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Seis consejos para cuidar la salud de tu cerebro

Facundo Manes

Seis consejos para cuidar la salud de tu cerebro

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El neurocientífico y neurólogo argentino Facundo Manes ha dedicado gran parte de su trayectoria profesional a descifrar los secretos del cerebro, actividad que sigue desarrollando como investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina y del departamento Cognition and Brain Sciences de Cambridge.

“A mis hijos les digo: 'Estudiá, porque además de que te va a permitir ser más libre y tener más oportunidades, cumplir tus sueños, levantar la autoestima, adaptarte a un mundo en permanente cambio... además de todo eso, va a proteger tu cerebro'”, reflexiona el neurocientífico.

La ciencia ha demostrado que la educación es un factor de protección cerebral, pero ¿cómo aprendemos, por qué olvidamos o recordamos? Fundador del Instituto de Neurología Congnitiva (INECO) y del Instituto de Neurociencias de de la Fundación Favaloro en Buenos Aires, el doctor Manes es autor de libros como ‘El cerebro del futuro’ y ‘Usar el cerebro’, donde explica el funcionamiento de nuestra materia gris.

Como presidente de la Fundación INECO, organización sin ánimo de lucro que apoya la investigación y prevención de trastornos neurológicos y psiquiátricos, Facundo Manes continúa divulgando la importancia de mantener la mente activa hasta nuestro último día. Según el investigador, para conservar una buena salud cerebral es necesario mantener vínculos humanos profundos, tener un propósito en la vida, enfocarse en el presente, disfrutar con lo que hacemos y ser altruistas.


Transcripción

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Facundo Manes. Muchas gracias. Mi nombre es Facundo Manes. Soy neurólogo, soy neurocientífico, estudio el cerebro, sobre todo las funciones cognitivas y conductuales, y me crie en un pueblo muy chiquito que se llama Arroyo Dulce, y luego Salto, en la provincia de Buenos Aires, en la Pampa argentina, y no pertenecía a ninguna élite ni social, ni política, ni económica. En mi casa no faltaba nada pero no sobraba nada, y el horizonte era enorme en el campo, en las Pampas. Y mi única arma para progresar, para cumplir mis sueños, fue la educación. Para mí, la educación no es una frase linda, no es un eslogan, es lo que cambió mi vida. A partir de la educación, de esforzarme, de tener una meta, yo pude tener una voz en el mundo científico, en mi área, pude conocer el mundo, pude tener la autoestima necesaria para perseguir mis sueños, pude tener una voz en mi sociedad. Y también, sin saberlo, protegía mi cerebro. La educación protege nuestro cerebro. La educación es un factor de protección cerebral. Me recibí en la Universidad de Buenos Aires, hice la residencia de Neurología y viajé a Estados Unidos, donde estudié la interacción entre la neurología y la psiquiatría, que se llama neuropsiquiatría, y también imágenes funcionales. Hoy podemos investigar el cerebro in vivo. Por mucho tiempo, los investigadores conocían sobre el cerebro humano a partir de estudios post mortem. Estudiaban lesiones y estudiaban las conductas previas de estos pacientes. Hoy tenemos la posibilidad de estudiar in vivo a las personas y ver qué pasa en el cerebro cuando imaginamos, cuando recordamos, cuando decidimos. Luego de unos años en Estados Unidos, fui a Cambridge, a Inglaterra, donde realicé mi doctorado en Ciencias y trabajé en el Departamento de Psicología Experimental, en el Departamento de Neurología y en el Cognition and Brain Science Unit, que es un lugar donde se estudia la mente humana desde el punto de vista científico.

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Y en el 2001, regresé a la Argentina. El 2001 fue un año de crisis en mi país y me pregunté cómo podía colaborar con mi país, y pensé que desde lo específico, creando una masa crítica de gente joven más inteligente que yo. Siempre me he juntado con gente más inteligente que yo. Y que yo esté acá es el producto de muchas personas que me acompañaron y me acompañan en mi vida. Yo estoy acá sentado, no por mí, sino por… Sería un error pensar que es por uno cada logro que uno tiene. Uno es producto de muchas personas que lo ayudan, que lo guían, que actúan como mentores, como tutores. Actualmente también. Y, bueno, junté gente más inteligente que yo de diferentes áreas de la física, de la matemática, de la psicología, de la neurología y de la psiquiatría. Ya en Buenos Aires, los conecté con expertos en Europa, en Estados Unidos, en diferentes temas: toma de decisiones, creatividad, emoción, memoria, en humanos, y desarrollamos en Argentina una masa crítica de neurociencias cognitivas. Luego creamos el instituto INECO de neurología cognitiva. Y luego el Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro. Y hoy hay un ecosistema muy importante en nuestro país para investigar el cerebro, las funciones cognitivas y emocionales. ¿Por qué les conté esto? Porque la única arma que tuve fue la educación. Y hoy, como les dije, sabemos que la educación… Mi papá me decía: «Estudiá, estudiá», y no me decía por qué. Y yo, hoy, a mis hijos les digo: «Estudiá, porque además de que te va a permitir ser más libre y tener muchas más oportunidades, cumplir tus sueños, levantar la autoestima, adaptarte a un mundo en permanente cambio, además de todo eso, va a proteger tu cerebro». Hoy sabemos, como les dije, que la educación es un factor de protección cerebral. Y también tuve suerte en encontrar este camino del conocimiento, porque hoy la sociedad está basada en el conocimiento. Hubo varias revoluciones industriales: la agropecuaria, la industrial… Hoy vivimos una revolución del conocimiento. Lo más importante que tienen los países es el cerebro de su gente. Las economías, y la economía global, está basada en la capacidad de generar nuevas ideas y de implementar estas ideas. Así que entender el cerebro me permitió, primero, conocer algo del órgano más complejo del universo, pero también comprender que la mejor inversión de las sociedades es en el cerebro de los habitantes. Hoy, los recursos naturales no son tan importante como antes. Hoy, lo más importante de una sociedad es el cerebro de los ciudadanos.

