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¿En qué medida depende de ti tu felicidad?

Robert Waldinger

¿En qué medida depende de ti tu felicidad?

Robert Waldinger

Psiquiatra e investigador


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Robert Waldinger

¿Cuál es la clave para una vida feliz, longeva y saludable? ¿Hay algún secreto o receta mágica? ¿En qué medida depende de nosotros? Para Robert Waldinger, la respuesta está en las llamadas “relaciones de apego seguro”. Waldinger es psiquiatra, psicoanalista y desde hace años director del estudio más largo jamás realizado sobre la felicidad y el bienestar en la vida de las personas. Se trata del ‘Estudio de Desarrollo de Adultos’ de la Escuela de Medicina de Harvard. Tras más de ochenta años de entrevistas a cientos de personas, las conclusiones de esta investigación son sorprendentes. Tal como lo explica el Dr. Waldinger: “Las personas con mejores relaciones viven más, son más felices y gozan de mejor salud”. Es decir, las relaciones interpersonales son una pieza clave no solo en nuestra felicidad, sino también en nuestra salud física y longevidad. “Para cualquier persona, es fundamental contar con al menos una o dos relaciones de confianza y seguridad en la vida”, añade Waldinger.

Ser activo en nuestras relaciones sociales nos ofrece la sensación de pertenencia, de confianza y de “apego seguro”, algo que regula nuestros niveles de estrés y puede, incluso, evitar el desarrollo de enfermedades como la diabetes o las enfermedades del corazón. “Pasar tiempo de calidad con personas que nos importan, o con quienes tenemos una afición en común, es esencial para sentirnos plenos y cuidar de nuestra salud”, concluye Waldinger. Esta impresionante investigación de más de ocho décadas la recoge en su libro ‘Una buena vida’ (2023), escrito mano a mano con su compañero de investigación, y amigo, Marc Schulz.


Transcripción

00:09
Mónica Esgueva. Hola.

00:10
Robert Waldinger. Hola.

00:10
Mónica Esgueva. Doctor Waldinger. Robert. Soy Mónica Esgueva, experta en mindfulness y desarrollo personal. Estoy encantada de estar aquí hoy contigo para tratar un tema tan importante como es la felicidad.

00:28
Robert Waldinger. Lo mismo digo. Es un placer. Gracias por invitarme.

00:33
Mónica Esgueva. Robert, ¿podrías hablarnos del estudio que empezaste en Harvard hace décadas? Es el estudio más largo sobre el comportamiento humano y la felicidad. ¿Puedes explicárnoslo más en detalle?

00:49
Robert Waldinger. Claro. En realidad soy el cuarto director del estudio. Empezó en mil novecientos treinta y ocho como dos investigaciones independientes. Tanto que ninguna sabía de la existencia de la otra. Ambas empezaron en Harvard. Una investigación estudiaba a alumnos de la Universidad de Harvard, jóvenes adultos de diecinueve años a los que sus profesores eligieron como dignos ejemplares representantes de la humanidad. Pretendía ser un estudio sobre el paso de la adolescencia a la adultez temprana. Iba a ser una suerte de estudio sobre el desarrollo adulto corriente. Ahora nos hace gracia porque si quieres estudiar el desarrollo adulto corriente, no te limitas a estudiar a hombres blancos de la Universidad de Harvard, pero en aquella época lo hicieron así. Era un estudio sobre la prosperidad. Al mismo tiempo, en la Facultad de Derecho de Harvard, un profesor de Derecho, Sheldon Glueck, y su esposa, una trabajadora social llamada Eleanor Glueck, ahondaron en la delincuencia juvenil. En especial, en cómo los chavales nacidos en circunstancias muy complicadas, en el seno de familias problemáticas, conseguían mantenerse lejos de los problemas y tomaban el buen camino. De nuevo, era un estudio sobre la prosperidad, pero en este caso estudiaba a jóvenes muy desfavorecidos.

02:32

Entonces, mi predecesor, George Vaillant, unió ambas investigaciones. Así, teníamos un grupo muy desfavorecido y otro muy privilegiado. Pero lo peculiar de aquellas investigaciones en aquel entonces era que no estudiaban qué iba mal. Casi todas las investigaciones se centran en enfermedades o problemas de desarrollo humano para poder ayudar a quienes los sufren y padecen. Pero esto era una investigación sobre qué predice quién va a prosperar en la vida. Al final, incorporamos también a las parejas de esos chicos, sus esposas, y ahora, a sus descendientes. Por lo que más de la mitad de los participantes del estudio son mujeres y hay más de dos mil personas, setecientas veinticuatro familias en total. Vamos por el octagésimo quinto año. Es el estudio más longevo con las mismas familias que se haya hecho nunca en la historia de la ciencia. Lo que descubrimos al analizar los factores predictivos que propician que las personas tengan vidas más largas, sanas y felices fue una sorpresa. Descubrimos que tener vínculos fuertes e íntimos con otras personas nos hace más felices. Eso no es ninguna novedad, pero sí que también nos mantiene sanos. Por el contrario, la gente solitaria, que vive aislada de la sociedad, desarrolla enfermedades fruto del envejecimiento antes y vive menos que quienes no están solos y tienen relaciones sociales sólidas.

