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El ayer y el hoy de la humanidad

José Mª Bermudez de Castro

El ayer y el hoy de la humanidad

José Mª Bermudez de Castro

Paleoantropólogo y biólogo


Creando oportunidades

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José Mª Bermudez de Castro

“La cura de humildad que te da el estudio de la evolución humana, es la mayor lección que un ser humano puede aprender”, explica José María Bermúdez de Castro, paleoantropólogo y codirector de los yacimientos arqueológicos de Atapuerca. Para él, estudiar a los seres humanos que vivieron miles de años atrás “es una muestra de lo pequeñitos que somos”, pero también nos permite ver en perspectiva lo que somos capaces de hacer como humanidad: “Tomando conciencia de nuestro pasado como especie, podemos proyectar hacia el futuro”, asegura.

Bermúdez de Castro formaba parte del equipo que comenzó las excavaciones del que hoy es uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del mundo: la sierra de Atapuerca. Estudió Ciencias Biológicas en la Universidad Complutense de Madrid, donde también impartió clases y se doctoró. También ha sido profesor del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el University College de Londres. En la actualidad, ejerce como coordinador del Programa de Paleobiología del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) y es covicepresidente de la Fundación Atapuerca. Su trabajo de investigación se ha centrado fundamentalmente en los ámbitos de la antropología física, la evolución humana y la prehistoria. Entre los principales premios obtenidos, destaca el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, otorgado en 1997 al equipo investigador de Atapuerca y recibido por el primer director (Emiliano Aguirre) y los tres codirectores actuales (Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell). José María Bermúdez de Castro ocupa la silla K de la Real Academia Española (RAE) desde 2022.


Transcripción

00:16
José Mª Bermúdez de Castro. Hola, mi nombre es José María Bermúdez de Castro Risueño. Soy natural de Madrid. Nací en Madrid hace ya bastantes años, en una época, bueno, pues para mí muy muy bonita, en el sentido de que cuando eres niño todo es bonito. Pero por lo menos tenía la oportunidad de estar en contacto con la naturaleza, y todo eso me fue marcando a lo largo de mi vida. Cuando llegó el momento de decidir qué iba a hacer, qué iba a estudiar, pues me planteé las carreras universitarias que estaban de moda: medicina, podía ser abogado, podía ser arquitecto, ingeniero… Era lo que había. Y, bueno, lo pensé, lo pensé, y a mí lo que me interesaba mucho era la naturaleza y me interesaba sobre todo el ser humano, porque yo era una persona más bien tímida. Un poco introspectiva también. No demasiado sociable, sí sociable, pero lo justo. Y, claro, todo eso te hacía pensar mucho en la gente, en las personas, en la vida en general, y, bueno, empecé a hacer Medicina en una época muy complicada, muy muy compleja de nuestra historia. Estaba a punto de terminar la dictadura y, bueno, hubo muchos problemas políticos, sociales… Las universidades se cerraron y tuve la suerte en aquella época, justo en la Universidad Complutense de Madrid, de entrar en una facultad nueva, que era la Facultad de Ciencias Biológicas.

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En la Facultad de Ciencias Biológicas encontré un ambiente muy bueno, que yo creo que iba conmigo, porque a la gente le gustaba la naturaleza como me gustaba a mí y ahí entré. Me gustó, me gustó aquel sitio y, cuando estaba en tercero de carrera, un buen amigo mío, que sigue siéndolo todavía, me comentó que había un profesor de antropología que daba unas clases magníficas. Entonces, dijimos: «Oye, ¿por qué no vamos de oyentes a estas clases?». Que se daban en cuarto de carrera, pero que yo en tercero tenía interés. Me acerqué a aquellas clases y había un profesor de antropología que estaba explicando justamente evolución humana. Claro, yo me quedé perplejo, me quedé perplejo. Tenía ya unos 20 años aproximadamente. Porque la evolución humana, aunque ahora mismo es algo que está muy de moda y, naturalmente, en el Reino Unido, por ejemplo, con Darwin, con Wallace y con otros investigadores muy famosos, la evolución humana ya era algo normal, era algo habitual, pero aquí en España no. Aquí en España, en aquellos años, era un tema tabú, por tanto, no se hablaba. Bueno, sí se hablaba: lo hablábamos en la pandilla que yo tenía cuando era adolescente. Pero claro, cuando un profesor, además tan fantástico como aquel profesor que tuve de antropología, hablaba de evolución humana, aquello me encandiló. Yo dije: «Bueno, esto es lo que yo quiero hacer: evolución humana». Me empezó a hablar de fósiles, de fósiles humanos muy antiguos que se conocían en China y en otros lugares del mundo, y aquello me pareció fascinante. Y a partir de ese momento dije que eso era a lo que yo me quería dedicar.

El ayer y el hoy de la humanidad. José Mª Bermúdez de Castro, paleoantropólogo y biólogo
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Y, bueno, pues cuando terminé la carrera me acerqué a una profesora que me caía muy bien de quinto curso y le pedí hacer una tesis doctoral. Me dijo que en España no había fósiles. Era cierto; era muy complicado. Había unos fósiles que habían salido en el año 1976 de un yacimiento desconocido completamente que se llamaba Atapuerca y que estaba en la ciudad de Burgos. Bueno, no sabía yo dónde estaba Atapuerca. Por Burgos había pasado una vez nada más en toda mi vida. Y, bueno, no pude entrar en el Proyecto Atapuerca todavía. Estuve haciendo otras cosas de antropología, pero finalmente me enrolé, o me enroló el profesor Emiliano Aguirre, que era la persona que llevaba el proyecto entonces, y, bueno, fantástico, aquí estoy, aquí estoy. Después de 40 años en ese proyecto, pues sigo en él todavía. Aún me quedan un par de años de dirección de las excavaciones y sigo disfrutando como el primer día de la evolución humana.

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Esa es un poco mi vida profesional, dedicada fundamentalmente a eso, a la evolución humana, a la prehistoria y muy muy muy relacionado con la naturaleza, algo muy importante que desgraciadamente yo creo que se ha perdido, bueno, en parte porque la mayor parte de las personas pues viven o vivimos en las ciudades donde conocer a los animales, por ejemplo, no sé… Los niños, por ejemplo, cuando quieren conocer cómo es una gallina, se tienen que ir a una granja escuela, porque, naturalmente, en las ciudades no hay ni vacas ni gallinas ni nada. Y esto es una pena. Esa pérdida del contacto con la naturaleza me parece muy importante.

05:25
Hugo. Hola, José María. Me llamo Hugo y me gustaría hacerte una pregunta. ¿Por qué crees que es importante estudiar la evolución de la especie humana? ¿Y qué crees que podemos aprender estudiando a nuestros antepasados?