“La vida no es la que vivimos, sino cómo la recordamos para contarla”. Facundo Manes
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Y también, al volver a mi país y tratar de ayudar a desarrollar esta área y de repatriar argentinos que estaban en el exterior, y de generar un polo de neurociencias cognitivas, aprendí otra cosa que es importante para el bienestar: pensar en los otros. Una de las cosas que nos da bienestar a nosotros es ser altruistas. Y los seres humanos podemos ser altruistas con lo que vemos. Por ejemplo, si salimos a la calle ahora y vemos a alguien que no tiene para comer, seguramente le damos algo, o dinero, o un pedazo de pan. O si vamos a un río y vemos a alguien ahogándose, aunque no sepamos nadar, vamos a gritar o llamar a gente, o tratar de ayudarlo de alguna manera. Eso lo compartimos con otras especies. Si ustedes no me creen, pueden ir a YouTube y van a ver un video si ponen: «zoológico Chicago gorila bebé». Hace unos años se cayó un bebé humano en la jaula de los gorilas del zoológico de Chicago. Los gorilas lo iban a atacar, y una gorila, con un gorilita encima, lo protegió al bebé humano, y lo llevó a la guardia y le salvó la vida. O sea, que ser altruista con lo que uno ve lo compartimos con otras especies. Pero los seres humanos, todos nosotros, somos únicos entre las especies, en tener un altruismo por lo que no vemos. Acá, todos podemos trabajar por el hambre en América Latina, en África, en Asia… Aunque no lo veamos, podemos trabajar para las próximas generaciones. Y eso también nos da placer. Así que también tuve el enorme privilegio de poder contribuir a la ciencia, a mi país, al desarrollo de esta área, las neurociencias cognitivas humanas en mi país. Y, sobre todo, tuve el enorme privilegio de… Y tengo el enorme privilegio de juntarme con gente más inteligente que yo. Yo admiro la inteligencia, y hoy sabemos que la inteligencia colectiva es mucho más que la suma de las inteligencias individuales. Si en la primera fila hay seis o siete personas que logran trabajar con una dinámica de equipo positiva, la inteligencia colectiva va a ser mucho más que la suma de las inteligencias individuales.

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También sabemos que si ese equipo logra trabajar bien en una tarea, posiblemente sea eficaz en otra tarea. Y también sabemos las cosas que predicen el éxito de un equipo. Hay tres cosas fundamentales que predicen el éxito de un equipo. La primera es que los miembros del equipo tengan altos niveles de empatía. La empatía es un proceso cerebral que nos permite imaginar qué piensa el otro. Por ejemplo, si alguien ganó un premio, yo imagino que está contento. Es una empatía cognitiva. Pero también hay una empatía emocional, que yo puedo sentir la alegría del que ganó el premio. O compartir el dolor si alguien perdió algo. Hay una empatía cognitiva y una empatía emocional. Cuanto más empatía tengan los miembros de un equipo, más posibilidades de éxito de ese equipo. El segundo factor que predice el éxito de un equipo es que, además del líder, haya varias voces dominantes. Es importante el líder, el líder tiene que imaginar el futuro, el líder tiene que estar dispuesto a tomar riesgos, el líder tiene que representar al equipo. Pero, además del líder, tiene que haber varias voces dominantes. Eso impacta en las posibilidades de éxito del equipo. Y el tercer factor que predice el éxito del equipo es la diversidad de género en el equipo. Es muy importante que los equipos tengan diversidad de género. Así que yo les hablé de altruismo, les hablé de inteligencia colectiva y les hablé de metas, les hablé de tutores, les hablé de sueños y les hablé de educación. De todos, de eso se trata un poco mi vida. Pero entiendo que esto es un diálogo, así que también me va a encantar escucharlos a ustedes.

10:00
Rocío. Desde la ciencia del cerebro, ¿cuáles son las claves del bienestar?

10:03
Facundo Manes. Antes se pensaba que el 50% de si veíamos el vaso lleno o el vaso vacío dependía de la herencia, de los genes. Hoy sabemos que es un poco menos. Según algunos estudios hechos en gemelos y en poblaciones para estudiar este tema, se sabe que el 30% de nuestro bienestar, en cierta manera, está influido por la composición genética, por nuestra herencia. Pero eso también marca que hay mucho que podemos hacer para modificar nuestro bienestar, nuestra felicidad. Una de las cosas que nos da más bienestar, y que yo recomiendo, es tener vínculos humanos. Si ustedes me preguntan a mí cómo podría resumir en dos palabras el órgano más complejo del universo, que es el cerebro, yo les diría… Es una tarea difícil resumir en dos palabras el órgano más complejo del universo, y yo les diría: «Es un órgano social». Es más, muchos piensan que la capacidad de vivir en grupos complejos que adquirió nuestra especie fue clave para tener este cerebro que hoy disfrutamos. Nosotros entendemos claramente que cuando tenemos sed, hay cambios cerebrales que nos llevan a buscar líquido. Entendemos claramente que cuando tenemos hambre, debe haber cambios cerebrales que nos llevan a buscar alimentos. Pero tenemos que entender que cuando nos sentimos solos, aislados socialmente, el cerebro también entra en autopreservación. O sea, que estoy planteando que estar conectado con otro vínculo humano es tan necesario como comer o beber. Y esto no lo resuelve 100 amigos en Facebook. El vínculo humano es irreemplazable. Nosotros, repito, somos seres sociales.

11:55

Parte de nuestro cerebro, parte de la complejidad de nuestro cerebro es, en parte, la complejidad que adquirió nuestra especie para vivir en grupos grandes y complejos. Hoy hay datos que muestran que el aislamiento social crónico no es un tema menor. En Estados Unidos, el 40% de la sociedad se siente sola en forma crónica en algún momento de la vida. Inglaterra acaba de crear un Ministerio de la Soledad. Porque esto tiene… No porque sean amantes de la neurociencia los el gobierno inglés, sino porque saben, tienen datos, tienen evidencia científica de que la soledad es muy frecuente y que produce problemas de salud que tienen un costo enorme para la sociedad. Y repito, países como Estados Unidos, o incluso China, que está industrializándose, tienen problemas de soledad crónica en la gente. Y el aislamiento social crónico es un factor de mortalidad más importante que la polución ambiental, que el alcoholismo y la obesidad. Así que tener vínculos humanos profundos es una de las cosas que nos da más bienestar. Y no solo vínculos humanos profundos, que es, por ejemplo, a quién contarle una enfermedad, a quién contarle un sueño, a quién pedirle dinero si uno lo necesita urgente, sino también vínculos diarios, disfrutar del cara a cara, hablar con la gente que uno se encuentra diariamente en el trabajo, en la calle, tener contacto humano es muy importante. No solo el vínculo humano profundo, sino también el vínculo que uno tiene diariamente con la gente y disfrutar del contacto cara a cara. Cuando uno… Si yo te estoy mirando a vos y vos me estás mirando a mí, hay una liberación de mensajeros químicos que tienen que ver con la confianza, la oxitocina, o mensajeros químicos que tienen que ver con el placer, con la dopamina. Y esto no ocurre vía la tecnología. Si nosotros nos comunicáramos sin estar en persona a persona, nuestra composición de liberación química sería diferente.

