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La vida secreta de los astronautas

Sara García Alonso

La vida secreta de los astronautas

Sara García Alonso

Científica y astronauta de reserva


Creando oportunidades

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Sara García Alonso

Licenciada en Biotecnología, máster en Investigación Biomédica y Biológica, con una trayectoria y excelencia académica reconocida con varios premios, la científica Sara García Alonso recuerda que de pequeña jugaba con un microscopio, para observar lo más pequeño, y un telescopio para contemplar lo más lejano. La curiosidad y la posibilidad de cambiar el mundo fueron los dos motores de su vida, hasta que en febrero de 2021 recibió un mensaje de un familiar, que le recomendaba leer una notica que parecía escrita para ella: "Europa busca mujeres astronautas para viajar a Marte". Por primera vez en más de una década, la Agencia Espacial Europea (ESA) abría una convocatoria de oferta de empleo para que cualquier europeo que cumpliera los requisitos pudiera optar a ser astronauta. Se presentaron 22.500 candidatos. Así comenzó la aventura de García Alonso, que durante más de un año tuvo que superar exámenes, test psicotécnicos, pruebas y entrevistas, para finalmente convertirse en la primera mujer española nombrada astronauta de reserva de la ESA.
Mientras espera el momento de recibir la asignación de una misión para viajar e investigar en el espacio, la científica continúa su trabajo como investigadora en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), donde lidera un proyecto que busca nuevos fármacos contra el cáncer de páncreas y pulmón, bajo la dirección del bioquímico Mariano Barbacid. "Yo no sabía cuál era el trabajo de mis sueños cuando era pequeña. Sabía que quería avanzar en el conocimiento y que eso sirviese de alguna forma para hacer del mundo un lugar mejor. Para mí eso era el trabajo de mis sueños, y eso lo cumplía y lo cumple el trabajo de investigación. Pero el trabajo de astronauta cumple todo eso. También está enfocado a sacar adelante proyectos científicos inspiracionales y contestar a las grandes preguntas del ser humano", concluye.


Transcripción

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Sara García Alonso. Hola, soy Sara García Alonso. Soy investigadora científica en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas y miembro de la reserva de astronautas de la Agencia Espacial Europea. Son dos profesiones muy bonitas que en principio parecen no tener ningún tipo de relación o ser bastante diferentes entre sí, pero para mí sí que tienen un nexo común, que quizá es lo que me define, es lo que ha sido mi pilar desde que yo era una niña, y es la curiosidad. Creo que ambas profesiones se guían por las ganas de explorar, de resolver, de contestar a las grandes preguntas del ser humano. Creo que eso es lo más inherente que tenemos como especie, y yo lo tengo desde que nací, desde que era una niña con una curiosidad extrema, que cuando le decían «¿qué quieres ser de mayor?» no tenía una única respuesta, porque yo quería serlo todo. A mí me interesaba todo tipo de disciplinas. Es verdad que tenía cierta pulsión por las ciencias, porque ya desde muy pequeñita les pedí a mis padres que me compraran un microscopio de juguete para analizar lo que era muy pequeñito y también quería un telescopio para poder mirar a las estrellas. Me gustaba todo tipo de cosas. Yo nací en una ciudad que es la ciudad de León, en el noroeste de España, y no tenía tampoco referentes científicos en mi familia, ni siquiera universitarios. Nadie de mi familia había estudiado, pero es verdad que me motivaban a dejarme llevar por aquello que me interesaba. Mis padres me dieron alas para explorar desde la pintura hasta la literatura, hasta la biología, la química… Cuando sentía curiosidad por algo, ellos lo incentivaban, y cuando estábamos en el pueblo, que pasábamos muchos fines de semana allí, íbamos a ver las estrellas con mapas de constelaciones estelares y ahí me surgían esas ganas de ser una exploradora del espacio, de ser astronauta.

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Pero también me surgían las ganas de ser una química, de ser una física. Lo bonito es que cuando somos niños podemos dejarnos llevar simplemente por la curiosidad y dedicarnos a explorar y a descubrir qué es lo que nos motiva. En el instituto me gustaban mucho, es cierto, las carreras de ciencias, pero también la literatura. Me empapé también de música, de cine, de todo tipo de libros. Todo eso me enriquecía y me hacía querer saber más de todo. Aunque, cuando estaba terminando el instituto, sí que tuve una muy buena experiencia con mi profesora de Biología, porque por primera vez sentí que lo que aprendía en el cole y en el instituto me servía para solucionar problemas. No consistía ya simplemente en memorizar un contenido teórico y escribirlo en un examen. Esta profesora cambió un poco el paradigma y me planteaba problemas científicos en los que yo tenía que aplicar lo que había estudiado durante el instituto. Y quizá ese enfoque de integrar conocimientos y aplicarlos para responder y solucionar problemas fue lo que inició una especie de llama en mí, que sabía que de alguna forma yo me quería dedicar a eso. Yo me quería dedicar a avanzar en el conocimiento y que ese conocimiento integrado para resolver problemas, de alguna forma, mejorase la vida de la sociedad, hiciese del mundo un lugar mejor. El problema es que no sabía cómo hacerlo porque me gustaba todo. Y claro, cuando terminas el instituto y tienes que decidir qué carrera quieres estudiar, es una decisión un poco complicada, porque además piensas, con razón, que va a condicionar tu futuro laboral y el resto de tu vida.

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Y es una decisión muy importante, quizá muy responsable para tomar con 18 años, en los que estamos llenos de dudas y de inseguridades. Y un poco guiada por esas ganas de avanzar en el conocimiento, de explorar, de investigar, de hacer ciencia, y con ese amor que le había cogido a la biología, opté por una carrera que era bastante nueva cuando yo empecé a estudiar. De hecho, había muy pocas universidades en España que la ofertaban, y era la licenciatura en Biotecnología, en mi ciudad natal, en León, en la Universidad de León. Afortunadamente era una de las universidades que tenían esta disciplina y me llamó la atención cuando descubrí en qué consistía la biotecnología, porque me llamó la atención el nombre, que era un poco… sonaba muy futurista y me interesó. Y cuando leí un poco la definición de en qué consiste la biotecnología y me percaté de que se basaba en utilizar la biología, los organismos vivos, los seres vivos para mejorar procesos o hacer productos que tuvieran un impacto y una aplicación directa a la sociedad, claro, me quedé un poco sorprendida, diciendo: «Creo que esto es lo que yo quiero». Yo lo que quería era guiarme por esa curiosidad, aplicar el conocimiento para hacer del mundo un lugar mejor. Me pareció que esta carrera respondía muy bien a todo eso, porque además, nada más comenzar la carrera, descubrí que la biotecnología tiene lo que se conoce como «colores», que no deja de ser un abanico de aplicaciones completamente diversas. El color verde para la agricultura, de cómo hacer una agricultura más sostenible, mejorar los cultivos, las plantas. El color rojo para avanzar en medicina con nuevos tratamientos, sistemas de diagnóstico. El color blanco para procesos industriales que se puedan optimizar y que puedan dar más rendimiento. Pero hay todo un abanico de colores. Hablamos también de temas relacionados con bioética, con legislación, con nutrición, con zonas, biotecnología de los océanos.