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José Mª Bermúdez de Castro. En primer lugar, tienes una visión temporal de quiénes somos, porque una de las preguntas que nos hacemos todos o que mucha gente se ha hecho a lo largo de su vida es quién soy, quién soy realmente, ¿no? Y para esto tienes que conocer un pasado. Y ese pasado no son solamente tus abuelos o tus bisabuelos, sino personas que han vivido hace muchos muchos miles de años atrás. Y eso lo vas descubriendo poco a poco con la evolución humana. Entiendes, aprendes de ellos, aprendes de lo que…, porque puedes inferir muchas de las cosas que hicieron y te das cuenta, fundamentalmente al final, de lo pequeñitos que somos. La cura de humildad que te da a estudiar la evolución humana es yo creo que la mejor lección que se puede aprender, porque además podemos proyectar lo que somos cuando aprendemos lo que somos, quiénes somos y por qué somos de esta manera, lo podemos proyectar hacia el futuro. Entre otras cosas, aprendemos, por ejemplo, que somos muy similares a cualquier otra especie de primate relacionada con nosotros. Nos podemos comparar, por ejemplo, con los chimpancés, que son los simios más próximos a nosotros, y nos daremos cuenta, como lo saben ya muchos científicos, de que tenemos muchas similitudes con ellos, ¿no?

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Somos territoriales, somos jerárquicos… Bueno, tenemos muchas características comunes con su comportamiento, aunque seamos bípedos y ellos son cuadrúpedos; pero te das cuenta de esas similitudes tan enormes que tenemos con los simios antropoideos y te das cuenta de cuál es tu papel naturaleza. Y, gracias a ello, puedes proyectar un poco hacia el futuro y, cuando proyectas hacia el futuro, te das cuenta de que muchas veces nos hemos equivocado. Nos hemos equivocado y tratamos de dar marcha atrás. Yo creo que la evolución humana sirve para eso: para ponerte en tu sitio, saber que eres una especie más de este planeta, una especie que sí, ha tenido mucho éxito evolutivo, pero también te das cuenta de que otras especies también han tenido éxito evolutivo y han desaparecido y que, por tanto, has de hacer un gran esfuerzo para poder seguir adelante y que ese futuro sea posible.

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Iñaki. Buenas. Habiendo sido codirector de las excavaciones de Atapuerca, ¿cuál dirías que es la importancia de estas?

08:14
José Mª Bermúdez de Castro. Yo creo que en España todavía no se conoce suficientemente bien este lugar. Y la razón es muy sencilla, y es que España no es un país en el que hayamos dedicado mucho esfuerzo, tanto de tiempo como económico, a la ciencia. Lo nuestro no es la ciencia. La ciencia, fundamentalmente, la han hecho europeos del norte, también franceses, británicos, rusos, alemanes, estadounidenses…, por supuesto. Y, en cambio, aquí en España tenemos otros intereses, ¿no? No hay una inversión en ciencia suficiente, ni hay, en fin, un interés suficiente por la ciencia. Entonces, claro, cuando se habla de Atapuerca, pues sí, hay mucha gente que ya conoce ese nombre, ya le suena, pero, si no lo has visitado, si no has entendido, si no has leído libros acerca de esto, si no conoces la evolución humana, es muy difícil valorar esto. Mira, en otro país, yo no sé, por ejemplo, podría poner el Reino Unido, ¿no?, donde se conoce la evolución humana, como decía antes, desde hace mucho tiempo.

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Darwin escribe «El origen del hombre» en 1871, pero ya en 1859, junto con Wallace, con otro autor, escribe también sobre evolución. Es decir, hace muchísimo tiempo que ya se conoce en este país la evolución y la evolución humana, en particular. Si este yacimiento estuviera en el Reino Unido, estaría la bandera de este país, porque es un yacimiento de bandera, un yacimiento que ya les gustaría a muchos países tenerlo, y nosotros, afortunadamente, lo tenemos. Toda la historia de la evolución humana del continente europeo está en Atapuerca, en muchos yacimientos que están juntos, que están separados por unos pocos cientos de metros. Están todos juntos y todos ellos en conjunto te cuentan la historia de la evolución humana de todas las especies que han pasado por Europa desde hace un millón y medio de años, te repito la cifra: un millón y medio de años, hasta la actualidad. De hecho, se encuentra incluso utillaje de la época de los romanos en algunos yacimientos. Pero, por supuesto, encontramos herramientas que fabricaron nuestros ancestros hace un millón y medio de años, que son muchísimas generaciones.

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Claro, esto, si dices: «Bueno y esto, ¿en el mundo cuántos yacimientos puede haber con ese interés, con esa importancia?». Pues yo diría que como media docena y la mayor parte están en África. Y este, de Europa, yo creo que es el más importante que hay en Europa en este momento, pero no porque lo diga yo, sino porque lo dicen nuestros colegas, que tienen muchísimo interés en venir a trabajar en Atapuerca, en colaborar con nosotros, incluso durante años trataron de estar aquí trabajando como investigadores. Pero, afortunadamente, se han ido desarrollando las profesiones relacionadas con la evolución humana y la prehistoria y nuestros españoles pues trabajan allí y ahora mismo es un proyecto que es internacional, pero que, fundamentalmente, está formado por españoles.

11:46
Adalberto. Hola, José María. He leído mucho sobre Atapuerca y sobre todos los hallazgos que habéis tenido allí, los datos muy significativos que habéis aportado a la historia de la evolución, pero yo quería preguntarte, en concreto, en tu opinión, ¿cuáles han sido los más importantes hallazgos que habéis tenido en vuestro estudio de Atapuerca?

12:09
José Mª Bermúdez de Castro. Bien, es una buena pregunta, porque, claro, en Atapuerca todos los veranos, todas las campañas de excavación, hay hallazgos que son de gran interés. Muchos. Se pueden recuperar varios cientos e incluso miles de piezas de fósiles, industria lítica e incluso utillaje, como decía antes, de los romanos o de otras poblaciones anteriores a ellos. Pero cada cierto tiempo ocurre un descubrimiento, un hallazgo, que cambia el panorama general, el escenario de la evolución humana. Por ejemplo, en 1992 se encontraron cráneos completos en el yacimiento de la Sima de los Huesos de la Sierra de Atapuerca. Este es el primer yacimiento que le dio un poco de aire a Atapuerca, porque se encontraron algunos restos humanos dentro de un yacimiento que había sido ya expoliado por personas que no conocían la arqueología. Pero bueno, por fin ese año se pudo llegar a la parte intacta del yacimiento, que ha resultado ser extraordinaria, y se encontraron los primeros cráneos. Aquello fue una gran revolución porque empezó a poner Atapuerca en el contexto internacional; y, bueno, fue fantástico. Aquellos cráneos se publicaron en la revista «Nature» y fue ya el comienzo, el inicio, de Atapuerca.

