“Es necesario tener la alegría como un escudo”
Carlinhos Brown
“Es necesario tener la alegría como un escudo”
Carlinhos Brown
Músico
Creando oportunidades
“Música para el mundo, no más violencia”
Carlinhos Brown Músico
Carlinhos Brown
Nacido en Salvador de Bahía (Brasil), el percusionista, cantante, compositor y productor Carlinhos Brown es uno de los grandes iconos musicales y sociales de Brasil. Conocido por su compromiso con la cultura afrobrasileña, Brown llevó la fusión de géneros como la samba, funky, pop y axé a los primeros puestos del ranking musical, especialmente a partir de la creación de la banda Timbalada, que revolucionó la percusión bahiana al integrar elementos electrónicos y ritmos ancestrales, y el éxito de su colaboración con la banda Tribalistas, con premios al mejor CD, DVD y canción por ‘Já sei namorar’.
Además de su larga y exitosa trayectoria musical, Brown ha destacado por su compromiso social, su trabajo por la convivencia y la paz y su divulgación cultural, que le llevó a ser nombrado Embajador Iberoamericano de la Cultura por la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) en 2018. Uno de sus grandes reconocimientos está relacionado por la conversión del barrio de Candeal en símbolo de la música como elemento transformador, a través de su Asociación de Acción Social Pracatum, que se recoge en el documental ‘El milagro de Candeal’, de Fernando Trueba, con dos Premios Goya 2005, al Mejor Documental y Mejor Banda Sonora Original. “Los tambores para nosotros han sido una verdadera herramienta de educación. Los jóvenes en Brasil se quedan en la calle porque sus padres necesitan hacer que su dinero, su trabajo o su labor genere oportunidades para que, a su vez, puedan llevar a sus hijos a escuelas. Solo que a esas escuelas… se tardan muchísimo en acceder, no llegan nunca. Por eso era necesario un proyecto dentro del barrio de Candeal como Pracatum”, concluye el artista.
Transcripción
Increíble. Bueno, muchas gracias. Vamos.
Ahora vais a cantar conmigo. Primero, voy a tocar más bajo.
Más carnaval. ¡Arriba! ¡Cantad ahí! ¡Ritmo!
Profesor Machado. Profesor Rata… Ratatouille.
Muchas gracias. ¿Cómo estáis todos? ¿Cómo va todo? Ah, muy bien, muy bien. Que tengamos un día maravilloso y que todos los compromisos que nosotros tenemos con la vida sigan fuertes en nosotros. Porque al final es una maravilla vivir. Mi nombre oficial de padre y madre es Antônio Carlos Santos de Freitas. Mi nombre artístico es Carlinhos Brown. Yo nací en Salvador de Bahía en el año 62, en el barrio de Candeal. Y Salvador Bahía es la primera ciudad de las Américas. Poca gente lo sabéis, pero también fue Salvador Bahía la ciudad que recibió la mayor cantidad de gente esclavizada del mundo, por irse a la mayor ciudad negra de Brasil. Hablando aquí hoy con los directores de por qué es conocido Salvador de Bahía, me hablaron inmediatamente de Jorge Amado. Y yo puedo considerarme como un «capitán de arena», que es una novela escrita por Jorge Amado. ¿Qué es un capitán de arena? Alguien muy curioso que no soporta la pobreza y que vive en su casa. Entonces, su curiosidad lo lleva a vivir fuera de casa, fuera del abandono familiar, fuera de la violencia. Cuando sale de casa, ¿sabéis dónde duerme? En la playa. Y su cobertor es la arena. Hace un agujero, un espacio con arena calentita. Y por la noche se cubre con arena, coge unas palmas de coco, se hace su travesero, se pone así y duerme tranquilo.
Y luego, durante el día, busca ilusiones de trabajo, de hacer cualquier cosa que le traiga dinero. Claro que, con la falta, muchos cambiaron su imagen… ¿Cómo decirlo? Para evitar el conflicto con la ley. Ahora no más, porque las cosas, la cultura, la música, la vida… han cambiado mi situación y, cuando pude, incorporé mi barrio. Y ahí hicimos la cosa más bonita que está presente en la música. Hablo muchísimo. Pero quiero, de verdad, que vosotros hagáis preguntas. Creo que vosotros, con vuestra curiosidad, podéis ayudarme a decir cosas que puedan ayudar a gente que estuvo en situaciones como yo a mejorar o salir de ellas. Y a tener una certeza: en este mundo hay esperanza.
A vosotros. A vosotros.
