“La ciencia es humanista”
José Manuel Sánchez Ron
“La ciencia es humanista”
José Manuel Sánchez Ron
Historiador de la ciencia
Creando oportunidades
Un paseo por la historia de la ciencia
José Manuel Sánchez Ron Historiador de la ciencia
José Manuel Sánchez Ron
“Ciencia y humanismo deberían ir de la mano en la educación, desde la más tierna infancia”, enfatiza el historiador de la ciencia José Manuel Sánchez Ron. Licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad Complutense de Madrid y doctor por la Universidad de Londres, Sánchez Ron es catedrático emérito de Historia de la Ciencia en la Universidad Autónoma de Madrid. Entre los premios que ha recibido destacan el Premio Nacional de Ensayo (2015) y el Julián Marías a la carrera científica en Humanidades de la Comunidad de Madrid (2016). Miembro de la Real Academia Española desde 2003, es también académico numerario de la Académie Internationale d’Histoire des Sciences de París, y académico correspondiente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Es autor de más de 80 títulos de divulgación científica, entre los que destacan ‘Marie Curie y su tiempo’, ‘El jardín de Newton’, ‘El poder de la ciencia’ y ‘Querido Isaac, querido Albert’. Este último es una bella recopilación de cartas escritas por algunos de los más renombrados científicos y científicas de la historia.
Transcripción

Pero cuando vuelve a Inglaterra se casa con una prima suya, también de una familia de muchos medios, los ceramistas Wedgwood y, al cabo de pocos años, él tiene mala salud y se refugia, se instala en una… no finca, pero una casa con algún terrenillo alrededor a 25 kilómetros de Londres. Allí, aunque sale algunas veces, pero, entre la enfermedad, una familia que crece, pues apenas sale de ahí. Y él, sin embargo, pues ese viaje de cinco años le ha cambiado sus horizontes. Cuando llega por primera vez al barco, se ríen de él la tripulación porque parece un ortodoxo religioso y termina siendo un agnóstico o un ateo por la ciencia, le lleva la ciencia. Y él necesita muchos datos para construir esa visión que, ya sobre todo por unos datos que obtiene en su visita a las Islas Galápagos, que las especies no son inmutables, pero quiere afirmar esas ideas con todo tipo de datos. Y ¿cuál es su mecanismo? Escribir cartas preguntando a gente de todo tipo: botánicos, zoólogos, gentes del común. «Consígueme unos huevos de tal o cual» y por eso escribe tantas cartas. Efectivamente, la correspondencia de Darwin está a punto de ser publicada, de terminar de publicarse. También se puede consultar en la web y son, hasta ahora, si no recuerdo mal, 26 volúmenes gruesos de unas 800 páginas cada uno y uno de mis de mis problemas y mi tarea al componer este libro en el capítulo dedicado a Darwin es seleccionar de todo ese material algo que… algunas cartas, pocas, que fueran representativas y, al mismo tiempo, lo suficientemente claras para que cualquiera las pudiera entender.
Y ahí, en Hume, sobre todo, y en las críticas que Mach, que fue un físico, pero también filósofo, hace al concepto de espacio-tiempo absoluto de Newton y en lo que se refiere a Hume defiende la relatividad de espacio y tiempo, eso le ayuda mucho. Al mismo tiempo, también le ayuda el espíritu positivista, operacionalista que está naciendo en la filosofía de entonces, un espíritu que se puede explicar, yo creo que fácilmente, diciendo: «Lo importante es medir y sacar de eso las consecuencias que sea». Y si uno lee el artículo de la relatividad especial, porque es un artículo solo, se empieza diciendo cómo miden dos observadores el espacio y el tiempo y entonces, de eso, con un par de axiomas más que introduce, pues construyen ese edificio tan fascinante, tan básico como es la teoría de la relatividad especial. Me preguntaba sobre la relación en general de física o ciencia y filosofía. Bueno, no siempre se da esto, no siempre hay una o no siempre yo he sido capaz de identificar una fuerte componente o alguna componente sustancial filosófica en la creación de una teoría científica, pero en el caso de Einstein, en este caso, en el caso de la relatividad general, que es una teoría del campo gravitacional, 1915, ya es diferente en la historia, ya ahí no se puede entender exactamente de esa manera, pero, por ejemplo, en la creación de la mecánica cuántica a la manera de Werner Heisenberg en 1925, sí, Heisenberg dice: «Pues en la maraña de datos para tratar de construir una física del microcosmos, por así decirlo, de los elementos que forman la materia, pues un elemento fundamental es lo que yo observo, lo que yo observo cuando veo las rayas espectrales que aparecen en la emisión de los cuerpos». Y eso es para él fundamental. Y eso es un punto de vista filosófico. En otros, por ejemplo, en Darwin, del que hablábamos hace un momento, pues es sobre todo la recopilación de datos y ahí, de hecho, un elemento importante no es filosófico, sino cuando lee un libro de Malthus sobre los problemas que acarrea el exceso de población comparado con los recursos que crecen linealmente de los alimentos.