13:37

Pero es que en 1994 aparecen fósiles humanos en el yacimiento de la Gran Dolina, de la cueva de la Gran Dolina, que ya sabíamos que tenían 800.000 años de antigüedad. Claro, esto era increíble porque la idea que se tenía entonces es que Europa había sido colonizada hace, como mucho, medio millón de años. Y, claro, nosotros estábamos retrasando ese inicio de la colonización europea 300.000 años nada más y nada menos. Con lo cual, aquello fue una pequeña revolución. Muchos investigadores no creían en nosotros, pero por una razón muy sencilla, y es que la ciencia española, como decía antes, no estaba bien valorada. No estaba bien valorada porque decían: «Bueno, los españoles no hacen mucha ciencia. Esto lo tendremos que comprobar nosotros. Los que venimos de fuera, los de otros países, tendremos que comprobar que esto es así». Bueno, no hizo falta porque, afortunadamente, las cosas estaban muy claras, un yacimiento muy claro, y esos fósiles encontrados en 1994 terminaron por convertirse en 1997 en una especie más de nuestra filogenia humana. «Homo antecessor», «Homo antecessor» en latín, que significa «el hombre explorador», «el pionero».

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El nombre se puso porque, bueno, era cierto: eran los primeros europeos, los más antiguos, y aludía a que las huestes romanas, los ejércitos romanos, cuando iban a conquistar otros países desde la Península Itálica, enviaban a los «antecessor», una serie de soldados que eran los exploradores que miraban a ver cuáles eran las fuerzas del enemigo. Esto también fue otro hito, yo creo que muy importante, porque de pronto tener una especie nueva de la filogenia humana no es tan sencillo. No es tan fácil hacer crecer a la filogenia humana, a la filogenia, sobre todo, del género «Homo». Después hubo otro hito importante que fue el hallazgo en el yacimiento de la Sima de los Huesos, donde habían aparecido esos tres cráneos. Esto fue en el año 1998, cuando apareció una herramienta de sílex de un color muy curioso, un color rojizo muy bien hecha, no utilizada, muy bien formada, y era la única que se encontraba con un conjunto de esqueletos que en total han sido hasta 30 esqueletos, 7.000 fósiles porque estaban rotos y demás y se han ido recomponiendo. Nosotros suponemos, pensamos, que esta población, que tiene 400.000 años de antigüedad, es una de las primeras que tiene un pensamiento simbólico de proteger a los muertos, de dejar a los muertos en un lugar protegido de la descomposición al aire libre o de los carroñeros, etcétera, junto con una pieza de industria lítica que tiene, en nuestra opinión, un valor simbólico importante. Quizá se trata del primer ritual de la historia de la humanidad, por lo menos de Europa. Conocido. Seguramente se van a encontrar más.

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Otro acontecimiento importante fue el hallazgo en 2007 de una mandíbula en el yacimiento de la Cueva de la Sima del Elefante, que, en este caso, ya no eran 800.000 años, era 1.200.000 años de antigüedad. Ahora sí teníamos el primer europeo, con mucha más antigüedad. Naturalmente, ese trabajo se publicó en la revista «Nature», fue portada, porque era muy importante. Pero bueno, no todo acaba ahí porque el año pasado, sin ir más lejos, hemos vuelto a encontrar otro primer europeo más antiguo todavía, que está todavía en estudio. Ya no sabemos la antigüedad, se está estimando, pero bueno, significa que, cada cierto tiempo, van apareciendo cosas que van cambiando el escenario de la evolución humana en nuestro continente. Lo van cambiando porque decimos: «Bueno, primera población humana hace 500.000 años y ahora estamos en 1.300.000 aproximadamente». Claro, todo esto cambia mucho las cosas, ¿no? Y, claro, esto hay que reescribir, volver a escribir la historia de Europa, y yo creo que eso es muy importante para Atapuerca. Va dándole a Atapuerca un prestigio internacional que, desde luego, se merece.

18:17
Silvia. Hola. En una entrevista mencionaste que la cultura fue una gran ventaja evolutiva para el ser humano. No sé si podrías hablar un poco sobre esto y cómo y cuando apareció.

18:28
José Mª Bermúdez de Castro. La cultura es la adaptación más importante que tenemos en la actualidad los seres humanos. Es el gran cambio. Ese gran cambio ocurre hace unos tres millones de años, cuando los seres humanos… Si quieres, humanos entre comillas, porque la palabra «humano» la hemos definido nosotros para nosotros mismos, pero bueno, a mí me gusta hablar de humanos, incluso con poblaciones de hace tres millones de años, porque queda muy bien. Bueno, pues aquellos humanos de hace tres millones de años fueron los primeros que transformaron la materia prima. Hacer herramientas supone transformar. Mira, los chimpancés y otros primates son capaces de utilizar herramientas para una serie de cuestiones. Por ejemplo, golpear un fruto seco, una nuez, para abrirla la golpean. Eso es un acto que es muy habitual en muchos primates. Pero nosotros llegamos a un punto más, que fue golpear la piedra para obtener una propiedad de esa piedra. Por ejemplo, cortar. En aquella época, muy probablemente, ya estábamos consumiendo más carne que antes porque habíamos salido de los bosques, el clima había cambiado, los bosques habían ido desapareciendo de África… La mayor parte de África había quedado formada por sabanas y estaba ya el desierto del Sahara creciendo y, por tanto, la dieta había que cambiarla. Había que cambiarla y los animales formaban parte de ella. Entonces, una piedra podía cortar la carne y con esa propiedad se hacían muchas cosas. Otra cuestión, por ejemplo, era partir un hueso: golpear un hueso con una piedra que tuviera un filo era también muy importante porque se podía obtener el tuétano, y el tuétano tiene una gran cantidad de calorías.

El ayer y el hoy de la humanidad. José Mª Bermúdez de Castro, paleoantropólogo y biólogo
20:25

Bueno, pues los humanos, hace tres millones de años, fueron capaces de transformar la materia prima y ahí aparece la cultura. La cultura ahora se entiende casi como, bueno, las bellas artes, o sea, se identifica con las bellas artes: el cine, el teatro, la literatura, la pintura… Todo esto parece que es la cultura, pero, sin embargo, la cultura es todo. Es todo: nuestros vestidos, nuestros trajes, la propia televisión… Cualquier cosa que tenemos a nuestro alrededor forma parte de nuestra cultura. Cultura, si quieres llamarla «cultura material». Hay una cultura más etérea, que no es material, y otra cultura que es material. Bueno, pues la cultura forma parte de esa adaptación tan importante que ha hecho que seamos lo que somos, para bien o para mal. Nos podemos comunicar hoy día, por ejemplo, con un teléfono móvil, podemos hablar con nuestros seres queridos, con nuestros amigos, en la distancia, podemos hacer una llamada telefónica y podemos ver a la otra persona, ¿no? Esto es tecnología. Esto es cultura también y tiene un valor extraordinario para nuestra adaptación, en este caso social. Pero también hay problemas con la tecnología, por ejemplo, el armamento. Ahora que estamos viviendo una guerra en Europa, pues nos damos cuenta de que esa tecnología, esa parte de la cultura material también es mala, porque nos estábamos haciendo daño los unos a los otros. Así que, por tanto, la cultura tiene una doble vertiente, es una gran adaptación, pero para bien, por una parte, y para mal, por otra. Pero es importantísimo.