13:57

Otra cosa que nos da bienestar es tener un propósito en la vida. Yo tenía un propósito. ¿Se acuerdan? Cuando les conté mi historia de educarme para conocer el mundo, para tener una voz en la ciencia, para contribuir a mi país, a mi sociedad. Tener un propósito que exceda a uno es muy importante para la felicidad, para el bienestar. Tener un propósito en la vida. Encuentren su propósito. Tengan un propósito, es muy importante. Además, posiblemente, se les cumpla. Otra cosa que nos da bienestar, además del contacto humano, además de tener un propósito, es concentrarnos en el presente. Esto no es fácil porque vivimos rumiando. Los seres humanos nos diferenciamos de otras especies porque podemos imaginar escenarios futuros y revisar escenarios pasados. Entonces, estamos acá y ustedes dicen: «¿Cuándo terminara de hablar este argentino? Así me voy a hacer otra cosa». Yo estoy acá hablando de esto y digo… Siempre estamos pensando en la próxima tarea o revisando el pasado: ¿Estuve bien o estuve mal? Yo salgo de acá: «Uy, me olvidé de decir esto». Y nos olvidamos de estar enfocados en el presente. Un cerebro atento es un cerebro más productivo y más feliz porque nos saca el circuito de ansiedad, evita que entremos en un circuito de ansiedad revisando el pasado e imaginando escenarios futuros. Así que estén atentos, disfruten el presente. Otra cosa que nos da bienestar es entrar en un estado de flow. Cuando uno hace una cosa que le gusta mucho, a veces, si estamos pintando, si estamos cocinando o si estamos, en mi caso, escribiendo. A veces no tengo ganas de terminar un artículo pero tengo que terminarlo, y estoy con el café, o en Argentina con el mate, y, en algún momento, estoy ansioso, pero en un momento me concentro y el mundo desaparece, y disfruto, tengo una plenitud enorme. Ese estado de flow, que además aumenta la creatividad, nos da mucho bienestar. El altruismo.

16:05

Ser altruista con lo que vemos y lo que no vemos, que es algo propio de los humanos, como hablamos, nos da mucho placer. El altruismo activa los circuitos de recompensa del cerebro. Ser altruista activa los mismos cerebros que la cocaína. Con mucho menos efectos adversos. Otra cosa que nos da felicidad son cuestiones más hedonistas, como el ejercicio o una buena comida, el sexo, una copa con amigos, disfrutar de algo que nos da placer. También nos da felicidad pensar en el otro. Esto lo sabe la gente por sentido común. Lo novedoso es que hay evidencia científica de cosas que nos dan felicidad y bienestar. La relación con el dinero es difícil de estudiar. Hay algunos datos que, después de cierto nivel económico, el dinero no impacta dramáticamente en el bienestar, en la felicidad. Lamentablemente, la gente que vive en la pobreza, que es vulnerable, tiene un impacto en el bienestar. Pero después de cierto nivel donde uno puede cumplir las cosas básicas, tener mucho más dinero no impactaría en el bienestar. La edad es otro factor difícil de estudiar, pero hay algunos datos. Algunos hablan de la «U» de la felicidad a lo largo de la vida y muestran que hasta la segunda o segunda década y media, no importa si uno crece en Madrid, en Buenos Aires, en Bangladesh, en Nigeria… Uno tiende a ser feliz. Después, entre los 25 y 60 años, en la mitad de la vida, en la edad adulta, uno tiene muchos frentes: la familia, los hijos, que son maravillosos, yo tengo dos hijos, son lo más importante de mi vida, pero también es una fuente de estrés, de preocupaciones, el estatus social, el estatus económico, enfermedades… Y entre los 25 y 60 años, uno tiene un impacto en el bienestar, y después, de los 60 años, uno ya no quiere ser Messi, no quiere cambiar mucho el mundo. Aunque debería, uno tiene que estar activo mentalmente hasta el último día. Habría otra vez un aumento del bienestar, en general, esto es en promedio. Hay un efecto estudiado de la edad en la felicidad a lo largo de diferentes países y sociedades. Así que, si bien eso es un constructo complejo, el bienestar y la felicidad, hoy tenemos datos que muestran cierta evidencia científica de las cosas que nos dan más bienestar, que nos hacen felices.

“La vida no es la que vivimos, sino cómo la recordamos para contarla”. Facundo Manes
18:40
Jesús. Me gustaría saber qué sabe la neurociencia de la creatividad.

18:43
Facundo Manes. Lo que voy a contar explica que, en términos de creatividad, la inspiración es para ‘amateurs’. No sé si les pasó a ustedes, pero yo, antes de estudiar el cerebro, tenía 20 años, todavía no me había recibido de médico, pensaba que en algún momento de mi vida iba a tener suerte porque era yo e iba a tener una idea genial. No sé si pensaron lo mismo, pero no le va a pasar. A no ser que cumplan ciertos procesos, que aumenten las chances de que aparezca el momento «eureka», el momento «ajá». El primer proceso es preparación. Puede requerir años. En un área o en varias áreas, relacionadas con lo que va a ser luego el momento «eureka», «ajá», el momento creativo, entendiendo esto como algo novedoso con significado, con sentido. Preparación es el primer proceso y requiere años, mucho tiempo. La preparación es suficiente para que aumenten las chances de que aparezca el momento «eureka». Es necesaria la preparación, pero no suficiente. Luego tiene que haber un segundo proceso: de incubación, de pensar obsesivamente un dilema. Esto no quiere decir tener trastorno obsesivo-compulsivo, quiere decir que los pensamientos obsesivos sobre un tema refrescan las ideas. En el segundo proceso, para que aumenten las chances del pensamiento «eureka», «ajá», o creativo, es incubación. La preparación y la incubación son necesarios pero no suficientes. Luego, otro proceso es poner el cerebro en off, apagado. Cuando no hacemos nada, el cerebro procesa información en forma organizada. Hay una red cerebral que se llama ‘diffused network’ o red en reposo, en castellano, que procesa información que aprendimos previamente. Cuando estamos en el colectivo, en el bus, en el taxi, en el avión, cuando estamos durmiendo o entredormidos, cuando estamos en el sofá, en la cama, pensando en nada, el cerebro trabaja. Por eso es importante aburrirse, por eso es importante, a veces, no hacer nada, porque el cerebro sigue procesando información. No tenemos que estar todo el tiempo conectados.

