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Mi herramienta para manejar el estrés

David JP Phillips

Mi herramienta para manejar el estrés

David JP Phillips

Experto en comunicación y liderazgo


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David JP Phillips

Una desastrosa presentación de PowerPoint cambió la vida de David JP Phillips. Tras una monótona charla en la escuela de su hijo, el experto en comunicación decidió buscar una manera más eficiente de hacer presentaciones y creó la exitosa charla TEDx ‘Cómo evitar la muerte por PowerPoint’.
Pero Phillips no se detuvo ahí. Al descubrir que PowerPoint no era la solución a todos los problemas comunicativos, se adentró en el arte del storytelling. ‘La mágica ciencia de contar historias’, su segunda charla, se convirtió en un referente en la narración oral. “Las historias en las que crees se convierten en tu realidad”, afirma Phillips, quien sostiene que las narrativas que nos contamos a nosotros mismos moldean nuestro futuro.
Phillips también ha investigado la importancia del lenguaje corporal y de la mentalidad en nuestra manera de comunicarnos. Su experiencia personal con la depresión lo llevó a escribir su libro más reciente: ‘Las seis hormonas que van a revolucionar tu vida’. En esta obra, el autor explora cómo las sustancias químicas en el cerebro afectan nuestra percepción y comunicación, y cómo un cambio de mentalidad puede transformar nuestra vida.
“A veces no nos damos cuenta de lo difícil que ha sido vivir para el cerebro humano en la historia”, reflexiona Phillips. En un mundo saturado de estímulos y distracciones, él aboga por el autoliderazgo y la capacidad de manejar nuestras emociones y pensamientos para alcanzar una vida más plena y feliz.


Transcripción

00:11
David JP Phillips. «Hola», como decís vosotros. Es un placer estar aquí y me alegra que vosotros estéis aquí. Gracias por preocuparos por las cosas que más importan en la vida. Hablo de la comunicación, el tema del que hablaremos. Me llamo David JP Phillips. Soy orador, coach y escritor. Mi trayectoria empezó cuando me formé en comunicación hace 25 años, pero no fue hasta hace 12 años que un torrente de energía despertó en mí. Mi primera charla TED está entre las más vistas del mundo. ¿Por qué la creé? ¿Por qué creé «Cómo evitar la muerte por PowerPoint»?. Estaba en la escuela de mi hijo, él tenía unos 10 años. Teníamos reunión de padres y maestros. Estábamos allí sentados cuando llegó la maestra y nos puso un PowerPoint. Era terrible. Horroroso. Tenía un montón de texto. Apagó la luz de la sala, sacó un puntero láser, se colocó a un lado y empezó a hablar monótonamente. Así estuvo 27 minutos delante de 20 padres. Mis órganos querían salirse de mi cuerpo. Fue horrible. Horrible. ¿Y sabéis qué? Daba pena, pero la maestra de mi hijo creía que aquello era comunicarse bien. Horrible. Salí del aula, me fui a casa y me pasé tres meses creando mi charla TED «Cómo evitar la muerte por PowerPoint». Luego subiría al escenario a darla. Esa charla ahora tiene 5,2 millones de visitas y se usa en Yale, Harvard y Oxford para enseñar al profesorado a mejorar los PowerPoints. De ahí surgió esa energía. Con el tiempo me di cuenta de que PowerPoint no lo era todo. PowerPoint no era la respuesta a todas las preguntas. No. Tenía que haber algo más. Desarrollé un gran interés por contar historias. Descubrí que las historias controlan la narrativa de nuestra vida. Las historias en las que creéis se convierten en vuestra realidad. Y tú crees en una historia distinta de la tuya. Y las historias en las que tú crees son distintas de las tuyas.

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Algunas son solo producto de vuestra mente. Ni siquiera son ciertas, pero definen todo vuestro futuro. En el mundo de las ventas y el «marketing», todo se basa en las historias. En sembrar ideas en la mente: «Mira esto. Haz esto. Compra ese coche. Deberías tener un Lamborghini. Cómprate ese reloj». Nos meten historias en la cabeza, cada uno las ve de una forma, pero definen nuestro futuro. Así que creé mi segunda charla Tedx, llamada «La mágica ciencia de contar historias», que se convirtió en la más conocida del mundo sobre «storytelling», también con más de 5,3 millones hoy en día. Y entonces descubrí otra cosa: el fascinante mundo del lenguaje corporal. Si me fijo en ti, veo que tienes la cabeza un poco ladeada hacia la izquierda. Me pregunto: «¿Por qué ladeas la cabeza hacia la izquierda?». Ahora hacia la derecha. ¿Por qué? Algunos ladeáis la cabeza hacia la izquierda y la derecha. La pregunta es: «¿Por qué?». Y lo que es más interesante: «¿Me afecta a mí?». La respuesta es: «Sí». Si se muriera tu hámster o tu conejillo de Indias, yo automáticamente diría: «Oh». Mostraría empatía. Como tú, que estás ahí sentada: «Oh». Y también está asintiendo. Se llaman asentimientos afirmativos. Algunos también lo hacéis. Asentís afirmativamente mientras hablo. ¿Eso me afecta? Por supuesto. Yo estoy aquí sentado, sois muchísimos. Lo hacéis inconscientemente, pero hacéis que me sienta mejor. Cuando asentís y ladeáis la cabeza, me dais ganas de hablar con vosotros porque mostráis interés. Estas habilidades me parecen fascinantes: ladear la cabeza a ambos lados y asentir. Y s e las enseñé a personas que se preocupaban por su entorno pero no lo mostraban. Se interesaban por otras personas pero no lo mostraban. Les di esas dos habilidades. A las dos o tres semanas volvieron y me dijeron: «Qué fuerte, David. La gente ha conectado más conmigo estas semanas. La gente se ha abierto más conmigo que nunca. Me siento más unido a los demás que nunca». Y no es de extrañar. Si te quedas mirando a alguien así esperando que hablen y conecten contigo, no va a pasar. Así que pensé: «Tenemos dos habilidades. ¿Habrá más?». Voy a miraros a vosotros. ¿Habéis visto las series y las pelis de Sherlock Holmes? Sí, Sherlock Holmes. Cuando mira a la gente en las series y en las pelis, hace… Los analiza. Así funciona mi cerebro cuando os miro. Me fijo en quién tiene las piernas cruzadas, quién las tiene abiertas, quién sonríe, ladea la cabeza, cruza los brazos, cierra las manos, etcétera. Así que me pregunté: ¿cuántas habilidades hay? Entré en Internet y busqué: «¿Cuáles son todas las habilidades del lenguaje corporal y verbal humano?». Miré algunos libros. Eran bastante exhaustivos, pero no me quedé satisfecho. Decidí pasarme siete años estudiando a 5000 oradores hasta encontrar todas las habilidades posibles. Siete años después dejé de encontrar nuevas. ¿Y cuántas encontré? Encontré 200 habilidades. Logré reducirlas a 110 habilidades básicas, y esa es mi tercera charla TEDx: «Los 110 pasos para una comunicación excelente». ¿Y sabéis qué es lo más aterrador? ¿Cuántas creéis que usa una persona media al comunicarse? ¿Cuántas habilidades pensáis? Decid un número. ¿Cuántas podrían ser? Intentadlo. Pero tiene que ser en inglés.

