¿Qué pasa en tu cerebro cuando escuchas reguetón?
Jesús Martín-Fernández
¿Qué pasa en tu cerebro cuando escuchas reguetón?
Jesús Martín-Fernández
Neurocirujano y compositor
Creando oportunidades
Las historias del neurocirujano que está revolucionando el mundo
Jesús Martín-Fernández Neurocirujano y compositor
Jesús Martín-Fernández
“Desde muy pronto me apasionaba entender la emoción humana, la misma que nos mueve a todos los seres humanos”. El neurocirujano y compositor Jesús Martín-Fernández se ha convertido en un referente mundial en la cirugía despierta de tumores cerebrales gracias a su compromiso e innovación en la medicina actual. Martín-Fernández, lidera un equipo internacional de investigación sobre cómo preservar las emociones en la cirugía despierta impulsado en gran medida por su mentor, el profesor Hugues Duffau, a quien considera el pionero de esta técnica. Este hito fomenta un cambio de paradigma y abre la puerta a grandes hallazgos en el ámbito de la neurociencia promoviendo aprendizajes fascinantes sobre el órgano más misterioso del cuerpo humano, el cerebro.
Martín-Fernández es autor de ‘Dime qué sientes: Diario de un neurocirujano’, un relato sincero donde recorre con valentía historias que le han marcado y que merecen ser compartidas con emoción, la misma que prioriza en quirófano y que busca mejorar la calidad de vida de sus pacientes.
Además, Jesús Martín Fernández es compositor y amante de la música, especialmente de la clásica. Una pasión que forma parte de ambas facetas en su cotidianeidad: “Somos lo que somos más allá del trabajo que desempeñamos, y yo soy las dos cosas”.
Transcripción
Imagínate que las funciones más complejas del ser humano son como si tuvieras una bombilla en Nueva York, otra en Berlín, otra en Tokio. Van conectadas por esos cables profundos. Si cortas el cable, todas las bombillas se apagan. Así funcionan un poco las funciones cognitivas. Entonces, vamos buscando esos cables profundos. Una vez aplicamos el estímulo eléctrico y desencadenamos un fallo en reconocer el significado de las cosas o en la evaluación de uno mismo, ahí detenemos la cirugía para que sea lo más segura posible y así tratar de preservar la calidad de vida. Nosotros intentamos hacer un abordaje a la carta. Esto quiere decir que toda la cirugía depende de cómo esté el paciente. Es decir, los tumores, incluso los de lento crecimiento, aunque el cerebro… O sea, muchas veces el paciente está casi íntegro porque el cerebro es plástico y permite redistribuir. Entonces, si tiene zonas críticas dentro del tumor, como que las va desplazando fuera. Muchas veces ves el tumor y, alrededor, las funciones, los puntos críticos. Pero hay que analizar exactamente qué tiene el paciente afectado para, dentro de la cirugía, pasarle los tests adecuadamente. Por ejemplo, si tenemos un paciente políglota que habla cinco idiomas, hay que hacer un abordaje a la carta. Es decir, la cirugía tiene que ir enfocada bastante al lenguaje. Sabemos que las lenguas, aunque tienen un banco semántico común… Es decir, para nosotros y para cualquier idioma, da igual, una flor es una flor independientemente del nombre que le pongas. Sabemos el significado de las cosas. Eso es la semántica. Suele ser común entre lenguas, pero no el acceso a las palabras.
Entonces, en la superficie cerebral normalmente hacemos como un mapa de las funciones cerebrales, haciendo mucho hincapié en el acceso a las palabras en los diferentes idiomas. Entonces, puede ser armenio, francés, ruso, alemán, inglés, español. Entonces, vamos poniendo las etiquetas en cada zona donde el paciente o la paciente no puede acceder a la palabra. Luego buscamos también, en la superficie, que pueda asociar semánticamente los objetos. Por ejemplo, pones un perro, una farola y un gato, y el paciente tiene que asociar el perro y el gato. Si tú, al estimular, induces un error y asocia el perro y la farola, sabes que hay un fallo en la semántica del lenguaje. Y, luego, todo el tiempo vamos monitorizando la función del movimiento y la atención, la carga cognitiva. Los políglotas, además, precisan de un gran control de las funciones ejecutivas. De hecho, a veces, al estimular, se puede inducir un cambio de lengua involuntario. Entonces, la persona está diciendo: «Esto es una lámpara, esto es una escalera, esto es un bolígrafo». Y estimulas y literalmente pueden decir: «This is a laptop», o lo que sea. Entonces, hay que tener las funciones ejecutivas, mantenerte en tu lengua y que no recibas interferencias de las otras para seguir con el foco puesto. O sea que realmente es una cosa muy a la carta. Igual que si el paciente fuera músico o si el paciente… Para profesiones específicas, tratamos de hacerlo todo a la carta.
