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¿No te gustan los insectos? Tu supervivencia depende de ellos

José Carlos Otero

¿No te gustan los insectos? Tu supervivencia depende de ellos

José Carlos Otero

Biólogo y entomólogo


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José Carlos Otero

Creció rodeado de naturaleza en una pequeña aldea gallega. De niño se fascinaba con la luz de las luciérnagas, los regueros de hormigas y el aleteo de las mariposas. Su vocación por la biología siempre estuvo clara, pero en la universidad descubrió su verdadera pasión: los insectos. “Esos bichos a los que siempre estamos persiguiendo”, bromea el entomólogo José Carlos Otero. Su obra ‘La vida secreta de los insectos’, publicada en 2018, explora e indaga en el fascinante mundo de estos pequeños seres, tan necesarios para la conservación, el equilibrio natural y el cuidado del medio ambiente. “Mucha gente se alegraría si desapareciesen los insectos, pero debemos pararnos a pensar en el papel fundamental que cumplen en los ecosistemas”. José Carlos Otero nos invita a conocer y descubrir la importancia de una mariquita, una araña o un mosquito: “Debemos entenderlos y protegerlos, porque nuestra supervivencia depende de ellos, aunque a veces nos cueste entenderlo”, concluye.

José Carlos Otero es entomólogo y doctor en Biología por la Universidad de Santiago de Compostela, donde actualmente ejerce como profesor. Desarrolla su actividad docente e investigadora en el Departamento de Zoología de la Facultad de Biología, de la que fue decano en los años 90. Ha publicado varios libros y numerosos artículos científicos sobre las familias de coleópteros, taxonomía de insectos, biodiversidad y zoogeografía. También ha participado en diversas expediciones científicas a África y el Himalaya. En 2018 publicó su obra ‘La vida secreta de los insectos’ (Plataforma Editorial).


Transcripción

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José Carlos Otero. Hola a todos y a todas. Soy José Carlos Otero. Soy en la actualidad profesor investigador ‘ad honorem’ por la Universidad de Santiago de Compostela. Soy biólogo, soy entomólogo y en esta universidad he dedicado toda mi vida docente e investigadora. Y entonces me apetece contarles cómo nació esa vocación investigadora hacia los insectos. Mi madre era maestra en una pequeña aldea de la provincia de Orense. En aquel entonces, como podrán imaginar, no había ni televisión ni, desde luego, maquinitas para jugar a la ‘play’. Por lo tanto, todo el divertimento fuera de las horas de clase estaba en el campo, estaba en la naturaleza. Y ahí vienen mis primeras experiencias, en algún caso frustrantes, de la entomología. Aprendí que no era una cosa buena tocarles el culito a las abejas, me maravillé con las luciérnagas y me frustré porque no era capaz de ver dónde tenían el farolito las luciérnagas. También me maravillé con el canto de los grillos, pero no entendía cómo era posible que cantasen con la boca cerrada. Por lo tanto, aquello me marcó un poco, de tal manera que cuando tuve que elegir una licenciatura para hacer, estaba claro: quise hacer Biología. En el segundo año ya fui monitor de prácticas y aquello me gustó. Me gustó mucho. De manera que hablé con el catedrático y me dijo que… En fin, que observase lo que hacían mis compañeros que estaban en el departamento y que luego eligiese.

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Aquel departamento tenía una biblioteca pequeñita, muy pequeñita, pero había unos libros que me fascinaron desde el primer día, que eran las memorias entomológicas de Fabre, memorias y libros a los que luego hice referencia en algunos de los libros que escribí. A los pocos días, y en cuanto terminé de leer los libros, hablé con el catedrático y le dije que quería dedicarme a estudiar todos los coleópteros y las mariposas de la Península Ibérica. Claro, levantó la vista, me miró y quedó asombrado. Yo más tarde interpreté aquellas miradas como: “¡Vaya pedazo de ignorante este chaval, vaya pedazo de ignorante!”. En todo caso, continué con el asunto del estudio de los de los coleópteros. En la actualidad conocemos un millón de especies de insectos y solamente del diez por cierto de ellas conocemos el nombre y apellido. Del resto, la función que cumplen en la naturaleza la desconocemos. Forman parte de todos nuestros ecosistemas, de los ecosistemas que nos proporcionan una serie de beneficios absolutamente gratis y, a pesar de ello, los perseguimos desde tiempos inmemoriales hasta aniquilarlos. Desde luego, sin ellos es muy posible que la vida, tal como la conocemos, no fuera así. Y es muy posible que ni siquiera la existencia de la especie humana pudiera subsistir en ausencia de tales insectos, de tales bichos. Y esa es la razón por la que hoy tengo el honor de estar aquí con todos ustedes y de tratar de picarles la curiosidad por estos bichos.

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Carlos. He oído muchas veces que los insectos son muy importantes para nuestra vida. ¿Cómo sería el mundo sin ellos? Y otra cosa: ¿cuál es la situación actual de los insectos? Gracias.

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José Carlos Otero. Imaginaos que mañana, cuando consultéis vuestras ‘tablets’, cuando consultéis los periódicos, la prensa escrita o los telediarios, de repente hay una noticia: han desaparecido todos los insectos del mundo. Bueno, pues con una cierta seguridad, habría personas que se alegrarían del asunto. “Bueno, por fin nos hemos quitado esa pesadilla de encima”. También os podéis imaginar que los empresarios, grandes empresarios de empresas químicas, se echarían las manos a la cabeza. Podemos imaginarnos, igualmente, a empresarios de moda que hacen, en fin, algunos de los vestidos que tenemos y que hacen algunas de las prendas con seda, por ejemplo. “Bueno, ¿y ahora qué podemos hacer?”. También habría personas que se echarían las manos a la cabeza. “Ha desaparecido la mitad de la vida sobre la Tierra. Ha desaparecido la mitad de la vida sobre la Tierra”. Y, entre ellos, naturalmente y con toda seguridad, los agricultores. Y, entonces, en esta situación, ¿qué pasaría a los pocos días o a los pocos meses? Por ejemplo, los ríos, nuestros ríos, estarían llenos de peces muertos. Es decir, a los peces les falta la alimentación, que son todos los insectos que viven en nuestros ríos. Les falta la alimentación. Por lo tanto, los peces fenecerían. De igual manera, un buen número de aves, de anfibios, de reptiles, cuya alimentación se basa en los insectos. No hay insectos. No pueden alimentarse. Nuestras tierras, nuestros campos, se convertirían en un basurero.

