestructura comunitaria, tanto en España como en otros lugares. Es algo a tener muy en cuenta. Estos espacios deben financiarse o el mercado tiene que ver una oportunidad en ofrecer estos servicios a un precio bajo. En Corea del Sur, por ejemplo, hay discotecas diurnas para los mayores de sesenta y cinco años. Me encanta la idea. Discotecas diurnas donde miles de personas mayores van a bailar durante el día. Son negocios rentables, funcionan a escala y el mercado ahí ha visto una oportunidad. Y, cuando yo sea mayor, me encantaría ir a bailar durante el día y a relacionarme con otras personas. Además, todo esto son ideas para los emprendedores. La población está envejeciendo y los dos grupos que más soledad sufren son los jóvenes y los mayores. ¿Qué ideas de negocio hay ahí, qué productos y servicios se pueden diseñar para cubrir esa necesidad de conexión? Todo esto debe hacer reflexionar a los emprendedores.

25:08
Romina Peñate. Y, en cuanto al trabajo, ¿las empresas están fomentando esa conexión entre los trabajadores o no?

25:17
Noreena Hertz. Pues, históricamente, las empresas no se han parado a pensar en los vínculos entre sus empleados. De hecho, antes de la pandemia, había una tendencia activa en las empresas que era pasar de oficinas tradicionales a espacios abiertos. Y esto se vendía como una forma de incentivar las relaciones entre los trabajadores. La idea era que, sin paredes que los separaran, conectar sería más fácil. Pero lo que pasó fue justo lo contrario. Las oficinas se convirtieron en espacios abiertos y los estudios dicen que los empleados, en lugar de hablar más entre ellos, lo hicieron menos. Y empezaron a comunicarse más por correo o por mensaje. No sé si alguna vez has trabajado en una oficina que tuviera ese concepto. Yo sí y, dada mi experiencia, entiendo los resultados de esa investigación. Por un lado, en los espacios abiertos hay mucho ruido. Si eres como yo y te gusta concentrarte, pues te pondrás unos cascos que te aíslen y, si hay algo que grite: «No me hables», es llevar puestos unos cascos enormes. Por otro lado, en un espacio abierto cualquiera puede oír lo que estás diciendo, o sea que no te vas a poner a contarle nada personal a otra persona cuando cualquiera puede enterarse. Y, encima, de alguna forma intentas dar cierta imagen, y eso te impide todavía más conectar de verdad. En resumen, el concepto de oficina abierta no es garantía de mejores relaciones y, de hecho, lo que consigue es lo contrario. Y eso explica por qué incluso antes de la pandemia hasta un cuarenta por ciento de los trabajadores se sentían solos y desconectados.

27:08

Luego la pandemia agravó esto, evidentemente: si ya te sentías solo en la oficina, cuanto más te relacionas por Zoom o cualquier videollamada, más desconectado te vas a sentir. Y ahora hay toda una generación de trabajadores que ha tenido poco tiempo para establecer contacto presencial con compañeros. No han tenido la oportunidad de entablar amistad y relación con nadie. Desde el punto de vista del empresario, esto es algo de lo que preocuparse. Primero, porque un trabajador que se siente solo es menos productivo, está más desmotivado y es más propenso a dimitir. Segundo, porque es más fácil no sentir implicación en el trabajo si no se tiene ningún amigo allí. Y tercero, porque el trabajo se va a mercantilizar todavía más. Es más probable que te vayas a otra empresa que te ofrece más dinero si no tienes ningún apego con tus compañeros. Y eso es un problema para los empresarios, así que muchos están haciendo el esfuerzo de pensar en cómo reforzar esos vínculos. Y resulta que hay un truco muy sencillo que da muy buenos resultados: animar a los empleados a comer juntos. En Chicago se hizo un estudio con bomberos y lo que hallaron fue que los equipos de bomberos que comían juntos tenían más probabilidades no solo de sentirse más unidos entre ellos, sino de ejecutar mejor el trabajo que los que no comían juntos. Comer en grupo es una muy buena idea para ayudar al personal a relacionarse más y también a rendir mejor. Y, en general, en el trabajo, hay que plantearse qué estamos haciendo para que los empleados se sientan más reconocidos y considerados. Eso es algo crucial. Y a veces es tan sencillo como ser amable o como reconocer las cosas. Decir: «Oye, gracias por ayudarme». Los pequeños detalles. A veces basta con darse una vuelta y decir, por ejemplo: «Quiero felicitar a Manuel por el gran trabajo que ha hecho». Esos momentos de reconocimiento y agradecimiento pueden marcar una gran diferencia.