Una clave sencilla para una vida feliz. Robert Waldinger, psiquiatra e investigador
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Al principio, desconfiábamos de nuestros propios datos. Pensábamos: «¿Cómo va a ser esto? Tiene sentido que seamos más felices por tener relaciones más cercanas, pero ¿cómo van a predecir esas relaciones cercanas que tengamos menos probabilidades de desarrollar una enfermedad de las arterias coronarias o artritis o diabetes de tipo dos? ¿Cómo va a ser eso?». Y entonces otros estudios empezaron a obtener los mismos resultados. Y ahí está la clave, porque ningún estudio puede demostrar un descubrimiento como este por su cuenta. Hace falta que distintas investigaciones apunten a lo mismo para poder tener la certeza de que es una verdad científica. Ahora es un descubrimiento asentado que las buenas relaciones fomentan la salud física y la longevidad. ¿Y cómo funciona? Llevamos los últimos diez años intentando entenderlo en nuestro laboratorio. La mejor hipótesis que manejamos es que las relaciones nos protegen del estrés crónico. Sabemos que la vida está plagada de momentos y situaciones estresantes. Me explico. Ahora mismo estamos teniendo una conversación agradable, pero en una hora, puede pasarme algo estresante que haga que me tuerza y que mi cuerpo reaccione. Este entrará en lo que llamamos el modo de «lucha o huida», durante el cual se acelera el pulso, quizás empiece a sudar, puede que se me acelere la respiración… Y sabemos que cuando aumenta la circulación de hormonas del estrés, también aumenta la inflamación.

06:15

Es normal. Es bueno que el cuerpo sea capaz de hacer eso para lidiar con el estrés. Pero nuestro cuerpo debería volver al equilibrio una vez desaparece el estrés. Te habrá pasado alguna vez, que cuando te pasa algo malo, te vas a casa y hablas con una amiga… Yo, cuando llego a casa y se lo cuento a mi mujer, enseguida noto que mi cuerpo se relaja. Y eso es lo que debería pasar. Creemos que lo que le pasa a la gente solitaria, a la gente aislada, es que nunca vuelve al equilibrio, al punto de partida, sino que permanecen en un estado basal de «lucha o huida» constante. Por eso tienen mayores niveles de hormonas del estrés, de inflamaciones crónicas, y eso acaba destrozando los sistemas corporales con el tiempo. Así es como las relaciones influyen en las arterias coronarias y las articulaciones, por ejemplo. Es una de las formas que tienen las relaciones de ayudarnos a regular las emociones negativas.

07:28
Mónica Esgueva. Existe gente introvertida y gente extrovertida. ¿Puedes darnos alguna herramienta para fortalecer nuestras relaciones independientemente de nuestra personalidad?

07:42
Robert Waldinger. Es muy importante que hablemos de esto porque hay todo un espectro que va desde la timidez extrema, ser muy introvertido, a ser extrovertido. Ser tímido es de lo más normal y está bien. En nuestra cultura, hablo del caso de Estados Unidos, se valora más la extroversión. La extroversión nos parece genial. Pero, en realidad, ser extrovertido no tiene nada de especial. Y ser tímido tiene muchas cosas buenas. Sabemos que los introvertidos necesitan a menos personas en su vida para sentirse satisfechos, para ser felices. Se valen de su propia energía, se recargan estando solos y dedicándose tiempo a ellos mismos. Los extrovertidos reciben su energía de los demás, así que necesitan a mucha más gente en sus vidas. Pero no hay una cosa normal y otra anormal. Defendemos que, seas introvertido o extrovertido, todo el mundo necesita al menos una o dos relaciones seguras, dos relaciones de apego seguro, por así decirlo. Relaciones en las que sientas que hay alguien ahí a quien puedas llamar y que vaya a estar ahí cuando haga falta. Durante nuestro estudio, en cierto punto les preguntamos a nuestros participantes a quién llamarían en mitad de la noche si estuviesen enfermos o asustados. Les pedimos que hiciesen una lista de a quién llamarían. Casi todos los participantes tenían a varias personas en la lista, pero hubo gente que no pudo apuntar a nadie. Incluso gente que estaba casada no fue capaz de decir nadie a quien llamarían en mitad de la noche.

