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De Sócrates a Marco Aurelio a golpe de tuit

Eduardo Infante

De Sócrates a Marco Aurelio a golpe de tuit

Eduardo Infante

Profesor de Filosofía


Creando oportunidades

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Eduardo Infante

Al comienzo de su carrera como profesor de Filosofía, Eduardo Infante descubrió que una de sus alumnas de Bachillerato no atendía la pizarra y miraba por la ventana. “¿Qué es eso tan interesante al otro lado de la ventana? Imagino que será más importante que el examen de la semana que viene”, preguntó irónicamente. “La vida”, respondió su alumna. Dos palabras que derrumbaron su mundo. Se dio cuenta de que había convertido su aula en una “caverna”, con los alumnos como prisioneros.
Al día siguiente borró la pizarra y empezó a impartir sus clases en el parque y las calles, donde preguntaba a los estudiantes qué problemas existenciales tenían y qué respuestas querían encontrar en la Filosofía. Sobre la vida, la muerte, el amor o la libertad abrieron debates que siguen desarrollando a través de los #filoretos, que el profesor les lanza a través de las redes sociales. Ese fue el germen del libro ‘Filosofía en la calle’, donde Eduardo Infante reúne las grandes preguntas universales que han inspirado a los pensadores de todos los tiempos y las acerca al día a día. “La filosofía no nació en un aula, sino en las calles de una ciudad por las que Sócrates deambulaba. Y Sócrates no era un profesor de Filosofía; era un trabajador de la construcción, un vecino normal y corriente, pero implicado profundamente con el proyecto democrático y con la libertad. A Sócrates le encantaba hacer filosofía en plena calle, en los mercados, con los vecinos… dialogando y debatiendo acerca de lo justo y lo injusto y del bien común. Creo que se trata de recuperar esa práctica de la filosofía”, concluye el autor.


Transcripción

00:01
Eduardo Infante. Me llamo Eduardo Infante, soy profesor de Filosofía y me enamoré de esta disciplina con 17 años. Cada curso intento transmitir esta pasión a mis alumnos. Mi perro se llama Nietzsche.

00:14
Mónica Álvarez. Hola, Eduardo. Mi nombre es Mónica, soy maestra y para mí es un placer tener esta charla contigo sobre filosofía y sobre cómo acercarla a la calle en estos tiempos en los que la filosofía es tan importante y tan necesaria. Tú empiezas el curso todos los años escribiendo una carta a tu alumnado. Me gustaría saber por qué lo haces y qué les dices en esta carta.

00:37
Eduardo Infante. Mi primer día de clase me gusta comenzarlo leyéndoles una carta en la que les cuento por qué me dedico a la filosofía y por qué soy profesor de filosofía. Les confieso que me enamoré de la filosofía cuando tenía 17 años y un viejo profesor me castigó a leer ‘El juicio a Sócrates’, escrito por Platón, como castigo por haber escrito en las paredes del baño del instituto que no existe la justicia. Ese justo castigo, ese viejo profesor y, sobre todo, ese texto me convirtieron en el profesor de filosofía que soy hoy. Intento transmitirles a través de esa carta y cada día, la gran pasión que siento hacia la figura de Sócrates y hacia esta disciplina. En esa misma carta también les hablo de la diferencia entre lo valioso y lo útil. Les pongo un ejemplo, les digo que un sacacorchos es algo útil, pero en cambio abrir una botella de vino y tomarla con alguien a quien quieres mientras el tiempo se detiene y cae la tarde, eso es algo valioso. Y en el campo del conocimiento ocurre algo parecido. Es decir, hay saberes que son útiles y saberes que son valiosos. Los saberes que les enseñan a mis alumnos a ser futuros productores de una mercancía, pues son saberes útiles, aunque siempre les pregunto: ¿útiles para quién? En cambio, los saberes que los acercan de alguna manera al bien, a la belleza y a la verdad que les hace cuestionarse el mundo en el que viven y, sobre todo, que pueden darles las herramientas para construirse en hombres y mujeres libres para empoderarse, eso ya es otra cosa. Eso es algo valioso. Y eso es la filosofía.

02:30
Mónica Álvarez. Totalmente de acuerdo contigo. A mí me parece muy interesante una iniciativa tuya, que son los «#FiloRetos» que les lanzas a tus alumnos, me imagino que en clase, pero también en las plataformas en las que ellos se comunican en la actualidad, en las redes sociales. ¿Nos puedes contar un poco en qué consisten y darnos algún ejemplo de algún «#FiloReto» que les hayas planteado y que les haya resultado muy interesante?