La vida secreta de los astronautas. Sara García Alonso
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“Yo quería dedicarme a avanzar en el conocimiento para hacer del mundo un lugar mejor”

Sara García Alonso

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Hay una infinidad de opciones, y eso me llamaba, porque yo no quería tomar la decisión con 18 años de cuál va a ser mi futuro y mi profesión. Yo quería todas las opciones abiertas, y entonces me pareció una buena aproximación. Y he de decir que el paso por la universidad me marcó a muchos niveles, porque de entrada fue la universidad donde yo conocí a mis referentes. Como os comentaba, no tenía esos referentes cuando era niña, cercanos, ni mi familia, ni amigos de mi familia. Y quizá en los libros de texto o en el cole tampoco me hablaban de ejemplos cercanos con los que yo me pudiese identificar. Pero cuando estaba estudiando conocí a otros estudiantes que se atrevían a hacer cosas muy de mayores, como me parecían a mí con 18 o 19 años. Se organizaban en asociaciones, organizaban congresos para divulgar la biotecnología, se iban a laboratorios por distintas partes del mundo a aprender a investigar, y era gente más o menos de mi edad, un año arriba o un año abajo. Y eso fue lo que me inspiró, porque pensé que si ellos y ellas eran capaces de hacer esas cosas dentro de la misma universidad en la que yo estaba, ¿por qué yo no iba a ser capaz de hacer ese tipo de investigaciones o de organizaciones? Y me inspiraron a atreverme a hacer ese tipo de cosas. También conocía a profesores y profesoras que me enseñaron a dar mis primeros pasos. Me enseñaron cómo es la vida de un investigador, de un científico, y eso fue lo que ya me hizo completamente decantarme. En los últimos años de la universidad me entrené en varios laboratorios que estaban más especializados en investigación oncológica y encontré una vocación muy fuerte en ese tipo de investigaciones, porque respondía muy bien a esa pulsión que yo tenía desde que era niña. Es que quería avanzar en el conocimiento, pero quería mejorar también la vida de la gente.

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Y el cáncer es un conjunto de enfermedades, las enfermedades oncológicas, que suponen un problema muy complejo a nivel científico, que requieren de cientos, de miles de investigadores para intentar desentrañar qué es lo que ocurre en nuestras células para que se vuelvan tumorales y qué es lo que podemos hacer para revertirlo. Entonces, a nivel científico me parecía un desafío tremendamente interesante. Y por otro lado, a nivel de motivación, de servicio social, teniendo en cuenta que son enfermedades que van a afectar a uno de cada dos hombres y a una de cada tres mujeres, creo que dar un pasito en mejorar la vida de toda esa gente podía tener un impacto enorme en el mundo. Tenía también esa motivación de «con este avance en el conocimiento puedo contribuir, de alguna forma, aunque sea con un granito de arena, a hacer que el mundo sea un lugar mejor». Y por eso decidí especializarme después de la universidad en la investigación oncológica. Así que me trasladé a Salamanca, al Centro de Investigación del Cáncer, y realicé mi tesis doctoral en medicina traslacional para aplicar los conocimientos de la investigación biomédica relacionada con oncología en algo que pudiera ser trasladable a pacientes. Estuve durante casi cinco años y estudiando por qué algunos pacientes con cáncer de mama no respondían a los tratamientos que existían para ellas y qué se podía hacer para darles el tratamiento más adecuado, lo que se conoce como medicina de precisión o medicina personalizada, que es en lo que he seguido especializándome durante el resto de mi trayectoria profesional. Fue una época maravillosa, de muchísimo aprendizaje, de mucha superación, muy dura también, porque es una carrera científica. Es una profesión preciosa, pero es una carrera de fondo en la que hay que ir paso a paso.

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Hay que trabajar muy duro durante muchas horas. Pero, bueno, te rodeas de gente que te da distintas perspectivas, avanzas en la solución de problemas, cada día es completamente diferente y para mí la carrera investigadora es algo tan bonito que realmente merece la pena, sobre todo por el bien que puedes llegar a hacer. Y luego, cuando me doctoré, que fue uno de los días más bonitos de toda mi vida, la verdad… Sigo recordando ese día con muchísimo cariño. Volví otra vez a esas dudas que se nos aparecen cuando tenemos 18 años y tienes que decidir qué carrera hacer. Cuando terminas la carrera y tienes que decidir cuál es el siguiente paso… Esas dudas de cómo va a ser tu trayectoria profesional surgen en todas las etapas de la vida. Cuando terminé el doctorado volvió a surgir esa duda de «¿qué es lo que quiero hacer ahora? ¿Me quiero ir al extranjero? ¿Quiero buscar trabajo? ¿Quiero formar mi propio grupo de investigación? ¿Cuáles son los pasos adecuados que hay que dar para conseguir todo esto?». En mi caso, decidí contactar con un investigador al que yo admiraba desde que era pequeña, porque mis padres y mi familia me habían hablado de él, el doctor Mariano Barbacid, y le mandé una carta sin ninguna esperanza de que me contestara. En esa carta le expuse todos los motivos por los que yo quería trabajar en su laboratorio y también le dije todos los motivos por los que yo creía que debía contratarme. Y, aunque pensaba que no me iba a contestar, me contestó al día siguiente y al poco me incorporé a su grupo en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, donde todavía estoy trabajando, para resolver un reto científico que no se había conseguido en décadas, pero que supondría un paso clave para seguir adelante con las investigaciones que él estaba llevando a cabo en su grupo.

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Lo que buscan es intentar encontrar medicinas personalizadas, medicinas apropiadas para pacientes con carcinoma de pulmón y de páncreas que tienen una mutación en concreto. En poco tiempo tuvimos éxito, quizá por aplicar una metodología diferente o cambiar un poco la perspectiva o la forma de hacer las cosas, y desde entonces se abrió una nueva vía de investigación muy grande, en la que ahora hay estudiantes de doctorado, a los que yo estoy guiando y formando y soy su mentora, y estudiantes de máster, de fin de grado, técnicos… Y trabajamos codo con codo para intentar encontrar soluciones a todo esto. Y es un día a día precioso y una carrera maravillosa. Y entremedias, en 2021, surgió una oportunidad que quizá yo nunca me había planteado en serio, que es la oportunidad de ser astronauta de la Agencia Espacial Europea, una oportunidad que no surge con mucha frecuencia. Se planteó ante mí un tren que quizá solo pasa una vez en la vida. Y, cuando yo analicé realmente esta oportunidad, cuando ya tenía mi carrera profesional bastante establecida y asentada, y, digamos, una trayectoria que seguir, me di cuenta de que de alguna forma este trabajo, el trabajo de ser astronauta, cumplía bastante bien todos los requisitos que yo había buscado en el trabajo de mis sueños. Yo no sabía cuál era el trabajo de mis sueños cuando era pequeña. Sabía, como os he dicho antes, que quería avanzar en el conocimiento y que eso sirviese de alguna forma para hacer del mundo un lugar mejor. Cómo conseguirlo me generaba más dudas, y entendí que a través del trabajo de investigadora se podía conseguir esto, porque aunaba llevar a cabo proyectos científicos muy inspiradores, trabajar con la última tecnología e incluso favorecer el desarrollo tecnológico que al final luego se puede aplicar en distintos sectores de nuestra sociedad, y trabajar en ambientes multidisciplinares y multiculturales con otros profesionales que tienen distintas perspectivas.