“Los tambores para nosotros han sido una verdadera herramienta de educación”
Cuando volví, una noche, vi que la situación empeoraba. Había habido un gran tiroteo. Y se murió mucha gente inocente y la policía estuvo allí. Y yo no sabía nada. Y ahí inmediatamente en mi cabeza dije: «Están cambiando las cosas. Es preciso que los hijos de mis amigos tengan esta oportunidad que yo tengo, porque son muy musicales, tienen arte, y voy a hacer una escuela aquí». Cuando volví, compré instrumentos, preparé todo eso para que fuese una realidad. Cuando empecé a hacer las clases, vi que teníamos problemas como niños que no sabían leer. ¿Cómo lidiar con eso? ¿Cómo lidiar con el menor que ha sido preso? ¿Cómo lidiar con los embarazos indeseados? Y ahí tuve un pensamiento personal y dije: «Vamos a invitar a los padres para conocerlos, para saber por qué tienen hijos tan talentosos pero tan… machacados, desplazados a un lado como si fuesen marginados». Empezamos a hablar con los psicólogos y con los pedagogos: «Vamos a dejar esto claro». Y empezamos a conversar. Gente, eso fue un salto importante, porque traemos la familia para un proyecto social. Y ahí empezamos a soñar juntos. Pero mi sueño estaba en la escuela. La escuela de mis sueños era una escuela en la que los niños llegaban buscando curiosidad y salían con nueva curiosidad. Eso intentamos hacer.
Y ahí toda mi música se convertía en un éxito. Yo compré un pedazo de tierra y dije: «Aquí irá la escuela». Compré otro pedazo: «Aquí irá el hospital». «Aquí la guardería». La escuela empezó a crecer mucho y empezó a ganar fuerza. Al poco tiempo, tenía algo a mi lado que no sabía qué era. La gente empezó a llamar… Todo aquello que nosotros estábamos haciendo yo no lo estaba haciendo solo en mi barrio, musicalmente. La cuestión social era inédita, pero también estaban Ara Ketu, Olodum, en Pelourinho, Ilê Aiyê, en Libertade, Malê Debalê… Son nombres de grupos. Malê Debalê en Itapuã… Y, cuando lo vimos, nos juntamos y nosotros hicimos un movimiento. Y a ese movimiento que empezamos a hacer la clase media bahiana le puse de nombre «axé music». Y la gente: «No tenían nombre y ya se lo hemos puesto». Porque era una forma peyorativa, una forma de decir «son malos», porque eran cosas africanas, cosas de negros, algo muy rechazado en Brasil. Pero cuando vi que aquello tenía un poder de movimiento, de la música, de todo, empezamos a crecer y empezamos a agregar a artistas de la clase dominante y de la clase con poder adquisitivo, y también a africanizarlos o reafricanizarlos en cierto modo. «Lo hacemos así», y pasamos a decir cómo hacíamos y nuestra música se convirtió en un éxito, y el éxito se convirtió en dinero, y ese dinero se convirtió en una formación educacional para muchos.
Y Pracatum tuvo más de 15.000 alumnos solo en mi época, porque mi papel era generar nuevos líderes, no estar solamente yo como líder. ¿Cómo es hoy el barrio de Candeal? Un barrio que tiene sus problemas, porque todos van a tenerlos. Los problemas nunca acaban en la sociedad. Pero tiene algo que es bueno: no hay nadie que vaya armado andando por el barrio. Sí que va gente andando con instrumentos, para hacer batucadas y esas cosas. Y tienes problemas gravísimos de violencia en Brasil, en toda América Latina. En Candeal, en cambio, es muy calmo porque la cultura se introdujo. Y esto es Pracatum y esto es Candeal. Hablo mucho.
Vinicius es un gran poeta. Es un filósofo importante de nuestra vida y alguien que supo vivir bien. En lo que concuerdo es en que verdaderamente la felicidad tiene fin. Y nosotros necesitamos inventarla en todo momento. Yo, por ejemplo, creo que ya viví todas mis tristezas, mi tristeza. Pero veo que los demás tienen tristeza y viven en un mundo de depresión. Porque la gente a veces no sabe cómo salir de algo tan drástico. Y muchas veces nosotros nos exigimos muchísimo. Exigimos que tenga resultados importantes porque la escuela quiere, la familia quiere, la ciudad, la comunidad, internet, el país… Tienen que buscar algo en su corazón, internamente. Yo busco la felicidad. Y es una búsqueda eterna. Porque la tristeza es fácil, es fácil abrir la tele y tener una noticia que te va a dejar abajo. Lo que resulta difícil es transformar esa noticia, sonreír al otro, porque, con un momento en que tú sonrías al mundo, yo creo que el sol también lo hace. El sol hace así. Se abre. Cuando se cierra, la noche llega temprano. Es imposible no tener momentos de tristeza, porque siempre va a estar provocada por situaciones que el mundo vive. Pero, verdaderamente, creo en la felicidad.