09:37

Pensamos que todos, seamos tímidos o el alma de la fiesta, todos necesitamos una o dos relaciones de apego seguro, relaciones seguras. El resto depende de cada cual, de tu personalidad, de tu carácter y de tus necesidades. La gente tímida puede querer cuidar y prestar atención a menos personas para mantener esas relaciones. A la gente extrovertida puede gustarle más unirse a clubes, estar en situaciones en las que haya mucha gente… Por ejemplo, a mí no me gustan las discotecas abarrotadas con la música a tope, pero a mi hijo pequeño le pirran y sale siempre que puede. Es más, le gusta Madrid. Le encanta venir a Madrid porque hay un montón de sitios así. Tenemos un carácter muy distinto, pero está bien. Esa es la chispa de la vida y lo que hace que nuestra relación sea especial.

10:47
Mónica Esgueva. ¿Tienes algún consejo aplicable a cualquiera, que valga para todo el que nos esté viendo hoy?

10:54
Robert Waldinger. Sí. Uno de los descubrimientos de nuestra investigación fue que la gente que más hacía por mantener sus relaciones era más feliz y tenía mejores relaciones. Por ejemplo, cuando yo tenía veinte años pensaba que no tenía que hacer nada para tener amigos. Mis amigos eran mis amigos. Siempre serían mis amigos. No tenía que esforzarme. Pero constatamos que mucha gente tenía buenas relaciones que se diluían, que desaparecían, no porque hubiese problemas en la relación, sino porque las desatendían. Observamos que la gente que mantenía buenas relaciones tenía pequeñas muestras de atención a menudo. Cosas tan pequeñas como llamar a un amigo, mandarle un mensaje solo para saludar o llamarle por teléfono, mandarle un correo, y en particular sacar tiempo para dar un paseo, para tomar un café, para ir a un partido de fútbol juntos… cualquier cosa, pero hacer planes de manera habitual con la gente a la que quieres mantener en tu vida cotidiana. Otra cosa que ayuda mucho es establecer rutinas con algunas personas contadas. Por ejemplo, escribí el libro “Una buena vida” con mi coautor, Marc Schultz. Marc y yo llevamos trabajando juntos más de veinticinco años, pero también somos amigos. Cada viernes a mediodía nos llamamos y hablamos por teléfono de nuestra investigación y escribimos juntos.

12:48

Escribimos varios capítulos del libro juntos por teléfono. Pero también hablamos de nuestras familias, de nuestras vidas, de nuestra salud… De todo. Nos mantenemos al día el uno al otro. Esa llamada semanal es muy importante. Implica que uno de los dos tiene que cancelarla si no va a haber llamada. Y eso implica que hablamos todas las semanas pase lo que pase. Tener pequeñas rutinas así ayuda, ya sea con tu hermano, con tus hijos o con tu pareja. Otro descubrimiento es que en las relaciones que se dan por sentado, que se estancan, como la relación con tu cónyuge, tu pareja, ayuda mucho reservar tiempo a no hacer nada más que disfrutar de vuestra mutua compañía. Te pongo un ejemplo. Cuando nuestros hijos eran pequeños, teníamos un amigo que nos recomendó que tuviésemos citas de forma periódica: «Salid los dos solos y contratad a una niñera y que venga sí o sí». Cada jueves por la noche, la niñera llegaba a las seis de la tarde y nos tocaba cancelarla si no íbamos a salir. Así que salíamos. Aunque fuésemos a comprar pañales. Salíamos a cenar, a veces íbamos al cine, pero ya era algo y era una oportunidad para hablar, para ponernos al día. Porque cuando tienes niños pequeños, muchas veces te conviertes en una especie de equipo y te limitas a: «Tú haces la cena y yo los baño». Y no hay tiempo para hablar de cómo estamos como pareja.

Una clave sencilla para una vida feliz. Robert Waldinger, psiquiatra e investigador
14:43

Ahí tenemos otro ejemplo de establecer rutinas para hacer algo con la gente que te importa. Otra cosa que sabemos es que hacer actividades con gente es una buena manera para entablar relaciones. Pongamos que soy alguien a quien le gustaría tener más amigos y me siento más solo de lo que me gustaría. La investigación nos dice que una de las formas más fáciles de entablar nuevas relaciones es hacer una actividad que nos importe, algo que nos guste o que disfrutemos, algo que nos apasione, pero que lo hagamos con otra gente para ver a esa gente asiduamente una y otra vez. Podemos hacer voluntariado en alguna causa, como en un banco de alimentos o en una acción política contra el cambio climático, o unirnos a un club de jardinería o a un club de fútbol, lo que sea que nos guste y, mientras lo hagamos con otra gente, tendremos tema de conversación natural porque ambos estaremos haciendo algo que nos gusta y esa es una de las formas más fáciles de conocer gente. Otra forma que también ayuda mucho a la gente solitaria es ayudar a otra persona. Dedicar tu tiempo y tu energía es un buen método, primero, para sentirte útil, y también para sentir que la gente te valora. Puede ser darle clases a un crío al que le cuesta leer.

