“¿Somos conscientes del valor de un bosque?”
Paco Lloret
“¿Somos conscientes del valor de un bosque?”
Paco Lloret
Profesor e investigador
Creando oportunidades
La resiliencia de los árboles
Paco Lloret Profesor e investigador
Paco Lloret
Los árboles están entre los seres vivos más antiguos que habitan el planeta Tierra. Desde hace unos años se suceden episodios de muerte súbita y generalizada de árboles en bosques de todo el mundo. “La estructura de los bosques en entornos como el nuestro y, en general, la mayor parte de las regiones del mundo, están muy afectados por la actividad humana”, asegura el profesor Paco Lloret.
Catedrático de Ecología de la Universidad Autónoma de Barcelona e investigador del del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales, Paco Lloret lleva décadas estudiando lo que está pasando con los bosques. En su último libro, 'La muerte de los bosques', el profesor recorre algunos de los rodales más importantes de América, Europa y África para evidenciar los procesos que están provocando su colapso. Más allá del cambio climático, las sequías o los incendios, Lloret ahonda en el funcionamiento de los bosques, en su compleja dinámica interna o en el papel que juegan en la biodiversidad.
Escenario de cuentos y rituales, espacio para la espiritualidad o la supervivencia, los bosques están íntimamente ligados al desarrollo humano. “Nos proporcionan múltiples servicios, no solo por la explotación de su madera, sino también por su capacidad de regular el clima y la provisión de agua", asegura Lloret, que con su trabajo pretende ayudar a preservar este legado natural.
Transcripción
Esa aceleración de toda la utilización de la energía y de la materia a escala planetaria que ha hecho la humanidad ha generado una serie de problemas que, ya por contestar a tu pregunta de una manera clara, podríamos identificar tres grandes tipos de problemas. Uno, los que afectan a esa transformación química de la Tierra, y es lo que todo el mundo entiende como contaminación. Por ejemplo, ahora se habla mucho de la contaminación de microplásticos en los océanos. No deja de ser una contaminación de una serie de moléculas, de polímeros, que se quedan ahí pequeñitos, pero no deja de ser una transformación química del entorno, una afectación a los otros organismos vivos, a los otros seres vivos, porque influimos en sus vidas. Y eso es lo que normalmente se conoce como el impacto que tenemos en la biodiversidad, y que estamos haciendo que muchos linajes, muchas especies no encuentren el lugar en la vida, porque les hemos transformado o porque directamente las hemos capturado. Y en tercer lugar, y es quizás lo más sorprendente, porque no es una realidad física tan inmediata en primera instancia, como es la transformación del clima de la Tierra. Por decir los grandes problemas ecológicos, volviendo a tu pregunta, yo diría que son esos tres: La transformación química, biológica y climática a nivel local y a escala planetaria que está produciendo la humanidad.
De la contaminación sabemos ya, muchas veces, que, si actuamos sobre las fuentes de contaminación, podemos minimizarla. También tenemos tecnologías que permiten el reciclado de muchas sustancias. Desde el punto de vista de la biodiversidad, el impacto es muy grande, corre prisa. Pero es que el impacto en la biodiversidad también depende del cambio climático. Y con el cambio climático no tenemos tiempo, porque en 20 años podemos vivir unas situaciones climáticas que, a nivel local y a nivel planetario, sean demoledoras, ¿no? Y sabemos cosas, sabemos cómo revertir ese cambio climático. Por ejemplo, se están desarrollando tecnologías para extraer de la atmósfera el CO2 y guardarlo, almacenarlo en algún sitio durante siglos y milenios de tal manera que no vuelva a la atmósfera. Y eso puede ser una manera a través de la cual podamos minimizar estos efectos. Pero el conocimiento también nos dice que el CO2 que ya hemos puesto en la atmósfera, aunque no emitamos más, tardará 200 años en que el clima revierta. Estamos hablando de estas escalas de tiempo. Cada vez que estamos emitiendo más CO2 en la atmósfera estamos acrecentando ese efecto. Los efectos los estamos viendo en las olas de calor que aparecen por todo el mundo. Lo vemos en las sequías, pero también los vemos en estos episodios de lluvias torrenciales, o incluso en olas de frío en algunos lugares.