Estoy en un punto de felicidad porque tengo ocho hijos. Qué cosa, tener hijos. Son maravillosos, sus madres son maravillosas. Mi barrio crece positivamente. Yo tengo un espacio importante, tengo a gente maravillosa escuchando, interesada en experiencias, porque el cambio está en vosotros, en esta atención. Y lo que estoy enseñando es una experiencia de mi vida. Y vuelvo a decir: no es mérito. Pero si mi experiencia inspira en algo, es que ya no tengo tristeza. Y lo busco así. Y tengo una música muy fuerte, adquirida de los poderes ancestrales, adquirida de la cultura. Si esa música que tengo es fuerte, ¿por qué no me hace fuerte? Para estar junto a ella. Recuerdo que yo escribí una canción, a la edad de 30 años aproximadamente, que dice: «A namorada tem namorada» («Mi novia tiene novia»).
«A namorada tem namorada. A namorada tem namorada». Mira, yo estaba sin ninguna pretensión, pero yo estaba indefenso ante una persona que conocí que era mi novia. Fijaos, tengo historias así, pero tengo ganas de contároslo. Yo trabajaba en la puerta de la escuela en la que su madre era directora. Yo vendía helados, «picolé». Yo vendía helado, imaginen. Esta chica, con dotes artísticas, vio que tocaba bien la caja de helados y dijo: «¿Conoces la percusión?». Dije: «Sí». «¿No quieres tocar con un grupo dentro de la escuela?». Una escuela de mejor poder adquisitivo. Había pocos percusionistas. Todo era más armónico. Cosas de Europa, sofisticadas. No tenían mucho interés, pero ellos querían entrar en la moda del ritmo bahiano. Y un vendedor de «picolé», un vendedor de helado, pasó a tocar. Cuando llegué allí, toqué la canción… Toqué una canción. No, tocaron tres personas antes, tres grupos sin percusión. Después, toqué la cuarta canción y luego toqué la quinta. Después de tocar, la gente dijo: «No, no, no, no», porque el auditorio empezó…
Y dijeron a los demás: «Vosotros no entráis. Él tiene que estar. El “picolé” tiene que estar». Ya me creé un nombre en ese momento. «El “picolé” tiene que estar dentro». Toqué y fue increíble. Con esa canción que toqué, salió la primera, segunda y tercera posición del festival. Y nos encantamos. La hija de la directora y yo nos enamoramos, y empezamos a salir. Pero en el camino me dijo: «Carlinhos, no sé, tengo una duda». «¿Cuál es la duda?». «No sé, estoy en búsqueda. Eres una persona maravillosa, pero, no sé, creo que me encantan las chicas, no los hombres». Y yo: «Claro, tienes que buscar lo que es mejor para ti». Y ahí nos hicimos amigos y pasó a salir con una chica. Y ahí la canción me vino a la cabeza: «Tem irmão grudado em sua cola» («Tiene a su hermano pegado a su cola»). La «cola» también es una droga. «Na porta da escola, mas não tem chance. A leva para o cinema com mais cinco morenas» («En la puerta de la escuela, pero no tiene posibilidades. La lleva al cine con otras cinco morenas»). Un deseo suyo. Pero, la verdad es que «A namorada tem namorada». Y lo dejó claro. Y eso fue un asombro para Brasil. La canción se convirtió en un éxito durante mucho tiempo. Pero era rechazado. El gran éxito es la alegría que da, y eso es lo que le respondo a Cristina, que hoy una canción como esa que vende una experiencia personal, en una defensa… Porque nadie necesita ser gay para ir en contra de la LGBTfobia. Es una cuestión humana. La gente no tiene eso en la cabeza.