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Para mí eso era el trabajo de mis sueños, y eso lo cumplía y lo cumple el trabajo de investigación. Pero el trabajo de astronauta cumple todo eso, en realidad. También está enfocado a sacar adelante proyectos científicos inspiracionales y contestar a las grandes preguntas del ser humano. Implica avanzar en la tecnología. Se necesita la tecnología más puntera para conseguir que estos proyectos que tienen lugar en el espacio sean realidad. Hay gente trabajando, codo con codo, que procede de todo el mundo. Por poner un ejemplo, para llevar el hombre a la Luna, en las misiones Apolo, trabajaron 400 000 profesionales. Eso es maravilloso. Los astronautas solo son una pieza más de este puzle. Pero, además, el trabajo de astronauta tenía un puntito a mayores que no tenía el de ser investigadora, y es ese punto de aventura, de probar nuestros límites, de ir más allá, de pasar la última frontera, de poder hacer esa investigación desde el espacio, viendo nuestro planeta, viendo ese pequeño punto pálido azul en la inmensidad del espacio. Y eso ningún otro trabajo en el mundo me lo podría ofrecer, porque esto es algo tremendamente extraordinario en el sentido más literal de la palabra. Así que, motivada, decidí atreverme a intentarlo, aunque fuera difícil, aunque las posibilidades fuesen muy muy escasas y muy remotas, porque sabía que simplemente desafiarme e intentar algo con tanta pasión y con tanto esfuerzo iba a hacer que yo saliera reforzada, con nuevo conocimiento, que al final es lo que siempre he buscado: seguir creciendo, seguir aprendiendo día a día.

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Y tuve la suerte de llegar hasta el final y de conseguir ser miembro de la Agencia Espacial Europea en calidad de reserva, siendo la primera mujer española en conseguirlo y espero que la primera de muchas que vengan detrás de mí. Y ahora, en este punto, aúno mis dos trabajos soñados, porque me puedo dedicar a la investigación oncológica día a día, que me motiva, y al mismo tiempo espero a que surja una oportunidad para tener una misión donde quizá pueda llevar a cabo parte de esas investigaciones en el espacio. No sé muy bien cuál será el camino, no sé muy bien los pasos a continuación ni cómo terminará mi carrera profesional, pero sé que soy valiente para dar un paso y para intentarlo y que, guiada por esa pulsión de la curiosidad infinita, de seguir aprendiendo, solo van a traer cosas buenas. Y, bueno, soy optimista con que en un futuro, espero que no muy lejano, podré aunar ambas profesiones y hacer investigación en el espacio. De momento disfruto de mi día a día y sigo aprendiendo, porque sigo siendo esa niña curiosa que, aunque pasen los años, quiere serlo todo de mayor, aunque ya sea mayor. Y esa es un poco mi historia. Y, si tenéis alguna duda, me encantaría responder a todas las preguntas que tengáis al respecto.

La vida secreta de los astronautas. Sara García Alonso
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“Conseguí ser miembro de la Agencia Espacial Europea en calidad de reserva, siendo la primera mujer española en conseguirlo y espero que la primera de muchas que vengan detrás de mí”

Sara García Alonso

17:40
Chico 1. Yo creo que todo niño o toda niña ha soñado alguna vez con ser astronauta y quería saber qué es lo que uno necesita para llegar a convertirse en astronauta en un futuro.

17:50
Sara García Alonso. ¿Cómo te preparas específicamente para ser astronauta? Hay tantos caminos que te pueden conducir a ser astronauta que no existe como tal una preparación. Yo creo que tienes que dejarte llevar, tienes que ser una persona bastante inquieta, que busque actividades que desafíen un poco sus propios límites, que esté dispuesto a probar cosas nuevas. Eso es algo que hemos tenido bastante en común todos los que hemos sido seleccionados como astronautas en esta nueva promoción. Quizá lo más difícil para convertirse en astronauta, especialmente si eres europeo, es que surja una oportunidad, porque es una profesión muy muy extraordinaria, en el sentido más literal de la palabra, y no surgen plazas con mucha frecuencia. Para que te hagas una idea, la NASA, que es la agencia espacial que probablemente todo el mundo conoce, saca ofertas de astronauta prácticamente todos los años con un número de astronautas bastante elevado, pero la Agencia Espacial Europea solo ha sacado cuatro convocatorias, y suelen pasar entre 13 y 15 años cada vez que sacan plazas para contratar unos cuatro o cinco astronautas. De modo que quizá lo más difícil es que surja esa oportunidad y que te pille en una situación de edad, de experiencia profesional, adecuada como para optar al puesto. Porque si no tienes nacionalidad americana solamente puedes optar a la Agencia Espacial Europea, si tienes una nacionalidad de uno de los Estados miembros, que es uno, el primer requisito que tienes que cumplir para convertirte en astronauta. El resto de requisitos que son necesarios es tener una carrera de ciencias, lo que se conocen como carreras STEM, de ciencia, tecnología, ingeniería, matemáticas. Cualquiera de las carreras pertenecientes a esta rama te permitiría optar al puesto. También puedes acceder siendo médico o siendo piloto de pruebas.

19:53

Necesitas también al menos tres años de experiencia profesional operativa, es decir, más allá de un simple trabajo de oficina. Si has estudiado una carrera de ciencias, a lo mejor que hayas trabajado en un laboratorio o en una fábrica de montaje, o que hayas pilotado realmente. Hablar inglés, y luego una serie de características psicológicas, que son mantener la calma bajo presión, estar dispuesto a ser sujeto de pruebas, porque los astronautas son al mismo tiempo técnicos y conejillos de indias del tipo de investigaciones que se llevan a cabo en el espacio, y tener una fuerte determinación, también. Ser capaz de ser operativo, de trabajar en equipo, de liderar equipos, pero también de seguir a un líder cuando sea necesario, de ser adaptable… Hay una serie de características. Eso digamos que son los requisitos. Y una vez que surja la oportunidad, y si tú reúnes los requisitos, tienes que presentar, como en cualquier oferta de trabajo, porque esa es la primera… Al menos para mí fue la primera sorpresa, que es que para ser astronauta tienes que responder a una oferta de trabajo publicada por una agencia espacial. A esta oferta tienes que presentar un currículum, una carta de motivación, explicando por qué te gustaría ser astronauta más allá de «es mi sueño de pequeño», que probablemente sea lo que responde todo el mundo de entrada, tienes que presentar un certificado médico que garantice que tú físicamente estás sano, que podrías ser piloto. Ese concretamente es el certificado. Y después, si seleccionan tu candidatura, que en mi caso hubo unas 23 000 candidaturas válidas de europeos, tienes que pasar por un proceso de selección con muchas fases en las que te van a evaluar de formas muy muy diversas.

21:47

Van a evaluar tus habilidades cognitivas, van a evaluar tu capacidad de adaptación, tu perfil psicológico, tu capacidad de respuesta, de nuevo te van a evaluar a nivel físico y a nivel médico, te van a poner a prueba de muchas formas, vas a tener que mantenerlo en secreto también a menudo. Quizá lo más difícil para convertirse en un astronauta es que surja la oportunidad. Y, aunque surja la oportunidad y reúnas todos los requisitos, el proceso es muy largo, y al final, de esas 23 000 personas, van a elegir a un puñado. Buscan perfiles que se adapten muy bien a lo que ellos desean, de modo que tienes que estudiar una carrera científica y dejarte un poco guiar también por esa pulsión de experimentar. Yo lo he dicho muchas veces: todo lo que he hecho a lo largo de mi vida, dedicarme a la investigación, experimentar con deportes de riesgo… Por ejemplo, he practicado buceo, paracaidismo, artes marciales. Aprender todo tipo de disciplinas o idiomas, viajar mucho, todo ese tipo de cosas me han ayudado. Yo no las hice para convertirme en astronauta, pero todos y cada uno de esos pasos me han ayudado a convertirme en astronauta. Otros candidatos habrán seguido otros caminos, pero al final es una profesión muy particular que requiere de un perfil. Pero luego, también, nadie sabe cómo ser astronauta, te lo tienen que enseñar. Es decir, te seleccionan para ser astronauta. Después, una vez que te seleccionan y se te asigna una misión, te entrenan para convertirte en un astronauta y que sepas todo lo que tienes que saber antes de enfrentarte a una misión espacial.