La filosofía sale a la calle. Eduardo Infante
02:53
Eduardo Infante. Pues los «#FiloRetos» son preguntas, son preguntas que les lanzo cada día a través de una plataforma, en este caso Twitter. La historia del «#FiloReto» surgió a partir de una reflexión. Un día contemplaba a mis alumnos en el recreo, iba paseando con el profesor de Física y el profesor de Física se quejaba de que estaban todos metidos dentro del móvil y que no hablaban entre ellos. Yo lo cuestioné. Yo creo que sí que se estaban comunicando. Creo que sí que se comunican, pero lo hacen a través de una pantalla. Y me di cuenta que debemos educar allí donde ellos están. El mundo virtual hace muchos años que dejó de ser un mundo meramente aparente para convertirse en el mundo en el que mis alumnos se encuentran, debaten y dialogan. Y creo que es muy importante que nosotros estemos allí dándoles herramientas y educando, si no estamos nosotros campan a sus anchas las «fake news», la pseudociencia y el pensamiento irracional. Por tanto, un día me pregunté: «¿Qué haría Sócrates si tuviese un móvil?». Entonces me doy cuenta que estaría invitándonos a cuestionarnos lo obvio con sus insidiosas preguntas. Y eso es lo que intento hacer, conectar a través de un mensaje de Twitter la filosofía con la vida de mis alumnos y la vida de mis alumnos con la filosofía, porque es lo que quiero. Lo que intento es que ellos empiecen a pensar la vida y a vivir también su pensamiento. Pues «#FiloRetos»… los hay de muchos tipos, pero por ejemplo, intento a través de mensajes de Twitter lanzarles las preguntas que ya se hicieron grandes filósofos y aplicarlas a su propia realidad. Hace poco le preguntaba, es una pregunta de Gianni Vattimo, de un filósofo italiano actual, les pedía que cogieran su libro de texto de historia y que se preguntasen por qué no contiene ninguna historia de mujeres, de inmigrantes o de homosexuales. Ese les encantó. Les gustó mucho. De hecho, hasta tal punto que escribieron a la editorial para exigirles que se contasen también otras historias.

05:12
Mónica Álvarez. Qué importante lo que has comentado de las preguntas, que es fundamental saber preguntar. Yo a mis alumnos, que son más jovencillos que los tuyos, les animó muchísimo a hacer preguntas y de hecho les digo que es más importante hacer buenas preguntas que saberse todas las respuestas…

05:33
Eduardo Infante. Efectivamente.

05:33
Mónica Álvarez. …porque las respuestas a grandes cuestiones muchas veces…

05:38
Eduardo Infante. Mira, me estás recordando ahora, curiosamente, que la palabra que Sócrates utiliza en ‘El banquete’ de Platón para hablar de amor es «erótica», que guarda un gran parecido con «erotam», que significa hacer preguntas. Siempre pensé que en el fondo, lo que nos quería decir Sócrates es que la filosofía tiene más que ver con hacer preguntas que con la respuesta. Es un amor más a la pregunta que a la respuesta. Quizá porque la filosofía siempre ha sido eso. Ha sido derribar muros con preguntas, derribar los muros mentales, nuestros prejuicios, nuestros dogmas, a base de preguntas que eran justamente lo que hacía Sócrates.

06:14
Mónica Álvarez. Y tus «#FiloRetos» son preguntas.

06:15
Eduardo Infante. Mis «#FiloRetos» son preguntas, efectivamente.

06:18
Mónica Álvarez. Claro, tú no les marcas una sentencia, no sientas cátedra de nada. Tú lanzas una pregunta.

06:22
Eduardo Infante. Una pregunta que va a su centro vital y que intento que cuestionen y se replanteen el mundo en el que viven y las respuestas que van recibiendo en la pantalla de su móvil, etcétera, etcétera. Por ejemplo, también utilizo viejas preguntas y viejos ejercicios de la filosofía. Hay uno muy bonito que encontramos en las meditaciones de Marco Aurelio, aunque es un ejercicio que practicaron muchos filósofos. Que nos invita a reflexionar acerca de nuestra propia muerte. Marco Aurelio nos pide que nos imaginemos nuestra muerte. A partir de ahí yo les lanzo una pregunta a mis alumnos que es: «¿Cuál te gustaría que fuera tu epitafio?». ¿Cuál te gustaría que fuera tu epitafio?

07:18
Mónica Álvarez. Tendría que pensarlo muy bien. Espero tener tiempo para poder pensarlo.

07:24
Eduardo Infante. Marco Aurelio y muchos filósofos consideramos que meditar sobre nuestra propia muerte de vez en cuando nos ayudaría a ir tomando pequeños reajustes en nuestra vida.

07:34
Mónica Álvarez. En lo que estás haciendo.

07:34
Eduardo Infante. En lo que estamos haciendo. Me ocurrió una vez que haciendo este ejercicio con un alumno, él escogió como epitafio una frase que, según cuentan, fue la última que pronunció Wittgenstein antes de morir, que fue a su médico. Le dijo: «Dígale a todo el mundo que he sido feliz». Después de hacer este ejercicio y de elegir esta frase, ese alumno dejó sus estudios de ingeniería y comenzó a estudiar arte. Y hoy en día es feliz.