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Las heces de todos los mamíferos terminarían cubriendo todos los prados, con lo cual ahogarían a las hierbas y a los vegetales allí existentes, y no habría quien se ocupase de enterrar todas las heces. De igual manera, pues nuestros bosques se llenarían de árboles, de hojas, sin que nadie empezase el proceso de descomposición y de destrucción de esa madera muerta y, sobre todo, habría un hecho importante: se acabó la polinización, no hay polinización, no hay insectos. Nuestras colmenas permanecerían vacías y, por lo tanto, todos nuestros campos… El proceso de polinización se habría acabado. Bueno, eso sería el mundo que nos esperase al cabo de unos pocos meses o unos pocos años. No quiero asustarnos demasiado, pero no estamos muy lejos de semejante situación. Estamos en la actualidad perdiendo tres especies por día, es decir, unas veinte mil especies al año. Supongo que alguna vez habéis viajado en avión y os habéis sentado en la ventanilla que da al ala. Imaginaos que en un momentito del vuelo… Bueno, ya sabéis que el ala está recubierta por una multitud de remaches, ¿no? Pues de repente salta un remache. De repente, o al cabo de otro ratito, salta otro remache. Cada uno de esos remaches serían las especies que estamos perdiendo. Serían las especies que estamos perdiendo.

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Es decir, que llegaría un momento en que posiblemente se saltase el remache paraguas y entonces el ala se bloquearía y se terminaría produciendo un grave accidente. Nos pasa igual en la naturaleza. Estamos perdiendo especies cada día. Estamos ante lo que muchos autores llaman “la sexta extinción masiva”, que estamos ahora mismo sufriendo. Bueno, quiero recordaros, en primer lugar, que una cuestión clave en el asunto de la conservación y la preservación de las especies es el hábitat. Es aquel lugar donde viven todas las especies. Se ha cambiado un poco el paradigma. Hace años decían que hay conservar la mariposa esta que pueden ver en la pantalla, pero, si no conservamos el lugar donde viven esas mariposas, es una estupidez y una inutilidad conservar una mariposa sin más. El hábitat es el lugar en donde viven los animales y por lo tanto eso es exactamente lo que debemos conservar. Bueno, ¿qué es lo que pasaría sin los insectos? Como os decía antes, conocemos solamente un millón de especies a las que les hemos puesto nombre y apellido. De ese millón, solamente del diez por ciento conocemos el funcionamiento que tienen en los ecosistemas y el resto lo desconocemos totalmente y posiblemente nos falten más de treinta millones de especies por conocer y no sabemos la función que tienen en los ecosistemas en los que los vamos a necesitar. Y eso es una cuestión grave, pero encima con cada una de esas especies desaparecerían otras que están asociadas a ellas.

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Si os imagináis o pensáis, por ejemplo, en un pájaro, en un ave cualquiera, la especie que sea, si esa desaparece, desaparecen consigo todas las especies que lleva asociadas, todos los ectoparásitos, por ejemplo, o todos los endoparásitos. Por lo tanto, sería un asunto absolutamente catastrófico, o es absolutamente catastrófico, el tema de que estemos perdiendo ese volumen y esa cantidad de especies de insectos. Os ruego que hagáis un poco de memoria sobre lo que habéis desayunado o comido hoy. Estoy absolutamente seguro de que aproximadamente o cerca del treinta por ciento de los alimentos proceden de la polinización de una forma directa o de una forma indirecta. Es decir, la polinización, los servicios ecosistémicos que nos proporcionan los animales, los insectos, de una forma gratis… Vivimos a cuenta de ellos. Muy poquitas personas saben cómo funciona cualquier aparato eléctrico más o menos complejo que tenemos en nuestra casa. Pues de igual manera las personas no sabemos la procedencia de una buena cantidad de alimentos. Creemos que vienen de la tienda o que los conseguimos en la tienda y ya está. Pero la mayor parte, el ochenta y cuatro por cierto de las especies de los alimentos que tenemos es gracias a la polinización y los causantes de la polinización están sufriendo un proceso de desaparición. Aproximadamente el treinta por ciento de las especies de abejas están desapareciendo y se ha llamado la atención sobre ello. Y lo mismo de abejorros. En la Unión Europea eso ya empieza a ser un auténtico problema y algunos agricultores se están alquilando colonias de abejas o de abejorros para producir la polinización.

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Una colonia de abejas, por ejemplo, puede polinizar tres millones de plantas. Veinte personas, un pequeño huerto de manzanos solo. En un día. Por lo tanto, todos debemos estar preocupados porque nos va un poco la supervivencia en semejante asunto. Y quisiera a este respecto decirles algo: la especie humana somos un bichito más. Somos un bichito más. No somos algo especial a lo que, por una casualidad, hayan colocado aquí y domine todo lo que ocurre en la Tierra. No, somos un bicho más. Por lo tanto, si un bicho más causa una perturbación, esa perturbación dejará de actuar en el momento en que la especie humana desaparezca. Por lo tanto, yo creo que sería conveniente que nos pensásemos el tema.

¿No te gustan los insectos? Tu supervivencia depende de ellos. José Carlos Otero, biólogo y entomólogo
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Javier. José Carlos, dentro de esta interesantísima charla que nos estás dando, me gustaría hacerte una pregunta: ¿cómo eran los insectos hace millones de años? ¿Qué apariencia tenían y se parecen a los de la actualidad?