16:34

Puede ser enseñar tu idioma a los demás. Tú lo dominas, pero habrá quien esté intentando aprenderlo. Como digo, ayudar a los demás nos hace sentirnos útiles y además sentir que otros nos necesitan. Y esa es una manera estupenda de combatir la soledad. Otro consejo que podría dar es hablar con gente que no conoces de nada. Habla con desconocidos. Descubrimos que muy a menudo se conoce gente solo por entablar conversación en una cafetería o en el gimnasio. Llevaron a cabo un estudio con usuarios del tren suburbano de Chicago, en el que tenían dos grupos de sujetos. A un grupo le asignaron coger el tren al trabajo y hacer lo que hacían siempre: escuchar música, ver las noticias en el móvil, leer, cualquier cosa… Al otro grupo le asignaron hablarle a un desconocido al subirse al tren. Les preguntaron a todos si creían que iban a disfrutar del viaje y el grupo que tenía que hablarle a un desconocido pensaba que no. Después, les preguntaron si habían disfrutado el viaje, y la gente que habló con desconocidos estaba mucho más contenta que los que habían hecho lo de siempre.

18:15

Esto nos demuestra que no se nos da bien predecir qué nos hará felices y que hablar con desconocidos, entablar conversación con gente nueva, aunque asuste un poco arriesgarse, nos suele hacer felices y nos hace más felices que si fuésemos a lo nuestro.

18:41
Mónica Esgueva. Empezaste a investigar esto hace mucho tiempo. Me gustaría saber si aquellas personas, nuestros bisabuelos, nuestros abuelos, la gente con la que empezasteis la investigación, que vivieron la Segunda Guerra Mundial y la posguerra, ¿tenían las mismas metas que la gente de ahora?

19:06
Robert Waldinger. Es una pregunta muy interesante. Las metas actuales no son del todo equiparables, pero sabemos que aquella generación, la generación de la Segunda Guerra Mundial, se crio durante la Gran Depresión y muchos fueron luego a la guerra. Pasaron por cosas traumáticas. A muchos les preocupaba sobre todo poder darle una buena vida a su familia. Como es normal. Habían vivido en la pobreza, sabían lo que era y que tu seguridad económica puede desvanecerse en cualquier momento. Incluso la seguridad mundial puede esfumarse si le declaran la guerra a tu país. Por eso, para muchos, su principal interés era tener una buena vida, que su vida tuviese sentido y que tuviesen algo por lo que vivir. Querían darle una buena vida a su familia. Esto sigue siendo así. Ese objetivo sigue vigente para mucha gente hoy en día. Pero ahora se habla más de autorrealización. Se habla más de alcanzar todo nuestro potencial como individuos. Se hace hincapié, al menos en la cultura occidental, en el individuo. Creo que en las generaciones anteriores, en particular en la Segunda Guerra Mundial, se reforzaba más la idea de sociedad, el bienestar social y el bien común. Creo que ahora, a los jóvenes, a los milenials y sobre todo a la generación Z, les preocupa de nuevo el bienestar colectivo, en especial en cuanto al cambio climático. Mis hijos me dicen: «Vuestra generación la ha liado. ¡Os habéis cargado el clima!».

21:03

Están muy concienciados con la salud del planeta y de las sociedades. Es una concienciación que mi generación, la generación del baby boom, no ha tenido.

21:16
Mónica Esgueva. ¿Qué pasó cuando les preguntasteis a los jóvenes por sus metas? Creo que sus objetivos son muy distintos a los que comentas.

21:26
Robert Waldinger. Sí. Hicimos una encuesta. La primera encuesta fue en dos mil siete a miles de milenials veinteañeros. Les preguntamos por sus objetivos en la vida. En la encuesta, más del ochenta por ciento dijo que quería ser rico. No tener seguridad económica, no, sino ser rico. La mitad dijo que quería ser famoso. Es una barbaridad. Aspiran a cosas muy distintas. Ser famoso es raro como meta. Y otro grupo dijo que quería destacar a nivel laboral. Volvimos a reunirnos con esa gente en dos mil diecisiete, véase diez años después, y les hicimos la misma pregunta. Y ya no había tantos que quisieran ser famosos, pero muchos querían ser ricos y destacar en el trabajo. Seguían teniendo las mismas metas aunque en el Índice Global de la Felicidad que publica la ONU cada año no constan como los objetivos más frecuentes para tener una buena vida. Las metas más habituales en el mundo están relacionadas con el apoyo social, el acceso a una sanidad de calidad, la libertad de tomar decisiones vitales… Ese es el tipo de cosas que la gente dice que necesita para tener una buena vida, no fama y dinero. Así que sí, nos sorprendió bastante leer esas metas. Espero que esté cambiando de nuevo ahora que estos problemas mundiales son cada vez más evidentes y requieren de esfuerzos comunes para solucionar nuestros grandes problemas.

