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Lo mejor de las pasiones, es que se pueden estudiar

Pablo Alborán

Lo mejor de las pasiones, es que se pueden estudiar

Pablo Alborán

Músico y compositor


Creando oportunidades

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Pablo Alborán

En su casa había un piano. Muy antiguo, desafinado y con las cuerdas gastadas. Pero, de niño, a Pablo Alborán le parecía “una nave espacial”. Lo miraba fascinado y se sentaba durante horas a aporrear sus teclas. Un día, su madre le dijo algo muy especial: “Lo mejor de las pasiones, es que se pueden estudiar”. Y así lo hizo, con una buena maestra que fomentó su pasión y dedicación por la música. “Sentado en el piano sentía que podía transmitir lo que quería, ser yo mismo, estar en mi mundo… La música me hacía feliz”, explica hoy Alborán.

Compuso sus primeras canciones con doce años, y ya entonces despuntaba en él un talento fuera de lo normal. En su Málaga natal, se formó también en el flamenco, la música acústica y la guitarra. Empezó su andadura subiendo sus propios temas a plataformas como MySpace o YouTube, hasta que un productor musical llamó a su puerta y así comenzó una carrera llena de éxitos y reconocimientos. 23 años después, con más de 30 premios musicales a sus espaldas, su pasión sigue intacta y la música sigue siendo su vida: “A mí me sigue fascinando lo que hago, me sigo emocionando cada día. Creo que, en realidad, ese es el verdadero éxito”, asegura. En 2021, Pablo Alborán fue nombrado embajador de Unicef para la infancia: “La educación es un puente directo a la libertad”, concluye.


Transcripción

00:07
Pablo Alborán. Muy buenas, ¿cómo estáis?

00:10
Público. ¡Bien!

00:11
Pablo Alborán. ¿Bien? Para los que no me conocéis, mi nombre es Pablo Moreno de Alborán. Artísticamente, Pablo Alborán. Tengo 32 años. Nací en Málaga. Madre francesa nacida en Marruecos. Mi padre es malagueño. Estudié en el Liceo Francés de Málaga y ahí es donde di mis primeros conciertos, porque soy músico. Y todo empezó porque recuerdo que en casa había un piano de la marca Pleyel, que es un piano del 1900, que mi padre tenía casi de decoración, porque la afinación del piano no funcionaba. Era imposible volver a afinarlo. Las cuerdas estaban superantiguas. Y recuerdo que cuando era chiquitito, desde los seis o siete años, estaba siempre observando el piano como si eso fuera una nave espacial. Le aporreaba las teclas. Y recuerdo un día que mi madre me dijo una de las frases más espectaculares que recuerdo y fue: «Lo mejor de las pasiones, es que se pueden estudiar. Y, si esta es tu pasión, puedes estudiarla, y entonces tu pasión se volverá inagotable». Y así fue. Empecé a estudiar piano con una profesora polaca, que era muy estricta conmigo, pero por otro lado era muy pasional. Y entonces me ayudó a enamorarme también de la música y sobre todo de la parte más engorrosa que tiene la música, que es el solfeo y toda la parte matemáticas, que es lo que cateaba en el colegio. Y a partir de allí, pues empecé como a encontrarme, a encontrar realmente cuál era mi lugar, mi burbuja. El lugar donde me encontraba cómodo, feliz, donde no había problemas, donde no había presiones tampoco.