Y eso ya lo estamos experimentando. Voy a poner un ejemplo de uno de los logros científicos que, en mi opinión, han sido más importantes en los últimos 50 años. Cuando nadie pensaba lo que representaba el cambio climático, cuando todos los científicos pensábamos, yo el primero, que el clima era una característica de las diferentes regiones del mundo y que a una escala de tiempo suficiente se mantenía estable, hubo algunos físicos que identificaron que el CO2 que se estaba emitiendo como consecuencia de la quema de combustibles fósiles en la atmósfera… Estoy hablando de los años 50, de los años 60, de los años 70. Hicieron cálculos, porque tenían datos de laboratorio. Y con esos cálculos predijeron que las temperaturas a escala planetaria iban a aumentar. Aquello en aquel momento era ciencia ficción, pero hubo un consenso entre los científicos. Se movilizaron y hubo alguien que les empezó a creer incluso antes de que se manifestara el cambio climático. Eso nos ha permitido ganar un poco de tiempo. Insuficiente, no quiero ser excesivamente optimista. Pero, para mí, es uno de los logros científicos más importantes por su capacidad predictiva. Cuando nadie pensaba que el clima… «Nadie», nadie en general, ellos sí. Que el clima iba a aumentar, se predijo con decenios de anticipación lo que está ocurriendo. Aquello es la esencia de la ciencia, que es la capacidad de predicción. Esto es un ejemplo de qué manera el conocimiento científico acaba aplicándose a estos problemas ecológicos. Sabemos perfectamente que, si disminuimos nuestras emisiones de CO2 y también de metano ahora, conseguiremos que este incremento de las temperaturas y este torbellino climático en el cual estamos viviendo, que se van alternando estos periodos de sequía y estas lluvias torrenciales, lo podremos minimizar.
“Seguimos pensando que vivimos aparte de la naturaleza, pero nosotros somos naturaleza”
Tienen que poner en contacto estas dos cosas. Lo que hace el árbol es como un ascensor, en el cual sube para arriba la superficie sobre la cual realiza la fotosíntesis. ¿Por qué sube para arriba? Pues para estar por encima de otras plantas que le harían sombra. Básicamente un árbol lo que hace es ponerse por encima de otras plantas para captar esa radiación antes de que alguna otra planta le haga sombra. Pero eso tiene un problema, que es que tiene que acercar ese agua que está en el suelo a esa parte de arriba. Y además tiene que generar una estructura en la cual aguantar esas hojas a una parte alta, a una superficie que está lejos del suelo. Está lejos del suelo, por lo tanto hace más viento, hace más frío en invierno, por lo tanto plantea problemas. Y eso hace que estas estructuras tengan un límite. No tenemos árboles que lleguen a cientos y cientos de metros en altura, porque ya no tienen la capacidad física de llevar hasta allí las moléculas de agua desde el suelo. Esto podemos imaginar que es un proceso lento, no se hace de un día para otro. Como hacer una casa grande cuesta más que hacer una choza con cuatro ramas. Un árbol es una estructura relativamente rígida, pero flexible a la vez, porque ya hemos dicho que está sujeta al viento. Y se hace poco a poco. No se hace de un día para otro. Necesita años construirse, decenios, incluso siglos. Y mientras eso se va produciendo, lo que va es acumulando esa materia viva que ha ido fijando y lo hace a través de la madera y pasa a ocupar un espacio que antes estaba en medio del aire. Y ahora tenemos las copas de los árboles que se nos han emergido de la superficie y que son capaces de generar alimento para otras especies que se alimentan de esas hojas o que encuentran cobijo en esas ramas.
Es decir, que a partir de unos árboles que buscan la luz para que no se la quiten otros y que se encuentran con el problema de acceder al agua, estamos generando una estructura física, que es lo que vulgarmente conocemos como un árbol con todas sus ramas, que pasa a generar todo un mundo de posibilidades para otros seres vivos para poder vivir. Y es ahí donde se genera el bosque, porque el bosque no solo son árboles. Son todos esos organismos que viven alrededor de esa capacidad de los árboles de captar la energía de la radiación solar y combinarla con estas moléculas de agua y de CO2 y de nutrientes. Un bosque es un ecosistema muy complejo. Hay muchos organismos que están viviendo allí. Es un ecosistema que se regula en sus distintos procesos. Esta captación de la energía, esta reutilización de los nutrientes que son escasos a través de otros organismos. Un bosque no se hace de un día para otro con toda esta complejidad. Necesita mucho tiempo. ¿Qué es lo que está pasando? Volviendo a tu pregunta, hemos visto que para que haya árboles, tiene que haber suficiente agua. Si en el suelo hay poco agua, no sale a cuenta. No hay capacidad física de levantarla, de hacer mover ese ascensor. Y, entonces, si hay poca agua, pues son otros organismos que viven más a ras de suelo, plantas herbáceas o plantas arbustivas. ¿Qué es lo que estamos viendo? Estamos viendo que hay distribuidos por todo el mundo, encontramos bosques en los cuales los árboles se están muriendo, y se mueren en relativamente poco tiempo. Por lo que he dicho antes, podemos entender que un árbol vive mucho tiempo. Le cuesta mucho crecer y acumular, y estamos viendo que, a pesar de que necesita, o en contraposición a que necesita todos esos años, en períodos relativamente cortos, de pocos años, de algunos decenios, vemos que muchos árboles mueren.