23:23
Mónica Esgueva. Volviendo a la actualidad, o siguiendo con esto, ahora parece que hay un problema creciente en nuestra sociedad con el mundo digital y las redes sociales. Parece que en lugar de acercarnos, nos están alejando. ¿Qué puedes decir al respecto?

23:41
Robert Waldinger. Es muy preocupante. Sé que se está investigando mucho al respecto, en cómo las interacciones en el mundo digital nos afectan como humanos. Y algo sabemos ya. Aún queda mucho que investigar, pero los primeros resultados sugieren que nuestra manera de interactuar en el mundo digital influye mucho en si nuestro bienestar mejora o empeora. Han descubierto que cuando usamos las redes sociales activamente para contactar con otra gente, nos hacen felices. Mejora nuestro bienestar. Te pongo un ejemplo. Uno de mis amigos, durante la pandemia, en el confinamiento, retomó el contacto con sus amigos de la escuela, de primaria, de cuando tenían ocho años. Sus amigos y él ahora toman café todos los domingos por la mañana por Zoom. Se toman su cafecito, hablan de su infancia y se lo pasan pipa. Para él, usar las redes sociales, en este caso Facebook, le ha hecho feliz. Pero también se ha comprobado que cuando consumimos redes sociales de forma pasiva, es decir, cuando vemos los muros de Facebook e Instagram de otra gente, somos menos felices porque ahí lo que pasa es que estamos editando nuestra vida, estamos seleccionando nuestra vida para las redes sociales. No subo una foto de las mañanas en las que me despierto de bajón o deprimido o pensando que mi vida no tiene sentido. No publico esas fotos. Solo publico fotos cuando estoy en una playa maravillosa, o en Madrid, pasándomelo bien.

25:41

El problema está en que, aunque sabemos que esa no es toda la verdad, nos puede hacer sentir que a todo el mundo le va genial y la vida le sonríe menos a mí. Uno de mis profesores una vez dijo algo que me sirvió mucho. Dijo: «Siempre comparamos nuestro interior con el exterior de los demás». Siempre comparamos la inconsistencia y el caos que sentimos con la apariencia que dan los demás. Entonces, cuando consumimos pasivamente el muro de Instagram de los demás, nos comparemos con ellos para mal. Y nuestra autoestima va bajando, nos deprimimos, nos agobiamos… Pero si somos más activos en nuestra forma de usar las redes y cuando nos separamos del mundo digital, cuando apagamos las pantallas, cuando hacemos ambas, nos sentimos mejor.

26:52
Mónica Esgueva. ¿Qué recomiendas que hagamos en estas situaciones? Cuando te pones a ver el muro, entras cinco minutos mientras estás haciendo cola para algo y piensas: «Voy a hacer tiempo mirando Instagram», y de repente ha pasado media hora o dos horas.

27:11
Robert Waldinger. Sí, ya.

27:12
Mónica Esgueva. ¿Qué recomiendas que hagamos?

27:15
Robert Waldinger. Dos cosas. Una es fijarte en lo que haces en línea. Pásate diez, quince minutos haciendo lo que normalmente haces. A lo mejor es estar en una red social en concreto. Y luego fíjate en si te notas con más energía. ¿Te sientes más optimista o te sientes más cohibida, deprimida o fuera de sitio? Si te hace sentir fuera de lugar y mal, aléjate de eso. Aléjate de esa plataforma y enfócate en las plataformas y actividades que te insuflan energía. Lo mismo pasa con las voces que escuchamos, los influencers, los políticos, los famosos… Párate a pensarlo y dale más valor a aquellos que te transmitan esperanza, que te abran al mundo y a la gente. Luego, fíjate en los que te enfadan, te asustan, te cohíben y aléjate de esa gente que te aísla de mundo. Se puede tener un papel mucho más activo en decidir a quién le dedicamos nuestra atención. Lo complicado es que esos programas están diseñados para captar nuestra atención, retenerla y no soltarnos porque hay quien gana dinero por mantenernos ahí clavados. El camino de menos resistencia es quedarse enganchado en un programa concreto, en una plataforma concreta. Hay que ser más activo y tener más determinación al dirigir nuestra atención. Es el mejor consejo que podría dar: fijaos mucho en eso y en a qué le dedicáis vuestra valiosa atención.

29:17
Mónica Esgueva. Debemos ser más conscientes de lo que hacemos y de cómo nos sentimos al hacerlo.

29:20
Robert Waldinger. Eso mismo.

29:23
Mónica Esgueva. Otro problema presente en nuestra sociedad es la soledad que siente la gente cuando se jubila o la soledad de nuestros mayores. ¿Cómo se puede aliviar?