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Y empecé a dar conciertos en el conservatorio y en el Ateneo de Málaga. Y recuerdo que uno de los conciertos, que era una pieza clásica. No me acuerdo de lo que era, pero era una pieza clásica, superbarroca y muy complicada, y se me olvidó. En mitad del concierto. Yo tendría, pues… Ahí tendría nueve años. Y recuerdo que me senté ahí, empecé a tocar y me olvidé de todo. Entonces, automáticamente hubo algo aquí que hizo «clic», y empecé a inventarme toda la obra que venía después. Y cuando me la terminé de inventar, terminé el concierto, yo me levanté, saludé, miré a todos los padres, hice así, me fui muy contento… Me fui, bueno, a la habitación que había. Mi profesora estaba con una cara de mala leche que no os podéis ni imaginar. Y recuerdo que yo tenía algo como de presión porque dije: «Ostras, mi padre», que es un cinéfilo, melómano, ama la música, el arte. Sabía perfectamente que me lo había inventado todo. Entonces llega, y me dice: «Tú sabes lo que yo sé». Y le digo: «No…». Dice: «Sí, te has inventado la mitad de la obra». Y le digo: «Pues sí, papá, ¿qué quieres que te diga? Me la he inventado…». Y me dio un abrazo y me dijo: «Enhorabuena. ¡Enhorabuena! Que les den a todos. Enhorabuena». Y a partir de ahí dije: «Ostras, pues igual el crear también me mola, ¿no?». El inventarme un mundo que, bueno, en el que me sentía… Pues que resolvía un poquito el asunto, me hizo gracia.

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Luego empecé con la guitarra, empecé a componer mis propias canciones. Y cuando vi que las letras y la música ya no eran de otra persona, dije: «Ostras, esto no sé si es bueno o es malo». Me daba igual, pero era mío. Es como el que pinta un cuadro o el que… No sé, era algo realmente especial para mí. Porque de pronto veía que, cuando cantaba algunas canciones, pues amigos, que era mi primer público, amigos y la familia… Algunos se sentían identificados con las letras, con la música o veía que entendían como yo el amor, el dolor, los celos, la envidia. Y cosas que a lo mejor con doce años, que fue la primera canción que escribí, a esa edad. Que uno no sabe ni lo que es el amor, ni lo que son los celos, ni lo que es nada, ni lo que es la vida. Pero veía que había una conexión con la gente. Y yo decía: «Ostras, me conecto mejor a través de la música que de cualquier otra forma». Subía mis vídeos a MySpace, que era una plataforma de música donde la gente escuchaba canciones desde cualquier parte del mundo. Luego estaba YouTube también y había críticas. Había críticas… opiniones, críticas constructivas. Veías que a lo mejor alguien que era de otro país o con otro idioma, tenía una opinión sobre lo que yo hacía y era… Ostras, muy muy útil para mí también, ¿no?

Lo mejor de las pasiones, es que se pueden estudiar. Pablo Alborán, músico y compositor
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Después de eso, todas las redes sociales y, digamos, las plataformas hacen que empiece a llegar gente. Productores, editoriales, compañías de discos… que se interesan. Confían en mí. Llega un productor, manager, editor, me da la oportunidad de empezar a trabajar en un disco. Llega una compañía discográfica y se dispara todo. Y entonces ahí es cuando la música se vuelve oficio, se vuelve profesión. La música sí que es verdad que siempre creo que es importante que uno lo haga para sí mismo. Porque para mí ha sido un lenguaje, un desahogo, una necesidad. Y luego, si encima la gente se siente identificada y hay aceptación, ostras, pues tres veces más gratificante y motivador. Pero también el equilibrio está en que de repente, si no gusta o si, de repente, hay un objetivo y no se cumple el objetivo, a mí me sigue haciendo mucha ilusión lo que hago. A mí me sigue poniendo la piel de gallina y me sigue emocionando hablar de lo que hago y estar aquí y hablar de lo que más me apasiona. Que eso creo que realmente es lo que he conseguido gracias a la gente que me rodea. Y no hubiera sido posible sin un equipo honesto, sin un equipo que te diga la verdad. Y es importante también que tengas gente a tu alrededor que no te desmotive, ¿no? Porque en este trabajo, como en cualquier otro trabajo, compañeros de trabajo, un jefe, una jefa o un ambiente hostil. Puede hacer que de pronto digas: «Ostras, a mí esto no me gusta o ha dejado de emocionarme». O que llegues a casa tan cansado que digas: «A mí esto ya no me merece la pena».