Y eso es lo que está viendo. Y eso ocurre en los bosques boreales, en bosques templados, en bosques mediterráneos, incluso en bosques tropicales. No quiero decir que todos los bosques del mundo estén experimentando este episodio de mortalidad. No, no, no es cierto. Pero sí encontramos casos de estos distribuidos por todo el mundo. A veces afectan a superficies relativamente modestas. A veces son miles de kilómetros cuadrados. Entonces, cuando los miramos, cuando los estudiamos, vemos que tienen un nexo en común, tienen algo en común. Y es que han experimentado un período de sequía en los últimos años. Normalmente sequía asociada a periodos de temperaturas muy elevadas. No quiere decir que sea la causa última. No quiere decir que sea la única causa. Normalmente tenemos otros factores, luego ya podemos hablar con más detalle de ellos, y pueden variar de un sitio a otro. Pero el hecho de que veamos que estas situaciones de sequía son el común denominador a todos estos episodios que ocurren en todo el mundo, el hecho de que sepamos que estos episodios de sequía y de temperaturas elevadas se corresponden con la situación de cambio climático, nos hace pensar que estamos ante un fenómeno que puede ir en aumento. Estamos viendo una señal de alerta de los bosques. Es como una lucecita naranja que empieza a parpadear. Y como que sabemos que el cambio climático va a incrementar esas condiciones de temperatura elevada y de sequía en el futuro, pues hace que tengamos que pensar en esa eventualidad. Mi amigo Pep Canadell, que trabaja sobre el cambio climático, hace unos años, cuando explicaba cómo observaba estos fenómenos en Australia, en Tasmania, cómo observaba los incendios que estaban asociados a las altas temperaturas, él comentaba que estábamos ante una ventana al futuro. Es como si estos episodios nos abrieran una ventana a lo que les puede ocurrir a los bosques en el futuro.
Evidentemente, como he dicho antes, también tenía esta dimensión de santuario, esta dimensión espiritual en algunas culturas. En otros casos, el bosque proporcionaba protección a personas que huían, porque era un medio complicado de adentrarse, ¿no? A partir del siglo XIX, y quizás un poquito antes, cuando las escuelas forestales empiezan a generarse, sobre todo en el centro de Europa, pero también en Norteamérica, y empiezan a incorporar el conocimiento que se estaba ya generando, se dan cuenta del papel que tienen los bosques en la preservación de los suelos y en la regulación del agua. Por un lado, porque con sus hojas, con sus copas, interceptan la lluvia y hace que esta llegue con menos velocidad al suelo. Existe un mantillo, una hojarasca, que hace esa agua poco a poco se vaya filtrando y no haga regatos que arrastren el suelo, como puede ocurrir en una zona que no tenga cubierta vegetal. Esto hace que el agua poco a poco se vaya infiltrando en el suelo. Eso hace que, luego, a través de esa agua infiltrada en el suelo, vaya trasladándose a los ríos y no sea a través de corrientes rápidas después de que tengamos una lluvia torrencial. Eso es lo que quiere decir que regula el agua, no hace que haya más agua disponible, pero que ese agua la tengamos disponible de una manera más regular, más constante. Eso descubrieron los ingenieros forestales. Esto se explica en el libro. Y replantaron bosques buscando esa protección de los suelos. Lo hicieron en Europa, lo hicieron en España y se han hecho en muchos otros sitios.
A finales del siglo XX, en la segunda mitad del siglo XX, este conocimiento ecológico que decíamos pone en valor los bosques como un lugar donde viven muchas otras especies, como un refugio, como un albergue de una gran cantidad de especies, de biodiversidad. Por lo tanto, incorporamos otro valor. Hay especies que solamente pueden vivir en un entorno forestal. Hay algunos búhos que solo viven… O algunos pájaros carpinteros que necesitan árboles de determinado tamaño para poder hacer sus nidos. También hay plantitas o hay microorganismos que solo pueden vivir en un entorno forestal. Le añadimos otro valor a los bosques. Teníamos leña, teníamos la madera, teníamos los frutos del bosque y las setas. Teníamos su capacidad de regular el suelo y de evitar la erosión, y ahora resulta… Ahora no, a mediados del siglo pasado, resulta que, además, le incorporamos otro nuevo valor. Ese albergar la biodiversidad, en la cual, poco a poco, nos vamos dando cuenta que estamos inmersos, porque nosotros como seres humanos somos biodiversidad. Y a final de ese siglo XX, y ya en el momento en el que vivimos, nos damos cuenta de que los bosques proporcionan otro servicio, y es esa capacidad que tienen de extraer CO2 de la atmósfera. De fijarlo, por lo tanto de regular el clima y, de alguna manera, evitar ese calentamiento que los humanos hemos acelerado, hemos provocado, quemando combustibles fósiles.