29:38
Robert Waldinger. Es muy complicado para nuestros mayores porque se enfrentan mucho a la pérdida. Perdemos a nuestra pareja, a nuestros amigos… Una queja que se oye mucho entre los mayores es que todo el mundo se está muriendo. «Se me mueren los amigos, se me muere la familia…». La pérdida forma parte del proceso natural de envejecer. Hay que intentar ser más activo a la hora de hacer amigos, conocer gente, entablar nuevas relaciones, incluso con gente más joven si es posible. Ahora hay programas, al menos en Estados Unidos, en los que hay colaboraciones, como grupos de apoyo entre ancianos y niños de infantil, niños de cuatro años. El anciano le lee al niño de cuatro años y todo el mundo disfruta. El niño se lo pasa bien y el anciano, también. Es una forma de hacer que los mayores estén en contacto con personas de distintas edades. Del mismo modo, los mayores también pueden ser mentores de los jóvenes, de los aprendices. Muchos aprendices buscan mentorías y quieren saber cómo otros sortearon los baches, cómo se trabajaba antes o cómo compaginaban la vida personal con la laboral. Hay muchas cosas que los mayores ya saben y que los jóvenes quieren aprender. Hay programas en los que personas mayores se ofrecen como mentores de jóvenes.

31:14

También podemos hacerle compañía nosotros a los mayores, especialmente a aquellos que no pueden salir de sus casas. Algunos mayores no pueden, físicamente, salir de su casa y les cuesta más relacionarse por ello. Para esas personas hay programas que los relacionan virtualmente con otras personas, pero también puede ir gente a visitarlos y a pasar tiempo con ellos. Todo esto son formas de aliviar la soledad. Una de las preocupaciones de las sociedades más tradicionales es que las estructuras familiares tradicionales se están desmoronando. Unas estructuras en las que los mayores tienen roles definidos. Por ejemplo, en China, la norma es que los abuelos críen a los nietos mientras el eslabón intermedio, los hijos, están trabajando. Pero ahora que los jóvenes en China están yéndose del pueblo a la gran ciudad por las oportunidades económicas que ofrece, los mayores pierden su rol de criar a los nietos y los hijos no tienen quien les ayude a criarlos. El desmoronamiento de estos patrones sociales tradicionales se ha convertido en una preocupación creciente y aviva la soledad entre los ancianos. Esto mismo ocurre también en India y preocupa mucho allí.

32:50
Mónica Esgueva. Hoy en día se habla mucho de relaciones tóxicas. Me gustaría profundizar en qué hace que una relación sea buena, sana y satisfactoria. ¿Qué puedes contarnos de esto?

33:05
Robert Waldinger. Sabemos que las relaciones nos aportan todo tipo de cosas. Lo cual es importante porque es muy fácil pensar que deberíamos tenerlo todo de una sola relación, por ejemplo, una relación romántica, pero no es cierto. Existe todo un abanico de lo que pueden aportarnos las relaciones. Por supuesto que nos pueden brindar esa sensación de intimidad. Es importante sentir que puedo confiar en alguien, que le puedo contar mis preocupaciones, que me va a aconsejar cuando me preocupe algo de mi vida o alguien de mi familia o mi trabajo. Tener un lugar seguro y alguien de confianza con quien compartir mis preocupaciones es muy útil, pero las relaciones nos aportan muchas más cosas. Tengo amistades solo por diversión, para pasárnoslo bien. Vamos a ver el fútbol. Tengo amigos con los que salgo en bici. También tengo amigos con los que salgo a cenar porque nos gusta la buena comida, así que vamos a restaurantes de nivel de Boston. Hay muchas formas de divertirse, muchas actividades. Tengo otros amigos que son mis amigos intelectuales, con los que compartimos ideas y debatimos. Los amigos nos aportan una sensación de identidad, de quiénes somos. La gente con la que estoy me hace sentir que ese es mi sitio, que formo parte de una comunidad, de un grupo. Eso es importantísimo para todo el mundo. Todo el mundo necesita sentir que es parte de algo.

34:54

Además, hay amigos que nos ponen a prueba. Tengo amigos que me dicen la verdad aunque no me guste escucharla. Y lo agradezco. A veces duele, pero queremos amigos que nos digan lo que piensan. No hace falta que lo hagan todos los amigos, pero ayuda que al menos una o dos personas en el mundo nos digan la verdad y nos digan lo que nadie más nos dice. También es importantes tener conocidos. Que la gente sepa que existes resulta muy útil. La mayor parte de las veces no son nuestras amistades íntimas las que resultan útiles, sino la gente a la que apenas conocemos. Llevaron a cabo un estudio sobre gente que buscaba trabajo y descubrieron que tienes más probabilidades de encontrar trabajo por un conocido que por un amigo íntimo. Eso se debe a que los conocidos pertenecen a una red distinta y es una comunidad distinta a la de nuestras amistades íntimas. Viene muy bien tener relaciones casuales. Y aquí entra la persona con la que hablamos por la mañana en la cafetería, el cartero o el de la tienda. Con todo esto vengo a decir que las relaciones nos aportan toda clase de beneficios.