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José Carlos Otero. Primero debo decirles una cosa: si los insectos en la actualidad fuesen como eran entonces, yo no sería entomólogo. Así como ahora en mi colección tengo centenares de miles de insectos y tal, ¿dónde podría meter centenares de miles de bichos con este tamaño? Los insectos más primitivos, y tal como ya los conocemos, eran como el que tienen más o menos a mi espalda, que es una libélula que debía de medir como medio metro de longitud y unos setenta y cinco centímetros de envergadura. Es decir, que podría ser del tamaño de una de las gaviotas actuales que hoy he visto aquí sobre Madrid. Estas alas no se plegaban sobre el abdomen, como pueden ver en algunos grupos de insectos. ¿Para qué las utilizaban? Para tirarse desde los árboles, por ejemplo, como un paracaidas, y eso lo utilizaban o bien para capturar presas, algunas presas, o también para escapar de depredadores. Estos animales se conocían desde hace unos ciento ochenta y cinco a ciento veinte millones de años. Pero luego pasaron sesenta millones de años en los que no existe absolutamente ningún registro. Es lo que se llama “la brecha de los hexápodos”. Prácticamente no existe registro fósil de los insectos. Hay tres fenómenos absolutamente importantes que se han producido en este tiempo. Uno ha sido la aparición de las alas, que ha sido en el Carbonífero. Otro ha sido en el que pasan por un proceso de transformación los animales: por huevo, larva y adulto y tal. Y otro proceso es el proceso de polinización. Han sido tres inventos evolutivos absolutamente extraordinarios en la vida de los insectos.

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Pero lo de las alas es algo absolutamente extraordinario, porque para que las alas se puedan mover tienen un sistema muscular cuyos músculos pueden… Los insectos actuales, me refiero. Pueden tener el calibre de un cabello. Son pequeños y tienen músculos directos que van de arriba a abajo del tórax y músculos indirectos que van directamente a las alas. Y con eso hacen este movimiento. Lo curioso de estos bichos es que el movimiento que hacen no tiene nada que ver con el que hacen las aves. Es absolutamente distinto. Incluso la forma en que atacan en sus movimientos de volar en el viento. Hacen una especie de ocho para poder volar. El batido de las alas es también muy superior al que hacen las aves. Miren, les voy a hacer una pequeña prueba, si me lo permiten. Si ustedes ponen los brazos así en cruz y hacen este movimiento, ¿cuántos batidos pueden hacer por segundo haciéndolo de una forma seria y rápida? Bueno, si llegan a veinte, ya serían unos auténticos ‘cracks’. Una auténtica maravilla. Bueno, los insectos lo hacen mil veces por segundo. El gasto energético de estos animales al volar es extraordinario. Absolutamente extraordinario. Pero les vale la pena. Vale la pena. Energéticamente es muy caro, pero los beneficios que obtienen son algo absolutamente extraordinario. Por lo tanto, fue un avance evolutivo para los insectos muy importante. De hecho, la mayor parte de los seiscientos que viven en la actualidad son pterigotas, tienen alas.

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Por lo tanto, algo debe de tener el volar para que eso les suponga una cuestión importante en su desarrollo. Bueno, otro evento que ocurrió allá por el Pérmico ha sido la metamorfosis. La metamorfosis es la historia de una vida contada en cuatro actos si lo quieren ver así. Huevo, larva, pupa y adulto. Aquellos animales que han sufrido este proceso de metamorfosis son los que más han evolucionado. Es decir, durante el proceso de metamorfosis el animal se queda quieto hasta transformarse en adulto. Es decir, pueden pasar una parte de su vida ahí encogiditos, recogiditos, hasta que vienen las condiciones buenas para poder desarrollarse. Pero lo bueno del asunto es que, durante los estadios de larva, naturalmente, ocupan una grandísima cantidad de hábitats. Es decir, eso les ha ayudado extraordinariamente en todo el proceso de colonización y de diversificación. De manera que uno puede encontrar larvas de insectos, pues en cualquier sitio. En nuestros árboles frutales podemos ver larvas de mariposa, por ejemplo, y lo único que están haciendo es engordar a lo bestia, ponerse macizas para luego tener un adulto espléndido. Pero importante: el nacimiento de esa larva debe coincidir con el desarrollo de la planta. Si no, mal asunto. Esa es una de las cuestiones que nos produce el cambio climático: que cuando la larva nace, pues aún no lo ha hecho el árbol o la planta, o viceversa.

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La planta ha nacido antes y el bicho, después. No existe una coincidencia en el desarrollo de ambos para que puedan desarrollarse ambos. Y entonces ese es un problema. Y el otro hecho evolutivo, que ha tenido una importancia absolutamente extraordinaria, ha sido el proceso de polinización. Antes de la polinización habría aproximadamente unas mil plantas, mil gimnospermas. Es decir, plantas sin flores. ¿Qué quiere decir ello? Que se producía el proceso de polinización por el viento. Cuando se produce el proceso de polinización, que implica una mayor diversificación… Es decir, la polinización, la forma de polinización, ha cambiado. Imaginen que el tatarabuelo, el tatarabuelo, el tatarabuelo del magnolio y de las abejas, pues se han inventado las alas y las flores. Y desde entonces lo que ha sucedido es el proceso más hermoso de relación entre plantas y flores. Es lo que yo he llamado “historias de amor y de flores”. El proceso de polinización es algo tan absolutamente extraordinario porque ¿cómo se puede entender que dos árboles, dos plantas, se reproduzcan si no pueden moverse? La polinización lo ha hecho posible. ¿Pero cómo lo ha hecho posible? Lo ha hecho posible porque las plantas crearon las flores más hermosas, los néctares más extraordinarios, con el único objeto de atraer a los insectos. Llegan los insectos, que también han evolucionado creando aparatos bucales absolutamente extraordinarios y adecuados a ese tipo de planta…

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Y entonces los atraen y las plantas los cargan de polen y les dicen: “Hala, de paseo. Y os lleváis el polen a otras plantas”. Es decir, que se ha producido un proceso de coevolución. También lo han hecho algunos pájaros, algunas aves. Por ejemplo, los colibrís. Si han tenido la ocasión de ver alguno… Pues es algo absolutamente extraordinario. Pues insectos y colibrís han hecho algo tan extraordinario como es todo el proceso de polinización. Esos son los tres eventos más importantes que se han producido: el invento de las alas, la metamorfosis y la polinización.