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Público. 20.

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David JP Phillips. 20 por ahí. ¿Alguien más?

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Público . 10.

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David JP Phillips. 10. Tened en cuenta que incluso muertos ya tenemos siete habilidades. Tienen que ser 10 como mínimo. El número es 25. La cantidad media de habilidades en una persona es 25 de entre 110. Y luego nos preguntamos por qué hay malentendidos o por qué nos aburre la comunicación. Decimos: «¿Por qué tengo que repetírtelo una y otra vez?». Porque has usado muy pocas habilidades. Una de esas habilidades son las expresiones faciales. ¿Sabíais que solo uno de cada 20 tiene un repertorio completo de expresiones faciales? Uno de cada 20. Eso significa que tres o cuatro de vosotros tenéis una excelente expresión facial. Si estáis convencidos, lo veo. Si estáis preocupados, lo veo. Si estáis nerviosos, lo veo. Pero otros tenéis un menor nivel de expresión facial y no os pillo. No sé si estáis nerviosos o contentos. Alguien así puede ser malinterpretado a menudo en una relación. Y lo peor de todo es que estudios recientes demuestran que cada vez se nos da peor la expresión facial. ¿Por qué? Han llegado a la conclusión de que muchos padres y madres miran menos a sus bebés a la cara que antes. ¿Y entonces qué miran? Sus móviles. Los bebés no perciben tantos ejemplos de expresión facial como antes. La cosa no está mejorando, todo lo contrario. Esas fueron mis tres charlas TEDx, y estoy a punto de sacar otra. Creo que esta será la última frontera. Hablará de la mentalidad. ¿Afecta nuestra mentalidad a la comunicación? ¿Afecta? Tienes una presentación, por ejemplo, y subes a la tarima o entras al aula repitiéndote mentalmente: «Qué mal va a salir. No quiero hacerlo. Sacadme de aquí. Odio esto. Ojalá no me hagan preguntas. Voy a hacer el ridículo». ¿Esa actitud influirá en tu presentación y tu comunicación? Por supuesto. La ciencia dice que, si en lugar de eso, nos decimos: «Estoy emocionado», y lo repetimos durante la presentación: «Estoy emocionado», presentamos mejor, cantamos mejor… Hasta cantamos mejor objetivamente en el karaoke. Solo por decir: «Estoy emocionado». Eso es un cambio de mentalidad. De eso tratará mi próxima charla TEDx y de eso trata mi libro. Aunque por desgracia lo descubrí de la forma más extraña. Hace unos ocho años me preguntaba: «¿Por qué no quiero a mis hijos?». Me preguntaba: «¿Por qué no quiero a mi mujer?». Me preguntaba: «¿Por qué deseo acabar con mi vida todos los días?».

11:53

Me preguntaba: «¿Por qué mi vida no tiene sentido?». Me di cuenta de que algo no iba bien. No sabía el qué. Pero pensé: «Meditación. He leído sobre el tema, puedo intentarlo». Intenté meditar 20 minutos al día durante seis semanas. Y u n día, en Suecia, de donde soy, cruzando el puente que hay frente a mi casa con mi mujer, sentí algo que no había sentido nunca. ¿Os ha pasado últimamente? Una emoción totalmente nueva es poco frecuente. Me detuve, y mi mujer me miró diciendo: «¿Qué ocurre?». Intenté explicarle la emoción. Me caían las lágrimas. Ella me miró y dijo: «Eso suena a felicidad». Y entonces me di cuenta de que no recordaba la última vez que había sentido aquello. Poco después descubrí que llevaba deprimido 17 años. 17 años de vida que había perdido. 17 años de no querer ni a mis hijos, ni a mi mujer a ni mí mismo; de no disfrutar de vivir la vida. Había caído tan lentamente en aquella depresión que me había olvidado. O más bien no me había dado cuenta. Horrible. Pero, bueno, aquellos cinco minutos en el puente me motivaron más que nada, porque me di cuenta de que había algo más. Algo llamado felicidad. Volví e hice todo lo que sabía que hace que un humano se sienta mejor. Optimicé mis neurotransmisores: dopamina, oxitocina y serotonina. Un par de semanas después alcancé unos 10 minutos de felicidad, y luego se fue. Más tarde alcancé 30 minutos de felicidad, y se fue. Un año después, algo cambió y conseguí igualar la cantidad de minutos oscuros a la de minutos de luz. Fue el mejor año de mi vida. El mejor. No he vivido nada igual. Por muchos hijos que tenga, no habrá nada comparable con pasar de la depresión a la felicidad. Aquel año iba por ahí oliendo cosas: flores, insectos, piedras, la hierba, a la gente. Saboreaba cosas. Abracé a mis hijos más que nunca. Pero de eso hace siete años, como he dicho. Todo tuvo que ver con mi mentalidad errónea y me sumí en una depresión, lo que acabaría convirtiéndose en mi último libro: «Las seis hormonas que van a revolucionar tu vida», traducido ya a 32 idiomas y que también está en español. Me alegro mucho de que estéis aquí. Me alegra que os preocupéis por las cosas que importan en la vida, como he dicho antes. Gracias por venir. Por favor, compartid este conocimiento con todo el mundo. Porque la vida vale la pena. Y ese es un resumen de quién soy. Por favor, disparad todas las preguntas que tengáis.

Mi herramienta para manejar el estrés - David JP Phillips, experto en comunicación y liderazgo
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"Las historias en las que creéis se convierten en vuestra realidad"

David JP Phillips

16:08
Elena. Hola, me llamo Elena. Eres uno de los mejores oradores del mundo. Me gustaría saber cuáles son tus trucos. ¿Nos podrías dar algunos consejos para hacer que nuestras comunicaciones sean más eficaces?