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Y yo he tenido mucha suerte también en ese sentido. En tener, sobre todo, una familia también que me ha acompañado, que me ha apoyado, en las buenas y en las malas. Porque si no hubiera tenido un padre que fuera arquitecto, que se dedicara al arte en cierto modo, que no le gustara la música, que no defendiera sus… Su humanismo, porque él es muy humanista. Es una persona a la que le encanta el saber. Si no hubiera tenido unos hermanos que se dedican también al arte, si no hubiera tenido una madre que defiende las pasiones de sus hijos y que los apoya, pues yo no podría haberme dedicado a esto o me hubiera costado mucho más. Así que, por encima de todo, está el tener gente a tu alrededor que te ayude a formarte, profesionalmente y, sobre todo personalmente. Que te haga seguir creyendo, en mi caso, sigo y seguiré creyendo en la magia que tiene el arte. Eso por encima de todo. Y me hace muy feliz estar aquí porque la pandemia nos ha separado mucho y necesitaba y me hace especial ilusión poder encontrarme con vosotros. Y, en muy resumidas cuentas, os he contado un poco lo que ha sido mi vida, pero me encantaría escucharos a vosotros y estoy aquí para responder lo que queráis.

08:31
Alexandra. Hola, Pablo. Mi nombre es Alexandra y quería preguntarte qué significa la música para ti hoy en día y qué crees que nos aporta la música en la vida.

08:41
Pablo Alborán. A mí la música me ha enseñado a disfrutar mucho más de lo que me da la vida. He sentido muchas veces, desde muy pequeñito, cuando empezaba a tocar el piano o la guitarra, o cantaba o escuchaba música, que hay cosas que no se pueden explicar en el día a día. Hay emociones que no se pueden traducir exactamente y la música sí tiene como más herramientas para traducir lo que sentimos y para traducir lo que vemos, para… Lo traduce mejor. Hay cosas y hay sensaciones que no siempre dependen de la palabra. Dependen de cómo está usada la palabra, de cómo está acompañada la palabra con música, qué tipo de música. De pronto, cuando te da curiosidad todo eso y empiezas a estudiar y dices: «Ostras, es que la música…». Si tocas un acorde menor y un acorde mayor, por ejemplo, técnicamente, hay una sensación que no te la sé explicar. Y es una constante búsqueda. Y yo, que soy muy inquieto y muy curioso, el estar buscando constantemente la fidelidad entre lo que quiero decir y lo que siento y lo que tú vas a sentir, que no tiene a lo mejor nada que ver con lo que va a sentir la otra persona, a mí eso me parece mágico. Y eso te lo da la música. Para mí es una necesidad constante en la vida.

10:09
Silvia. Hola, Pablo. Soy Silvia. Si pudieras elegir una canción que te haya… Que sea importante para ti y que te haya marcado de una manera importante, ¿cuál sería y por qué?

10:23
Pablo Alborán. Pues, Silvia, yo creo que una de las canciones que más me gusta cantar, me gusta recordar o me gusta escuchar, es una que no tiene letra. Es el «Jazz Suite No. 2» de Shostakovich, que es un vals. Y dice algo así como… (tararea). Es una cosa así. Y, cuando la escuchaba de chico, que mi padre y mi madre siempre ponían música clásica. Ponían jazz, ponían música francesa, ponían un poco de todo. Pero esa canción a día de hoy me sigue transmitiendo algo que cuando lo escuchas es una mezcla de nostalgia, de mucha elegancia cuando lo escuchas y, de pronto, parece una canción de circo. Parece una canción infantil, incluso. Y es como si abrieran las puertas de un parque de atracciones. ¿Habéis visto la película ‘Big Fish’? A mí esa película me flipó. Podría ser perfectamente una banda sonora de esa peli. Es como un sueño y, de pronto, abres la puertas del sueño y las vuelves a cerrar. Las vuelves a abrir y las vuelves a cerrar. Es un poco ese rollo. Y esa canción me transmite eso. Por eso es una de mis canciones que, además, cuando estoy solo en casa cocinando o estoy llegando de algún sitio o en el coche y no tengo la radio puesta, instintivamente me sale cantar esas melodías. Y lo he usado mucho para dormir a mis sobrinos cuando eran pequeños. Gracias, Silvia.