22:15
Ainhoa. Hola, José María. Desde hace varios años eres académico de la Real Academia Española y yo quería saber qué puede aportar un científico a una institución de letras.

22:25
José Mª Bermúdez de Castro. Bien, esa fue la pregunta que yo me hice, que yo me hice cuando recibo una llamada de una persona que conozco desde hace muchos años. José Manuel Sánchez Ron, historiador de la ciencia, me llama y me pregunta si quiero pertenecer a la Academia. Yo no entendí muy bien la pregunta. Iba en el autobús, casi iba cayéndome, iba agarrándome a la barra y le dije: «Bueno, hablamos cuando lleguemos a casa, me vas contando y me cuentas un poco tu propuesta». Bueno, escuché la propuesta con mucha atención y, la verdad, no entendía nada, porque yo decía: «Bueno, vamos a ver, la Real Academia Española, las personas que forman parte de la Real Academia Española son escritores, filólogos, personas del mundo del cine, del teatro…». Bueno, no sabía, por ejemplo, que había un médico. José Manuel Sánchez Ron es historiador de la ciencia. Dije: «Bueno, pues alguna razón tendrá para llamarme». Y yo le dije que sí. Oye, me pareció una aventura interesante. Dije: «Pues venga, vamos a ello». Y, bueno, al final, salió la cosa adelante y entonces entré en la Real Academia Española, y solo así ha sido como he podido entender que en la Real Academia hacen falta científicos. ¿Por qué razón? Pues mira, en el Diccionario de la lengua española hay muchísimas palabras, un porcentaje altísimo de palabras que tienen relación con la ciencia, con el mundo de la técnica y de la ciencia. Yo estoy en una comisión que se llama «Comisión Científico y Técnica», y, claro, cuando me han planteado las preguntas y me han dicho: «Bueno, ahora estas palabras ¿están bien, están mal?». He comprobado que muchísimas de las palabras que me están poniendo delante relacionadas, por ejemplo, con la antropología, la paleontología, etcétera, se publicaron en el siglo XIX, incluso en el siglo XVIII, con lo cual, puedes imaginar que ningún científico va a acudir al Diccionario de la lengua española para saber una palabra de ciencia, porque, claro, está todo desfasado completamente.

24:39

Entonces yo ahora mismo estoy trabajando una barbaridad intentando poner un poco de orden en toda esa cantidad de palabras que se definieron en el siglo XVII, XVIII, XIX o incluso también en el siglo XX. Hay que cambiarlas. Hay que cambiarlas porque no están bien. La ciencia avanza muy deprisa, se conocen muchas cosas que antes no se conocían y, por tanto, hay que trabajar, y yo lo estoy haciendo y bastante. Por otro lado, también es importante saber que, cuando escribimos sobre ciencia, lo estamos haciendo con palabras. Entonces, claro, hay una relación muy importante entre las palabras y la ciencia. Yo, por ejemplo, cuando escribo sobre ciencia, tengo que utilizar mi propia lengua y, si la utilizo, la tengo que utilizar bien para que se me entienda. Si no, no se me va a entender. Yo he tenido que escribir en español en muchos libros de divulgación porque a mí me gusta la divulgación. Entonces, tengo que hacerlo y lo tengo que hacer bien. Me pueden corregir las editoriales, pero lo intento hacer lo mejor posible para que se entienda. Y esto no es tan sencillo y, desde luego, ahora mismo es muy importante. Yo también estoy aprendiendo ahora. Es un momento muy bueno también para aprender algo más de cosas que ya había olvidado. Algo de gramática, por ejemplo.

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La gramática yo la estudié cuando era escolar, pues lógicamente tuve que aprender gramática. Hay cosas que se van olvidando con el paso del tiempo y, sobre todo, si te especializas, se van olvidando. Es un buen momento para recordar ciertas cosas. Para utilizar bien las comas, los puntos, las tildes… Hay muchas cosas que se pueden aprender y yo creo que es muy importante que haya una interrelación importantísima entre ciencias y letras. Eso siempre lo voy a defender. Es una dicotomía que, en mi opinión, no está bien. Yo creo que esa frontera habría que deshacerla de alguna manera. Lo que ocurre es que hay mucha especialización en la actualidad. Hay tantas posibilidades universitarias para especializarse, que, finalmente, acabamos olvidándonos de que existe la gramática, de que existe el latín, por ejemplo, o cualquier otra cosa que, bueno, «esto es para las letras, esto es para la gente de letras». Hemos hecho una frontera, una frontera que para mí no debería estar. Es una pena. No tenemos tiempo en la vida para aprender tantas cosas y, bueno, es así. Pero bueno, no sé si te queda claro que en la Real Academia Española debe haber, no un científico o dos, debe haber más. Y ahora mismo, claro, hay un médico, hay una persona de la historia de la ciencia y estoy yo y no hay más. Y antes que yo hubo una persona, Margarita Salas, bioquímica, que también te planteaba: «Bueno, ¿qué hace esta persona aquí en la Real Academia Española?». Pues seguramente hizo una labor también muy importante.

27:48
Patricia. Hola, José María. Me llamo Patricia y quería preguntarte: tú, como investigador, como divulgador de la ciencia, a través de tus libros, de tus artículos, como director de instituciones, ¿qué importancia le das a acercar la ciencia a la sociedad?

28:12
José Mª Bermúdez de Castro. Gracias. Es una pregunta interesantísima. Mira, esta pregunta nos la planteamos nada menos que 1991, cuando mis compañeros Eudald Carbonell, Juan Luis Arsuaga y yo mismo accedimos a la codirección del Proyecto Atapuerca. Nos dábamos cuenta de que mucha gente no conocía la evolución humana, la prehistoria. Eran especialidades que no se conocían bien en el país y, sobre todo, en nuestro entorno. Yo recuerdo esto, que nos preguntaban: «Bueno, es que estos chicos y chicas que vienen aquí con pantalón corto, con sombreros y demás para el sol y tal, con ese aspecto tan raro y tan extraño, seguro que lo que buscan es oro». Así de claro. Y, claro, nosotros decíamos: «No, no, nosotros somos científicos». «¿Cómo científicos?». La gente de alrededor, de los pueblos de alrededor, no entendía absolutamente nada de lo que hacíamos. Y fue cuando empezamos con un proyecto de divulgación para dar a conocer a la gente de los alrededores y de la ciudad de Burgos qué hacíamos allí. Porque éramos personajes muy raros, muy extraños para ellos. Entonces, no éramos agricultores, no éramos ganaderos, no éramos nada de nada de lo que conocían ellos. Les explicamos lo que estábamos haciendo y nos íbamos a los pueblos, de pueblo en pueblo, explicando. Hablábamos con los alcaldes de las pequeñas localidades y empezamos una labor de divulgación. Así como fue como empezó todo.

