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¿Se puede educar sin premios ni castigos?

Alberto Soler

¿Se puede educar sin premios ni castigos?

Alberto Soler

Psicólogo


Creando oportunidades

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Alberto Soler

Psicólogo y Máster en Psicología Clínica y de la Salud, especialista en Psicoterapia (EuroPsy Specialist in Psychotherapy), por el Comité Europeo de Acreditación de EuroPsy y el Consejo General del Colegio Oficial de Psicólogos. Con más de 10 años de experiencia clínica y asesoramiento a padres, Alberto Soler compagina la consulta clínica con su trabajo de divulgador en conferencias y colaboraciones en prensa, radio y televisión. En su videoblog, Píldoras de Psicología, y en los libros “Hijos de padres felices”, 'Niños sin etiquetas' y 'La gran guía de la crianza', entre otros, de los que es co-autor, da respuesta a las dudas universales sobre educación, desarrollo, maternidad y paternidad. "¿Nos resulta más complicado tener hijos a día de hoy que en otras generaciones? Los que tenemos sobreviven, tenemos medicinas que darles, tenemos alimentos para que se lleven a la boca, pero el contexto social que acompaña esa crianza es mucho más complicado. Eso al final nos lleva a pensar que la maternidad es algo que se hace en solitario. La pareja está muchas veces sola delante de la tarea de criar hijos, de sacar hijos adelante", reflexiona el psicólogo, que aporta unas líneas maestras para superar los retos y dificultades de la crianza.


Transcripción

00:16
Alberto Soler. Muchísimas gracias por haberme traído aquí. Mi nombre es Alberto Soler, soy psicólogo, estoy casado y soy padre de tres hijos. ¿Cómo he llegado a este punto? ¿Qué me ha llevado a ser hoy psicólogo y a dedicarme a la psicología? Yo realmente de pequeño no he sido de esos críos que siempre lo han tenido todo clarísimo. De pequeño quería ser astronauta, inventor… Yo creo que, menos torero, yo creo que he intentado ser prácticamente de todo. Y tampoco es que haya tenido siempre unos resultados académicos brutales. De hecho, más bien lo contrario. Luego me enteré de que era por el déficit de atención. Y más o menos fui avanzando y una profesora un día me dijo: «Oye, esto de hablar se te da muy bien. Tú tendrías que ser abogado porque tú eres capaz de vender la moto muy bien». Y pillé el consejo, pero en vez de ir por el rollo de ser abogado, pues tiré más bien hacia la psicología, porque es otra forma de poder utilizar la palabra, que es lo que lo que a mí se me daba bien. Y claro, nada más entrar en la carrera, ahí el tortazo que me di fue impresionante. A día de hoy siguen las réplicas de aquel terremoto. Porque yo entré en psicología con la idea estereotipada que todos tenemos de lo que es la psicología, una cosa muy humanista, muy de escuchar, muy de hablar. Y claro, ahí me ves a mí en primero de carrera, con análisis y proceso de datos, psicobiología, psicoendocrinología, psicofarmacología, métodos y diseños de investigación… Yo, que venía de letras, de Latín y de Historia del Arte, pues claro, el tortazo fue impresionante.

01:47

Y fui más o menos pasando los cursos hasta que la cosa ya estaba un poco complicada y conocí una chica que era superinteligente, que me ayudó un montón con ciertas asignaturas y gracias a ella conseguí remontar bastante la carrera e incluso acabarla. De hecho, a día de hoy esa chica tan inteligente es doctora en Psicología. Es mi mujer. Con ella comparto tres hijos, un negocio, cinco libros y prácticamente todo lo que hacemos. Cuando acabé la carrera, empecé a trabajar como psicólogo y así fui avanzando hasta que llegó un momento en el que, aparte de trabajar simplemente con pacientes, yo también necesitaba algo más para poder seguir comunicando. Y empecé a divulgar sobre asuntos relacionados con infancia, con crianza, con educación… Abrimos un videoblog, Píldoras de psicología, que se acerca al medio millón de seguidores en YouTube. Escribimos libros, tenemos cinco publicados y, a día de hoy, Conchi y yo, mi mujer y yo, dirigimos un centro de psicología en Valencia donde atendemos a familias, a niños, a adolescentes, a personas adultas y trabajamos mucho con temas de infancia y de crianza, que es a lo que dedicamos nuestra labor de divulgación. Y eso es lo que precisamente me trae hoy a estar aquí con vosotros.

03:07
Daniel. Hola, Alberto, soy Daniel. ¿Crees que con los ritmos de hoy en día, los ritmos de vida, con los cambios de esta sociedad, crees que es más fácil la crianza para nosotros o era más fácil para nuestros padres o abuelos?

03:27
Alberto Soler. Pues me encanta la pregunta. Depende de dónde pongamos el foco. Porque, claro, si pensamos, por ejemplo, en la generación de nuestros padres o sobre todo de nuestras abuelas y de nuestros abuelos, con las cifras que tenían de mortalidad infantil, con la de mujeres que se quedaban en el parto porque la sanidad tampoco llegaba a más, pensaríamos que hoy es más sencillo tener hijos. Más que nada porque los tenemos y la mayoría consiguen sobrevivir. Pero sí que es verdad que la generación actual, nuestra generación, la generación de los que ahora somos padres y madres, tiene una serie de dificultades que en su momento no existían. Un hecho bastante objetivo es que en España estamos en la cola de Europa en cuanto a natalidad. Mentira, en la cola de Europa no. Nos supera Malta. Malta están peor que nosotros, tienen menos hijos. En España tenemos 1,19 hijos que más o menos es un hijo y un hígado, más o menos, para que nos aclaremos. Un hijo y un bazo. ¿Por qué tenemos tan pocos hijos? Uno de los factores también es que, mientras que estamos en la cola de Europa en cuanto a la tasa de natalidad, estamos en la cabeza de Europa en lo que es el retraso de la maternidad y de la paternidad. El primer hijo se tiene de media con 32 años. Muchas personas se preguntan cómo hemos llegado a ese punto, por qué tenemos tan pocos hijos y por qué los tenemos tan tarde. Hay discursos que dicen que nos hemos convertido en una sociedad hedonista. Que solamente sabemos cuidar de nosotros, queremos disfrutar mucho y no tenemos tiempo para dedicarlo a otras personas. Pero lo que ocurre es que, cuando hacemos encuestas y cuando preguntamos, esa no es la realidad que nos encontramos. Las familias quieren tener hijos, pero aluden a las dificultades a nivel social, a nivel económico, que les impiden conseguir ese proyecto de conseguir ampliar o formar una familia.

05:17

Pero lo que suma todavía más dificultad es que todos esos factores no afectan por igual a hombres y a mujeres. La maternidad penaliza muchísimo más a las mujeres que a los hombres. Entonces, ¿nos resulta más complicado tener hijos a día de hoy que en otras generaciones? Los que tenemos sobreviven, tenemos medicinas que darles, tenemos alimentos para que se lleven a la boca, pero lo que es el contexto social que acompaña esa crianza es mucho más complicado. Eso al final nos lleva a que la maternidad es algo que se hace en solitario. La pareja está muchas veces sola delante de la tarea de criar hijos, de sacar hijos adelante. Antes teníamos el grupo social, el pueblo, el barrio, la tribu, que criaba en conjunto. Las madres con las abuelas, con las tías, son las que se encargaban de llevar adelante esa crianza. Pero ahora, una vez se acaba la baja de maternidad y de paternidad, que, por cierto, la de maternidad es de las más cortas de Europa y la de paternidad de las más largas de Europa, lo cual es bastante contradictorio, una vez se acaba esa baja, muchas veces no es extraño encontrarse con una madre que tiene que hacer frente a la crianza de su criatura ella sola. Aislada de su familia, por la movilidad laboral, aislada de sus amistades que están en otro momento vital. Y, claro, vienen las depresiones postparto, viene el aislamiento, viene la soledad. Y si juntamos todo eso con las dificultades laborales, sí, a día de hoy tenemos algunos factores por los que es difícil llevar adelante la crianza.

¿Se puede educar sin premios ni castigos? Alberto Soler
Quote

“Ahora tenemos hijos que sobreviven, pero también muchos factores que hacen difícil llevar adelante la crianza”

Alberto Soler

06:47
Alfonso. Hola, Alberto, me llamo Alfonso. Cuando esperamos un bebé nos preparamos mucho para el parto, pero muy poco para todo lo demás. ¿Qué es lo que deberíamos saber y que nadie nos cuenta?

06:56
Alberto Soler. Sí que es verdad que el parto es el final. Es el final del embarazo. Es algo que produce mucha incertidumbre. Es algo que nos asusta mucho porque la mayoría de las ocasiones, y sobre todo la primera vez, no tenemos esa experiencia, no sabemos qué es lo que va a ocurrir. Pero es que además de ser un final, es un principio. Realmente es el pistoletazo de salida para todo el festival de dudas y de incertidumbres que se van a producir a partir de ese momento. Tenemos muy clara y tenemos muy organizada la preparación al parto, pero realmente nadie nos prepara lo que va a ocurrir a partir de ese momento, la preparación para la crianza. Esto yo lo veo mucho en consulta cuando trabajo con parejas. Cómo el tiempo del que se dispone durante el embarazo se orienta a la preparación al parto, a la respiración… Cosas muy médicas, muy del momento del parto, cosas referentes a lo que es la organización del hogar para poder acoger a esa nueva criatura que va a formar parte de la familia. Pero hay una serie de temas que muchas veces acaban generando conflicto y que generan dificultades en la pareja, sobre todo durante el primer año de vida de la criatura, que se pasan por alto, que no se tratan y, si no se tratan durante el momento del embarazo, que es un momento en el cual tenemos tiempo, tenemos energías, no tenemos ningún ser deambulando por casa que nos va a impedir mantener conversaciones de más de cinco palabras, si no aprovechamos el momento del parto para hablar de esos temas, después va a ser muy difícil.