Y con Jorge me ha pasado un poco eso. Recuerdo contarle la primera vez cómo usaba ‘Al otro lado del río’. Él me contó la historia, me pareció interesantísima, de cómo surgió la canción, cómo se inspiró. Esto de que de pronto, y lo sé como compositor, hay veces que uno lucha y lucha para que te llegue la inspiración para crear algo y no puedes y estás ocho horas. Y hay otras veces que aparece y ya. Y sé que él lo grabó así, le salió, lo grabó en un ‘cassette’ y lo envió. Y acabó siendo un Oscar. Y, bueno, es cierto que hemos tenido muchas muchas discusiones sobre la música. Él estaba muy interesado en un artículo que publiqué sobre cómo los diferentes estilos musicales activan el cerebro. Y, bueno, sí que sabemos, y es obvio, que la música… De hecho, es muy probable que haya aparecido incluso antes que el lenguaje, es como una cosa que nos conecta. Probablemente, sea la única cosa que el ser humano hace sin necesitarla. Es decir, el ser humano tiende a hacer todo aquello que le otorga ventajas evolutivas: la actividad sexual, el comer… Pero la música es una cosa que no necesitamos y hacemos. Entonces, como que en la historia de la humanidad no hay nada parecido y en todas las culturas de todo el mundo la música aparece como un elemento común, como un nexo que une a la gente. Y, no sé, a mí me parece una cosa maravillosa. O sea que la música va totalmente ligada a la emoción y la emoción, a la música. Así que es como el núcleo de nuestro equipo.
Y, no sé, suelo ponérmela siempre antes de la cirugía. Sobre todo, cada vez que es la primera cirugía en otro país, la suelo escuchar en bucle de hecho.
Y, al final, el estudio son números y es así. Solamente lo describimos. Sí que pienso, a raíz de esto que te he contado, que con esto… Es decir, cuando tenemos alguna duda y no entendemos qué pasa en la sociedad con las cosas nuevas que aparecen, creo que es genial volver al pasado. Entonces, bueno, empiezas a entender cosas como lo de la zarabanda o el reguetón, que, al final, son los mismos fenómenos que pasan en diferentes épocas. Y sí que pienso que, aunque tengo formación clásica y adoro la música clásica y mi pensamiento es en orquesta, sí que pienso que la calidad no siempre va asociada al tiempo que inviertas en la composición o a lo complejo que sea. No creo que mi música sea mejor porque esté escrita para orquesta sinfónica que lo que puede hacer Rosalía o lo que pueda hacer otro artista que haga música urbana, porque me parece demasiado clasista y sería como tirar por la borda lo que he leído sobre el pasado. Entonces, eso. Somos muy cíclicos y creo que la calidad musical está en la capacidad de emocionar. Si tú, con dos ‘beats’, eres capaz de generar una emoción en alguien y quiere volver a escucharlo, la calidad de la música es buena. Entonces, la música es de las pocas cosas que nos quedan democráticas y la calidad está en la emoción.
