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“¿Por qué tenemos que hablar más de racismo?”

Lilian Thuram

“¿Por qué tenemos que hablar más de racismo?”

Lilian Thuram

Ex futbolista y educador


Creando oportunidades

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Lilian Thuram

La infancia del exfutbolista, pensador y activista Lilian Thuram estuvo marcada por dos acontecimientos. Por un lado, su madre y cabeza de familia tuvo que migrar sola desde las Antillas a París para conseguir un futuro mejor para sus cinco hijos, a quiénes dejó al cuidado de sí mismos y después reunió con gran esfuerzo, convirtiéndose en la superheroína de Thuram. El otro evento que marcó la trayectoria del deportista fue la primera vez que le llamaron “negro de mierda”, con nueve años, y descubrió el racismo.
Su carrera como futbolista profesional -con éxitos en equipos como el AS Mónaco, Parma, Juventus, FC Barcelona y Selección Nacional de Francia, con la que ganó la Copa del Mundo de 1998- dio paso a su dedicación al activismo, la defensa de la igualdad y la lucha contra la discriminación, a través de su fundación, Educación contra el Racismo. En los últimos años, Thuram -autor del libro ‘El pensamiento blanco’- se ha dedicado a concienciar a jóvenes y adultos sobre el origen estructural e histórico del racismo, las micro violencias cotidianas y discursos de odio que sigue permitiendo la sociedad contra distintos colectivos (xenofobia, machismo, homofobia y aporofobia) y el cambio posible a través de la educación.


Transcripción

00:17
Lilian Thuram. Buenas. Soy Lilian Thuram. Tengo 50 años. Presido una fundación llamada Educación contra el Racismo. Fundé esta fundación cuando era futbolista en Barcelona, en 2008, y confieso que tuve muchísima suerte de jugar en el Barcelona. En cuanto decidí montar la fundación y concienciar a la sociedad sobre que el racismo no es algo natural sino un constructo político… A menudo, hablar del racismo asusta… Y yo tuve la enorme suerte de que el Barcelona me apoyase. Ahora, desde 2008, intento debatir para cambiar las cosas y decir a los niños, en particular, que se puede crecer con ideas positivas. Antes de presidir esta fundación, fui futbolista profesional durante más de 15 años. Mi primer club profesional fue el AS Mónaco. Di el salto a profesional a los 19-20 años. Después del Mónaco, me fui a Italia, a Parma, donde nacieron mis hijos. Tengo dos chicos. Después de Parma, jugué en la Juventus de Turín. Creo que en la Juventus de Turín jugué cinco años y… después del Mundial de 2006, llegué al Barcelona, donde estuve dos años. Durante mi carrera, tuve la suerte de jugar en la selección de Francia y fue una suerte enorme porque gané la Copa del Mundo del 98 con la selección francesa. Encima, fue más increíble aún porque se disputó en Francia y pude ganar la Copa del Mundo delante de mis amigos y mi familia, que estaban en las gradas. Fue extraordinario.

02:27

Con la selección francesa también gané la Eurocopa en el 2000. Si os soy sincero, tuve muchísima suerte de ser futbolista. ¿Por qué digo que tuve suerte? Primero porque nací en las Antillas en un pueblecito que se llama Anse-Bertrand, que, para mí, es el centro del universo. Creo que todos tenemos un sitio en el mundo en el que nos sentimos bien. Nací en el seno de una familia con cinco hijos y crecimos sin padre, es decir, nos crio mi madre sola. Y la verdad es que… mi primera estrella, mi ídolo supremo es mi madre. Os explico por qué. Porque un día, mi madre nos reunió a mis hermanos y a mí y nos dijo: «Chicos, me voy a París». Lo curioso fue que entendimos, o más bien yo entendí, que nos íbamos todos a París así que me alegré un montón. Pero mi madre dijo: «No. Me voy yo a París». Y se fue a trabajar a París. Mis hermanos y mis hermanas nos quedamos solos en casa porque, como digo, no teníamos padre y mi madre se fue a trabajar. ¿Por qué? Pues porque en las Antillas tenía dos trabajos. De buena mañana se iba a segar cañas de azúcar al campo y por las tardes se iba a Pointe-à-Pitre a limpiar casas. Y ella pensaba: «Tengo que darles más oportunidades a mis hijos para que puedan triunfar». Así que se armó de valor, a pesar de que todo el mundo la juzgase por dejar solos a sus hijos. Una cosa muy interesante fue que cuando mi madre se fue, nos dejó solos y hubo gente que intentó mandarnos a otras familias porque, de hecho, en aquella época, al menos, se la consideró una irresponsable. Mi hermano mayor tenía 14 o 15 años y yo tenía ocho. Lo interesante es que se fue, trabajó, ahorró, y volvió a por nosotros y nos mudamos todos a París. Ahora entendéis por qué mi madre para mí es… Superman, Batman y todos juntos. Creo que hasta es más fuerte.

05:05

Entonces… Entonces eso fue lo que me llevó a Francia. Y que hoy en día, como digo, presida una fundación que lucha contra el racismo. Y se debe a que, cuando llegué con nueve años a Guadalupe, a esa edad sufrí un trauma. ¿Cuál fue ese trauma? Pues estaba en quinto de primaria y en esa clase de quinto, me insultan. Me llaman «negro de mierda». La verdad es que no lo entendía porque, como digo, nací en las Antillas. La gran mayoría de los chavales teníamos el mismo tono de piel. La gran mayoría de los chavales nos llamábamos por nuestro nombre. Es más, mi madre me llamaba Lyco. Pero que quede entre nosotros, no se lo digáis a nadie. Y en esa clase de quinto primaria, cuando me llamaban «negro de mierda», pues no lo entendía, notaba que había un problema. Al volver a casa, se lo conté a mi madre: «Unos niños me han llamado ‘negro de mierda'» y mi madre me respondió: «Mira, cariño, es lo que hay. La gente es racista y eso no va a cambiar». Pero eso a un crío de nueve años no le vale. Significa que todo el mundo es racista y no va a cambiar y es superviolento. Así que con solo nueve años intenté entender por qué esos niños me habían dicho «negro de mierda», por qué ser negro era una mierda y por qué consideraban que ser negro es inferior. Y si para ellos yo era un negro de mierda, ¿qué eran ellos? Significaba que ellos no eran negros, significaba que ellos eran blancos y mejores que yo. Mi cabeza no paraba de darle vueltas a todo.

