“No es cuestión de comer bien, sino de dejar de comer mal”
Julio Basulto
“No es cuestión de comer bien, sino de dejar de comer mal”
Julio Basulto
Dietista-Nutricionista
Creando oportunidades
Comer de todo no es bueno para la salud
Julio Basulto Dietista-Nutricionista
Julio Basulto
Creer que comer de todo es saludable, que el desayuno es la comida más importante del día o que añadiendo vitamina D y C a tu alimentación tendrás más salud son algunos de los mitos más extendidos entre la población. Para el dietista-nutricionista Julio Basulto, la clave no está en comer bien, sino en dejar de comer mal: “Los daños a la salud no se compensan tomándote soja germinada; es mejor que recuerdes que, tanto para tus hijos como para ti, la clave es alejar de tu día a día los productos malsanos, que piensas que son excepción pero que, en realidad, son norma”.
Fue editor de la Revista Española de Nutrición Humana y Dietética, y Basulto también ejerce como docente en diversas instituciones y consultor en comités especializados. Además, colabora en múltiples medios y es autor de numerosas publicaciones científicas y libros como ‘No más dieta’, ‘Mamá come sano’, o ‘Se me hace bola’, donde aborda temas como la alimentación vegetariana, la obesidad infantil y la creciente preocupación por comer sano. Julio Basulto desmonta falsas creencias a través de una sólida base científica. Su principal objetivo es que comamos conscientemente porque “no se trata de ‘imponer’, sino de incorporar dentro de casa un patrón de dieta sana para que nuestros hijos aprendan con el ejemplo”, concluye.
Transcripción
Vigilar constantemente al niño porque corre peligro, su vida corre peligro. No nos olvidemos del cinturón, en el coche mejor a contramarcha, cuidado con las carreteras, etcétera. Lo que deberíamos tener presente es no quitarle ojo, la piscina, por ejemplo, jamás quitarle ojo. Lo segundo, vuelve a no tener que ver exactamente con la nutrición, sí con la salud pública, que son las vacunas. Hay, desgraciadamente, hay una corriente antivacunas y esa corriente puede poner en serio riesgo la salud de muchos niños. Las vacunas pueden prevenir de tres a cinco millones de muertes cada año. No vacunar al niño es un serio error y conviene recordárselo a los padres de nuevo. Y eso es algo que no es exactamente nutricional y que tiene que ver con su salud. Y lo último que yo diría antes de empezar a hablar de nutrición, que tampoco tiene que ver con la salud, es el buen ambiente en el hogar. La hostilidad en el hogar se correlaciona con niños que tienen no solamente peor autoestima, sino que además comen peor, tienen más riesgo de obesidad y más riesgo de trastornos de comportamiento alimentario. Así que, intentemos generar un ambiente en el hogar en el que haya calidez, en el que haya armonía, en el que haya respeto. Si tenemos una discusión con nuestra pareja, o con nuestros padres, o con nuestros amigos, no la tengamos delante de los niños. Intentemos evitar que el niño presencie situaciones agresivas, situaciones violentas. Y una vez que ya entramos en el terreno de la nutrición, lo primero, o lo más importante en la primera infancia por lo menos, es la lactancia materna, que es un pilar de salud pública descuidado. Y las fases de lactancia materna han aumentado, pero no en absoluto lo que debería.
Los estudios rigurosos constatan que si queremos que nuestros hijos de mayores coman bien, lo más importante es que nosotros comamos bien. No es tanto lo que dices, sino lo que haces. Eso es educar. Educar es educarte a ti. Yo estoy convencido que los niños nos educan a nosotros. Tú ves que tu hijo es un espejo de lo que estás haciendo mal y dejas de hacerlo mal para que él no lo haga mal. Por lo tanto, te ha educado él a ti. Bien, primero, el ejemplo de los padres. Y el segundo, la disponibilidad en el hogar. Ojos que no ven, corazón que no siente. Hay un par de psicólogos a los que admiro mucho, que son Alberto Soler y Conchín Roger. Ellos dos tienen un libro que se llama Hijos y padres felices, y en él tienen una explicación muy buena para esto que explico de la disponibilidad en el hogar y de los ojos que no ven, corazón que no siente. Ellos dicen: «Pon en tu casa un cajón en el que se lea, lo escribes tú: no abrir bajo ningún concepto». Tú misma y yo mismo, por supuesto, al cabo de un rato, no hace falta que pasen días, lo abrirás a ver qué había dentro. Y en otro cajón, dicen ellos, Alberto y Conchín, pon: «Aquí siempre los juguetes», lo escribes en rotulador. Ahí no los pondrás.
