“No creo en la suerte, uno es el propio arquitecto de su vida”
Aracely Quispe
“No creo en la suerte, uno es el propio arquitecto de su vida”
Aracely Quispe
Ingeniera de la NASA
Creando oportunidades
De una aldea peruana a la NASA: un viaje para soñar en grande
Aracely Quispe Ingeniera de la NASA
Aracely Quispe
“Siempre he creído que todos podemos. No importa quién eres, de dónde vienes o tu condición social”. Para Quispe “el cielo no es el límite” y si esto no lo es, tampoco lo serán tus circunstancias: “Si yo pude, tú también puedes”. Aracely Quispe es una destacada ingeniera aeroespacial de la NASA que ha dedicado su vida a desafiar los límites de la exploración espacial y contribuir al avance de la tecnología aeroespacial.
Desde pequeña mostró un profundo interés por la ciencia y las estrellas, alimentando su sueño de alcanzar el cosmos. Con gran dedicación e ingenio, Quispe ha llevado a cabo un papel crucial en diversos proyectos espaciales, desde el diseño de satélites hasta la planificación de misiones interplanetarias. Destacando su contribución al desarrollo del telescopio espacial James Webb, una pieza fundamental para la investigación astronómica avanzada.
Además de su labor en la NASA, Quispe dedica tiempo a inspirar a futuras generaciones participando activamente en programas educativos y conferencias. Su visión es la de un futuro en el que la diversidad y la innovación impulsen los límites de la exploración espacial. Un compromiso inquebrantable con el avance científico y tecnológico para crear un mundo que una cielo y tierra allanando el camino a nueva generación de científicas que aspiran a alcanzar las estrellas.
Transcripción
Yo soy la segunda de tres hermanas y eso hizo que mi madre tuviera que trabajar y estudiar a la misma vez. Recuerdo que mis hermanas y yo la acompañábamos cuando ella vendía ropa, porque íbamos tocando a las puertas para vender ropa y eso era un trabajo casi a diario después de la escuela. Ya cuando retornábamos, la ilusión era llegar porque entonces tenía espacio para jugar, y hay un juego muy particular, que se llama kiwi, que se hace con las latas de pescado vacías, o de atunes. Es una manera de armarlas y patear la bola y tirar toda la tira de latas. Entonces, yo venía pensando, en lo que regresaba a casa, miraba hacia el cielo y de alguna manera me conectaba con las estrellas, porque ya como que estaba atardeciendo, y decía: «Tengo que llegar rápido a casa para poder jugar kiwi» con mis hermanas, los amigos de ahí del área… Y realmente esas son experiencias que no olvido ni olvidaré jamás, por ejemplo. Y, de alguna manera, creo que ahí tuve una conexión con el universo, con las estrellas, que después obviamente se desprendió en muchas otras fascinantes, se puede decir, actividades o logros, en mi vida profesional.
Y, realmente, gracias por hacer la pregunta porque, a raíz de ello, nace mi marca personal, que es Aracely Quispe Neira, AQN, donde estoy comprometida netamente con la educación para que los jóvenes rompan esos paradigmas negativos y se empoderen a través de la educación, especialmente las mujeres, para seguir carreras científicas. Creo que esa es, para mí, una de las primeras metas que tengo a través de este programa, porque necesito no solo llevar ese mensaje motivacional a los estudiantes o a los jóvenes o profesionales que, de alguna manera, ven en mí un modelo a seguir, sino también ser ese referente que necesitamos hoy en día yo creo que en todo el mundo. Hay que buscar referentes. Hay que buscar referentes que realmente te permitan crecer, que te permitan sumar como ser humano o como estudiante o como profesional. Porque nuestra cultura, actualmente, nuestra sociedad, está ligada a muchos aspectos negativos que dan un aprendizaje que no contiene valor. Y yo me considero una mujer que está ofreciendo no solo un referente, sino que también está aportando a la ciencia, está aportando a la sociedad increíblemente y quisiera que esto se multiplicara, que sean miles de Aracelys, que sean cientos de Aracelys, que se empoderen y puedan de alguna manera romper esos grandes paradigmas que los limitan a creer en ellos mismos y que los limitan a no ser quienes son como yo lo he logrado hacer.