08:01
Mónica Álvarez. ¡Qué curioso! Yo tengo que decir que yo he hecho un ejercicio algo parecido porque yo cambié mi vida. Cambié mi vida porque me planteé en un momento dado que lo que estaba haciendo podía reportarme unos ingresos, podía dárseme muy bien, pero no tenía sentido y fue un momento en el que tuve una crisis personal. Decidí estudiar educación y hoy día me levanto todas las mañanas con ganas de ir a trabajar, sintiendo que es importante lo que hago y soy feliz. Y es algo que dices…

08:39
Eduardo Infante. Que nació a través de una pregunta.

08:40
Mónica Álvarez. Que nació a través de una pregunta. Efectivamente, si lo que estoy haciendo va a tener una trascendencia o sirve para algo. Y sí que siento que dedicarme a la educación, y seguro que a ti te pasa lo mismo, tienes ese poso de… y es muy tangible con los chicos y las chicas. Hay cosas que tú notas que marcan una diferencia en la vida de…

09:02
Eduardo Infante. Sin duda.

09:02
Mónica Álvarez. …de ellos.

La filosofía sale a la calle. Eduardo Infante
09:02
Eduardo Infante. Para mí la educación, ser profesor, especialmente ser profesor de Filosofía, es de las cosas más maravillosas que me han pasado. En el fondo, yo creo que estoy devolviéndole el favor a ese profesor viejo de Filosofía que me tocó el corazón hace muchos años. De la misma manera que me tocó el corazón hace muchos años, yo intento tocar ahora el corazón de mis alumnos. Yo creo que hay una cadena que comenzó hace muchos años atrás.

09:25
Mónica Álvarez. A mí me gusta mucho cuando mis niñas me dicen: «Yo quiero ser profesora». Bueno, pues a lo mejor está viendo algo que la está inspirando o que está viendo… Luego seguro que no, porque muchas niñas quieren ser profesoras. Siempre sale en las encuestas: «Quiero ser profesora», y a lo mejor es al revés, ¿no? Hay que llegar a ser, a estar en un aula después de haber madurado lo que significa estar en un aula.

09:52
Eduardo Infante. Efectivamente.

09:56
Mónica Álvarez. Yo creo que es la responsabilidad más grande que se puede tener. Te he leído que tú tienes una anécdota muy curiosa con una alumna, que la relacionaste con el mito de la caverna de Platón. Cuéntanos un poco qué pasó.

10:09
Eduardo Infante. Bueno, lo cuento en el prólogo de ‘Filosofía en la calle’, de mi libro. Es una anécdota que a mí me marcó y me cambió realmente mi manera de dar clase y quizá también mi vida. Yo era un joven profesor, muy novato, era mi primer año dando clase. Y lo recuerdo como si fuera hoy. Me encontraba explicando la metafísica de Aristóteles a un grupo de alumnos de segundo de bachillerato. Ellos tenían el libro de texto abierto sobre su pupitre. Iban tomando nota de todo lo que yo iba escribiendo en la pizarra, pero había una chica sentada al fondo de la clase que tenía su libro cerrado, que no tomaba notas y que se distraía mirando por la ventana, una ventana que daba a la calle y yo me iba poniendo cada vez más nervioso, hasta el punto de que dejé la tiza encima de mi mesa y me fui acercando hacia ella y con mucha ironía, quizás un poco de sarcasmo fruto de mi miedo, le pregunté que qué era eso tan interesante que había al otro lado de la ventana y que si sería más importante que el examen de Filosofía que teníamos la semana siguiente. Y la chica me respondió. Me dijo dos palabras: «La vida».

11:22
Mónica Álvarez. Demoledora la respuesta. Claro, ¿qué es más importante, más interesante que un libro?

11:27
Eduardo Infante. Me destrozó. Me destrozó. Esas dos palabras, «la vida», me cayeron encima como si fuera una bomba de napalm, arrasándolo todo. Todo, absolutamente todo. Destrozaron mi aula. Y me hicieron ver que, efectivamente, había convertido mi aula en una caverna y que en el fondo, durante meses había convertido a mis alumnos, en unos prisioneros obligados a contemplar un aula y a contemplar una pizarra con cosas que poco o nada tienen que ver con sus vidas. Yo creo que los profesores a veces corremos ese peligro de convertir nuestras aulas en cavernas desconectadas totalmente de los problemas y de las inquietudes de nuestros alumnos, quizás obsesionados por cumplir un programa oficial. Al día siguiente, cerramos los libros de texto, borramos la pizarra y salimos a la calle. Y ahí comenzó todo.

12:24
Mónica Álvarez. Ahí comenzó el proyecto de «Filosofía en la calle».