06:47

Durante la adolescencia intenté entender de dónde venía el racismo y por qué esos niños habían interiorizado la idea de que yo era inferior y que ellos eran superiores. Hoy en día, sigo intentando hacerlo. Me planteo cosas, conozco a gente, me reúno con estudiantes de todas las edades para hablar de este tema y ver cómo podemos replantearnos lo que tenemos en la cabeza, para cambiar nuestro imaginario. Por desgracia, el racismo tiene historia y cada uno somos fruto de esa historia y podemos crecer juntos. Y ya está. ¿Qué os cuento sobre mí? A lo mejor… poca cosa. Voy a escuchar vuestras preguntas. Me parece mejor opción. A través de vuestras preguntas, podré explayarme más.

“¿Por qué tenemos que hablar más de racismo?”. Lilian Thuram
Quote

“Durante la adolescencia intenté entender de dónde viene el racismo y por qué algunos niños pensaban que yo era inferior”

Lilian Thuram

07:49
Emmanuel. Hola, Lilian, soy Emmanuel. Usted dijo que trabajaba en una fundación para concienciar a la sociedad a través de la educación. La siguiente pregunta es: ¿qué mensaje crees que deberías dar a las futuras generaciones de niños?

08:05
Lilian Thuram. Creo que el mensaje para esas generaciones es que siempre cuestionen el punto de vista. A todos nos educan a través de un punto de vista. Y ese punto de vista hay que cuestionarlo. Para ello, os voy a enseñar un mapa. Es decir, hay que cuestionar el punto de vista. ¿Veis el mapa? ¿Cómo? ¿Qué? No lo entiendo. ¿Podéis traducirme lo que dicen los chicos? ¿Me traducís lo que dicen los chicos? ¡Ah, que el mapa está al revés! Vale, entonces, ¿así, no? Vale. Pues es muy interesante, niños. ¿Habéis visto alguna vez un balón de fútbol? ¿Habéis visto un balón de fútbol? ¿Se puede decir que un balón está al revés? No, ¿por qué? Pues porque el balón es redondo, ¿no? Pues con la Tierra, igual. Entonces eso significa que decís que el mapa está al revés porque hemos cambiado el punto de vista. Podemos mirar el mapa… Podríamos mirar el mapa desde todos los ángulos, pero como tenéis la costumbre de mirarlo siempre desde el mismo, pues, evidentemente, se os olvida que hay distintas formas de verlo. En eso consiste cuestionarse el punto de vista. Porque nuestro punto de vista siempre parece ser el que vale. Ya puestos, os voy a explicar otra cosa que puede que no sepáis. Los mapas tradicionales que conocéis, en realidad, no reflejan las proporciones reales de los continentes.

10:30

En los mapas tradicionales, Europa está en el centro. Así que lo primero que podemos preguntarnos es por qué Europa está en el centro del mundo. Luego, se ha ampliado Europa, se ha ampliado América del Norte, pero se ha encogido África en los mapas tradicionales. Sabemos que África es un continente más grande, pero en los mapas, Rusia parece más grande que África. Este mapa refleja las proporciones reales de los continentes. Y por eso, niños, siempre hay que cuestionarse todo. ¿Desde dónde hablo? ¿Por qué digo lo que digo? ¿Por qué pienso lo que pienso? ¿Hay otra forma de pensar las cosas? ¿Hay otra forma de expresar las cosas? Hay que tener el valor de descentralizarse, de no ponerse en el centro y no tener miedo de dar un paso al lado, para ver las cosas de otra manera. Y para descentralizarse, lo primero es escuchar a los demás porque quizás a los demás los han educado en otra religión, en otra cultura. Así que para comprenderlos y no pensar que siempre tenemos la razón en todo, hay que tomarse el tiempo de escuchar a los demás, de aprender de los demás y de crecer con los demás. Puede que los demás nos ayuden a conocernos mejor. Ese me parece el verdadero regalo que se le puede hacer a los niños, la capacidad de descentralizarse. Las personas más peligrosas son las que creen tener siempre razón y que nunca se cuestionan. Si tenéis amigos así, mejor alejaos de ellos porque las personas inteligentes son lo contrario, tienen la capacidad de ver las cosas desde distintos puntos de vista. Esa es la mejor manera de entender la complejidad del mundo. ¿Vale, jóvenes?

12:32
Andrea. Hola, Lilian, soy Andrea. ¿Qué papel crees que juega la educación respecto al racismo en el mundo? ¿Y qué podrían hacer las familias y la educación para educar en la igualdad?

12:42
Lilian Thuram. Lo primero de todo es que la educación es lo más importante que hay. ¿Por qué? Porque todos y cada uno somos el resultado de nuestra educación. Somos el resultado de las historias que nos han contado. Es decir, nuestros padres nos cuentan historias, la escuela nos cuenta historias, las películas que vemos nos cuentan historias, los libros que leemos nos cuentan historias, y nos guían a pensar de determinada manera. A ver, por ejemplo, ¿cuántos de nosotros nos preguntamos por qué pensamos como pensamos o por qué decimos lo que decimos? Pues hay que preguntárselo. Y la educación es justo lo que nos permite entender por qué decimos ciertas cosas y por qué pensamos ciertas cosas. A partir del momento en el que te das cuenta de que sí, todos somos fruto de una historia, nos guste o no, a partir del momento en el que entendemos eso, significa que vamos a tener una educación que nos permita no ser racistas, no ser machistas y no ser homófobos. Porque hay mucha gente por ahí que piensa que el racismo es algo natural, o el machismo o la homofobia, y no. En realidad, es el resultado de las historias que nos han contado. Por eso es tan importante entender el mecanismo del racismo, el machismo y la homofobia, porque en realidad son constructos ideológicos, son constructos políticos. Es decir, para entender el problema del racismo imperante en la sociedad, en realidad, habría que saber que en el pasado hubo leyes racistas. Si había leyes racistas quiere decir que nos pedían ser racistas.