12:24
María Luisa. Hola, Pablo. Soy María Luisa. Yo quisiera saber quiénes han sido tus referentes musicales y por qué. Y también otra cosa: ¿quiénes has considerado tú tus maestros de vida?

12:36
Pablo Alborán. Pues, María Luisa, maestros musicales… Mi primera maestra, que fue mi profesora de piano, Elena Otieva. Y luego he tenido como muchos maestros sin que ellos supieran, y ellas, que son maestros míos. Pero son, pues, todos los artistas que he escuchado, que sería una lista interminable. Pero, al final, todos han sido… Toda la gente que me ha rodeado ha sido maestra y maestro de algo, porque no solo depende de lo que te enseñen, sino de lo que tú quieras aprender de los demás. Y luego, en lo personal, sí he tenido gente o referentes que me han enseñado mucho. He tenido en mi familia, que me han enseñado a saber lo que es una familia, lo que es un refugio, lo que es tener un lugar donde volver cuando las cosas se ponen raras. No todo el mundo tiene la suerte de tener un entorno y una familia que apoye lo que quieres hacer con tu vida, lo que quieres trabajar, lo que quieres estudiar y es superimportante tener un núcleo. Luego he tenido a Simone Bosé, que fue el presidente de mi primera compañía. Él me enseñó a ser un señor en el mundo de la industria. Él fue de los pocos señores que hay en el mundo de la industria. Y me enseñó también a ponerme colorado, a que te pongan colorado, y a entender un poco el oficio, digamos, sin perder los papeles y sin… Intentando que no te vuelvas loco. Y luego tengo… Tengo muchos, pero te diré a dos personas muy especiales. Uno de ellos es Fernando, que me ha enseñado a defenderme y me ha enseñado a protegerme sin dejar de ser generoso y sin dejar de ser honrado. Y luego tengo a una persona que tiene un nombre que todo el mundo olvida en el día a día. Ella me ha enseñado lo que es ser leal y lo que es luchar hasta el final. Y su nombre es Esperanza. Así que esos han sido, en resumidas cuentas, y siguen siendo, mis maestros.

14:48
María Luisa. Gracias.

14:49
Pablo Alborán. A ti, María Luisa.

14:52
Manoli. Hola, Pablo. Me llamo Manoli. Te quería hacer una pregunta un poco más personal: ¿cuál ha sido uno de los momentos más difíciles de tu vida y uno de los más felices? Gracias.

15:03
Pablo Alborán. Quizás, los últimos, han sido tener a mi familia conmigo. Ver a una de mis sobrinas tocar mi piano, que yo no sabía que tocaba así de bien, y empezó a tocar «Love Story», que es supercomplicada de tocar, y te lo juro, que empecé a mirarla y dije: «¿Pero en qué momento?». ¿Qué sorpresa, no? Qué emoción. Y luego el momento más duro, yo creo que son las pérdidas. Es como cualquier ser humano. Yo creo que son las pérdidas y a lo mejor perderte cosas por tu trabajo, algunos momentos que te has perdido y que no vas a poder recuperar, pero sí que puedes redirigir un poco cómo quieres seguir trabajando de aquí en adelante. Y creo que la pandemia nos ha enseñado mucho y nos ha hecho ver que hay cosas que uno no se puede volver a perder y que están por encima del trabajo, que están por encima de uno mismo, que están por encima de muchas cosas. Teniendo esa balanza, te das cuenta de que hay que vivir y que hay que tener más tiempo de risas y menos de pataleta. Ese es un poco el trabajo que intento hacer y que intento transmitirle a todo el que está a mi alrededor, porque… Porque la vida se esfuma. Entonces, te tienes que enfadar, como todo el mundo. Uno tiene que gritar, llorar, decepcionarse. Todo lo que hace el ser humano, somos seres humanos. Pero también hay que reírse, hay que disfrutar, hay que emocionarse. Y, sobre todo, que eso dure más y que lo otro dure menos. Gracias, Manoli.

16:44
Alberto. Hola, Pablo, soy Alberto, vecino tuyo de Granada. A raíz de lo que has contado, y algo que es normal, en la vida hay muchos éxitos y fracasos, me gustaría preguntarte qué éxitos y qué fracasos son así los más importantes para ti y qué te han enseñado ambos.