23:32
Lucía. Hola, Sara. Soy Lucía y tengo entendido que el proceso para ser seleccionado como astronauta dura más de un año, que has tenido que pasar más de 50 exámenes y que quedaste seleccionada entre unos 23 000 aspirantes. ¿Qué crees que fue lo más difícil y por qué crees que lo conseguiste?

23:50
Sara García Alonso. Quizás, objetivamente, dentro de este proceso de selección, que estuvo dividido en seis fases, hay algunas que se pueden considerar más difíciles que otras. Pasar el primer corte inicial de esas 23 000 candidaturas válidas a las 1.400 candidaturas que nos invitaron a las primeras rondas de exámenes es un corte muy grande. Entonces, tras haber completado esa solicitud con todo ese cariño y destacando cuáles son tus atributos que más o menos encajan con lo que sería el perfil de un astronauta, pasar ese corte ya es todo un desafío. Para mí, de hecho, que recibí la invitación a Hamburgo, Alemania, a la sede de la Agencia Espacial Alemana para estas primeras pruebas cognitivas, ese email de «enhorabuena, ha sido invitada» creo que de las seis fases probablemente fue el que más ilusión me hizo, porque no esperaba pasar ese corte y pensé que enviaría mi candidatura y se quedaría perdida en una inmensidad de currículums y que nadie repararía en una biotecnóloga que estudió en la Universidad de León, que viene de una familia humilde y que se dedica a investigar el cáncer. ¿Quién va a querer un perfil así para convertirse en astronauta? No tenía ninguna esperanza, y sin embargo me invitaron y me hizo muchísima ilusión. Ese primer corte es duro de pasar, sobre todo por la limitación de invitaciones que ellos envían. Objetivamente, las pruebas más difíciles serían estas que tuvieron lugar en Hamburgo. Hablamos de 11 horas de exámenes tipo test de inteligencia, en los que van a evaluar tus conocimientos de matemáticas, de física, de inglés, tu capacidad de mantener la concentración durante horas, memoria rápida, memoria auditiva, memoria visual, orientación espacial. Todo esto con muy pocos descansos. Esto objetivamente es duro también.

25:48

Son exámenes bastante complicados y, además, no basta con tener una memoria prodigiosa o ser la persona que más sabe de física o de matemáticas y ser capaz de hacer cálculos mentales muy rápido. No basta con eso. Tienes que ser capaz de aprobar, por decirlo de alguna forma, todos los exámenes, todas las categorías, cualquier test que te pongan por delante. No necesitas quizás sacar un diez, pero sí que tienes que ser capaz de superarlo. Objetivamente, esta primera fase de pruebas, de exámenes, es la más difícil. Después de esas pruebas, a unas 400 personas más o menos nos invitaron al Centro Europeo de Astronautas en Colonia, la sede, el centro neurálgico de todos los astronautas, para evaluarnos más a nivel psicológico, ver cómo somos capaces de comunicarnos con nuestros compañeros, de trabajar en equipo, de solucionar problemas, cómo somos nosotros a nivel psicológico, cómo nos enfrentamos a los problemas, a la adversidad, a la ansiedad. Todo eso nos lo evaluaron de distintas formas. También hablamos con otros astronautas veteranos a los que también les preguntaban: «¿Pasarías seis meses en una misión espacial con esta persona?». Porque dice mucho de si esa persona tiene lo que hay que tener para convertirse en astronauta. Quizá la parte de las pruebas más sencilla objetivamente fueron las pruebas médicas, porque ya no depende de nosotros. Como aspirantes, nuestra obligación era estar en un hospital durante cinco días, dejando que los médicos hicieran su trabajo para evaluar que no tuviésemos ningún tipo de patología que pueda suponer un problema cuando estamos en una misión espacial. Porque en una misión espacial no hay una ambulancia que te pueda trasladar a un hospital cercano, no hay médicos. Puede que haya algún compañero de la tripulación que tenga conocimientos de medicina, y toda la tripulación tiene que tener unas bases, unas nociones de medicina, pero no hay esa capacidad de tratar un problema médico serio. Por eso, los aspirantes a astronautas no es que tengan que ser atletas de élite, que se piensa muchas veces que ese es el perfil que se busca. No se trata de eso, se trata de que sean personas muy muy sanas. Y a lo largo de esos 18 meses ahí está la incertidumbre, está el mantener las cosas en secreto y el aguantar hasta el final, porque hasta el último día ni siquiera sabíamos si seríamos astronautas de carrera, si permaneceríamos en la reserva. De hecho, yo me enteré de que había superado todas las pruebas un 11 de noviembre de 2022, de camino al trabajo, por una llamada telefónica del director general de la Agencia Espacial, que me dijo que lo había conseguido y que tenía que mantenerlo en secreto. Y, bueno, la verdad es que hasta ese momento prácticamente lo había mantenido en secreto. Se lo había comentado a muy poca gente, a mi familia, a mi pareja, que se lo dije además en un momento muy romántico en el que él me estaba diciendo que me seguiría a cualquier parte del mundo, salvo si decidía irme a la Luna. Y ahí creo que dije: «Creo que es el momento, que te tengo que contar una cosa. Cariño, tenemos que hablar, porque me he presentado a un proceso de selección». Pero a nadie más, porque habíamos firmado una serie de acuerdos de confidencialidad y se anunciaría al mundo la primera promoción de astronautas de 2009. Por eso comentaba antes que es una oportunidad que surge con muy poca frecuencia. Y el 23 de noviembre de 2022 anunciaron a la nueva promoción de astronautas. Somos 17 astronautas, ocho mujeres, nueve hombres, cinco astronautas de carrera y 12 permanecemos en la reserva esperando futuras oportunidades.

29:42
Yaiza. Hola, Sara. Soy Yaiza. Durante tu proceso de selección, de todos los aspirantes que conociste, ¿qué perfiles profesionales te llamaron más la atención? ¿Eran todos científicos como tú?

29:54
Sara García Alonso. Los perfiles de todos los aspirantes a astronauta, tanto los que empezaron el proceso conmigo, que empecé a entablar relaciones con ellos, como los que llegaron al final son de lo más particular que he conocido en mi vida. De hecho, en esa primera selección, de los 1.400 a los que nos invitaron a la primera fase de pruebas, de exámenes, no conocí a los 1.400, pero sí que coincidí con varios de ellos. De hecho, todos los españoles que fuimos invitados tenemos un grupo de WhatsApp en el que compartimos todo tipo de contenido y de historias y era una fantasía realmente ver a qué se dedicaba toda esta gente. Muchísimos venían del ámbito aeroespacial, todo sea dicho. Había muchos ingenieros, había astrofísicos, muchos pilotos. Creo que no he conocido a tantos pilotos en toda mi vida, desde pilotos de Eurofighter hasta pilotos de helicóptero, y gente que trabajaba en equipos de rescate. También había científicos, también había biotecnólogos, médicos, militares, todo tipo de perfiles, porque, como comentaba anteriormente, existen muchos caminos que te pueden llevar a ser astronauta. Pero lo que me llamó más la atención de los perfiles es que, como yo lo digo a veces, todos tenían una segunda vida, todos tenían una vida secreta aparte de, digamos, la profesión que nos define. Por ejemplo, en una de las fases, éramos ocho en el proceso de selección que nos examinamos ese día, y yo le preguntaba a una compañera: «¿Y a qué te dedicas?». «Pues yo soy neurocientífica, pero también soy trapecista». «Ah, muy bien». Y a otra le preguntaba: «¿Y tú a qué te dedicas?». «Yo soy profesora de Física, pero también piloto aviones comerciales y soy campeona de triatlones». Y a otra le preguntabas: «¿Y tú?». «Yo estoy estudiando y sacándome la carrera de Medicina, pero aparte tengo un doctorado en Inteligencia Artificial y soy patrona de barcos». Todo el mundo tenía múltiples aficiones, todo el mundo había hecho cosas un poco extraordinarias, no con el propósito de prepararse para ser astronauta, sino porque les motivaba, porque querían probar sus límites, querían ir más allá, querían dejarse llevar por esas ganas de aprender. Y eso hizo que yo entendiese un cuestionario que nos hicieron junto con el proceso… Cuando presentamos la candidatura, con el currículum y la carta de motivación, había un cuestionario un poco particular en el que te preguntaban cosas como si habías trabajado en laboratorios o habías estado en aislamiento o en la Antártida. Entendí muy bien por qué se hacía este tipo de preguntas, porque a lo largo del proceso creo que conocí a 25 personas que habían estado de voluntarios en las bases médicas de la Antártida, trabajando en distintas disciplinas. Estamos hablando de gente con mucha determinación, que creo que es lo que tienen en común un poco todos los candidatos, tanto los que empezaron el proceso como los que han llegado al final. Creo que todos nosotros compartimos esas ganas de explorar, ese poner por encima los objetivos de una misión, muy por encima de nuestros intereses particulares. Somos personas que no somos vanidosas, que no buscamos tanto la atención, sino contribuir, contribuir a la sociedad y contribuir al éxito global, en el que todos somos una pieza más de un puzle que lo que busca es avanzar en el conocimiento. Y mantenemos bastante bien la calma bajo presión. Eso se han encargado muy bien de evaluarlo a lo largo del proceso. Esos son un poco los perfiles que yo diría que hay en la selección de astronautas.