14:39

A menudo, la gente conoce la historia del racismo hacia las personas negras de Estados Unidos. La gran mayoría de vosotros habréis oído hablar de la segregación en Estados Unidos. Pues hay que saber que la segregación no se dio solo en Estados Unidos, que el mundo moderno, el mundo que todos conocemos, en realidad, este mundo, ese mundo, se construyó sobre jerarquías según el color de piel. Igual que el mundo moderno se construyó sobre jerarquías de género. Es decir, que hace muchísimo tiempo, los hombres construyeron la idea de que eran superiores a las mujeres. Y esa idea sigue vigente hoy. Y respecto al racismo ligado al color de piel, llevan siglos construyendo la idea de que hay razas superiores, que la raza blanca es superior y que la raza inferior es la raza negra. Y como esto lleva gestándose siglos y se ha reflejado hasta en las leyes, es totalmente comprensible que hoy en día haya prejuicios. Lo que hay que hacer es tener el valor de reconocer que existe, que es cierto, que lo sabemos, y entonces decidir qué vamos a hacer para cambiarlo. Muy a menudo, las cosas no avanzan porque hay quien niega la realidad. Estoy convencido de que a vuestra edad ya sabéis que esto pasa. Ya sabéis que según de dónde vengáis y según el color de vuestra piel, algunos sois mejor o peor vistos. A vuestra edad ya hay niños que han sufrido racismo.

16:22

Para mí, la educación empieza por hablar de las cosas, decir las cosas con tranquilidad y serenidad. Por ejemplo, estoy convencido de que ahora mismo, hablando de esto, os habéis puesto a pensarlo. Ya os habéis enfrentado… Ya os habéis enfrentado a pensamientos racistas, a conductas racistas. ¿Por qué hay que hablar del racismo, niños? Porque el racismo es un tipo de violencia. Es decir, el racismo promulga que ciertas personas pueden ser vejadas por lo que son, o más bien por lo que parecen ser por el color de su piel. Pero ¿sabéis cuál es la peor violencia? La peor violencia del racismo es que las potenciales víctimas de sufrir racismo acaban por tener mala autoestima. Esa es la peor violencia, niños, tener una baja estima hacia uno mismo. Esa mala autoestima está muy ligada a la educación que recibimos sobre el racismo. Porque, en realidad, desde hace siglos se nos educa y se nos condiciona a ser racistas. ¿Y por qué perdura el racismo en la sociedad? Porque cuando estigmatizas a ciertas personas, por ejemplo, cuando yo estaba en quinto de primaria, los chicos que me decían «negro de mierda», que por ser negro soy una mierda, en realidad, no hablaban de mí, sino de ellos. Querían decir que ser blanco es mejor. Total, que si te crees mejor, te viene muy bien insultar a los demás porque cada vez que los insultas, te estás diciendo que tú eres mejor.

18:12

Por eso pienso que, efectivamente, con la educación podemos abordar estos temas. Y hablo del racismo ligado al color de piel, pero es lo mismo para el machismo y la homofobia. Si queremos abordar esos temas, hay que cuestionar la educación. Por ejemplo, hay un tema muy interesante. Cuando hablamos de educación, nos referimos a cómo nos educan, cómo nos educan para ser lo que somos, cómo nos educan para pensar como pensamos. Por eso mismo la educación permite cuestionar las cosas. Para eso está. La educación permite cuestionar lo preestablecido para intentar ver si se puede cambiar lo que hay o si lo que hay puede dar pie a una mayor igualdad. Así pues, si detectamos que la educación que recibimos, en general, perpetúa la desigualdad, pues intervendremos para construir un discurso distinto.

“¿Por qué tenemos que hablar más de racismo?”. Lilian Thuram
19:18
Luis. Me llamo Luis y tengo una pregunta para ti. En uno de tus libros hablas sobre que la gente blanca o negra no nace, sino que se hace. ¿A qué te refieres con eso?

19:28
Lilian Thuram. Luis, ¿cuántos años tienes?

19:28
Luis. Quince años.

19:31
Lilian Thuram. ale. Levantad la mano todos los que seáis blancos. Vale, Luis. Genial. Venga, Luis, vamos a charlar. A ver, Luis, has dicho que eres blanco…

19:45
Luis. No.

19:45
Lilian Thuram. Has dicho que sí, has levantado la mano.

19:48
Luis. Sí…

19:50
Lilian Thuram. ¿Me podéis pasar el mapa? El mapa. Luis, no te asustes, solo vamos a hablar. Luis, ¿sabes los colores?

20:06
Luis. Sí.

20:06
Lilian Thuram. ¿Seguro? Si te enseño algo verde, ¿sabes que es verde? Si te enseño algo rojo, ¿sabes que es rojo? A menos que seas daltónico.

20:18
Luis. No.

20:18
Lilian Thuram. Vale. ¿De qué color es esta hoja?

20:23
Luis. Blanca.

20:24
Lilian Thuram. ¿Seguro?

20:26
Luis. Sí.

20:27
Lilian Thuram. ¿Y por aquí?

20:29
Luis. Blanca.

20:30
Lilian Thuram. Vale. ¿Eres del mismo color que esta hoja?

20:34
Luis. No.

20:36
Lilian Thuram. ¿De qué color eres si no eres blanco?

20:38
Luis. Cappucino.

20:48
Lilian Thuram. Qué curioso, ¿no? Ha pasado de blanco a cappuccino. En realidad, niños, lo interesante es demostraros que estamos condicionados a repetir las cosas. Pero no nos paramos a pensarlas. He preguntado quién era blanco y varias personas han levantado la mano. Pero ¿son blancos como la hoja? No. Entonces ¿por qué decimos que somos blancos o negros?

21:22

De hecho, esto viene de la historia. Las identidades de color de piel que usamos tienen que ver con una historia y con la racialización del mundo en la que se construyó la idea de que existen varias razas. Por ejemplo, hoy en día todavía hay quien cree que las personas asiáticas son amarillas. Nosotros somos el fruto de esa historia. Cuando decimos: «Yo soy blanco y tú eres negro», eso no es inofensivo, niños. Detrás del hecho de ser blanco o negro hay toda una construcción ideológica. Por ejemplo, cuando insultan a los futbolistas negros en los estadios, porque a menudo suele ser a los deportistas negros, ¿qué ruido hacen? Luis, ¿qué ruido hacen para meterse con los jugadores negros?