36:34

En el libro no profundizamos en las relaciones tóxicas porque sabemos que todas las relaciones importantes entrañan dificultades, o al menos diferencias con la gente. Siempre hay diferencias o conflictos con alguien que nos importa: un hermano, una pareja, un buen amigo… Es normal no estar de acuerdo. Lo importante es encontrar la manera de solucionar esos desacuerdos, de resolverlos de manera que no haya ganadores o perdedores, sino que salgamos con la sensación de que nos hemos entendido mejor. Cuando hacemos esto, la relación se fortalece. Una de las cosas de las que hablamos en el libro es de la importancia de trabajar en las relaciones y superar las dificultades. Pero cuando intentamos trabajar las dificultades y no lo conseguimos es cuando estamos en una relación que nos hace sentir mal y lo que a veces llamamos «relación tóxica». Algunas de esas relaciones hay que acabarlas y alejarse. Hay que alejarse de las relaciones donde hay violencia, miedo, intimidación… En esas relaciones es importantísimo llegar a un lugar seguro. Hay que buscar refugio y alejarse de la relación tóxica. Pero lo importante es intentar superar las dificultades en la relación antes de tirar la toalla.

38:18
Mónica Esgueva. Robert, en la vida hay muchas cosas que escapan a nuestro control, pero que aun así nos afectan. Mucha gente piensa que por sus circunstancias o sus limitaciones su felicidad no está en sus manos. ¿Qué opinas de esto?

Una clave sencilla para una vida feliz. Robert Waldinger, psiquiatra e investigador
38:45
Robert Waldinger. Hay mucho escrito respecto a esto. Hubo un estudio de una psicóloga llamada Sonia Lyubomirsky que buscaba estimar en qué medida nuestra felicidad depende de nosotros. Recopiló datos de muchos estudios distintos. Y según su estimación, el cincuenta por ciento de nuestra felicidad, de nuestro humor, depende de la genética. Es nuestro temperamento innato. Sobre el cincuenta por ciento escapa a nuestro control. Todos conocemos a gente que está alegre pase lo que pase, incluso cuando pasan desgracias. También conocemos a gente que siempre está mal, incluso cuando todo va bien. Eso es el temperamento innato. Lyubomirsky estima que la mitad de nuestra felicidad es temperamento innato y que en torno al diez por ciento de nuestra felicidad viene determinada por nuestras circunstancias actuales, es decir, si estoy pasando un mal momento. Por lo que el cuarenta por ciento de mi felicidad está en mis manos y puedo mejorarla. Es muy importante. El cuarenta por ciento es una cifra considerable.

40:00
Mónica Esgueva. Es mucho.

40:01
Robert Waldinger. Sí. Podemos hacer de todo para ser más felices en la vida, pero hay una base de carácter, de temperamento, de personalidad con la que nacemos. A veces lo llamamos el «set-point de la felicidad».

40:20
Mónica Esgueva. Es casi como una predisposición, ¿no?

40:22
Robert Waldinger. Sí.

40:23
Mónica Esgueva. En tu estudio les preguntas a los participantes al final de su vida de qué se arrepienten más.

40:31
Robert Waldinger. Sí.

40:32
Mónica Esgueva. ¿Puedes compartirlo con nosotros?

40:35
Robert Waldinger. Cuando los participantes originales rondaban los ochenta años, les dijimos: «Echa la vista atrás y cuéntanos de qué te arrepientes y te enorgulleces más». Casi todos los hombres dijeron que se arrepentían de haber pasado tanto tiempo trabajando en lugar de pasarlo con sus seres queridos. Suena un poco cliché, pero nadie en su lecho de muerte desearía haber pasado más tiempo en la oficina. Y hay una razón por la que sea un cliché, y es que mucha gente se siente así. Muchas de las mujeres del estudio dijeron que se arrepentían de haber tenido tan en cuenta el qué dirán y la opinión de los demás sobre ellas, sobre lo que estaba bien y mal, y que les habría gustado ser más fieles a sí mismas. Cuando les preguntamos de qué estaban más orgullosos casi todo el mundo habló de sus relaciones. Decían que habían sido un buen jefe, un buen padre, un buen amigo, un buen mentor… Casi nadie dijo: «He ganado un Nobel» o «Me hice rico». Y había gente rica y famosa, pero nadie lo mencionó. Recalcaron la calidad de sus relaciones.

42:02
Mónica Esgueva. Supongo que cuando llegamos al final de nuestra vida, prestamos más atención a lo que de verdad importa.

42:08
Robert Waldinger. Sí, claro.

42:10
Mónica Esgueva. Quería preguntarte algo más personal. ¿Qué haces tú para sentirte más lleno, para ser más feliz?