16:21
David JP Phillips. Cuando yo pienso en la comunicación, pienso en tres perspectivas: M , C y H. Mentalidad , contenido y habilidades comunicativas. Si dominas las tres, llenarás el escenario. Entrarás en cualquier sitio. Rebosarás confianza. Captarás la atención de casi todo el mundo. No de todo el mundo, pero de casi todo. M , C y H. Empecemos por la M: mentalidad. Tenéis una hormona llamada testosterona. La tienen hombres y mujeres. Se ha demostrado que la gente que aumenta sus niveles de testosterona antes de una presentación la hace mejor. Se ha demostrado que la gente que aumenta su nivel de testosterona antes de una negociación llegará a un acuerdo mejor. Así que todos podéis aprender a aumentar vuestro nivel de testosterona. Y lo tercero que demostró es que la gente que aumenta su nivel de testosterona antes de una entrevista de trabajo tiene más posibilidades de conseguir el puesto. Genial, ¿no? La testosterona está conectada con la seguridad. Por supuesto, si hay dos personas en una entrevista y una parece más segura que la otra pero tienen las mismas habilidades, seguramente escogerás a la segura, a menos que se confíe demasiado. ¿Cómo podéis aumentar vuestra testosterona antes de una entrevista, una presentación o una negociación? Haced esto: antes de entrar en la entrevista o la presentación, poneos unos cascos. Escuchad la música más fuerte y cañera que tengáis. Que despierte vuestra agresividad, vuestra hambre, que os convierta en guerreros. ¿Sabéis a lo que me refiero? Os la ponéis y la escucháis. Luego intentad pensar en vuestra victoria. En conquistar, en arrasar, como si ya hubierais superado la entrevista. Ya lo tenéis. Esas ideas os ayudarán a aumentar la testosterona. Yo hago eso cuando tengo presentaciones y charlas. Hablo ante 10.000 personas. Me escondo tras la cortina y me paseo como si fuera el rey del mundo. Camino así. Nadie me ve hacerlo. Escucho música, pienso lo que os he dicho y camino así. Y entonces empiezo a respirar de forma enérgica. Algo así. Al pasearme así escuchando música, elevo mis niveles de testosterona. Y hablo diferente, camino diferente, os miro diferente. Pero la gente que no sabe esto entra en la misma entrevista y quizás por no conocer ese truco pierde el trabajo. La actitud es precisamente esto. Ese es un ejemplo de actitud: aumentar la testosterona. Pueden hacerlo hombres y mujeres. Pasemos al contenido.

19:58

El mayor error de contenido que se comete en presentaciones, en una cita o hablando en público es hablar de lo que nos interesa a nosotros. Ese es el problema. Si quieres captar la atención, habla de lo que quiere escuchar el otro. Para las presentaciones, deberías preguntarte en todas las hojas del PowerPoint: «¿Por qué le interesa a la gente a la que hablo?». Si no sabes la respuesta, deshecha esa diapositiva. Si tienes una cita que dura dos horas y te la pasas hablando de lo que te interesa a ti, no durará mucho más. La relación no seguirá. Debe haber un equilibrio. Ambas partes deben mostrar interés. ¿Por qué debes sentir interés? Porque, en cuanto lo haces, aumenta la dopamina. Y la dopamina nos deja sedientos de más. «Dame más». Para que nos entendamos: si estáis en clase, en una reunión o en el trabajo viendo una presentación penosa, el ponente no está generando dopamina en su público. No es lo bastante relevante. Eso es el contenido. Yo lo llamo «ser instintivamente interesante». Ya tenéis la mentalidad , la testosterona, como en el ejemplo de antes, el contenido, preguntarse por qué interesa al otro. La tercera son las habilidades comunicativas. Ya os he dado dos, ¿verdad? Ladear la cabeza y asentir para mostrar interés y empatía. Muy bien. Imaginaos la tabla periódica. Ese es el aspecto de las 110 habilidades de la excelencia. Así es mi charla de TEDx. Son 110 habilidades. Ya tenéis dos, os daré otra. La 45. Esa es buena. Es una de las mejores de entre las 110. ¿Vale? Ahora veréis: si habláis y dejáis las manos así, no creáis ningún vínculo. No despertáis pasión. No despertáis interés. Pero si os animáis a usar las manos para hablar y decir: «Estas son la primera, la segunda y la tercera parte», todo cobra vida. La habilidad 45, a los españoles se os da bien: hablar con las manos. Decir que algo es mejor o peor: «Quiero enfatizar esto», «Hablaremos de cinco cosas. La primera… La segunda… La tercera… La cuarta… Y finalmente… la quinta». Puede aumentar, pero también puede mermar. Me gusta tu bufanda. Me gusta tu blusa, bonito color. Me gusta tu conjunto, bonito color. Estoy haciendo gestos. Interactúo con la gente.

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Así que la pregunta es: «¿Es tan poderoso? ¿Por qué es la mejor habilidad de las 110?». Os explico. No sé cómo quedará esto traducido, pero voy a decir una cosa y a mostrar otra. Pensad con qué conecta vuestro cerebro. Porque algunos dicen que el lenguaje corporal es importante. Otros, que no. Otros, que es lo más importante. Otros, que es igual que las palabras. Fijaos en esto. Todos deberíais aprender sobre comunicación. Si aprendéis sobre comunicación, lo haréis mejor. La gente os escuchará encantada. Escucharán vuestras palabras, mirarán vuestros PowerPoints, a vosotros. Les encantará todo lo que digáis. Por favor, aprended más sobre estas habilidades, seréis impresionantes. Por favor, aprended habilidades comunicativas. Os lo digo a vosotros porque sois lo más. Decidme: ¿qué os ha calado más? Todo lo que he dicho era positivo. Todas mis expresiones faciales eran positivas, pero mis manos decían lo contrario. Yo creo que han ganado las manos. Cuando la gente se comunica en presentaciones, como he dicho, en citas, en reuniones… no hace muchos gestos funcionales, la habilidad 45. Pero, como he dicho, a los latinos esto se os da muy bien. Usáis gestos funcionales. Yo soy de Suecia, nosotros no. Sí, somos así. Sin embargo, en España, y diría que en Francia e Italia, tendéis más a lo que llamo «centrifugar». ¿Qué es centrifugar? La gente que hace esto cuando habla: «Luego iremos calle abajo, y cuando lleguemos giraremos a la derecha. Y cuando giremos a la derecha pasaremos ante un bus». Y siguen así. Esto es irritante. Solo crea ruido. ¿Os gustaría que me quedara así toda la presentación? ¿Sí? No. Es horrible. Así que fijaos en cómo os comunicáis. ¿Sois lavadoras? ¿Sois una lavadora? ¿O usáis las manos para añadir, restar o enfatizar el valor? Por eso es tan potente la habilidad 45. Quiero daros un par de habilidades más, porque esto me encanta. Hagamos juntos un ejercicio. Cuando la gente hace gestos funcionales, suele ser demasiado tímida, torpe o rápida. ¿A veces no os gustaría ser más seguros? Usando los gestos de forma correcta, os sentiréis más seguros. Intentémoslo juntos. Poned la mano así. Quiero que digáis: «Enero, febrero, marzo, abril». Vuestro gesto es tímido, torpe y un poco rápido, así que empezaremos por volverlo más claro. «Enero, febrero, marzo, abril». Sigue siendo tímido, vamos a buscar seguridad ganando espacio. Empecemos desde aquí:

27:16

«Enero, febrero, marzo, abril». La gente segura suele ir lenta. No se acelera. Pero, si os ponéis nerviosos en una cita, una entrevista de trabajo o una presentación, os aceleráis. Así que vamos a hacerlo lentamente. «Enero, febrero… ». No. Lo repito. «Enero…». Más lento. «Febrero, marzo, abril». Cuando vas más lento, controlas la narrativa. Si ves a cualquier hombre o mujer con esa seguridad en una serie o una película, como la Mujer o el Hombre Maravilla, James Bond… todos hablan y se mueven despacio. Denota que estoy aquí y que tengo el control. Así que, cuando tengáis una presentación, una entrevista de trabajo o lo que sea, moveos lentamente, con gestos amplios y claros. ¿Vale? Una habilidad más: la número 25. Esa es buena. La 25 puede cambiaros la vida. Cuando la gente usa la 25, parece insegura, quizás hasta poco fiable. ¿Cuál es la habilidad 25? La duda. En vez de una pausa, hacemos: «Eh…». ¿No? Lo más interesante es que si yo tuviera que pasarme una semana escuchándoos, ¿sabéis cuándo haríais más dubitaciones? ¿Cuándo hacéis el mayor número de vacilaciones? Cuando estáis nerviosos, preocupados, asustados, estresados, cuando os quedáis en blanco, cuando pensáis y cuando mentís. Hay siete razones negativas para estar dubitativos y solo una positiva. La gente que os escucha no sabe por qué dudáis. ¿Os habréis perdido o estaréis mintiendo? ¿Estaréis pensando o inventándooslo? Retirar las dubitaciones nos vuelve más seguros, y eso se nota. Digáis lo que digáis, la gente os creerá.

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Tendréis el control. Os pongo un ejemplo. Primero lo diré sin pausas. Es una pregunta retórica. A ver qué tal: «¿Sabíais que todas las decisiones que habéis tomado en la vida y que tomaréis el resto de vuestra vida se basan en una sola cosa, las emociones?». Sin pausas, sin dubitaciones. Añadamos pausas. Sonaría así: «¿Sabíais que todas las decisiones que habéis tomado en la vida y que tomaréis el resto de vuestra vida se basan en una sola cosa… las emociones?». Si hacéis eso con vuestro público, hará lo que vosotros queráis. ¿Es distinto? Por supuesto. Queda mucho más claro, ¿verdad? Pero la gente que hace vacilaciones suena así: «¿Sabíais que todas las decisiones que habéis tomado en la vida… y que tomaréis el resto de vuestra vida…?». Cuando hablamos dubitativamente… no mostramos tanto poder ni seguridad. Así que todos los que me estáis escuchando, por favor, eliminad las dubitaciones. No sois ovejas. Para resumírselo a mi amiga: ¿cómo puedo ser mejor comunicador? Mentalidad: la testosterona es solo una forma más, pero es importante. Contenido: centrarse en lo que es interesante para el otro. Y habilidades comunicativas. Usar los gestos funcionales correctamente, eliminar dubitaciones y reemplazarlas por pausas.

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Graciela. Hola, David. Me llamo Graciela. Solemos ponernos muy nerviosos cuando tenemos que hablar en público. ¿Cómo podemos gestionar esa ansiedad?

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David JP Phillips. La ansiedad por hablar en público o estar rodeado de gente, la ansiedad social, es un grave problema. Si te pones nervioso durante una presentación o tienes ansiedad social cuando conoces a alguien, no eres tu mejor versión. Yo soy introvertido. No quiero estar aquí. Preferiría estar en casa con mi familia en Suecia. No me gustan ni las cámaras, ni la fama ni las redes sociales. Pero lo hago porque este tema me importa y sé que puedo cambiar vidas. Por eso hago lo que hago. Pero durante mucho tiempo tuve ansiedad social. No quería ver a nadie, pero me di cuenta de que, si algo nos da miedo, alimentarlo solo hace que este aumente. Yo alimentaba continuamente a mi cerebro diciendo: «No quiero hacerlo», «No quiero ir», «No quiero conocerlos», «No quiero subir al escenario». ¿Creéis que eso me ayudó? Solo alimentó mi miedo a la gente y empeoró mi ansiedad social. Así que un día me dije: «¿Qué puedo aprender de esta situación? ¿Qué puedo aprender de ir a esa fiesta? ¿Qué puedo aprender de quedar con ellos? ¿Qué puedo aprender de sentarme ante vosotros y cinco cámaras en otro país , traduciéndose a otro idioma…? ¿Qué puedo aprender?». El aprendizaje nos hace avanzar. El miedo nos echa para atrás. Siempre actúa de esa forma. Si os da miedo montar a caballo, la única forma de acabar con él es montar a caballo. Si os dan miedo las arañas, el único modo de acabar con eso es ir acercándose poco a poco a una. Se puede empezar con un peluche, luego con una pequeña y así. Intentar huir del miedo solo lo acrecentará. Pero acercándoos al miedo lo disminuiréis haciéndole frente y aprendiendo de él. Ese es uno de mis consejos. Tengo otro. Subo vídeos a TikTok para ayudar a gente de todo el mundo con estas cosas. Creo que en TikTok ya tenemos 200 millones de visitas. Hay un vídeo que tiene 50 millones. Se hizo muy popular. Es muy fácil, lo intento con vosotros. Decía esto. No quiero que respondáis en voz alta. Quiero que respondáis murmurando, ¿me explico? Quiero que me describáis cómo era vuestra primera bicicleta. No me lo digáis, haced esto. Sí, intentadlo. ¿Cómo era vuestra primera bici? Venga. Bien. Vale. Veo que, mientras lo hacéis, movéis los ojos. ¿Por qué? ¿Os he pedido que los mováis? Podría haberos pedido que la describierais y que movierais los ojos, pero no lo he hecho.

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Y vuestros ojos no paraban. Porque vuestros ojos se mueven para pensar. ¿Cómo dejamos de pensar? Dejando de mover los ojos. Cuando estéis angustiados, preocupados o nerviosos, buscad un punto fijo, miradlo fijamente y tendréis que dejar de pensar. Impediréis que vuestro cerebro os presente ideas raras. Calmaréis vuestra mente y reduciréis la ansiedad. Si lo hacéis durante uno o dos minutos, luego estaréis mucho más tranquilos. Cuando hice esto en TikTok, niños, jóvenes y adultos de todo el mundo me escribieron miles de comentarios, y todos decían: «Es la primera vez en la vida que mi cerebro para», «Es la primera vez en la vida que paro de pensar». No conocían este truco tan sencillo. Y me da mucha rabia que no aprendiéramos esto en clase. Si yo hubiera aprendido a ser mi propio líder en la escuela, no habría pasado por una depresión de 17 años. No habría perdido 17 años de vida. Porque todo empieza aquí. Todos los padecimientos. Así que diría que esto te ayudará con la ansiedad social. Estas dos cosas te ayudarán. Sí. Gracias.

38:27
Xavi. Hola, David. Soy Xavi, un alumno de primero de bachillerato. Como has comentado antes, a mí también me ha pasado el hecho de estar en clase, que entre un profesor, nos ponga una presentación aburrida y se tire una hora hablando. Al final te dan ganas de dormirte, y no acabas aprendiendo nada. ¿Qué nos recomiendas para hacer presentaciones que sean más entretenidas y que consigan alcanzar una comunicación más efectiva?