Efectivamente, la ciencia, como he dicho antes, llevó a Charles Darwin, le alejó completamente de las creencias religiosas, de un dios que luego te permite una vida eterna. En la última carta que yo seleccionaría, ahora recordando rápidamente, es la que Francis Crick escribe a su hijo de 13 o 14 años, no recuerdo bien, poco después de ese gran descubrimiento con James Watson de la estructura en doble hélice de la molécula de la herencia del ADN, el ácido desoxirribonucleico. Su hijo está en un internado y Crick le escribe explicando: «Hemos hecho un descubrimiento que creo que va a ser muy importante, que además es hermoso…» y lo explica con palabras sencillas y al final dice creo: «Te quiere, papá». Esa carta la escribe un mes antes de que se publique el artículo de Watson y Crick, un artículo de una página y media que cambia tantas cosas en el futuro de nuestra especie o en la comprensión de nuestra especie. Y es el padre que, cuando acaba de descubrir algo que entiende es fundamental, pues piensa en su hijo, que no está con él, y se lo cuenta.
Ese es un momento que yo seleccionaría. Otro, la invención del transistor. Se inventa en 1947 por tres físicos que luego recibieron el Premio Nobel, pero que trabajan en una compañía industrial. Los famosos Laboratorios Bell, ahora son Lucent Bell. Y bueno, el transistor es la célula de nuestra civilización. Hablamos de circuitos integrados y todo eso, pero esos son muchos transistores. Condiciona el trabajo, los medios de desplazarnos, de todo, todo, de manera que eso es fomentado por el entorno sociopolítico. Después de lo que acabo de decir de la utilización del armamento atómico para finalizar la Segunda Guerra Mundial, los países y, sobre todo, los Estados Unidos, se dan cuenta de la importancia de la ciencia, la ciencia de punta y desarrollan, derrochan, vamos, derrochan no, pero invierten en ciencia, en lo que ahora llamamos I+D, cantidades ingentes y otros países en menor medida, porque tenían menores posibilidades también y bueno, pues entre otras cosas, el ejército, la fuerza aérea, la marina estadounidense es un gran mercado que hace que florezcan industrias y, entre otras, pues estas asociadas a los laboratorios Bell. Esto, ya digo, pues cambia. Otra, la tercera que me preguntabas, yo creo que podríamos decir la revolución científica, el periodo de los siglos XVI y XVII en los que se asientan las bases de la ciencia moderna.
Ahí ya no diría yo que son las condicionantes sociales, aunque también, se llega a un momento en el que algunos científicos, digo algunos, no son muchos, no es como ahora, pero se dan cuenta de la importancia, la curiosidad, se reúnen, crean las primeras sociedades científicas modernas, la Royal Society de Londres se crea en 1660, un grupo de científicos y aficionados. Sigue existiendo esa sociedad, es muy prestigiosa. Seis años después, la Académie Royale des Sciences de París. Y en ese ambiente pues surgen Copérnico, Kepler, Galileo, Newton, Harvey… Y eso da lugar, en un siglo maravilloso, al menos desde el punto de vista de algunas de las cosas que defendían y también del nombre, el de la Ilustración o El siglo de las Luces, el siglo XVIII, en vista de la capacidad predictiva, explicativa de la física newtoniana, sobre todo la física y la matemática asociada, pues a defender, los buenos ilustrados piensan que para acceder a la verdad, la verdad con mayúscula, no es a través de la revelación religiosa, sino a través del conocimiento científico, y que, además, esa ciencia se puede y se debe utilizar para la mejora de la condición de la humanidad. Y eso, pues, es, en un entorno social que también cambia el modo de pensar, de construir ciencia, que ejemplifica sobre todo el libro de Newton, es el modelo en el que se basa, aunque haya cambiado muchas cosas, en el que se ha basado a la ciencia posterior, que es lo que ha cambiado la forma de vida. Si uno piensa que estamos hablando del siglo XVII y comienzos del XVIII, ahora estamos en el XXI, ¿cuánto ha cambiado cómo vivía Newton a cómo vivimos nosotros? ¿A qué se debe esto? Al conocimiento científico. Sin duda alguna. De manera que la revolución científica en la que, como digo, se sientan las bases de la ciencia moderna, pues es algo que es la mano que ha mecido la cuna de lo que vino después.