29:51

Después hicimos jornadas de puertas abiertas para que las personas que había en los alrededores, Burgos y otros pueblecitos que había alrededor, pudieran visitarnos, pudieran conocer lo que hacíamos. Así llegó el tercer año de puertas abiertas que nos superó porque llegaron 3.000 personas y nuestro equipo, que lo hacíamos todo nosotros, fuimos incapaces de hacerlo, de conseguir que esa jornada llegara a buen puerto, porque al final era un caos. Era tremendo. Los coches no cabían por allí. Bueno, era muy complicado. Entonces, bueno, pues lo que empezamos es a escribir artículos, a hacer entrevistas, y, poco a poco, nos animamos ya con las publicaciones un poco más serias, ya en libros, y, al final, hemos hecho un programa de divulgación del conocimiento porque entendemos que es muy importante que la sociedad conozca lo que hacemos las personas que nos dedicamos a la ciencia. Nosotros creamos, cada especialidad, una serie de palabras que no están en el Diccionario de la lengua española, por supuesto, que no se entienden, son palabras técnicas. Es como una especie de código. Tenemos palabras extrañas, complicadas, con las que sí nos entendemos perfectamente entre nosotros. Pero, claro, todo esto no se lo podemos decir a la gente, porque cada uno tiene su propia profesión. Por tanto, lo que hay que hacer es una traducción de nuestra lengua, nuestro lenguaje científico, a un lenguaje asequible para todo el mundo, para que todo el mundo pueda comprender qué es lo que hacemos.

31:31

Y esto lo consideramos casi una obligación, porque ¿quién está pagando la investigación en España? Pues la estamos pagando entre todos con nuestros impuestos. Pues de la misma manera, por ejemplo, que podemos disfrutar de utilizar un transporte público que está pagado con el dinero de todos los contribuyentes, la ciencia también la pagan los contribuyentes y, por tanto, nosotros pensamos que todo el mundo tiene que tener esa información para que todo el mundo lo comprenda, lo entienda y, cuando haga una visita, salga de allí con un beneficio, un beneficio, en este caso, espiritual, si quieres. Porque, claro, naturalmente, luego está la tecnología, están las aplicaciones tecnológicas. Cuando vemos una aplicación tecnológica pensamos que es una cosa, no sé, que alguien se lo ha inventado y demás. No, detrás de esa tecnología ha habido muchos científicos que han estado muchas horas detrás de su escritorio, de su ordenador, de sus libros, etcétera, para conseguir que se haga una aplicación tecnológica. Bueno, en este caso, nosotros no tenemos grandes aplicaciones a la ciencia. No podemos hacer o construir un aparato que sirva para algo, pero sí podemos dar a entender lo que hemos aprendido sobre la evolución humana.

32:54

La primera pregunta que se me ha hecho es muy interesante: qué he aprendido yo sobre la evolución humana. Pues, entre otras cosas, a saber quién soy, a saber qué o quiénes somos, quién es nuestra especie y a bajarnos un poco de ese pedestal en el que estamos, en el que decimos somos la especie predominante del planeta o somos seres extraordinarios que no tenemos nada que ver con otras especies. No es cierto, no es verdad. Somos una especie más del gran ecosistema del planeta y tenemos que entender que ese es nuestro papel. Somos minúsculos en el gran universo. Somos prácticamente casi nada. Y lo que tenemos que hacer es tratar de hacerlo lo mejor posible, en primer lugar, para poder sobrevivir como especie. Esto no es ninguna tontería. Poder dejar a nuestros nietos, bisnietos, etcétera, un mundo que fuera mejor que el que estamos viviendo nosotros. Y todo eso lo podemos hacer gracias al estudio de nuestros orígenes. Y todo esto lo tenemos que contar a la gente. Si no lo contamos, entonces, no habremos hecho nada. Nos habremos dedicado nada más a pasar la vida contándonos entre nosotros mismos, entre nuestros colegas, cosas interesantes o no tan interesantes. Decirle: «Oye, mira, es que yo me he encontrado un fósil que tiene cinco dientes, que tiene esta morfología». «Ah, ¡qué interesante!». Mira, eso no es interesante más que para mí y para cinco o seis personas. Eso no tiene más interés. Pero yo lo que quiero contar es otras cosas, otras cosas mucho más importantes, que, al final, es filosofía de la vida.

34:35

¿Qué he aprendido yo? Después de 40 años investigando, he llegado a muchas conclusiones vitales para mí que quiero transmitir, que quiero que todo el mundo comprenda. Y lo hago lo mejor que puedo para que todo el mundo también se beneficie de eso. Conseguimos, después de muchos intentos, intentos que empezaron con nuestro propio maestro Emiliano, mi mentor Emiliano Aguirre, pero conseguimos hacer, finalmente, un gran Museo de la Evolución Humana en la ciudad de Burgos, que yo creo que todo el mundo debiera visitar. O sería interesante, si alguien va por la ciudad, que se acercara a este museo. Nosotros pensamos que podíamos hacer una cosa pequeñita, por lo menos algo para dar a conocer nuestros conocimientos. Y, finalmente, se ha hecho un enorme museo, un gran museo, un gran pabellón, donde se explica la evolución humana y donde hay una cosa muy importante y es la exposición de originales, de fósiles humanos y de industria lítica original, cosa que no se hace en ningún otro museo del mundo. Los fósiles originales normalmente no se exhiben porque son muy pocos los que hay. Bueno, es como en una pinacoteca, si uno entra, quiere ver «Las meninas» originales. Bueno, pues aquí pasa lo mismo. Hay originales de estos fósiles humanos. Está, por ejemplo, el cráneo de Miguelón. Es uno de los cráneos que apareció en 1993, como contaba antes. Y también están los fósiles de «Homo antecessor», de la especie «Homo antecessor». Los más importantes están allí expuestos y son originales. Yo creo que esto es muy importante y, si alguien tiene la oportunidad de visitar la ciudad de Burgos, yo recomiendo vivamente que se acerquen al Museo de la Evolución Humana, donde podrán ver esto. Hay otros lugares, en el Museo de Burgos también hay cosas muy interesantes sobre la historia reciente de nuestro país, pero hablando de prehistoria, desde luego, el Museo de la Evolución Humana de Burgos.