29:41
Romina Peñate. Noreena, estamos hablando de las ciudades y del trabajo. Nuestro estilo de vida está cambiando a una gran velocidad. Y, en ese sentido, me gustaría saber qué papel desempeñan las redes sociales y la tecnología en la soledad.

26:56
Noreena Hertz. Me alegro mucho de que saques el tema. Mira, las redes sociales son como la industria tabacalera del siglo XXI: perjudican a mucha gente de muchas maneras, y debemos asumir que esto es así, sobre todo en cuanto a la soledad. Durante mi investigación, entrevisté a muchos jóvenes, a adolescentes. Y algo que se repetía una y otra vez en sus testimonios era la soledad que derivaba de las redes sociales. Un chaval de catorce años que se llama Peter me contó que, cuando colgaba una foto en Instagram, se quedaba ahí esperando ansiosamente a que alguien le diera me gusta. Y, si nadie lo hacía, se sentía invisible e ignorado. Se preguntaba qué era lo que estaba haciendo mal y por qué nadie le hacía caso. O Claudia, de dieciséis años, me contó que sus amigas habían dicho que no iban a salir después de clase, pero que después había visto en redes sociales que habían quedado sin ella. Y se sintió tan excluida y sola que se encerró en su habitación y no fue a clase durante una semana. No es que a los niños antes no se les excluyera, por supuesto que ocurría, pero ahora… Primero, los adultos en la vida de estos niños muchas veces no son conscientes de que eso ocurre. Los profesores no se dan cuenta de que se está excluyendo a alguien porque, a menudo, socializan directamente por internet y no en el mundo real. Por otro lado, la humillación de que te marginen es pública y se transmite entre los compañeros continuamente. Entonces, las redes sociales crean esa sensación de exclusión cuando no cuentan contigo.

31:43

Y luego está el abuso al que sobre todo los jóvenes se enfrentan en las redes sociales. Este dato es particularmente alarmante en España, en México, en Brasil y en Estados Unidos. Estos cuatro países están entre los diez primeros en índice de ciberacoso. Las cifras son tremendas. Estamos hablando de que el sesenta, setenta, ochenta por ciento de los jóvenes sufren ciberacoso a diario. Si estás en esa situación, es natural que te sientas más solo, sobre todo si nadie interviene. E incluso si tú no estás sufriendo acoso directamente, estar viendo que ese es el mundo en el que vives también va a llevarte a sentirte solo. Es muy preocupante. Y luego está el hecho de que las redes sociales nos recompensan por tener comportamientos agresivos e hirientes, y de una forma muy concreta: cuanto más hiriente sea el tuit, cuanto más hiriente sea la publicación, más probabilidades tienes de recibir interacciones. Los propios mecanismos incentivan el abuso, el odio y el acoso. Y, bueno, qué decir de la adicción que tenemos todos al móvil, porque está diseñado para engancharnos, sobre todo las redes sociales. Los colores, la tipografía, las luces… Todo está diseñado como las tragaperras de los casinos para crearnos adicción.