Tuve que dirigirme a los estudiantes en cada aula y transmitirles el mensaje de alguna u otra manera, porque la idea es llegar y esa meta la cumplí. Pero hubo algo muy particular que me robó, como se dice, la atención y me llegó mucho al corazón. Se acerca una niña y me dice: «Doctora, ¿la puedo tocar? Porque eso me acerca más a NASA». Y yo me quedé… «Por supuesto», y le di un abrazo. Y ella estaba temblando de la emoción. Y recuerdo que de ahí se fue corriendo a contarles a sus compañeras, que estaban en otra aula. Y esas experiencias. Yo creo que he tocado vidas, he cambiado vidas, porque ellas lo dijeron, me lo han dicho después en sus comentarios, me han escrito emails, me han escrito en las plataformas de Instagram o Facebook que ha sido la experiencia más increíble de sus vidas conocerme y saber que sí se puede y que no hay que tener límites a pesar de que seamos de orígenes humildes. Como siempre digo en mis conferencias motivacionales también, no importa de dónde vienes, no importa el estatus social, el género… Yo no nací en cuna de oro y sin tener nada, o teniendo poco, pude avanzar en la vida. ¿Y por qué ellos no? A veces, muchos de nosotros tenemos más que otros y aun así nos quejamos, nos acomplejamos y no rompemos esas creencias negativas. Podemos ser alguien, podemos avanzar. Y yo creo que ese es el principal problema que tenemos que erradicar en nuestra sociedad.
El telescopio James Webb está ubicado en Lagrange punto número dos, que es una zona muy lejana a millones de kilómetros de la Tierra, pero justamente está posicionada en este punto donde une las fuerzas gravitacionales para ejercer un trabajo muy impactante en lo que es la captura de imágenes y estudios de objetos muy sensibles, donde antes ningún spectrum o ninguna tecnología en lo referente a instrumentación ha podido llegar, y está dando unas imágenes muy impresionantes, de mucha calidad. Te tendría que contar: las primeras imágenes que reveló el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, con la vicepresidenta Kamala Harris, fueron impresionantes. Estuve presente en esa revelación. Fue justamente en el Goddard Space Flight Center y ese día lloré. Y no creo que solo yo, fuimos muchos, porque imagínate un proyecto de tanto tiempo, casi treinta años. Yo he logrado entrar a este proyecto cinco años antes de que fuera lanzado al espacio, en una etapa de prelanzamiento increíble, de mucho trabajo, de muchas horas de desvelo realizando diversas actividades como, por ejemplo, programación, pruebas, viajando a Houston, a otras bases de NASA en Estados Unidos y finalmente… Fue increíble porque… Te comento que la colaboración global del telescopio es la colaboración de la agencia de Canadá, la agencia europea y NASA. Más o menos, reúne un total como de tres mil participantes entre ingenieros, tecnólogos, físicos, astrónomos, científicos, etc.
Pero el día del lanzamiento histórico… Esto ya era la parte de comandos, que es otro departamento. Hubo un equipo de doce que seleccionaron para ese lanzamiento porque era algo histórico que iba a suceder y era… El lanzamiento del telescopio James Webb no fue cualquier acontecimiento. Es más, este ha sido uno de los telescopios… Es el más potente que ha podido crear esta colaboración por primera vez en la historia de NASA. Y eso es algo público. Es un dato público, para los que quieran reunirse y conocer más. Y, de esos doce miembros, a mí me seleccionaron. Entonces, yo viví algo histórico. Aparte de que viví algo histórico, fue muy emotivo porque llevar esta hazaña a ese nivel y, sobre todo, a través de tu esfuerzo y tu educación, pues yo digo: «Bueno, aquí valió todo». No solo es… Eso no es suerte. Definitivamente yo no creo en la suerte. Creo que uno es el propio arquitecto de su vida, de su futuro. Y cuando yo leí mi nombre en esta lista, dije: «¡Guau!». O sea, primero agradezco a Dios porque yo soy una persona muy creyente en Dios y creo que Él es quien nos da los talentos, las habilidades, las oportunidades. Y luego vivir la historia. Vivir la historia. Fue un veinticinco de diciembre, recuerdo, donde me imagino que todos ustedes dormían, y yo a las tres de la mañana me preparaba para ir a la base y fue increíble, una experiencia que creo que nunca voy a poder olvidar y la narro porque de verdad que es la mejor que he vivido en mi carrera y la reúno con mi vida.
