Nuestro cerebro ilusionista
Jorge Blass y Jordi Camí
Nuestro cerebro ilusionista
Jorge Blass y Jordi Camí
Mago y Neurocientífico
Creando oportunidades
Un encuentro entre la magia y la neurociencia
Jorge Blass y Jordi Camí Mago y Neurocientífico
Jorge Blass y Jordi Camí
Magia y neurociencia, ¿qué tienen que ver? La respuesta está en cómo reacciona nuestro cerebro ante lo que no tiene explicación. Efectos especiales, ilusiones ópticas, espectaculares y asombrosos trucos … El secreto de la magia está en el funcionamiento de nuestra mente. ¿Cómo logran los magos hacernos ver lo imposible? ¿Qué interferencias producen en nuestros procesos cognitivos? ¿Cómo explica la magia el funcionamiento de nuestro cerebro?
En un sorprendente encuentro, el ilusionista Jorge Blass y el neurocientífico Jordi Camí responden a estas preguntas a golpe de trucos de magia y mucha ilusión. Un viaje fascinante para indagar en los misterios de la cognición humana, los procesos de atención, la memoria visual y la percepción.
Jordi Camí es doctor en Medicina, catedrático de Farmacología en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, director general del Parque de Investigación Biomédica de Barcelona y vicepresidente de la Fundación Pasqual Maragall para la investigación del Alzheimer. Apasionado de la magia, es miembro activo de la Sociedad Española de Ilusionismo (SEI), desde la que promueve estudios científicos sobre el funcionamiento del cerebro ante la magia. En 2020 publicó ‘El cerebro ilusionista: La neurociencia detrás de la magia’.
El ilusionista Jorge Blass ha sido apodado como “El mago del siglo XXI”. Se formó en la escuela de magia de Juan Tamariz y sus espectáculos han llenado estadios desde los años 90. En ellos mezcla la magia tradicional con las nuevas tecnologías, utilizando drones, hologramas, efectos especiales, e incluso, redes sociales. Su trabajo llamó la atención del mismísimo David Copperfield, quien dijo de él que “eleva la magia a otro nivel”. Ha recibido numerosos premios, entre los que destacan la ‘Varita de Oro’ de Montecarlo o el ‘Primer Premio Internacional de Magia’ de Portugal. También es miembro fundador de la ‘Fundación Abracadabra de Magos Solidarios’, director del ‘Festival Internacional de Magia’ de Madrid y autor del libro ‘Magia para no dejar de soñar’ (2003).
Transcripción
Y es nuestro objetivo principal: conseguir que durante unos instantes todo parezca posible. Y ese juego para mí es muy interesante, ese juego entre el mago y el espectador. A mí me gustaría empezar proponiendo un pequeño juego. Como la magia es volver a la infancia, Jordi, vamos a volver un poquito a la infancia. Y quiero que juguemos, que nos convirtamos un poco en niños. Muchas gracias. Mira, aquí tenemos un juego muy sencillo, el tres en raya. Entonces, fíjate que puedes jugar en cualquier dirección y te pido que juegues a ganar, Jordi.
Y ante este alud de información, al cerebro no le queda otro remedio que organizarse unas estrategias para captar la realidad, entenderla, procesarla, relacionarse bien con el entorno, adaptarse, reaccionar, etcétera, etcétera. ¿Qué pasa? Que estos setenta gigabytes que recibe cada retina, cada segundo, son ingestionables, pero es que además ahí empieza todo un conjunto de cuellos de botella conforme esta información entra en el cerebro y se va procesando. Un ejemplo: la información que viene por la retina se canaliza, va al interior del cerebro para procesarse. De hecho, el procesamiento visual está ahí detrás, en el occipital y el cable que, digamos, que conduce esta información, que es el nervio óptico, pues el nervio óptico como máximo conduce información a un volumen de un megabyte por segundo. Por lo tanto, la estrategia principal es que el cerebro capta, se queda con rasgos, solo con detalles. No da más de sí. Además, esta información necesita de un fichero, que es la memoria de trabajo, la memoria temporal, que también tiene sus limitaciones. Y con estos detalles, con estos rasgos, construye la realidad. Y la construye gracias a que tenemos unas memorias, unas bibliotecas personales, que nos permiten rápidamente reconocer aquello que vemos e, incluso, lo que hacemos generalmente es que nos anticipamos. El cerebro es lento. Desde que se recibe una señal hasta que reaccionas, tardamos un tercio de segundo. Esto en neurociencia es mucho y no nos podemos permitir el lujo de este retraso. ¿Cuál es la solución? Anticiparse, ¿no? Anticiparse.