08:24

Por eso yo siempre digo que hay cinco temas que sería muy interesante que la pareja pudiera hablar antes del momento del parto. El primero es la lactancia materna. Es un tema básico. La lactancia materna… Hemos perdido la cultura de la lactancia materna y afortunadamente hay asociaciones de apoyo a la lactancia materna, hay formación que nos puede ayudar a poder tener un poquito más de información y por estar un poquito más preparados para la lactancia materna. Pero es un tema importante, que no lo enfoquemos solamente como una preparación de la madre para la lactancia materna, porque, aunque es la madre quien da el pecho y, de hecho, dar el pecho es de las pocas cosas que nosotros no podemos hacer, por no decir la única, pero realmente es un asunto de pareja, porque ahí el papel que nosotros tenemos es muy importante, sobre todo a la hora de tener información, de poder acompañar en esa lactancia y de poder proporcionar a la madre todos los recursos que necesita para que esa lactancia sea exitosa. Está muy demostrado que la presencia y el papel activo del padre en la lactancia hace que esa lactancia se inicie con mejor pie y que pueda durar más tiempo. Uno de los primeros temas que habría que hablar es el de la lactancia materna. Si se le va a dar pecho, si no se le va a dar pecho y poder preparar esa lactancia. Otro tema que es muy importante, también es muy biológico, al igual que la alimentación, es el sueño. Todos tenemos la imagen estereotipada del bebé durmiendo y realmente es así. Es decir, los bebés duermen y son muy monos, pero tienen la molesta costumbre de dormir cuando nosotros estamos despiertos y querer estar despiertos cuando nosotros queremos dormir.

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¿Cómo gestionamos el tema del sueño con la criatura? Hay diferentes opciones. ¿Va a dormir en nuestra cama, en una cuna sidecar, en su cuna…? ¿Cómo lo vamos a organizar? Muchas veces nos encontramos que la pareja tiene diferencias de criterio. Uno de los miembros de la pareja dice: «Vamos a dormir con el bebé, que va a ser mucho más sencillo para la lactancia, es así». El otro dice: «No, es que tiene que salir de la habitación cuanto antes». Tiene que haber un acuerdo en la pareja porque podemos ser flexibles con muchos temas, pero con estos cinco temas claves tiene que haber un acuerdo. Respecto al sueño, tenemos que tener muy claro que la recomendación oficial para prevenir la muerte súbita del lactante es que tiene que dormir en la misma habitación que los padres durante al menos el primer año de vida. Cuando son muy pequeñitos, sí que hay cierta controversia con respecto a si puede dormir en la misma cama o en una superficie que esté junto a la cama de los padres, pero que no sea la misma. Pero en todo caso tiene que haber comunicación en la pareja y se tiene que hablar sobre ese tema y se tienen que tomar decisiones. Luego nosotros podemos tener un plan, pero el bebé va a tener un plan diferente, pero al menos tenemos que tener esa decisión. Esos serían los dos primeros temas: lactancia y sueño. Tercer tema muy importante: escolarización. Durante el embarazo, ¿cómo vamos a pensar en la escolarización, en la escuela infantil? Es importante pensar en qué es lo que va a suceder, porque, si nosotros tenemos la idea de llevar a nuestra hija o a nuestro hijo a una escuela infantil, a lo mejor nuestra pareja piensa de una manera diferente. Tenemos que estar los dos alineados con ese tema y no está de más que, durante el embarazo, podamos incluso visitar alguna escuela infantil, que podamos ver cuáles son los trámites necesarios, si hay listas de espera, si no las hay. Y esto enlaza con un cuarto tema que es muy importante, que es la conciliación.

11:46

No es raro que yo vea en consulta parejas que se acercan al final de la baja de maternidad y en ese momento comienzan a debatir si uno de los dos, habitualmente la madre, si va a coger una excedencia laboral, si se va a incorporar, si no se va a reincorporar, si se va a coger una reducción de jornada, si se pueden permitir económicamente alguna de esas medidas. Esto está íntimamente relacionado con la escolarización de la criatura y es otro de los temas que es muy interesante poder hablar durante el embarazo, porque, luego, como decíamos, los dos podemos tener un plan, pero las cosas se pueden desarrollar de otra manera. Por eso es importante tener el plan A, pero también el plan B, C, D, E… Tener diferentes escenarios posibles para poder decidir en función de cómo se desarrollen los acontecimientos. Y un último tema que también es muy importante y está relacionado con los dos anteriores, con la conciliación y con la escolarización, son los límites con la familia. ¿Qué papel van a ocupar las respectivas familias de origen durante estos primeros meses o estos primeros años de la criatura? Muchas veces, uno de los motivos de conflicto o de tensión en la pareja es la relación con la familia extensa, o bien porque tienen más presencia de la que deberían, bien porque no cumplen con las expectativas que la familia tiene puestas sobre ellos. Eso es necesario que se hable, sobre todo porque a veces se dan situaciones como que uno de los miembros de la pareja espera un papel mucho más activo habitualmente de su familia de lo que resulta cómodo para la convivencia familiar desde el punto de vista de la otra persona. ¿Cuáles son los límites? ¿Dónde ponemos las paredes de nuestra casa? Pues ese sería el quinto elemento que es importante poder comentar. Si utilizamos el tiempo del embarazo para poder hablar de estos temas, los primeros meses de vida de la criatura serán mucho más fluidos.

13:40
Lucía. Hola, Alberto, soy Lucía. Parece que ahora hay mucho escrito sobre la eliminación de premios y castigos, pero me llama la atención que tú dices que eso es imposible. ¿Por qué dices eso?

13:51
Alberto Soler. Decir que vamos a educar sin premios ni castigos es algo que suena muy bien y que vende muchos libros, vende muchos cursos, pero, como psicólogo, yo no puedo decir que se puede educar sin premios y castigos. Porque sería lo mismo que afirmar que podemos educar sin ponernos serios o sin sonreír. Y es que una cara seria, cuando nuestra hija o nuestro hijo hace una conducta inadecuada, realmente actúa como un castigo. Una sonrisa cuando hacen algo que nos gusta actúa como un premio. Y es que, técnicamente, desde la psicología, cualquier cosa que ocurre después de una conducta va a actuar o como un reforzador, incrementando la probabilidad de que se dé esa conducta en un futuro, como por ejemplo una sonrisa, o puede actuar como un castigo, disminuyendo la probabilidad de que esa conducta se dé en un futuro, como por ejemplo ponernos serios. Entonces, desde un punto de vista estricto, no podemos hablar de que podamos educar sin premios ni castigos. Pero lo que popularmente conocemos o llamamos premios y castigos realmente son malos reforzadores y malos castigos. O, más concretamente, cuando hablamos de premios y de castigos, hablamos de amenazas y de chantajes. Pero a veces nos volvemos un poco locos, y esto lo veo mucho en la consulta con familias que creen realmente que pueden eliminar cualquier refuerzo positivo o cualquier castigo a su criatura. Pero es que eso es totalmente imposible.

15:20

Lo que tenemos que conseguir es eliminar esas amenazas o esos chantajes porque, y volvemos a los términos coloquiales, los premios y los castigos no pueden ser la moneda de cambio de nuestro día a día. Empezamos por el lado de los castigos. Los castigos son indeseables. Son indeseables desde un punto de vista ético, desde un punto de vista moral, pero también desde un punto de vista educativo. Porque castigar a una criatura no hace que la conducta de esa criatura mejore, al menos en el medio y en el largo plazo, porque a corto plazo sí que mejora. Y ese es el problema que tienen los castigos. Tú amenazas y te pones muy seria con tu hija o con tu hijo y en ese momento te va a hacer caso. Pero a medio o largo plazo, ¿qué es lo que vas a conseguir? Va a haber una serie de problemas muy importantes asociados a ese uso de los castigos. Vas a perjudicar el vínculo afectivo con tu criatura. Se va a sentir amenazada, se va a sentir coaccionada y, cuando tenga un problema, probablemente no va a ir a contárselo, no va a confiar en esa persona que, cuando se equivoca, le castiga o la amenaza. Va a buscar otra persona con la que vincularse y en quien buscar consejo. Vamos a hacer sentir mal a esa criatura. Es: «Hombre, claro, por supuesto, es que el castigo tiene que hacer sentir mal». Ese es uno de los problemas. No, un castigo no debería hacer sentir mal, pero hace sentir mal. Y, cuando una persona se siente mal, tiende a comportarse peor. Porque muchas veces la mala conducta es la consecuencia de que nosotros no nos sentimos bien.