De alguna manera, la junto porque creo que todo lo que he vivido hasta llegar a ese punto es importante contarlo, ¿no? Lo más importante y lo que logré vivir, que viene siendo para mí la meta más grande que he logrado a raíz de mi estudio, mi dedicación, disciplina constante, todo, todo lo que engloba ello.
“Si quieres ser bueno en algo y no lo eres, para alcanzar la meta tienes que trabajar el 200%”
Que se vean las ciencias como algo que se puede lograr, que se enamoren de ellas como yo hice. Te comento que, yo de niña, había materias, o ya de adolescente, que no dominaba mucho. ¿Y qué hice? No me quedé con los brazos cruzados. Lo que yo hice fue buscar asesoría, tutoría, estar siempre concursando en proyectos de ciencias y, si de alguna manera no ganaba un concurso, me permitía prepararme para un próximo. Estaba constantemente… Esa es la frase, creo, ideal: ser constante, perseverante y enfocarse en lo que realmente necesitamos lograr. Es una gama muy interesante. Está abierta a todos los estudiantes que quieren explorar y yo creo que pueden hacer grandes aportes a la ciencia y apoyar a la comunidad científica y, por ende, al mundo, a la humanidad, con este trabajo increíble y estos aportes. Yo creo que esa es la parte más impresionante y más importante y significativa que yo te puedo comentar, a la fecha, de este hermoso y maravilloso proyecto.
Hay un sinnúmero de alcances que ya se han dado, también de ese satélite, de los que la comunidad científica se está sirviendo muy bien. Y buscan, obviamente… Es algo público que se conoce que buscan enviar astronautas en una expedición lunar para nuevamente aterrizar en la Luna. Y había una idea, que desde ahí puedan también quizás volar a Marte, que aún está en desarrollo. Pero este satélite en sí es privilegiado porque es el único que nos está permitiendo conocer un poco más sobre las bondades que tenemos en esta superficie lunar.
Total, que hoy en día… Porque, aparte, ella siempre me comenta en sus mensajes que soy su referente a seguir y seguro me está escuchando esta entrevista. Hoy en día ella es propietaria de una compañía que se dedica a hacer robótica y también da programas de toda la parte de motivación social unida con un grupo de ingenieros para las escuelas con niños de bajos recursos. Y qué bien que siga el modelo a seguir, porque es lo que yo estoy haciendo aproximadamente desde hace quince años. Bueno, y ahora, con mi marca personal, también abrí una empresa que se llama SpaceTech Inspira, que justamente lleva esta conexión de «space», del espacio, y «tech», de tecnología, e «inspira» para inspirar a niños, jóvenes, profesionales, y que realmente continúa en la misma línea: busca motivar, empoderar, a estudiantes y jóvenes, también a nivel corporativo, a través de la educación, de mi experiencia de vida y de todos los roles que he podido seguir como mujer, que he tenido que realizar varios desafíos en mi vida. No ha sido fácil. Y, por decirte uno de ellos, por ser mujer. Por ser mujer, por hablar… Por ser hispana, en Estados Unidos no ha sido fácil. Realmente, han sido barreras, por no decir una de las más grandes, que también he tenido que vencer, aparte de que en mi niñez sufrí el abandono de mi padre, cierto «bullying», carencias por ser pobre, hasta no tener, para estudiar, un cuaderno. Y luego, en mi otra etapa, ya de joven, por decirlo así, ya en la universidad, tuve que enfrentarme a estos nuevos retos o desafíos.
Por eso, yo creo que siempre… También es importante aprender de ello. Creo que un desafío para mí significó una oportunidad, porque es un reto que lo vences, pero se convierte en oportunidad, una oportunidad para crecer como ser humano, como profesional, para aportar a la sociedad. Eso para mí es muy importante. Ya que te menciono la parte de los retos y esto que me tocó vivir, eso considero que ha sido siempre por ser mujer y porque realmente todavía existe en el mundo el estereotipo de que porque eres mujer… «Y, bueno, eres hispana, no naciste en Estados Unidos. ¿Y ahora por qué tú vas a liderarme?». ¿Y por qué esto y por qué lo otro? Y están todos los porqués. Como cuando somos niños y adolescentes: «Bueno, yo, porque mis padres se divorciaron, no puedo hacer esto». «Yo, porque mi mamá no tiene trabajo, no pude ir a una buena escuela». «Yo, porque…», etc. Y los porqués y las excusas constantemente. Ya, de ahí, para mí es como… Considero que, si tú insertas esto en subconsciente todo el tiempo, tú mismo te estás diciendo «no puedo», entonces no puedes, simplemente ya no puedes. Y por ello también, cuando hablo en las conferencias de El cielo no es el límite, trato de romper estos paradigmas, con los asistentes, que son muchos. Pero en realidad creo que ha sido un abanico de desafíos, también de oportunidades que me han permitido aprender y crecer no solo en mi vida profesional, sino también en la parte social del dar, de ser ese modelo a seguir y, con mucha humildad, yo me siento… Creo que eso me alimenta a seguir. Me alimenta a seguir. Y también en la parte deportiva, ¿no? Porque tengo una carrera en el deporte también.