En cuanto a Hitler y Stalin, Hitler… Vamos a ver, aquí tenemos la cuestión de que la ciencia, a la física, a la matemática, a la química en menor grado, pero también las ciencias biomédicas en Alemania, cuando Hitler llega al poder son las mejores del mundo. Y, sin embargo, entre otras cosas porque uno de los primeros edictos de Hitler es apartar a los científicos o profesionales funcionarios de origen judío o comunistas del servicio, pues eso debilita enormemente a la ciencia alemana. Conocemos el exilio de muchos científicos, desde Einstein, aunque a este le pilla ya cuando llega Hitler al poder en Estados Unidos y nunca vuelve a Alemania, pero otros Hans Bethe, Max Born, la lista es interminable, y favorece ese exilio al Reino Unido y también, sobre todo, a Estados Unidos. Aun así, en Alemania quedan científicos de gran… Werner Heisenberg, Max von Laue, Otto Hahn, el descubridor de la fisión del uranio, pero no aumenta. Entre otras cosas uno podría preguntar y es uno de los orígenes por los que se establece el Proyecto Manhattan para fabricar bombas atómicas en Estados Unidos, el temor a que Hitler, la Alemania nazi desarrolle, fabrique bombas atómicas, porque ahí queda Heisenberg, Otto Hahn, el descubridor, como he dicho, de la fisión del uranio.
Pero bueno, algunos políticos o científicos quieren hacer esto, pero es que, al principio, la rapidez con la que las fuerzas del ejército alemán invaden países es tal que no va a dar tiempo a un proyecto de este tipo. Lo que sí se emplea, por ejemplo, mucho esfuerzo es en los cohetes, las famosas V2, en las que dirige sobre todo un ingeniero aeronáutico, el famoso Werner von Braun, aunque luego termina en Estados Unidos como una especie de botín de guerra y es una de las cabezas pensantes de la nueva NASA, de la NASA, y esas, en Peenemünde, la base aeronáutica de Peenemünde, desde ahí salen esos cohetes V2 que bombardean Londres, etcétera, etcétera. Por todas estas razones es el comienzo, no del fin, porque tampoco hay que exagerar, pero el comienzo de la cadencia de la inigualable ciencia alemana. De manera que ahí, Hitler y su ideología, la situación militar, pues es la responsable. Stalin no es que sea ajeno a la ciencia, sabe que la ciencia es importante, pero bueno, pues ocurren cosas, por ejemplo, fomenta una agricultura basada en una especie de genética de un tal Lysenko que es falsa y que conduce a graves problemas. Aun así, durante el mandato de Stalin, pues la Unión Soviética fabrica bombas atómicas con bastante rapidez y bueno, se crean programas e institutos, la matemática soviética también progresa, de manera que, aunque hay problemas, por ejemplo, uno de los grandes físicos, Lev Landáu, que obtuvo un Premio Nobel, pues le meten en la cárcel por estas purgas, etcétera, etcétera, de manera que es ambivalente la relación de Stalin con la ciencia, pero no es negativa. No, en absoluto. Y la ciencia y la tecnología soviética, pues continúan progresando y siendo un contrapeso para la estadounidense. El Sputnik, 1957, el primer satélite que orbita la Tierra, es soviético.