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Y, entonces, en la vida real, lo más probable es que todos hayamos estado en algún sitio con nuestra familia o nuestros amigos y hayamos estado pegados al teléfono. Tenemos la atención en el móvil en lugar de en interactuar y en estar presentes en el momento. Hay estudios que demuestran que, aunque tengamos el teléfono apagado, si hay uno encima de la mesa, es menos probable sentirse conectado a la otra persona y sentir empatía por ella que si no hay ningún teléfono involucrado. Y los adolescentes no son los únicos, no solo ellos tienen está adicción. Es todo el mundo. El móvil se ha convertido como en nuestro amante. Nos hemos vuelto esclavos. Entonces, podemos decir que hay muchas causas detrás de la crisis de soledad actual. Que hacemos menos cosas juntos que antes: vamos menos a la iglesia, estamos menos en los sindicatos, estamos menos en las asociaciones de familias en los colegios. Que las ciudades cada vez están más hechas para los coches en vez de para los peatones. La urbanización. Las ciudades son lugares especialmente solitarios. Se está dejando atrás a los habitantes de las zonas rurales y ahí el resultado también es la soledad. Pero las redes sociales y la tecnología tienen un papel importantísimo en esa desconexión que estamos sintiendo. Hay mucho trabajo que hacer en este sentido. Yo, por ejemplo, hago un descanso digital un día a la semana. Guardo el móvil donde no pueda verlo para así estar más presente con mi familia y con mis amigos. La gente que lo prueba dice que nota la diferencia. Vale mucho la pena intentarlo. Pero los gobiernos también tienen que intervenir. Porque no basta con decir que esto es algo que nosotros podemos resolver. Los gobiernos deben actuar. Yo soy del Reino Unido y, allí, el Gobierno ha tomado la delantera en este aspecto con legislación, con la ley de seguridad en línea, que pone mucha más presión y responsabilidad legal sobre las empresas de redes sociales, sobre todo en cuanto al acoso y a los niños. Entonces, sobre todo en relación con los niños, ¿qué están haciendo los gobiernos de España, México, Colombia, Argentina, para proteger la salud mental de los niños? Hay que intervenir. No se puede dejar que las compañías se autorregulen. Han dejado claro que no son capaces de hacerlo.

¿Alquilarías un amigo? -Noreena Hertz, economista y escritora
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“Hacer las cosas presencialmente e interactuar, aunque sea brevemente, con el monitor, el recepcionista o el librero ya puede influir mucho en nuestra sensación de soledad”

Noreena Hertz

36:21
Romina Peñate. Me gustaría saber… Porque has mencionado que haces como una desintoxicación digital y… Tras llevar a cabo tu investigación, ¿qué consejos nos darías para sentirnos menos solos?

36:33
Noreena Hertz. Hay muchas cosas que podemos hacer si nos sentimos solos. Una de ellas es dejar el móvil a un lado más a menudo. Sé que cuesta porque somos adictos a ellos, pero con algo de esfuerzo se puede conseguir. Dejarlo fuera de nuestro alcance suele ayudar. Por las tardes, o el fin de semana, o nos podemos tomar un día sabático digital y estar un día entero sin tocar el móvil. Otra cosa que podemos hacer es dedicar más tiempo a hacer actividades en nuestra comunidad local y apoyarla. Por ejemplo, podemos ir a alguna feria o evento local, podemos hacer un voluntariado en alguna asociación. Más ideas que podemos tener en cuenta: en lugar de pedir un libro por internet o hacer una clase de yoga en YouTube, ve a una librería o a un gimnasio que tengas cerca. Hacer las cosas presencialmente y tener la oportunidad de interactuar, aunque sea brevemente, con el monitor, el recepcionista o el librero ya puede influir mucho en nuestras sensaciones. También hay que considerar hacer voluntariados. Hay muchos estudios que demuestran que, haciendo voluntariados y ayudando a otras personas, uno se siente menos solo y más vinculado al resto. Y al mismo tiempo estás haciendo una buena acción. Así que eso también está demostrado que funciona. Además, la gente que hace voluntariados vive más. Otro extra que te puedes llevar. Esas son tres cosas que podemos hacer intencionalmente si sentimos soledad. Y quizá una última cosa a la que podemos recurrir si nos sentimos solos es a ver si hay algo que nos interese, que nos guste mucho. Puede ser, no sé, el equipo de fútbol local, quizás es pintar, quizás es bailar… Encontrar algo y buscar si hay algún grupo al que unirse para conocer a gente con intereses similares. A veces, si nos sentimos solos, igual la manera es encontrar personas con las que relacionarnos y hacer actividades… y eso nos puede ayudar a aliviar la soledad.