Y de alguna manera he crecido, creo, por ser una mujer luchadora, ser resiliente y vencer cada obstáculo que he tenido en mi vida y, sobre todo, por creer en mí. Yo creo que esa es la mejor parte del ser humano, creer en ti mismo para poder aportar y aflorar eso hacia afuera. Porque, si no creemos en nosotros mismos, no podemos dar. Y también creo que los talentos son propios. Dios nos dota increíblemente de talentos distintos, solo que estamos ahí y no los descubrimos porque no queremos explorar. Y eso es también un mensaje que tengo en este aspecto: todos tenemos talento, es solo que no los descubrimos, y eso es lo que motivo e invito a que hagamos.
Yo recuerdo haber visto… Digo esto porque vi ese día cinturones negros haciendo maravillas tipo Jean-Claude Van Damme, haciendo todas estas técnicas increíbles en el aire, con saltos y todo. Y yo me quedé fijando y digo: «Algún día voy a hacer esto», porque realmente creía que el deporte… En este caso, las artes marciales me llamaban atención porque quería aprender a defenderme, autodefensa, y sabía bien que me podían ayudar a tener un equilibrio físico y mental muy bien. Quería aprender a concentrarme, a ser disciplinada… Y estas cosas las fui buscando yo misma de niña. O sea, nadie tampoco me dijo: «Haz esto porque esto». Y ya cuando estaba en el escenario, yo misma me veía futuro siendo exitosa en esa parte. Por ejemplo, si era mala en matemática… Mi familia, que me conocen muy bien, sabe que yo soy una persona que no se aqueja mucho por las cosas negativas. Por el contrario, digo: «Yo no soy muy buena en álgebra. ¿Qué tengo que hacer? Buscar un tutor. Ese tutor no me parece, va muy rápido. ¿Qué hago? Lo cambio». Pero estoy buscando la alternativa que me lleve a cumplir mi meta, que es aprender las matemáticas. O en este caso del karate, me reunía con los que más podían hacer el karate y entrenaba. Yo entrenaba horas extras. Y esta parte del extra me gusta mencionarla porque yo siempre he sido una persona que ha dado el doscientos por ciento en todo y ese es mi mejor consejo. Si tú quieres ser bueno en algo y no lo eres y eres… Tampoco voy a decir malo, pero no lo eres, para alcanzar esa meta tienes que trabajar el doscientos por ciento. Me juntaba con estos chicos que hacían muy bien artes marciales, estiramientos, perfectas técnicas de pie, de mano…
Yo a los cinco años era cinta negra, que normalmente dura siete años. Y eso les aconsejo, el deporte, cualquier deporte, es muy bueno. Les ayuda mucho en la parte de la disciplina, a enfocarse, a poder alcanzar metas con perseverancia, y eso me trajo a Estados Unidos. Realmente fue un trampolín. El karate para mí fue un trampolín. Yo ya competí en varios países, pero esta vez fue Estados Unidos. Y realmente también a través del karate se me dio una residencia permanente como persona con habilidades extraordinarias en Estados Unidos, que eso para mí fue un regalo grandísimo. Pero ya también había hecho una carrera de ingeniera en Perú, Ingeniería de Sistemas. También fui becada por el deporte. De alguna manera he buscado las vías, he buscado los recursos. Mis padres no me podían pagar dicha universidad. Tuve que ver cómo, entonces era deportista. Yo luché, luché, demostré, hasta que lo alcancé. Igual fue con la residencia de habilidades extraordinarias. Muchos abogados de inmigración me decían: «No, no puedes. Esto es muy difícil. Esto solo es para científicos altamente reconocidos, deportistas, artistas…». Y yo: «¿Pero por qué yo no? Ni siquiera me escuchan». Ni siquiera me escuchaban más. O sea, todo era «no» y ya me tenía que retirar del estudio. Pero hubo un buen abogado, recuerdo, el doctor Manuel Rivera, un portorriqueño que sí me escuchó, me dijo: «Quiero escuchar toda tu historia. A ver, empieza desde cero. Yo tengo toda la tarde para escucharte». Y le llevé todos los documentos, las fotos, las revistas. Decía: «Tienes que demostrar que has tenido reconocimiento propio, individual, que alguien habló de ti». No solo la prensa, sino directores o personas de renombre en la disciplina.
