¿Qué diferencia a la gente más feliz del mundo?
Tal Ben-Shahar
¿Qué diferencia a la gente más feliz del mundo?
Tal Ben-Shahar
Profesor de psicología en Harvard
Creando oportunidades
La ciencia de la felicidad
Tal Ben-Shahar Profesor de psicología en Harvard
¿Se puede aprender a ser feliz?
Tal Ben-Shahar Profesor de psicología en Harvard
Tal Ben-Shahar
Doctor en psicología y filosofía, Tal Ben-Shahar tiene el récord de la asignatura con mayor número de estudiantes de la historia de la Universidad de Harvard: más de 1400 alumnos por semestre. Gracias a su curso de Psicología Positiva, el profesor Tal Ben-Shahar se ganó pronto entre los estudiantes el apodo del "profesor de la felicidad". Sus lecciones desde la ciencia sobre cómo afrontar la vida con entusiasmo y alegría han saltado del aula para convertirse en bestsellers de éxito mundial. Ben-Shahar es autor de libros como "Elige la vida que quieres" o "Practicar la felicidad", entre otros, en los que nos habla sobre las emociones y el aprendizaje, la creatividad, la capacidad de innovación, y en definitiva, la mejora de la vida diaria de las personas. Las relaciones sociales, la amistad, el manejo de las emociones negativas o las rutinas cotidianas para aumentar la felicidad, son algunas de las claves que comparte en sus clases sobre la ciencia de la felicidad en universidades como IDC-Herzliya (Israel) y en conferencias de todo el mundo. ¿Se puede aprender a ser feliz? La respuesta de Ben-Shahar es "sí, podemos cambiar nuestros niveles de felicidad", pero va más allá y reclama que deberíamos enseñar en las escuelas a ser felices.
Transcripción
Otra cosa clave para la felicidad es la gratitud, el reconocimiento. Oprah hablaba de ello en mil novecientos noventa y nueve, cuando no había ciencia al respecto. Hoy sí que la hay. Y ha demostrado que quienes expresan gratitud con regularidad y no dan por hecho lo que tienen, no ignoran los problemas, pero tampoco ignoran lo que tienen, estas personas no solo son más felices y más optimistas, también tienen más éxito y consiguen sus objetivos, físicamente están más sanos. Así que realmente fortalecemos nuestro sistema inmunológico cuando nos concentramos en ser agradecidos. Mi palabra favorita es «apreciar». «Apreciar» significa dar las gracias por algo. Pero la palabra «apreciar» tiene otro significado: Aumentar el valor. Si metes dinero en el banco, con suerte aumenta de valor y tienes más. Los dos significados de «apreciar» están conectados. Porque cuando aprecias las cosas buenas de tu vida, las cosas buenas se aprecian y tienes más. Y la conexión no es meramente etimológica, hay pruebas científicas que demuestran que cuando aprecio a mi pareja, cuando aprecio mi trabajo, cuando aprecio mi vida, las cosas buenas en mi vida aumentan de valor y tengo más.
Según Martin Seligman, padre de la psicología positiva: 'las relaciones son lo más importante para una vida feliz'
La moderación, para nosotros… Yo tengo tres hijos. Nuestros hijos tienen límites en cuanto a la tecnología, en cuanto al contenido, pero también, y no menos importante, en cuanto a la cantidad. No es solo la calidad, también la cantidad de tiempo que pasan delante de la pantalla, y nosotros también nos limitamos. Cuando llegamos a casa por la noche y estamos en familia, no hay tecnología: teléfonos, televisión y ordenador están apagados. Estamos en el presente.
Uno de los mantras que repito siempre a mis alumnos y a mí mismo es: 'aprende a fracasar o fracasa para aprender'
Y hoy hay estudios que lo demuestran. Los teólogos no conocían esos estudios, pero Dios lo sabe todo, así que debía conocer esos estudios hace miles de años. Y es que cuando repites algo una y otra vez tus vías neuronales cambian. Te pondré el ejemplo de uno de los primeros estudios en esta área. Se realizó en Londres. Los taxistas londinenses nuevos tenían que memorizar el mapa de Londres. Memorizar el mapa de Londres es mucho más complicado que memorizar el de Nueva York. Para aprenderte el mapa de Nueva York basta con saber contar. Londres es una ciudad más antigua, y las calles son intrincadas y complejas, como un laberinto. Durante meses… Esto es de antes del GPS. Los taxistas se pasaban meses memorizando cada calle de Londres. Y descubrieron que en este período la parte del cerebro asociada con la visualización, el córtex visual, se hacía más grande. Porque repetían, estudiaban una y otra vez, día tras día, y en esa parte del cerebro las vías neuronales se hacían más gruesas. Se producía un cambio en el cerebro.