Eso produce una catarsis en Estados Unidos: «Nos están superando». Y la NASA es una reacción para esto y el programa luego de poner un hombre en la Luna de Kennedy, pero que ya tiene predecesores, pues es consecuencia de todo esto. En cuanto a Eisenhower, Eisenhower es un militar, un general de los que ha contribuido de manera destacada a la victoria de la Segunda Guerra Mundial, él es muy sensible y no olvida para nada la ciencia, aunque en su discurso de despedida… es muy famoso porque alerta de los peligros de lo que llama el «complejo industrial-militar», porque dice: «El Ejército está controlando de tal manera el desarrollo de la ciencia, las líneas en las que se dirige la ciencia…» Y es verdad, sobre todo la física, la física, la microelectrónica, la electrónica, la miniaturización de elementos electrónicos, entre otras cosas, para poder dirigir misiles con gran precisión, etcétera, etcétera. Y esto está deformando, dice Eisenhower, al ser el ejército el principal cliente de las industrias, están deformando ese mercado, haciéndolo que se dirija en direcciones que no son necesariamente las que la población está más interesada o que puede beneficiar más a la ciencia, pero Eisenhower crea además equipos de científicos para que le asesoren y la ciencia durante el mandato de Eisenhower y en los presidentes que siguen en Estados Unidos, pues alcanza… es la primera del mundo, cosa que, por el momento, ese liderazgo lo mantiene, aunque el peligro de China está ahí, que ya veremos cómo queda la historia.

Ella, polaca de nacimiento, pues primero pasó unos cuantos años ejerciendo de institutriz en la Polonia profunda. Hay cartas suyas, alguna creo que la cito, en la que muestra a un familiar suyo la desesperación que sufre, pero había llegado a un acuerdo con una de sus hermanas que ella… su hermana Bronia, iría a estudiar medicina en París, ella la ayudaría económicamente y luego, pues al revés, vamos. Y eso, efectivamente, luego Marie, Maria Skłodowska, va a París, estudia en unas condiciones muy duras, pero bueno, con ayuda, la poca ayuda que podía prestarle su hermana, y, sobre todo, el ejemplo: yo recuerdo hace algunos años dos conferencias en la Fundación Juan March de Madrid. Era Marie Curie. Bueno, la audiencia, aquello era… no por un servidor, ya me gustaría, sino evidentemente por la protagonista. Al final de la conferencia, más de una mujer ya entrada en años, vino, me dijo, a agradecerme y me decían algo que me conmovió: «No sabe usted lo que significó para mí, para nosotras, el ejemplo de Marie Curie. Si ella podía, nosotras también». Aunque solo fuera por eso… También recibió dos premios Nobel, el de Física y luego el de Química en solitario.
Otros dos, otros dos que diría yo. Bueno, Louis Pasteur. El siglo XIX, el de la medicina científica, cambia la situación de la medicina. Yo solía decir a mis alumnos en la clase de Historia de la Ciencia, cuando llegaba esto, digo: «Si a principios del siglo XIX tuvierais que sufrir una operación, una cirugía, teníais que hacer dos cosas: primera, testamento, porque lo más seguro es que cogieses una infección que acabase con vosotros, y luego, si no, prepararos a sufrir, pero vamos, por ahí, en el siglo XIX se inventa o se descubre la anestesia, las técnicas de asepsia.» Es la medicina científica, es la fisiología y es Pasteur y Koch, la teoría microbiana de la enfermedad. La teoría microbiana de la enfermedad permite descubrir bacilos e intentar diseñar los mecanismos para combatirlos. Y luego también, como consecuencia de esto, algo por lo que, solo por eso, Pasteur merece ser recordado es el famoso caso de un niño al que le muerde un perro rabioso. Pasteur no era médico. Estudió y se doctoró en Física y Química. Y bueno, a lo largo de su carrera va evolucionando, introdujo la teoría microbiana de la enfermedad, se introduce en el mundo de la vacunación y le llevan a un niño al que ha mordido un perro rabioso y entonces: «Vacúnele, practique sus…» Que él solo lo ha hecho con gallinas y cosas así, en animales así.