21:08

Y suele, a veces, surgir el momento creativo luego del proceso de preparación, años, o de incubación, días, semanas, u horas, cuando no hacemos nada, cuando nos estamos bañando, cuando estamos durmiendo, cuando estamos entredormidos… Esta es la resolución del problema o el momento creativo. Además, para crear, hay que estar un poco loco. No mucho, pero un poco. Y hay que estar preparado para equivocarse. Es muy importante equivocarse y estar preparado. Y este es un tema, porque la educación estigmatiza el error. «Uy, se equivocó o se va a equivocar». La familia estigmatiza el error. Las empresas, la sociedad estigmatiza el error. Hay que equivocarse. Steve Jobs se equivocó muchas veces antes de las creaciones que hizo. Galileo se equivocó acerca de la velocidad de la luz. Tenemos que equivocarnos. Nadie puede crear algo importante sin haberse equivocado mucho tiempo antes. Además, es importante el contexto. Vivir y crear un ambiente, un ecosistema positivo y creativo influye en nuestra creatividad. No es casualidad lo que pasó en el Renacimiento ni lo que pasa ahora en Silicon Valley. El contexto creativo influye en la creatividad personal. Paul McCartney escribió la melodía de Yesterday, según cuenta la leyenda, cuando estaba durmiendo, la soñó. Se levantó y la escribió. Pero él tenía preparación. Era músico, tenía años de músico, y en las últimas semanas o días estaba obsesivo con esa melodía que no salía. Puso el cerebro en off y apareció el momento «eureka», el momento «ajá», el momento creativo. Así que no sabemos bien… Hay algunos datos sobre qué pasa en el cerebro, qué áreas que previamente no están asociadas, se asocian, o conectadas, se conectan. Pero lo más importante es que tenemos bastante claro que hay ciertos procesos que aumentan las chances de que surja el momento «ajá», el momento «eureka», el momento de la creatividad. Otro aspecto importante es que todos tenemos el potencial de ser creativos. No es que… en la Antigua Grecia se pensaban que la creatividad provenía de las musas. Después, en otras épocas, se pensaba que la creatividad era un privilegio de algunos pocos. Hoy sabemos que todos tenemos el potencial creativo, pero necesitamos estos procesos previos para que aumenten las chances de que surja la maravilla. Muchas gracias.

23:35
Guillermo. Hola, doctor.

Facundo Manes. Hola.

Guillermo. Gran parte de nuestra felicidad reside en nuestra toma de decisiones diarias. ¿Cómo puede ayudarnos la neurociencia a tomar grandes decisiones?

23:45
Facundo Manes. Bueno… Primero, entendiendo cómo decidimos. Hace 30.000 años, un antepasado nuestro tenía el mismo cerebro que nosotros ahora. Y hace 30.000 años, un antepasado estaba caminando por un bosque, en la selva, y veía una sombra. Si se ponía a analizar si esa sombra pertenecía a un oso agresivo que lo podía matar o a una rama que daba sombra, si era un oso, no sobrevivía, porque lo comía. Nuestro antepasado lo que hacía era: disparaba. Tenía un proceso de toma de decisión rápido, no consciente, intuitivo, no racional, que le permitía sobrevivir. Un concepto que le quiero dejar: para nuestra especie es más importante sobrevivir que la verdad. Nuestro antepasado no quería saber la verdad, si se ponía a analizar si las características de la sombra era de una rama que daba sombra o de un oso. No le interesaba, disparaba. Otro aspecto más importante que la verdad para nuestra especie es pertenecer a una tribu, a un grupo social. Por eso, la evidencia no cambia lo que pensamos. Hace unos años, un artículo en la revista ‘Lancet’, una revista prestigiosa, médica, sostenía que las vacunas producían autismo. Hubo un pánico en el mundo porque los padres no querían vacunar a los chicos, los médicos nos querían vacunar. Luego se dieron cuenta que ese artículo fue un fraude. Eliminaron el trabajo de la revista, lo cual es algo inusual. Y hubo mucha evidencia, y hay mucha evidencia científica, de que las vacunas no producen autismo. De paso, lo dejamos claro: las vacunas no producen autismo. Sin embargo, en el mundo ha quedado mucha gente que piensa, irracionalmente, que las vacunas producen autismo. Si uno va a esta persona… ¿Cómo es tu nombre?

25:40
Iván. Iván.

25:40
Facundo Manes. Iván. Si Iván es una de estas personas que está convencida, por algún motivo irracional, que él sabrá, que las vacunas producen autismo, y yo voy con la evidencia científica y le digo: «Mirá, Iván, lo que pensás fue producto de un artículo que fue un fraude y hay mucha evidencia científica que dice que las vacunas no producen autismo». ¿Iván qué va a hacer? Va a ignorar la evidencia que yo le doy y va a buscar a otra persona que piense como él. Otra cosa más importante que la verdad para nuestra especie, además de sobrevivir, es pertenecer a una tribu o a un grupo social. Somos, en el fondo, tribales. Entonces, hay dos sistemas de toma de decisiones claros. Uno racional, lógico, deliberado, analítico. Pero eso requiere energía mental, requiere recursos cognitivos. Siete por cinco dividido entre cuatro, ¿cuánto es? Bueno, podemos hacer esa cuenta, pero tenemos que gastar energía. Dos más dos, ¿cuánto es? Bueno, al principio, cuando éramos niños, aprendimos que eran cuatro. O cinco más cinco, diez. Pero, desde entonces, no gastamos energía. Cinco más cinco es diez, no gastamos energía. Y este sistema automático, no consciente, guiado por la emoción, por emociones previas, por la emoción del momento y por emociones previas, por aprendizajes previos, por experiencias previas, en un contexto que cambia, es el sistema de toma decisiones que más usamos. O sea, que vivimos en piloto automático. Y desde que somos chicos, generamos esquemas mentales con las experiencias que vivimos, cómo interpretamos esas experiencias, y generamos estos sesgos, estos esquemas mentales, que son como anteojos, y vamos por la vida en un mundo ambiguo. Yo no sé quién es cada uno de ustedes. Es un mundo ambiguo para mí el que estoy viendo acá. Y vamos por la vida con estos anteojeras, con estos esquemas mentales y con estos sesgos ignorando todo lo que no coincide con lo que pensamos y tomando todo lo que coincide con lo que pensamos. Incluso recordamos mejor las cosas que coinciden con lo que pensamos que las cosas que no coinciden con lo que pensamos. Las cosas que no coinciden las olvidamos más rápido. Así que tenemos dos sistemas de toma decisiones: uno automático, no consciente, intuitivo, guiado por la emoción del momento, por emociones previas, experiencias previas, aprendizajes previos, en un contexto que cambia permanentemente. Y esto no requiere gasto energético. Cinco más cinco, diez. Y así vivimos la mayor parte del día, en forma automática. A veces, usamos el sistema lógico o racional, deliberado, analítico, pero eso requiere energía mental, recursos cognitivos. Y los recursos cognitivos nuestros son limitados, así que no podríamos vivir en el modo racional. Lo que quiero decir es que el sistema automático nos permite sobrevivir. En un mundo ambiguo e impreciso, usamos un sistema automático. Como nuestro antepasado hace 30.000 años, cuando veía una sombra, usaba el sistema automático para disparar, si no, no sobrevivía. Además de este sistema automático no consciente de toma decisiones, existe el sistema racional, analítico, lógico, que requiere costo cognitivo. También la gente que nos rodea… Somos seres sociales y la gente que nos rodea, los compañeros de trabajo, de estudio, la familia, los amigos, los diarios que leemos, los canales de televisión que miramos… El contexto influye en la manera en que actuamos y decidimos. La otra pregunta de la neurociencia es si existe el libre albedrío. ¿Quién decide? Muchos científicos piensan que somos máquinas biológicas que respondemos al contexto. Otros piensan que somos racionales. Y otros pensamos que, a veces, tenemos libre albedrío, pero, muchas veces, vivimos en un sistema automático. Así que, inclusive, la contribución de la neurociencia es a temas que, desde siempre, la civilización estuvo preocupada. El libre albedrío siempre fue un tema que la civilización quiso discernir. Antes, esto estaba restringido a filósofos o a líderes religiosos, o a científicos aislados en su oficina pensando este tema. Hoy, la neurociencia no viene a reemplazar nada, viene a dar aportes sobre temas fundamentales. Por ejemplo, si tenemos libre albedrío o no. Muchas veces, el contexto decide por nosotros. Hay varios ejemplos de esto y hay, en los últimos años, varios Premios Nobel, dos, por lo menos, de Economía, que estudian la conducta y que muestran que, muchas veces, el contexto decide por nosotros, y nosotros pensamos que decidimos racionalmente pero, en realidad, la decisión fue facilitada por el contexto.