Esto es lo que pasa cuando algo sale de forma natural. ¿Cuántas veces tuvo que darle a la pelota Rafael Nadal antes de que le saliera de forma natural? Ahora no tiene ni que pensar en mover la mano para darle. No lo piensa. ¿Por qué? Porque lo ha hecho una y otra vez. Y lo mismo ocurre con cualquier hábito. Hay un monje francotibetano, Matthieu Ricard, que pregunta lo siguiente… Intenta que la gente medite con regularidad. Sabemos que la meditación es buena. Dice: «La gente dice que no tiene tiempo, pero ¿puedes tocar una sonata de Mozart sin practicar cientos de miles de veces? Hacen falta años para tocarla bien. ¡No se puede! ¿Por qué esperáis que formar hábitos de felicidad…? ¿Por qué creéis que basta con comprender y luego hacerlo? No se puede nadar solo con la teoría, hay que practicar». Lo mismo pasa con los cambios psicológicos. Si quieres ser más agradecido, tienes que practicar con regularidad. Con un ritual cada noche o al menos una vez a la semana para dar las gracias por lo que tienes en tu vida. Con el tiempo, esas vías neuronales asociadas con la gratitud, con el aprecio hacia el mundo, se fortalecerán y saldrá naturalmente. Del mismo modo que quizás ahora mismo te salga de forma natural centrarte en las cosas que no tienes en tu vida. En cierto modo, esculpimos el cerebro a través de rituales. Y si repetimos una acción positiva, lo esculpimos de forma positiva.
Ahora mismo estamos en colegios estudiando el impacto de una intervención psicológica positiva. Y lo que nos encontramos es muy interesante. Sí, los estudiantes son más felices, más resilientes, gozan de mejores relaciones, y, además, el conflicto y la violencia en los colegios está disminuyendo a raíz de estas intervenciones. Y curiosamente sus notas están mejorando. No solo nos volvemos más felices, también nos volvemos más listos cuando nos centramos en esa primera lista. Afecta positivamente también a la segunda lista.
Idealmente, los políticos y los educadores deberían reunirse y replantearse la educación moderna, incorporando la primera lista: relaciones, significado, felicidad, resiliencia, etcétera. Sin embargo, incluso en una clase tradicional un profesor puede cambiar muchas cosas. Y lo primero que hay que hacer es predicar con el ejemplo. Mahatma Gandhi dijo: «Sé el cambio que quieras ver en el mundo». Antes de nada, si mi profesor o profesora realiza algo significativo para él o para ella, es más probable que yo también busque algo que sea significativo. Si mi profesor se permite a sí mismo ser humano, y habla de sus fallos, sus decepciones, eso es enseñar dando ejemplo, será más probable que yo me permita ser humano. Esta es la primera regla de la buena enseñanza, del buen liderazgo y de la buena paternidad: Sé el cambio que quieras ver en los que te rodean.
Por eso el psicólogo infantil Donald Winnicott habla de la madre que es suficientemente buena. No es una madre perfecta. No hay madres ni padres perfectos. Son suficientemente buenos. Ser suficientemente bueno implica cometer errores como padre. Y no pasa nada. Pero siempre nos movemos entre muy fácil y muy difícil. Hay que encontrar el término medio que hace que el niño se desarrolle y al mismo tiempo tenga apoyo. Es importante que los padres entiendan que la felicidad no se trata solo de emociones placenteras. También es el sentido. Y algo que dé sentido requiere trabajo duro, dedicación y sacrificio. Y no pasa nada, es una característica importante. El trabajo duro para dar ejemplo como padre y también para exigírselo a los niños.
La felicidad consiste en cultivar relaciones. Por eso es importante que los padres den ejemplo en las relaciones. Ya sea con los padres, ya sea con los niños, ya sea con amigos… Dar ejemplos de relaciones reales. Cuando los padres comprenden la felicidad en todo su contexto, pueden dar a sus hijos una vida rica y satisfactoria, no solo atendiendo a sus necesidades inmediatas, lo cual les hará más mal que bien. Cuando veo a los padres comprar a sus hijos todo lo que quieren, que les solucionan todos los problemas que tienen en el colegio, eso no es bueno para los niños. Los niños tienen que aprender a tenerse en pie. Literalmente, cuando un niño empieza a andar, no lo están sujetando siempre, dejan que se caiga. Así es como aprenden. Tienen que aprender a lidiar con las dificultades de sus vidas.
El segundo consejo sería el amor incondicional. Este es un concepto muy malentendido. El amor incondicional no significa darles todo lo que ellos quieran. No, significa que aceptamos sus emociones incondicionalmente pero ponemos unos límites muy claros en su comportamiento. Por ejemplo, un niño puede sentir muchas cosas. Puede sentir odio hacia su hermano o su hermana pequeños porque ahora ellos no reciben tanta atención. Y eso es legítimo. Pueden sentir enfado hacia ti y es legítimo. Sin embargo, hay límites muy claros en sus comportamientos. No pueden pegar a su hermano o su hermana, y no pueden estropearte la cena con una rabieta. Que la tengan en su cuarto. Hay límites muy claros en el comportamiento pero aceptación incondicional de sus emociones. Hay que darles permiso para que sean humanos.