33:48
Edurne. Hola, Sara. Me llamo Edurne. ¿Nos podrías explicar en qué consiste ser un astronauta en reserva y cuándo tendrías una misión en el espacio?

33:58
Sara García Alonso. Por primera vez en la historia de la Agencia Espacial Europea, y creo que del resto de agencias espaciales, se ha creado lo que se conoce como una reserva de astronautas. Esto tiene una explicación bastante sencilla y es que las misiones de los astronautas a la Estación Espacial Internacional, que es una casa/laboratorio flotante que está orbitando nuestro planeta a 400 kilómetros de distancia… Hasta ahora es donde vamos. En el futuro volveremos a la Luna, próximamente, pero de momento las misiones espaciales se hacen en la Estación Espacial Internacional. Está previsto que la Estación Espacial Internacional desaparezca en 2030, y considerando los periodos de entrenamiento y la duración de las misiones de los astronautas de las agencias espaciales, solamente se puede garantizar desde 2026, que se entiende que es cuando estarán ya preparados los astronautas para una misión larga. Solo se puede garantizar una misión anual, considerando que la estación espacial en 2030 va a desaparecer. 2026, 27, 28, 29, 30. Hay cinco misiones acordadas con todas las agencias espaciales internacionales para poder hacer las rotaciones en la Estación Espacial Internacional. Por eso solamente hay cinco astronautas de carrera, porque son los únicos a los que les pueden garantizar que van a tener este tipo de misiones. ¿Qué ocurre? Que el sector aeroespacial está creciendo y está sufriendo una revolución enorme, y están entrando en juego otros actores y están surgiendo nuevas oportunidades de misiones más cortas, más específicas, para llevar a cabo un tipo de investigación concreta o patrocinadas por los distintos gobiernos de los Estados miembros. Estas misiones, que suelen durar unos 15 días, llevan astronautas del proyecto que se considera, de distintas partes del mundo. Para ese tipo de oportunidades estamos también los astronautas de reserva. Para futuras misiones, que podamos entrar a trabajar como astronautas de carrera, más allá de 2030, en nuevas estaciones espaciales que se construyan, comerciales, o en futuras misiones a la Luna o para misiones de más corta duración, en las que, digamos, pasaríamos a tener el estatus de astronauta de proyecto. Son compatibles, no es un banquillo en el que, si un astronauta de carrera se lesiona, alguien de la reserva entra a reemplazarle. Esa no es la dinámica. Simplemente, como no hay una garantía de una misión de larga duración, cuando surja una oportunidad, especialmente si a tu gobierno le interesa que lleves a cabo esa investigación, ese desarrollo tecnológico y puede ayudar a patrocinar esa misión, porque las misiones espaciales cuestan recursos, en ese caso, entrarías en entrenamiento, tendrías una misión asignada, empezarías tu entrenamiento y tu formación como astronauta de proyecto para prepararte, específicamente, para las tareas que vas a tener que llevar a cabo. Y esto puede ocurrir en cualquier momento. De la promoción de 2022, uno de mis compañeros, que está en la reserva, Marcus Wandt, el astronauta de reserva de Suecia, ya ha volado a la Estación Espacial Internacional en una misión de 15 días, donde ha llevado a cabo todo tipo de experimentos científicos, experimentos de divulgación, tecnológicos, y acaba de volver de esa misión, y se espera que más astronautas de la reserva tengan este tipo de misiones. En mi caso, podría ocurrir en cualquier momento.

La vida secreta de los astronautas. Sara García Alonso
37:29
Raúl. Hola, Sara. Me llamo Raúl. ¿Podrías explicarnos en qué consiste tu trabajo, tu día a día y cómo lo combinarías en una misión en el espacio?

37:37
Sara García Alonso. En el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, donde trabajo, estudiamos dos tipos de cáncer que «a priori» parece que no tienen nada que ver, como es el adenocarcinoma de pulmón y el adenocarcinoma de páncreas, pero sí que tienen una cosa en común, y es que están causados por una misma mutación, que es una mutación en un oncogén llamado KRAS. Para que os hagáis una idea, este oncogén, que se encuentra mutado en el 25 % de todos los cánceres humanos, se descubrió en 1982. De hecho, el doctor Mariano Barbacid, con el que yo trabajo, fue una de las personas involucradas en el descubrimiento de estos oncogenes, y han tenido que pasar casi 40 años para que exista un primer fármaco que permita tratar los cánceres con esta mutación. Ante esa problemática clínica, muchos investigadores se dedicaron a encontrar lo que conocemos en ciencia como una diana terapéutica, es decir, pequeñas moléculas alteradas dentro de las células del cáncer, que son dianas. Es decir, si las atacamos, si le damos con un dardo a esa diana, somos capaces de alguna forma de hacer que los tumores se hagan más pequeños, desaparezcan. Pues, movido por esta búsqueda de dianas terapéuticas, en el grupo donde yo trabajo, se identificó una de ellas, una proteína que se denomina RAF1, que se vio que en adenocarcinoma de pulmón, en modelos animales, modelos de ratón modificados genéticamente, cuando la eliminábamos de sus células, los tumores de pulmón desaparecían. Y se vio algo muy similar también en el cáncer de páncreas.

39:27

Una vez que hemos identificado esa diana terapéutica, necesitamos encontrar la forma de atacarla, es decir, ese dardo que dé específicamente en nuestra diana, sin tocar ninguna de las otras moléculas, de las células de un individuo, porque en ese caso tendríamos toxicidad. Este es un poco el principio de la medicina de precisión, que es a lo que nos dedicamos en el grupo donde yo trabajo. Mi objetivo, cuando me incorporé en esta investigación, era entender cómo era esa diana a nivel tridimensional, porque para poder desarrollar un dardo, es decir, un fármaco específico contra esa diana, tienes que saber exactamente como es, qué huecos tiene, lo que conocemos como bolsillos químicos, dentro de la proteína, porque esto es una proteína, donde pueda encajar un fármaco, de tal manera que destruya esa diana terapéutica. Ese era mi objetivo. Y, cuando me incorporé, mi trabajo consistió principalmente en aislar dentro de las células de los tumores esta proteína y desentrañar su estructura tridimensional a nivel atómico, a un nivel de resolución extremo. Una vez que tenemos esa información, podemos, mediante técnicas de bioinformática, utilizando también inteligencia artificial, diseñar y probar en un ordenador millones y millones de pequeñas moléculas químicas que encajen, que pudiesen encajar en esa estructura, y después ir analizándolas, primero en modelos de células y luego en modelos animales, para ir pasando de millones de posibles fármacos a un puñado de medicamentos potenciales que se puedan utilizar para tratar humanos en un futuro. Esa es un poco, en líneas generales, la investigación a la que yo me dedico.