16:53

Si hacemos sentir mal a una persona que se ha equivocado o que ha tenido una conducta que no es adecuada, lo más probable es que se porte todavía peor. Vamos a interpretar esa peor conducta como una amenaza, como un desafío hacia nosotros, y le vamos a demostrar quién manda aquí y vamos a hacerle un castigo todavía peor. Y vamos a ir haciendo una escalada de la cual va a ser muy difícil escapar. ¿Qué más pasa con el castigo? Aparece la sustitución de la respuesta. Tú puedes decirle a tu hijo: «Como no dejes de hacer esta conducta, te va a pasar tal cosa» y va a hacer algo igualmente indeseable, pero que no sea aquello con lo que tú le has amenazado. Parece que está bastante claro que los castigos no son la solución a nada. Pero ¿qué problema tienen los premios?¿Por qué no podemos educar con premios? Porque interfieren con la motivación que tenemos las personas. La motivación puede venir de dos sitios diferentes: puede venir de dentro o puede venir de fuera. La motivación que viene de dentro, lo que llamamos la motivación intrínseca, es muy poderosa. Es esa motivación que nos hace enfrentarnos a prácticamente cualquier cosa. Es la que hace que nos esforcemos. Es la que hace que avancemos en la vida. ¿Y por qué lo hacemos? Porque lo sentimos, porque realmente estamos muy motivados a conseguirlo. Y luego tenemos la motivación externa. ¿Por qué haces esto? Para conseguir dinero, para conseguir reconocimiento, para conseguir lo que sea, pero son factores que vienen de fuera, que no vienen de dentro. Pues bien, los premios son una motivación externa. Y un error que podemos cometer, y esto es un error importante, es premiar una conducta que está internamente motivada. Si hacemos eso, vamos a matar la motivación intrínseca, que es una motivación muy poderosa, y la vamos a condicionar a factores externos. ¿Son malos los premios? No son esencialmente malos, pero tenemos que ir con mucha precaución de no matar esa motivación intrínseca. Imagínate que mañana tienes que ir al dentista con tu hija y está en pánico porque no le gusta ir al dentista y tú le dices: «Mira, cariño, cuando salgamos del dentista, vamos a ir a la librería que está enfrente del dentista y te voy a comprar el libro que tú quieras». Como le gusta mucho leer, dice: «Ostras, fantástico. Un ratito de pasarlo mal y me compran un libro». ¿Está mal prometer ahí un premio? No, porque no estás perjudicando la motivación intrínseca, porque a tu hija nunca le ha gustado ir al dentista y es una forma de hacerle un poco más agradable ese mal trago que es tener que pasar por el dentista. Por lo tanto, ¿se puede educar sin premios ni castigos? No. Podemos educar sin chantajes y sin amenazas.

19:30

¿Cómo podemos castigar bien una conducta? Una vez la criatura ha hecho una conducta que nosotros consideramos que necesita ser corregida, vamos a aplicar una consecuencia que debe cumplir con cuatro características. Primero, que esté relacionada con aquello que la criatura ha hecho mal. Segundo, que sea razonable, que sea proporcionada. Tercero, que esté revelada de antemano. Que nosotros previamente le hayamos dicho qué es lo que va a suceder. Y en cuarto lugar, tiene que ser respetuosa. Por lo tanto, si cumplimos con esas cuatro características, relacionado, respetuoso, razonable y revelado de antemano, difícilmente podemos hablar de castigo como lo entendemos coloquialmente, sino que estaríamos hablando de una consecuencia lógica. Por lo tanto, ¿funcionan los castigos? A muy corto plazo pueden funcionar, pero son pan para hoy, hambre para mañana. ¿Se puede educar sin premios ni castigos? Bueno, se puede educar sin amenazas y sin chantajes.

¿Se puede educar sin premios ni castigos? Alberto Soler
20:34
Hombre 1. Hola, Alberto, hay algunas técnicas bastante extendidas como el rincón de pensar o de la calma como alternativa a los castigos. Me gustaría saber qué opinas sobre este ”tipo de herramientas.

20:47
Alberto Soler. Mencionamos dos estrategias que son muy diferentes: el rincón de pensar y el rincón de la calma. Vamos a empezar por el primero, por el de pensar. El rincón de pensar, en principio nos suena bien porque pensar es algo que todos consideramos que está más o menos bien. Pensar está bien. Y un rincón, nadie tiene nada en contra de los rincones. Entonces, «rincón», «pensar», más o menos suena bien. Pero, realmente, ¿qué es el rincón de pensar? Un rincón de pensar no es más que otra forma diferente de llamar al castigo de cara a la pared de toda la vida. Es exactamente lo mismo, pero un poquito menos honesto, porque estamos haciendo creer a las familias o a la criatura que estamos utilizando una innovadora técnica educativa, cuando, realmente, simplemente le estamos castigando de cara a la pared. Rincón de pensar es cara a la pared. Punto. Pero ¿qué es lo que sucede? Que se vende como una alternativa más amable a ciertos castigos. A castigos físicos u otro tipo de castigos que son más nocivos para la criatura. Pero no nos engañemos, es un castigo, simple y llanamente. Se basa en que una criatura, cuando se porta mal, la vamos a llevar al rincón de pensar para que reflexione sobre qué es lo que ha hecho de una manera incorrecta. ¿Y cuánto tiempo va a estar reflexionando? Se recomienda que tantos minutos como años tenga la criatura. Que tiene tres años, estará tres minutos cara a la pared. Que tiene seis años, estará seis minutos cara a la pared. Que tiene 42 años como yo, estará 42 años de cara a la pared.

22:14

Claro, daos cuenta de que nos produce risa pensar en un adulto castigado cara a la pared, pero todos normalizamos que una niña o un niño estén castigados cara a la pared y la única diferencia que hay es la edad. Pero no es el mismo respeto con el que nos acercamos a una persona adulta que comete un error que el respeto con el que nos acercamos a una niña o un niño que se equivocan, porque realmente muchas veces la mala conducta en niñas y niños no es otra cosa que un intento fallido, erróneo, de conseguir un objetivo legítimo. No nos olvidemos de que son personitas que se están desarrollando. Pero bueno, hablamos del rincón de pensar. Estar tantos minutos como años tenga la criatura. Y ¿qué va a hacer? Pues pensar. Va a pensar en cuál ha sido la conducta que ha llevado a cabo, cuáles serían las alternativas para poderse comportar de una manera mejor, cómo podría reparar… No, no va a pensar en nada de eso. Si una personita de tres años se despierta de la siesta y no sabe si es por la mañana o por la noche, ¿cómo va a hacer esas reflexiones cuando está cara a la pared? No, va a pensar que eso es un aburrimiento y, probablemente, va a pensar en cómo puede hacer exactamente lo mismo que ha hecho, pero sin que le pillen. Porque eso es lo que ocurre con los castigos. Al final, el castigo no mejora la conducta de la criatura, sino que invita a esa criatura a comportarse de otra manera, pero evitando el castigo. Es mejor buscar otras alternativas diferentes. ¿Cuáles? Por ejemplo, has mencionado el tema del rincón de la calma. Y aunque vaya de rincones la cosa, no tiene nada que ver el rincón de la calma con el rincón de pensar.
El rincón de la calma sí que es una estrategia a nivel educativo y no es un castigo, sino que es una estrategia para ayudar a las nenas y nenes pequeñitos a la regulación emocional. Es decir, tenemos una nena o un nene de dos, tres, cuatro años que se pone muy nervioso, que tiene una rabieta, que está muy desbordado emocionalmente, y nosotros le invitamos a que pueda ir al rincón de la calma. Ese matiz es importante. Le invitamos, no le obligamos. El rincón de la calma, a diferencia del rincón de pensar, es un lugar agradable al que nosotros invitamos a ir a la criatura. Puede tener cojines, una lámpara de lava, una botella sensorial, puede tener cuentos, una cortinita… Lo vamos a hacer de una manera que sea un entorno agradable y que acompañe al bienestar emocional porque lo que buscamos ahí es que recobre la tranquilidad y la calma. No se lo vamos a imponer. Le vamos a invitar. De hecho ni siquiera tiene que ir solo. Le podemos acompañar a ese rincón de la calma. Y ahí, con los cuentos, con los objetos que nosotros disponemos en ese rinconcito, la persona puede ir recobrando el equilibrio a nivel emocional. Es una estrategia que es muy válida ante los desbordamientos a nivel emocional, que se utiliza mucho en escuelas infantiles, se utiliza en colegios, se utiliza en familias… Es algo que sí, que es bastante recomendable. Pero lo dicho, no tiene nada que ver el rincón de pensar con el rincón de la calma.

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¿Más alternativas al rincón de pensar? Por ejemplo, las consecuencias. Es decir, más que castigar a la niña o al niño cara a la pared, pues vamos a establecer una consecuencia que sea proporcionada, que sea razonable para la conducta que ha tenido. Es que tampoco todo tiene que girar en torno a los castigos, las consecuencias… No todo lo podemos solucionar a golpe de consecuencia. Va a haber conductas que, simplemente, tenemos que hablar sobre lo que ha sucedido. Tenemos que orientarlo hacia la solución de problemas, hacia reparar el daño que se haya podido causar. Hay otras conductas que tampoco las vamos a solucionar poniendo al niño o a la niña cara a la pared, sino que a lo mejor se derivan de que las normas que tenemos en casa no son lo suficientemente claras o que no tenemos unos límites que nuestra hija o que nuestro hijo comprenda. O a lo mejor se derivan de factores externos que nosotros no controlamos. En todo caso, hay muchas alternativas. Estamos viendo unas cuantas que, en todo caso, son mucho mejores que aislar sensorialmente a una criatura cara a la pared y privarle de lo que en ese momento necesita, que es nuestro acompañamiento y nuestra presencia. Porque hacer sentir mal a una niña o a un niño no nos va a ayudar a que esa niña o ese niño se porten mejor, sino quizá más bien todo lo contrario.