Por último, el tercer consejo es: predica con el ejemplo. Cuando llego a casa, a menudo comparto con mis hijos mis experiencias. Comparto las experiencias maravillosas y las experiencias dolorosas. Los niños no necesitan un modelo perfecto, necesitan a un ser humano como modelo. Y ellos nos respetan como padres. Lo que hacemos con frecuencia importa mucho más que lo que decimos.
Y luego les pido que hagan una lista de las cosas que les son placenteras. Yo disfruto resolviendo ecuaciones, charlando con gente, o estando yo solo. ¿Con qué disfruto? ¿Qué me da placer? Y, finalmente, ¿qué se me da bien? ¿Cuáles son mis puntos fuertes? Quizás las matemáticas, escribir, hablar en público… Sea lo que sea, hago una lista de mis puntos fuertes. Y luego les pido que busquen las coincidencias entre estas listas: Lo que es significativo para mí, lo que me da placer y mis puntos fuertes. Y donde coincidan, ahí es donde puedo hallar la mayor felicidad en la vida. Te puedo dar un ejemplo personal. Investigar es uno de mis puntos fuertes. En mi vida he hecho buenas investigaciones. También me resulta muy significativo. Creo que puede cambiar el mundo y hacer que sea un lugar mejor. Pero investigar no me da placer. Por eso decidí centrarme menos en la investigación en mi carrera académica. La música es muy significativa en mi vida y me da mucho placer. Pero canto de pena, no es mi punto fuerte. Por eso decidí no dedicarme a la música. Por otro lado, enseñar me resulta muy placentero. Me encanta, es muy significativo, y también se me da bien. Por eso decidí dedicarme a esto y centrarme en la enseñanza. Y durante este ejercicio, ya sea para las grandes decisiones como elegir una profesión, o las decisiones pequeñas como dónde irme de vacaciones, hacerse estas tres preguntas puede ser de gran ayuda. Nos hacen conscientes de dónde queremos estar y qué es lo que nos hará más felices.
Busca las coincidencias entre lo que es importante y significativo para ti, lo que te gusta y lo que se te da bien. Eso te acerca a la felicidad
Uno de los mantras que repito siempre a mí mismo y a mis alumnos es: Aprende a fracasar, o fracasa en tu aprendizaje. No hay otra forma de aprender. Así aprendemos a andar, cayéndonos. Así aprendemos a escribir, haciendo garabatos. Así aprendemos a comer, poniéndolo todo perdido. Así aprendemos a encestar, fallando. Así aprendemos a ser mejores líderes, mejores parejas o mejores padres. Aprende a fracasar o fracasa en tu aprendizaje. Lo vemos a nivel individual pero también a nivel de organización. Las organizaciones de más éxito en la actualidad son las que aportan lo que Amy Edmondson, de la Escuela de Negocios de Harvard, llama «seguridad psicológica». La seguridad psicológica es la sensación que tienen los miembros de un equipo de que no pasa nada por fracasar, por cometer errores, por admitir que te has equivocado. Que se aprende de ello como individuo, como grupo, como organización. Y las organizaciones que permiten la seguridad psicológica se convierten en organizaciones que aprenden. Continúan creciendo, aprendiendo y al final acaban teniendo éxito.
Como decías, vivimos en una era de distracciones. Tiran de nosotros en distintas direcciones. Y eso nos impide disfrutar el aquí y el ahora. Tara Bennett-Goleman escribió un libro estupendo, Alquimia emocional, en el que habla de cómo podemos tenerlo todo, podemos tener todo el dinero del mundo, el amante perfecto, el trabajo perfecto, y aun así, no disfrutar ninguno. Al mismo tiempo, podemos tener un trozo de pan, podemos estar junto a un amigo, y si estamos totalmente presentes podemos estar muy felices y contentos. Es la presencia de la mente y el corazón la que es un elemento clave de la felicidad. Sin ella es muy difícil ser feliz. Igual que pasa con los músculos físicos, podemos entrenar nuestros músculos de la concentración practicando meditación, dedicándole tiempo, ya sea media hora o si solo tenemos cinco minutos, pues meditamos cinco minutos. Yo lo que más practico ahora mismo es yoga. Me he dado cuenta de que es bueno para el cuerpo y para la mente. Y es una de las actividades que he introducido en mi vida y la ha transformado de forma positiva.
Expresa gratitud y aprecia lo que tienes. Creemos que vivimos una vida, pero en realidad vivimos un número infinito de vidas. Porque en cada momento hay posibilidades infinitas. Y si elegimos ser agradecidos, nuestra vida seguramente vaya por un camino más positivo. Elegimos la gratitud. Elegimos ser felices. Expresa gratitud, ya sea escribiendo un diario, o compartiéndolo con la familia a la hora de la cena. Y por último, buscar tantas actividades como sea posible que nos proporcionen significado y placer. Solamente una hora al final de un largo día haciendo algo que sea significativo y placentero, dedicándonos a nuestro hobby, pasar tiempo con alguien… Eso puede contribuir mucho a la felicidad del día. Y con el paso de los días, a una vida más feliz.