Si esto nos cuesta a los adultos, a mí mismo por ejemplo, me cuesta contenerme con el chocolate. Yo sé que el chocolate es un alimento cariogénico y obesogénico y que no es muy nutritivo, pero me cuesta contenerme. Por lo tanto, no sé dónde está. Yo sé que en casa hay chocolate, pero no sé dónde está. ¿Por qué? Porque tengo tres hijas y de vez en cuando celebramos algún cumpleaños.
Y para los niños, a mí me gusta mucho una campaña que promovió Michelle Obama, que se llamaba «La campaña cinco, dos, uno, cero». Una campaña que para mí resume bastante bien qué es, o qué debería ser, la salud infantil, los pilares de la salud infantil. Cinco, dos, uno, cero. Unos números importantes. Primero cinco, cinco raciones de frutas y hortalizas como mínimo cada día. Esto no significa que tengamos que obligar al niño a que se lo coma. Sencillamente ponemos a su alcance raciones de frutas enteras y hortalizas, si se las quiere comer bien, y si no también bien. La educación también pasa por la exposición, por que sepa que está ahí. Dos, dos horas máximo de pantallas al día. Eso incluye tablets, móviles, por supuesto, televisión y ordenadores, dos horas máximo de pantallas al día. Una hora mínimo de actividad física al día y cero bebidas azucaradas. Y dentro de este cero tenemos que incluir, por supuesto, a los zumos, de los cuales si quieres…
La primera, es que no es cuestión de comer bien, sino cuestión de dejar de comer mal. Pensamos que podemos compensar un patrón malo de alimentación con productos que tienen un sello eco, que dicen que no tienen gluten, que tienen lactosa, o que por ejemplo, dicen que no tienen azúcar. Y no funciona así, es mucho mejor pensar en lo que dejamos de hacer mal. ¿Qué es comer bien para los expertos en salud pública? En la primera infancia, la lactancia materna, sobre todo o en su defecto, a la leche de fórmula, perfecto. Y a partir de los dos o tres años en adelante, la alimentación saludable se puede resumir en más vegetales, menos animales, y pocos o ninguno productos procesados y alimentos superfluos. Esa sería la clave de una buena alimentación. Es mucho resumir, pero es que en el fondo es así de simple la reflexión.
“Una alimentación saludable consiste en más vegetales, menos animales, y pocos o ninguno productos procesados y alimentos superfluos”
Total, ¿por qué no ocurre esto con la fruta entera? Pues no ocurre porque sus azúcares no son libres, no están liberados. Cuando están en forma de zumo entran rápidamente en tu cuerpo, y cuando los masticas entran lentamente. Por eso, la OMS llama, la Organización Mundial de la Salud, denomina a los azúcares de la fruta entera azúcares intrínsecos, tiene una denominación diferente que los de la fruta en forma de zumo que se llaman azúcares libres, que son los mismos azúcares libres que puedes encontrar en una bebida azucarada mal llamada refresco. Respondiendo a tu pregunta, ¿qué fruta conviene que tomemos en verano? La de la que sea la estación, la que encuentres barata cerca de tu casa. A mí me gusta mucho la nueva guía de la Generalitat de Cataluña de alimentación, no sé si la conoces, que se llama «Pequeños cambios para comer mejor». Esta guía ha renegado de la famosa pirámide de la alimentación. ¿Te suena la típica pirámide de la alimentación?
Yo llevo siempre un reloj encima contándome los pasos que, por cierto, están a punto de subirlo. Aún se está planteando subir esta cifra.
«Te», tabaquismo. Las cifras de tabaquismo en España estaban disminuyendo y han dejado de disminuir, están estancadas y posiblemente estén aumentando. Algo está pasando y es momento de recordar a la población que el tabaco mata. Una persona que fuma es una persona que, probablemente, en el 50 por ciento de los casos va a morir a causa del tabaco y en todos los casos va a tener consecuencias sobre su salud. Se estima que en España mueren cada día 150 personas por culpa del tabaco. Eso es como si un avión se estrellase sin supervivientes cada día. En el tabaco, por cierto, y acabo con el tabaco, el mensaje que tenemos que dar a la población es: «Pide ayuda sanitaria para dejar de fumar». La ayuda sanitaria multiplica por diez las posibilidades de que tú dejes de fumar. En parte porque has pedido ayuda. Porque esto pasa como cuando vas al psicólogo. Yo cuando he ido al psicólogo ya no digo que…
Si tú estás rodeada de gente que te agrede, de gente agresiva, de gente dañina, sea jefe, o compañeros, sea tu pareja, o sean tus padres, o sean tus amigos. Muy probablemente vas a fumar, muy probablemente vas a beber alcohol, o no vas a dejar de hacer esos malos hábitos. Así que, probablemente, esta «R» de relaciones dañinas es la más importante de todas.