30:09
Nieves. Hola, doctor.

Facundo Manes. Hola.

Nieves. A mí me gustaría saber cómo funciona la memoria y por qué nos olvidamos de las cosas, sobre todo.

30:16
Facundo Manes. No sé si alguno de ustedes se imaginó que la memoria, que el cerebro tiene una cajita donde guarda los recuerdos. Bueno, nada más alejado de la realidad que eso. Hay circuitos que modulan diferentes tipos de memoria. El cerebro trabaja en red, pero hay circuitos que son más importantes para cierta función o que están asociados a cierta función. Y lo primero… No existe la cajita de recuerdos en el cerebro. No existe. Lo primero que me gustaría explicarte, o contarte, es que hay diferentes tipos de memoria. Por ejemplo, hay una memoria episódica. Yo, esta mañana, desayuné en tal hotel, en tal lugar de Madrid, a tal hora. Hay un dónde: en el hotel de Madrid, que yo recuerdo la dirección. Y hay un cuándo: a tal hora. Esa es una memoria episódica. Yo recuerdo el día que me recibí de médico. Fue el 18 de diciembre del 92, en la puerta del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires. Lo recuerdo. Ustedes recuerdan, seguramente, algún momento: dónde estaban cuando pasó tal cosa en su vida. Hay un dónde y cuándo, eso es una memoria episódica. Hay otro tipo de memoria. Ustedes seguramente… Alguno de ustedes no conoce Buenos Aires pero sabe que es una ciudad de Argentina y de América Latina. Es un concepto semántico, es qué: Buenos Aires, ciudad. Argentina, país. España, un país. Europa, un continente. Esto es una silla, esto es un suéter, esto es un pantalón, esto un zapato. No hubo un dónde y un cuándo aprendimos. Nadie recuerda cuándo aprendimos que esto es un zapato. No hay un cuándo y dónde, como cuándo desayunamos, es un qué, es una memoria semántica. Hay otro tipo de memoria que se llama memoria procedural que tiene que ver con la experiencia. La experiencia facilita la memoria. Por ejemplo, una persona con alzhéimer no sabe qué es un tenedor o un cuchillo pero puede comer, porque tiene mucha experiencia en el hábito de comer. O cuando andamos en bicicleta. Uno está pensando en otra cosa pero, naturalmente, la memoria procedural está funcionando y podemos darnos el lujo de mirar el paisaje mientras no nos caemos de la bicicleta. Es una memoria facilitada por la experiencia. Hay otro tipo de memoria, que es una memoria más online. Es cuando nos dan un número… Yo ahora te doy el número de teléfono, o vos me das el tuyo, y lo marco… Perdón, lo recuerdo en la mente, lo marco y después se me borra. Tener información online por un período breve de tiempo. Es una memoria de trabajo o una memoria operativa o ‘working memory’, en inglés.

33:04

O sea, que hay diferentes tipos de memoria. Y un aspecto importante también que me gustaría mencionar sobre la memoria… Como dijo un escritor colombiano, Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura, dijo: «La vida no es la que vivimos, sino cómo la recordamos para contarla». Y hoy, la ciencia tiene muchos experimentos que muestran que… Les contaba antes que la atención es clave. Después un período de consolidación y un período de evocación de la memoria. Cuando uno evoca una memoria, la memoria se hace inestable y se puede agregar nueva información. En cierta manera, la memoria humana es un acto creativo. Cada vez que evocamos una memoria, la podemos reconstruir, la podemos modificar. Y luego la guardamos, y lo que recordamos al otro día no es el hecho que vivimos, sino el último recuerdo. Hay un proceso de consolidación de la memoria. Yo estoy viviendo esta experiencia acá, y esta memoria, en los circuitos cerebrales, va a estar inestable, va a haber síntesis proteica y se va a consolidar esto. Yo, mañana, voy a recordar que estuve acá. Pero si en un año yo le cuento a alguien que estuve acá y evoco esta memoria, va a haber una síntesis proteica nueva, que esto no se sabía hasta hace poco tiempo. Y se está reconstruyendo, en cierta manera, esta memoria. Y si yo le agrego información que no sucedió, después lo voy a guardar, y en dos años voy a recordar, no el hecho que vivimos hoy, sino la última vez que lo recordé. «La vida no es la que vivimos, sino cómo la recordamos para contarla». Otro escritor, un gran regalo argentino al mundo, Jorge Luis Borges, dijo algo también muy importante con respecto a la memoria. O habló en un cuento sobre algo muy importante de la memoria, un proceso importante en la memoria, que es el olvido. Borges escribió un cuento que se llama Funes el memorioso. Funes era un peón de campo que tenía una tragedia: recordaba todo. Y tenía que vivir 24 horas mañana solamente para recordar las 24 horas de hoy. Borges grafica la importancia del olvido. Si recordáramos todo, no podríamos aprender nada nuevo, no podríamos asociar nada nuevo. Es muy importante el olvido. El olvido es un aspecto importante de la memoria. Y hoy sabemos que hay también síntesis proteica y gasto de energía cuando olvidamos, que no es un proceso pasivo. Antes pensábamos que el sueño era un proceso… O se pensaba que el sueño era un proceso pasivo, y hoy sabemos que cuando uno sueña, hay gasto energético casi como cuando estamos en vigilia. Y cuando olvidamos, también hay gasto energético. Y uno olvida casi todo en la vida. Y tendemos a recordar las cosas que nos emocionan, porque la emoción facilita la consolidación de la memoria.