42:19
Robert Waldinger. Soy practicante zen. Medito y me ayuda mucho. Me ayuda a sentirme mejor y más conectado. Paso mucho tiempo con gente. He tenido que aprender de mi propia investigación lo importante que es pasar tiempo con tu gente y ahora me esfuerzo en mantener contacto. Me aseguro de mantener el contacto con mis amigos íntimos. Paso tiempo en la naturaleza. Pasar tiempo al aire libre, especialmente cuando medito, me ayuda mucho. Tirarme diez minutos contemplando un árbol me parece una experiencia maravillosa. Si le dedicas tu atención plena a contemplar ese árbol observas muchas cosas. Admirar los pájaros es una pasada. Esas son algunas de las cosas que me llenan ahora mismo. Y me gusta mucho viajar, la verdad. Me ha encantado venir a Madrid. A mi mujer y a mí nos encanta descubrir sitios nuevos, conocer gente y esas cosas.

43:23
Mónica Esgueva. Robert, aparte de psiquiatra, investigador y profesor, eres practicante zen. Según el zen, ¿qué hace falta para tener una buena vida?

Una clave sencilla para una vida feliz. Robert Waldinger, psiquiatra e investigador
43:39
Robert Waldinger. Según el zen, una buena vida consiste en estar despierto en el presente, en prestar atención al aquí y ahora del presente y no preocuparse del futuro ni del pasado. Basta con estar aquí y estar presente para lo que surja. Eso, según el zen, es el nirvana. Esa es la iluminación. Simple y llanamente.

44:05
Mónica Esgueva. Pero eso es dificilísimo.

44:07
Robert Waldinger. Sí, no es fácil.

44:09
Mónica Esgueva. ¿Qué consejo darías a la gente para hacer eso más a menudo? Porque en nuestra sociedad cuesta mucho. Hay muchas distracciones y es una lucha constante por nuestra atención. ¿Cómo lo harías?

44:26
Robert Waldinger. Bueno, meditar no es para todo el mundo. Por ejemplo, a mi mujer no le interesa meditar lo más mínimo. Le encanta que yo medite y me apoya con ello. Dice que así se me da mejor escuchar y por ende soy mejor marido, pero a ella no le llama. A ella le encanta la música y se deja llevar tocando el piano y cantando. Esa es su manera de estar presente y vivir el momento. Creo que todo el mundo debería, dentro de lo posible, encontrar algo que le haga estar muy presente en el momento. A veces lo llamamos un estado de «flow». Podría ser lanzarse pista abajo con los esquís o cuidar el jardín… podrían ser muchas cosas. Es una experiencia en la que te centras en esa actividad y el tiempo vuela sin que te des cuenta. Es un estado de absorción, que se dice, que experimenta mucha gente. Algunos lo alcanzamos meditando, pero no es imprescindible meditar. Hay muchas formas de alcanzarlo.

45:45
Mónica Esgueva. Siento curiosidad, Robert. ¿Qué opinan instituciones como Harvard de la meditación y la espiritualidad? Sé que en el pasado, por ejemplo, Daniel Goleman o Richard Davidson tuvieron que ocultar esa parte de quienes eran y que Ram Dass tuvo que dejar de dar clase allí, directamente. ¿Ha cambiado en los últimos años?

46:16
Robert Waldinger. Ahora es distinto, sí. Cuando empecé a practicar el zen, lo oculté. Temía perder credibilidad como científico si descubrían mi práctica espiritual. Pero ahora está claro que, primero, la vida espiritual ayuda en gran medida a nuestro bienestar. Para algunos, no para todos. Hay quien no necesita vida espiritual, pero otros sí. Muchos sí. También sabemos por investigaciones científicas que la práctica espiritual ayuda a mucha gente. Es bueno para el bienestar físico y para la salud mental. En ese sentido, también hay evidencia científica de que la práctica espiritual importa en el mundo. Creo que por eso hay menos prejuicios ahora en el mundo académico, por ejemplo, en Harvard. Hay menos prejuicios contra la espiritualidad y la religión. También sé que a raíz de preguntarles a mis pacientes… Trabajo a diario con pacientes como psicoterapeuta. Cuando les pregunto por su vida espiritual, primero, sienten alivio porque no saben si se puede hablar de eso en terapia, y luego se abren y quieren hablar de ello. Quieren hablar de sus creencias y de qué y cómo las practican. He descubierto que cuanto más abierto soy con eso… Tampoco es que les dé detalles de mis prácticas espirituales, pero sí dejo claro que soy practicante zen. Y creo que por eso, mucha gente se siente más cómoda hablándome de su religión o su espiritualidad.

48:11
Mónica Esgueva. Bueno, Robert, ha sido un placer acompañarte y hablar de temas tan interesantes. Muchas gracias.

48:19
Robert Waldinger. Gracias a ti. Ha sido una entrevista muy interesante.