Y en realidad lo que hacemos son predicciones, constantemente. Predicciones muy certeras, buenísimas, casi infalibles. Y con estas predicciones vamos funcionando. Salimos a la calle en una vía pública de doble sentido y los coches siempre vienen por la izquierda, hasta donde yo sé. Y esto es aprendido, esto es automático. No se nos ocurre otra cosa, excepto cuando viajas a Londres por primera vez en tu vida y los coches vienen por la derecha, y el susto es sistemático, a pesar de que está escrito en la acera: “Cuidado, que los coches aquí vienen por la derecha”. Porque estamos anticipándonos. Estamos haciendo estas predicciones constantemente. Y esto es un error de predicción que da lugar a esta sensación de imposibilidad de: “Aquí no cuadra nada”. Déjame que te ponga un ejemplo, si eres tan amable. Mira, aquí tenemos un dado magnífico. Los colores… Tiene muy buen aspecto, estarás de acuerdo. En realidad no es… Bueno, no es un dado, es una caja. Es una caja que contiene otro dado, otro cubo, un cubo en blanco y negro, como podéis ver. Ya no es tan bonito. Que estaba dentro del dado rojo, de esta caja roja. Este cubo, este cubo en blanco y negro en realidad también es otra caja. Es una caja vacía que no tiene nada. Lo que no cuadra es que ahora el dado que antes contenía el dado gris, ahora contiene el dado rojo y esto no se entiende, esto es un error. Esto no cuadra. Esto es un error de predicción.
Por eso, cuando años después me encuentro a alguna persona, me pregunta: “¿Tú hiciste un juego con una botella y una moneda que volaba?”. Y claro, yo no recuerdo ese efecto, pero en su mente él lo ha magnificado y lo ha amplificado hasta el punto de que lo transforma. Uno de los mayores efectos cometa que se conoce es la cuerda hindú. La cuerda hindú es que contaban los viajeros occidentales que en la India había un padre con su hijo, que tocaba una flauta y, al sonido de esa música misteriosa, una cuerda empezaba a flotar y se perdía entre las nubes. El niño se agarraba a aquella cuerda y empezaba a trepar y ese niño desaparecía entre las nubes. Bueno, siento decirte que esa cuerda, desde luego no era tan larga, y tampoco el niño trepaba entre las nubes. Es producto de esa imaginación o de ese efecto cometa. Me gustaría explicarte un poco cómo estructuramos los magos nuestra magia con un ejemplo muy visual y muy sencillo. Mira, un truco de magia es algo sencillo, simple, como este trozo de hilo, más o menos, que estás viendo aquí. Y está formado por varios elementos, por supuesto, está formado por las horas de ensayo, las horas de ensayo que dedicamos a lo que hacemos. También está formado por la puesta en escena, la presentación, importante, que cautive al espectador. Luego hay una parte psicológica que, como tú sabes, es muy importante. Y también está el granito de arena que todos los magos a lo largo de la historia han aportado a ese efecto concreto de magia. Y luego, por otro lado, está, por ejemplo, el truco. El truco, como ves, no siempre es tan importante, ¿verdad? Y todos estos elementos son los que hace que el mago, a lo largo de los años, perfeccione su efecto mágico, que trabaje en estas técnicas que, además, tienen un objetivo muy noble, y es que estas técnicas permanezcan ocultas. A diferencia de otras artes, en la magia, la técnica permanece siempre oculta. Y a lo largo de los años conseguimos que el espectador suspenda su incredulidad durante unos instantes, perfeccionando todas estas técnicas. Con un objetivo.
El objetivo es hacer creer que, durante un momento, todo es posible.