36:01

Existe pérdida de memoria ya en la tercera década de la vida. Uno empieza a tener canas, arrugas, cambio de metabolismo, y también hay pérdida de memoria, sobre todo de los nombres. Porque los nombres… Es difícil asociar «Ricardo» con algo emocional, o «Sebastián», o «Pedro». Los nombres se empiezan a perder, es normal. También es cierto que mucha gente viene al consultorio, de 45 años o 50, y me dice: «Facundo Manes, tengo problemas de memoria, ¿tendré alzhéimer?». Ahora les voy a explicar que el alzhéimer… La mayor parte de los alzhéimer son esporádicos. Es multicausa, no sabemos todavía la causa, pero se cree que es multicausal, el alzhéimer. Y se da después de los 65 años, donde hay un crecimiento exponencial. Hay algunos casos de alzhéimer más jóvenes, que son hereditarios, pero es la minoría de los casos. Pero la mayoría de las personas que vienen al consultorio, de 40 años, 45, 50 o 35, con problemas: «Uy, me olvido todo». En realidad, hay un problema de distracción. Hay un problema de atención, un problema de ánimo. El estrés crónico, la ansiedad patológica, la depresión afecta a la memoria. Y muchas veces, cuando uno dice: «Pierdo la memoria y soy joven», hay que investigar. Primero, no es normal, porque hay una pérdida normal de la memoria, sobre todo en los nombres, que es muy difícil asociarlo a una emoción. Y también puede haber un proceso emocional que impacte en la atención: depresión, ansiedad, estrés crónico. Por eso es muy importante consultar cuando alguien tiene un problema de memoria, pero no hay que asustarse. Cuando uno es joven, generalmente, el problema de memoria no es porque uno tiene una enfermedad alzhéimer o un proceso degenerativo, o neurodegenerativo, sino puede ser normal o puede ser un problema de ánimo, o estrés, o ansiedad, o depresión.

“La vida no es la que vivimos, sino cómo la recordamos para contarla”. Facundo Manes
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“Para nuestra especie es más importante sobrevivir que la verdad”

Facundo Manes

37:38
María. Hola, doctor.

Facundo Manes. Hola.

María. Yo le quería preguntar cómo podemos hacer para mantener en forma el cerebro.

37:43
Facundo Manes. Somos seres sociales y tener vínculos humanos protege el cerebro. Así que hay que estar conectado, no se aíslen. Tenemos que tener vínculos humanos. Eso protege al cerebro, es un factor de protección cerebral. También el optimismo. El optimismo es un factor de protección cerebral. El ejercicio físico, más allá del impacto del ejercicio físico en el aparato cardiovascular, hay un efecto directo en el cerebro: genera nuevas conexiones cerebrales, mejora el ánimo, refuerza el pensamiento creativo. En un experimento se convocó a gente que era sedentaria, mayor de 65 años. A la mitad… Imagínense que ustedes son mayores de 65 años, todos sedentarios. A la mitad se les dijo: «Caminen regularmente». Por un período de tiempo, unos meses. Y al otro grupo se les pidió que sigan siendo sedentarios, como hasta ese momento. En el cerebro, en cada hemisferio, en la base, en el medio, tenemos una estructura que se llama hipocampo que interviene en la consolidación de la memoria, sobretodo, más reciente. Y esa área se desgasta, se atrofia un 1% anual después de los 65 años. En las personas que caminaron regularmente por meses, ese desgaste no se producía. Es más, había, como si fuera, más volumen del hipocampo. Eso genera miles de conexiones nuevas. Así que el ejercicio físico es clave para mantener la mente en forma. Vida social activa, ejercicio físico. Y también mantener una mente activa, aprender cosas nuevas. Por ejemplo, en mi caso, si yo regreso a la Argentina en avión y alguien me ve leyendo un artículo científico y me conoce, va a decir: «Facundo Manes está estimulando su mente porque está leyendo algo científico». Y, en cierta manera, sí, pero no tanto, porque es lo que hago hace décadas: leer artículos de neurociencia. Yo activaría más mi cerebro si aprendiera un idioma diferente que no conozco o un tema que no conozco, o un instrumento musical que no conozco. Hay que mantener el cerebro activo hasta el último día de la vida. Uno tiene que jubilarse de su trabajo, porque jubilarse viene de «júbilo», de un premio, pero nunca jubilarse de lo que a uno le apasiona. Hasta el último día de la vida, uno tiene que estar activo mentalmente aprendiendo cosas nuevas. Así que te diría tres cosas importantes: vida social activa, ejercicio físico y mantenerse activo mentalmente. Además, una dieta saludable rica en verduras, en frutas, en pescado, que contiene Omega-3 y es muy importante para el cerebro. Manejar el estrés. La realidad no la podemos cambiar, pero sí podemos reevaluar la realidad, podemos ver cómo evaluar y trabajar cómo respondemos ante la realidad. Hoy sabemos que la manera en que pensamos determina la manera que sentimos. Si yo pienso ahora, sin ninguna evidencia, que ustedes se están aburriendo con esta charla, me voy a sentir mal. Si yo pienso, sin ninguna evidencia, que ustedes están disfrutando esta charla y están aprendiendo, me voy a sentir bien. Y yo no tengo ninguna evidencia. Es más, seguramente ustedes, por educación, aunque no les guste, me van a decir que estuve bien o que estoy bien.

41:02

Pero lo que quiero decir es que uno crea la realidad. Y la manera en que pensamos determina la manera que sentimos. Y uno puede cambiar la manera que pensamos para cambiar la manera que sentimos. Y eso es una buena manera de enfrentar el estrés o la realidad, que a veces no se puede cambiar. Lo que sí podemos cambiar es cómo reevaluamos la realidad. Dormir bien. Hay que dormir ocho horas por día. El sueño es salud. El sueño interviene en la función hormonal, en regular la función inmune y también en la consolidación de la memoria. Así que, en resumen: vida social activa… Para mantener un cerebro saludable, hoy recomendamos: vida social activa, estar vinculados con otras personas, ejercicio físico, estar activo mentalmente, aprender cosas nuevas, una dieta rica en verduras, frutas, pescado, con Omega-3, manejar el estrés, dormir bien. Acá tienen todas las cosas gratis que le hacen muy bien al cerebro.