Hasta ahora, y creo que es una de las partes centrales de esta filosofía de entender el cerebro como un continuo, en neurocirugía siempre se ha hablado del hemisferio izquierdo. Está muy involucrado en el lenguaje, aunque el derecho también, pero digamos que cuando hay accidentes cerebrovasculares, son muy llamativos los ictus del hemisferio izquierdo y se ha considerado el hemisferio dominante. Entonces, como que se ha olvidado el hemisferio derecho. Ha sido muy poco frecuente hacer cirugía despierta del hemisferio derecho cuando hay un tumor, porque los déficits, las secuelas posteriores no son tan obvias, salvo que en tu equipo de neuropsicología le pasen una serie de tests y veas cómo se ha alterado el proceso de la empatía, cómo se ha alterado el procesamiento semántico del lenguaje y demás. Entonces, esta filosofía que comienza el profesor Duffau del conectoma cerebral y de que, al final, nuestro cerebro es bilateral, se compensa un lado con el otro y todas las funciones dependen de los dos lados va muy en relación con lo que hacemos. Entonces, en un principio fue como muy disruptivo: «¿Por qué cirugía despierta en el paciente si tiene un tumor en el hemisferio derecho?». Y, entonces, hemos ido demostrando que, tanto en el hemisferio derecho como en el izquierdo, hay contenido emocional y son las críticas, sobre todo, de la empatía, de lo que es el nivel perceptivo, que es ver la emoción en la otra persona. Tanto es así que recuerdo varios casos de tumores en el hemisferio izquierdo donde se ve muy claramente que hay redes eléctricas que se encargan de la regulación emocional, por ejemplo.
Entonces, hay una carretera profunda del cerebro que digamos que va desde la parte… Cruza el cerebro desde atrás hasta adelante, literalmente, y lleva mucho del procesamiento semántico del lenguaje, el significado de las cosas, pero también cosas como el reconocimiento emocional o incluso la percepción de uno mismo. Entonces, recuerdo algunos casos en los que, al estimular esta carretera profunda, de pronto se desincronizan las redes de la regulación emocional y el paciente tiene una crisis de llanto o una crisis de risa que dura cuatro segundos, porque has interrumpido la red de la regulación emocional. Ese es un punto en el que entendemos que tenemos que parar la cirugía. Y pasa tanto en el hemisferio izquierdo como en el derecho. Entonces, ¿por qué solo asociar las cosas a una parte del cerebro si todo funciona como un continuo? Y mismamente teniendo este tipo de experiencias, hay muchas veces en las que al paciente le preguntas: «¿Te has dado cuenta de lo que ha pasado?». Y te dicen que no. Es decir, que no solo interrumpiste la regulación emocional, sino el ‘self-awareness’ o la percepción de uno mismo, que es crucial para absolutamente todas las actividades. Entonces, como que es importante para nosotros haber entendido que da igual donde esté el tumor, siempre va a haber una carretera profunda que conservar y siempre va a haber un abordaje a la carta que hacer para intentar, porque no siempre se puede, preservar la calidad de vida. La pregunta es cómo hacer esto si el paciente está dormido. O sea, si el paciente está dormido, no sabes lo que estás causando. Entonces, nosotros decimos, obviamente es nuestra filosofía, que hacer una cirugía con el paciente dormido es como entrar en una casa con la luz apagada.
Entonces, tú te vas tropezando con las cosas, con un mueble, con el otro, escuchas que se ha caído algo al suelo… y, cuando enciendes la luz, te encuentras la casa como «Bueno, pues esto es lo que hay». Nos parece, y yo creo que se ha demostrado lo suficiente en la literatura, que cuando haces la cirugía con el paciente despierto, aunque tienes la dificultad de entender qué es lo que está pasando, porque tú no ves las redes saltar de un lado a otro, tú ves una masa inmóvil que es el cerebro, tienes la oportunidad de encender la luz e ir identificando las cosas y pasar sin hacer desastres.
Y, por otra parte, al menos dentro de la neurocirugía, en estos aspectos emocionales y cognitivos, yo creo que también en parte la universidad creo que no va al ritmo al que va la neurociencia, que va a una velocidad vertiginosa. Y creo que, en parte, se nos enseña como una visión muy antigua del cerebro. Entonces, como que se nos intenta… O sea, hay clases a día de hoy en la universidad en las que se sigue asociando una parte del cerebro a una función, como si fueran jaulas de pájaros encerrados y cada jaula hace una cosa, cuando sabemos que con la visión de la neurociencia de redes y neurociencia computacional, o sea, todos esos pájaros… De pronto abres las jaulas y el cerebro es como una masa gigante de pájaros en la unos están volando, están en pleno vuelo, y otros están reposando en el nido, y el cerebro está en un estado que va más allá del orden y el caos. Es un estado al que llamamos «metaestable» o «estado crítico», en el que todo eso, aunque desde fuera parece un caos, está perfectamente organizado, autoorganizado, para poder dirigir nuestro comportamiento a cada estímulo del exterior. Entonces, necesitamos una visión más global y continua del cerebro para entender por qué es importante la emoción.