Mira todas las cosas diferentes que proporcionan los bosques. Pero fíjate también que algunas de estas cosas son… Tienen intrínsecamente valores contradictorios, porque para obtener el beneficio de, por ejemplo, el mantenimiento de la biodiversidad puede entrar en conflicto con la obtención de otros beneficios, como puede ser la madera. Con eso lo que quiero decirte es que no es fácil obtener todos los servicios a la vez, porque un bosque es complejo y es multifuncional. Y esto es uno de los retos que tenemos. El compatibilizar al máximo los diferentes beneficios que nos están utilizando los bosques. Tenemos algunas herramientas para afrontar ese conflicto. Por ejemplo, sabemos que un aumento de la biodiversidad, en términos de diferentes especies de árboles y de organismos en general que viven en el bosque, una mayor diversidad en la estructura, quiere decir, árboles grandes, árboles pequeños, árboles que están empezando a nacer, favorecen en general estos servicios ecosistémicos, estas múltiples funcionalidades que te estaba diciendo. Por otro lado, también sabemos que hay diferentes especies que se adecúan de una manera mejor o peor a entornos más áridos o con diferentes tipos de suelo. Sabemos que el paisaje es heterogéneo, que es grande. Por lo tanto, con esas herramientas podemos también priorizar determinados servicios de los bosques en algunas zonas. O sea, tenemos elementos para, si me permite la expresión, para equivocarnos con conocimiento de causa, porque aquí hay un concepto que es importante, y es que, cuando nosotros gestionamos los bosques, cuando los tratamos, podemos estar seguros de que nos vamos a equivocar, no vamos a hacerlo perfecto.
¿Por qué? Porque el entorno que habrá de aquí a 50, a 100 años, el entorno físico, las necesidades sociales no serán las mismas que tenemos ahora. Por eso tenemos que aplicar nuestro conocimiento con honestidad y sencillamente esperar la benevolencia de las generaciones futuras, porque al menos lo hicimos con la mejor de las voluntades. A todos estos beneficios, de todos estos servicios que nos prestan los bosques, hemos de añadir los… La propia apreciación cultural que tenemos de ellos. En muchas culturas, los bosques forman parte de su propia identidad. Por ejemplo, en las culturas nórdicas los… Hay un fresno, un nombre impronunciable para mí, que conecta el inframundo con el cielo, con el mundo superior donde están los dioses. La propia Biblia, el árbol del conocimiento no deja de ser toda una simbología, ¿no? En las culturas del noroeste de Norteamérica utilizan los troncos para hacerles aquellas formas tan simbólicas con las cuales luego identifican los clanes. El baobab en África tiene una simbología como un árbol que es capaz de resistir unas condiciones muy adversas. Por lo tanto, hemos de incorporar esta apreciación que tienen las diferentes culturas de los bosques. Hay culturas que utilizan los bosques como saltuario, como sitio de iniciación. Tampoco quiero dar una visión absolutamente idílica de los bosques, porque, a la vez que tenemos esa percepción, que no deja de ser misteriosa, porque ese significado antropológico iniciático va asociado a un valor simbólico, de algo que no acabamos de conocer y que nos trasciende. Porque eso es así y, de hecho, yo te invito a hacer un paseo por un bosque cerrado de noche y es realmente perturbador. Tienes ganas de salir. Y, de hecho, es un escenario recurrente en películas de terror. O sea, no es un medio acogedor por sí mismo para los seres humanos. Los seres humanos, los antropólogos nos dicen que somos una especie de espacios abiertos. Y parte de se misterio, de ese valor, viene precisamente por eso. Entonces, preservar esos bosques también forma parte de este valor cultural, siendo conscientes de que, a la vez, pues proporciona una serie de servicios y de usos más pragmáticos, más prácticos, como antes hablaba con la leña y la madera. No quisiera ser demasiado naíf en este sentido. Hay países en los cuales el bosque básicamente es la herramienta de supervivencia, porque es el lugar en el cual ellos van a encontrar combustible. Eso ocurre, por ejemplo, en el norte de África y en muchos otros sitios. Entonces, para muchas personas, el bosque es la base de su supervivencia. Y hemos de ser conscientes de toda esa enorme complejidad de significados que tienen los bosques para los humanos.