12:24
Eduardo Infante. Efectivamente, ahí comenzó la «Filosofía en la calle». ¿Qué hicimos? Bueno, pues nos sentamos en un parque, hacía bueno y le fui preguntando a mis alumnos cuáles eran las preguntas que realmente a ellos les inquietaban, los problemas que realmente querían resolver y ese día la clase me lo dieron ellos a mí, porque era yo quien callaba y quien iba tomando notas en mi libreta de las preguntas que ellos me iban haciendo. A partir de ese día lo que he intentado es ir ofreciendo a mis alumnos las respuestas que los diferentes filósofos han ido aportando a esos problemas que ellos se plantean. ¿Qué preguntas salieron de ahí? Pues preguntas muy hondas y muy profundas. Se preguntaron acerca de la existencia de Dios, del sentido de nuestra vida, del mal en el mundo, del «bullying», del amor, del feminismo, de nuestra responsabilidad con la naturaleza, etcétera, etcétera.

13:23
Mónica Álvarez. Sí, un poco llevar la filosofía a la vida o realmente conectar la filosofía con la vida, que es lo que tú nos pides en tu libro. Llevar la filosofía a la calle. ¿Cómo planteas tú esto? ¿Cómo llevamos la filosofía a la calle?

13:37
Eduardo Infante. Pues volviendo a los orígenes. La filosofía no nació en un aula, sino nació en las calles de una ciudad por las que Sócrates deambulaba y Sócrates no era un profesor de Filosofía, era un trabajador de la construcción, un vecino normal y corriente, pero implicado profundamente con el proyecto democrático y con la libertad. A Sócrates le encantaba hacer filosofía en plena calle, en los mercados, en las plazas, con los vecinos… dialogando y debatiendo acerca de lo justo y lo injusto y del bien común. Creo que se trata de recuperar esa práctica de la filosofía. Los antiguos griegos entendían que nadie, nadie, absolutamente nadie, nace con las capacidades para ejercer la democracia. A argumentar, a razonar, a consensuar, a discernir, a todo ello se llega a base de un ejercicio, de una práctica. No nacemos ya con esas capacidades y, como me gusta decirle a mis estudiantes, la filosofía es el ejercicio del demócrata. Por tanto, creo que la filosofía tiene que estar presente más que nunca en nuestra sociedad. La filosofía puede ser el mejor antídoto contra la estupidez y contra el dogmatismo, y también es la mayor defensa de la democracia.

15:04
Mónica Álvarez. Sabes que trabajar con adolescentes yo creo que es maravilloso. Yo soy profesora de Primaria y no tengo esa oportunidad, pero yo creo que la adolescencia es una época fantástica en la vida, en la que realmente es cuando te cuestionas los grandes temas y que creo que es una oportunidad fantástica para ver cuáles son estas grandes cuestiones que les preocupan y cómo les responderían los filósofos a ellas. ¿Cuáles piensas que son esas grandes cuestiones aparte de las que has comentado y cuál es su filósofo o filósofa favoritos ahora mismo?

15:43
Eduardo Infante. Efectivamente, yo creo que la adolescencia, como dices, es un momento muy bonito, porque quizás todavía no han perdido esa capacidad de cuestionar lo obvio.

15:53
Mónica Álvarez. Exactamente.

15:53
Eduardo Infante. Nosotros ya cuando llegamos a la adultez muchos abandonamos la capacidad de preguntar el porqué de las cosas y aceptamos las respuestas tal y como nos vienen. Ellos todavía te preguntan y se preguntan por qué hay que hacer algo o por qué esto es verdadero o cierto, y es un momento de una gran libertad. ¿Cuáles son las preguntas que quizás a ellos les interesan? Bueno, están muy preocupados, y eso también es algo que yo se lo comento mucho, creo que el aula es un lugar en el que aprendemos mutuamente…

16:33
Mónica Álvarez. Absolutamente de acuerdo.

16:34
Eduardo Infante. El hecho de que la filosofía sea un ejercicio como yo lo entiendo, como una práctica, sea una gimnasia del pensamiento, hace que pensemos juntos. En clase, piensan ellos y pienso yo también.

16:46
Mónica Álvarez. En la dialéctica, que de ahí sale…

16:48
Eduardo Infante. Efectivamente, y una de las cosas que, por ejemplo, yo he aprendido de estas nuevas generaciones que mi generación no tenía, es a cuestionarme y a preocuparme por la posición y la responsabilidad que tenemos los seres humanos con la naturaleza. Y otra también de las preguntas y de las cuestiones que ellos me han transmitido es el tema de la diversidad de género, y también la importancia del feminismo, ¿no? Que es algo que a mi generación no se le educó. No se le educó en absoluto. Y esa sensibilidad a esas preguntas, a esos cuestionamientos, los he recibido por parte de mis propios alumnos. ¿Cuál es el filósofo favorito? Pues hay un poco de todo, pero quizás el que más les gusta es Nietzsche, porque es el chico malo de la filosofía. Es un poco el macarra, el cuestionador, el libre. Es un grandísimo escritor, escribe muy bien, escribe también con aforismos, tiene frases maravillosas que a ellos les encanta.