La ciencia, el artículo más reciente publicado en Lancet, una revista científica muy rigurosa, dice que el alcohol causa 2,8 millones de muertes cada año en el mundo. Los accidentes de tráfico en el mundo matan a un millón de personas cada año. Es decir, el alcohol mata tres veces más personas que los accidentes de tráfico, y sin embargo, cuando subimos en el coche nos ponemos el cinturón de seguridad e intentamos respetar, al menos la mayoría, las normas. La gente toma alcohol muy a menudo. La población española toma más calorías a partir del alcohol que a partir de las legumbres. Así que alguien tiene que decir que ese mensaje torticero y manipulado de que la copita de vino es buena, alguien tiene que extinguirlo. Ese estudio de Lancet, concretamente, decía que no hay un nivel de consumo de alcohol, el nivel más seguro de consumo de alcohol, eso incluye cerveza, eso incluye vino o champagne, o cualquier otra bebida alcohólica, es cero. Eso es lo que aparece en ese mensaje. ¿Por qué? Porque a partir de cualquier dosis de alcohol empieza a aumentar el riesgo de diversas patologías. Una de esas patologías es el cáncer de mama. El cáncer de mama es uno de los cánceres más frecuentes en mujeres, cerquita del cáncer de pulmón causado, sobre todo, por el tabaco. La investigación más reciente sobre esto indicaba que una mujer que toma una botella de vino al cabo de la semana, que no es tanto, por cierto, porque una copita al día al final de la semana puede perfectamente sumar una botella de vino, está aumentando su riesgo de cáncer de mama tanto como si se fumase diez cigarrillos al cabo de la semana.
Todos sabemos que el cigarro, que el tabaco, produce cáncer, pero casi nadie sabe que el alcohol produce cáncer de mama. Cada copa de vino incrementa un 5 por ciento tus posibilidades de padecer un cáncer de mama. E insisto, el cáncer de mama es un cáncer muy frecuente. Cualquier dosis de alcohol aumenta el riesgo de cáncer de boca, de esófago, de estómago, de intestino, o de mama. Así que, el mensaje que tenemos que transmitir es un mensaje de precaución. Pero, ojo, el alcohol no solamente incrementa el riesgo de cánceres, por ejemplo, o de enfermedades cardiovasculares que, por cierto, no disminuye su riesgo, sino que aumenta las posibilidades de que tú tengas un evento cardiovascular. También genera accidentes de tráfico, porque en la mitad de los accidentes de tráfico está implicado el alcohol. El alcohol desinhibe y al desinhibir puedes hacer cosas buenas, pero también cosas malas. Hay gente que se desinhibe con el alcohol y se suicida. Hay gente que tiene riesgo de suicidio. Hay gente que es agresiva, y si toma alcohol se vuelve todavía más agresiva. Hay mujeres que están embarazadas y no saben que están embarazadas, durante los primeros meses la mitad de las mujeres no saben que están embarazadas y sigue bebiendo alcohol, y esto puede generar un trastorno muy conocido, que es el trastorno del espectro alcohólico fetal, que tiene unas consecuencias nefastas sobre la salud del niño y sobre la propia familia. Y, desde luego, puede generar alcoholismo. En una investigación se observó que el 20 por ciento de los bebedores, entre comillas, moderados, entre comillas porque este mensaje de moderación es un mensaje torticero, un mensaje manipulado. El 20 por ciento, al año siguiente eran dependientes del alcohol.
Hay un abogado experto en derecho alimentario que se llama Francisco José Ojuelos, que ha evaluado en muchas ocasiones esta cuestión del alcohol desde el punto de vista sanitario, pero también desde el punto de vista legal, insiste mucho en que una persona que tiene dependencia del alcohol ha pasado por tres fases. La primera fase es un consumo de bajo riesgo, la segunda fase es un consumo abusivo, y la tercera fase es una dependencia del alcohol. Esa persona que llamamos alcohólica primero tenía un consumo moderado, sea porque era una persona que tenía una predisposición genética a convertirse en dependiente del alcohol. O sea por circunstancias de la vida ha acabado siendo dependiente del alcohol y eso pone en serio riesgo su salud. El consumo moderado entre comillas es de riesgo. De riesgo, por ejemplo, el riesgo de cáncer de mama que lo incrementa de forma lineal y los otros cánceres que he citado, pero es que yo no sé si cuando salga de este plató va a pasar algo en mi vida que me va a hacer que ese consumo de bajo riesgo vaya a ser un consumo de elevado riesgo. Si hay una desgracia en mi vida, que la puede haber ahora mismo en la tuya y en la mía, probablemente no pasaré a tomar menos alcohol si ya lo tomaba. Pasaré a tomar más alcohol para desinhibirme o para alejarme de mi propia vida. Es mejor que no esté presente en nuestro día a día el alcohol por estas razones. Por el riesgo a la dependencia, pero también por el riesgo de generar trastornos a nuestro cuerpo, pero también al cuerpo de los demás por accidentes de tráfico, por el feto, por personas inocentes, por ejemplo, gente que conduce un camión o incluso que hace tiro con arco, o tiro con escopeta, y que se le va porque estaba bajo los efectos del alcohol. O maneja una grúa. Esto ocurre muy a menudo. El mensaje que tenemos que decir es: «Cuanto menos, mejor». Di, di, perdona.