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María Teresa. Hola, José Carlos.

21:37
José Carlos Otero. Hola.

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María Teresa. Yo quería saber a lo largo de la historia qué papel han tenido los insectos en la mitología o, por ejemplo, en la literatura, la pintura, la música e incluso en el cine.

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José Carlos Otero. La historia del hombre está marcada… O la historia de esa mitología y de esas creencias está marcada desde el principio de la aparición del hombre. Y si os fijáis, naturalmente, en las diferentes cuevas, en las representaciones existen vertebrados. Los dibujaron. Es decir, les preocupaba la presencia de esos animales. De igual manera les preocupó la presencia de los insectos. Estaban absolutamente por todas partes. Esas manifestaciones que fueron transmitidas de una forma oral han ido cambiando con el tiempo y han sido llevadas a nuestra literatura, a nuestras manifestaciones artísticas, como podéis ver en la pantalla que está detrás de mí. A la música, al cine. A todos. La mayor parte de las manifestaciones que hemos ido recogiendo mitológicas tienen que ver en muchos casos con el amor y con la muerte. Las libélulas fueron en algún tiempo, y sobre todo en Centroeuropa, fueron consideradas como un elemento en la literatura erótica y en el amor. Hasta que algún decreto en el año setecientos cincuenta, me parece recordar, naturalmente de la Iglesia Católica, los asoció al paganismo. Por lo tanto, dejaron ya de ser consideradas de tal manera. La libélula está igualmente en algunas civilizaciones asociada al mal.

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La mantis religiosa también es un animal que ha pasado por todos los estados: desprecio, admiración, respeto… En España no estaba muy bien vista, aunque es un animal absolutamente beneficioso porque se alimenta de algunos otros animales. Las abejas siempre fueron bien consideradas e incluso figuran en algunas de las representaciones de algunas cuevas de nuestro Mediterráneo. En alguna civilización se les consideraba como seres puros que no tenían sangre e incluso que no tenían sexo. Y en las tradiciones… En la mitología gallega se habla de que un enjambre de abejas son las almas de los muertos, ¿no? Y en las tradiciones vascas las abejas eran algo extraordinariamente importante, porque en todas las casas se las invitaba. Eran como un miembro más de la familia. Por lo tanto, se les advertía de que iba a haber una boda, de que iba a haber un bautizo, y había una especie de interlocutor con las abejas y formaban parte importante de su tradición. Las luciérnagas formaban parte de la mitología de algún pueblo oriental, de tal manera que eran… El día de San Valentín en China el símbolo es la luciérnaga. ¿Y qué otros animales? Por ejemplo, lo que han visto en algunas ocasiones, que son las manifestaciones artísticas de Egipto, en el sentido de que se puede ver un escarabajo verde. Ese escarabajo verde tiene el cuerpo de un hombre y la cabeza de un escarabajo. Ese escarabajo verde tallado en piedra se solía colocar cuando…

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A los difuntos se les colocaba encima del corazón para que el corazón no testificaste contra él en el proceso de momificación. Y otra especie son las mariposas monarcas, que están asociadas a los muertos. De manera que en sus procesos migratorios desde Estados Unidos hasta Centroamérica coincidía la llegada con el Día de Muertos, ¿no? Es decir, alrededor de los insectos existen muchas tradiciones, mucha mitología, que naturalmente es muy diferente dependiendo de la zona geográfica de la que se trate. ¿Y qué les podría decir más? Por ejemplo, ¿quién no ha oído ‘La cucaracha’? Que fue uno de los símbolos importantes de la Revolución Mexicana. Y en la pintura, el barco de las mariposas que antes veíamos hace un ratito, que era de Vladimir Kush. Pero Dalí también ha hecho algunas obras pictóricas con mariposas. Y también en la literatura. En la literatura, ‘La metamorfosis’ de Kafka, que seguramente es uno de los libros más conocidos y que se refiere al asunto de los insectos. Pero hay poetas que han llenado sus poesías de referencias a diferentes insectos. Por lo tanto, tanto en la literatura como en la pintura como en la música, pues naturalmente existe una gran cantidad de manifestaciones que tienen que ver con los insectos, pero a pesar de ello les hacemos la… Vamos a por ellos sin compasión.

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Almudena. Hola, José Carlos. Ha mencionado hace un momento el libro de ‘La metamorfosis’ de Kafka. Si pudiera ser usted un insecto como en el libro, ¿cuál elegiría y por qué?

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José Carlos Otero. Bueno, es una pregunta un poco complicada, porque todos los insectos presentan una serie de cualidades absolutamente extraordinarias. Entonces tengo dudas y, si os fijáis en la pantalla, lo que podéis observar es una cigarra. ¿Pero a quién de todos nosotros no les hubiese gustado ser en algún momento un gran tenor o un cantante de moda? O tener un grupo de amigos que canten con igual intensidad que uno lo hace. Y así son las cigarras. ¿Quién no ha oído en noches de verano, en atardeceres de verano, el canto de las cigarras? Es que se vuelven auténticamente locas porque compiten unas con otras hasta conseguir los cantos más afinados y más extraordinarios. Y todo ello lo hacen con unos timbales, con unas estructuras a modo de tambor, unas membranas que tienen en los costados del abdomen. El que lo haga muchísimo mejor… El que sea el verdadero tenor es el que se va a llevar el gato al agua o, si me lo permiten, es el que va a tener esa capacidad de reproducirse. Y no existen tantas oportunidades de reproducirse en la naturaleza. Seguramente hay una única oportunidad y por lo tanto ahí tienen que espabilar. Y quiero presentarles también a una mariposa que se llama ‘graellsia isabellae’, y es esta mariposa que pueden ustedes ver en la pantalla. No es una especie tropical. Es una especie de nuestra península.