38:54
Romina Peñate. Qué interesante, Noreena. Hemos mencionado nuestro estilo de vida, la tecnología, las redes sociales, y eso me lleva a la inmensa cantidad de información que tenemos a nuestro alrededor y a un trabajo tuyo que me parece de lo más interesante, ‘Eyes Wide Open’, que habla sobre la toma de decisiones. Y me encantaría saber cómo influye el contexto en nuestra forma de tomar decisiones.

39:26
Noreena Hertz. Hoy en día tomar decisiones es muy difícil, porque tenemos demasiada información y demasiados datos. Nos ahogamos en información y en datos. Si hablamos solo de anuncios, cada día ya estamos expuestos a cientos de ellos. Piensa en cómo es mirar las redes sociales o entrar en internet. La cantidad de información a la que estamos expuestos es miles de veces mayor que hace tan solo una década. Tomamos decisiones en un contexto muy distinto y, además, lo hacemos en un mundo mucho más complejo. Vivimos en una época definida en buena parte por lo compleja que es, especialmente ahora, por los retos a los que nos enfrentamos, tanto geopolíticos, como económicos y medioambientales. Es casi una tormenta perfecta de complejidad. Y eso no solo plantea más problemas por los que preocuparnos, sino que, además, nos tiene en un estado existencial general mucho más estresante, lo cual nos dificulta tomar decisiones con claridad. Y luego está el hecho de que cada día tenemos que tomar un montón de decisiones. Resulta que tomamos diez mil decisiones al día. Doscientas veintiséis son solo sobre comida. Es una pasada. «’Macchiato’, ‘latte’, leche desnatada, leche entera, leche de avena, leche de almendra…», solo para tomarme un café. Ahí ya estaré tomando como veinte decisiones. Es un contexto en el que tomamos más decisiones y tenemos más opciones que nunca, es un contexto en que tenemos más información que nunca, es un contexto de amenazas existenciales y estrés. Pues, claro, es más difícil que nunca tomar decisiones. Por eso, en mi anterior libro… Yo quería escribir un libro sobre cómo tomar decisiones inteligentes en tiempos tan complicados como estos. Me puse a estudiar la bibliografía, a entrevistar a los mejores pensadores de este campo y a los mejores profesionales, y saqué conclusiones muy interesantes sobre cómo podemos hacerlo y sobre cuáles son los problemas con que lidiamos al tomar decisiones.

42:02
Romina Peñate. Entonces, ¿qué nos aconsejarías para tomar mejores decisiones?

42:06
Noreena Hertz. Uno de mis hallazgos en lo relativo a la toma de decisiones es cómo influye nuestro estado de ánimo en nuestras decisiones. Si estamos estresados, nos ofuscamos y nos cuesta ver las opciones y alternativas que tenemos. Pero por otro lado, si estamos contentos, entonces tendemos a tomar decisiones más extremas. Por ejemplo, si la selección de fútbol gana un partido importante, la bolsa sube. Evidentemente, no es porque a las empresas del país les haya pasado algo, sino porque a la gente le apetece más gastar dinero porque está de mejor humor. Las emociones influyen mucho en nuestras decisiones, incluso en las económicas. Y no es que no haya que tener emociones, eso es importante entenderlo. La clave es darse cuenta. La clave es darse cuenta de que hoy estoy estresada o de que estoy de muy buen humor porque es mi cumpleaños o porque hace un día estupendo. Darnos cuenta de nuestras emociones hace como de termostato y nos ayuda a regular la toma de decisiones. Otra conclusión interesante de mi investigación es la influencia que la comida, si hemos comido o no, tiene en nuestras decisiones. Piensa en si has comido o en si has dormido antes de tomar una decisión. Es tan malo tomar decisiones sin haber dormido como tomarlas ebrio. Antes de decidir hay que considerar muchas cosas. Y también hay que tener en cuenta los consejos que te da la gente y si los cuestionas lo suficiente.