Escuchar, estar, valorar sus opiniones, no interrumpir mientras hablan, no reñirles cuando cometen errores, nosotros también los cometemos, y los hemos cometido, y los cometeremos, sino sencillamente estar y acompañar, y recordar que tú también fuiste adolescente y también bebiste alcohol. Yo a mis hijas sólo les he dado un consejo con respecto al alcohol, que no lo mezclen con bebidas entre comillas energéticas porque puedes acabar teniendo una intoxicación etílica por razones que son largas de explicar. Cuando pides muchas cosas a tus hijos no te hacen caso. Esta gente que está todo el día riñendo a sus hijos: «No cruces, no hagas esto», no cruces sí hay que decirlo porque es peligroso. Pero: «No toques esto», «Vístete», «Tápate», «Ponte paraguas», «Ponte los zapatos», y al final das tantas órdenes que se desgasta tu autoridad. ¿Qué tenemos que hacer? En resumen, en mi opinión, que no soy un experto, por cierto, en psicología infantil. Pero bueno, si me preguntas mi opinión yo me veo en la obligación de decírtelo, no bebas delante de ellos y cuando te expliquen que han bebido escucha sin juzgar y sin criticar.
Otro motivo que nos llevó a escribir el libro es que mucha gente piensa que la dieta no tiene nada que ver con el cáncer, que el cáncer es cuestión de mala suerte. Así como hay gente que piensa que la dieta produce todos los tipos de cáncer y que se cura con la dieta, y ninguna de las dos cosas, ni la dieta produce todos los cánceres ni la dieta cura el cáncer. Las dietas no curan, ni han curado, ni curarán el cáncer. También hay gente que piensa que el cáncer es cuestión de mala suerte o de genética, o de factores hereditarios, y tampoco es así. Dice el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer en su último y más reciente informe publicado en 2018, que solamente del cinco al diez por ciento de los cánceres son debidos a factores genéticos hereditarios. Es decir, buena parte de los factores que contribuyen a nuestro riesgo de cáncer no son factores hereditarios. Uno de ellos, por ejemplo, es la edad. Este no es modificable. Yo no puedo modificar mi edad, pero sí puedo modificar el «saltar»: el sedentarismo, alcohol, lactancia artificial que influyen en el riesgo de cáncer, tabaco o alimentación malsana. Eso sí puedo modificarlo y, desde luego, queríamos informar sobre los factores que hay que tener en cuenta cuando una persona ya tiene cáncer. Cuando tienes cáncer, aunque la dieta no te va a curar el cáncer, la dieta es importante porque como tomes pocas calorías, hay personas con cáncer que se quedan muy delgadas que tienen lo que se llama la caquexia tumoral, cuando se queda una persona muy delgada con el cáncer aumenta las posibilidades de morir prematuramente. De hecho, hay cálculos que estiman que el 50 por ciento de los fallecimientos por cáncer se deben a la caquexia tumoral, o a la pérdida de masa muscular y de masa corporal ocasionada, o bien por el cáncer, o bien por los propios tratamientos que tienen efectos adversos.
Te salva la vida, pero tienen efectos adversos. Ahí cobra importancia la figura de un nutricionista que sepa adaptar la alimentación de la persona que está sufriendo efectos adversos de la enfermedad o del tratamiento para conseguir que se reponga adecuadamente. No es lo que le cura el cáncer, pero sí es lo que palía los efectos adversos, por ejemplo, boca seca, o diarreas, o vómitos, o anorexia. Anorexia entendida como falta de apetito, no como anorexia nerviosa. Y también le hemos dedicado un par de capítulos más. Uno dedicado a la obesidad y otro dedicado a la lactancia materna. Carlos González también quiso escribir el libro un poco por la misma situación que nos pasó a él y a mí, a Juanjo y a mí. Juanjo y yo, como te he comentado, queríamos revertir esos mensajes que nos hacen creer que tú puedes curar tu cáncer quitando el gluten de tu dieta, no utilizando el microondas, o dejando de lado las sartenes de teflón. Tonterías como catedrales, pero que la gente las sigue al pie de la letra porque lo ha dicho un médico. Eso es peligroso, pues en el caso de Carlos González ocurrió que él había leído que diversos autores incluyendo por supuesto a Odile Fernández, dicen que beber leche materna puede curar el cáncer. No sé si lo habías oído alguna vez esto.