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Es una especie que vive en la zona próxima a los Pirineos, en Huesca, y es la más bella de Europa, si me lo permiten. La más bella de Europa. Y tan bella y tan hermosa es que esta especie fue dedicada a Isabel II. Se llama ‘graellsia isabellae’ y es una auténtica belleza. ¿A quién no le gustaría ser un bellezón de esta naturaleza? ¿A quién no le gustaría? Miren, en el noroeste de la Península Ibérica vive una especie absolutamente extraordinaria. Es esta especie que ustedes pueden ver en pantalla. Les presento al ‘carabus galicianus’. Es una especie endémica del noroeste de la Península Ibérica. Entiéndase por noroesteno no solo Galicia, ¿eh? También el norte de Portugal. Los bichos no entienden mucho de estas historias de los humanos en que dividimos por provincias o por regiones y cosas por el estilo. No, no entienden de eso. Hasta el Duero se puede extender, incluso parte de Asturias. Es un coleóptero. Es un coleóptero grandote. Debe de medir unos tres centímetros de longitud y, como pueden ver, es una especie absolutamente extraordinaria. Todo negro, con unas costillas en el dorso y con unas patas rojas. Pero antes, permítanme que les cuente una cosa de los coleópteros. Igual que las cucarachas, han hecho algo muy bien a lo largo de toda su vida. Aparecieron en la época en la que aparecieron las flores. Y también, igual que las cucarachas, su forma no ha cambiado, se ha mantenido siempre constante. Es cierto: han reducido su tamaño, de igual manera y por las mismas razones que les expliqué anteriormente.

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Pero han resistido las glaciaciones, han resistido todas las radiaciones que hubo en la superficie de la Tierra, han resistido, entre otras, todas las glaciaciones del Pleistoceno, que también han sucedido y que han hecho desaparecer un montón de fauna. Bueno, pues este coleóptero que les muestro suele vivir en los bosques de ribera, en los bosques de ribera, en los bosques que existen al lado de los ríos. Y, si me lo permiten, yo a este bicho, y así lo escribí, lo llamo o lo califico como intrépido y exquisito. Y les voy a explicar por qué. Intrépido porque vive en las orillas de los ríos. Es una especie absolutamente terrestre. Por lo tanto, su capacidad para meterse en el agua es nula y, sin embargo, lo hace. Se mete en el agua y es capaz de capturar los pequeños moluscos que allí viven debajo de las piedras. No tiene características para vivir en medios acuáticos, pero, sin embargo, se mete. Y exquisito porque esos alimentos que allí captura le deben de dar un plus en su tipo de alimentación y ahí es donde vive. Y si las condiciones varían porque la especie humana ha hecho alguna de sus tonterías y ha estropeado toda esa zona, desaparece.

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Es una especie absolutamente indicadora de las buenas condiciones del ambiente. Es intrépido, se mete en el agua, y es exquisito porque sabe las cosas o los alimentos que debe tomar. Tiene sus épocas de aparición y sus épocas en que se convierte en esas larvas y en las paredes y en los taludes de los ríos vive y se queda durante los periodos desfavorables, y en época favorable se convierte en esta bestia tan absolutamente extraordinaria. Y estarán de acuerdo conmigo en que es un bellezón. Por lo tanto, ¿uno qué puede decir? Pues una especie bonita, una especie intrépida, una especie exquisita. ¿Pero en qué más se puede uno convertir más que en un ejemplar con estas características tan buenas? Y encima es una especie endémica, es decir, que existe en pocos sitios o en ninguno. Por lo tanto, debemos conservar esos lugares, todos los lugares que presenten unas características ecológicas particulares y que, por lo tanto, sea necesario conservar.

¿No te gustan los insectos? Tu supervivencia depende de ellos. José Carlos Otero, biólogo y entomólogo
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Carmen. Buenas, yo tengo una curiosidad, que me está pareciendo superinteresante el tema de los insectos. Mi curiosidad es si se comunican entre ellos o entre distintas especies.

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José Carlos Otero. Sí, es una pregunta interesante. Todos los seres vivos nos comunicamos, todos. Absolutamente todos. Incluso las plantas tienen un lenguaje entre ellas. La base de la comunicación es lo siguiente: un emisor dice una cosa y el receptor la transforma y la responde. En el caso de la especie humana, es un aprendizaje. En el caso de los insectos es algo innato. Y entonces los insectos lo que tienen que hacer es hacer algún tipo de manifestación física para que pueda ser interpretado por un receptor. Por ejemplo, el tener unos colores muy bonitos. Por ejemplo, como el ciervo volante, tener unas mandíbulas muy desarrolladas o hacer algún tipo de danza, es decir, solamente esas manifestaciones son interpretadas por los insectos. Existe una comunicación. Bueno, los insectos ven con unos ojos compuestos grandes, como han visto en algunas de las pantallas que estaban detrás de mí. ¿Ustedes recuerdan las fotografías antiguas de los periódicos, que eran puntitos? Bueno, así ve un insecto. Por cada una de esas partes del ojo, por cada uno de esos omatidios, ve puntitos y todo el conjunto, naturalmente, ve toda la superficie. Son unos ojos absolutamente extraordinarios.

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Oyen con esos tímpanos a los que antes hice referencia, en el caso de la cigarra. Unas membranas que en cuanto les llega el sonido les vibran y esa sensación va al sistema nervioso central. Transforman… Como hacemos nosotros: nos llegan unas vibraciones y transformamos esas vibraciones y nos van al sistema nervioso central y respondemos a ello. Bueno, pues los insectos, exactamente lo mismo. Por lo tanto, ven, oyen y tienen una serie de elementos que se llaman “sensilias”, que son unos pelos repartidos por todo el cuerpo y fundamentalmente en las antenas. De manera que allí les llegan todas las sensaciones odoríferas y que son capaces de reinterpretar y llevarlas al sistema nervioso central. Por lo tanto, tienen un sistema de relación absolutamente capaz, muy bueno, además, y es que además ha pasado otra cosa importante en estos bichos. Hace aproximadamente unos cien millones de años, aparecieron las hormigas obreras y entonces les faltaban las alas. No podían desplazarse de unos lugares a otros. Estas hormigas se inventaron un sistema de relación química: las feromonas. ¿Qué son estas feromonas? Las feromonas son una combinación de sustancias químicas propias de cada especie y que las especies emiten y que solamente sus ‘partenaires’, los miembros de su propia especie, los pueden interpretar y decir lo que quieren decir con esa señal.