En mi caso, yo había escrito una tesis ya en Ingeniería de Sistemas en la parte de sistemas blandos, que quiere decir que trata con todo el comportamiento humano. Y creé un modelo, usando, obviamente, especialistas de Cuba, profesores altamente cualificados, instructores, para incrementar el nivel competitivo de los deportistas del Instituto Peruano del Deporte. Y ese papel de investigación me sirvió para lograr mi residencia con habilidades extraordinarias, porque conecté el deporte con mi investigación, que fue un lujo para ellos y me lo aprobaron. Gracias a Dios, considero, se me abrieron las puertas increíblemente en América y fue por ello, por el deporte, el estudio, la manera de enfrentar la vida, creo, de cómo darles vuelta a los desafíos y convertirlos en oportunidades. Y estoy aquí contándote mi historia.
Tu padre no está, tu madre sufre el abandono, nos quedamos solas. Para mí hubiera sido muy fácil pensar en otras cosas o ya de adolescente dedicarme a otras cosas, porque seamos claros que eso pasa en nuestra realidad actual, en nuestra sociedad. Pero han sido estas personas, estos pilares, que de alguna manera dieron esa confianza en mí. Pero si hay algo que yo he tenido siempre, te comentaba lo de Neil Armstrong, es que siempre he creído que todos podemos. Eso sí creo que nací con eso. Todos podemos, que no importa qué, quién eres, de dónde vienes, si tienes una buena condición social o si vas a la mejor universidad del mundo… No, yo siempre pienso que sí puedes. Y eso me ha ayudado, creo yo, a transformar cada problema o cada desafío en oportunidad, aparte de mis pilares y los referentes a seguir. Me ha gustado ser competente, muy proactiva, estar siempre ayudando a mi comunidad, a mis maestros, a los compañeros en la escuela. Si por mí era amanecerme para enseñarles cálculo, algo para una exposición, yo me amanecía. Siempre he tenido también ese ánimo de colaborar y creo que me tiene hasta donde estoy ahora en la parte de mis proyectos personales. Y recuerdo una anécdota: siempre me querían para estar en los mejores grupos de la escuela. Me decían: «Quispe, te queremos aquí, somos el primer grupo, nosotros somos los mejores, vamos a sacar el cien», como se dice. Así que aquí están los más intelectuales. Y yo también tenía esa forma de pensar en aquellos tiempos de: «¿Pero qué hago yo reuniéndome con todos los que saben cuando ahí hay cuarenta más que tienen problemas? ¿Y por qué mejor no nos dividimos?», les decía yo.
«Si somos ocho, hagamos grupo de diez, uno a la cabeza, que sea el líder, y vamos a ayudar a los demás». «No», decían. Ahí está el egoísmo. Entonces yo recuerdo que en una ocasión me reuní con… En básica todo eran mujeres, como con ocho, y estaban un poco apenadas, avergonzadas, porque decían: «Pero nosotros no sabemos esto, por ejemplo, ella es muy avanzada. Esas fórmulas no sé ni de dónde provienen, estamos perdidas». Y yo decía: «Mira, es así de fácil. Vamos a empezar de cero, pero de cero punto cero». Y así y así nos amanecía. Unas traían el café. Otras, las galletitas, las hamburguesas… Pero ahí amanecía. Y adivina tú que al final, al final, ya te hablo solo de una de muchas anécdotas, nosotros llegamos a ser el primer grupo, con el proyecto mejor de esto y los profesores, felices. «Oye, ¿pero cómo lo hicieron». O sea, estudiantes de los que ellos no esperaban mucho… Porque también pasa. Los mismos profesores ya tienen sus preferencias. «Aracely nos ayudó y también visitamos libros y también nos amanecimos» y contaron todo. Y eso es bonito. Por ejemplo, son anécdotas que hasta ahora ellos me hacen recordar. Y yo: «Sí, bueno, qué bien». Y me dicen: «Qué bueno que llegaste a donde estás y lo que hiciste por nosotros lo llevamos siempre en la mente, en el corazón, y estará ahí», y felices. Y de verdad que es increíble. Es una historia increíble.