41:24

Mi trabajo ahora, como esta línea la estoy liderando yo, consiste en diseñar los experimentos, en analizar los resultados con los estudiantes, ver por dónde podemos ir mejorando, implementando nuevas técnicas que nos den más información, leer muchísima literatura para entender qué han dicho otros científicos y hacia dónde están investigando, integrar toda esa información e intentar solucionar los distintos problemas del día a día que vayan surgiendo para avanzar en la investigación. Es un trabajo que implica mucha creatividad, implica mucho ingenio, hablar con muchos profesionales y distintos enfoques, distintas perspectivas. Como yo ahora mismo estoy en la reserva de astronautas, puedo combinar mi trabajo con mi trabajo como astronauta de reserva, y, a día de hoy, lo que intento hacer sobre todo son tareas más de divulgación, de intentar transmitir a la sociedad para qué sirve la exploración espacial, cómo se puede integrar la investigación científica y la exploración espacial. Porque el fin es el mismo, que es avanzar en el conocimiento, hacer desarrollos tecnológicos que se puedan aplicar en los distintos sectores en los que vivimos todos nosotros y, en cierto modo, mejorar el día a día.

42:39
Sara. Hola, Sara. Me llamo Sara y me gustaría saber más sobre qué cosas como biotecnóloga podrías hacer en el espacio.

42:47
Sara García Alonso. Como biotecnóloga investigadora en biomedicina, que es en lo que me he especializado durante toda mi trayectoria, sí que considero que puedo aportar ciertas habilidades a una misión espacial, desde ayudar a diseñar algunos experimentos que se podrían llevar a cabo en misiones espaciales e incluso ejecutarlos, porque al final tengo 12 años de trabajo de laboratorio. Es verdad que en microgravedad nunca he probado a hacerlo, pero creo que podría un poco trasladarlo. En cualquier caso, los astronautas tenemos que estar preparados para hacer cualquier tipo de misión espacial, desde instalar nuevos sistemas hasta hacer experimentos biológicos con plantas, independientemente de nuestra formación. Dicho esto, lo que sí que me gustaría destacar es que en una misión espacial se pueden hacer multitud de experimentos de toda índole, y esto tiene una explicación que es la microgravedad. En la Estación Espacial Internacional, esa casa flotante que está orbitando a 400 kilómetros de distancia de la superficie terrestre, hay condiciones en las que apenas hay gravedad. Lo que conocemos como «microgravedad». Y hacer estudios en estas condiciones tiene una ventaja muy grande. Por un lado, los propios astronautas, cuando están en una misión de larga duración, de unos seis meses, sometidos a esta ausencia de gravedad en la que tus músculos y tus huesos no tienen que trabajar tan activamente como cuando estamos en el planeta Tierra, experimentan una especie de envejecimiento acelerado. Es decir, se pierde masa ósea, se pierde masa muscular, ciertas habilidades cognitivas van empeorándose, la columna se estira… Por ejemplo, cuando vuelves a la Tierra, puedes ser hasta cinco centímetros más alto que antes de una misión espacial. Aparece una serie de cambios fisiológicos, y los propios astronautas son esos conejillos de indias en los que estudiar por qué están ocurriendo todos estos cambios fisiológicos y qué se puede hacer para contrarrestarlos, qué medidas podemos adoptar. Todas estas medidas, todos estos estudios y esta información se pueden traducir, por ejemplo, en tratamientos para la osteoporosis, en tratamientos para la distrofia muscular, en técnicas de rehabilitación en la Tierra. Eso es un poco cómo se traslada, cómo la investigación biomédica que se hace en microgravedad tiene una aplicación también en la Tierra. Pero, por otro lado, el estar en microgravedad implica una serie de ventajas para otro tipo de estudios en los que ya no es tanto el astronauta el conejillo de indias, sino que es el técnico que estudia otros fenómenos. Cuando eliminamos la gravedad de la ecuación, ciertos fenómenos físicos como la convección, como la sedimentación, las fuerzas de estrés, todo eso no ocurre. En microgravedad, las mezclas tienen lugar por difusión, es decir, todo se queda en el lugar donde se coloca. Esto que puede parecer que no tiene ningún tipo de importancia tiene multitud de aplicaciones en ciencias de la vida, en ciencias físicas, en nuevos materiales y procesos de manufactura… Por ejemplo, por hablar de biomedicina, que es a lo que yo me dedico y en lo que me gustaría trabajar en una misión espacial. Los estudios en microgravedad se podrían aplicar, por ejemplo, a técnicas de medicina regenerativa, por ejemplo, construyendo retinas artificiales.

46:27

Si vas poniendo capa sobre capa de una… Se ha probado en algunos estudios de misiones espaciales, en las que colocan una proteína que es sensible a la luz y pueden hacer capas muy muy finas y muy homogéneas, muy puras, precisamente aprovechando estas ventajas de la microgravedad, de que todo se queda y se mezcla por difusión sin que haya corrientes, convecciones, sedimentaciones. Se ha conseguido crear retinas artificiales muy finas que son capaces de utilizarse como trasplante en personas que tengan problemas de visión. Ese sería un ejemplo. Por seguir con la investigación que yo estoy haciendo aquí en el laboratorio, en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, para yo entender la estructura tridimensional de esa diana terapéutica, he tenido que congelar la muestra y hacer una técnica que se llama microscopía electrónica, criomicroscopía electrónica. Pero, originalmente, para entender la estructura tridimensional de proteínas se utiliza lo que conocemos como cristalografías y rayos X. Hay que conseguir hacer un cristal como los cristales de sal, que probablemente todos y todas hayáis visto en algún momento. Hay que conseguir ese cristal con tu diana terapéutica y después, al pasar rayos X, tú puedes generar lo que conocemos como un patrón de difracción, que te permite entender la estructura tridimensional. Es algo muy complejo a nivel físico, pero es simplemente quedaros con la idea de que hay que construir un cristal. Esto, con componentes inorgánicos como la sal, es relativamente fácil, pero con macromoléculas como las proteínas es muy complicado de conseguir en la Tierra, porque se empiezan a incorporar impurezas, se van generando corrientes y los cristales son frágiles y no se forman. De hecho, yo lo intenté hacer aquí con mi proteína y no pude. Sin embargo, eso en microgravedad es muchísimo más fácil de conseguir. Los cristales tienen mayor calidad, mayor pureza y mayor tamaño, lo que permitiría analizar su estructura tridimensional. Esto es un ejemplo clásico de cómo mi propia investigación de la Tierra incluso se podría trasladar y mejorar con una misión espacial. Otro ejemplo que a mí me gusta mucho, y con el que trabajamos también en múltiples laboratorios por todo el mundo para hacer modelos de tumores, son los organoides. Son células tumorales que crecen de manera tridimensional y mimetizan lo que ocurre en los tumores de los seres humanos. Pues estos organoides se están haciendo actualmente en muchas de las misiones espaciales porque se forman con mayor tamaño y con mayor calidad de lo que ocurre en tierra. Y estudiando qué es lo que está ocurriendo en esas células tumorales quizá podemos poner de manifiesto vulnerabilidades de las células del cáncer que desconocíamos que existían, descubrir nuevas dianas terapéuticas contra las que lanzar esos dardos en la medicina de precisión y dar nuevas ideas sobre cómo enfrentarse a los distintos tipos de cáncer. Esas son algunas de las miles y miles de investigaciones que se llevan a cabo precisamente por aprovechar las ventajas de la microgravedad. Y dado que yo soy investigadora biomédica, son las que más me atraen, las que pudieran mejorar un poco en el ámbito de la medicina y la aplicación a pacientes.