22:17
Luis. El ruido de un mono.

22:20
Lilian Thuram. Que hagan el de un loro. O el de un gato. ¿No? El de un mono. ¿Por qué hacen el de un mono?

22:33
Luis. Porque la gente relaciona los monos con los negros.

22:40
Lilian Thuram. ¿Sabéis que hace no mucho en los libros de texto lo ponía? La gente que hace ese ruido no lo sabe, pero hace no mucho, en los libros de texto, salía una jerarquía de las supuestas razas y la raza negra estaba abajo del todo, con los monos. Eran el eslabón de unión entre los monos y el hombre. Por eso digo que cuando hablamos de racismo hay que intentar entender de dónde viene. Y para eso hay que educarse. Hay que entender que el hecho de decir blanco no es inofensivo. El hecho de decir negro no es inofensivo. Por eso hay que pararse a pensar en cómo podemos quitarnos la máscara identitaria del color de piel para poder percibirnos como seres humanos ante todo. Pero la verdad, niños, es que en realidad, históricamente, quienes han estado en las categorías consideradas superiores, en realidad, quieren poder seguir sintiéndose superiores. Ese es el problema. Quieren seguir sintiéndose superiores. En ese: «Yo no soy como él, soy mejor que él». Y lo verdaderamente interesante es que puedes ser mejor que los demás sin tener que hacer nada. Por eso cuando hablamos de racismo, siempre hay que intentar preguntarse lo que tenemos en nuestro interior. ¿Estoy contribuyendo a que esas cosas perduren? Permitir que esas cosas perduren es simplemente quedarse callado. Por eso os invito, niños, a que siempre denunciéis el racismo. Siempre. Es importantísimo porque así lograremos avanzar.

24:35
Victoria. Hola, Lilian. Me llamo Victoria. ¿Crees que a través del arte también se puede combatir el racismo?

24:43
Lilian Thuram. Por supuestísimo. ¿Sabéis qué? Tardé mucho tiempo en entender que cuando tenemos una obra de arte delante, en realidad, cuenta muchas historias. Tuve la suerte de tener un profesor de francés cuando tenía quince o dieciséis años, que me dio a entender que un cuadro podía contar muchísimas cosas. Lo primero que hay que saber es en qué periodo el artista ejecutó la obra, y eso cuenta, en general, el periodo histórico del cuadro. Cuando tuvo lugar la exposición «El modelo negro» en París, me surgió la oportunidad de llevar a escolares a ver la exposición. Había un cuadro en particular que denunciaba la esclavitud. El cuadro en cuestión representaba a un esclavo que fustigaba a otro, que estaba atado a cuatro estacas. Ese cuadro se hizo para denunciar la violencia de la esclavitud, para que la gente entendiese que efectivamente estaban en París, pero, en las islas francesas, había gente vejada porque eran esclavos. Había gente a la que humillaban por ser esclavos. Y nosotros, por consumir azúcar, por consumir café, participamos de ese sistema injusto. Así que pienso que, efectivamente, es importante percatarse de que siempre ha habido hombres y mujeres que han denunciado las injusticias.

26:37

Cuando vives en una sociedad injusta en la que hay violencia, a todos y cada uno de nosotros nos pueden educar para aceptar o para no percibir la violencia. Estoy seguro de que cuando os dais un paseo con vuestros padres o cuando vais camino de clase veis a gente que no tiene nada, que vive en la calle. Puede que os hayáis acostumbrado a esa violencia, pero de pequeños, de muy pequeños, al principio, cuando vemos eso, no lo entendemos. No entendemos que haya niños viviendo en la calle, familias que viven en la calle. En mi opinión, admirar obras que denuncian el racismo es admirar obras que denuncian la violencia de la sociedad. Interesarse por el racismo es interesarse por un sistema que legitima las violencias de la sociedad. Cuando analizamos la colonización, el racismo, la esclavitud, surge la duda de por qué en esa época la mayoría de la gente lo aceptaba. Debería hacer que nos planteemos qué violencias aceptamos hoy en día. Eso significa que tenemos que crecer, tenéis que crecer con los ojos bien abiertos para ver esas violencias y denunciarlas. Eso implica, que al crecer, vamos a tener que interesarnos por la política porque, en realidad, las leyes autorizan o persiguen las violencias.

28:37

Para mí es importantísimo. Por eso, cuando observamos obras del pasado debería hacer que nos cuestionemos la sociedad en la que vivimos porque, evidentemente, con el pasado no hay nada que hacer, pero con el ahora hay mucho que hacer. Y si lo hacemos bien en el presente, podemos cambiar el futuro. La idea es que podamos hacer la sociedad mucho más justa, ya sea respecto a los problemas con el color de la piel, el género, la homosexualidad, o respecto a la relación entre ricos y pobres. Es decir, hay cosas que no debemos aceptar, pero para no aceptar ciertas cosas, hay que ser capaz de verlas. Porque a veces no las vemos porque estamos acostumbrados a ellas. ¿Vale, señorita? Era una pregunta fantástica.

29:34
Jordi. Hola, Lilian. Me llamo Jordi. Está científicamente comprobado que no hay razas e incluso venimos de descendencia africana. ¿Por qué crees que la sociedad no acepta esto?

29:42
Lilian Thuram. La sociedad no acepta esos datos porque creo que a la mayoría de la gente no la han educado en ese aspecto. Ahora, tú me dices esto, pero hay mucha gente que no sabe que formamos parte de la misma familia. Es decir, que efectivamente venimos, independientemente del color de piel, del continente africano. Igual que la mayoría de la gente no sabe por qué hay distintos tonos de piel. Hay distintos tonos de piel porque en realidad es una adaptación al clima donde vivían nuestros ancestros. Es decir, cuando vives en África, es un continente muy soleado y por eso tienes la piel oscura, porque es una protección. Por ejemplo, cuando los hombres y mujeres que salieron de África migraron a lugares donde hacía menos sol, como es normal, la piel se fue aclarando de generación en generación. A ver, nosotros necesitamos sol. El sol es importantísimo para las personas. No obstante, si tienes la piel muy clara en un sitio donde hace mucho mucho sol, ¿qué va a hacer la piel? Se va a poner morena para protegerse. ¿Os habéis fijado o no? Es una protección aunque haya quien se broncea por estética, pero es una protección para evitar problemas de salud. Y con el pelo pasa exactamente lo mismo.

