“La educación puede cambiarte la vida”
Jessica Hernández
“La educación puede cambiarte la vida”
Jessica Hernández
Emprendedora y madre
Creando oportunidades
La historia de una mujer luchadora y valiente
Jessica Hernández Emprendedora y madre
Una vida de coraje y superación
Jessica Hernández Emprendedora y madre
Jessica Hernández
La imagen de Jessica Hernández cargando una lavadora sobre sus hombros por las calles sin asfaltar de Soacha, un barrio marginal de Bogotá, dio la vuelta al mundo y todavía hoy es difícil de olvidar. Colombiana, madre de cuatro hijos, cabeza de familia y emprendedora: su historia es digna de admiración y un ejemplo de superación. Con esfuerzo y coraje inició su primer negocio, alquilando lavadoras a domicilio a sus vecinos. Años más tarde invirtió en máquinas de coser y estudió patronaje industrial. Hoy, ha conseguido montar un taller de costura en su casa y quiere seguir creciendo. Jessica Hernández habla de la importancia de tener un propósito en la vida, de luchar y de afrontar la vida con ganas: “Cuando uno tiene metas, aunque se caiga se vuelve a levantar, tener propósitos es fundamental para mejorar en la vida”, afirma. En 2018 habló frente a cientos de personas en la sede de Naciones Unidas de Nueva York, para dar voz al esfuerzo de los 1,2 millones de mujeres emprendedoras a las que apoya la Fundación BBVA en América Latina. Jessica es un ejemplo de las millones de mujeres que viven en países en vías de desarrollo y están cambiando el mundo. ¿Su mayor objetivo? “Seguir creciendo, estudiando y que mis hijos se conviertan en adultos responsables que contribuyan a mejorar la sociedad del futuro”, concluye.
Transcripción
Entonces es lo que ayudaba a que el barrio tuviera una mejor economía y a mejorar la economía de cada uno a nivel individual. Y el mío estaba de primero porque era el de las lavadoras. Entonces yo salí favorecida, al igual que las otras 17 personas. Se colocaron tiendas, peluquerías, depósito de papas, tienda para mascotas y eso fue lo que ayudó a que el barrio se moviera un poquito más, a que mejorara un poquito más su economía. Y el mío, a pesar de que necesitaba agua, lo vieron rentable y ahí empecé con mis tres lavadoras. Entonces yo las alquilaba, las llevaba, las alzaba en el brazo…
Más adelante estuve viviendo con una tía, porque ella misma fue y me dejó allá donde mi tía. Mi tía era profesora, ella trabajaba en contrajornada, o sea, trabajaba en la mañana y trabajaba en la tarde. Entonces yo solamente estudiaba en la mañana. O sea, que en la tarde estaba en la casa y por lo general siempre estaba sola en casa. Entonces ella dejaba un tablero. El tablero estaba en dos partes. Uno era para la persona que le estaba ayudando a hacer el oficio a ella. Entonces el menú de hoy es tal y tienes que fregar, o tienes que lavar o tienes que planchar, en fin. Y la otra era destinada a Jessica, o sea, a mí. Entonces hoy te toca hacer en el cuaderno de caligrafía la plana de tal cosa, te toca transcribir tal libro, tal parte del libro. Tienes que hacer estas sumas. Y siempre dejaba de posdata: “Si no haces la tarea, verduras entonces”.
Entonces es sensibilizarnos porque muchísimas veces nos tiramos duras entre nosotras mismas. Entonces el hecho es crear una mejor sociedad. Nosotras tenemos esa responsabilidad. Entonces, si quieres crear una mejor sociedad, empieza por el que tienes en casa, por el que es de tu vientre. Ese que tienes. Empieza a criarlo. Que sea un hombrecito. Que no busque una empleada el día que se case. Que aprendan a ser pareja y entre los dos a complementarse. Pero entonces es eso, eso se aprende desde casa.
Hace un tiempo atrás, nosotros fuimos de paseo y un río conectaba con el río Bogotá, que es el río más contaminado de la ciudad. El río al que nosotros nos íbamos a bañar esa vez estaba supremamente bajito. El agua nos llegaba por acá, pero el río contaminado tenía un cauce grande, enorme, totalmente. Y esa agua la sacaban del río y yo les decía a ellos que esta agua sale de este río limpio y queda convertida en eso que está allá. El agua que va al baño, el agua que se deja de más en la ducha, el agua que se deja abierta en los lavamanos. Entonces es tan necesario el saber ahorrar el agua porque estamos matando nuestros ríos. ¿Y en el día de mañana qué será de nuestros nietos, bisnietos? O si no tienen hijos, sobrinos. Pues igualmente al que Dios no le da hijos, el diablo le da sobrinos. No creo que se salve a menos de que sea hijo único. Entonces está eso, ¿qué vamos a dejar para las personas que vienen detrás de nosotros? El cuidar el agua es algo tan importante: el cuidar, el ahorrar. Cuando te estás lavando o lavando los dientes, cuando te estás bañando, cuando estés lavando tu ropa. Y por lo menos nosotros con el agua de la lavadora nos toca fregar los pisos, lavar el trapero porque toca ahorrar el agua en todos los sentidos.