“Los bosques son complejos y nos aportan múltiples funciones”
Por lo tanto, cuando no tenemos agua, y temperaturas tenemos elevadas, eso propicia que haya incendios siempre y cuando haya combustible. Esa es la situación en la cual estamos. En que climáticamente, en muchas regiones del mundo, el clima está conduciendo a situaciones de más temperatura, y también a condiciones de sequía. Esto no es en todo el mundo. En los bosques tropicales, el cambio climático está trayendo que llueva más, porque hay más evaporación, más temperatura, se evapora el agua y vuelve a caer. Pero en algunas regiones del mundo, como es la región mediterránea, como es… Incluyendo California y California del Norte. Como es en regiones de Australia o como en los bosques boreales. Muchos bosques boreales tenemos períodos con altas temperaturas, las famosas olas de calor, y bajas humedades relativas. Y esto está asociado al cambio climático. Ya empezamos a tener evidencias en este sentido. La existencia de combustible para quemar no es una consecuencia, de momento, directa con el cambio climático. Pero sí lo es con nuestra relación con los bosques. Porque los bosques, como cualquier ser vivo, si tú los dejas, comienza a crecer, como nosotros mismos. Si nos dan alimento, pues nos hacemos grandes y nos reproducimos. Los bosques hacen lo mismo. Entonces, en algunas regiones del mundo, por ejemplo, en la región mediterránea, en la parte norte, no tanto en la parte sur, lo que hay es una reaparición de bosques en zonas que previamente habían sido cortados para utilizar ese territorio como pastos o como cultivos. Por razones socioeconómicas, pues poblaciones que antes vivían en esos entornos se han trasladado a medios más urbanos y el bosque recupera su sitio y comienza a crecer. Por lo tanto, se nos da, en estos momentos, una circunstancia en la cual tenemos unas condiciones climáticas más propicias a los incendios, y en algunas regiones, como en España o la cuenca mediterránea, una mayor cantidad de combustible. Eso también ocurre en otras regiones en las cuales, durante unos años, durante el siglo XX o incluso antes, había habido una presión importante en los bosques y se habían ido cortando. Por eso en el momento en el que eso deja de ocurrir, los bosques vuelven a crecer y tenemos esa combinación. Pero sí, la respuesta a lo que tú preguntas es que sí. No exclusivamente, pero de una manera sustancial, esta abundancia de incendios que tenemos tiene una base, al menos parcialmente, en el cambio climático, y eso hace prever que esas condiciones de altas temperaturas y de baja humedad relativa se harán más frecuentes y más intensas en el futuro.
La hipótesis sobre la que trabajamos fue: «Vamos a verlo». Y lo primero que observamos es que el suelo era diferente. Podías poner un pie en un suelo que era muy macizo, formado por conglomerados, y allí las raíces de las encinas no podían penetrar. Eran muy superficiales. Y el otro pie lo ponías… Había un contacto geológico, lo ponías sobre unas rocas muy fisuradas, a través de sus grietas las raíces podían penetrar y captar el agua que se iba almacenando en capas profundas. Y eso marcaba la diferencia. Y luego lo que hicimos fue coger un mapa geológico y buscar otra zona donde había el mismo tipo de contacto y se repetía el patrón. Para mí ha sido una experiencia, porque es muy difícil encontrar predicciones que se cumplan en la naturaleza, sobre todo cuando no tienes información previa. Y aquello fue para mí una demostración de que el método científico funcionaba. Bueno, anécdota aparte, esto nos ilustra de que hay bosques que son ya más vulnerables a los fenómenos de sequías y ya viven sobre suelos poco desarrollados que pueden almacenar menos agua. Otro tipo de elementos que ayudan o que provocan este colapso de los bosques son las plagas o los patógenos. Las plagas y los patógenos están allí. Algunos los hemos ido incrementando los humanos moviendo especies de un sitio para otro, pero es normal que en la naturaleza haya otros animales, otros microorganismos que intenten aprovechar toda esta comida que tan generosamente los árboles y las plantas en general capturan de la atmósfera y del agua y del suelo. Por lo tanto, es normal que, igual que nosotros nos queremos alimentar, se quieran alimentar las larvas y los microorganismos. Y lo hacen, y lo hacen a veces de una manera muy efectiva.
Si tú tienes un árbol que está estresado por el agua, pues será menos capaz de desarrollar defensas delante de esos ataques, porque no nos pensemos tampoco que el árbol se queda inerme cuando es atacado. Él también tiene sus mecanismos de defensa, muchos los conocemos. Los pinos, cuando cortas una rama te llenas de resina. La resina es un mecanismo de defensa para aquellos insectos que intentan horadar y comerse su savia. Y hacen volátiles. El mismo pino, pues las hojas bien que huelen a todas esas sustancias que se desplazan por el aire. Si el árbol está estresado, sus defensas son menores. Y viceversa. Un árbol que es atacado, en el momento en que tiene que invertir sus recursos en esas defensas, pues igual no los tiene para poder desarrollar hojas una vez que estas han caído como consecuencia de la sequía. O sea que se genera como un bucle de retroalimentación, que decimos, y es que la sequía provoca que las infestaciones sean más graves y las infestaciones debilitan al árbol delante de la sequía. Y el tercer tipo de causas que también actúan, es la propia estructura del bosque. Cuando quiero decir la estructura del bosque es cuántos árboles hay. Podemos entender que un árbol muy denso con muchos árboles y en el cual tiene menos agua disponible, tendrá menos agua para repartirla entre los distintos árboles. Evidentemente, cada uno de ellos, con sus raíces, intenta captar toda la que puede, por supuesto. Pero si hacemos lo que antes decía, un balance, cuánta agua hay entre cuántos árboles, pues al final resulta que toca menos y hay algunos de ellos que acaban perdiendo las hojas y, finalmente, muriéndose.