41:59
Milene. Usted nos ha hablado mucho de esa felicidad que nos pueden aportar las demás personas, pero, por desgracia, hoy en día, vivimos en un mundo en el que percibimos cierto miedo a los otros. Incluso hay proyectos para levantar paredes y dividir así a las comunidades. Y eso me lleva a preguntarme: ¿Cómo se pueden formar esos prejuicios en el cerebro y, sobre todo, cómo podríamos eliminarlos?

42:25
Facundo Manes. Sí, es cierto. Nosotros, muchas veces, decidimos… Cuando yo les contaba que la ciencia, o la neurociencia, también está discutiendo lo que la filosofía discutía, y discute, si existe el libre albedrío… Nosotros hicimos un experimento con Agustín Ibáñez y el resto de los investigadores de INECO y Favaloro. Fuimos a Chile, donde también trabajamos. En Chile hay un conflicto étnico entre mapuches chilenos y chilenos no mapuches. Pusimos electrodos en la cabeza de ambos grupos étnicos y les mostrábamos fotos de mapuches chilenos y de chilenos no mapuches a ambos grupos. En menos de 120 milisegundos, en menos de un parpadeo, el cerebro se daba cuenta si el de la foto pertenecía a su etnia, a su grupo social, a su tribu. Y si pertenecía a su etnia, lo asociaba con algo positivo: amor y paz. Y si no pertenecía, con algo negativo: odio y guerra. Todo esto antes de que la persona sea consciente. El cerebro detectaba esto y lo asociaba con algo positivo, una valencia positiva o negativa, antes de que la persona sea consciente. Los prejuicios, muchas veces, están en forma no consciente en nuestro cerebro y tenemos que entender cómo funciona para erradicarlos. Y también tenemos que entender esto que yo comentaba antes de cómo decidimos. Nosotros, desde que somos chicos, vamos generando, en un mundo ambiguo, donde no podemos ser racionales porque no tenemos recursos cognitivos ilimitados para ser racionales. Ser racional, lógico, deliberado, requiere recursos cognitivos. Entonces, vamos desarrollando esquemas mentales, sesgos, para ver un mundo ambiguo. Y como somos tribales, en la evolución, muchas veces, lo que hicieron nuestros antepasados es proteger a su familia, a su tribu, y desconfiar de otras tribus. Pero ahora vivimos en un mundo multicultural, cosmopolita, pero tenemos el mismo cerebro. Entonces, ¿qué hacemos? Al distinto, lo miramos, inconscientemente, incluso, muchas veces, con cierto prejuicio. Entonces, primero hay que entender que hay prejuicios que son no conscientes, que son procesados por el cerebro antes de que la persona sea consciente. Y que la evidencia no cambia lo que pensamos. Porque si yo pienso algo, tengo una creencia, y vos me das información, me das evidencia de que mi creencia es equivocada, yo te voy a cuestionar o me voy a defender porque vos estás, en el fondo, criticando mi identidad. No importa tanto la verdad, me estás criticando mi identidad, mis creencias. ¿Cómo se soluciona esto? Un aspecto es la empatía. La empatía, para mí, es una palabra clave para el futuro de la humanidad, de la sociedad. Es imaginar, repito, lo que piensa el otro y sentir lo que siente el otro, hay que ponerse en el lugar del otro. Lo que necesitamos es un sueño. Este se puede replicar en otros países o en la sociedad. Necesitamos proyectos superadores e inspiradores, y empatía. «Empatía» es una palabra clave para superar el prejuicio.

“La vida no es la que vivimos, sino cómo la recordamos para contarla”. Facundo Manes
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“El juego permite un impacto en lo simbólico, en lo lingüístico, en la flexibilidad cognitiva y en la empatía”

Facundo Manes

45:49
Marina. Hola, doctor. Lo primero, un placer. Y bueno, me gustaría preguntarle acerca de qué opina, o más bien, qué dice la ciencia sobre cómo podríamos aprender mejor, y si hay algún tipo de facilidad respecto a esto.

46:02
Facundo Manes. Claramente, uno enseña con el cerebro y uno aprende con el cerebro, así que es natural que el avance en entender nuestro cerebro tenga algún impacto en la educación y, sobre todo, en el aprendizaje. Hoy sabemos que es muy importante una nutrición adecuada en el cerebro. No solo no tener hambre, que es obvio, sino tener una buena nutrición. Y esto no es menor. En algunos países de mi continente, de Latinoamérica, de América Latina, en mi país, hay una gran cantidad de chicos con malnutrición. Tenemos que nutrir bien a los chicos. En África también es el mismo problema, en otros sectores del mundo. Así que nutrir bien a los chicos es importante. El segundo factor que puede impactar en el aprendizaje es el estrés crónico. El estrés crónico puede ser por un chico ansioso o estresado crónicamente por problemas familiares o violencia, pero también porque vive en la pobreza. Hoy, gran parte del mundo, lamentablemente, todavía vive en la pobreza. Y la pobreza genera un estrés mental crónico que impacta en el aprendizaje. El ejercicio físico es muy importante para aprender. El ejercicio físico genera nuevas conexiones neuronales, mejora el ánimo, baja la ansiedad, refuerza el pensamiento creativo, el ejercicio físico. Además, dormir bien. El sueño es muy importante porque una de las funciones del sueño es consolidar la memoria. También hoy sabemos, desde la neurociencia, que en la adolescencia cambia el reloj biológico interno y por eso algunos países están poniendo materias más exigentes cognitivamente cerca del mediodía, y a la mañana, materias, en la adolescencia, menos exigentes cognitivamente. No es un problema, es una cuestión biológica de la adolescencia. También involucrarse en el aprendizaje. Cuando una persona debate, discute, se involucra en el aprendizaje, aprende mejor. Otra cosa importante que sabemos, desde el estudiar la conducta y el cerebro, es que aprender todo de golpe, a veces, no es bueno, es mejor tener intervalos de aprendizaje. Uno consolida mejor la información cuando tiene intervalos de aprendizaje. También una cosa que nos ayuda para tener éxito, a veces, en tareas, y también en el aprendizaje, es tener metacognición. Es una autoevaluación personal de uno, de cómo aprende uno, de las debilidades y fortalezas de uno. El juego permite un impacto en lo simbólico, en lo lingüístico y en la flexibilidad cognitiva, en la empatía, en la emoción. Así que juguemos más. Los chicos y los adultos tenemos que jugar.