Entonces, me dediqué sobre todo a mirar la literatura científica qué decía sobre esta relación entre obesidad y cáncer para llegar a la siguiente conclusión. Lo explico con una pequeña metáfora y acabo. Imagínate que tienes un taxi delante de tu hotel, sales de tu hotel y tienes un taxi. El taxi es nuevecito, reluciente, el conductor es un conductor joven. El motor está perfecto. Los cristales están limpios. Te puedes subir en ese taxi o te puedes subir a un segundo taxi. Este segundo taxi ya no es nuevo. Los cristales no están tan limpios. El conductor no es tan joven. Seguramente tú te subirás en el primer taxi, el segundo taxi es la obesidad. La obesidad es un factor de riesgo. Ese taxi que no es tan nuevo, cuyo motor no es tan nuevo, cuyo conductor es más mayor, seguramente tiene más riesgo de tener un accidente. En el caso de la obesidad, una persona con obesidad tiene más riesgo de padecer cáncer. Pero hay un dato que no he dicho, ¿quién conduce? No solamente miramos la edad de quien conduce. En el primer caso el conductor es un conductor que va bajo los efectos del alcohol, que conduce de forma temeraria y que ha tenido varios accidentes de tráfico. Y en el segundo caso, el coche viejo lo conduce una persona que nunca ha tenido un accidente de tráfico, que no conduce bajo los efectos del alcohol y que no conduce de forma temeraria. ¿En cuál te subirías? En el segundo, eso es la obesidad. Una persona con obesidad que sigue un buen estilo de vida no tiene más riesgo de cáncer que una persona que tiene normopeso, que una persona con normopeso que fuma, que bebe alcohol, que es sedentaria. Entonces no es cuestión de mirar los kilos, sino es cuestión de mirar los hábitos. No es cuestión de mirar el coche, es cuestión de mirar quién conduce ese coche. Ese era otro motivo que me llevó, o que nos llevó, a escribir el libro de Dieta y cáncer.
Y, sin embargo, con este otro tipo de afirmaciones que no son ciertas, buena parte de la población a la que le cuesta mucho dejar de fumar, a la que le cuesta mucho dejar de beber alcohol, a la que le cuesta mucho dejar de ser sedentaria, a la que le cuesta mucho dejar de comer mal, se aferra a que está pagando mucho dinero por un producto ecológico e, inconscientemente, desinhibe comportamientos insalubres. Por eso es importante ser riguroso. Los alimentos convencionales son totalmente seguros. Es decir, no aumentan el riesgo de cáncer ni de ninguna patología. No sé qué ocurre a largo plazo con el medioambiente con el hecho de utilizar demasiados pesticidas, demasiados fertilizantes, pero sí sé que hoy por hoy las tasas de enfermedades crónicas que vive nuestro medio no guardan relación con los pesticidas, ni con los productos utilizados en el crecimiento, o en la prevención de enfermedades, o en el tratamiento de enfermedades del ganado contra lo que mucha gente cree. Las carnes rojas, o las carnes procesadas, no aumentan el riesgo de cáncer de colon ni por los pesticidas, ni por los antibióticos. No se sabe por qué aumenta el riesgo de cáncer de colon, se sabe que aumenta, pero no está claro por qué. Ya está bien que no esté claro, porque si estuviese muy claro la industria alimentaria lo que haría es: le quitamos los nitritos y ya está, ya puede comer toda la carne que quiera. Si eso no es totalmente cierto, sería peligroso volver a comer carne. La cuestión es que no está totalmente claro. Hay un estudio de Larsson publicado en 2018 en una revista científica, que evaluó el riesgo de tomar productos con pesticidas y lo comparó con el riesgo de tomar alcohol, hemos dicho que cualquier dosis de alcohol es peligrosa. Toda dosis de alcohol es peligrosa, entre otras razones porque es una sustancia adictiva.