36:46
Carlota. Hola, me llamo Carlota y me gustaría saber cuál es para ti la etapa más apasionante de la historia del ser humano.

36:55
José Mª Bermúdez de Castro. Bueno, es una pregunta muy interesante y yo creo que todas las etapas de la evolución humana han sido realmente interesantes, todas, absolutamente todas, porque, bueno, cada población humana que ha vivido en el planeta ha tenido sus problemas, ha tenido sus dificultades, han tenido que adaptarse, algunas han ido desapareciendo, lógicamente, con el paso del tiempo. Ahora solamente quedamos nosotros, por cierto. La única especie que queda de nuestro grupo evolutivo somos nosotros. Yo te diría, por decirte un momento muy importante de nuestra evolución, ha sido la aparición de lo que yo llamo «la modernidad», la evolución de la modernidad. Ha habido una especie del género «Homo» que ha tenido muchísimo éxito evolutivo y que muchos científicos consideran que ha vivido por todo África y Eurasia durante muchísimo tiempo. Es la especie «Homo erectus». La especie «Homo erectus», algunos no están de acuerdo, algunos científicos no están de acuerdo, no estamos de acuerdo, la dividimos en dos especies, por lo menos, pero esta especie es la que ha tenido un grandísimo éxito evolutivo, al menos durante más de un millón de años. Una barbaridad. Prácticamente empezó hace dos millones de años y termina su vida como especie hace unos, no sé, 100.000 años o menos. Por tanto, son dos millones de años de evolución de esta especie, una especie con un gran éxito en el planeta.

El ayer y el hoy de la humanidad. José Mª Bermúdez de Castro, paleoantropólogo y biólogo
38:32

Bueno, pues en un momento determinado y en un lugar que me gusta identificar con la zona de unión entre el continente africano y el continente eurasiático… Naturalmente, ellos no sabían nada de geografía y, por tanto, dónde estaban no tenían ni idea, no tenían mapas ni tenían planos para saber dónde estaban. Pero es una zona muy interesante, porque es la confluencia entre las poblaciones africanas, que pueden ir saliendo o incluso entrando, y las poblaciones que viven en Eurasia. Y esa confluencia es importante tanto desde el punto de vista cultural, porque las culturas que se unen o confluyen enriquecen mucho más la cultura, como desde el punto de vista biológico. El hecho del mestizaje, por ejemplo, enriquece mucho la variabilidad biológica genética de una población. Y, en ese momento, cuando ocurre esto, y en una época que yo considero que fue hace aproximadamente un millón de años, se produce una escisión de una población de «Homo erectus» hacia una población que va hacia la modernidad, hacia nosotros, por decirlo de alguna manera. De esa especie que no conocemos, que, bueno, se habrán encontrado fósiles, pero no se ha identificado todavía, que muchos lo llaman la «especie X», por decirlo de alguna manera, pues surgen «Homo antecessor», la especie que encontramos en la Sierra de Atapuerca, surgen los neandertales, surgen los denisovanos, un grupo que se ha descubierto hace poco gracias a la genética, pero que todavía no se ha identificado como especie, y surgimos nosotros.

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Eso es una especie como de grupo moderno que sale hacia delante y que de él hemos salido nosotros. Así que ese me parece un momento apasionante de la evolución humana para estudiarla. Es lo último que he estudiado yo. Prácticamente, cuando haya terminado mis estudios de evolución humana, ya me voy a retirar, pues es lo que he dejado pendiente como hipótesis de trabajo para las generaciones que vengan a continuación. He escrito varios trabajos sobre ello, he propuesto esa hipótesis y ahí se ha quedado, en el momento del surgimiento de la humanidad moderna. Ahí se ha quedado. Ahí se ha quedado, a la espera de que vengan otros científicos y que comprueben si me he equivocado o no me he equivocado. Insisto, hace un millón de años, una zona de transición o una zona común entre el continente africano, el este de África, por ejemplo, y la parte más oriental del continente eurasiático, lo que llamamos el Próximo Oriente, para que te hagas una idea. Que, por cierto, el Próximo Oriente es un lugar muy importante desde siempre, por ejemplo, para las culturas actuales. Nosotros, los actuales habitantes que vivimos aquí en la Península Ibérica, procedemos de una población neolítica venida desde Próximo Oriente. Somos herederos de ellos. No hace falta nada más que mirarnos al espejo y ver que tenemos mucha proximidad con personas que viven en el Líbano, en Israel, en Palestina, etcétera. Nos parecemos bastante, ¿no?

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Bueno, pues para que te hagas una idea de la importancia que tiene ese lugar y que, en mi opinión, la ha tenido desde siempre, desde que el género «Homo» sale de África, en Eurasia. Es un lugar extraordinario. Extraordinario y, además, por una razón muy importante. Tú sabes que ha habido glaciaciones en el planeta desde hace bastantes miles de años y esas glaciaciones han afectado mucho al hemisferio norte, tanto que, por ejemplo, los neandertales se extinguieron precisamente por ello, precisamente por ese cambio climático tan importante que fueron las glaciaciones. Cuando había una glaciación, toda esa zona de Próximo Oriente se convertía en un verdadero vergel. Para que te hagas una idea, el desierto del Sahara, que hoy día lo vemos tan seco y que se corresponde con el desierto de Arabia Saudí, donde ahora se celebra el Dakar, por ejemplo, que vemos las dunas, bueno, pues en ciertos momentos de nuestra historia geológica, hace a lo mejor 50.000 años o 100.000 años, ha estado completamente verde, y eso se sabe, por ejemplo, haciendo sondeos geológicos y se ve que allí, por ejemplo, en ciertos momentos del pleistoceno, una época geológica donde hemos vivido nosotros, aparecen rinocerontes, aparecen hipopótamos… Un hipopótamo no puede vivir si no tiene agua, ¿no? Así que, por tanto, es una zona que se puede justificar, desde luego, como el lugar perfecto para la aparición de algo tan importante como esa humanidad moderna de la que nosotros somos herederos.

43:49
Anna. Hola, José María. A mí me gustaría saber cómo ha sido la evolución del cerebro y de la mente humana a lo largo de los millones de años. ¿Es muy diferente el cerebro actual del de nuestros antecesores?