26:39
María del Carmen. Hola, Alberto. Me llamo María del Carmen y yo quería preguntarte sobre la importancia que en los niños tienen las relaciones y el nivel afectivo, no solo a nivel de los padres, sino con otros familiares y abuelos.

26:56
Alberto Soler. Abuelos tíos… La familia tiene un papel importantísimo en el desarrollo de las criaturas y, de hecho, las niñas y niños necesitan que su mundo afectivo sea más amplio que simplemente su madre y su padre. Pero es importante tener en cuenta que ser abuelos o ser tíos no es algo que va con la sangre, sino que es algo que va con la vinculación, que va con el tiempo, que va con las experiencias compartidas que nosotros tenemos con esa criatura. Pensemos por ejemplo en un tío o una tía. No solamente porque tu hermano o tu hermana haya tenido un hijo, tú te conviertes en tío. Te lo puedes convertir de sangre o te lo puedes convertir políticamente, pero no te conviertes en un tío para esa criatura si no es mediante las experiencias vividas, mediante las experiencias compartidas. Y eso, cuando nenas y nenes son muy pequeñitos, se basa en los cuidados. Y es algo muy matemático. Pañales cambiados, tardes de juego, bloques apilados, paseos que hemos hecho, tardes dando una vuelta. Cuanta más implicación y más vinculación se tiene en los cuidados, más fuerte va a ser ese vínculo. Pero eso muchas veces no es posible por diferentes motivos. Hay veces que la familia, el padre o la madre, pueden limitar la relación con otros miembros de la familia, bien por conflictos previos, bien porque no se tenga confianza en la forma en la que puedan llevar a cabo esas labores de cuidado. Por el motivo que sea, se puede limitar. Y eso es una pena porque eso al final va en contra de los intereses de la criatura. Tenemos que tener en cuenta que las personas tenemos diferentes roles. Por ejemplo, puedes tener un conflicto con tu hermano, pero es que esa persona, que es tu hermano, además de ser hermano, es tío de tu hijo. Impidiéndole que tenga contacto con tu hermano, le estás impidiendo que tenga una vinculación con una persona importante, como pueda ser su tío o pueda ser su abuelo o como pueda ser su abuela. Tenemos que recordar que una cosa es la vinculación o la relación que nosotros tenemos con otra persona y otra cosa diferente es el derecho que tienen nuestros hijos a establecer una vinculación con los miembros de la familia, que eso siempre es positivo para ellos. Pero nosotros podemos entenderlo muy bien, podemos favorecerlo mucho, pero también es verdad que hay veces que miembros de la familia, abuelos, tíos, tampoco tienen un interés especial en vincularse con nuestras criaturas porque tienen su propia vida, porque no tienen su interés… Y, claro, ahí la familia, aparte de mostrar esa disponibilidad y tratar de remar en esa dirección, poco puede hacer si esas personas no quieren formar parte de la vida afectiva de nuestros hijos. Pero, en todo caso, como estamos diciendo, es algo muy positivo. Si, por ejemplo, pensamos en la relación entre nietos y abuelos, es una relación que todos ganan. Los nietos les proporcionan muchísimos beneficios a los abuelos y los abuelos proporcionan muchísimos beneficios a los nietos. Los nietos hacia los abuelos hacen que los abuelos tengan un estilo de vida más activo y eso hay muchos estudios que lo relacionan con una mejor salud, por ejemplo, a nivel cardiovascular, con una menor incidencia de trastornos de ansiedad, de trastornos relacionados con la depresión, incluso con el estrés. Siempre que el papel que tengan sea proporcionado y no sean los cuidadores principales de esas criaturas. Hacen que se estimulen cognitivamente y previenen problemas relacionados con la aparición temprana de las demencias. Porque ayudar a los niños a hacer los deberes es una estimulación cognitiva para los abuelos.

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Contarles historias es una estimulación cognitiva. Ver fotos con ellos, cantar canciones. Eso es algo que es superpositivo para las criaturas, pero también para los abuelos. Los estudios también muestran que esa relación de los abuelos cuidando a los nietos es beneficiosa para su propia vida social, para que estén con un mejor estado de ánimo, incluso para mejorar su propia autoestima, porque sienten que tienen un papel, que tienen una función, y ven los frutos de ese esfuerzo en el día a día de las criaturas. Reciben ese amor, dan ese amor y, de esa manera, ellos sienten esa autoestima cómo va mejorando. Todo aquello que proporcionan los nietos hacia los abuelos es mucho más positivo y, de hecho, los estudios muestran que aquellas abuelas y aquellos abuelos que cuidan a sus nietos, los que más cuidan a sus nietos, tienen una mayor esperanza de vida que aquellos que dedican su tiempo solamente a ellos. Por lo tanto, aunque fuera egoístamente, es muy positivo para los abuelos la relación con los nietos. Pero, al revés, los abuelos también aportan muchísimo a sus nietos. Aportan porque la relación que establecen con ellos es diferente a la de los padres. No es ni mejor ni es peor, es esencialmente distinta. Porque los abuelos ya habéis criado. No tenéis que someteros, como los padres, a unas normas tan claras, a unos límites tan claros. Por mucho que nos pese a los padres, los abuelos tenéis también el papel de hacer pequeñas transgresiones, de poderos permitir ciertas licencias que los padres no nos podemos permitir. Y eso también es positivo para los niños. Los abuelos os relacionáis con vuestros nietos siguiendo unas reglas diferentes en las cuales, por ejemplo, el tiempo no es el mismo. Las madres o los padres siempre tenemos lavadoras que poner, lavadoras que tender, ropa que planchar, cenas que preparar y muchas veces, por mucho que nos pese, siempre estamos con el: «un segundito y ahora voy. Ahora, luego. Espera, que tengo que hacer la cena». Los abuelos sois una fuente inagotable de tiempo y de paciencia para vuestros nietos y es algo que nosotros muchas veces no les podemos proporcionar por las exigencias del día a día. Y eso a ellos les beneficia muchísimo. Además, los abuelos sois una fuente inagotable de… Bueno, inagotable con ciertos límites, pero inagotable de cariño, de afecto, de ternura, de acompañamiento… Y eso beneficia muchísimo tanto a los nietos como a vuestra relación. Les contáis historias de cómo era el mundo en una época que ni siquiera nosotros hemos conocido. Les contáis las travesuras que nosotros hacíamos cuando éramos pequeños. Hacéis que toda esa tradición familiar y todo ese bagaje familiar no se pierda, lo cual es superbueno para ellos. Es decir, es una relación en la que todos ganamos siempre.

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Sonia. Hola, Alberto, soy Sonia Pascual. Te he escuchado, además, que fuiste un niño hiperactivo y precisamente te quería preguntar sobre el déficit de atención. Cómo nos puedes ayudar a las familias.

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Alberto Soler. Aproximadamente, entre un cinco y un siete por ciento de los niños presentan características compatibles con un diagnóstico de TDH, pero ese diagnóstico muchas veces es erróneo, o bien porque se sobrediagnostica o bien porque se diagnostica de manera errónea. Yo lo he llegado a ver en mi consulta. Niños diagnosticados de TDH, con una pauta de medicación con psicoestimulantes para el TDH, después de una entrevista del neuropediatra con su madre y con su padre, sin estar el niño presente delante, durante diez minutos. Esa no es forma de diagnosticar un TDH. El diagnóstico del TDH, y ahora lo comentaremos, es un proceso muy largo, es un proceso muy laborioso, muy minucioso, que siempre se tiene que hacer con el niño delante y de una manera muy exhaustiva. Hay niñas y hay niños que tienen un diagnóstico de TDH, pero que realmente no cumplen criterios para TDH. Pero también ocurre lo contrario, es decir, casos que se nos pasan por alto. Los niños tienen más tendencia a ser diagnosticados como hiperactivos cuando son muy movidos, pero también tenemos niñas que son inatentas y que se nos pasan mucho por alto. Niñas que tienen un perfil de déficit de atención, pero, como no molestan en clase y como no dan guerra, nunca van a ser diagnosticadas. Ahí tenemos un problema muy importante. Por lo tanto, existir existe, pero tenemos una asignatura pendiente en cuanto al diagnóstico. ¿Qué es el TDH? Estamos hablando de atención, de hiperactividad… El TDH es un trastorno del neurodesarrollo que se caracteriza por un desarrollo del cerebro diferente a la norma. Es un desarrollo más lento del cerebro, sobre todo para diferentes… Para unas funciones muy concretas. Lo que se llaman las funciones ejecutivas. El TDH tiene como dos componentes fundamentales. Por un lado, lo que a todos nos suena más, que es la niña o el niño, movidos, que no paran de moverse, de hacer cosas, que es el criterio de hiperactividad o de impulsividad. Niños que no se saben poner freno, que siempre se están moviendo, que en clase tienen que estar levantándose, hablando con el compañero, que les dices que no a algo, pero ya lo han hecho tres veces. Son niños muy movidos y muy impulsivos. Y luego hay otro criterio que es la inatención, el déficit de atención. Son niños despistados, olvidadizos. El típico niño que dices: «Es que no pierdes la cabeza porque la llevas en el cuerpo, que es que si no la perderías». Que se dejan el almuerzo en casa un día sí, un día también, que se dejan la libreta en clase cuando tocaba deberes, que el día que se la llevan a casa para hacer los deberes se la dejan en casa y no llevan los deberes al cole. Ese tipo de niños. Dos criterios: hiperactividad o impulsividad y déficit de atención. Con esos dos criterios diferentes podemos establecer tres perfiles, que sería un TDH con predominio hiperactivo o impulsivo, niña o niño movido, impulsivo; con predominio del déficit de atención, que no es movido, simplemente tiene déficit de atención, y el subtipo combinado, que es movido y que tiene déficit de atención. Es un trastorno del desarrollo. No está relacionado con las pautas de educación de la familia. Por muy bien o por muy mal que lo hagan la madre y el padre, esa niña o ese niño va a tener TDH. No es consecuencia de las pautas educativas de la familia. Igual que el color del pelo no es consecuencia de las pautas educativas de la familia, tiene un componente genético importante. ¿De acuerdo?