43:56

Me refiero a que… Y lo digo yo, que también soy experta y profesora: me di cuenta de que, muchas veces, cuando un experto se pone a darnos consejos, nuestro cerebro desconecta. Suena exagerado, pero se hizo un estudio en que analizaron el cerebro de varias personas mediante resonancia magnética para ver qué les ocurría a sus ondas cerebrales cuando oían hablar a un experto. Y lo que pasaba es que el cerebro se apagaba, literalmente. No estoy diciendo que haya que ignorar a los expertos, pero tampoco hay que olvidar que esos expertos pueden tener opiniones diferentes entre sí. Si escuchas a varios médicos hablar sobre enfermedades complejas, te das cuenta de que salen opiniones distintas. O, en mi campo, la economía: anda que no hay variedad de opiniones entre economistas. O sea que no podemos quedarnos con que aquella persona es experta y ya: tenemos que poner el cerebro en marcha, pensar, cuestionar las cosas, hacer preguntas, tener la confianza para hacer todo eso. Hay que cuestionar las ortodoxias, cuestionar la información y utilizar el cerebro para pensar.

45:21
Romina Peñate. El pensamiento crítico es muy importante.

45:24
Noreena Hertz. Importantísimo, sobre todo ahora, que cada vez más gente se informa a través de las redes sociales, a través de fuentes que simplemente reproducen su propia opinión desde su propia perspectiva en lugar de tener una mirada más amplia, contrastar la información, etcétera. Así que, sí, el pensamiento crítico es crucial, especialmente en los tiempos que corren.

¿Alquilarías un amigo? -Noreena Hertz, economista y escritora
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“La cantidad de información a la que estamos expuestos es miles de veces mayor que hace tan solo una década”

Noreena Hertz

45:52
Romina Peñate. También dices que la diferencia y el disentimiento son elementos importantes a la hora de tomar decisiones. ¿Por qué? ¿En qué nos ayuda la diferencia a tomar mejores decisiones?

46:07
Noreena Hertz. Hay un ejemplo fascinante del Reino Unido, de la Segunda Guerra Mundial. En la Segunda Guerra Mundial, los británicos se enfrentaron a un reto enorme: las Fuerzas Armadas tenían que encontrar la forma de descifrar Enigma, el código que utilizaban los alemanes para desplazar suministros, trazar estrategias, comunicarse. Era un código tan complejo que las probabilidades de descifrarlo eran de una entre ciento cincuenta trillones. Pero los británicos lo descifraron. ¿Y cómo lo hicieron? Con un equipo formado por personas muy diferentes. Sí, estaban los típicos que uno se imagina: matemáticos, descifradores de códigos, ingenieros… Pero también había bibliotecarios, egiptólogos, jugadores de ‘bridge’, lingüistas, personas que a uno no se le ocurrirían. Y esa diferencia es lo que los historiadores dicen que les permitió pensar de tal manera que consiguieron descifrar el código. Y hoy en día hay una larga lista de bibliografía que demuestra que la diferencia es esencial para tomar decisiones inteligentes y para ser creativo e innovar. Los equipos heterogéneos formados por personas de distinto género, de distinta etnia, de distintas edades, obtienen mejores resultados que los equipos homogéneos. Por eso las empresas tienen que fijarse en que sus puestos de liderazgo no los ocupen solo hombres blancos de una cierta edad, sino también mujeres y personas de diferentes etnias. Y no tomárselo solo como una misión por lo políticamente correcto, sino como algo que verdaderamente aporta valor y contribuye al éxito. La diversidad da resultado. Y, para liderar una organización, no hay que escuchar solo a personas iguales a nosotros, sino a personas diferentes. Es increíble lo útil que puede llegar a ser esa información.

48:32
Romina Peñate. La entrevista está llegando a su fin, pero no quiero que nos vayamos sin hablar de algo que a mí me parece muy relevante ahora mismo y es que, con el auge de la inteligencia artificial, el futuro a veces preocupa. Tus análisis de las tendencias globales son brillantes y, por eso, me gustaría escuchar tu opinión sobre el futuro de las sociedades con este auge de la inteligencia artificial.