Pero lo mejor es que el futuro llega y una canción como esa también ayuda a la inspiración. Los matrimonions homosexuales son reales. Nadie debe ser insultado por tener, a ver cómo es la palabra… por tener claro lo que es. Entonces, esa es la función del arte, es la función del artista y es la función de los encuentros. Yo aprendí mucho más con ella que ella conmigo. Entonces, es creo que nuestras historias se construyen un poco así. Estoy muy contento por saber hacia dónde llevo mi alegría, Cristina. Llevo mi alegría como motivador, como vacuna en muchos sitios. Porque cuando llego a sitios en los que mire lo que mire… Entro en un hospital con varios niños con cáncer. Y llego a una guardería con niños preciosos abandonados por sus padres o porque se murió por un tiroteo… Hay muchos problemas sociales en el mundo. Es necesario tener la alegría como una herramienta, como un escudo. Recordé una cosa cuando he visto a la señora de la limpieza. Para que veáis cómo la vida da saltos, cómo vuelve todo. Eso ha sido ahora. Desde hace dos o tres meses, Flavio trabaja conmigo. Está aquí. Podéis aplaudir a Flavio.
Estoy en mi casa con Flavio al teléfono. «Carlinhos, el Banco do Nordeste quiere…», que es un banco, «quiere hacer un anuncio. Cumple 72 años y está en búsqueda de personas que trabajaron en el banco». Y digo: «Yo trabajé en el banco». Yo trabajé en el baño. En el baño. Imagina trabajar en el baño… En una zona en el que cocina muy bien. En esa zona se cocina mucha «moqueca», que es un plato caliente. Imaginaos la «moqueca» con la temperatura que tenemos allí… ya sabéis. Imaginad. A mí me gustaba, la verdad. Trabajaba y hacía música. Lo recuerdo como si fuera hoy. Yo estaba siempre tocando y batucando en la pila. Y dije: «Quiero cambiar de vida. Quiero hacer música». Hablaba siempre con orgullo. Y su director me puso a trabajar como ascensorista, dentro de los elevadores… ¿Cómo se dice? ¿«Ascensores»? De los ascensores. Y ahí fui. Comencé a trabajar, comencé a trabajar y empecé a componer en el ascensor, a hacer música.
Y ahí los ascensores empezaron a tener carisma. Toda la gente quería coger mi ascensor. Incluso parecía que la gente, cuando subía, no quería bajar porque cantaba. Siempre estaba cantando y haciendo música. Y en una de esas llega el director general, llega y ve que está todo el mundo dentro del ascensor. El ascensor subió hasta el último piso y volvió a bajar con la misma gente cantando. Y dice: «No. No lo queremos. Sal de aquí, fuera». Y volví a limpiar. Pero lo más importante es que la vida me enseñó eso y es una historia que tenía. Tenía una historia allí, en esa área de limpieza. Me pusieron a limpiar los vidrios de los bancos en un andamio y hacía un viento aquel día… Y el andamio hizo así y cayó en los cables de teléfono. Se fue la electricidad y fue un desastre ahí, con los cables de teléfono. Y bajé de ahí y dije: «Nunca más voy a hacer eso. Ahora voy a hacer música». Y nunca más volví a trabajar. Y me embarqué en la música a partir de aquello. Y ahora, la semana pasada, hice un anuncio del banco. Gente, es un honor increíble. Aquello fue un regalo, porque tampoco fui a buscar si tenían otro trabajo allí… Yo quería hacer música. No quería saber si tenía tiempo de trabajo, nada. No fui a buscar nada. No quise hacer cuentas con el banco, estaba todo zanjado.
Eso lo marca el ADN, pero mi alma dice y yo tengo la certeza de que soy mucho más, porque creo que la gran sorpresa del mundo… Lo que agrede al mundo ya no es más el malo, es ser una buena persona. Eso es lo que agrede al mundo. Esa agresividad, ese ser buena persona, es necesario, porque pasamos a conocernos a partir de que sentimos el dolor del otro. Porque ¿qué papel estamos haciendo nosotros en el mundo? Con nuestras vivencias, que son una especie de experimento, y creo que cada uno de nosotros tenemos una oportunidad. Y tenemos cuerpos. Y los cuerpos cambiarán, pero el alma seguirá sustentada. Porque para toda latinidad, españolidad, brasilidad… hay eternidad. Por eso tenemos la responsabilidad de cuidar de este mundo ahora, pero tenemos inteligencia suficiente para destruirlo. Estamos destruyendo el planeta con consumos irresponsables, siendo irrespetuosos con las cuestiones importantes. Y necesitamos de esta responsabilidad todavía para poder mejorarlo.
