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¿Por qué mienten los niños?

Alicia Banderas

¿Por qué mienten los niños?

Alicia Banderas

Psicóloga y escritora


Creando oportunidades

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Alicia Banderas

La psicóloga y escritora Alicia Banderas lleva más de 20 años trabajando con niños y adolescentes en proyectos de educación. Su contribución a la divulgación de la psicología en la sociedad ha sido reconocida durante tres ediciones consecutivas por el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid con galardones como el Premio de Periodismo de Televisión. Autora de los libros, “Pequeños tiranos”, “Hijos felices” y “Niños sobreestimulados”, Banderas apuesta por respetar el ritmo de aprendizaje de los niños frente al exceso de actividades extraescolares. La psicóloga describe una generación de familias estresadas que intentan que sus hijos no se queden atrás en una competición por ser mejores y defiende los momentos de juego y ocio en familia como un estupendo vehículo para la educación en valores. “En consulta, antes los niños me decían que querían que sus padres pasaran más tiempo en casa. Ahora son ellos quienes piden estar más en casa y no en tantas extraescolares”, concluye.


Transcripción

00:00
Alicia Banderas. Me gustaría compartir con vosotros una parte del poema de Kahlil Gibran, que dice: «Tus hijos no son tus hijos. Son hijos de la vida, deseosa de sí misma. No vienen de ti, sino a través de ti, y aunque estén contigo, no te pertenecen».

Mónica Morales. Mi nombre es Mónica y soy madre de una niña de nueve años. Antes de nada, quería darte la enhorabuena por tu estado embarazo.

Alicia Banderas. Muchísimas gracias, Mónica. Encantada de compartir esta charla contigo. La verdad es que estoy muy ilusionada con la llegada de mi segunda hija.

Mónica Morales. Yo he observado que ahora los padres tenemos como una carrera de competición para que nuestros hijos sean mejores o que estén más dotados. Entonces, empezamos ya en el embarazo a escuchar una música determinada, o casi nada más nacer ya les estamos leyendo cuentos para que adquieran determinados conocimientos. ¿Cómo lo ves tú y qué dice la ciencia al respecto?

Alicia Banderas. Yo considero que ha habido un cambio social muy importante. Cuando preguntaba antes a los padres qué querían para sus hijos, siempre me decían: «Que fueran felices». Y ahora, precisamente, lo que tú me estás diciendo. Yo lo que empiezo a notar es que los padres quieren que sus hijos sean más brillantes, adquieran mayores habilidades, mayores capacidades, casi como esos superniños. A lo mejor no íbamos tanto a la carrera de la vida, que es «preparados, listos, ¡ya!», y a ver dónde llegamos. ¿Dónde llegamos? A ninguna parte, al éxito. ¿Qué queremos para nuestros hijos? ¿Cómo lo viviste tú?

01:43
Mónica Morales. Lo viví intensamente. Pero sí que es verdad que yo dediqué mucho tiempo o me daba cuenta de que era muy importante para mí el contacto con mi hija piel con piel, el poder entender, por su forma de llorar, en qué estaba, si era un llanto de hambre o un llanto de sueño y ver lo fácil que me resultó eso.

Alicia Banderas. Te miras, te anticipas a lo que quiere, tienes esa conexión. Es un intercambio armonioso, porque eso va a ser la antesala del vínculo emocional, de lo que va a ser luego el apego. Entonces, Winnicott decía: «Hay una preocupación maternal primaria, que es ese estado mental que te hace conectar con tu bebé». ¿Qué está ocurriendo ahora? Que con el uso masivo de los dispositivos electrónicos, una tablet, incluso de estar mirando WhatsApp mientras estás dando de mamar al hijo, puede ser un elemento disruptor, porque ya pasa por una tríada. Ya no estás conectando de esa manera con tu bebé. Siempre hablo de un uso, lógicamente, masivo y excesivo. Pero sería muy importante que tuviéramos en cuenta este tipo de reflexiones para el posterior desarrollo de nuestros hijos. También, ¿qué crees que sería lo más importante para estimular a un bebé en ese primer año?

Mónica Morales. Lo que a mí me sirvió… Yo estuve un año entero con Nora, con mi hija, y lo que me sirvió mucho era estar con ella y descubrir un poco el mundo a través de ella también. Me acuerdo que íbamos al parque y se fijaba mucho en los árboles. Entonces, a mí me gustaba ver que ella disfrutaba de eso y también me quedaba yo mirando.

03:29
Alicia Banderas. Pero fíjate, tú lo has dicho. Es que los niños, al final, lo que más necesitan ese primer año es el desarrollo de sus sentidos. De hecho, es la parte principal de su desarrollo. Entonces, empiezan por experimentar las sensaciones. Empiezan el descubrimiento de todos los sentidos: el olfato, los niños siempre intentan explorar y tocar las cosas, llevárselas a la boca y chupar. Porque primero van las sensaciones, luego va la percepción, y luego va la cognición. Es decir, el pensamiento, la interpretación de todo lo que pasa. Y solo es a través de los sentidos cuando el niño puede organizar sus experiencias vitales. Entonces, decimos: ¿Para qué introducir más elementos si los niños lo que necesitan es ese contacto para poder aprender? Yo siempre digo que los niños siempre prefieren una figura humana. Se han muchas investigaciones de la técnica de ausencia de expresión. Es estar delante de un bebé y resultar con una expresión impávida, sin hacer nada. El bebé se enfurece, el bebé quiere llamar la atención, quiere esa interacción, ¿no?