No sé qué persona va a acabar desarrollando una dependencia alcohólica, o no sé si estás embarazada, etc. Las situaciones que hemos comentado antes, pues bueno, concluyeron que el riesgo de los pesticidas es comparable a tomarte una copa de vino cada siete años. Es decir, es un riesgo bajo. Sí es cierto que pueden suponer un riesgo para la población, pero es un riesgo ínfimo. Es un riesgo del que tú no te tienes que preocupar y, sobre todo, que no te despiste de otros riesgos que sí que sabemos que influyen mucho en tu esperanza y en tu calidad de vida: tabaquismo, sedentarismo… Así que, hay que repetirlo otra vez, pero es que es un mensaje que por más veces que lo repitamos, como hay tantas presiones para distraernos, pues todas las veces que lo digamos serán pocas.
El paradigma de la población que cree que comer sano es comer carne a la plancha y ensalada, que esto también todavía lo piensa mucha gente, esa no es la cara de la dieta saludable, es más vegetales, menos animales y pocos, o ninguno, productos superfluos de alimentos ultraprocesados. Y bueno, y pensar en que alejarnos de lo que hoy nos rodea y que nos quieren hacer creer que lo necesitamos, es clave para seguir una dieta sana. No comas mejor, deja de comer peor. Esa sería mi respuesta.
Los padres, en realidad, entran en la llamada «profecía del autocumplimiento». Utilizan una estrategia para que el niño sea obediente y al final acaban generando un niño que es, precisamente, más desobediente de lo que hubiese sido si nunca hubiesen hecho nada. Pero, sobre todo, es que obligar al niño a comer es antiético. Los niños tienen un apetito muy variable. Se define con dos palabras: errático e impredecible. Errático e impredecible significa que habrá niños que tienen más apetito un tiempo y luego menos, y habrá niños que suceda lo contrario. En una investigación se observó que niños y niñas comparables del mismo sexo, edad, e incluso peso, tenían necesidades calóricas tan diferentes que en muchos casos eran el doble. Niños que tú ves exactamente de la misma talla, sexo y edad, uno al lado del otro, uno está comiendo el doble que el otro y es normal, está cubriendo sus necesidades calóricas, como que su motor es más grande. El motor, entre comillas, de su coche y de su cuerpo, como si fuese más grande, como si consumiera más combustible, y no va exactamente correlacionado con lo que se mueva o no se mueva el niño. Como nadie lo sabe, como no lo sabe un nutricionista, como no lo sabe un experto en fisiología alimentaria, como no lo sabe un pediatra, como no lo sabe un epidemiólogo, sino que quien lo sabe es tu hijo. Lo más sensato es confiar en eso y respetarlo.
Ocurre en muchas ocasiones, por cierto, que el niño por la mañana desayuna comida malsana, productos superfluos, desayuna un vaso de leche con un cacao azucaradísimo. Desayuna cereales, entre comillas, de desayuno. Digo cereales, entre comillas por cierto, porque tienen un 30 por ciento de azúcar. 30 por ciento de azúcar significa que cada tres cucharadas una es de azúcar. Por eso el pediatra Carlos Casabona, otro pediatra sabio, les llama «chucheales», no sé si lo sabías.
Pero ahí justamente, en el tema de la industria codiciosa, en el ítem de la industria codiciosa, hubo un dato que es muy, muy, revelador. Hace unos años, una entidad hizo un cálculo del dinero que invertía cuando estaban todavía Michelle Obama y Obama en Estados Unidos en la presidencia, cuánto se invertía en la campaña «cinco al día» para promocionar el consumo de frutas y hortalizas en la población. La campaña cinco al día, supongo que la conoces, es la campaña que intenta que tomemos como mínimo, los adultos, cinco raciones de frutas y hortalizas al día. Digo los adultos, porque a los niños hay que ofrecer, no obligar. En el caso de los adultos sí que se nos insiste que tomemos esas raciones de frutas y hortalizas. ¿Cuánto dinero gastó durante un año la administración Obama en promocionar el consumo de frutas y hortalizas? Gastó cinco millones de dólares, que no está mal, es un dineral. ¿En qué gastó ese dinero? En pagar a gente como yo para que haga conferencias, para que hable en las escuelas. Invirtió ese dinero regalando cajas de frutas en las escuelas, dando trípticos, poniendo anuncios en la calle, o poniendo anuncios en televisión, o cuñas radiofónicas. No está mal, cinco millones de dólares. En ese mismo año, la industria del fast food dirigida a niños, ya respiras hondo. Ojo, que no he dicho la industria alimentaria, ni he dicho la industria del fast food, que es una parte de la industria alimentaria. La industria del fast food dirigida a niños, invirtió cinco millones de dólares al día en promocionar sus productos. Eso es una industria codiciosa.