36:59

Teniendo claro que existe y teniendo claro cómo es, ¿cómo se identifica? Cuando decimos que es un trastorno del desarrollo, eso significa que algunas de esas características son comunes para muchas otras cosas. Y esas características de impulsividad, de hiperactividad, de falta de atención, son muy comunes con algo muy habitual en niñas y niños que se llama infancia. Todas las niñas y los niños menores de seis años tienen TDH. Por eso, no podemos diagnosticar a ninguna niña o un niño menor de seis años con un TDH, porque, por definición, todos son TDH. El diagnóstico tiene que tener un componente psicológico, un componente educativo y un componente médico. El proceso de diagnóstico es muy amplio. Tenemos que recabar información de diferentes contextos, porque a veces nos encontramos niñas y niños que tienen problemas para prestar atención en clase, pero que no tienen absolutamente ningún problema para prestar atención en ningún otro ámbito de la vida. Si no se produce ese déficit o esa dificultad en más de dos contextos, no podemos establecer un diagnóstico. Porque tú, si tienes un problema de cojera, vas a cojear en el cole y vas a cojear en casa. Pero, si solamente cojeas en el cole, tenemos que ver por qué solamente cojeas en el cole y no en casa. O al revés. Si una niña o un niño es muy movido y muy hiperactivo en su casa, pero en el cole es una balsa de aceite, quizás son factores contextuales los que están explicando esa conducta. Por lo tanto, tenemos que tener siempre información de dos contextos diferentes. Desde la consulta, siempre procuramos hablar con el profesor, con el director del centro, con la tutora, para que nos den información de ese contexto escolar, y luego con la familia, para que nos den información de cómo son las cosas dentro de casa. Tenemos que hacer un diagnóstico diferencial porque muchas veces confundimos TDH con otras cosas que no son TDH. La primera, infancia. Eso ya lo tenemos claro. A veces confundimos TDH con infancia porque no todo niño que es inatento y no todo niño que se mueve mucho tiene un TDH. Tiene que tenerlo con una gravedad y con una intensidad suficiente.

39:06

Segundo, tenemos que separarlo de otras alteraciones, otros trastornos del desarrollo con los cuales pueden compartir síntomas o características. Por ejemplo, las altas capacidades intelectuales. Hay niñas y niños que tienen altas capacidades intelectuales que muchas veces se diagnostican erróneamente como TDH. Esto lo vemos muchas veces en la consulta, que viene un niño con ese diagnóstico y tú te das cuenta de que realmente no tiene un problema de impulsividad o no tiene un problema de hiperactividad, sino que en clase se está aburriendo porque su capacidad está muy por encima a la del resto de sus compañeros. Que, cuando el resto de sus compañeros todavía están peleando para ver dónde tienen el cuaderno, ellos ya han aprendido la lección, han hecho la ficha y lo que quieren es hacer otra cosa diferente. Pero, como tienen que estar sentados los 40 minutos restantes de clase, al final acaban molestando porque son niños. Ese solapamiento entre las altas capacidades y el TDH es muy habitual y tenemos que ir con ojo con él. De hecho, es frecuente, a veces ocurre, que sean las dos cosas al mismo tiempo, sean altas capacidades intelectuales y sean TDH. Eso se llama la doble excepcionalidad. Y esto lo que hace es que muchas niñas y niños que tienen TDH no tengan problemas académicos. Son la típica niña o el típico niño que vive de rentas. Un niño inteligente que apenas necesita prestar atención, apenas necesita hacer nada, que va tirando con las demandas de educación infantil, de educación primaria… Pero, cuando llegan al instituto o llegan a la universidad, les pasa como me pasó a mí, que se pegaron un tortazo porque ya no pueden vivir de rentas y tienen que empezar a aplicar unas técnicas de trabajo intelectual que no han desarrollado previamente. Por eso, esa doble excepcionalidad no es algo poco habitual. Ocurre en muchos casos y lo tenemos que diagnosticar y lo tenemos que identificar correctamente. A veces, podemos confundir algunas señales o algunos síntomas del TDH con trastornos del espectro del autismo, con los que también a veces se comparten algunas características.

40:58

Ese diagnóstico tiene que ser muy minucioso, muy meticuloso. Tenemos que evaluar inteligencia, tenemos que evaluar procesos atencionales, tenemos que evaluar memoria, tenemos que evaluar funciones ejecutivas, tenemos que evaluar la velocidad de procesamiento. Son muchas cosas que requieren muchas horas de trabajo intelectual y una decisión clínica por parte del profesional que diga si cumple o no cumple los criterios. Ahí tenemos que incorporar la información por parte de la escuela de cómo está siendo el desarrollo académico de esa criatura e información médica. No es que tenga déficit de atención, es que tiene cuatro dioptrías y no ve la pizarra. O es que… No, es que estas cosas ocurren. Es que hay diagnósticos de TDH en niñas y niños que tienen problemas auditivos. Y, si no podemos descartar una causa orgánica, no podemos hablar de un TDH. Por lo tanto, siempre tenemos que tener información a nivel psicológico, una evaluación exhaustiva a nivel psicológico, tenemos que tener información a nivel médico y a nivel escolar. Y, cuando toda esa información va en una misma línea, podemos elaborar un diagnóstico. ¿Con qué objetivo? Intervenir sobre esa criatura. Poderle proporcionar la ayuda que necesita para que no esté en desventaja con el resto de sus compañeros. Porque una niña o un niño bien acompañado, con recursos, con terapia, con medicación, no va a tener ninguna dificultad adicional mucho más especial que cualquier otra niña o que otro niño. Pero, si esperamos a hacer el diagnóstico, se nos hace tarde. No queremos etiquetar, no queremos medicar porque… Al final va a estar perdiendo unas oportunidades que van a lastrar su desarrollo académico y laboral.

¿Se puede educar sin premios ni castigos? Alberto Soler
42:35
Mujer 1. Hola, Alberto, ¿qué tal? Parece que últimamente hablamos más de salud mental, pero quizá no tanto de salud mental infantil. ¿Podrías darnos alguna clave para prevenir y abordar el estrés infantil?

42:50
Alberto Soler. Por supuesto que niñas y niños tienen ansiedad, tienen estrés, y es algo que, por desgracia, cada vez estamos viendo más. Hay un punto de inflexión importante, al menos en lo que es la visión popular que tenemos acerca del estrés o la ansiedad en niñas y niños que fue la pandemia. A raíz de la pandemia, empezamos a ver muchas niñas y muchos niños con unos cuadros de estrés y con unos cuadros de ansiedad que muchas personas pensaban que estaban limitados a personas adultas, como si niñas y niños no pudieran tener esas vivencias. Pero es que lo que vivimos todos durante aquella temporada fue muy intenso y les afectó de manera muy especial a las niñas y a los niños pequeños. Hizo que se visibilizara una realidad que ya estaba presente, pero a una menor escala, y que no era conocida por el público general. Esos factores de riesgo, por ejemplo, incluyen el que haya un mal clima a nivel familiar, que haya discusiones frecuentes en casa, que los padres estén en un proceso de separación o de divorcio, problemas de salud propios o de alguien de la familia, problemas económicos a nivel familiar, sobrecarga de tareas académicas, hiperexigencia por parte de los padres en cuanto a los resultados académicos, sobrecarga de extraescolares, no tener buenas habilidades a nivel físico, no tener buenas destrezas, tener problemas de conexión con los amigos. Esos son algunos de los factores de riesgo que, si están presentes junto con los síntomas que estamos diciendo, nos pueden hacer pensar que a lo mejor puede estar ese cuadro de ansiedad o de estrés.