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David JP Phillips. Lo siento mucho por ti, tío. Lo siento. ¿Por qué tienes que dar clase con un profesor que te aburre? No es el propósito de la escuela. No es el propósito de la enseñanza. Tu profesor o profesora también se aburre. ¿Crees que les gusta que la gente se les duerma? No. ¿A ti te gusta que se comuniquen así? No. ¿Hay alguna solución? Sí. Enséñales a hablar en público. Enséñales cómo exponer. El mayor problema es PowerPoint, ¿no? ¿Sabéis cuál es el problema? Cuando alguien piensa: «Tengo una reunión o una clase de 60 minutos. Si es una clase de 60 minutos, haré un PowerPoint de 60 minutos». No. No es así. Una buena presentación es una combinación de varias técnicas, por ejemplo: empieza con una historia. Inspira a la gente. Luego, una diapositiva. Luego, un ejercicio. Luego, que levanten las manos. Luego, otra diapositiva. Luego usa una pizarrita, o la pizarra grande. Y luego, acaba con tu PowerPoint. Eso es una presentación. 60 minutos de PowerPoint no son una presentación. Debe ser una combinación. Mi consejo para ti es que le mandes a tu profesor mi charla TEDx «Cómo evitar la muerte por PowerPoint». Reíos, pero muchos profesores lo hacen. Y muchos niños también. Me han contactado miles de niños por Instagram y por TikTok diciendo: «Le he mandado tu charla a mi profesor y le ha gustado. Está empezando a cambiar las diapositivas». A veces solo es una cuestión de ignorancia. No saben, y no quieren que la gente se les duerma. Ellos también quieren mejorar. Así que mándale la charla para que se inspire. Siento que tengas que sufrir eso. Eres muy joven. En el colegio deberían inspirarte. Deberías dar saltos de alegría por lo que molan tus profesores y por todo lo que te enseñan. Es posible si se sabe hablar en público.

Mi herramienta para manejar el estrés - David JP Phillips, experto en comunicación y liderazgo
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“La única forma de ser feliz es escogerlo cada día”

David JP Phillips

41:23
Laura. Hola, David. Mi nombre es Laura. Te quería preguntar acerca del estrés, esto que cada día nos acecha a todos en alguna medida, el estrés negativo. Sabiendo que no nos hace bien, ¿por qué no hacemos nada para frenarlo?

41:37
David JP Phillips. Sí. El estrés es horrible. Pero el e strés en pequeñas dosis, perfecto. Cuando os enamoráis, como espero que haya pasado hace poco o que pase pronto, el estrés sube por las nubes. ¿No es una sensación maravillosa? La tensión en el estómago, el pulso acelerado al pensar en esa persona… El estrés es precioso. ¿Saltar de un avión en paracaídas? Lo hacemos porque nos gusta el estrés. Nos gustan las motos, los bólidos, los caballos y las lanchas porque queremos estrés. El estrés es vida. Nos hace vibrar. Pero su objetivo inicial era hacernos huir de los osos. O de los tigres de dientes de sable. Eso era antes. Pero hoy en día la vida está llena de osos. El trabajo puede ser un oso. Nuestro superior puede ser un oso. Nuestro compañero es otro oso. Nuestros objetivos y visiones más inalcanzables son otro oso. A algunos, en nuestra mente, nos persiguen entre 10 y 20 osos al día. Nuestro sistema no está hecho para eso. Está hecho para un oso al mes, no 20 al día. Cuando tenemos cortisol crónico, estrés crónico, como me pasaba a mí, podemos caer en una depresión. Por eso yo tuve depresión. ¿Por qué lo hacemos? ¿Por qué lo hacemos, Laura? Creo que lo hacemos porque lo hacen todos. Es uno de los motivos. Miramos alrededor y lo hace todo el mundo. Van a clase, sacan buenas notas, se compran un coche, tienen una casa bonita, tienen hijos a los 25, a los 30 o a la edad que sea… Tenemos ropa bonita, relojes buenos. Miramos alrededor y pensamos: «Si no lo hago, me quedo fuera de juego. Y quiero estar dentro». Por eso hacemos lo mismo. Y nos forzamos más de lo normal. La sociedad que hemos creado tiene defectos. Es muy difícil ser realmente feliz en nuestra sociedad. La única forma de serlo es escogerlo cada día. Ese es el motivo por el que siempre sentimos tanto estrés. Os daré un consejo, y espero que lo hagáis cada seis meses. Si yo lo hubiera sabido, me habría cambiado la vida. Lo llamo «mapeo de estrés». Cuando os marchéis esta tarde, al acabar la charla, llegad a casa y anotad todo lo que os estresa hoy. Todo lo que os estresa. Cualquier cosa. Dormir con el móvil al lado. Sabemos que aumenta el estrés. Tener el móvil en el escritorio. Sabemos que aumenta el estrés.

45:03

Los conflictos con los amigos. Anotadlo. Los conflictos con los padres. Anotadlo. Los objetivos demasiado lejanos que os estresan. Anotadlo. La primera vez que lo hice puse 60 cosas. Y luego empecé a eliminarlas. Cuando hayáis eliminado el 20 %, de repente haréis esto. Podréis volver a respirar. Si lográis eliminar el 50 %, será como si flotarais. Si elimináis el 100 %, seréis felices de verdad porque la gente que no tiene 20 osos persiguiéndolos es feliz. El estrés es el culpable de las enfermedades, la ansiedad y las depresiones en nuestra sociedad. Algunos sois jóvenes. Cuanto antes empecéis, mejor. Ojalá yo hubiera estado ahí escuchándome a los 17 años. Tenéis una gran oportunidad. Sed los mejores en autoliderazgo. Haced mapeo de estrés y empezad a eliminar. Aunque no queráis borrar ese conflicto con vuestros padres, hacedlo. Aunque no queráis borrar ese conflicto con vuestro compañero, hacedlo. Porque es un oso que os sigue constantemente. Os está intoxicando. Perdonad por el dramatismo, pero es un tema subestimado por nuestra sociedad. Gracias por tu maravillosa pregunta.

46:52
Catherine. Hola, David. Soy Catherine. Muchas gracias por compartir con nosotros tanto conocimiento. Creo que hemos aprendido un montón. Yo quería preguntarte sobre el conocimiento que tenemos sobre las hormonas. ¿Cómo podemos aprovecharlas para mejorar nuestra calidad de vida?