No hay educación que frene ese tsunami, un tsunami de publicidad depredadora, que así se define, no me he inventado yo el término. Lo único que podemos hacer, sobre todo, al menos los que tienen poder para ello, es cambiar la legislación, prohibir el marketing de la publicidad malsana dirigida a niños, que hay muchos países europeos donde se ha prohibido y en España todavía no. Y debería hacerse urgentemente en cualquier medio, eso incluye YouTube. Que tu hija cuando vea YouTube lo primero que le va a salir es un producto, o un anuncio de alcohol, o de productos malsanos, directo, indirecto, o encubierto. En la serie que más le guste saldrá alguien bebiendo alcohol, o comiendo productos malsanos. Pero hay más, hay una legislación insuficiente. Esto lo aborda de forma magistral el abogado Francisco José Ojuelos, que he mencionado anteriormente, que es un gran divulgador y, además, un gran abogado especializado en temas de alimentación. Tiene un libro que se llama El derecho de la nutrición en el que indica que es cierto que hay una legislación alimentaria que no está mal, pero es que no se está aplicando. Estamos haciendo la vista gorda ante un montón de situaciones que ponen en riesgo nuestra salud. Cuando hay un riesgo muy elevado hay que poner coto, y ahí ya es hora de poner coto a la publicidad depredadora de la industria alimentaria. De ahí lo de la legislación insuficiente. Pero hay más, hay más ítems. Hemos visto tres, vamos a ver uno más. Charlatanes. Cuando sale por televisión un supuesto experto diciéndonos que para mejorar tu alimentación basta con que tomes un superalimento, por ejemplo, algo que ocurre muy a menudo en la alimentación. O, por ejemplo, que tomes zumo de limón en ayunas, ¿a que lo has oído?
Mira, hay cálculos del doctor Joan Sabaté de la Universidad de Loma Linda, en Estados Unidos, que ha publicado varias investigaciones sobre este tema, una en Public Health Nutrition, donde constató que producir un kilo de proteína animal en comparación con producir un kilo de proteína vegetal de prácticamente el mismo valor biológico, la misma biodisponibilidad o capacidad de absorción, el impacto que tiene sobre el medio ambiente es tremendo. Hasta el punto de que se necesita para producir la misma cantidad de proteína animal, de carne, se necesitan como 10 veces más agua, 10 veces más terreno cultivable, unas 12 veces más pesticidas, unas 12 veces más fertilizantes. Y, además, para dar de comer hoy a la población española tanta carne como estamos tomando, no tenemos terreno cultivable suficiente, lo que significa que estamos pidiéndoselo al tercer mundo, o mejor dicho, a los países empobrecidos, que es como deberíamos llamarlos. Son víctimas, por cierto, ¿no? Entonces, utilizamos terrenos cultivables suyos que podrían estar siendo utilizados para que ellos comiesen saludablemente, para que nosotros comamos una gran cantidad de carne que no solamente no necesitamos, sino que además empeoran nuestra salud. Y estamos en una crisis global ecológica y que en palabras de la Organización Mundial de la Salud está empezando a ser irreversible.
Y hay cosas que no podemos hacer, cosas que no podemos cambiar. Pero hay cosas que sí que podemos cambiar, y de hecho, se estima que gran parte de emisiones de gases de efecto invernadero provienen de la agricultura, y eso nos implica a nosotros. Podemos, si todos nos ponemos de acuerdo, podemos hacer algo para mejorar el estado de la salud global, porque el hecho de que tú comas más o menos carne, a ti concretamente no te va a afectar mucho, a escala global sí influye mucho, pero sobre nuestros hijos, sobre los hijos de nuestros hijos, esas grandes emisiones de gases de efecto invernadero harán que su salud, que la salud de la gente a la que le estamos dejando el planeta, vaya a empeorar. Tenemos una muestra en el pescado. Seguro que sabes que el Ministerio de Sanidad español, como muchos otros gobiernos, desaconsejan el consumo de ciertos pescados en embarazadas y niños pequeños.
Por el mercurio.