Pero Pasteur sabe que hay médicos que no quieren, que es un intruso y que si el niño fallece le van a culpar. Pero se atreve y el niño se salvó. Eso es algo, pues no solo por su ciencia, que tanto hizo. Bueno, cuando un nombre se instala en nuestro vocabulario quiere decir muchas cosas y pasteurización es una palabra que está dentro del léxico de nuestro idioma y de otros idiomas. Lo mismo que hay giro copernicano, galvanizar por Galvani, el fisiólogo italiano… ¿Cuál sería un tercer… ¿Galileo? Galileo es particularmente importante en la revolución científica de la que hemos hablado, porque él introduce algo que es fundamental, hay que medir las magnitudes. Aristóteles, por ejemplo, que aparte de que se estudia, sobre todo, yo creo que eso es mala cosa, pero bueno, como filósofo, fue un físico exacto en filosofía natural, que es como se llamaba la física, biología también, un gran naturalista, pero Aristóteles, pues: «Los cuerpos se mueven hacia su lugar natural», como si fuera… Habla de propiedades, mientras que Galileo cuantifica y eso le permite, entre otras cosas, pues eso que se estudia en los primeros cursos de física general: «Al tiempo que caen los graves, los cuerpos, bajo la acción de la gravedad…» Galileo, además, el primer libro famoso que escribe lo escribe en latín en 1610, «Sidereus Nuncius».
Se entera de que han inventado un artilugio óptico que parece que acerca los cuerpos, es el telescopio, y él con dos lentes fabrica uno. Mira a la Luna, mira a Júpiter y ve cosas que no encajaban con el sistema en el que la Tierra está en el centro del universo y reivindica a Copérnico. Pero bueno, el Sol está en el centro del pequeño universo de entonces y eso produce reacciones. Dios nos puso ahí en el centro, somos el centro y este viene diciendo aquí… y eso le plantea problemas, en un momento determinado incluso en Roma dicen que hasta aquí has llegado en 1615, pero luego cambia un Papa y cree que las condiciones han cambiado y escribe un libro que es, no solo parte de la historia de lo mejor de la humanidad, sino también de la literatura, el «Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo», el ptolemaico y el copernicano, 1632. Digo también de la literatura, porque ahí, en primer lugar, lo escribe en lengua vernácula, en italiano, no en el latín, y además introduce un recurso de un diálogo de tres personajes: Simplicio, Salviati y Sagredo, que cada uno… Simplicio es el aristotélico, Sagredo el neutral, que no lo es tanto, Salviati, el copernicano, y es un ejercicio de lógica que te enriquece al leer y que debía, lo mismo que «El origen de las especies», debían formar parte de las lecturas obligadas en el bachillerato. Y luego ese libro, vamos, es convincente o, desde luego, perturbador, rupturista.
Y eso lleva a que, en 1633, el famoso juicio de Galileo por la Inquisición romana que lleva a esa cosa tan triste que es la abjuración de Galileo. «Yo, con corazón dolido…» No me acuerdo de qué… «…juro que nunca he creído ni creeré…» Estaba mintiendo. Estaba mintiendo, porque claro que cree, pero es que, si no abjuraba de sus creencias de que la Tierra no está en el centro de universo, pues pasaría por el tormento él, un hombre ya mayor, casi ciego, y lo que consigue, bueno, es que, en lugar de las cárceles o las torturas inquisitoriales, se le permita recluirse en una villa que tenía cerca de Florencia, en Arcetri, y eso, algunos dicen, debió ser un mártir. Bueno, mártir, es muy fácil exigir a los demás que sean mártires, pero aparte de eso, es que gracias a que él hizo esto, tenemos otra joya que es su otro diálogo, el «Diálogo acerca de dos nuevas ciencias» de 1638, en el que los tres personajes, Salviati, Sagredo y Simplicio se vuelven a reunir y hablan ahí de Física, de los movimientos, ya no de cosmología. Ese libro que algunos de los discípulos sacan y lo llevan a Holanda, donde se publica, ya digo, en 1638, en una casa que todavía existe, es una editorial holandesa, así que, con Marie Curie, Louis Pasteur y Galileo Galilei.