31:24

Entonces creo que habría que educar desde muy temprano a los niños en eso, para que los niños entiendan que detrás del color de la piel, detrás de la textura del pelo, solo hay una adaptación al clima y no es una virtud ni un defecto, ni se es más o menos listo según el color de piel. Y sí, creo que a la mayoría de la gente no la han educado para saber eso. Es más, si os fijáis, cuando leéis el periódico o ciertos libros o incluso escucháis a gente de cierta edad, todavía hay quienes hablan de razas. Hay algunos que no usan la palabra raza, sino etnia y hablan de distintas etnias. Pero al final, en su cabeza, viene a significar que hay razas distintas. Pero insisto, para entender por qué sigue existiendo la raza como concepto en la sociedad, hay que saber que el racismo tiene unas raíces muy profundas. No hace tanto tiempo que, a nivel científico, construimos y aceptamos la idea de que solo hay una raza. Niños, en todo este tema, es clave entender la dimensión histórica que tiene. Por ejemplo, yo soy francés. Hubo leyes racistas en Francia durante más de 250 años y la gran mayoría de los franceses no lo sabe. Las leyes racistas acabaron en los años noventa con el apartheid de Sudáfrica.

33:24

En 1990. Vamos, fue hace casi nada. Yo nací en 1972, es decir, cuando todavía había leyes racistas en Sudáfrica. Mi abuelo, por ejemplo, nació sesenta años después de la abolición de la esclavitud en las Antillas. La abolición de la esclavitud fue en 1848. Mi abuelo nació en 1908. Y hablo de mi abuelo. Para que veáis lo cerca que nos pilla esa ideología en la que se aceptaba libremente que había distintas razas y razas superiores. Es totalmente comprensible que aún hoy haya problemas de racismo. Pero para ganar tiempo, efectivamente, hay que educar a las generaciones jóvenes para cambiar su forma de pensar. Hay que insistir en verbalizar que sí, nos parece increíble, porque todos los aquí presentes, nos guste o no, somos de la misma familia, de un núcleo que surgió en África y se expandió por todo el planeta. Y ya está.

“¿Por qué tenemos que hablar más de racismo?”. Lilian Thuram
34:44
Leo. Hola, Lilian. Soy Leo. Has participado en exposiciones sobre la historia del racismo como los zoos humanos. ¿Podrías contarnos algo más sobre esto?

34:52
Lilian Thuram. Efectivamente, hace unos años, en el Museo del muelle Branly, con Pascal Blanchard y Nanette Snoep, montamos una exposición titulada «Zoos humanos». Probablemente todos hayáis ido al zoo alguna vez o habréis visto documentales sobre los zoos. Básicamente, vas a un zoo a pasearte y ver a los animales en jaulas. En realidad, lo que no sabéis, niños, es que antes había zoos humanos. Es decir, que otros humanos del mundo, normalmente occidental, europeos, iban a ver a gente en cercados y los presentaban como gente subdesarrollada. Imaginaos que vais por ahí, salís a la calle, vais a un zoo y os encontráis a otras personas. Había personas de África, Asia, Oceanía y América del Sur y las presentaban como seres inferiores. Si os presentan a esa gente como personas inferiores, acabáis por creéroslo. Si a esa gente le pagan para hacer el salvaje, acabáis por pensar que son salvajes. Y eso fue lo que pasó. Y por eso, el racismo se extendió. Porque hubo millones de visitantes que vieron esos espectáculos y volvieron a sus casas pensando que habían visto a salvajes, a seres inferiores.

36:44

A veces había poblados. Había poblados en los que había negros y anunciaban: «¡Atención! ¡Nacimiento en el poblado africano!». Y la gente pagaba la entrada para ver los partos. ¿Os lo imagináis? Así se construyó el racismo y la inferioridad de algunos y la superioridad de otros, porque los visitantes acaban por creerse superiores. Por eso digo, niños, que hay que andarse con ojo. Lo primero de todo es que somos el fruto de los discursos que nos han contado. Si no prestáis atención a los discursos que os cuentan, acabáis por pensar de cierta manera. Esa gente interiorizó que eran superiores. Otra cosa muy interesante es que los zoos humanos son de una época histórica en la que se construyó el relato de que Europa podía colonizar el mundo. ¿Para qué hay que colonizar el mundo? ¿Con qué argumento ideológico? El argumento ideológico era que las razas superiores, los blancos, tienen el derecho y la obligación de educar a las razas inferiores. Vamos, que las razas inferiores deben ser como nosotros.

38:14

Es decir que nosotros, los blancos, tenemos la responsabilidad de conducirlos a la modernidad. Es decir que nosotros, por ser superiores… Bueno, yo no, yo habría estado del otro lado: a mí me habrían considerado inferior por ser negro. Eso es lo interesante. Pero ¿cuánta gente hoy en día ahora mismo piensa todavía de la misma manera? ¿Cuántos piensan que los africanos deberían vivir como los europeos porque su forma de vida, en realidad, no es moderna? Yo creo que todavía hay mucha gente que piensa eso. Es decir, que invadimos un país y sus habitantes están a nuestra disposición para trabajar y las tierras y riquezas de su tierra pasan a ser nuestras. Pero, niños, eso todavía pasa. Por ejemplo, todos tenemos móviles, todos tenemos ordenadores. Pues que sepáis que la gran mayoría de los minerales raros que hay en nuestros móviles vienen de explotaciones de personas, por ejemplo, en África. Por eso digo que cuando hablamos de violencia, cuando hablamos de racismo, cuando hablamos de las desigualdades del pasado, es para arrojar luz sobre el presente. Durante siglos, hombres y mujeres como vosotros han avalado la esclavitud. Durante siglos, hombres y mujeres como nosotros han avalado la colonización.