17:04
Pablo Alborán. Muchas gracias, Alberto. Viva Granada. Yo creo que los éxitos profesionales es que pueda seguir dedicándome a la música y sobre todo seguir estudiando, formándome y viviendo experiencias. Eso es el éxito al final. El éxito yo creo que depende mucho de cómo lo viva cada uno. Pero para mí es que tú te levantes por la mañana o vayas a trabajar y te sigas emocionando con lo que haces y que habrá días buenos, días malos, pero que te siga poniendo la piel de gallina lo que haces. Eso es el éxito. Que pasen veinte años más, por Dios, y que yo siga con la voz temblorosa cuando hablo de la carrera y cuando hablo de la gente que me acompaña y cuando hablo de cuando me subo a un escenario. Eso me pasa, ¿no? Tener a mi familia cerca es otro éxito. Conseguir que estén conmigo, eso es un éxito. Y un fracaso… Pues lo que no sería el éxito. Es decir, el fracaso sería que yo, después del esfuerzo y de las horas que le he echado a esto, no me siguiera emocionando y que se hubiera convertido en algo mecánico, automático, banal, que las relaciones con la gente con la que trabajo fueran tremendamente oportunistas o frías. Eso sería un fracaso absoluto. Y sería un fracaso profesional, porque solo no se llega a ningún sitio, y sería un fracaso personal, porque me convertiría en un amargado. Y tengo suerte de reírme en mi trabajo, de aprender, de estar acompañado cuando algo pasa, algo malo pasa, y de dar media vuelta y decir: «Bueno, no estoy solo». Y eso es un regalo para cualquier persona. Y en el mundo en el que vivo, que es el mismo que el tuyo, pues eso es un éxito. El fracaso sería todo lo contrario.

Lo mejor de las pasiones, es que se pueden estudiar. Pablo Alborán, músico y compositor
18:59
Mari Carmen. Hola, Pablo, soy Mari Carmen. Me gustaría hacerte una pregunta: ¿cuáles serían para ti los valores más importantes que hay en la vida?

19:09
Pablo Alborán. La educación. La educación creo que es un valor y un puente directo a la libertad. Un niño, por ejemplo, educado en la diversidad, la igualdad, en cultura. Que dotes a alguien de herramientas para vivir en cualquier sitio, con cualquier persona. Que esté capacitado y preparado para afrontar cualquier problema y que tenga, cuantas más herramientas, mejor. Y eso lo da la educación. Un niño sin tener acceso a la educación es prisionero. Y el conocimiento es algo que nos va a dar posibilidad de rebatir, de argumentar, de entender al otro, de tener empatía, de respetar la opinión del otro. Y eso te hace libre. O sea, yo creo que, entre otras muchas cosas, es uno de los valores que creo fundamentales. Gracias, Maricarmen.

20:28
Ana. Hola, Pablo. Soy Ana. Sabemos que eres embajador de Unicef, de la infancia, y, bueno, como estamos en un programa educativo, nos gustaría saber qué mensaje quieres mandar.

20:41
Pablo Alborán. Pues mi mensaje al final es la defensa de la infancia. La defensa de todos los valores que se deberían adquirir en la infancia, o desde la infancia, como la educación. Y, sobre todo, creo que un niño o una niña que tiene acceso a esas herramientas, es no solo un puente directo hacia la libertad, sino hacia la felicidad también. Y, sobre todo, es darle alas a una persona que, por suerte o mala suerte, ha nacido en el lugar más «desafortunado», digamos, ¿no? Porque eso no lo eliges tú. Y en eso Unicef, y no solo Unicef, hay millones de fundaciones, organizaciones, ONG, que trabajan para precisamente darle alas a las personas y en este caso la infancia, los niños que nacen en un lugar más complicado que el nuestro. Cuando me nombraron embajador, ostras, de pronto dije: «Cuántas cosas tengo que hacer, cuántas cosas hay que arreglar, cuántas cosas tengo que solucionar». No es algo que que podamos solucionar del día a la mañana. Pero sí podemos hacerlo, estoy convencido de que se puede hacer, cada uno desde su lugar, con sus posibilidades, con su tiempo… Con las herramientas que pueda, se puede ayudar. Y, en este caso, la infancia es clave, porque es desde donde crece todo. Entonces, cuanto más podamos hacer, pues mejor.