De hecho, todo el tiempo. Se tiene, muchas veces, el concepto de que la neuroplasticidad es a largo plazo, pero yo creo que se debe entender tanto a corto plazo como a largo plazo. Es decir, para yo ahora mismo estar hablando contigo y tener un comportamiento dirigido de que sé que estoy en un sitio donde nos graban y que estamos teniendo una conversación, mi cerebro necesita adaptarse a eso y actuar de acuerdo con eso. Eso es imposible sin la plasticidad. O sea, que varias redes neurales se activen y se desactiven como si fueran bombillas a lo largo del mundo que se apagan y se encienden es imposible sin la plasticidad. O sea, las redes se van remodelando segundo por segundo y eso, al final, a largo plazo, obviamente, hace que el cerebro cambie literalmente. Pero la plasticidad se da segundo por segundo.
Entonces, como que he aprendido a convivir conmigo mismo, entendiendo que no es que tenga un trabajo u otro, sino que yo me siento… En realidad, me siento el mismo ser humano que cuando tenía cinco años y quería estudiar el cerebro y hacer música al mismo tiempo. Entonces, creo que es cierto que no se apoya tanto, incluso a veces en la familia. Todo el mundo quiere que estudies una carrera y como que la parte musical se ve como si no hubiera que estudiar, muchas veces, como que la parte creativa nace y ya está, y no. La creatividad hay que trabajarla y a la inspiración hay que modularla y darle forma. Es como una escultura en bruto que tienes que ir tallando poco a poco. Entonces, creo que al final somos lo que somos más allá del trabajo que desempeñamos. Y creo que, en mi caso, he intentado en todo momento hacer lo que siento y, realmente, no siento que tenga ninguno de los dos trabajos. Soy eso, las dos cosas.
También es cierto que el término ‘alma’ lo dejaría para la metafísica y la filosofía por el simple hecho de que, si yo no preservo las funciones emocionales de un paciente, ¿no estaría cambiándole el alma? Entiendo que sí, ¿no? Porque es cómo se comporta, cómo vive las emociones de los demás y cómo es. Y para la definición de ‘conciencia’, hay muchas definiciones y creo que ninguno de nosotros está acertado. Fíjate en lo difícil que es definir la conciencia que tenemos como un tope al que no podemos acceder. Es decir, ¿hasta qué punto el fondo que tenemos detrás, que es azul, tú lo estás viviendo de la misma forma que yo? Es decir, ¿cómo podríamos hacer una transferencia de tu experiencia subjetiva del color azul para yo saber que estamos viendo lo mismo? No podemos, porque incluso aunque midamos con una longitud de onda el color, la experiencia subjetiva es única. La conciencia es por definición no transferible y se vive en primera persona. Entonces, hay cosas de la conciencia humana que nos hacen llegar a lo que se ha conocido en neurociencia como el problema difícil de la conciencia o el ‘gap’ mente-cerebro. Entonces, más que darte una definición concreta de la conciencia, prefiero lanzar varias ideas y, más allá de tener la definición exacta, somos muchos los neurocientíficos que vamos en camino a intentar descubrir ese misterio de cómo una masa como es el cerebro, en tres dimensiones, es capaz de generar las experiencias subjetivas.
Entonces, me parece difícil, dándole a un soporte de inteligencia artificial una serie de datos, cómo hacer que esos datos sean tan flexibles como la conciencia humana para generar los comportamientos que tenemos como seres humanos. Entonces, me parece un poco futurista, en el punto en el que está la inteligencia artificial, pensar que va a adquirir experiencia subjetiva. Porque piensa: si hablaras con el ChatGPT y a ti te dijera que es consciente, ¿tú qué pensarías?
Porque al final yo estoy en un estado en el que no siempre puedo decir lo que siento, porque al final tengo mucha responsabilidad y llevo un equipo por diferentes partes del mundo. Eso, al final, agota emocionalmente y tú necesitas tu refugio. Obviamente, en la música lo encuentro. Hay algunos viajes en los que, no sé, no puedo dormir, pero me refugio en crear simplemente. Pero creo que la reflexión principal es entender que no siempre las cosas van a salir bien y que incluso de eso se puede disfrutar y aprender del camino.