Algunos se hacen de la vista gorda, como decimos, y no les interesa, pero en realidad sí está pasando. Si tú me preguntas a mí como investigadora, que yo palpé este problema, hice una investigación y hubo resultados… En poco tiempo… Por ejemplo, esta capa glaciar en unos años va a desaparecer. Pero por supuesto que estamos hablando de un fenómeno con un impacto completamente negativo en la sociedad, y está conectado con el calentamiento global. Estamos en una etapa que… De alguna manera se piensa… O le damos más importancia a otras inversiones o políticas o de alguna manera cuidados, pero no estamos pensando en cómo. Y uno, por ejemplo, si me pudiera de alguna manera conectar a mi resultado y decirte de qué forma podemos contrarrestarlo, aparte de cuidarlo… En este caso, por ejemplo, ya no podemos retroceder el tema del glaciar, pero sí podemos, como hacen en otros países, crear lagos o crear de alguna manera unas zonas de reserva del agua que pueda perdurar unos diez años, nueve años, etc., o que sea una tecnología para conservarla y que no desemboque directamente a los lagos o al mar, que está permitiendo incrementar el mar y generando más problemas con el aspecto en el ambiente. Pero sí he palpado ello. Considero que hay que atender este problema. Requerimos más conciencia, que seamos conscientes, que la sociedad contribuya, que los políticos se sumen. Y sí es un fenómeno que está pasando y hay que cuidar nuestro planeta porque en él vivimos y creo que requiere esa atención.
La foto final es esta, pero necesitamos englobar un conjunto de colaboraciones. Y ahí de alguna manera descarto la palabra «egoísmo», porque hay oportunidades, se suman y de alguna manera nos permiten crecer en conjunto. Y eso es lo mismo que a mí de alguna manera quizás me ha ayudado para pertenecer a este… O que lo vieron en mí durante las entrevistas. Porque no ha sido fácil, cuando yo ingresé… El Orbitador de Reconocimiento Lunar, digamos, fue mi primer proyecto como profesional. He estado en tres, he liderado tres misiones. La primera ha sido el proyecto que se llama Trim, que era un satélite que hacía todo lo que es medición de lluvias tropicales, estudiar desastres naturales, etc. Ya no está en órbita. Eso fue, digamos, cuando yo estaba terminando la universidad. Estuve haciendo una pasantía y luego ingresé ya oficialmente al proyecto LRO. Estuve ahí como cinco años, que no fue fácil, hubo muchos candidatos. Luego en el proyecto del James Webb también, una serie de candidatos. Te evalúan muchas cosas, competencias, habilidades, destrezas y eso, el trabajo en equipo, que es una de las más importantes, diría yo. Aparte de los muchos grados académicos que puedas tener en tu haber, es importante demostrar esta parte para saber que vas a encajar bien. Y eso, como te lo comentaba en el transcurso de esta plática, lo he traído desde mi infancia. En mi adolescencia, en la escuela, me gustaba colaborar con mi comunidad, enseñarles a chicos y ese era mi potencial y era lo que podía dar, cuando yo no podía dar grandes cosas quizá como hay personas que pueden hacer, pero sí mi conocimiento y es muy valioso. Y yo les podía enseñar a estos chicos y yo lo hacía con mucho gusto.
Y asimismo en el karate, después he tenido la oportunidad de enseñar, de ser instructora de karate también. He trabajado en un programa de reinserción a la sociedad con diferentes jóvenes que se dedicaban a la calle. Por alguna razón sus padres los abandonaron, sufrieron diferentes aspectos. Estuve colaborando con esto en la parte policial, militar, como dos o tres años antes de venir a Estados Unidos, para ayudar a estos chicos a reinsertarlos. Y recuerdo que cuando yo empecé el proyecto me hacía esta pregunta: «¿Y realmente obedecerán mis reglas?». Porque son chicos difíciles. Al comienzo, te soy sincera, no, el primer día, no. Me miraban y como que se burlaba. «¿Eres tú la instructora?». Aparte, era muy joven. Pero ya después… Yo tengo carácter, eso sí, yo estaba al comienzo dándoles a conocer…