17:51
Mónica Álvarez. Sería un buen tuitero.

17:49
Eduardo Infante. Y sería un gran tuitero y también un gran inspirador para tatuajes. Yo tengo algún que otro alumno que se tatuó alguna frase de Nietzsche. Y también es cierto que las chicas comienzan cada vez más a tener un profundo interés por las filósofas, por recuperar el pensamiento de las mujeres.

18:18
Mónica Álvarez. En muchas ocasiones ni aparecen en los libros de texto.

18:22
Eduardo Infante. No, no aparecen, no aparecen no sólo en los libros de texto, sino que ni siquiera aparece en los programas oficiales.

18:30
Mónica Álvarez. Como si no existieran.

18:30
Eduardo Infante. Claro, las historias, las escriben los vencedores.

18:34
Mónica Álvarez. Totalmente. Eso lo decía mi abuelo…

18:37
Eduardo Infante. La historia de la filosofía también es una historia de vencedores todavía a día de hoy. Y en los programas oficiales no aparece. No aparece Simone de Beauvoir, no aparece Hannah Arendt y es absurdo.

18:46
Mónica Álvarez. Simone de Beauvoir aparece como «la pareja de él».

18:51
Eduardo Infante. Eso es lo más desgraciado, se la presenta como la pareja de Sartre. Pero es que hoy es imposible entender el mundo en el que nosotros vivimos sin el pensamiento de Simone de Beauvoir. Simone de Beauvoir fue la madre del feminismo la que nos hizo preguntarnos acerca de si se nace mujer o es algo que se hace. Y de hecho, el mundo, tal y como lo conocemos, nuestro mundo actual, es un mundo en el que tendemos, afortunadamente, hacia la igualdad de género. Pero todo el pensamiento que hay detrás, todo el origen, todo el inicio, se forja a partir del pensamiento de Simone de Beauvoir y de esa obra maravillosa que es ‘El segundo sexo’.

19:34
Mónica Álvarez. Hablando de la igualdad y hablando de feminismo, una cosa que les preocupa mucho y que tú planteas en tu libro son los límites en las relaciones de pareja. Tú haces una pregunta que seguro que tú tienes tu opinión personal y yo tengo la mía, pero ¿qué dirían los grandes filósofos a esa pregunta de qué importancia tiene que tu pareja revise tu móvil?

19:59
Eduardo Infante. Esa pregunta, de hecho, nació porque era algo que yo observaba en el aula. Alguna vez me comentaban algunas alumnas que compartían las claves de sus redes sociales con sus parejas o que les dejaban el móvil, algo que a mí me preocupó e intenté hacerles reflexionar.

20:20
Mónica Álvarez. ¿Lo hacían las chicas? No los chicos.

20:20
Eduardo Infante. Sí, no los chicos. Efectivamente. Y eso me llevó a plantear ese capítulo. Aun así, nunca les digo a ellos qué es lo que tienen que pensar. Siempre les planteo un problema y les planteo diferentes alternativas a ese problema. Es algo que además a ellos les enfada bastante al principio. Me exigen enseguida: «Pero bueno, ¿tú qué piensas?». Digo: «No, no, no, no, a mí no me gusta utilizar esto».

20:44
Mónica Álvarez. Quiero que pienses tú.

La filosofía sale a la calle. Eduardo Infante
20:44
Eduardo Infante. Quiero que pienses tú. No me gusta utilizar el aula como un púlpito, me gusta utilizar la pizarra. La filosofía no es dogmática y la filosofía tiene que invitar a eso, a pensar. En ese caso, por ejemplo, les planteo de entrada el pensamiento de John Stuart Mill y qué les diría John Stuart Mill. Pues posiblemente John Stuart Mill te diría que bueno, que una pareja es una sociedad y en una sociedad, para que esa sociedad funcione, los miembros que integran esa sociedad tienen que tener el máximo o la máxima cota de libertad. Esto no sólo es bueno para la felicidad de cada uno de los individuos que forman esa sociedad, sino también es bueno para el progreso de esa sociedad. Por tanto, el hecho de que tu pareja te mire el móvil no sólo es un hecho que va en contra de tu libertad y que va en contra de tu plenitud como persona, sino que incluso es algo que va a mermar la pareja, te va a causar problemas en tu propia pareja. A partir de ahí también les presento el pensamiento de Emmanuel Levinas, que es un filósofo muy preocupado por entender por qué hacemos estas cosas. Levinas reflexionó mucho acerca del concepto de «otro» y por qué hacemos un enorme esfuerzo por intentar comprender el otro, pero comprender el otro significa controlar el otro, es decir, obligarlo a que encaje en mi esquema. Por tanto, obligarlo a que deje de ser el otro y se convierta simplemente en una prolongación de mí. Y eso es precisamente lo que tu pareja hace cuando intenta controlarte.