Lo que ocurre es que esa estructura de los bosques en entornos como el nuestro y, en general, la mayor parte de las regiones del mundo, están muy afectados por la actividad humana. Vivimos en paisajes que, digamos, son culturales porque son el resultado de esa combinación del uso que históricamente los humanos han hecho de los ecosistemas que viven en él y de la propia naturaleza que una y otra vez vuelve a crecer en esos paisajes. Y, como antes decía, existen bosques los cuales son jóvenes y se están, otra vez, reconstruyendo después de que aquel terreno hubiera sido abandonado, desde el punto de vista forestal o desde un punto de vista de utilización como pasto o como cultivos. Entonces son… Imagínate, que un campo que ha estado fertilizado y de repente empieza a ser colonizado, por pinos, por poner un ejemplo. Pues claro, todas las semillas que llegan allá se ponen supercontentas y empiezan a hacer pinitos que van creciendo, van creciendo y tienes un montón de pinos. Si tú los dejas, al final, los que sean un poquito más grandes se imponen y los que son más pequeñajos, pues irán muriendo. Es ley de la naturaleza. Y es así, ¿no? Pero, claro, mientras tanto, resulta que tú tienes una cantidad enorme allí de árboles que intentan sobrevivir con el agua disponible que hay y volvemos a tener… Y eso es una cosa que, con los diferentes estudios, han ido recopilando la información vemos que sí que hay una correlación. Aquellos bosques con una mayor densidad de árboles, con árboles que además esta densidad corresponde con árboles muy grandes, pues lo que acaban produciendo es que sean esos colapsos más frecuentes. Pero vuelvo a insistir. En esa estructura del bosque, el papel histórico de las sociedades humanas es importante para entender esa configuración de los bosques.
Pero como antes he dicho, que haya perturbaciones, que haya disturbios, que haya muertes de árboles, forma parte de la vida del bosque, por causas, digamos, normales, por alguna plaga que está actuando, por un rayo, etc. Cuando eso ocurre, pues los árboles que sobreviven, o sus semillas, germinan y vuelven a crecer. Hemos hecho un estudio recopilando más de 80 casos repartidos por todo el globo de cuál es la tendencia que vemos en esos bosques después de que se producen estos episodios. Hay que entender que son datos preliminares, porque normalmente han pasado pocos años, 10 o 20, volvemos a insistir, que es un periodo relativamente corto para lo que es la vida de los bosques. Pero sí que nos está dando ya algunos indicios y lo que vemos es que, en un número apreciable de los casos, el 30 o 40 %, los mismos… Hay unas especies de árboles que dominaban en el bosque y vuelven otra vez a crecer. Por lo tanto, ahí tenemos margen para que el bosque vuelva a recuperarse. Es lo que llamamos resiliencia. Una palabra que se utiliza mucho. La resiliencia también la utilizamos cuando hablamos de los ecosistemas y de su capacidad de recuperarse después de estas muertes, de estas perturbaciones. Pero en la mayoría de los casos lo que vemos es que las especies que sustituyen a las que han ido muriendo no son las mismas que había antes. Vemos en algunos casos que son las especies de algunos árboles que son más pioneros, que aprovechan el microambiente más abierto, sin la sombra de esos árboles que han muerto, la muerte del árbol proporciona oportunidades a otras plantas, porque hemos dicho antes que la esencia del árbol era captar la radiación. Si ya no están, estás dando oportunidad a lo que estaba allí, el pobre un poco suprimido. Pero encontramos que una tendencia general es que haya un emplazamiento hacia especies que suelen vivir en sitios más áridos. Lo cual ya nos está dando una idea de cómo el bosque se está adaptando a este nuevo entorno climático y cómo estos episodios lo que están haciendo es acelerar estas sustituciones de especies que se van adecuando a un nuevo entorno más árido que estamos generando con el cambio climático.
Lo más preocupante es que hay también un porcentaje, de momento pequeño, de casos en los cuales no vemos otros árboles capaces de crecer allá y que nos dan indicios de que aquel bosque puede ser reemplazado por formaciones arbustivas o formaciones herbáceas. Evidentemente, un pasto no tiene la estructura, no tiene la biodiversidad que tiene un bosque. Pero tiene también, proporciona sus servicios, también está protegiendo los suelos, también está albergando una diversidad muy interesante. De hecho, el futuro climático en regiones como la mediterránea nos dice que hay muchos bosques, o algunos de ellos serán sustituidos por matorrales. Y esto puede parecer una desgracia, pero los matorrales a mí me gustan mucho. Son muy diversos y además prestan también algunos de estos servicios. Evidentemente no nos prestan la leña, no nos prestan los troncos y su capacidad de captar ese CO2 y de almacenarlo es menor, pero siguen prestando sus servicios. Pero el gran problema está en si, después de un momento en el que colapsa el bosque y se encuentre sin cubierta vegetal y tengamos unas lluvias torrenciales, haya unas pérdidas de suelo por erosión. Ese es el punto crítico porque, si eso ocurre, entonces la recuperación de la vegetación y, por supuesto, del bosque, queda muy comprometida. Y esto lo vemos en muchas zonas del mundo en las cuales han estado experimentando deforestaciones importantes, muchas veces incendios, para obtener pasto, y que ese régimen de perturbación tan intenso y tan continuado ha llevado a las pérdidas de suelo y en estos momentos la vegetación no es capaz de restablecerse. Si nos paseamos, por ejemplo, por el levante peninsular, vemos zonas en las cuales, climáticamente podrían albergar bosques de encina, bosques más o menos claros, pinares, pero no son capaces, porque ya perdieron en su momento el suelo y no se puede recuperar. Esa es la situación crítica que, de todas maneras, deberíamos intentar evitar.