Los magos son artistas en no generar ningún tipo de contraste, de que todo sea lógico y predecible durante la presentación. Los magos, y de esto hablaremos después quizás más extensamente, son los reyes, los artistas del control de la atención del público. Y no solo esto, sino que a veces también manipulan percepciones. También los magos a veces hacen “diabluras” en cuanto a lo que son las memorias: de lo que recuerda al público que ha pasado hace segundos, hace minutos, ¿no? Incluso también pueden manipular ciertas elecciones o decisiones. Por lo tanto, realmente es un… Digamos que hay una gran variedad de mecanismos de interferencia, porque se dirigen a distintas estrategias que tiene el cerebro para para soslayar, para superar aquellas limitaciones físicas y metabólicas que comentaba hace un momento. Hay una estrategia que es maravillosa, que quiero contarla, y que ahí la magia hace muchos deberes, y es que construimos lo que denominamos una ilusión de continuidad. Porque la realidad, aunque no nos enteremos, nosotros captamos la realidad de forma fraccionada. Y ahora contaré el porqué. Y con esta captación fraccionada, construimos una realidad ilusoria que es continua. Bueno, esto nos permite ir al cine. En el cine nos pasan de veinticinco a treinta fotogramas por segundo, incluso ahora con altas tecnologías, y nosotros no nos enteramos de que hay estos fotogramas uno tras otro. Es decir, captamos la realidad de forma fraccionada y la construimos de manera continua.
Esto es debido a que el procesamiento visual es muy complejo. Antes ya hemos comentado: cuellos de botella, obstáculos, etc. Y además, en la retina, donde recibimos aquella cantidad, aquel alud de información, en toda la retina, solo en una porción muy pequeña de esta retina es donde tenemos agudeza visual. Es decir, ahí es donde realmente distinguimos, con colores y con detalles, que aquello es una persona y aquello es un animal, para entendernos. El resto de la retina es imprescindible para la escala de grises, para otras cosas, pero si una persona tiene una lesión en esta parte, que se llama fóvea, tan pequeña, que no llega, no alcanza el dos por ciento de toda la superficie de la retina, aquella persona es declarada ciega, porque no puede funcionar. Bueno, entonces, si solo tenemos agudeza en aquella parte ¿cómo solventamos esto? Entre otras cosas, lo que hacemos son unos movimientos rápidos de los ojos. Vamos como pixelando, como haciendo brochazos de lo que es el paisaje que estamos viendo. Pam, pam, pam. Con estos movimientos rápidos, que lo que hacen es enfocar la fóvea a un sitio concreto. Mira, se llaman movimientos sacádicos, esto es lo de menos, y hacemos la friolera de dos o tres movimientos por segundo, o más. Y suerte que no lo vemos, no nos enteramos, porque nos asustaríamos de nosotros mismos. Bueno, este es el mecanismo que te permite construir esta ilusión de continuidad, porque lo que hacemos es fusionar imágenes con lo anterior y también rellenar huecos. Y la vida sigue, y funcionamos muy bien.
Bueno, la magia se aprovecha de esto. ¿Por qué? Porque este mecanismo de rellenar huecos y de fusionar y tal, tiene, digamos, algunos efectos colaterales. O ventajas. Una ventaja, que todo el mundo sabe de esto, todo el mundo está familiarizado, es que se dice que en el mundo de la magia la mano es más rápida que la vista. Y es verdad, a veces los magos hacen algunas maniobras a una velocidad que no nos enteramos. Bien, esto pasa. También hay otro efecto colateral que tiene que ver con lo que antes mencionaba de memoria de trabajo, la memoria temporal. Hemos de tener en cuenta que, para estar hablando, necesitamos permanentemente un fichero de información que nos lo tenga ahí todo puesto para, por ejemplo, escribir una oración que tenemos en la cabeza, o para llamar a un teléfono que nos acaban de decir. De hecho, la memoria temporal tiene su saturación, tiene sus limitaciones y no podemos retener más de siete a diez conceptos en un momento determinado en la mente, porque hay una saturación. Bueno, los magos se aprovechan de que esta captación fraccionada de la realidad se hace continua y se hace mediante este fichero de memoria temporal, y se aprovechan de un efecto colateral que denominamos técnicamente “ceguera al cambio”. Porque, más allá de la velocidad, esto es distinto, hay determinados cambios de los que no nos enteramos. Por ejemplo, este es el motivo por el cual vas tú por la acera y de golpe te encuentras a una persona con un patinete ahí delante. ¿De dónde ha salido? Porque tienes problemas para ir comparando las escenas.
O el conductor que de golpe se encuentra con una bici. Pero ¿dónde estaba esta bicicleta? Esto se llama ceguera al cambio. Tú conoces estas cosas, Jorge, estás ahí riendo. Va. Danos un ejemplo de este fenómeno de ceguera al cambio.