20:32

Levinas nos invita a buscar otras formas de relacionarnos que no sea la aniquilación del otro. Hay una metáfora muy bonita que me gusta mucho que él utiliza, que es la caricia. En la caricia respetamos al otro. Es muy diferente, por ejemplo, al abrazo, que parece que es como una posesión, no como una integración, como un te quiero para mí. En cambio, la caricia mantiene una cierta distancia. Deberíamos aprender a acariciarnos más.

23:01
Mónica Álvarez. Eduardo, nos has hablado antes de los griegos, de Sócrates. El debate se origina en la antigua Grecia, pero hoy día también tenemos dialécticas… Bueno, hay dialécticas de todo tipo, pero hay dialécticas interesantes y tenemos los raperos, las peleas de gallos, que a veces tocan temas muy profundos y muy importantes. ¿Quiénes serían para ti los filósofos de calle de hoy en día?

23:31
Eduardo Infante. Pues sí, las batallas de gallos es algo que a mis alumnos les encanta y de hecho no sólo las siguen, sino que la practican, tienen mucho de esa dialéctica y ese debate asociado a la filosofía. Una vez en clase organizamos una batalla de gallos entre racionalistas y empiristas, y yo me lo pasé muy bien. Fue muy divertido. Dividimos la clase en dos y tuvieron que encontrar argumentos a favor del racionalismo y argumentos a favor del empirismo. Y luego celebramos la batalla de gallos y fue maravillosa.

24:04
Mónica Álvarez. ¡Qué bueno!

24:04
Eduardo Infante. Fue maravilloso. Ya sabes cómo son los chicos cuando les dejas que…

24:10
Mónica Álvarez. Sí, además ese tipo de actividades creo que saca lo mejor de ellos. Y profundizan y estudian mucho más para prepararse esas argumentaciones. Seguro que les motivó muchísimo.

24:18
Eduardo Infante. Claro, además entendieron que realmente hubo una gran parte de la historia de la filosofía que consistió en eso, en una batalla entre racionalistas empiristas, una batalla dialéctica. Y siguiendo un poco con este tema, Sara Socas, es una gran rapera hoy en día, que me recuerda mucho a una filósofa antigua, quizás la primera filósofa de la historia que es Hiparquía, que también se enfrentó a una histórica «batalla de gallos». Hiparquía fue una mujer que se atrevió a hacer algo que ninguna mujer antes había hecho que es hacer algo que desgraciadamente era por entonces solo exclusivo de hombres, que era practicar la filosofía. La filosofía en Grecia, en una sociedad totalmente patriarcal, era una actividad de varones. Se celebraba la mayoría de las veces en banquetes en los que se debatía, se dialogaba, se discutía e Hiparquía apareció allí. Teodoro, el ateo, otro filósofo, cuando la vio consideró que qué hacía una mujer en lugar de hombres y encima practicando la filosofía. Hiparquía debería estar en su casa tejiendo y cuidando de los hijos.

25:26
Mónica Álvarez. Qué osada, dedicarse a actividades de pensamiento superior como la filosofía.

25:31
Eduardo Infante. Efectivamente, pero Hiparquía no, todo lo contrario. Hizo algo maravilloso. Hiparquía, de hecho, era una experta en lógica y demostró su superioridad a Teodoro en el razonamiento, le lanzó un silogismo que lo dejó a cuadros. Lo dejó blanco. No supo qué decir. Su única respuesta fue decirle que se fuese a casa y que hiciese cosas de mujeres, que tejiese. A lo que Hiparquía le lanzó otra pregunta y le dijo que le explicase por qué creía él que era mejor el arte de tejer que el arte de filosofar. Teodoro no supo qué responder y, claro, su única reacción fue intentar abochornarla.

26:18
Mónica Álvarez. El recurso de quien no tiene recursos.

26:18
Eduardo Infante. Efectivamente. ¿Qué hizo? Pues tiró del manto y de su vestido y la dejó desnuda. Pero, claro, Teodoro lo que no sabía era que Hiparquía hacía ya mucho tiempo que se había convertido en una filósofa cínica y que había trabajado en el noble arte de la desvergüenza. Se había liberado de las ataduras sociales y del pudor y de la vergüenza, y le preguntó que qué tenía de pecaminoso un cuerpo desnudo, con lo cual el que quedó totalmente abochornado fue Teodoro. Los griegos le tenían un grandísimo miedo, los hombres griegos, a las amazonas, porque las amazonas son mujeres que no necesitan hombres, que viven sin casa y que no dedican su día a cuidar de sus hijos ni del telar. Pero, sobre todo, le tenían un auténtico miedo porque utilizaban las mismas armas que los hombres y tanto Sara Socas como Hiparquía utilizan las mismas armas que los hombres y las utilizan muy, muy, muy bien. Sara, el rap, e Hiparquía la lógica, la argumentación y la filosofía.