22:29
Ana. Gracias.

22:30
Pablo Alborán. A ti, Ana.

22:35
Ruth. Hola, Pablo. Has viajado por todo el mundo y has compartido escenario con muchos artistas importantes de nuestra época. ¿Qué te llevas de ese viaje? ¿Qué aprendizaje de esos viajes y, sobre todo, de esas personas con las que has compartido? Y, si quieres contarnos alguna anécdota, pues también.

22:52
Pablo Alborán. Muchas gracias, Ruth. Pues mira, cosas que he aprendido… Igual me matan, pero de otros artistas o de otros grandes de la música te voy a decir algo: no todos los más grandes son los más humildes. Eso lo he aprendido, que es una frase que se dice mucho. «Los más humildes son los más grandes al final». Hay de todo, como en todos lados. He aprendido también, y rescato, que también, por otro lado, hay una generosidad abismal. Y yo he sentido esa generosidad por muchísimos artistas que me han dado la posibilidad de subirme a sus escenarios cuando nadie me conocía, en el otro lado del mundo. He tenido la posibilidad de aprender muchísimo. En Chile, en México, en Argentina, en Miami, en Los Ángeles… En lugares donde jamás pensé que iba a cantar. Y me han demostrado que, una frase que digo mucho, que es que la música no es competir, sino compartir. Y es completamente cierto. Y momentos así, también te digo, me encantaría que la gente viera cómo viajo en esos aviones que me llevan de un lado para otro. De doce horas. Me bebo una botella de vino, porque no soporto volar. Eso para empezar. Entonces, me tendrías que ver con un calcetín de un color y otro de otro, o uno de estos que te dan en el avión y lo mezclo con el otro, y viendo las películas más chorras, más ridículas, con el antifaz puesto así.

24:35
Pablo Alborán. Viendo una serie y con un miedo a volar agarrado a la silla. Bueno, ahí se te muere el mito. Vamos, literalmente. O sea, esas experiencias sí que me las tengo guardadas, y además me acuerdo más de eso, de los viajes que hago a los escenarios, que de algunos escenarios. Imagínate lo mal que lo paso. Pero es verdad que me lo he pasado muy bien y he disfrutado mucho, sobre todo porque no solo me han enseñado a compartir en los escenarios, sino que yo he podido compartir eso con gente estupenda. Con mi banda, con mis músicos, con los ingenieros, los técnicos, con técnicos de otros lugares. Aprender cómo se funciona en otro sitio. Digamos que los escenarios no son todos iguales, y toda la gente que trabaja no es igual en un sitio o en otro. Eso es superenriquecedor. Y eso es lo que me llevo de estos viajes. Y, obviamente, el cariño del público. Y sigue siendo bonito encontrarme con la sonrisa de la gente, con el aplauso y, sobre todo, con la pasión con la que vienen a los conciertos. Es algo que me… Eso es un privilegio enorme al dedicarme a lo que me dedico. Gracias, Ruth.

25:48
María. Hola Pablo, me llamo María y tengo 14 años. He leído que a ti te gusta escuchar música de todos los géneros y épocas y que defiendes que hay que escuchar música de todo tipo. ¿Qué me recomendarías a mí y a todos los jóvenes de ahora?