Si nuestro universo es el único, o hay multiuniversos, otros universos, en fin. Pero bueno, son problemas que tal vez se resuelvan en las próximas décadas o en más tiempo, no lo sabemos, pero momentos como los que significó o significaron en el primer tercio, de hecho, del siglo XX, la revolución de la relatividad especial y la general, o la física cuántica, que revolucionaron la Física, o luego el ADN, la revolución de la genética y el ADN a partir de 1953. Qué bueno, pues ahora… Pero eso ya, se necesita ciencia, por supuesto, pero las consecuencias que también están influyendo mucho en cómo afecta nuestro tratamiento, no solo de las enfermedades, sino de la descendencia. Darwin nos dijo que se necesita, nos enseñó que se necesita mucho tiempo para que las especies cambien de una a otra. Con los instrumentos de genética que tenemos, de ADN, y que tendremos todavía con mayor seguridad, pues podemos intervenir en cambiar aspectos fundamentales de la esencia de un ser humano en una generación. Y eso, bueno, pues es… Pero ya digo, no veo revoluciones así de ese tipo, salvo que bueno, pues sobre todo en lo que se refiere al cerebro, pero mientras que las consecuencias de la inteligencia artificial, de la robótica, del diseño de materiales y todo eso, pues nos llevarán a un mundo… De hecho, yo pienso todavía más, que, en algunas disciplinas, como por ejemplo en la matemática, serán las máquinas inteligentes las que encuentren resultados. Las máquinas, entre otras cosas, lo que hacen es, con cantidades ingentes de información, encuentran pautas comunes. Eso lo podemos llamar un teorema. De hecho, ya son noticias de las últimas semanas o meses. Con procedimientos de análisis de algoritmos creados especialmente se diseñan medicamentos, antibióticos o proteínas que no se conocían, de manera que llevarán la pauta. Y ahora viene lo que me decías de la ética.
Claro, yo he dicho antes, por ejemplo, los dispositivos electrónicos que llevamos inteligentes en los bolsillos, esas aglomeraciones de transistores en circuitos integrados con relaciones mediante algoritmos y todo eso nos permiten vivir toda la vida y todas las vidas que pudiéramos tener obteniendo información, viendo vídeos, lo que sea, pero información no es igual, ya lo dije, a conocimiento. El conocimiento implica reflexión y todo eso. Y bueno, también está el peligro de todo esto, que ya se da en casos, de que en lugar de relaciones personales pues nos comuniquemos a través de las máquinas, con lo cual terminamos siendo algo así como robots biológicos. Eso es un peligro. Y bueno, ¿qué consecuencias tiene esto en lo que se refiere a decisiones que hacen o los valores que sostenemos? Los valores vienen influidos por las posibilidades o por nuestros conocimientos. ¿En conocimientos y en posibilidades son las máquinas inteligentes las que están tomando una posición preferente, de manera que, bueno, coartarán nuestra libertad, influirán en nuestras decisiones, nos harán menos conscientes de nuestras obligaciones y las delegaremos en esos artilugios? Sería conveniente que reflexionásemos sobre eso. Es decir, reflexiones de índole ética y ahí vuelvo al principio. Al principio, que es tu mundo profesional, el de la enseñanza no universitaria antes y la familiar, por supuesto. Ahí es donde se juegan las cartas de todo lo que en el futuro tendrá lugar. Y bueno, pues no sé, yo no sé mucho de ese mundo, pero veo, con sentimientos agridulces, porque por una parte está bien, pero por otra parte no veo que esté tan bien el papel que los medios informáticos, telemáticos, todo esto, las tabletas, etcétera, etcétera, los algoritmos… está teniendo lugar en la enseñanza, en la enseñanza de niños más pequeñitos que empiezan ya… Ya sé que es que hay que prepararlos para el futuro, el futuro que es así.

Sí, pero bueno, yo recuerdo que hace años vi un corto de estos que me impactó. Era una niña pequeñita que estaba en una tableta, estaba leyendo un cuento, tocaba… Luego le dan un cuento en papel y empieza a tocar así. «¿Qué pasa? Que esto no se mueve». Bueno, es un nuevo mundo en el que… Ya sé que se dirá que yo soy un dinosaurio, está hablando un dinosaurio. Bueno, un dinosaurio que, como en el grabado de Goya, aún aprende o aún se preocupa y que al menos tiene, me veo seguramente optimista, de una manera optimista, puede desempeñar el papel de decir: «Existieron otros valores». No digo que sean mejores, pero compararlos y que se establezca una especie de diálogo crítico con los valores que estamos construyendo, entre otras cosas, ese que os he señalado de que damos un papel a las máquinas a la hora de relacionarnos que antes no tenían. Una de las cosas que he aprendido como como historiador es que predecir el futuro es mala cosa. Te equivocas.