47:07
David JP Phillips. En mi libro escribo sobre seis hormonas: dopamina, oxitocina, serotonina, endorfinas, testosterona y cortisol. Yo llamo «el cóctel de los ángeles» a tener buenos niveles de las positivas. Cuantos más cócteles de los ángeles consumamos, mejor. ¿Cuántos cócteles de los ángeles disfrutamos al año? ¿Cuántos? ¿Cuántos días al año vamos sonriendo sin motivo? Solo porque estamos contentos. Algunos tendréis 50 días. Otros, 100. Otros, cinco. Algunos 200. ¿Por qué? ¿Nacisteis así? No tiene por qué. Y lo más interesante: ¿podemos aumentar esos días? ¿Qué creéis? Por supuesto. ¿Podemos tener más días buenos? Sí. ¿Quién lo decide? ¿Quién decide los días felices del año que viene? ¿Quién? Tú. Y nadie más. Ni tus padres, ni tus amigos ni el libro que estás leyendo ni yo. El único que lo decide eres tú. No digo que necesitemos 365 días de hormonas de la felicidad. Los malos días nos vienen genial para compararlos con los buenos. Pero sí deberíais tener 300 al año. ¿Y cómo los creamos? Pensemos en la oxitocina. ¿Cuándo os dieron un buen abrazo por última vez? Un abrazo bien largo. La oxitocina se libera cuando abrazamos. Se libera cuando tenemos contacto visual con alguien. Si tengo contacto visual contigo y confías en mí, la oxitocina sube. Si no confías en mí, no pasa nada.

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Pero si lo haces la oxitocina sube. Cuando compartimos aspectos personales, como la historia de mi depresión, la oxitocina sube y conectamos. La oxitocina nos hace valorar. Nos hace humanos. Nos hace apreciar la vida. Escuchad este sencillo estudio. Pidieron a dos grupos que caminaran por el bosque. Cinco kilómetros. Cada vez que tenían que evaluar su progreso, un grupo recibía una instrucción un poco distinta, la siguiente: «Queremos que os paréis de vez en cuando, miréis algo y admiréis su belleza. Mirad un árbol y admirad su belleza. Mirad una hoja y admirad su belleza. Mirad un ave y admirad su belleza». Ambos grupos tenían que hacerse selfis. Escuchad esto: seis meses después, terminados los cinco kilómetros, el grupo que se detenía de vez en cuando para apreciar la belleza era bastante más feliz. Estaba más contento. Pero lo mejor del experimento fueron los selfis. El primer grupo solo había caminado los cinco kilómetros. Sus caras ocupaban todas las fotos. Pero el grupo que se había parado a apreciar la belleza de la naturaleza hacía cada vez menos selfis solo de ellos. Al final del estudio, salían en un rincón de la foto para mostrar el árbol de atrás.

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Podemos manipular nuestros niveles de oxitocina y nuestra visión de la vida así de fácil. Observando la belleza. Para y hazlo. Eso es la oxitocina. Pasemos a las endorfinas. ¿Cómo podemos crear endorfinas? Fácil. Riendo. Riendo histéricamente. Reíos 30 segundos sin ningún motivo y aumentaréis vuestros niveles de endorfinas así. Esto parece sacado de «El doctor Jekyll y Mr. Hyde». Pero si estáis en una fiesta y pensáis: «No quiero estar con gente, no estoy muy social», marchaos al baño, cerrad la puerta, aseguraos de que está insonorizado, sentaos en la taza y reíos histéricamente un minuto. Al salir del baño habréis cambiado vuestra personalidad porque las endorfinas son sociales. Hacen que queramos estar con gente. En un minuto habéis logrado eso. Y otro ejemplo mejor: ¿recordáis aquel viernes sentados y riéndoos con cuatro amigos? ¿Os acordáis? Os reíais tanto que os caían las lágrimas. ¿Recordáis algún momento así? ¿Sí? ¿Que os saltaran las lágrimas de la risa? De repente no podéis respirar de la risa. Hacéis… Os escondéis bajo la mesa esperando no morir asfixiados. ¿Creéis que vuestras bromas están mejorando o empeorando? Vuestras bromas son horribles. Son lo peor porque estáis hasta arriba de endorfinas, muy similares a la morfina.

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Tenéis un factor químico aquí que en un minuto hace que os vengáis tan arriba que los chistes malos os dan risa. Así que en vuestro cóctel de los ángeles podéis subir vuestra endorfina así. Ya os he hablado de la testosterona, vamos a saltárnosla. Pero pasemos a la dopamina. No, dejémosla para el final porque es la mejor. Sí, pasemos a la serotonina. La serotonina es la hormona del humor. Viene de la luz del sol, de entrenar en el gimnasio o corriendo y puede venir de la comida. Si coméis bien, vais al gimnasio, entrenáis y os da el sol, tendréis buenos niveles de serotonina y mejoraréis vuestro humor. ¿Alguien ha estado en mi país, Suecia? ¿Y en Escandinavia? ¿Nadie? Venga ya, es preciosa. Tú has estado. Resulta que en invierno es de noche. Pasamos meses sin apenas luz solar. Hay una época en invierno en la que nunca sale el sol. La tasa de suicidios en Suecia es mucho más alta en esa época. La falta de luz del sol no les da serotonina, pero cuando llega la primavera la serotonina sube y los suicidios bajan. Y la gente se enamora. En Suecia, la época de enamorarse es la primavera. Todo es precioso. Todo es fantástico. Haced esas tres cosas para la serotonina. Y la última, la dopamina. Prestad atención, esto es importante. Muchos sois adictos a la dopamina. Eso significa… ¿Vosotros os tumbáis en el sofá viendo Netflix? ¿Sí? Recibís dopamina de Netflix. Pero, como no es suficiente, empezáis a picotear. Añadís otro nivel de dopamina. Pero no es suficiente, así que os bebéis un refresco viendo Netflix y añadís otro nivel de dopamina. Pero, como no es suficiente, miráis TikTok e Instagram a la vez mientras veis Netflix, mientras picoteáis, mientras os bebéis el refresco. Y puede que además con un amigo. Así que apiláis cinco niveles de dopamina y estáis genial. La dopamina es estar así. «Qué pasada». Si tenéis 17 años y vais a clase con este nivel de dopamina en la cabeza de tanto ver Netflix, TikTok y Snapchat, de picotear y los refrescos, y de repente la profesora dice que empieza la clase de historia y que hoy toca hablar del 1906…

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Los pobres chavales, ahí sentados con 15, 16 o 17 años, piensan: «Dame dopamina. Necesito dopamina. Ahí fuera me estaba bañando en dopamina». Lo mismo con los adultos. Si sois adultos y estáis en casa tirados en el sofá con Netflix, el móvil, picoteando… y llega vuestra pareja y os dice: «¿Limpiamos el garaje?». Os quedáis así. Si vuestro cerebro va a mil y vuestra pareja quiere limpiar el garaje os quedáis… «No quiero». Si sois adictos a la dopamina, y seguís añadiendo cosas, es peligroso. Si tenéis un hijo pequeño que tira de vosotros diciendo: «Papi, mami, ¿jugamos a algo? ¿Hacemos un puzle?». Vuestro cerebro automáticamente dice… Os sentáis con vuestro hijo y jugáis cinco minutos, pero vuestro cerebro dice: «Necesito más dopamina, más dopamina que un puzle. Intento ser buen padre, quiero a mi hijo, pero necesito más dopamina». Literalmente una conducta adictiva. Cuando cogéis un libro y pasáis una página, dos, tres. «No puedo. Necesito más dopamina. La adicción a la dopamina de nuestra sociedad está destruyendo nuestra habilidad de hacer cosas de verdad. Estar con gente, estar con nuestros hijos. Aprender a tocar la guitarra. Aprender idiomas nuevos. Terminar un libro. «Hobbies». Pero como todo esto va así, nuestro cerebro no lo quiere. Nuestro cerebro quiere… Había dejado la dopamina para el final porque está matando a nuestra sociedad. Porque nuestro cerebro prefiere pasarse una, dos o tres horas al día mirando el móvil. ¿Cuánto es eso por 365 días? Son muchas horas. Muchísimas. Son 1.000 horas. ¿Cuánto creéis que se tarda en tocar bien la guitarra? ¿Se puede aprender a tocar bien la guitarra en un año? ¿En 1.000 horas? Sí, se puede. Pero elegimos no hacerlo para hacer eso.