26:06
Pablo Alborán. Yo creo que ahora, en el momento que vivimos, que además, teniendo 14 años sabes de lo que hablo, viendo cómo funciona la música ahora, o más bien la música no, sino las redes y lo rápido que va la información, y una canción de repente la escuchas en un sitio y ya la tiene todo el mundo y ya todo el mundo la conoce porque la ha visto en una plataforma o en otra… En fin, que todo va muy rápido. A mí me sirve mucho tomarme un poco de tiempo para escuchar la música. Y es como que tienes que tomarte tú el tiempo de realmente disfrutar de lo que te gusta a ti. Y tenemos la suerte de que esas plataformas tienen algo muy positivo, que es que tú eliges. Y, no sé, yo te recomendaría a lo mejor escuchar lo que nadie escucha, aunque sea media hora al día. Decir: «Oye, pues todo esto es lo que está escuchando la gente. ¿Qué es lo que no se está escuchando masivamente?». Pues, de pronto, que lo escuches. Y la satisfacción que te va a dar, que cojas a un amigo, una amiga, y le digas: «¿Has escuchado esta canción?». Y que te digan que no y que les mole y tú digas… Ese mérito es tuyo, ¿sabes? Y esa sensación de descubrirle a alguien algo, eso no se puede perder. Y te lo dan… Hoy en día nos lo dan todo como supermasticado. Cuando ves una serie de televisión o un dibujo animado de niños, ya las bromas están como superseguidas. No te dan tiempo ni siquiera a asimilar la broma que acaban de hacer porque ya te han enseñado otra. No hay silencio, no hay un ratito para reírte, aunque sea de lo que acabas de escuchar, porque automáticamente te han metido otra broma. Pues con la música, a veces, pasa un poco lo mismo. Y es un ejercicio que nadie nos dice, ¿no? Que creo que es algo que uno tiene que hacer. Al menos eso es lo que hago yo. Yo, en mi casa, intento usar el tiempo en descubrir cosas que nadie me ha enseñado, que nadie me ha descubierto y eso está muy guay, porque luego cuando lo haces con alguien, quedas como Dios. Gracias, María.

28:18
Jean. Hola, Pablo. Yo quisiera preguntarte sobre tus inicios en el mundo de la música. Antes dijiste que subías tus canciones a una plataforma que se llamaba MySpace…

28:27
Pablo Alborán. Sí. Sí.

28:27
Jean. …Y después a YouTube y así te diste a conocer. ¿Tú crees que las nuevas tecnologías pueden ayudar a los nuevos artistas? ¿Y cómo crees que ha influido la tecnología en el mundo de la música?

28:41
Pablo Alborán. Pues, Jean, muchas gracias por esa pregunta. Yo creo que a mí las plataformas son las que me han ayudado desde el principio. Aparte de mucho trabajo, pero detrás de esas plataformas, detrás de esos ‘likes’ y detrás de esos ‘plays’ hay una persona que está dando ‘play’. No es un robot, no es un ente robótico, ¿no? Son personas. Entonces, yo creo que el equilibrio está en no olvidarnos de la parte humana que tiene la música y la industria. Cuando digo «industria» es que suena como superfrío, pero el oficio de la música, todo lo que hay, todo lo que acompaña a la música. Y las plataformas tienen algo buenísimo, que es lo que contaba antes. Que en realidad tú eliges. Tienes la posibilidad de hacerte una ‘playlist’ con las canciones más chungas, que te gustan a ti, solo a ti y las tienes todas juntas. Eso de entrada. Las canciones del estilo… Pues no sé, desde el flamenco, desde el jazz, desde cualquier estilo. Los tienes todos agrupados como a ti te da la gana, cuando a ti te da la gana y lo escuchas cuando quieres. Eso me parece superimportante.

29:57

Y luego también el compartirla. El enseñarla, el descubrir cosas que a lo mejor no conoce nadie y no está a lo mejor en las listas más escuchadas. Y eso va a hacer que de pronto la música vuelva a cobrar su sentido, que es el de compartirla, el de generar opinión… Aunque no te guste, da igual. Eso también genera opinión. ¿Y por qué no te gusta? Pues mira, por esto, por esto. ¿Y por qué te gusta esto? Pues mira, no te lo sé explicar, pero me gusta. Y lo escucha otro y dices: «Ostras, yo tampoco sé por qué me gusta esto, pero me gusta». Y ya creas una conexión con alguien. Eso es brutal, porque conectas con la gente. Pero el otro equilibrio está en que no hay que olvidarse… Pues lo que te decía, que al final el exceso de información también hace que nos podamos perder. Es un exceso también de información a veces, ¿no? Pero, otra vez lo mismo, el poder está en ti. Todo depende del esfuerzo que hagamos o de la importancia que le demos. A mí me gusta tomarme el tiempo en todo, en general. Menos en cocinar, que lo hace la Thermomix, yo en el resto me gusta… Me parece positivo el tener esa herramienta.