49:02
Noreena Hertz. He reflexionado mucho sobre la inteligencia artificial. De hecho, me puse a ello años antes de que empezara a acaparar los titulares. Hace unos años me interesó saber si la inteligencia artificial podía predecir quién iba a ganar las elecciones utilizando la información que hay en las redes sociales. Formé un equipo de sociólogos e informáticos, construimos un modelo de inteligencia artificial y nos pusimos analizar los datos de las redes sociales. Como caso de prueba, intentamos ver si podíamos predecir el ganador de un concurso de talentos, ‘Factor X’, con los datos de las redes sociales. Y, sí, pudimos identificar al ganador observando lo que la gente tuiteaba. Así que hace ya unos años me di cuenta de que la inteligencia artificial iba a tener un papel mucho mayor en cómo se hacen las predicciones, en cómo trabajamos y en cómo generamos resultados. Y en este pasado año, 2023, se han visto grandes avances debidos en parte a la aceleración de la potencia computacional y a la introducción de la inteligencia artificial en el trabajo. Hablando con una empresa, me dijeron que habían empezado a redactar su contenido de marketing con inteligencia artificial en lugar de dejárselo al equipo de marketing porque vieron que la IA lo hacía un treinta por ciento mejor. También hay un bufete de abogados importante que ha dejado de tener a abogados para revisar los contratos porque la inteligencia artificial lo está haciendo mejor. Los estudios demuestran que, para leer tomografías, la inteligencia artificial está superando con creces a los radiólogos.

50:59

Es decir, la inteligencia artificial ya no afecta solamente a los trabajos más manuales y a las fábricas, que es a lo que más había afectado la última ola de automatización, sino que está afectando a los trabajos de una forma mucho más amplia, hasta tal punto que se prevé que en los próximos cinco años la inteligencia artificial sustituya trescientos millones de puestos de trabajo. Y, entre ellos, hay periodistas, contables, escritores y muchos más. Todos los trabajos están en peligro y esto plantea grandes retos a la sociedad: ¿qué vamos a hacer, cómo vamos a ganar dinero, cuál va a ser nuestro propósito? Son problemas que los gobiernos deberían abordar, pero lo que están haciendo es mirar para otro lado y no plantearse qué medidas tomar. De hecho, es curioso que algunos de los países que automatizaron más rápido sean los que más están trabajando en este tema. Corea del Sur, por ejemplo, que ha sido muy pionera en robótica y automatización, ahora tiene un impuesto robótico: las empresas que automatizan procesos y reemplazan a los trabajadores tienen que pagar un impuesto específico para ayudar a financiar las soluciones que el Gobierno va a tener que poner a los problemas que esto provoca. Los gobiernos tienen que implicarse. Pero nosotros también debemos reflexionar: ¿cómo encontramos propósitos y le damos significado a nuestra vida en este mundo cambiante? Es más, ¿es posible que así empecemos a valorar más las cosas que solo los humanos somos capaces de hacer? ¿Le daremos más importancia a lo intrínsecamente humano?

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En lugar de estudiar, no sé, informática incluso, porque la programación también se va a automatizar pronto, ¿deberíamos estudiar peluquería, fontanería, maquillaje? Esos son los trabajos que es muy difícil que los ordenadores y la inteligencia artificial lleguen a reemplazar. Son preguntas realmente interesantes las que la inteligencia artificial nos plantea de cara al futuro. Es fácil temerle al porvenir en los tiempos que corren, sobre todo ante la confluencia actual de presiones geopolíticas, económicas, medioambientales, tecnológicas… pero no hay que agobiarse, sino sentir que tenemos objetivos, control y esperanza. Y con esperanza no me refiero a sentarse y esperar que las cosas vayan bien, sino a pensar si hay algo que nosotros mismos podamos hacer para hacer del mundo un lugar mejor, para mejorar la vida de las personas que tenemos a nuestro alrededor, para ser motores de cambio. Si afrontamos el futuro con esa actitud, el futuro no tiene por qué asustarnos y podemos seguir avanzando hacia él con pasión, confianza e imaginación.

54:24
Romina Peñate. Noreena, no vamos a perderle la pista a tu trabajo, tus aportaciones son maravillosas. Ha sido un placer escucharte, muchas gracias.

54:35
Noreena Hertz. Muchas gracias a vosotros por invitarme.