44:32

Y es que un problema adicional a todo esto es que la sociedad invisibiliza ese estrés infantil y además vivimos en un contexto muy competitivo. Vivimos en una sociedad muy competitiva, muy individualista, y trasladamos esa presión hacia las niñas y hacia los niños pequeños que prácticamente, desde que entran en la escuela infantil, ya tienen que prepararse para tener éxito el día de mañana. Les atiborramos de actividades extraescolares, de repaso, una gran exigencia en cuanto a los logros que tienen que tener a nivel académico, que no tengan un solo segundo libre porque tener tiempo libre es estar perdiendo el tiempo. Todo eso va haciendo mella en la criatura y al final acaba manifestando esos cuadros de estrés que deberían ser exclusivos de la edad adulta, porque niñas y niños no deberían sentir estrés. Pueden sentir ansiedad, pero ese estrés impuesto por el exceso de tareas, por no ser capaz de llegar a todo lo que tienes a tu alrededor, eso no debería formar parte de la infancia. ¿Qué podemos hacer? Primero, sensibilizarnos. Darnos cuenta de que la infancia es una época de la vida que es válida en sí misma. No es simplemente el preludio o la preparación para la adultez. No es simplemente la preparación para poder tener éxito cuando tú seas grande. No, la infancia es una época válida en sí misma, con sus propias reglas, con su propio funcionamiento, y tenemos que protegerla tal y como es. Tenemos que intentar no presionar para la excelencia a las niñas y a los niños pequeños. No pensar que cada cosa que hagan tiene una repercusión en su futuro, porque nos vamos a olvidar de satisfacer realmente las necesidades que hoy están teniendo. Esa necesidad de conexión, esa necesidad de juego y esa necesidad de tiempo libre. Porque las niñas y niños necesitan tiempo, pero necesitan tiempo no para inglés, no para chino, no para yudo, no para… Necesitan tiempo también para perderlo. Necesitan tiempo para jugar, para hacer construcciones, para estar con su familia. ¿Eso quiere decir que están mal las actividades extraescolares? No, al contrario, están muy bien, pero con mesura. No podemos ocupar cada minuto de la vida de nuestras criaturas. Necesitamos sensibilidad, necesitan tiempo, necesitamos satisfacer esas necesidades y proporcionar un ambiente cálido, afectuoso, tranquilo, que pueda acompañar a esa infancia como algo valioso en sí mismo y no simplemente como el preludio para el éxito en la vida adulta.

46:57
Mujer 2. Hola, Alberto, ¿qué tal? Cuando tienes hijos, sobre todo durante los primeros años, que son un poquito duros, tiendes a descuidarte y a descuidar a tu pareja. ¿Qué consejos tendrías para conseguir un equilibrio ahí?

47:15
Alberto Soler. Esto es algo que veo muchísimo en consulta. Vienen muchas parejas justo con esa duda. «Desde que tenemos a nuestro hijo o a nuestra hija, hemos desatendido esta relación de pareja. ¿Qué podemos hacer? ». Nosotros, cuando nos convertimos en madres, en padres, estamos acostumbrados a que todo el tiempo lo tenemos para nosotros y para nuestra pareja. Pero de repente llega una criatura y de repente vemos que ese tiempo que inicialmente solamente era para nosotros y que luego solamente teníamos que compartir con nuestra pareja, de repente lo tenemos que dividir en tres, en nuestra parte personal, en nuestra faceta de relación de pareja y lo tenemos que dedicar a la familia y al cuidado. Y ahí es cuando empieza a haber problemas. Llega el punto en el que de repente todo deja de ser tan urgente como cuando tenemos un bebé pequeñito. La criatura tiene dos, tres, cuatro años y de repente nos damos cuenta de que la relación de pareja no es la misma que teníamos antes, de que la relación de pareja no funciona, de que a lo mejor ni siquiera conocemos a la persona que tenemos ahí al lado. Nos ha desgastado la crianza, las discusiones, las negociaciones que tenemos que llevar a cabo por el cuidado de los más pequeños y de repente entramos en crisis. Decimos: «¿Qué ha pasado entre nosotros? ». Eso no es el final de la relación de pareja, pero es una señal de alerta de que algo tenemos que cambiar. ¿Y cómo lo podemos hacer? Primero, con determinación. Tenemos que tener claro que la relación de pareja es algo que merece nuestra atención, porque ninguna relación de pareja, por sólida que sea, ninguna relación de pareja puede funcionar por inercia durante mucho tiempo. Al final, la relación se acaba desgastando. Lo primero que necesitamos es determinación. Saber que la relación de pareja es algo que tenemos que cuidar, es algo que tenemos que cultivar para que pueda dar sus frutos. En segundo lugar, vamos a necesitar tiempo. Necesitamos dedicarle tiempo a esa relación de pareja.
Muchas veces lo que menos tenemos las familias con hijos pequeños es tiempo. Por eso, necesitamos agendarlo. Necesitamos ponerlo en la agenda. Y de la misma manera que cuando éramos novios y cada uno vivía en casa de sus padres, programábamos las citas. «Nos vamos a ir al cine». «Nos vamos a ir a cenar». Quizá tenemos que volver a hacerlo. Vamos a poner en la agenda que cada dos semanas, un viernes de cada dos, un sábado de cada tres, todos los últimos viernes de cada mes, vamos a tener una cita. Vamos a quedar. Vamos a tener una noche especial. Nos vamos a ir al cine. Vamos a ir a cenar. Vamos a ver una película tranquilos en el sofá. Pero tiene que ser un momento de conexión en la pareja. Pero para hacer eso necesitamos ayuda. Necesitamos pedir esa ayuda y necesitamos que nos la den. Hay muchas familias que tienen la suerte de que tienen abuelas, abuelos o tíos que están dispuestos a dar esa ayuda, que de hecho ni siquiera la tienes que pedir porque te la van a dar de antemano. Pero hay otras familias que no tienen esa fortuna, bien porque no los tienen cerca, bien porque no están dispuestos. Si es necesario, vamos a buscar ayuda de pago. Pero necesitamos crear esos espacios especiales con nuestra pareja. En tercer lugar, no solamente puede vivir la pareja de momentos especiales. No hay relación que pueda vivir solamente de cenar juntos cada dos semanas, porque si el día a día no es satisfactorio, si el día a día está lleno de peleas, de reproches, de echar en cara cosas, no hay cena ni cine que pueda solucionar eso. Por lo tanto, el tercer punto, y es de los más importantes, es que tenemos que convertir lo cotidiano en reforzante.

50:46

Que a nuestra pareja le guste pasar el tiempo con nosotros. Que el día a día en casa sea agradable. Que nos relacionemos con cariño, con respeto, con amor. Que reconozcamos aquello que hace buena a nuestra pareja. Un problema que mata a muchísimas parejas es dar por sentada a la otra persona. Es que eso ya lo sabes. No tiene que pasar ni un solo día sin que reconozcamos a nuestra pareja aquello que la hace especial, aquello que nos gusta, aquello que aporta a la familia. Aunque lo sepa, aunque lo hayamos dicho, es muy importante el reconocimiento dentro de la pareja al que cuida, al que trabaja, al que cocina, al que reparte niños en extraescolares, al que organiza la casa, al que limpia. Ese reconocimiento tiene que estar ahí. La falta de reconocimiento mata muchas relaciones de pareja. Si tenemos todos esos elementos, si tenemos tiempo que reservamos, si tenemos ayuda, si tenemos un día a día que sea satisfactorio y si tenemos reconocimiento, la relación de pareja va a reflotar y nos vamos a reencontrar con esa persona con la que iniciamos una relación de pareja tan satisfactoria que al final decidimos tener hijos para poner la guinda del pastel.

52:02
Daniela. Buenas, Alberto, mi nombre es Daniela y la consulta que quería hacerte es en el caso de las parejas que tienen hijos, toman la decisión de separarse y comienza la preocupación por el sufrimiento que puedan tener esos niños. Así que lo que quería preguntarte es qué nos podrías comentar y decir al respecto. Gracias.

52:22
Alberto Soler. Es clave el aceptar que va a estar presente el dolor porque, muchas veces, algunas de las dificultades vienen por intentar eliminar un dolor que no podemos quitar. Podemos minimizarlo, pero no podemos eliminarlo. El primer consejo que les doy a las parejas es que el centro de sus decisiones tiene que ser los menores. El interés superior del menor tiene que estar por encima de cualquier decisión que toman la madre y el padre cuando inician un proceso de divorcio. Esa es la base, que es que la niña o el niño estén lo mejor posible. Una vez tenemos esa base establecida, el interés superior del menor, los siguiente es cómo comunicar esa decisión. Esa decisión la tenemos que comunicar en el momento en el que ya el divorcio o la ruptura son definitivos. Hay discusiones, hay debates, hay negociaciones que tienen que estar en el mundo de los adultos y que no podemos trasladar al universo de los niños. Es decir, la continuidad o no de la relación de pareja es algo que tú puedes hablar con tu pareja todas las veces que quieras, pero no puedes implicar a tus hijos en ese debate porque eso les genera una inseguridad tan grande, les genera tanta ansiedad, que no saben cómo manejarlo. En el momento en el que nosotros comunicamos la decisión de divorciarnos, tenemos que comunicar una decisión como definitiva. Muchas veces, con la intención de minimizar el daño que estamos causando, utilizamos fórmulas o expresiones como: «De momento hemos pensado», «Vamos a separarnos, a ver qué ocurre», «Vamos a darnos un tiempo a ver qué es lo que sucede». Lo hacemos para minimizar el impacto, porque decir «Nos hemos divorciado» o «Nos vamos a divorciar y esto es algo irreversible» es muy duro, pero realmente es lo que necesitan oír, porque ellos necesitan hacer esa configuración mental de que empezamos una nueva fase, empezamos una nueva etapa

54:12

La forma en la que lo comuniquemos, lo ideal es que estén los dos progenitores juntos, que no sea solamente uno de los dos el que transmite esa información y que se transmita como una decisión madura que han tomado dos personas que han encontrado que esa es la forma óptima. Ni la mejor ni la peor, pero que es la forma óptima de solucionar los problemas que venían experimentando y que entienden que esa es la mejor solución para todos. Es muy importante que, tanto cuando se transmita como los meses que van a seguir, que vayamos con mucho cuidado con la culpa. La culpa que nosotros sentimos, la culpa que nosotros proyectamos hacia el otro progenitor y, sobre todo, la culpa que pueden sentir los niños pequeños. Porque es muy habitual que, durante el proceso de separación o de divorcio, los niños se sientan culpables y que sientan que es por ellos el divorcio. ¿Por qué? Pues porque ¿cuáles son los motivos de pelea en una pareja? Casi siempre son cosas con los niños por medio. ¿De qué vas a discutir si no es de cosas de los niños? Se discute muchas veces de cosas relacionadas con los niños. Eso ellos lo ven y dicen: «Claro, se han divorciado por mi culpa, porque no me he portado bien, porque no he sido bueno». Se sienten responsables de esa ruptura y se van a sentir responsables de una posible reconciliación. Por lo tanto, es muy importante que les transmitamos que es una decisión adulta, que ellos no han tenido nada que ver y que nosotros les vamos a seguir queriendo tanto o más que antes. Tenemos que eliminar la culpa de la ecuación. Por supuesto, siempre tenemos que tratar de proteger la imagen que nuestra hija o nuestro hijo se hacen del otro progenitor. No hablar mal de la otra persona, no ser crueles, no mencionar los motivos del divorcio. Eso pertenece al universo de los adultos, pero no tenemos que perjudicar, que dañar o que manchar la imagen que nuestra hija o que nuestro hijo tiene del otro progenitor, de su padre o de su madre. Porque los motivos que hayan llevado ahí pertenecen al universo de los adultos.