49:54
Alexandra. Hola, Sara. Me llamo Alexandra y me gustaría saber si crees que para ser científica o astronauta influye también la creatividad.

50:00
Sara García Alonso. Creo que la creatividad, en gran parte, marca la diferencia de un buen científico y un buen astronauta respecto a una persona más estándar. Creo que ese puntito es lo que te hace salirte un poco del estándar, darle una perspectiva un poco diferente a la forma de hacer las cosas y lo que suele llevar mejores avances. Para mí la creatividad forma parte de mi vida desde que era muy pequeña, porque a mí me encanta, como ya he dicho en muchas ocasiones, aprender absolutamente de todo, y la parte creativa es algo que también llevo haciendo desde que era pequeña. Me gusta pintar, me gusta escribir, me gusta customizarme la ropa, me gusta probar nuevos estilismos y nuevos maquillajes, me gusta diseñar, me gusta hacer manualidades, cocinar, todo lo que implique esa parte creativa. Porque, al final, cuando te dejas llevar un poco por la creatividad y vas probando distintas cosas, también te vas enfrentando a distintos pequeños retos que van surgiendo. Vas poniendo a prueba tu ingenio para conseguir un mejor resultado, desde, ya te digo, desde una manualidad hasta una receta de cocina o un protocolo científico tremendamente complejo. Cuando vas integrando las lecciones de los distintos ámbitos que nos aporta la vida, le das una perspectiva diferente y, en mi caso, esa creatividad me ha servido a nivel científico tanto durante mi etapa doctoral como ahora, liderando una línea de investigación, para conseguir cosas que no se habían hecho antes, precisamente por hacerlas de forma diferente, por dejarme llevar por esa creatividad y por ese ingenio que he ido construyendo día a día desde que era pequeña. Creo que son una parte fundamental la creatividad y el ingenio. Y en el caso de los astronautas, precisamente esa capacidad resolutiva de enfrentarte a distintas situaciones, a distintos problemas y solucionarlos, sea lo que sea, es un poco lo que han intentado testar y poner a prueba a lo largo de todo el proceso de selección. Porque, como comentaba al principio, no hay un temario que te puedas preparar, no hay unas preguntas ni unas respuestas correctas. Se te van a plantear todo tipo de problemas, de situaciones, y tú vas a tener que resolverlas y tú vas a tener que dar una respuesta. Quizá no es la solución idónea, la solución perfecta, pero tienes que discurrir una forma de sacar adelante ese problema. Y, además, en mi caso, es una actitud que llevo ante la vida en general. Cuando se me plantea un problema, lo primero que me digo a mí misma es: «Esto tiene que tener una solución. Tiene una solución. Aún no sé cuál es, pero vamos a intentar encontrarla. Quizá no es la perfecta, pero vamos a dar con una». Y empiezas a utilizar todos esos recursos que tienes en tu cajita de herramientas, que has ido llenando día a día con las lecciones que has ido aprendiendo, desde que hiciste tu primera receta de cocina hasta que hiciste un granito laboral, a nivel profesional. Todo eso te da herramientas y, cuando eres capaz de integrarlas todas, te haces una persona muy resolutiva. Entonces, a nivel científico y a nivel de astronautas, donde vas a tener que solucionar lo que te echen en una misión espacial, creo que es un punto muy interesante y muy importante.

La vida secreta de los astronautas. Sara García Alonso
53:42
María. Hola, Sara. Soy María y me gustaría saber si te preparaste psicológicamente para pruebas como astronauta y cómo gestionas el estrés y la incertidumbre.

53:50
Sara García Alonso. El proceso de selección de astronautas ha sido una de las lecciones más valiosas que he aprendido, quizá, a nivel personal, en parte por el reto psicológico que ha supuesto tener que aguantar esos 18 meses preparándote sin saber muy bien cómo te puedes preparar, porque no hay temario específico, aguantando esas esperas de «¿me llamarán? ¿No me llamarán? ¿Pasaré a la siguiente fase? ¿Me quedaré aquí?». Además, cuantas más fases vas avanzando, más carga emocional y más esfuerzo pones en el proceso, de modo que tiendes a pensar que un rechazo en ese punto sería bastante devastador y tienes que estar preparado para no llegar hasta el final. Tienes que manejar las expectativas. Definitivamente, el proceso es un reto psicológico bastante grande. Y, a medida que iba avanzando en él, sí que intenté hacer un ejercicio de introspección y de autoevaluación para prepararme para este tipo de cosas que sé que van a ocurrir. Va a existir la incertidumbre. No voy a poder esperar una respuesta mañana porque no depende de mí. Voy a tener que lidiar con eso. Voy a sufrir estrés por el hecho de presentarme a un examen en el que no sé cómo me van a evaluar. No sé si lo que yo estoy diciendo va a ser correcto o no va a ser correcto. Y tampoco sé cuándo me van a dar la nota de ese examen o si me la van a dar. Tienes que hacer un ejercicio consciente de saber que eso es así. Eso escapa a tu control. Son las reglas del juego y tienes que aceptarlas, porque si no vas a sufrir muchísima frustración. Eso se entrena. De entrada, no nos gusta tener que lidiar con esa incertidumbre. Tú quieres tus resultados, quieres tener esa seguridad o ese «feedback» de los exámenes. Lo necesitas un poco para seguir adelante, pero no siempre está bajo tu control. Entonces, prepararte para ello, aprender a cultivar la paciencia y ser consciente de que tener impaciencia no va a acelerar el proceso, solo va a hacer que tu espera sea más agónica, es una forma en la que te vas preparando. Te va dando madurez también. Con los años va siendo cada vez más sencillo. En mi caso sí que sé que me preparé bastante bien para eso. Y a la hora de lidiar con esa ansiedad, ese estrés que todos sentimos en algún momento ante un examen difícil, ante una entrevista de trabajo, ante un evento en el que nos vamos a tener que exponer públicamente… Todos sentimos desde un cosquilleo en el estómago hasta verdadera ansiedad. Hay que pararse a analizarlo, ser consciente también de que en nuestra cabeza casi siempre es más grande de lo que luego en realidad es y centrarnos en aquello sobre lo que tenemos control. Sabemos que la incertidumbre está ahí, es parte de nuestra vida. Aquello que no dependa de nosotros, sobre lo que no podamos ejercer ningún tipo de acción para cambiar las cosas, aceptarlo y prepararse para ello, y centrarnos en aquello en lo que sí que podemos influir. Dotarnos de herramientas que nos ayuden a incrementar la confianza en nosotros mismos de cara a enfrentarnos a cualquier problema, de la índole que sea. Y, cuando sintamos que la situación nos desborda, se puede pedir ayuda a familiares, a amigos, a profesionales. Se puede hablar, porque, cuando lo manifiestas en voz alta, el problema suele parecer más pequeño de lo que en realidad es. Ese tipo de herramientas ayudan a lidiar con esas situaciones de estrés. Hay que prepararse, pero ser consciente de ello.