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Quiero recordar que el medio, el suelo, es un sitio con muchas sensaciones de olor. Por lo tanto, esta combinación que ellos hacen de las feromonas tiene que ser muy particular, muy distinta. De tal manera que los perciban sus congéneres y que no sea percibido por sus predadores. Porque si no estamos listos. Y ahí también se produce un hecho evolutivo importante porque si el predador consigue descifrar ese código y saber en dónde están, automáticamente los bichos cambian eso en su sistema de transmisión química. Un pequeño ejemplito a propósito de esto: cuando un montón de abejas… Un montón, no una sola. Cuando un montón ataca a una persona, es porque esa persona hizo algo que le pareciese a las abejas violento. Entonces las abejas dejan allí una marquita de: “Peligro. Este tipo es un tipo peligroso. Vamos a por él”. Y ahí aparecen todas las abejas. Cuando una hormiga, de las exploradoras, encuentra un alimento, va dejando allí un reguero de una de estas feromonas. Cuando el alimento se acaba, deja de emitir esa feromona. Deja de emitirla. Es una comunicación absolutamente extraordinaria. Y, sobre todo y fundamentalmente, los insectos sociales. Pero permítanme que les cuente algo. Ahora aquí podemos llenar esto de los sistemas estos que sueltan montones de olores. Vamos a suponer que es la época de reproducción y colocamos en un lugar o soltamos en algún lugar una mariposa macho y una mariposa hembra. Naturalmente, de la misma especie. Son capaces de percibir las sensaciones de esas feromonas. A pesar de toda esa confusión de olores que exista en el medio ambiente.

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Es un sistema de transmisión absolutamente extraordinario el de la comunicación química. La comunicación entre los individuos de una sociedad. Naturalmente, tienen que tener una comunicación más potente para que esa sociedad, entre otras cosas, funcione como tal. Y ahí la comunicación química es un factor importante.

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Paloma. Hola, José Carlos. Igual que vemos un fenómeno de la naturaleza como la migración de las cigüeñas en diferentes épocas y nos parece precioso, querría saber si lo hacen los insectos, cómo lo hacen y cómo consiguen orientarse.

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José Carlos Otero. Los insectos, como algunos otros animales, para evitar las épocas desfavorables o bien entran endiapausa, hibernan, o bien se trasladan. Las migraciones, como bien saben ustedes, son muy comunes entre las aves, los peces, y es siempre un fenómeno absolutamente extraordinario. La particularidad de la migración de las aves es que las que se van de migración vuelven, es decir, que se conocen el caminito de ida y de vuelta, de ida y de vuelta, y pueden atravesar una multitud de kilómetros, pero se saben el camino. En el caso de los insectos eso no ocurre porque su ciclo de vida no les da para ello. Continuamente se están produciendo… Continuamente, no. En determinadas épocas se están produciendo esas migraciones. Hay un autor inglés que se ocupó de estudiar esas migraciones y los cálculos que estima son de tres billones de especies que migran, que pasan sobre nuestras cabezas aproximadamente a unos cincuenta, ciento sesenta metros de altura. Y las biomasas, el peso de esas migraciones, son absolutamente extraordinarias. Hay una especie de libélula, por ejemplo, que migra desde Asia hasta el norte de África y que migra con volúmenes de tres millones de especies. Es decir, que su biomasa es de cuatro mil toneladas, más o menos, toneladas arriba, tonelada abajo. Una buena parte de los insectos migran de día y algunas especies migran durante la noche. Por ejemplo, los mosquitos, las polillas, migran durante la noche y durante el día, coleópteros, hemípteros, odonatos, etcétera.

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Y lo hacen en función de un reloj interno que dependerá seguramente para las especies diurnas de las características de la luz, de la orientación del sol, etcétera. Pero no se sabe muy bien. Y, desde luego, de la noche, pues no se sabe. Yo creo, por algunas cosas que he leído referentes a otros insectos, por ejemplo, a los que hacen las boñigas, los que hacen de enterradores de estiércol en el suelo… Se orientan por la Vía Láctea. Por lo tanto, es muy posible que durante la noche la orientación sea similar, pero se conoce muy poco y se conoce además muy poco de esas migraciones tan espectaculares que se producen de insectos.

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José Manuel. Hola. Yo quería preguntarte algo sobre un tema que salió antes, la metamorfosis. Yo quisiera que nos explicaras en qué consiste la metamorfosis y por qué es tan especial.

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José Carlos Otero. Sí, vamos a ver. La he visto hace un ratito y es la misma que estoy viendo ahora. Lo que veis es la metamorfosis de una monarca, de esas especies de que yo os hablé en el asunto de los mitos, que migran desde Norteamérica hasta Centroamérica y que llegan en la época de los muertos aproximadamente. Yo a esta especie la he visto en Azores también, es decir, que son capaces de migrar y cruzar el Mediterráneo e incluso tengo alguna cita, y la ha visto un compañero mío, sobre que se ha encontrado en las costas de Galicia. Bueno, ¿y la metamorfosis qué es? La metamorfosis es un proceso de transformación de un huevo hasta la forma adulta. Es decir, que pasa por las fases de huevo, de pupa, de larva o crisálida y luego a adulto. Es bien cierto que este proceso lo pasan algunos otros animales, por ejemplo, los anfibios. En el caso de los anfibios, lo que hacen es una modificación de los órganos internos. En el caso de los insectos, es una transformación total. Es decir, modifican tanto sus órganos internos como sus órganos externos. La oruga de una mariposa tiene un aparato bucal masticador, es decir, se alimenta alimentándose a partir de las hojas. Y, sin embargo, de adulto tienen una espiritrompa con la que, naturalmente, no se alimentan más que de líquidos, si acaso. Hay una modificación de la morfología y también de la fisiología. Tienen alas o no tienen alas. Eso también es una modificación importante. Por lo tanto, lo que se están sufriendo en la metamorfosis es una grandísima cantidad de cambios morfológicos que conducen desde una forma larvaria a un adulto.