“La curiosidad es el motor de la ciencia, es hacernos preguntas e intentar responderlas”
Pero sí, también he paseado por los bosques de secuoyas de la costa del Pacífico y es allí donde están los árboles más altos registrados. Algunos de ellos pueden tener más de 100 metros de altura, que es poca broma. Es muy alto. Recuerdo un paseo por la Charlotte Island, en el cual los troncos estaban allá entremezclados y era prácticamente imposible caminar y tenías aquella sensación de que se elevaba todo el bosque para el cielo. Otro bosque del que también tengo un gran recuerdo, y aquí está relacionado con la pregunta que tú me hacías de la longevidad, son unos bosques de pinos retorcidos que se encuentran en unas sierras del interior de California. Es el pinus longaeva, que son, o que dicen que son los árboles más antiguos, que tienen… Hay algunos que están registrados que tienen 4.800 años, lo cual es poca broma. Pensemos que el último período glacial acabó hace 12.000 años, lo que quiere decir que, si tú haces… O sea, que los abuelos de esos árboles verían las últimas nieves de los glaciares, hablando en sentido figurado. Tres generaciones. Tú imagínate que tu abuelo hubiera estado viviendo en la época de las glaciaciones. Pues si hacemos esa traslación a la historia vital de esos árboles, estaríamos allí. Y tú, fíjate, un árbol que tiene 4.000 o .5000 años, como también otras secuoyas, lo que ha visto. Su dimensión del tiempo es muy diferente de la nuestra. Pensar que la esperanza de vida en estos momentos de los humanos es superior a los 70 años, lo cual es muy reciente. Hasta hace cuatro días estaba por debajo de los 60. Por lo tanto, están en otra dimensión. Bueno, pues bien, son árboles retorcidos que viven en aquellas montañas, porque son unas montañas que son frías, están en el interior de California.
Son lugares secos, con lo cual hay pocos insectos que se atrevan a vivir allí. Hace demasiado frío para ellos. Son árboles que están espaciados, por lo tanto, tampoco sufren muchos incendios. Entonces ellos allí van viviendo. Tienen unas formas absolutamente retorcidas y nos dan otra lección de la biología de los árboles y de las plantas en general, porque, parte de su éxito, es porque son capaces de replicar los módulos con los cuales viven. Las plantas tienen una diferencia muy importante respecto de los animales. Los animales somos toda una entidad funcional integrada. Solo tenemos un corazón que sirve para todos nosotros. Los árboles tienen como descentralizadas esas unidades que decíamos de fotosíntesis, que son las hojas y a su vez las hojas captan el agua a través de las ramas, de los conductos que pasan por las ramas y llegan a las raíces. Con lo cual, tú puedes tener un árbol que, prácticamente, no tiene ninguna estructura fotosintética excepto en una rama. Mientras sea capaz de ir haciendo crecer nuevas ramas y mantenga una continuidad con las raíces, aquel árbol vivirá. Y eso es lo que hacen estos árboles. Tú los ves, invito a cualquiera que entre en internet y los vea. Unas formas retorcidas que prácticamente solo tiene vivas tres o cuatro ramas, pero allí están viendo cómo van pasando los años y las generaciones de los humanos, pocas, porque es un sitio bastante remoto, y pocos humanos se acercan allí a verlo. Es un parque, por lo tanto puede ir cualquiera a visitarlo.