57:39
Esther. Hola, Sara. Soy Esther. Volviendo al tema de las emociones, me gustaría saber si tú crees que esos miedos se superan

57:45
Sara García Alonso. Creo firmemente que sí, que podemos superar nuestros miedos. No está mal. Creo que, en general, todo el mundo puede sentir miedo, especialmente ante lo desconocido. Cuando te enfrentas a algo por primera vez o hay algo que no eres capaz de explicar o entender, nos genera cierta aversión, quizá por ser primerizos, por nunca habernos enfrentado a algo así. En mi caso, lo que me ha ayudado mucho a relativizar los miedos es precisamente atreverme a intentar cosas. Ya no digo atreverme de «soy una valiente y nada en esta vida me asusta», porque eso es imposible. Somos seres humanos, nos afectan las emociones. Pero sí que me he obligado a que esos miedos no me paralicen, no pararme a hiperanalizar la situación o barajar todos los escenarios catastróficos que puedan surgir de una determinada experiencia, sino todo lo contrario, pensar en «¿de qué me va a servir esto? Voy a aprender algo, voy a salir reforzada y voy a intentarlo con el resultado que sea». Porque, en el momento que te enfrentas a algo que te da miedo, se hace increíblemente pequeñito, y, luego, el siguiente miedo que te pueda surgir lo relativizarás, porque ya te habrás superado a ti misma previamente. En mi caso sí que me he intentado atrever desde que era muy pequeña a todo aquello que me motivase, incluso aunque de primeras me sintiese más cómoda quedándome en mi zona de confort, en la zona donde yo tengo control de la situación y no exponiéndome. Pero, cada vez que lo he hecho porque consideraba que merecía la pena, ha sido una lección vital muy potente, y hace que… Me he dado cuenta de que con los años cada vez me dan miedo menos cosas. Cuando era más pequeña, era una persona bastante temerosa y me daba vergüenza enfrentarme a situaciones, por ejemplo, a hablar en público o a llamar la atención o a viajar sola. Y poco a poco me fui forzando a hacerlo. Y te vas quitando lastre, te vas quitando cargas y cada vez todo te parece menos importante, en el sentido de lo que nos asustaba previamente. En mi caso ha sido a base de enfrentarme a ello. Hoy sigue habiendo cosas que me dan miedo, pero hay que ser consciente también un poco de que, como decía antes, con el tema de la ansiedad, en nuestra cabeza, en nuestra mente, todo es mucho más grande de lo que luego es en realidad. Solemos anticipar y sobrepensar situaciones mucho más dramáticas de lo que luego son cuando nos enfrentamos a ellas. Y, aparte, creo que el ser humano tiene una capacidad de adaptación tremenda y que, cuando te enfrentas a algo, solemos resolver bastante bien y salir reforzados de ello.

1:00:42
Lucía. Hola, Sara. Soy Lucía. Tú te presentaste a las pruebas para ser astronauta por un titular: «Europa busca mujeres astronautas para viajar a Marte». ¿Crees que precisamente a las mujeres les faltan referentes femeninos en áreas de ciencia? ¿Y qué les dirías a todas las niñas que están aquí viéndote ahora mismo?

1:00:59
Sara García Alonso. Es verdad que ese titular era bastante curioso, ese titular de «Europa busca mujeres para ir a Marte». Precisamente, el titular incidía en el término «mujeres» por los pocos ejemplos de mujeres astronautas que ha habido a lo largo de la historia. En la Agencia Espacial Europea solo había dos mujeres en activo y, sin embargo, en mi promoción somos ocho mujeres y nueve hombres. Incidían para animar a las mujeres a intentarlo, porque no es que no hubiese mujeres astronautas porque eran menos válidas o menos capaces que sus compañeros varones y pasaban menos el proceso de selección, sino porque no se atrevían, porque no echaban la solicitud. No sé si es un poco de autolimitarnos y de que el hecho de que no haya ejemplos nos disuadía, en cierto modo, de intentarlo. A raíz de pensar mucho en todo esto y en este tipo de iniciativas en las que se intenta fomentar que las mujeres persigan carreras científicas, si eso es lo que les hace felices y si eso es lo que les motiva… Le he dado muchas vueltas y creo que sí, que es muy importante que las mujeres tengan referentes, que las niñas y los niños, que los jóvenes en general tengan referentes también femeninos en carreras científicas. Porque creo que cuando tienes que tomar esa decisión sobre hacia dónde quieres encaminar tu vida profesional, si no tienes ejemplos cercanos, es difícil pensar que tú vas a ser la primera en conseguir llegar a ese ejemplo. Puedes tender a pensar que, si no hay tantos ejemplos, a lo mejor es que no es el camino más fácil o el más adecuado. Es difícil. Sin embargo, si tú ves que es completamente habitual, que no hay diferencias entre ser hombre o mujer para dedicarte a la profesión que te dé la gana, si eso es lo que te motiva, te vas a animar.

1:02:58

Eso ya no va a ser un hándicap. No te vas a poner a ti misma esa barrera. Y, por otro lado, creo que también es importante no solo que haya ejemplos de referentes femeninos en carreras científicas por el hecho de que se vea que hay mujeres que se dedican a la ciencia. Mujeres que se dedican a la ciencia y mujeres con talento las ha habido siempre, desde hace cientos y cientos de años, desde los albores de la historia. El problema es que no eran tan visibles, estaban invisibilizadas, y quizá en los libros de texto y en los medios de comunicación solo veíamos ejemplos masculinos. Sí es importante por este lado, pero también es importante ver que hay mujeres que se dedican a carreras científicas y en qué consisten esas carreras científicas. Tener referentes de hombres y mujeres que te puedan contar de primera mano a qué se dedica una astrofísica, a qué se dedica una biotecnóloga, a qué se dedica una matemática, para que tú, a la hora de elegir tu futuro, tengas un abanico de ejemplos que te inspiren a perseguir aquello que te motive. Es difícil soñar con ser algo que no sabes que existe, y pretender, querer ser el pionero o la primera persona en… Todos queremos, pero tendemos a decir: «No, no lo voy a intentar porque es muy muy difícil». Que haya ejemplos y referentes hace que esas barreras, que muchas veces nos las ponemos nosotras mismas, ya no estén dentro de la ecuación, y que nos atrevamos, que ese es un poco el mensaje que yo siempre he querido transmitir a las futuras generaciones, no solo a las niñas, también a los niños, a los hombres, a las mujeres, a la gente más mayor. Que se atrevan a explorar, que se atrevan a dejarse llevar por aquello que les motiva, que les hace felices. Que no se pongan límites por el lugar de procedencia, por las estadísticas que están en nuestra contra, porque no haya ejemplos previos, porque no haya mujeres, porque vengamos de una universidad pequeña o porque hayamos estudiado esto o aquello otro.

1:05:01

No nos autolimitemos. Atrevámonos a explorar, porque simplemente en ese camino vamos a aprender lecciones muy valiosas que nos van a servir, que van a ir añadiendo herramientas a esa mochila con la que nos enfrentamos y con la que al final buscamos vivir nuestra vida de una manera plena y ser felices. Y, si en ese camino además ayudamos a contribuir de alguna forma a que este mundo sea un poquito mejor, habrá merecido la pena, incluso aunque no llegues a ese final o a ese objetivo soñado que tenías. A lo mejor en ese camino encuentras precisamente el que realmente era el objetivo de tus sueños. Así que hay que atreverse a perseguir esos sueños, sean los que sean, sin autolimitarnos. Y, bueno, me ha encantado compartir mi historia con vosotros y vosotras. Muchas gracias por haber venido, ha sido un placer y espero que volvamos a coincidir en un futuro.