40:08

La idea es que nos preguntemos qué tipo de violencia avalamos hoy en día. ¿Qué avalamos? ¿No estamos avalando la destrucción del planeta con nuestra forma de comer, vestirnos? A menudo, estamos convencidos, o nos convencen los discursos que escuchamos, de que nuestras costumbres son mejores. Cabría preguntarse si eso es justo. ¿Vale? Pero la clave siempre está en relacionar el pasado con el presente. divertirnos? ¿Acaso no contribuimos todos a la creciente destrucción del mundo? Hay gente que nos avisa y dice que habría que cambiar de costumbres. Pero por nuestro bien, por nuestra comodidad, no cambiamos de costumbres. Y esto no es para culpabilizar a nadie, sino para que nos paremos a pensarlo. Es decir que las violencias del pasado deben llevarnos a reflexionar sobre nuestras actitudes del presente respecto a los problemas del mundo. Por eso, para mí, los zoos humanos son un paralelismo entre el pasado y el presente. Porque ¿qué avalamos ahora? ¿No tendremos complejo de superioridad porque vivimos en Europa respecto a quienes no viven aquí y tienen otras costumbres? ¿Sus costumbres son peores que las nuestras de Europa? A menudo, estamos convencidos, o nos convencen los discursos que escuchamos, de que nuestras costumbres son mejores. Cabría preguntarse si eso es justo. ¿Vale? Pero la clave siempre está en relacionar el pasado con el presente. Para mí, es importantísimo poder reflexionar sobre lo que hacemos y cómo nos relacionamos hoy en día. Lo que puede arrojar algo de luz sobre nuestro comportamiento es el pasado.

42:08
Rubén. Hola, Lilian. Me llamo Rubén. Decías que en el pasado ha habido mucha discriminación: colonialismo, el apartheid… ¿Crees que ha habido un avance? ¿Crees que hay esperanza?

42:20
Lilian Thuram. Lo primero de todo, sí, las cosas… Las cosas han cambiado porque pienso que ahora, efectivamente, en las legislaciones de los países las leyes racistas ya no existen. Por ejemplo, en Estados Unidos, donde había leyes racistas que decían que si eras blanco tenías más derechos que los no blancos. En Francia también hubo leyes así, en España también hubo leyes así, en Europa también las hubo. Pero ahora ya no existen tales leyes. Y esas leyes no existen por los hombres y mujeres que denunciaron la violencia del racismo. Hoy en día, el racismo existe más bien de manera estructural, es decir, después de las leyes, quedó una forma de pensar que sigue instalada en la sociedad. Y la mejor manera de cambiar las cosas es reconocer que hay racismo. Muchas veces, cuando se habla del racismo en Francia y afirmo que efectivamente en Francia hay racismo y que hay que combatirlo, la gente suele negármelo diciendo: «No, un momento, no diga eso. ¿Es que odia Francia? Vale que hay gente racista, pero no toda Francia es racista». Cuando estoy en Italia pasa exactamente lo mismo y creo que en España, igual. La gente no quiere reconocer que en España hay racismo y eso implica que hay mucho trabajo por delante. Es como cuando…

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¿Sabéis cuando hay racismo en un estadio de fútbol y los clubes dicen: «No, eso no son aficionados. No son nuestros aficionados». Claro que sí. Son aficionados de vuestro equipo y significa que hay aficionados racistas en vuestros clubes y hay que denunciarlo. Siempre intentan minimizarlo diciendo que son casos aislados, uno o dos. Pero no, no es verdad. La realidad es que el racismo es cultural y estructural y existe de verdad. Decir que el racismo existe es decirles a quienes sufren el racismo simplemente que lo que están viviendo es real. Y si es real significa que se puede cambiar. Si a mí me llamasen «negro de mierda» y la gente se hiciese la loca, «¿Tú crees? Yo no lo he oído», ¿cómo me sentiría yo? ¿Me humillan y encima me negáis que soy víctima de esa violencia? Así lo único que va a pasar es que la gente se va a volver loca. Por eso creo que lo primerísimo de todo es entender que esto viene de lejos . Siempre ha existido la lucha, en particular de quienes sufren racismo. Siempre. Siempre han luchado para denunciar esa violencia y reivindicar su humanidad.

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Así que pienso que si queréis que las cosas cambien, las generaciones más jóvenes, no podéis pensar que las cosas cambian solas porque nunca ha sido así. La igualdad, niños, no nos la regalan, se gana. Que haya más igualdad, por ejemplo, entre mujeres y hombres se debe a que las mujeres reivindicaron la igualdad. Los hombres no se la regalaron. En serio, esto tiene que quedaros muy claro. La igualdad se gana, no nos la regalan porque los que tienen el poder… La realidad es la que es. Cuando hablamos de racismo, sexismo y homofobia, significa que hay gente discriminada y gente que se beneficia de esa discriminación. Si sois mujeres y la sociedad os discrimina, implica que hay hombres que se benefician de esa discriminación. Si sois negros y la sociedad os discrimina, implica que la gente no negra se beneficia de que os discriminen. Pero quienes se benefician de la discriminación a veces quieren que todo siga igual para mantener sus privilegios. Por eso perdura en la sociedad. Entonces, hay que tener el valor de mirarse y querer cambiar las cosas. Las personas discriminadas deben ser valientes y saber que la verdad está de su lado y como la verdad está de su lado, deben denunciar las injusticias. Y el conjunto de la sociedad, en todas las sociedades, debe escuchar a las personas desfavorecidas. Hay que escuchar a las víctimas de la sociedad porque son quienes conocen la violencia de la sociedad y son quienes, con su lucha, mejoran la sociedad y la vuelven más humana. Siempre. Fijaos en la historia. Las personas discriminadas, las personas vejadas, son quienes, con sus luchas, mejoran la sociedad. Hay que denunciar las injusticias para mejorar la sociedad. Sabiendo que al otro lado habrá gente que se oponga al cambio.

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Nihad. Hola, Lilian. Me llamo Nihad. Quería preguntarte qué aspectos del deporte aplicarías en la sociedad para mejorarla.