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Teresa. Buenas tardes, David. Mi nombre es Teresa. David, perdón. Por un lado estamos en un mundo VUCA en el que todo cambia constantemente, rápidamente, y por otro lado nos estamos convirtiendo en una sociedad en la que somos como un ratón dentro de la rueda. Eso en la era de las nuevas tecnologías se está convirtiendo en algo bastante más peligroso, especialmente con el móvil, con Netflix, con Instagram, con TikTok. El tema es: ¿cómo consigues romper esa dinámica? ¿Qué pautas nos puedes dar para que, cuando llevas mucho tiempo con un determinado hábito, conseguir decir: «Me levanto del sofá, no voy a ver mi serie favorita y me voy a ir a sudar al gimnasio, a estar corriendo en una cinta durante una hora». ¿Qué hacemos?

59:55
David JP Phillips. Sí.

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Teresa. Gracias.

59:58
David JP Phillips. Muy buena pregunta. He dedicado mucho tiempo a intentar averiguarlo. La caja fuerte para el móvil. Vaya. A mí me ha cambiado la vida. La caja de seguridad para el móvil. ¿Qué es eso? Hay muchas, unas 10 versiones distintas. Se trata de una caja en la que guardas el móvil y pones un temporizador del tiempo que pasará ahí. Dos horas, y se cierra. No puede abrirse. Se queda cerrada. Lo digo en serio, en cuanto lo hagáis… Os pondréis a hacer otras cosas. Al principio es un poco difícil, pero con el tiempo se va volviendo fácil. También deberíamos adelantarnos a nuestros hábitos. Si tenéis el hábito de pasaros la primera hora en la cama mirando el móvil y no os gusta, guardadlo la noche anterior. Antes de dormir, lo programáis para que no se abra hasta las ocho y media, a hora de iros a clase. Así no podréis usarlo. Os levantaréis más espabilados. Sí, la caja para el móvil es muy buen truco. Y puedo daros otro truco: en casi todos los móviles puedes poner un código para limitar el uso de ciertas aplicaciones. Hacedlo. Pensad de qué aplicaciones queréis desengancharos, metedlas en una categoría y pedidle a un amigo que os ponga el código. Así no sabréis cuál es. Así, cuando se os acabe el tiempo, no tendréis la opción de abrirla.

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La única forma de conseguir el código será llamar a vuestro amigo. Eso también ayuda. Ahí tenéis dos formas de controlar el uso del móvil en nuestra vida. Yo adoro los móviles. Lo uso mucho, es genial. No me gusta verlo como algo blanco o negro. Es fantástico. Llamar por FaceTime a mis hijos y usar aplicaciones es genial. El problema es el abuso. En resumen, el cóctel de los ángeles a diario. Crear más oxitocina parándonos a admirar las cosas. Crear oxitocina preocupándonos, mirando a los ojos, abrazando. Crear endorfinas sonriendo más. Riendo más. Ved más comedias. Ved más monólogos. Crear serotonina: tomar el sol, intentar hacer deporte a diario, comer bien. Y la cuarta: para la dopamina, reducid el uso del móvil, tened sueños y perseguidlos. Testosterona: creed en vosotros, concedeos victorias. Y cortisol: haced el mapeo de estrés. Ya tenéis el cóctel de los ángeles. Os aseguro que aumentará vuestro número de cócteles de los ángeles y no el de los cócteles del demonio. Pero los únicos capaces de dar el paso sois vosotros.

Mi herramienta para manejar el estrés - David JP Phillips, experto en comunicación y liderazgo
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“Si hay una habilidad comunicativa que deberíais dominar es la de contar historias”

David JP Phillips

1:03:30
José Carlos. Hola, David. Imagínate que la chica de tu vida, de la cual estás enamorado, con la que hace mucho tiempo que no hablas, llega un día y te llama para pedirte una cita y quedar contigo. Claro, en ese momento piensas que se te presenta una oportunidad única, pero tampoco tienes mucha confianza en ti mismo. ¿Qué es lo que harías? ¿Cómo lo afrontarías?

1:03:51
David JP Phillips. Me encanta. ¿Cuándo es la cita? Vaya. ¿Cuándo es la cita? ¿En una semana? ¿Dos?

1:03:59
José Carlos. Inmediatamente.

1:04:00
David JP Phillips. ¿Inmediatamente?

1:04:02
José Carlos. En dos días.

1:04:03
David JP Phillips. Vale, al acabar. En dos días. De acuerdo. En una cita puedes mostrar muchas versiones tuyas, ¿verdad? ¿Correcto? Hay versiones tristes, versiones felices, versiones enérgicas… ¿Quién quieres ser en esa cita? ¿Qué prefieres? Tú decides. ¿Qué quieres ser? Digamos que quieres ser la persona feliz. Una versión enérgica de ti. Como he dicho, vete al baño, ríete histéricamente un minuto y al salir habrás aumentado tu endorfina, lo que te hará sonreír más. Te volverá más divertido. Habrás escogido esa versión tuya para esa cita. Pero imagina que quieres estar tranquilo, conectado, presente, atento, algo genial para una cita, ¿no? La oxitocina es tu aliada. ¿Cómo aumentamos nuestros niveles de oxitocina? Muy fácil. Mirad un vídeo de algo que os emocione. Mis favoritos suelen ser personas que ven el color por primera vez o que oyen por primera vez. ¿Los habéis visto? Cuando los veis, os quedáis: «Madre mía». Haced eso. No quiero que os pongáis a berrear allí mismo, solo que os brillen los ojos. Si vais así a la cita, seréis esa versión vuestra atenta, serena y presente. Escucharéis más atentamente a la otra persona. Creo que lo peor que podéis hacer es estar esperando a vuestra cita haciendo tiempo con el móvil. Entrar en TikTok, en Snapchat, en YouTube. Estar así y que de repente entre y os quedéis: «Hola». Os habréis enganchado a la dopamina, y la conversación parecerá más lenta que si no hubierais hecho eso. Cuando empiece a pareceros lenta, comenzaréis a mirar a todas partes y pareceréis impacientes. Parecerá que os da igual. Dudo que esa sea la versión que queréis. Quedaos con eso. Hay muchas versiones de vosotros. Creo que mucha gente es igual en todas partes. No escogen quiénes son. Pero, cuando escogemos, podemos convertirnos en la mejor versión para cada situación. Quizás eso salve la cita y te consiga otra, y otra. Durante esas citas podrás mostrar tus otras versiones. La de la dopamina y hasta la del cortisol. O la triste. Pero si empiezas por la triste puede que ella no quiera más citas. ¿Vale? Sois quienes escogéis ser.