56:12

Luego, cuando esa separación ya comienza a andar, cuando ya es definitiva, cada persona está viviendo en una casa diferente, tenemos que intentar que lo que son las rutinas, los hábitos de los niños, se mantengan lo más inalterados posible. Que, a ser posible, que no tengan que cambiar de escuela, que no cambien de barrio, que no cambien de amistades, que no cambien de extraescolares porque no les queremos hacer pagar las consecuencias de una decisión que hemos tomado las personas adultas. Por lo tanto, toda la forma habitual de funcionar y de relacionarse los niños, tenemos que intentar que se mantenga inalterable, de la misma manera que tenemos que intentar favorecer, en la medida de lo posible, el contacto con el progenitor que no esté en ese momento. Tenemos que facilitar que le llame por teléfono, que pueda hacer videollamadas, por supuesto que le pueda ver. Eso siempre que no suponga una amenaza o un peligro para su seguridad. Hay casos en los que hay violencia de género por medio que no es lo más razonable hacer eso. Y, en todo caso, durante todo el proceso de separación o de divorcio y muy especialmente durante las primeras etapas, tenemos que transmitir de todas las maneras posibles, lo decíamos antes, que es definitivo. Hay muchas parejas que, para intentar amortiguar el impacto del divorcio en sus hijos, hacen muchos planes juntos. «Este fin de semana nos vamos a ir al zoo y luego vamos a ir a la feria todos juntos y vamos a estar juntos en el parque». Pero yo a veces veo que parejas recién divorciadas hacen más vida familiar de la que hacían antes del divorcio. Y, claro, lo hacen con la mejor de las intenciones. Pero ¿qué es lo que sucede? Que al final acaba confundiendo a la criatura. Ven esos planes familiares como un indicio de que la pareja se está volviendo a relacionar bien, de que la pareja se está reconciliando y de que ese futuro de la familia unida es cada vez más probable, cuando realmente están haciendo de tripas corazón sus padres, viéndose cuando no les apetecería nada verse y lo hacen por el bien de su criatura.

58:01

Pues no. No hay que hacerlo por el bien de su criatura porque realmente lo que hace es producir más ansiedad y más incertidumbre. Al final, el resumen de todo esto podría ser que el divorcio, la separación, es un proceso muy doloroso para todos, que no podemos evitar el dolor, pero que, siguiendo unas normas muy básicas, transmitiéndolo como algo definitivo y poniendo en el centro a la criatura, podemos hacer que el dolor que están sintiendo sea el esencialmente necesario.

¿Se puede educar sin premios ni castigos? Alberto Soler
58:26
Mujer 3. Hola, Alberto, a mí me gustaría preguntarte sobre los dispositivos móviles. ¿Son en realidad tan malos y cómo podríamos regular su uso?

58:34
Alberto Soler. Gracias. Esperaba la pregunta y, de hecho, fíjate lo que traigo. Mira, tenemos aquí una imagen, gracias, de un estudio que se hizo en el año 2005 o 2006. Cogieron a un grupo de niñas y niños pequeños y les pidieron que dibujaran una figura humana. Y estos son los resultados. Algunos ejemplos de los resultados de esos dibujos que hicieron los niños pequeños. Probablemente, os llame la atención la diferencia que hay entre los dibujos de la fila superior y los dibujos de la fila inferior. Da la impresión de que los dibujos de la fila superior han sido hechos por niños más mayores y que los dibujos de la fila inferior han sido hechos por niños más pequeñitos. Hay mucha diferencia en cuanto al nivel de detalle en estos dibujos, la capacidad de ejecución… Pues bien, todos estos dibujos están hechos por niños de la misma edad. Todos niños entre cinco y seis años de escuelas públicas francesas. La diferencia entre quienes hicieron los dibujos de la fila de arriba y los dibujos de la fila de abajo era el tiempo diario que veían la televisión. Los dibujos de la fila de arriba son ejemplos tomados de algunos niños que veían la televisión un máximo de una hora diaria. Los dibujos de la fila inferior son ejemplos de niños que veían la televisión durante más de tres horas al día. Es muy llamativa la diferencia que hay en cuanto al detalle de estos dibujos y, si entendemos que la forma de dibujar la expresión a la hora de dibujar es una manifestación de la complejidad del pensamiento de las niñas y los niños pequeños, aquí podemos ver de una manera muy visual cómo está afectando en su desarrollo cognitivo la exposición a medios digitales, en este caso a la televisión. Este estudio se hizo antes de que se popularizaran los teléfonos móviles o las tablets, pero nos sirve para ilustrar algunos de los efectos que la exposición temprana a dispositivos digitales tiene en los más pequeños. Y esos efectos son muy variados y abarcan muchas áreas distintas del desarrollo. Se ha visto que exponer de manera temprana y de manera excesiva a los menores a dispositivos digitales interfiere en su desarrollo cognitivo, como podíamos ver en la imagen. Interfiere en el desarrollo del lenguaje. Incluso pueden manifestar problemas de comunicación que a veces podemos confundir con trastornos del espectro del autismo. Realmente no tienen trastornos del espectro del autismo. Tienen una sobreexposición a pantallas y no han podido desarrollar suficientemente el lenguaje. También influye, por ejemplo, en la regulación de peso. Se ha visto que hay una relación muy directa entre el consumo de medios digitales y problemas de obesidad y de sobrepeso. Influye muy directamente en los problemas de sueño. Niñas y niños, cuanta más televisión consumen y cuantos más dispositivos digitales utilizan, duermen peor y duermen menos horas. Se ha visto que también influye en el nivel de actividad física que tienen, en la coordinación motora que tienen esos niños. Influye también en algo que nos preocupa mucho a las familias, que es la atención, la memoria, la concentración, la hiperactividad. Es una afectación que se da a todos los niveles y todas estas afectaciones, que son clarísimas y están totalmente respaldadas por multitud de investigaciones científicas, han llevado a que las sociedades médicas y científicas de todo el mundo enuncien una serie de recomendaciones respecto a cómo tiene que ser esa exposición de los menores a medios digitales.

1:02:02

Y prácticamente todas las sociedades médicas del mundo están de acuerdo en lo mismo, y es que, por debajo de los dos años, una niña o un niño no tendría que tener ninguna exposición a la televisión, a móviles, a tabletas ni a nada por el estilo. Por debajo de los dos años, cero exposición porque las evidencias que hay entre una exposición temprana a la televisión o a las tablets y retrasos en el lenguaje o retrasos cognitivos es una evidencia aplastante. ¿Qué sucede a partir de los dos años, entre los dos y los cinco años? La recomendación oficial es que no se supere la hora de exposición diaria, pero hora de exposición diaria, siempre que sea idealmente acompañados por una persona adulta, que sea expuestos a un material audiovisual que esté pensado para ellos, que sea apto para menores y que sea de buena calidad y, además, que no se supere esa hora de exposición diaria teniendo en cuenta todas las fuentes, teniendo en cuenta la televisión, teniendo en cuenta el móvil, teniendo en cuenta la tablet, teniendo en cuenta para los más mayores los deberes y el ocio. Que no superemos esa hora diaria. Y, a partir de los cinco o seis años, que esa exposición no sea superior a la hora y media diaria, siempre acompañados idealmente, con contenido de calidad y teniendo en cuenta todo, tanto el ocio como los deberes. Por lo tanto, cuanto más tarde les podamos exponer, cuanto más retrasemos esa edad de inicio, mucho mejor. Pero, claro, ahí estamos solucionando un problema que es esa primera infancia. Ya sabemos que cuanto más tarde mejor. Pero, claro, llega un momento en el que esas criaturas van creciendo y van viendo la televisión, van utilizando el móvil, van utilizando la tablet, van utilizando el ordenador para hacer deberes y, cuando se van haciendo más mayores, también hay otros problemas, pero no derivados solamente de la exposición a la televisión, sino sobre todo a los contenidos que ellos ven a través de Internet.