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Lilian Thuram. A ver, qué aspectos del deporte… Yo diría que más que en la sociedad, el deporte y concretamente el deporte de alto rendimiento, me han enseñado algo fundamental para todos vosotros, especialmente los más jóvenes, aunque también para los adultos, y es tener la capacidad de tener la lucidez de verse a uno mismo. La capacidad de mirarse al espejo, estar lúcido, mirarse, aceptar que no sabemos hacerlo todo, como es normal, y pensar que no saber hacerlo hoy, no implica no saberlo mañana. Para eso, hay que tener el valor de levantar la mano y decir «no lo sé» y de preguntar a la gente de nuestro entorno para que nos acompañen en el conocimiento. El mayor aprendizaje debe ser conocerse a uno mismo porque ese es el mayor regalo que hay. Conocerse. Y sobre todo aprender que cada uno tenéis más potencial del que imagináis. Muchas veces, a nuestro alrededor, hay gente que nos educa para no confiar en nosotros. Y el deporte de alto rendimiento te enseña a confiar en ti. Tienes que soñar a lo grande, para intentar cumplir tus metas, pero no puedes alcanzarlas solo. Necesitamos a gente que saque lo mejor de nosotros. Hay que prestar atención para no tener cosas que te bloquean, convenciéndote de que no vas a poder, porque muchas veces basta con un pensamiento. Basta con pensarlo.

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Me refiero… a que los que triunfan, en general, no triunfan por casualidad, sino porque han proyectado su triunfo. Tampoco os penséis que es pan comido, porque, evidentemente, la realización puede llegar por ser futbolista, o repostero o electricista… Consiste en decirse: «Sueño con ser tal cosa. Va a costar, voy a trabajar duro, pero mi gente me va a ayudar». Para mí, el mayor regalo que se le puede hacer a alguien es que se tenga en buena estima. Cuando tenéis una buena autoestima, no necesitáis hacer de menos a nadie. No necesitáis insultar a nadie, porque la gente que insulta a los demás casi siempre busca reparar su propia estima. «Vales menos que yo y me crezco haciéndote de menos». Mientras que cuando te valoras, no tienes la necesidad de pisar a nadie. Te resulta más fácil acercarte a la gente. Por eso creo, insisto, en que… Vamos a hablar de lo de Vinicius, ¿vale? Lo que le pasó hace no mucho. La gente que le insultó estaba llena de odio. En realidad, es envidia. Es envidia de que él sea futbolista profesional, de que juegue en el Madrid, de que sea uno de los mejores del mundo. Pero tú tienes envidia porque te gustaría ser él y eso se convierte en odio.

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Es muy interesante. El odio, lo sufre quien tiene muy mala autoestima. Necesitan menospreciar a los demás para sentirse suficiente. Yo estoy convencido de que hay que educar a los y las jóvenes para que entiendan que lo más importante para un individuo es valorarse a sí mismo. Esa autoestima empieza por recibir amor. El amor ahora es algo muy gordo, pero es fundamental. ¿Sabéis qué tenemos todos en común? Que pedimos amor. Todos los presentes. Es más, lo que nos hace avanzar es el amor. Por eso, por cierto, entre vosotros hay que tener cuidado con no herir a los demás. No herir a los demás con actitudes y palabras porque vais a minar la autoestima de los demás y hay que evitarlo. Sinceramente, opino que el deporte de alto rendimiento podría enseñar eso a nivel educativo. O sea, yo vengo de un pueblecito, Anse-Bertrand. Yo tenía un sueño, y si lo conseguí fue porque hubo gente que me dijo: «Mira, si te equivocas, no pasa nada. Prueba otra vez. Si te equivocas, no pasa nada. Prueba otra vez. Prueba así. Enfócalo asá. Hazlo así mejor».

53:11

A lo largo de mi vida, he tenido a muchísima gente que me ha hecho esos regalos y que me ha permitido creer en mí. Creed en vosotros. Confiad en vosotros. Que no os asuste decir «no lo sé». Que no os asuste estar lúcidos sobre vosotros mismos, estar lúcidos en la sociedad en la que vivís y tened el valor de decir: «Quiero ser mejor, quiero que la sociedad mejore y voy a dar de mí para mejorar la sociedad. En cualquier caso, voy a convertirme en la mejor versión de mí». Pero mi mejor versión no tiene por qué ser mejor que la de mi amiga porque no me comparo con ella. Voy a ser mi mejor versión y solo conseguiré serlo con los demás. Los demás van a ayudarme y yo también. Yo también voy a ayudarles a ser mejores. Yo es que lo veo así. Para mí, el amor es fundamental y central en todo. ¿Cuánto os queréis? ¿Cuánto sois capaces de querer a los demás? Para querer a los demás, hay que quererse a sí mismo. Y quererse de verdad.

“¿Por qué tenemos que hablar más de racismo?”. Lilian Thuram
54:43
Jorge. Hola, Lilian, ¿qué tal? Yo soy Jorge. Soy profesor de estos alumnos. Primero de todo, gracias por darnos una visión tan honesta sobre este tema. Estamos aprendiendo mucho todos de ello. Mi pregunta iba más enfocada a, muchas veces, en la televisión vemos que usan los movimientos migratorios para echarles la culpa de la falta de trabajo. ¿Crees de verdad que la crisis fomenta este racismo o simplemente se utiliza como una técnica para mantenerlo?

55:13
Lilian Thuram. A menudo, efectivamente, se culpa a los más pobres. Se considera que los pobres son un peligro para la sociedad. Pero eso no es nuevo, siempre ha sido así, siempre es culpa de los más pobres. Por eso también cuando surge la idea de crisis, ¿vale?, las crisis implican que no hay suficiente para todos. Implica que… por ejemplo, hay un número limitado de empleos, una cantidad limitada de comida implica que no hay para todos y que no podemos acoger a todos. Eso va a generar tensiones. Si nos dicen que no hay para todos y que no tendremos suficiente todos, normal que cree tensiones. Pero lo que no dicen nunca es que algunos tienen demasiado. En realidad, el problema es la distribución de la riqueza. Muchas veces el análisis que se hace nunca llega a la conclusión de que hay ricos muy ricos que tienen demasiado. Nunca se dice que los ricos tienen demasiado. Dicen que no hay suficiente para nosotros, para los necesitados. Eso significa que si no hay para los más necesitados, entonces si vienen más de fuera, ahí ya sí que va a ser demasiado. ¿Vale? Y ese discurso siempre ha sido el mismo. No se habla de redistribuir la riqueza.