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Es decir, es lo que también escribo en los libros, que es la historia de una vida en cuatro actos. Pasa una vida como huevo, pasa una vida como larva y luego, una vida como adulto. Es bien cierto que la duración es variable, es decir, como larva puede vivir varias generaciones y luego como adulto, vivir unas horas o muy poco tiempo. Recuerden ustedes el caso de las efémeras. Por cierto, el baile… Les aconsejo que, si ustedes tienen la oportunidad de estar al lado de un río en noches de verano, vean todo ese baile de las efémeras sobre el agua. Están bailando para hacer la cópula, y una vez que hacen la cópula, se mueren. De tal manera que ese es el proceso de metamorfosis. ¿Y sufren metamorfosis todos los insectos? No, hay algunos que se parecen desde que nacen hasta que son adultos. Por ejemplo, los chinches, esos que también encuentran sobre las plantas, esos de color verde, van aumentando de tamaño y son adultos cuando tienen capacidad reproductora, no antes. Tienen un desarrollo directo y luego, como las mariposas, tienen un desarrollo indirecto, pasan por sus estadios larvarios, hasta llegar a adulto. La mayor parte de los insectos que tienen más éxito son los que tienen un desarrollo indirecto.

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Álvaro. Hola, José Carlos. Yo tenía tres preguntas. Quería saber si es verdad que la luz de las luciérnagas es la más eficaz del mundo. También quería saber cómo lo hacen y si se las podría imitar para conseguir una luz más sostenible y natural.

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José Carlos Otero. Muy bien. Producen un fenómeno que se llama “bioluminiscencia”, que, por otra parte, es algo común, sobre todo en animales marinos y ustedes pueden ver algunos también en épocas de verano, sobre el mar. En las noches brilla, hay brillos. En el caso de las luciérnagas son en los últimos segmentos abdominales de la hembra. Y entonces hay unas capas en el séptimo y octavo segmento, de tal manera que uno crea la luz y otro la refleja. Y hay ácido úrico, que actúa como un reflector. Lo que hay es una combinación, un proceso químico, de oxígeno y luciferina y origina la oxiluciferasa, y crea esas luces. Pero además del sistema físico y fisiológico de mostrar estas luces, sería algo así como, con toda seguridad, ven ustedes que a lo largo de la costa y en determinados puntos hay faros. Emiten destellos para los barcos. No es el mismo destello siempre. Cada faro tiene unas características de destello y puede ser como el que existe donde yo vivo. Uno largo y tres cortos, con unas pausas determinadas. Pues con las luciérnagas pasa exactamente lo mismo en épocas determinadas de verano, primavera, que las condiciones de temperatura y de luminosidad son buenas, etcétera, las hembras se suben a unas hierbas y empiezan a emitir sus propios destellos, que los machos interpretan de tal manera que cuando la hembra emite sus destellos, los machos van y se produce la reproducción. El destello emitido por la hembra, naturalmente tiene que ser correspondido por el macho.

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Es siempre interpretado por el macho y entonces aterriza y se puede producir la cópula. Claro, hay algunas hembras que son un poco sinvergüenzas, que en algunas épocas, pues en algunos momentos emiten algún destello raro y puede inducir al personaje, que aterriza y se lo zampa, y se lo come. Sin ninguna contemplación, además. Los destellos suelen durar un día, una noche, y mal asunto cuando dura más, porque es el patito feo de las luciérnagas. Es decir, que no tiene pareja, no encuentra pareja. Entonces está dale que te pego, dale que te pego, durante una semana y no aparece el macho. Así como nosotros en estas bombillas… Bueno, no sé exactamente en estas, pero en general en las bombillas que tenemos en nuestra casa perdemos de energía el noventa y cinco por ciento aproximadamente en forma de calor… Es decir, tocamos la bombilla y quema. Sin embargo, una luciérnaga, no. No quema. Ocurre en biología que cuando no sabemos cómo resolver un problema, se lo preguntamos a la naturaleza. Es lo que se llama “biomimesis”. Y entonces decimos: “Tenemos un problema sobre este asunto, para hacer los leds, etcétera, etcétera. ¿Cómo hacen las luciérnagas?”. Lo estamos imitando mediante la creación de pequeñas plaquitas en forma de baldosas que traten de imitar el sistema de las luciérnagas. Pero de igual manera que utilizamos otras cosas de la naturaleza, por ejemplo, ¿queremos una casa eficiente, eficiente, eficiente, eficiente? Pues imitemos los termiteros.

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Los termiteros son aquellos en los que se pierde menos energía, temperatura, etcétera, etcétera, en el mundo del reino animal y es un sistema que se utiliza y que se imita para hacer edificios inteligentes de verdad. Los termiteros. Pero si queremos hacer drones vamos a ver cómo vuelan los odonatos y algunos otros bichos para poder hacer drones pequeñitos para que puedan ser utilizados por la especie humana. Cuando no sabemos preguntamos a la naturaleza. La naturaleza nos dice cómo resolver algunos problemas. Y lo mismo ocurre en otras cosas. Por ejemplo, los hilos de las telas de araña son el material más fuerte que existe. Pues lo podemos utilizar. Se está tratando de copiar como otro material. En el caso de las luciérnagas, lo estamos copiando con los leds.

¿No te gustan los insectos? Tu supervivencia depende de ellos. José Carlos Otero, biólogo y entomólogo
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Toñi. Hola, José Carlos. Todos sabemos que hay insectos que polinizan las plantas y que es beneficioso para la biodiversidad, pero también hay en primavera y en verano insectos y arañas que atacan a las plantas. De hecho, las destruyen también. ¿Cómo podemos saber qué insectos son peligrosos para los árboles y los bosques? ¿Y cómo podemos combatir con ellos?