1:03:55

Y ahí es donde tenemos los problemas. Cuando las niñas o los niños empiezan a cumplir los siete, ocho años, muchos ya empiezan a acceder a Internet. Y muchas niñas y muchos niños están accediendo a contenidos que no son adecuados para su edad. Según los últimos datos que tenemos, el primer contacto de niñas y niños en nuestro país con la pornografía está alrededor de los ocho o nueve años de edad. ¿Por qué sucede eso? Porque están teniendo un acceso temprano y no controlado a Internet, y eso es algo que se tiene que regular. Pero no solamente es el acceso a la pornografía. Es la asociación que hay entre el mayor acceso a Internet, a redes sociales, y problemas de ansiedad, de depresión, de acoso escolar, trastornos de conducta alimentaria, juego patológico en la infancia, fracaso escolar, dificultades académicas. Es innegable la asociación que hay entre muchísimos de esos problemas y el uso temprano e indiscriminado de Internet. Por lo tanto, es necesaria esa regulación. ¿Son esencialmente negativos? No. De hecho, hemos construido nuestra sociedad actual alrededor de Internet, de los teléfonos móviles, de la comunicación. Pero que sea positivo para las personas adultas no significa que tengamos que darle un móvil sin supervisión a un menor. Es necesario regularlo para las aulas y fuera de las aulas. Hay un experimento muy interesante que se hizo hace unos diez años en el cual cogían a un grupo de personas y les ponían a hacer una serie de tareas cognitivas: memorizar figuras, aprender palabras… Y los dividieron en tres grupos diferentes. Al primer grupo le pidieron que tuviera el móvil delante, en la mesa en la que estaban haciendo esas tareas, pero boca abajo. El segundo grupo tenía que hacer esas mismas tareas, pero el móvil, en vez de estar encima de la mesa, lo tenía que tener, o bien en el bolsillo o bien en el bolso. Y al tercer grupo le pidieron que dejara el teléfono en una taquilla que estaba fuera de la habitación donde estaban haciendo esos ejercicios. En todos los casos, tanto los que lo tenían en la mesa como los que lo tenían en el bolso como los que lo tenían fuera de la habitación, les pidieron que pusieran el móvil en silencio y con la vibración desactivada. Es decir, todos los participantes sabían que ese teléfono no iba a emitir ningún tipo de sonido durante la duración de la prueba. Pasaron las pruebas, analizaron los resultados y ¿qué encontraron? Que los mejores resultados fueron de aquellas personas que tenían el dispositivo móvil en la habitación de al lado, seguidos por los que lo tenían en el bolso y, en último lugar, los que lo tenían delante. Las pruebas eran exactamente las mismas. Los teléfonos no iban a sonar. La única diferencia era cuál era la ubicación física de ese dispositivo. Influye en la atención e influye en la concentración. Por lo tanto, parece bastante obvio que tenemos datos que nos pueden apoyar a que los teléfonos móviles no tengan que estar en las aulas porque están interfiriendo en los procesos de enseñanza y de aprendizaje.

1:06:55
Mujer 4 . Me gustaría saber qué pueden hacer los abuelos para estimular o mejorar la autoestima en los nietos que tienen una autoestima baja, que uno observa que les falta la autoestima. Si pueden hacer algo ellos o es a través de los hijos. ¿Cómo se maneja eso desde el abuelo?

1:07:19
Alberto Soler. Muchas gracias. La autoestima es algo con lo que no nacemos. Es algo que vamos desarrollando a lo largo de la vida, en base a las interacciones que nosotros establecemos y en base a las experiencias que nosotros vivimos. De hecho, hay estudios que nos muestran que el componente genético o hereditario de la autoestima que existe estaría alrededor del 30 %. Un 30 % de la autoestima nos viene de serie. Ya sea buena o ya sea mala, nos viene de serie. Pero es que el 70 % restante de la autoestima se va a formar en base a las interacciones y en base a las experiencias que nosotros tengamos. De ahí que es clave, es muy importante, lo que ocurre en casa y lo que ocurre alrededor de las criaturas para que puedan tener una autoestima sana y una autoestima fuerte. Primero tenemos que tener claro qué es una autoestima sana. Porque a veces nos equivocamos pensando que la autoestima es pensar que somos la leche. Querernos mucho, que somos la leche, que somos mejores. No, la autoestima no es eso. La autoestima es ser capaces de vernos a nosotros mismos de una manera equilibrada, de una manera realista, y ser capaces de aceptar tanto aquellas cosas positivas que tenemos como las cosas que no son positivas. Pero la autoestima no es que no veamos nuestros defectos, que todos los tenemos. No, la autoestima es que seamos capaces de verlos y que estemos en paz con ellos porque serán defectos, pero son nuestros defectos. Nos tienen que gustar porque son los que tenemos. La autoestima no es nada mágico, sino que la base es una aceptación tranquila de quienes somos.

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Las bases de la autoestima, muchas se enraízan en las experiencias tempranas que nosotros tenemos y, muy especialmente, lo que ocurre dentro de casa y la relación con nuestros padres. No todas las formas de educar son iguales. Se identifican diferentes estilos parentales. Esto os sonará mucho. Lo del estilo autoritario, estilo permisivo, estilo negligente… Pues bien, el estilo que tienen los padres es muy importante a la hora de construir esa autoestima. Los hijos de padres autoritarios o de padres negligentes, se ha visto que tienen una autoestima mucho más baja que aquellos que son hijos de padres con un estilo educativo más democrático o incluso permisivo. Esto choca mucho. Los hijos de padres permisivos tienen buena autoestima. Sí, porque los padres quizá han fallado a la hora de poner normas y límites, pero se ha mantenido el vínculo con su criatura. Les han hecho sentir que son importantes, no como los hijos de los padres autoritarios o de los que son negligentes. Lo primero es esos estilos o esas formas parentales de educación. La relación con los abuelos también es clave porque, como decíamos antes, las abuelas y los abuelos son capaces de transmitir una información, unos valores, de devolver una mirada amable hacia esa criatura de una manera diferente a como se hace en casa. Las maestras y los maestros son claves en ese proceso de construcción de la autoestima también. La forma en la que se relacionan, en la que se dirigen a los alumnos, van a ser claves en cómo esos alumnos van a desarrollar su autoestima. Todos podemos recordar a aquella maestra o aquel maestro que nos encantaba escuchar en clase, o a aquella persona que nos dijo aquello que a día de hoy seguimos teniendo ahí clavado. Los profes también tenéis una capacidad muy importante para mejorar la autoestima de las futuras personitas grandes que tenéis en vuestras clases. Pero desde casa se pueden hacer muchas más cosas. Lo primero es tratar de transmitir ese afecto, esa calidez y ese amor incondicional por nuestros hijos.

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Se pueden equivocar, pueden hacer trastadas, pueden hacerse psicólogos, pueden hacer lo que sea, pero al final les vamos a querer. Y transmitir ese amor incondicional a nuestros hijos es clave para el desarrollo de su autoestima. Pero no todo es transmitir ese amor. Tenemos que conseguir que nuestra casa, que nuestro hogar, sea un lugar al que ellos quieren ir para sentirse seguros y protegidos, no un lugar del que quieren huir. Hay muchas niñas y muchos niños que, cuando se hacen las cuatro y media o las cinco y tienen que volver a casa, se les hace bola porque saben lo que les espera en casa. Porque saben cómo se pone su madre. Porque saben cómo se pone su padre. Porque saben lo que van a vivir ahí. Tenemos que conseguir que nuestro hogar, que nuestra familia, no sea ese lugar al que tenemos que suspirar y coger fuerzas antes de ir, sino que sea ese sitio en el cual nos sentimos seguros, nos sentimos protegidos y nos sentimos reconfortados. Es importante que evitemos, como veíamos también antes, el uso de los castigos y de los chantajes, porque al final transmiten la impresión de que tú solamente vas a ser bueno o vas a ser buena si haces aquello que los demás esperan de ti. Y tu valor no depende de lo que los demás esperan de ti, ni siquiera de si satisfaces las necesidades de los otros. Es necesario que confiemos en sus capacidades, que les permitamos exponerse a retos y desafíos, que les permitamos exponerse al fracaso. Porque, si no miden sus fuerzas, si no se exponen a retos, ¿cómo van a saber cuál es su capacidad? Si nosotros siempre estamos con: «Ay, cuidado, no hagas esto, no vas a poder, mejor no», les estamos transmitiendo que son personas frágiles, que no son capaces y que no van a conseguir aquello que se propongan. Tenemos que transmitirles de manera explícita, pero también con nuestras decisiones, que son personas capaces que pueden conseguir sus objetivos.

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Tenemos que aceptar las decisiones que toman. No tenemos que esperar que tomen las decisiones que a nosotros nos agradan para que nosotros podamos tener una buena relación con ellos. Su vida no es nuestra vida y va a llegar un momento en el que van a coger un camino diferente al que nosotros teníamos pensado para ellos. Pero es que no es nuestro camino, es que es su camino. Y tenemos que ver su vida desde su prisma, no desde el nuestro. Si somos capaces de transmitir todo esto, de hacer que se enfrenten a retos, a desafíos, de dar un hogar que sea armonioso, un lugar al que quieran volver, normalizar los fracasos, no dramatizar las equivocaciones, vamos a conseguir que esas personitas se desarrollen con una autoestima sana, con una autoestima equilibrada, con una autoestima fuerte, pero también que la probabilidad de tener problemas emocionales en la edad adulta sea mucho menor que si hubiéramos tomado otras decisiones. Para mí ha sido todo un placer poder volver a estar con todos vosotros hablando de lo que más me apasiona, que es la psicología. Os agradezco mucho vuestra presencia y vuestras preguntas. Muchísimas gracias.