56:49

Vivimos en un mundo en el que quizás una minoría de la gente ostenta la gran mayoría de la riqueza mundial. Esa es la realidad. Pero la mayoría de la gente no lo sabe. Mucha gente no es consciente de eso y por eso no pensamos así. Si todos los días dijesen por la tele: «Por cierto, un porcentaje minúsculo de gente ostenta la mayoría de la riqueza mundial y ese es el problema», quiero pensar que la gente, en realidad, dejaría de pensar que el problema son los inmigrantes o quienes quieren venir a Europa. Claro que no, el problema sería una minoría de ricos que acapara la riqueza mundial. Y que habría que implantar políticas para que se redistribuyera la riqueza. Yo sigo pensando que hay que cambiar de discurso, pero también hay que preguntarse quién construye el discurso de una sociedad. No son los pobres quienes construyen el discurso. Cuando ha habido… Cuando hay una crisis, efectivamente, los más ricos construyen el relato de que hay un problema de redistribución, sí. Pero no van a decir que son ellos quienes acumulan la riqueza. Porque la clave siempre ha sido quién construye el relato y para qué. Si dicen, por ejemplo, que las personas negras son distintas a las blancas y que son inferiores y que no son como las blancas, pues eso es para que resulte más fácil explotarlos. Eso fue lo que pasó con la esclavitud.

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Cuando quieres construir la idea de que se puede explotar a cierta gente, hay que empezar por decir que no son como vosotros, son inferiores. Por eso hay que tener tanto cuidado con los discursos que dicen: «Están ellos y nosotros. Están ellos y nosotros. Es normal que nosotros tengamos más derechos que ellos porque ellos no son como nosotros». Y eso es lo que ocurre en las épocas de crisis. Por un lado estamos nosotros, es decir, nosotros, que nos protegemos de ellos. Y a ellos no podemos aceptarlos porque no son como nosotros y porque vienen para quitarnos lo que tenemos. Es una cuestión de discurso. Es más, desde hace muchísimo tiempo, hay personas que proclaman esos discursos para que no se los vea como los explotadores que son. No sé si me estoy explicando, niños, pero es muy importante. Todo depende del discurso. Si os dicen que ciertas personas son un peligro para vosotros, terminaréis creyendo que lo son. Ni siquiera habéis visto a esa gente, pero creeréis que es verdad. Quizá vuestros padres acaben pensándolo también y la sociedad acabe aceptándolo como verdad. Y en el momento en que acabe siendo algo compartido por la gran mayoría, la mayoría violentará a esas personas y os parecerá normal porque se ha construido la idea de que no son como vosotros. Son diferentes, son un peligro y quieren quedarse con lo nuestro. Así que, efectivamente, se trata de un discurso.

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No, no es por la crisis, es que es el discurso que se asocia a la crisis. Por eso creo que siempre nos interesa preguntarnos quién habla, quién dice las cosas y por qué. ¿Por qué se dicen ciertas cosas? ¿Por qué se construyen ciertos discursos? Yo sigo convencido de que lo principal es que hay mucha muchísima riqueza y que el problema de verdad es que hay una pésima redistribución de esa riqueza y que hay que implantar políticas de solidaridad. Pero todos tenemos un lado egoísta que nos persuade de que si los demás no tienen suficiente se lo han buscado y que se aprovechan del sistema. Eso también se dice mucho. Y eso. ¿Por qué digo esto? Porque ya os he dicho que mi madre se fue a trabajar a Francia sola, emigró. Yo llegué a París y mi madre era limpiadora y éramos cinco. Vamos, todos los discursos degradantes diciéndonos que no deberíamos estar allí, que todo era culpa nuestra, nos los soltaron. De ahí que piense así. He estado del lado de los humillados a los que nos decían que no nos querían aquí. Y sí, fui futbolista, pero nunca olvidé las cosas que me dijeron de pequeño, sobre mi madre, por ejemplo. Por eso ahora digo que hay que implantar políticas de solidaridad en la sociedad.

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Vivimos en sociedades en las que a cada uno se nos educa, especialmente a los jóvenes, para pensar que existís solo a través de vosotros mismos y que no necesitáis a nadie. Que si queréis, podéis. Y que quienes no pueden es porque no se esfuerzan. No es cierto. Cada uno de nosotros somos el resultado de las conexiones, empezando por nuestra familia. Para empezar, un niño no puede sobrevivir solo. Un niño pequeño que está solo se muere cuando es muy pequeño. Nos necesitamos los unos a los otros. Hay que acercarnos unos a otros. A mí me da la impresión, a lo mejor es la edad, de que vivimos en una sociedad donde, efectivamente, se educa, se os educa para pensar que no necesitáis a nadie. Por ejemplo, algo que me choca mucho es que cuando yo era joven si querías hacerte una foto le decías a alguien: «Perdona, ¿me haces una foto?». Pero ahora ya ni eso porque la gente se hace selfis. El otro ni siquiera existe. Nos bastamos sin nadie. Podemos ir a una tienda y no hablar con nadie, incluso pasar por caja. Acabamos solos. A lo mejor es un discurso carca, pero es lo que soy, así que… No puedo remediarlo. Cuidaos unos a otros. No podemos existir sin los demás. No existimos sin los demás. Da igual lo que hagáis, necesitáis a gente en vuestro entorno porque somos seres sociales. Somos seres emocionales y es una faceta importantísima. Solo me gustaría añadir que ha sido un encuentro superagradable. De verdad lo digo. Cuidaos y cuidad a vuestros seres queridos. Cuando lleguéis a casa, decidles a vuestros padres que los queréis un montón. A veces no somos conscientes de lo que hacen por nosotros. Lo damos por sentado. Además, si les decís que los queréis un montón, seguro que ganáis muchos puntos. ¿Vale? Muchas gracias.