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José Carlos Otero. También es una pregunta bastante interesante y luego me gustaría deshacer, no sé cómo calificarlo, quizá como un mito, y el calificativo que se le aplica a algunos animales de que son perjudiciales. En nuestros libros de texto también se formulan preguntas por el estilo. Y entonces yo siempre digo: “Bueno, cuando se formulan preguntas de este tipo y cuestiones de este tipo, es que estamos atacando al bolsillo de la especie humana y entonces ya la hemos fastidiado”. Cuando se dicen cosas por el estilo siempre se habla de plagas y eso figura, como decía antes, en los libros de texto y, en mi opinión, y también en la de otras muchas personas, pero en mi opinión, es un término absolutamente inadecuado porque, fíjese, el problema de verdad que tenemos la especie humana es la cantidad de personas que somos en este mundo. Somos al alrededor de, en la actualidad, unos siete mil setecientos millones de personas y a todas las personas hay que alimentarlas. Aunque el asunto, como bien saben, está bastante mal repartido. Entonces, desde ya mediados del siglo pasado existía esa preocupación. Y como existía esa preocupación, alguien se inventó el tema de la revolución verde. Eso no fue ni revolución, ni fue verde, entre otras cosas porque se utilizó una grandísima cantidad de pesticidas, se utilizó una grandísima cantidad de plaguicidas, se utilizó una grandísima cantidad de maquinaria, etcétera, etcétera.

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Y, básicamente, el tema de la revolución verde consistía en la existencia de monocultivos, es decir, de extensiones muy grandes de terreno dedicadas a un solo cultivo. Bueno, pues ya tenemos un cultivo. Y entonces cuando a ese cultivo llegaban montones de insectos es que no podía ser de otra manera. Había un festín. Había otra plaga. Y esa plaga la creamos nosotros. ¿Qué hacer? Yo diría que no mucho. Yo diría que no mucho. Desde luego, no utilizar pesticidas, ni fungicidas, ni ninguna cosa por el estilo que luego entra en la cadena alimenticia y nos llega a nosotros. Una vez estaba en uno de esos viajes a Centroamérica y nos llevaban hacia otra parte del país. Y de repente pasamos por una zona de monocultivos y de repente yo veo una nube extraordinaria, una nube blanca. “Por favor, parad aquí.” ¿Qué era esa nube blanca? Era un señor que estaba metido dentro de la nube y estaba con unos pesticidas creando todo eso. Al margen de lo que era malo para el señor que, naturalmente, se estaba tragando allí una cantidad de porquería extraordinaria, era malo para todos los consumidores. Todos esos productos entran en la cadena alimenticia y nos llegan a nosotros. Ahora se habla mucho de los microplásticos, están continuamente en la prensa. Más o menos es igual. En el medio terrestre y con estos fenómenos, exactamente lo mismo. ¿Qué hacer? Desde luego, no utilizar ninguno de estos productos, sino utilizar una lucha biológica.

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Es decir, si uno tiene una serie de insectos que le están causando un cierto perjuicio en las plantas y en el cultivo, utilícense otros insectos o arañas para tratar de evitar esa plaga. Las arañas no hacen daño a los cultivos. Las arañas son unos reguladores importantes de la presencia de insectos en los medios. Mire, también… Y se está eliminando vegetación alrededor de los cultivos de las personas que quieren aprovechar cincuenta centímetros más de huerta y entonces eliminan esa vegetación. En esa vegetación viven aves y viven otros insectos que son los que controlan esas plagas. Por lo tanto, debe mantenerse la existencia de esos medios para que de una forma natural se atenúe el efecto de ese monocultivo que no va a ser al cien por cien, porque nosotros hemos creado ya una plaga, un monocultivo. Pero al menos se va a atenuar con la presencia de otros animales que van a combatir a estos insectos plaga. Quisiera recordarles para cerrar el tema, unas palabras de Einstein que seguramente tienen más sentido en los tiempos que estamos viviendo. Einstein decía más o menos que han pasado montones de cosas, pero la especie humana sigue pensando lo mismo. Yo creo que esta reflexión es pertinente en el tiempo que estamos viviendo, en el tiempo que también hemos pasado.

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El tiempo que hemos pasado y el tiempo que estamos viviendo a la especie humana nos debiera haber servido para aprender montones de cosas sobre nuestra convivencia y sobre nuestro trato a la naturaleza. La pandemia y algunas otras cosas son consecuencia de nuestro desprecio a la naturaleza. Y seguimos pensando lo mismo, porque a pesar de lo que el hombre ha pasado a lo largo de todos los tiempos, seguimos cometiendo las mismas torpezas, de guerras y demás historias. Hemos empezado un proceso de humanización en el Neolítico, pero algo se nos ha escapado por el camino. En todo caso, y referido al medio ambiente, bien saben que se han producido montones de eventos mundiales, cumbres, congresos, etcétera, etcétera, sobre medio ambiente, sobre cambio climático. No hemos hecho absolutamente nada. Nada.

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Es cierto que a nosotros, a las personas de a pie, no se nos pueden pedir heroicidades, pero algo podemos hacer. Debemos saber reciclar, por ejemplo. Que la responsabilidad es de quien es responsable, pero nosotros también debemos hacer cosas y, si las hacemos, no de una forma inmediata, pero seguramente nuestros nietos o tataranietos, si lo hacemos bien, podrán vivir en un medio ambiente que nosotros les hayamos legado de una forma correcta y, si no, van a tener muchos problemas. Dependemos, la especie humana, de la supervivencia de los insectos. El aire, la polinización, la salud del agua, un montón de servicios gratis, nos reciclan materiales… Y no podemos perseguirlos indefinidamente. Debemos protegerlos, preservarlos. Y para ello hay que conocerlos. Muchas gracias.