Por el mercurio, porque has estado embaraza y lo sabes. Lo sabes, alguien te lo ha dicho. De hecho, el Ministerio de Sanidad, desde que supo que ciertos pescados tenían demasiado mercurio, hasta que advirtió de ese riesgo, pasaron siete años. ¿Por qué? Por presión de la industria pesquera, claro, temerosa de reducir sus ventas. Pero incluso con esa presión, al final el Ministerio de Sanidad ha desaconsejado a las embarazadas y niños pequeños el lucio, el pez espada, el tiburón, y el atún rojo que, por cierto, atún rojo… cuando te pones a navegar acabas descubriendo que a casi todo se le puede llamar atún rojo, por lo tanto mejor no tomar mucho atún durante el embarazo y en niños pequeños. ¿Por qué tiene tanto mercurio el pescado? Pero no sólo tiene mercurio, por cierto, muchos pescados tienen dioxinas, furanos, sustancias perfluoroalquiladas, cadmio, no sé. ¿Por qué? Por nuestro daño al medioambiente, el daño global. El daño de, no solamente, decisiones alimentarias, de otras como el hecho de fumar, de utilizar tanto envase. Utilizamos demasiados envases, sobre todo, en bebidas. Bebamos agua del grifo, que es mucho más sostenible. Pero también en que conducimos demasiado, utilizamos demasiado el coche, deberíamos ir más a pie, más en transporte público, utilizamos demasiadas pilas, somos demasiado consumistas. Y eso, a largo plazo, sobre el medioambiente, tiene un impacto tremendo. Algo que además podemos hacer, además de, por supuesto, disminuir el consumo de productos de origen animal, eso incluye leche, por cierto, eso incluye huevos, aunque sobre todo productos cárnicos procesados o carnes rojas, es disminuir el consumo de ultraprocesados, que tienen un envase y que tiene una manipulación que va generando residuos que se van quedando en el medioambiente y que no se degradan.
Y añadiría una tontería más que es no tomar demasiados congelados, porque los congelados, aunque un congelado, una alcachofa congelada es prácticamente igual que una alcachofa no congelada, nutricionalmente no hay grandes diferencias. Pero sí hay una diferencia sobre el medio ambiente porque conservar esa alcachofa, o ese pescado, o esa carne, o ese lo que tú quieras congelado, requiere mucha energía. Y esa inversión energética, a largo plazo, la acaba pagando el planeta porque eso va generando daño en el medioambiente.
lo más importante. Y en cuanto a la educación nutricional en las escuelas, yo durante muchos años me he mostrado poco partidario de que se imparta una asignatura relacionada con la nutrición en las escuelas por varios motivos. Entre otros, si ni siquiera en España hay nutricionistas en la sanidad pública, algo que es perjudicial para la salud poblacional, entre otros motivos porque discrimina, por cierto, porque hoy por hoy, en España, para que tú acudas a un nutricionista tienes que pagarlo. Y eso, insisto, es discriminatorio. Solamente quien lo puede pagar puede acudir al nutricionista. ¿Quién va a dar las clases? Volviendo a la escuela, ¿quién va a dar las clases de educación nutricional en las escuelas? Si ni siquiera hay nutricionistas en la sanidad pública, la va a dar alguien que seguro que tiene muy buena intención pero, ¿tiene conocimientos de nutrición o pensará que hay que comer de todo? ¿O pensará que hay que comer carne a la plancha? ¿O pensará que hay que tomar productos ecológicos? Probablemente pensará todas estas cosas, y son cosas que no reflejan la realidad nutricional. He dicho que lo pensé durante muchos años hasta que apareció un artículo científico que me gustó mucho, lo publiqué en mi blog y lo titulé: Una buena educación nutricional en las escuelas, estrategia antiobesidad. Así lo titulé y ahí encontraron el paper, la revista científica de base, que motivó a que yo me animase a retractarme de ese miedo que tenía a la educación nutricional en las escuelas.
¿Por qué? Porque demostraron mediante un estudio bien diseñado que con esa estrategia que ahora comentaré, los niños sí comían mejor, sí dejaban de comer peor, y sí tenían menos tasas de obesidad. Y la estrategia, curiosamente, no era positiva, era negativa. Sabes que yo he comentado el «saltar», ¿no? Que son cosas negativas. Evite el sedentarismo, evite el alcohol, evite la lactancia artificial. «Ya, ya, pero es que funciona así». Sé que no es muy romántico, pero es que funcionamos mejor cuando nos dicen los riesgos, que cuando enumeran los posibles beneficios. Se dedicaron a enseñar a los niños, y que ellos mismos lo enseñaran, y que ellos mismos hiciesen talleres y trabajos, muy pocos ítems relacionados con la nutrición. Los ítems fueron: uno, evita las bebidas azucaradas. Dos, evita el fast food. Tres, evita los aperitivos, sobre todo los aperitivos salados. Cuatro, evita las pantallas o disminuye las pantallas, el tiempo de sedentarismo sobre todo ante una pantalla. Y dos cosas positivas: haz más ejercicio, que también dijeron: «Evita el sedentarismo»; y toma más frutas y hortalizas, que también dijeron: «Toma menos productos malsanos». Esto se tradujo de forma clara en que los niños comieron mejor o dejaron de comer peor. Los daños a la salud no se compensan tomándote soja germinada, es mejor que recuerdes que tanto para tus hijos como para ti, la clave es alejar de tu día a día los productos malsanos, que piensas que son excepción pero que, en realidad, son norma. Ese sería el resumen.