Y después hay personas, no sé cuántas, a las que la magia no les interesa para nada. Pero volvamos al principio: la magia ha sabido, de manera empírica, ha descubierto maneras de poner en evidencia, de dejar en evidencia el funcionamiento inconsciente del cerebro y todos estos procesamientos. Hay una cosa que me interesa preguntarte. Tú estás implicado en una fundación, Abracadabra, creo, que tiene fines solidarios, con otros magos y, por lo tanto, seguro que habías hecho magia en situaciones muy especiales, con personas en situaciones límite. Cuéntanos un poco también, ahora que hablamos de la experiencia mágica, ¿cuál es tu experiencia cuando habéis hecho magia ante personas en riesgo, en situaciones muy desfavorecidas, en situaciones muy especiales?
Atención, percepción. Si no atiendes, no te enteras. Si no atiendes, no sabes lo que ves, ahí la magia… Ahí la magia interfiere, porque sabe, entre otras cosas, de nuevo, que para atender, para fijarte en algo, necesitas tu memoria de trabajo, que tiene estas limitaciones y esto da de sí lo que da de sí. Los magos son tan buenos controlando la atención que incluso han acuñado un palabrote, digamos, que reúne todas esas técnicas, que se llama “misdirection” y que ha hecho fortuna, porque es una manera rápida de entenderse, a lo que se refiere a un mago cuando hace una determinada maniobra. En cuanto a la atención, a los magos a veces les interesa captar la atención de una manera aguda. Cuando el mago sacaba el conejo de la chistera, todo el mundo miraba. A los magos también, a veces, les interesa desviar la atención, es decir, que el público se concentre o atienda o mire en un sitio donde le interesa al mago, para poder hacer deberes en algún otro sitio donde nadie está atendiendo. Esto es desviar la atención. Pero si hiciéramos una estadística, creo que allá donde se gana más el sueldo un mago es dividiendo la atención. La atención es un proceso que es secuencial, es decir, aunque se diga, porque es un mito, que hay personas multitarea y que son capaces de hacer varias cosas a la vez, esto no es verdad. Lo que pasa es que hay personas entrenadas en hacer una cosa tras otra. Por lo tanto, claro, si tú divides la atención, o atiendes a un sitio o atiendes a otro sitio, pero no puedes atender dos cosas simultáneamente.
Si van a ver a Jorge Blass o a algún mago, por favor, no miren Facebook o WhatsApp mientras Jorge está presentando un efecto, porque lo van a perder, es decir, porque tú no puedes atender varias cosas a la vez. La magia es muy peculiar, necesita que tú navegues por el hilo conductor del mago para tener este: “No puede ser, si no ha hecho nada”. Pero para decir que no ha hecho nada tienes que haber atendido. O sea, que dividir la atención es otro de los mecanismos, digamos, que la magia utiliza más a menudo. Bueno, como os decía, cuando uno atiende, pues es cuando está en condiciones de procesar y en condiciones de interpretar. Y percibir es un fenómeno interpretativo. Nosotros, cuando hemos de explicarle a otra persona una cosa nueva, siempre la describimos: “He visto una especie de paraguas que no tenía mango, pero en cambio, en vez…”. Siempre lo comparamos con algo, porque todo lo interpretamos rápidamente porque hemos ido acumulando en nuestras bibliotecas particulares, en nuestras memorias, muchísima información. Y eso es lo que nos permite percibir inmediatamente las cosas. Yo siempre me acuerdo, no la diré exactamente, pero creo que es muy demostrativa, una frase del gran mago Gabriel García Márquez, mago, poeta y escritor. En ‘Cien años de soledad’ hay un momento en que hay una frase, yo creo muy demostrativa, que dice, a ver si lo digo bien: “Había un tiempo en que las cosas…”, aquello que descubren en el hielo.
“Había un tiempo en que las cosas eran tan recientes, que para nombrarlas habría que señalarlas con el dedo”. Que es lo que te está diciendo, que no había nombre, porque siempre todo… En el mundo de la percepción hay muchos mecanismos, aquí nos alargaríamos mucho. Los magos también saben, pero me quiero referir a uno que es muy peculiar, porque es muy automático. En neurociencia decimos que es cognitivamente impenetrable, es decir, que siempre pasa, siempre sucede. Y es que cuando vemos una imagen, como mi mano, parcialmente oculta, este caso es muy fácil, nosotros automáticamente ya nos imaginamos qué hay detrás. Nosotros completamos de manera automática, irrefrenable, sobre la base siempre de nuestra experiencia. Claro, si no hay experiencia… Y este procedimiento de completitud amodal es también una estrategia, un mecanismo, del que los magos se aprovechan para hacer muchos, muchos efectos de magia. La percepción amodal. Va, ponnos un ejemplo…