1:07:09
Marlene. Gracias, David. Ha sido un placer escucharte hoy. Has hablado sobre ciencia, has hablado sobre «storytelling», y lo que nos gustaría saber es cuál es la ciencia del «storytelling».

1:07:25
David JP Phillips. ¿Vosotros contáis historias? ¿Sí? Bien. Intentaré poneros en contexto. ¿Cuántos habéis contado más de 10 historias hoy? Levantad la mano. Bien. Me temo que estáis todos equivocados. ¿A qué me refiero? No he preguntado cuántas historias habéis contado al resto, sino cuántas habéis contado. ¿Cuántas historias habéis contado aquí? ¿Cuántas? ¿Cuántos momentos habéis revivido del pasado? ¿Qué pasó la última vez que visteis a esa persona? ¿Y la última vez que estuvisteis allí? ¿Cuántos habéis simulado el futuro con historias? Cuando llegue a ese sitio me iré a las nueve, haré eso, aquello… ¿Cuántos? ¿Más de 10 veces? Seguro. ¿Más de 100? Claro. Seguramente hacéis miles de simulaciones al día. Os contáis miles de historias al día. Miles. Revivís el pasado y simuláis el futuro para entender el presente. No hay otra forma de comunicarse con el cerebro. No os comunicáis con diapositivas de PowerPoint, ¿no? No hay un PowerPoint proyectándose en vuestra mente, ¿no? Habláis a vuestra mente desde una perspectiva narrativa. Todo este mundo se basa en las historias. Cuando habláis con la gente y usáis PowerPoint, tienen que traducirlo a una historia. Dais un rodeo tremendo. Contadles una historia. Cualquier momento de vuestra vida es una historia. Pero lo más importante en el «storytelling» es la dopamina. La dopamina es la clave del «storytelling», porque la dopamina os hace pensar: «Dame más». Cuando acaba una serie… Son las 23:30 de la noche y estáis viendo un episodio de una interesante serie de Netflix.

1:09:40

¿Qué probabilidad hay de que digáis: «Uno más, solo uno más»? ¿Verdad? Porque os dejan en vilo, y eso os hace pensar: «Dame más». Cualquier serie y cualquier película que os deje con ganas de más tiene dopamina. Hagamos un experimento. Voy a contaros una historia, pero de dos formas distintas. Dura 25 segundos. La primera versión no tiene dopamina. La segunda tiene dopamina. ¿Cómo lo hago? Juzgadlo vosotros mismos. Ahí va la primera versión: «El hombre se levantó por la mañana. Miró a su derecha, se puso las zapatillas y caminó hasta la puerta, que estaba abierta. Vio pisadas de agua en el suelo, cruzó el pasillo y salió al balcón. Se acercó a la barandilla y se asomó a la piscina. Fin». Es una historia, pero no contiene dopamina. Añadamos dopamina. Ahora veréis: «Lo que no os he dicho es que es una historia real. Le ocurrió a un amigo mío. Una mañana se levantó, miró a su derecha y vio que la cama estaba vacía. ¿Dónde estaba su hijo? El pulso se le aceleró. Se puso las zapatillas y corrió hacia la puerta. Estaba abierta.

1:11:17

Él la había cerrado. Salió al pasillo y gritó para sus adentros cuando vio las pisadas mojadas que iban del baño hacia la piscina. Corrió por el pasillo como nadie lo ha hecho nunca. Gritando por dentro. Salió al balcón, se acercó a la barandilla, se asomó a la piscina… “Y entonces me llamó desde el hospital”, me dijo». Fin. La segunda versión es la misma historia, pero queréis oír el final. A diferencia de la primera. ¿A que es fascinante? En el «storytelling» la clave es generar dopamina. Y eso se hace, recordadlo cuando os vayáis, dejando incógnitas. Así se hace. Ahora mismo tenéis muchas incógnitas. ¿Por qué se le aceleró el pulso? ¿Quién estaba en la piscina? ¿Qué edad tenía el hijo? ¿Por qué llamó desde el hospital? ¿Qué había pasado? Tenéis muchas incógnitas que vuestro cerebro quiere responder. Eso es el «storytelling», crear esa sensación de: «Dame más». Y esa es la ciencia del «storytelling». La dopamina es un neurotransmisor que podemos crear en los demás generando intriga. ¿No es genial? Y podría seguir con este ejemplo añadiendo oxitocina, serotonina… puedo añadir otras sustancias en mi historia puliéndola, cambiándola. Y eso es lo bonito del «storytelling», porque es la vida. Si hay una habilidad comunicativa que deberíais dominar es la de contar historias. Después de cenar, contad una historia.

1:13:13

Si se os da bien, os escuchará todo el mundo. Si sois profesores y contáis bien una historia, la clase se quedará en silencio. Si sois los encargados de una gran empresa, e intentáis motivar a los empleados con una buena historia, triunfaréis. No hay nada mejor que el «storytelling», porque es como vemos el mundo. Creo que es importante no fustigarse. Fustigarnos por no estar en nuestro mejor momento con nuestro alrededor. Es importante recordar que nunca, en toda la historia, lo ha tenido tan difícil el cerebro. Nunca, en toda la historia, ha sido tan difícil vivir para el cerebro. Nuestros ancestros hace 5.000 años lo tenían fácil. Hace 10.000, más fácil aún. Hace 20.000, pan comido. ¿Lo vuestro? Lo más duro de toda la evolución. ¿Por qué? Porque os bombardean con estímulos constantemente. Os persiguen osos a todas horas. Cuando vais a hacer la compra, el 70 % de la comida no es saludable. No coméis bien. No podemos acostarnos a nuestra hora por la luz artificial. Los ritmos circadianos se nos desregulan. Entramos en apps de ligar y cuando la gente nos ignora es como una puñalada. El cerebro humano nunca lo había tenido tan difícil. No os fustiguéis si no estáis al 100 % todos los días. Pero, dicho esto, es vuestro derecho y vuestro deber aprovechar al máximo. Si aprendéis a controlar estas substancias, aprenderéis a ser felices en este mundo, porque nuestro mundo es maravilloso. Tenemos coches increíbles, aviones que nos llevan donde nuestros ancestros solo podían soñar, podemos aprender lo que sea, podemos ser lo que sea. Nuestro mundo es mejor que nunca. Pero es más difícil para nuestro cerebro, depende de vosotros aprender a sobrellevarlo. La clave es el autoliderazgo. Dominadlo. A mí me salvó. Gracias.