Lo mejor de las pasiones, es que se pueden estudiar. Pablo Alborán, músico y compositor
31:14
Luz. Hola, Pablo, ¿qué tal? Me llamo Luz. También soy de Granada, somos vecinos. Y, nada, te sigo y te he escuchado desde hace muchos años y se nota que eres una persona humilde y me gustaría saber si crees que es importante en la vida y en tu carrera a pesar de todos tus éxitos y todo.

31:31
Pablo Alborán. Muchas gracias Luz. A ver, yo creo que la humildad por supuesto que es importante, pero creo que todo vuelve otra vez a la familia y vuelve otra vez un poco a cómo se viven las cosas en tu casa o en tu entorno. Te voy a ser muy honesto. En… O sea, antes de dedicarme a esto, o justo antes de que todo empezara a dispararse, recuerdo que había mucha gente que tenía una idea preconcebida de esto muy diferente a lo que es. Y había como mucho miedo, incluso a las drogas, a los managers tiburones… Que existen, obviamente, existen. Y las drogas, por supuesto, también existen. Pero me pintaban este mundo muy oscuro, muy negro, muy… Como si fueran arenas movedizas y como que la fama te volvía idiota. Yo lo único que he vivido es trabajo. Trabajo, trabajo, trabajo, trabajo, trabajo, trabajo, trabajo, trabajo, trabajo, trabajo. Y cuando me he equivocado, que me he equivocado mil veces, he tenido siempre alguien a mi alrededor, que por eso hablaba de la familia. Que te mantiene con los pies en el suelo, que quizás eso sea la humildad, pero que realmente te acompaña en el error. Porque los errores ya están cometidos, tampoco es cuestión de fustigarse.

32:57

El saber por qué has tenido ese error y de saber que hay cosas que no se deben hacer y que no se… Que, bueno, que como cualquier profesión, hay cosas que están mal hechas. Pero la fama como tal y la humildad y tal. Yo es que llego a mi casa y lo único que me sigue apeteciendo es poner Netflix y verme una serie como cualquier otra persona. Cuando me subo al escenario, que hay mucha gente que dice eso de: «El artista, cuando esté encima del escenario; cuando esté abajo, no, eh». Sí, bueno, pero yo soy artista. Ser artista no está ligado automáticamente a ser idiota, ¿sabes? O a ser un divo, o a ser… No. O cuando dicen: «Bueno, yo le hablo al Pablo, al Pablito, y al Pablo Alborán no le estoy hablando ahora». ¿No? Que eso… Bueno, alguna vez he hecho esa broma con mis amigos y con gente con la que trabajo, pero que es algo que tampoco es cierto. Yo soy la misma persona. Soy la misma. En uno hay trabajo, donde para mí, subirme a un escenario o estar aquí haciendo una entrevista es parte de mi oficio, y parte si puedo ser útil hablando o diciendo lo que digo, pues genial. Todo eso resume un poco que sí, que hay que ser humilde, pero que la humildad es algo que creo que te enseñan y que vives desde casa, desde la cuna. Yo estoy harto de ver gente que no cree realmente en lo que hace y que lo hace por otra razón completamente diferente. Y la gente necesita gente que crea en lo que hace. Se nota cuando alguien lo hace de verdad.

34:43

Y hace falta (aplausos). A vosotros, a vosotros. Nada, daros las gracias. Me hace muy feliz poder escucharos, veros las bocas, porque con estas mascarillas que nos han estado tapando pues para mí es necesario, porque yo me nutro de esto, ¿no? Y de poder encontrarnos, charlar, hablar y es lo que realmente me hace feliz. Realmente os agradezco que estéis aquí, vuestras preguntas y el buen rollo que me habéis transmitido. Así que nos vemos pronto.