27:32
Mónica Álvarez. Hemos hablado de los grandes sabios de Grecia y yo te quiero plantear un dilema. Tú dices en tu libro que «copiar es de sabios», pero me imagino que como profesor no querrás que tu alumnado copie en los exámenes. Entonces, ¿cómo sales de este atolladero?

27:51
Eduardo Infante. Les planteo, por un lado, la posición de algunos filósofos como Trasímaco, que consideraban que la ley estaba hecha por los poderosos para su propio beneficio y que, por tanto, la justicia no existe. Trasímaco pensaba muy parecido a como pensaba yo cuando tenía 17 años y escribí esa frase sobre…

28:14
Mónica Álvarez. Aquello que te ha llevado a estar aquí sentado.

28:15
Eduardo Infante. Efectivamente, al final todo, todo encaja, todo encaja. Y precisamente por eso, porque consideraba que no existe la justicia y que la ley simplemente es un instrumento en manos de los poderosos para su propio beneficio, pues lo más lógico era, obviamente, saltártela cuando no te vean. Entonces, Trasímaco te diría que si estás totalmente convencido o estás totalmente seguro de que no te van a pillar, que eres muy imbécil si no copias. Ahora bien, Sócrates le tenía un auténtico pavor a este tipo de retórica porque no sólo dañan la integridad de la persona, sino también dañan la integridad de la comunidad en la que nosotros vivimos. Dañan la democracia que hemos construido. Sócrates fue un hombre que prefirió morir honradamente e íntegramente a vivir el resto de sus días sin poder mirarse a la cara. Para Sócrates era muy, muy importante llegar al final del día y poder mirarse ante el espejo y poder aguantar el reflejo de nuestra alma. Desde luego, Sócrates no hubiera copiado ni te hubiera invitado nunca copiar. Precisamente por eso, porque hacer trampas es algo que daña profundamente el carácter de la persona y el alma de la persona. A Sócrates, por ejemplo, lo acusaron de corrupción. Tengo, por cierto, una camiseta que me regalaron unos amigos que se ve la cara de Sócrates y pone: «Corrompiendo a la juventud desde el siglo V antes de Cristo».

29:53

No me la pongo mucho porque el problema es ese, que la palabra corromper hoy en día y sobre todo, a corromper a la juventud, tiene otro significado. Pero tiene que ver con eso. Es decir, la corrupción a la que sometía a los jóvenes Sócrates era a través de preguntas, sobre todo preguntas que iban a que se cuestionasen toda la educación y toda la tradición y todos los valores que ellos tenían, con la intención de que fueran hombres realmente justos y hombres reflexivos. La cosa fue que al final tocó las narices demasiado y lo acusaron injustamente. Le dieron la oportunidad de salvar la vida, lo único que tenía que hacer era reconocer que se había equivocado y pedir perdón. Pero bueno, una persona tan íntegra y honrada como Sócrates no lo iba a hacer. De hecho, decidió pasar el resto del tiempo que le quedaba haciendo lo que más le gustaba, que era dialogar con sus amigos, con sus alumnos acerca de la justicia, del bien y de la vida.

31:00
Mónica Álvarez. Hablábamos del tema del acoso, que es un tema que es realmente preocupante hoy en día en las aulas y ahí hay chicos y chicas que lo pasan realmente mal en la etapa escolar, hasta el punto de llegar a depresión e incluso llegar a plantearse abandonar la vida. El tema del suicidio es un tema muy delicado, pero que tú tratas en todos tus clases. Me gustaría saber cómo se lleva a un aula un tema tan delicado. Y sobre todo, ¿qué herramientas puede encontrar el alumnado en la filosofía para abordar esta cuestión?

31:49
Eduardo Infante. Uno de los retos que le planteo precisamente a mis alumnos es que nos enfrentemos al problema del acoso, que intentemos encontrar la raíz del mal. Les planteo el pensamiento de Hannah Arendt, que nos regaló el concepto de «banalidad del mal» con el que quería referirse a que lo banal no era el mal, sino la persona que lo lleva a cabo. En el momento en el que una persona deja de pensar, deja de reflexionar, deja de intentar ponerse en el lugar del otro, obedece ciegamente, obedece ciegamente las normas, se produce el mal. Y, por otro lado, otros también de los filósofos que les regalo para que intenten dar luz al problema del mal y en este caso, del acoso, es Hegel. Hegel tiene una metáfora histórica que es la dialéctica del amo y el esclavo. Según Hegel, la primera vez que surgió la conciencia en el primer ser humano, ese ser humano consciente, sabedor de quién era, necesitaba reconocimiento y solo podía obtener reconocimiento de otro ser humano igualmente consciente, de tal manera que los seres humanos buscamos el reconocimiento de otro ser humano. A lo que Hegel quería hacer referencia era que lo que buscamos es que la otra persona se adecúe a mi voluntad, que haga lo que yo quiera. En el fondo, lo que Hegel creo que nos está diciendo es que las relaciones humanas siempre han sido conflictivas. El acoso no es algo nuevo, es algo que está en nuestro ADN y que tenemos que intentar tomar y entender.