44:02
José Mª Bermúdez de Castro. Pues mira, el cerebro humano ha cambiado, ha cambiado bastante desde que empezó la filogenia humana, hace unos siete millones de años. El cerebro del primer ancestro que tenemos era un cerebro pequeño, adaptado a un humano que podía medir un metro de estatura, aproximadamente, para que te hagas una idea. Era un cerebro de unos 350 centímetros cúbicos, menos de la tercera parte de lo que tiene en la actualidad y probablemente mucho menos complejo. Por supuesto, los cerebros no fosilizan, son partes blandas, son órganos blandos y, por tanto, desaparecen. Lo único que podemos hacer es reconstruir la forma que tenía ese cerebro, gracias a que, si se conserva el cráneo, se puede hacer un molde. Antes se hacían de escayola y luego se hicieron de materias plásticas y de otros materiales diferentes y mucho más modernos. Ahora se hacen de manera digital. Ahora coges un cráneo, lo pones dentro de una… le haces una tomografía y, entonces, obtienes una imagen tridimensional de la forma del cerebro.

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Con esto se puede ver la forma, pero, claro, lógicamente, no podemos saber nada del funcionamiento de ese cerebro. Pero sí que podemos saber algo sobre el cerebro gracias al registro arqueológico, a los elementos culturales materiales que nos han dejado nuestros ancestros y, de esa manera, podemos saber la complejidad que podían llegar a desarrollar. Bueno, en la actualidad nuestro cerebro en promedio son unos 1400 centímetros cúbicos y, desde luego, tenemos mucha más complejidad que la que tenían nuestros ancestros. Esta ha sido la evolución hacia un mayor tamaño y hacia una mayor complejidad. Por ejemplo, mira, si comparamos, por ejemplo, el cerebro de un chimpancé, sabemos que la formación completa de este cerebro, que se obtiene gracias a que los cilindroejes, que son las fibras largas de las neuronas, se van protegiendo por una sustancia, que se llama la «mielina», que hace que no solamente quede protegido ese cilindroeje, ese eje largo de las neuronas que conecta unas con las otras, sino que, además, hacen que la velocidad de transmisión de la información sea cien veces mayor que si no tienes esa sustancia. Bueno, pues mira, los chimpancés hacia los 15 años ya han terminado ese proceso de mielinización, de formación de mielina, de todo el sistema nervioso. Nosotros tardamos unos 15 años más, de manera que el cerebro humano, tu cerebro o el mío, están perfectamente ya preparados para todo hacia los 30 años. Tú fíjate lo que tardamos en desarrollarnos.

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Si a los 18 años, somáticamente, ya somos prácticamente adultos, sin embargo, nuestro cerebro no alcanza su máximo potencial hacia el final de la tercera década de la vida, hacia los 30 años aproximadamente. Por tanto, lo que podemos inferir es: mayor tamaño, mayor complejidad. Esta es yo creo que la gran diferencia que existe entre nuestros ancestros que ha ido mejorando con el paso del tiempo. Ahora bien, si me preguntas, por ejemplo, qué diferencia podía haber entre un primer representante de nuestra especie «Homo sapiens» hace unos 200.000 años en África, yo te diría que las diferencias podían ser mínimas. Quizá alguna mutación, alguna mutación, alguna pequeña mutación, que hizo que fuéramos capaces de emplear el pensamiento simbólico de una manera mucho más compleja, mucho mejor, ¿no? Si me preguntas, por ejemplo, ¿podemos traernos a una persona de esta época, de hace 200.000 años a la época actual? Hacemos que nazca en una familia acomodada que permita que esa persona, ese hijo que van a tener, pueda ir a la universidad. Yo te diría que sí, que esa persona de hace 200.000 años seguramente podría ir a la universidad si recibe las enseñanzas normales que podemos recibir nosotros en la actualidad. Quiero decir, que ese cerebro ya estaba preparado. Cuando «Homo sapiens», cuando nuestra especie, aparece en el planeta, ya tenemos un cerebro que es prácticamente como el actual salvo pequeños detalles, pequeños matices. Muy pequeños. Realmente muy pequeños.

49:15
Lucía. Hola, José María. Hola, me llamo Lucía y me gustaría preguntarte si crees que la evolución humana ha llegado a nuestro fin y también sobre qué piensas sobre la situación actual del ser humano.

49:27
José Mª Bermúdez de Castro. Mira, la evolución continúa en la actualidad, por supuesto, no se ha detenido. Yo creo que nos pensamos siempre que la evolución ha terminado porque nos vemos siempre igual, pero es una cuestión simplemente del hecho de que, claro, tenemos una visión de la vida, pues muy corta. Vivimos nada más que cien años y, entonces, en cien años prácticamente no hay cambios. Hay cambios culturales, pero no hay cambios biológicos, y te da esa falsa impresión de que nuestra evolución ha terminado. Antes comentaba que, si trajéramos a una persona de hace unos 200.000 años a la actualidad y le diéramos una educación adecuada, pues muy probablemente esa persona podría llegar a ser una persona universitaria. Quiere decir que la evolución biológica es muy lenta, es muy lenta, y esa lentitud nos da la falsa impresión de que no cambiamos. Pero no es verdad. Seguimos cambiando, vamos a seguir cambiando. Si pudiéramos seguir cambiando durante un millón de años, querría decir que nuestra especie podría sobrevivir un millón de años, lo cual sería una fantástica noticia.

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La pregunta, la cuestión es, bueno, ¿vamos a sobrevivir un millón de años? Este es un problema que hay veces que me levanto por la mañana y soy optimista y otras veces que me levanto por la mañana y no lo soy tanto, porque veo que, realmente, lo que decía antes, la cultura, la cultura que empezó hace tres millones de años como nuestra gran adaptación, de alguna manera no la estamos utilizando como debiéramos, pero no lo hacemos con mala intención en absoluto. Nuestro modelo actual de vida es el que hay. Lo hemos creado así, sin ningún tipo de mala intención en absoluto. Pensamos siempre que hacemos lo mejor para nosotros, ¿no? Pero, realmente, muchas veces nos damos cuenta de que a lo mejor nos hemos equivocado. No sé, por ejemplo, vivir en una gran ciudad, no sé, Pekín, 25 millones de habitantes, a lo mejor no es lo mejor. No sé, a lo mejor es mucho mejor tener a la población distribuida por todo el territorio. Esa España vaciada de la que tanto se habla, ¿no? Entonces, mira, el problema fundamental está en que la evolución biológica va muy despacito y, sin embargo, la evolución cultural va muy deprisa. Yo siempre digo que somos primates con armas de destrucción masiva, utilizando ese término que se utilizó hace algunos años cuando la famosa guerra de Irak. Y es cierto, es cierto, seguimos siendo primates, pertenecemos al grupo de los primates, tenemos una biología que es compleja, tenemos un cerebro muy complejo, pero nos parecemos, también lo he comentado mucho, a los chimpancés en nuestras acciones, en nuestro comportamiento. Insisto, la jerarquía, el territorio, bueno, pues otros muchos comportamientos que son muy similares entre ellos y nosotros.