Eso sería un poco, a través de mi experiencia vital, los árboles que para mí están más próximos emocionalmente, pero que también comparto con estos máximos de edad y de altura. Me gustaría, ya que me lo has preguntado, explicar mi experiencia respecto del conocimiento y de las emociones. A veces uno podría pensar que los que nos dedicamos a la ciencia somos fríos, calculadores y no tenemos emociones. No es cierto. El conocimiento lo que hace es que refuerza las emociones. Primero, que no son incompatibles. Yo el hecho de que conozca el nombre de los árboles, el nombre de las plantas cuando yo paseo, hace que mi relación con ellas sea más intensa, sea más completa, sea más compleja. Aprecio igual sus colores, sus olores, sus formas. Pero es que además les pongo un nombre. Y sabemos que poner nombre implica dar identidad a las cosas. Entiendo su linaje, entiendo por qué está allí. Ese conocimiento lo que hace es que mi empatía, mi emoción, la que me despiertan los seres vivos, es más grande. No, no es cierto que los científicos estemos alejados de las emociones. No es cierto que tengamos que prescindir del conocimiento para tener sentimientos hacia la naturaleza o hacia cualquier cosa. No, es al revés. El conocimiento lo que hace es que hace que esas emociones que vamos a tener igualmente, nos las refuerza. Nos da nuevas caras, nuevas facetas y nos hace sentir esas emociones igual, pero más completas, más intensas.
Entonces, tenemos muchas herramientas, pero yo creo que trabajar su propia curiosidad y a partir de su curiosidad, darles explicaciones del porqué de las cosas es el mejor procedimiento. Yo creo que a los jóvenes, a los niños se les puede explicar todo. Hay que utilizar las palabras adecuadas, hay que partir de lo que ellos ya saben, pero no hay ningún conocimiento científico. Hombre, quizás, no estoy hablando de una fórmula compleja, pero en ecología, al final, todo es sentido común. Es muy complejo, pero es sentido común. Entonces, sin miedo, a las nuevas generaciones hay que explicarles las cosas utilizando su propia curiosidad, que es enorme en esas edades. Me gustaría transmitir la idea de que somos naturaleza. Tenemos una cultura que nos ha ido segregando de la naturaleza, que nos ha hablado de que la sociedad humana lucha contra la naturaleza que intenta imponerse sobre nosotros. Hemos de cambiar ese paradigma, porque nosotros no dejamos de ser seres vivos y nos movemos según las mismas reglas que la naturaleza.
Intentar imponernos sobre la misma, al final no funciona tampoco, porque acaban produciéndose efectos que no teníamos previsibles. Esa sensación de estar disociados de la naturaleza la tenemos muy imbuida. Hoy, por ejemplo, venía en un en un taxi y había entrado una hormiga voladora. Y el hombre pues le molestaba para conducir, lógico, ¿no? Pero se le ha escapado una expresión. Dice: «No, si a mí lo que me molesta es encontrar una cosa que no está donde debería estar». Entonces esa sensación de estar separados de la naturaleza. Yo ya sé que el mundo urbano, aunque plantemos árboles, es muy diferente del de un bosque. Pero formamos parte de un mismo sistema. A veces intentamos segregar el concepto de mundo urbano del mundo rural. Eso es un error desde mi punto de vista, porque marca unas dialécticas en las cuales uno se enfrenta al otro. Formamos parte del mismo sistema. El medio urbano, al final, resulta que está experimentando un clima que está corregulado por esos bosques que viven en zonas que están poco pobladas, pero las poblaciones que viven en el mundo rural están utilizando los servicios sanitarios que el conocimiento que mayoritariamente se ha desarrollado cuando tienes un número de población suficientemente grande les está proporcionando. Entonces, estamos en el mismo sistema, vivamos en una ciudad o vivamos en el mundo urbano. Y hemos de ser conscientes de eso, de que, al final, somos naturaleza y, por lo tanto, buscar las soluciones de una manera absolutamente artificial lo único que hará será traernos problemas sobre los cuales intentaremos solucionar. Aplicar la tecnología pura y dura para solucionar los problemas ambientales es no entender la propia naturaleza de los sistemas naturales, que son complejos, que son históricos, que van evolucionando con el tiempo.
Los sistemas naturales vemos que evolucionan conforme va cambiando el medio y de una manera insospechada. Entonces, intentar construir bosques de novo, pensando que van a funcionar por ellos mismos y que nos van a dar lo que esperamos de ellos, es ingenuo. Desde mi punto de vista, es mucho más adecuado, aprovechando el conocimiento que tenemos, utilizar su propia manera de funcionar, eso que se llaman «buscar soluciones basadas en la naturaleza». Y eso implica acompañarlos en esa transición. Es verdad que ese acompañamiento, en ocasiones, puede venir asociado a la utilización de la madera, porque aquellos bosques son adecuados para eso y pueden interesar. Bueno, de acuerdo, no hay problema. Pero en otros casos nos interesará que esos bosques jóvenes que se estaban generando lleguen a ser maduros, porque hay muchos entornos territoriales, por ejemplo, en Europa, donde no tenemos bosques maduros porque hace tiempo que los cortamos. Entonces, acompañar al bosque en esa transición a un nuevo entorno climático, yo creo que esa es la manera que yo recomendaría, utilizando el conocimiento y no intentando hacer unas actuaciones masivas intensivas a gran escala, porque el medio es muy variado y aplicar recetas generales a todos los bosques del mundo, ya hemos aprendido que eso no funciona.