33:39

Recuerdo una vez enfrentándonos a este tema, que uno de mis alumnos favoritos al que le tengo un enorme cariño, leyó un ensayo en el que reconocía que había sufrido un caso de acoso y cómo la lectura de Hegel le había dado luz a las preguntas que él se había ido haciendo cuando recibía ese acoso por parte de otro compañero. Él siempre se preguntó: «¿Por qué yo? ¿Qué he hecho? ¿Qué culpa tengo?» La lectura de su ensayo delante de toda la clase fue un momento para él de epifanía, pero también un momento de catarsis. Hegel, como él nos decía, le ayudó a cerrar una puerta.

34:26
Mónica Álvarez. Y en casos muy extremos en los que llegan a plantearse temas como el suicidio, he visto la serie ‘Por 13 razones’ que me parece tremenda. No solamente este tema que trata, sino no todos los que se derivan de él. ¿Cómo se lleva eso a un aula?

34:50
Eduardo Infante. Lo primero es que creo que hay que llevarlo a un aula. Es decir, el suicidio es un tema del que hablan nuestros alumnos. Es un tema por el que están muy preocupados. No puede ser que ‘Por 13 razones’ sea la única voz frente al suicidio que escuchan nuestros alumnos.

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Mónica Álvarez. Claro, que no está mal que sea un punto de partida a lo mejor, pero para debatir sobre…

35:13
Eduardo Infante. Nosotros tratamos el tema en clase. Les hablo de Camus, les hablo de Cioran, de los grandes existencialistas, y les recuerdo que en el fondo, hablar del suicidio, es intentar enfrentarse a la terrible tarea de encontrarle un sentido a la vida.

35:31
Mónica Álvarez. Creo que era Cioran el que planteaba los caminos que hay después, que él…

35:43
Eduardo Infante. Cioran tuvo una experiencia muy curiosa. Un día, paseando por París, se encontró a un hombre que había decidido suicidarse y, bueno, habló con él y estuvo toda la tarde paseando, intentando convencerlo de que no se suicidase. Cuando yo trato este tema con los alumnos, les cuento esta historia, les invito a hacer este ejercicio. Les digo: «Imagínense que se encuentran con alguien que ha decidido suicidarse. ¿Cómo lo convencerían de que no lo hiciese?». Lo que me devuelven ellos es que pasan horas enteras delante de una página en blanco. Cuando les pregunto por qué me suelen decir que no pueden, que sienten la obligación de no responder cualquier cosa, que tienen que poner algo profundo. Y al final el suicidio nos lleva, precisamente, a hablar de la vida, de cómo gobernar la vida, de cómo enfocarla, de cómo dirigirla. De hecho, Viktor Frankl tiene un libro maravilloso ‘El hombre en busca de sentido’, que leemos en clase, en el que él narra su experiencia en los campos de concentración. Él fue de los pocos que se salvó. Reconoce al principio que no se salvaron los más fuertes ni los más buenos, sino se salvaron aquellos que tenían una razón para vivir. Eso le llevó a que cuando salió de los campos de exterminio y comenzó a trabajar con la logoterapia, una de las preguntas que le planteaba a sus pacientes es muy dura, pero muy directa y es: «¿Por qué no se suicida?».

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Lo que quería intentar hacer reflexionar Viktor Frankl a sus pacientes es que los seres humanos necesitamos encontrarle un sentido a la vida. Esa pregunta nos fuerza a obligarnos a construirnos a nosotros mismos un sentido para la vida. Viktor Frankl versiona a Nietzsche y nos advierte que quien tiene un porqué para vivir es capaz de soportar cualquier cómo. Por eso es tan importante que cada uno de nosotros nos enfrentemos a encontrar un porqué a nuestra existencia.

37:51
Mónica Álvarez. Muchísimas gracias, Eduardo, ha sido una conversación interesantísima. Estoy segura de que tus alumnos y alumnas están entusiasmados con la filosofía.

38:02
Eduardo Infante. Para mí también ha sido muy importante. He disfrutado muchísimo contigo y en el fondo yo creo que esto que acabamos de hacer es filosofía. Hablar sobre los temas realmente importantes, cuestionarlos juntos y vivirlo.