Estás diciendo algo. Esta canción parece una canción simple, pero está contando la historia de una mujer trabajadora que tiene callos en las manos, pero que sabe hacer comida para los médicos. Esa mujer es profesora. ¿Quiénes son los profesores? Los que preparan al jugador de fútbol, al médico o al cámara. Los que preparan al cocinero, al piloto de avión. Tiene un papel de madre, aunque los profesores no tienen ninguna obligación de hacer el papel de padre y de madre, porque es un papel que no se puede quitar. Pero en la situación grave en la que el mundo se encuentra, los profesores tienen ese papel, y debe haber un respeto. Lo digo por experiencia propias Yo no soy profesor. Soy un agente educacional de música, porque no tengo formación. Pero cuando llega una persona y vuelca todas sus frustraciones en el profesor… El profesor busca acogida y respeto. Necesitamos construir urgentemente o reinstaurar el respeto en la sociedad para que las cosas salgan bien, para que verdaderamente el equilibrio ambiental, climático, empiece en nuestras casas. Porque el medio ambiente está hecho por personas. Si nosotros no tenemos cuidado y tenemos claro que el medio ambiente es el medio que vivimos, jamás sabremos liderar un momento mejor para la naturaleza. Entonces, empezamos con respeto a los padres, a sus profesores, a sus maestros y, claro, a cada individuo.
Al final, un prejuicio viene a partir de la falta de conocimiento. Un prejuicio es solo eso. Yo no conozco al otro y ya lo estoy rechazando, y ya estoy diciendo malo. Eso es lo que nosotros queremos, y sobre todo lo quiere la cultura negra mundial. Nosotros, cuando nos llevaron a Brasil durante la época de esclavitud, no nos llevaron como ignorantes, no. Eran ingenieros agrónomos. Necesitamos reconstruirnos. La cultura negra está diciendo al mundo que necesitamos una reconstrucción no estética, porque seguirán así siempre. La estética está en la cabeza. La escuela va primero que la estética. Nosotros nacemos bien estéticamente, pero necesitamos la información social. Necesitamos añadir más conocimiento a nuestra vida para disminuir el impacto de violencia que vivimos en países como Brasil. Necesitamos urgentemente tener claro adónde queremos llevar el mundo. Porque los desastres suceden a nuestro lado, pero nunca serán la mayoría porque nosotros tenemos capacidad de cambio y somos capaces de ver los desastres sociales y estamos gritando para que haya un cambio. Haremos nuestra parte, pero, quien tiene la oportunidad y el bolígrafo, que piense en nosotros: solo queremos el bien. Y el bien va a ser bueno para ti, para mí y para todos.
¿Respondido? Me encanta. Cada vez que encuentro la percusión representada en la figura de la mujer me siento muy afortunado. Porque pocos saben que la percusión es femenina. El progreso del mundo solo nació a partir de que el hombre recurrió a la percusión, porque la percusión se ha utilizado muchísimo cuando los hombres venían de la guerra como una forma de ayudar a los dolores o de olvidar los traumas. Pero, en muchas teorías que se tienen, por ejemplo, sobre Egipto, una de ellas es la presencia de la fuerza de la percusión y de la fuerza de la mujer. Nadie sabía cómo mover una piedra. Empujaban. Cada uno poniendo su fuerza. Y no existe. La fuerza tiene que ser colectiva. Y las mujeres son importantísimas. Incluso Salvador Bahía es un matriarcado. Pueden decir lo que quiera, pero todo ha sido construido por las madres, desde la samba hasta la ciudad. En el siglo XVIII, aproximadamente, los hombres eran costureros, cocineros… Las mujeres eran las que dirigían el mercado. Entonces, de los cambios de poder, de tirar ese camino, de acabar con la visión femenina de las cosas, de la gente, de ahí todas las guerras que estamos viviendo hoy. Y es necesario recomprender. ¿Por qué no tiene poder? El poder no es feo. Lo feo es la mala forma de utilizarlo. Entonces, las mujeres del poder, las percusionistas, para que nosotros viviésemos esto hoy. Cuando se oye tocar un yembé en África…
Mira. Incluso en las vestimentas de percusionista. Tienen una feminidad increíble allí impuesta. Y eso no tiene nada que ver con la sexualidad. Tiene que ver con la comprensión. Soy hijo de una madre y tengo mucho respeto por eso. Eso.
Estoy muy agradecido por esta oportunidad de poder charlar con vosotros. Y vuelvo a decir, gente, no tengo nada especial. Soy un ciudadano común y estoy haciendo mi papel de ciudadano. Pero si eso ayuda, motiva a alguien, eso seguro que me salvará de cualquier momento malo que la vida pueda ofrecer. Porque en cada momento que construimos como personas conscientes, nosotros hacemos un papel de antiviolencia y una actitud digna y de merecer el mundo. Porque es que el mundo no merece violencia. Música para el mundo, no más violencia. Gracias. Gracias.