48:40

El cerebro humano aprende, básicamente, cuando algo nos motiva, nos inspira, y nos parece un ejemplo. Por eso hay que reinventar al docente ahora. El docente no va a perder su rol, porque el contacto humano es clave. Yo les dije que no hay nada como el contacto humano. Cuando yo era chico, en ese pueblito que se llama Arroyo Dulce, en la Pampa argentina, entraba mi maestra y me decía: «San Martín cruzó los Andes». Y yo que era curioso, la miraba porque ella tenía información que yo no tenía y eso me generaba un ejemplo, admiración, me motivaba. Hoy, mi hijo Pedro, de 11 años, con un celular, tiene más información, si tiene acceso a Internet, que el presidente de Estados Unidos, en su momento, cuando decidió conquistar o ir a la luna, cuando puso el sistema científico americano para ir a la luna. El presidente de Estados Unidos, en ese momento, tenía menos información con los servicios de inteligencia de esa época que mi hijo, o cualquier niño, con un celular y acceso a Internet. Hoy, el rol del docente no es transmitir la información. Eso ya no genera tanto respeto, tanta motivación, porque la información está disponible y va a estar cada vez más disponible. Pero eso no quiere decir que el docente no sea el trabajo más importante de todos. No hay trabajo más importante que el del maestro, el del docente. ¿Qué trabajo es más importante que formar a los futuros jueces, a los futuros médicos, a los futuros presidentes, a los futuros periodistas? Al docente hay que respetarlo, hay que prestigiarlo, hay que pagarle bien, pero, además, hay que reinventarlo, porque ya el rol del docente no es transmitir la información. El rol del docente actual es ver qué hacemos con esa información que ya está, y cada vez va a estar más disponible. Cómo generamos nueva información, cómo se trabaja en equipo. Porque hoy sabemos que el conocimiento, tanto en las ciencias duras como humanísticas, se genera en equipo. La creación del conocimiento es colectiva. Cómo se comunica, cómo se inspira a los docentes, cómo se maneja la atención de los alumnos. La atención es un recurso limitado. Y más que preguntarnos por qué los chicos no tienen atención, tenemos que preguntarnos alguna vez por qué los docentes no atraen la atención de los chicos. Pero eso no va a quitar el rol que tienen los docentes. El rol del contacto humano es irremplazable. La educación a distancia es importante, es complementaria, pero no va a reemplazar al rol del docente, del maestro, del tutor, del ejemplo. Porque el cerebro aprende, básicamente, cuando algo nos motiva, nos inspira y nos parece un ejemplo. Hay muchos más datos de la neurociencia que se pueden usar en la educación. No tenemos tiempo ahora de revisar todos en detalle, pero, claramente, entender el órgano con el cual enseñamos y aprendemos va a impactar en la educación. Pero quiero dejar claro que es una herramienta más para que se tenga en cuenta en los planes pedagógicos. Los neurocientíficos no tenemos que hacer ningún plan pedagógico. Los planes pedagógicos tienen que ser basados en múltiples áreas y la neurociencia es una herramienta más que se debe tener en cuenta.

51:44
Mario. A modo de conclusión, me gustaría saber qué puede hacer la neurociencia por la educación.

51:49
Facundo Manes. Inglaterra, Holanda, Estados Unidos, Australia y otros países tienen unidad de conducta, que se llama, en inglés, ‘Behavioural insights’, donde se usan los datos de la ciencia de la conducta y, en mayor medida, cada vez más, el de la neurociencia, para el mejor diseño e implementación de las políticas públicas. Si uno me pregunta a mí cómo van a evolucionar las políticas públicas en el mundo en diferentes áreas, va a ser tomando en cuenta lo que sabemos sobre cómo funcionamos nosotros, cómo funciona nuestro cerebro. Porque muchas veces se diseñan… Organismos internacionales diseñan una política pública para un país, pero falla. La política pública es buena, tiene buenas intenciones, pero no tomó en cuenta cómo esa sociedad a la que estaba dirigida esa política pública se comporta, decide. Entonces, para el mejor diseño de una política pública, los funcionarios van a tener que tomar en cuenta cómo las sociedades se comportan, deciden y actúan. Todos sabemos que comer frutas, pescados y verduras es bueno. Pero si yo, a mi hijo de 11 años, cuando llegue a mi casa, le pongo cosas fritas y con grasas, el contexto le va a influir a que tenga más sobrepeso que si le pongo fruta, que se va a enojar, pero luego el contexto lo va a ayudar a tener una dieta saludable. Entonces, hay muchas cosas que pueden mejorar las políticas públicas, entre ellas la educación, tomando en cuenta lo que sabemos de la conducta humana y de la neurociencia. Porque, en definitiva, todo lo que hacemos, lo hacemos con el cerebro.

53:18

Bueno, quiero agradecerles por la atención y por este momento que compartimos reflexionando sobre el órgano más complejo del universo y sobre el conocimiento. Vivimos en un contexto donde el conocimiento es clave para todo: para progresar, para la economía, para los países, para las sociedades, a nivel individual y comunitario. Estamos en la era del conocimiento y debemos invertir en el cerebro de los ciudadanos, nutrirlos bien, darles estímulo afectivo, darles estímulo cognitivo. Porque, si no, no hay igualdad de oportunidades. La meritocracia solamente sucede cuando se nace con igualdad de oportunidades. Y hoy no puede haber meritocracia porque en el mundo hay mucha gente que tiene menos oportunidades de arranque. Entonces, como sociedad, en el mundo, tenemos hoy la inteligencia, la economía, la logística para erradicar el hambre, la pobreza. ¿Y por qué no lo hacemos? ¿Por qué hay tanta desigualdad? Porque tenemos cerebros humanos que, a veces, nos producen prejuicios, sesgos, egoísmos. Tenemos que luchar con eso. ¿Y cómo se lucha? Con empatía, con proyectos inspiradores y tomando en cuenta la ciencia. Hoy, la mejor inversión de los países es la inversión en el cerebro de los ciudadanos. Es la educación de calidad, la igualdad de oportunidades. Y se lo digo porque… Yo, cuando era chico, estaba convencido, en mi pueblito, por lo que vivía, por el contexto, que si yo trabajaba mucho, era honesto y estudiaba mucho, iba a tener posibilidades en mi vida. Y hoy tenemos todos la obligación, a los chiquitos del mundo actual, de mostrarles que eso todavía es posible, que si uno es honesto, trabaja mucho, estudia mucho, tiene empatía, es solidario y es altruista, a uno le va a ir mejor. Muchas gracias.