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Entonces, claro, a mí me da un poco de miedo que ese avance de la cultura se nos vaya de las manos. Y ya no me estoy refiriendo solo a bombas atómicas, que están ahí, las tenemos ahí y en cualquier momento puede surgir una guerra atómica y se acabó ya. Entonces ya sí que ya no quedaría nada de nosotros, ¿no? Pero eliminando ese peligro tan real que existe, yo me pregunto sobre lo que estamos haciendo en el planeta. Ese cambio climático que hemos forzado sin querer, porque, insisto, no hacemos las cosas queriendo. Nadie quiere que haya un cambio climático en el planeta y que desaparezcan muchas especies y que, de pronto, tengamos aquí en la Península Ibérica sequías y grandes inundaciones. Naturalmente, nadie quiere eso, ¿no? Lo que ocurre es que nuestro modo de vida es de una manera y no lo podemos cambiar de un día para otro. Es prácticamente imposible. Y yo me he desplazado desde otra ciudad a esta ciudad y he tenido que utilizar un transporte público que, obviamente, ha contaminado. O sea, yo formo parte también de ese modo de vida, de ese modelo, que contamina. No lo sé, me gustaría que las generaciones que venís ahora, que llegáis ahora, tengáis conciencia de todo esto y que pongáis remedio o el mejor remedio que podáis, sabiendo que esto es muy complicado, que es muy complicado.

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Y me gustaría, no sé, que hubiera personas muy brillantes e inteligentes que nos dieran alguna solución. No sé si serían capaces, pero la única manera de hacerlo es que esas personas pudieran unir sus esfuerzos mentales para dar soluciones. Alguien que piense, grupos de personas que piensen, qué se debe hacer en el futuro para conseguir que la humanidad pueda tener una duración mucho mayor de lo que todos pensamos que realmente puede tener. Si podemos conseguir un millón de años de vida, sería fantástico para nuestra especie. Mira, las especies terrestres que se conocen en general en paleontología tienen una duración promedio de un millón de años. Y ya está muy bien. Está muy bien. Antes hablaba yo de la especie «Homo erectus», dos millones de años. Un gran éxito. Enorme éxito. Si nosotros conseguimos vivir un millón de años, será fantástico. Y, además, tenemos una gran ventaja, que la que también es la cultura. Antes decía la cultura tiene una parte buena y una parte mala. Utilicemos la parte buena para poder conseguir que nuestra especie tenga un futuro. Dentro de, imagínate, un millón de años, si nuestra especie continúa, seguramente nuestro aspecto no va a ser muy diferente del que tenemos en la actualidad. A mí siempre me han preguntado… Mira, es una cosa muy divertida. Me han preguntado, me decían hace algunos años: «Bueno, claro, dentro de un tiempo tendremos un cráneo, una cabeza así de grande, con un cerebro enorme, ¿no?».

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Pero tú fíjate una cosa. ¿Tú sabes lo que consume el cerebro humano biológicamente? Una barbaridad. Consume aproximadamente el 25 % de toda la energía que utilizamos en reposo. O sea, cuando estamos durmiendo, nuestro cuerpo consume. El 25 % de lo que consume nuestro cuerpo en reposo mientras estamos durmiendo se lo lleva el cerebro. ¿Te imaginas un cerebro que tenga a lo mejor tres veces más de volumen? Se llevaría una cantidad de energía que no podríamos conseguir. Si ahora nos cuesta, que somos ocho mil millones de personas en el planeta, necesitamos una gran cantidad de energía, imagínate si fuéramos todos con una cabeza así de grande. Y luego hay otra razón muy importante: es que no podríamos nacer, porque, mira, somos bípedos y ahora mismo el nacimiento es un proceso muy complejo. Eso lo saben todas las mamás que han tenido bebés y saben que el parto, salvo excepciones, es muy complejo, muy complicado, porque el feto, cuando va a salir de la madre, ya tiene un cerebro que es prácticamente igual que el de un chimpancé y, por tanto, cuesta mucho trabajo que salga, y luego, encima, los hombros. Es un problema, ¿no? Es un parto con rotación, es un parto muy complicado. Entonces, tú imagínate un bebé que tuviera un cerebro de mil centímetros cúbicos. Es que no podría salir. Así que vamos a tener un cerebro muy parecido al que tenemos en la actualidad, seguramente más complejo, con mayor complejidad, y nuestro aspecto físico, probablemente, no sería muy diferente. Así que, biológicamente, yo creo, pienso, que no vamos a cambiar mucho, pero tecnológicamente sí. Ojalá dentro de un millón de años haya personas que estén por el planeta y que sigan viviendo y que sean muy felices. Ojalá.

El ayer y el hoy de la humanidad. José Mª Bermúdez de Castro, paleoantropólogo y biólogo
57:52
David. Hola, José María. Mi nombre es David. Y mi pregunta es: si tuvieses que elegir a dos científicos que te hayan marcado, ¿quiénes serían y por qué?

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José Mª Bermúdez de Castro. Pues mira, a mí me han influido dos personas muy importantes en mi vida. La primera, mi padre, porque mi padre era científico y, claro, yo, cuando nací, cuando me desarrollé, cuando fui niño, pues yo lo que vivía era un ambiente de ciencia. Entonces, mi padre nos llevaba a su centro de investigación. A mí me parecía muy aburrido el sitio. Naturalmente, yo lo que quería era jugar con otras cosas, pero ese ambiente científico… Mi madre también había estudiado Ciencias Químicas y, por tanto, el ambiente que había en casa era de ciencia. Desde luego, fue una influencia importantísima en mi vida. Y la segunda persona que ha influido en mi vida ha sido mi mentor, Emiliano Aguirre, que fue el primer director del Proyecto Atapuerca. Se puede decir que Emiliano Aguirre me adoptó, porque mi padre falleció relativamente joven y, bueno, pues yo empecé a hacer investigación cuando mi padre ya estaba enfermo y este hombre prácticamente me adoptó. Le pareció que era una persona que… Yo me llevaba muy bien con él, tenía muy buena relación y me llevó al mundo de la ciencia, me llevó al mundo de la evolución humana de la mano y gracias a él estoy aquí. Te podría haber hablado de otros científicos de gran renombre y demás que han podido influir, pero todos influyen, todos influyen: Stephen Hawkins, no sé, Jane Goodall… Todos ellos, he leído sus libros y, por tanto, me han influido de alguna manera, ¿no? Pero, sentimentalmente y emocionalmente, te digo esto: mi padre y mi mentor.

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Bueno, quería agradeceros vuestra presencia en este acto tan emotivo. Muchísimas gracias por las preguntas que me habéis hecho, todas realmente muy interesantes, por escucharme y, bueno, espero que sigáis tan interesados en temas de la evolución humana, la prehistoria y, quizá, algunos de los que estáis aquí, pues quizá algún día podáis ser profesionales de esta profesión tan bonita que es el estudio de la evolución humana. Gracias por asistir y, bueno, pues encantado de estar con vosotros. Gracias.