04:38
Alicia Banderas. Entonces, para que veamos y podamos reflexionar sobre esas preferencias que tienen ellos. Y es ahí donde empieza a generarse el aprendizaje. Es decir, necesitan esa estimulación. A veces un paseo, el contacto con la arena, ya es suficiente en ese primer año de vida. Luego ya podemos ir introduciendo, por ejemplo, los cuentos. Es decir, los cuentos, ¿qué ocurre? Que la palabra te permite la representación de traducir los pensamientos y los sentimientos de tus hijos. Te permite interaccionar con él y, sobre todo, leer un cuento respeta el ritmo y las reacciones de tu hijo. Sin embargo, si les exponemos a pantallas desde muy temprano, una pantalla, una imagen no está respetando ese ritmo, no reacciona ante el niño. El niño no te puede preguntar: «¿Y la bruja es mala? ¿Dónde va a ir?». Es decir, en ese intercambio, si pudiéramos fomentar ese intercambio humano favorecería muchísimo el aprendizaje de los niños. Yo siempre digo: «¿Qué te diría tu hijo de diez meses?». ¿Qué te diría, Mónica, tu hija de diez meses? ¿Qué crees que te pediría si pudiese hablar?

Mónica Morales. Que la coja en brazos y le dé un abrazo, algo así. «¡Mamá!».

Alicia Banderas. Claro, eso es. Es decir, te diría: «Bésame mucho, quiéreme. Sostenme en esos brazos firmes que me dan seguridad». A su papá le diría: «Hazme cosquillitas con esa barba. Sostenme en mi queja. Yo te regalo esta sonrisa, tú me regalas la otra. Dime cuántas veces te quiero y te amo». Esa es la estimulación suficiente, es la base de la seguridad para que luego tú puedas desarrollarte en la vida habiendo desarrollado ciertas competencias emocionales.

6:23
Mónica Morales. Y, Alicia, esto que hablas tú de los niños sobreestimulados me interesa porque me preocupa que estemos metiéndoles más de lo que pueden. Y también esa expresión que se utiliza tanto de que el cerebro infantil es como una esponja que lo absorbe todo. ¿Tú cómo lo ves? ¿Qué opinas acerca de esto?

Alicia Banderas. Bueno, primero, es verdad que me encantaría desvincular el hecho de que el cerebro del niño es una esponja. A ver, el cerebro de los niños no es ninguna esponja. De hecho, hasta la esponja no puede absorber más líquido que el que su propia capacidad le permita. Incluso con el excesivo uso se desbordan y se degradan. Y eso es lo que puede pasar en el cerebro de los niños. ¿Qué son o a qué llamo «niños sobreestimulados»? Son aquellos niños a los que sometemos a una excesiva estimulación incluso antes de que su cerebro esté preparado, de forma precoz y temprana Y, al final, lo que generamos en ellos es un bloqueo y un estrés en su aprendizaje Y también, a veces, les apuntamos a excesivas clases extraescolares que ni siquiera han elegido o desean. Entonces eso, al final, también crea una desmotivación. Muchas veces me dicen algunas madres y padres en consulta: «Es que a mi hijo no le gusta nada. Tiene 12 años, tiene 14, y no siente pasión por nada». Si nosotros le hemos sometido, hemos decidido por ellos, no hemos mirado a través de ellos para elegir, por ejemplo, una actividad, no hemos visto qué se le da bien, dónde podría sentir esa autorrealización, pues difícilmente en la adolescencia habrá construido o desarrollado la pasión por algo. Y es tan importante el hecho de sentir que algo te gusta, se te da bien, para luego sentir esa autorrealización.

08:13
Alicia Banderas. Por ejemplo, el equipo de expertos sobre investigación de neuroplasticidad y aprendizaje de la Universidad de Granada, con la psicobióloga al frente de esa coordinación que es Milagros Gallo, afirma que el entrenamiento en tareas demasiado complejas a las que sometemos a un sistema cerebral antes de que ese sistema cerebral pueda llevarlas a cabo, puede producir deficiencias permanentes en su aprendizaje. Es decir, se aprende peor si utilizamos tareas muy complejas. Porque, ¿qué ocurre? Que, al final, tenemos ese bloqueo, esa saturación y ese estrés que no permite desarrollar aprendizaje. ¿Cómo aprendemos mejor? A través de emociones positivas: de la alegría, de la satisfacción, de la autorrealización, que decíamos. Entonces, debemos cuidar el cerebro de los niños. Porque lo podemos herir.

Mónica Morales. ¿Cómo hacemos con eso? Porque todo el mundo les apunta pronto a todo. Entonces, es como el miedo a que si yo no le apunto se va a quedar atrás, ¿no? ¿Qué podemos hacer?

Alicia Banderas. Sí, hay una presión social.

Mónica Morales. Sí.

09:18
Alicia Banderas. Y ocurre también mucho en padres y madres primerizos. Porque, además, tú quieres dar lo mejor para tus hijos. Yo siempre digo que hay que respetar el ritmo de aprendizaje de los niños. Es decir, que cuando tú eliges una extraescolar, yo muchas veces, profesores, maestros, o personas que llevan determinados talleres de esas extraescolares dicen: «A ver, pero Alicia, ellos están aprendiendo jugando». Y dices: «Ya, pero al final, aunque sea jugado, son tareas que están siempre muy estructuradas, muy planificadas, y muy guiadas». Es decir, ¿para qué, a veces, tenemos a niños de dos años en clase de chino, de inglés, de natación, de estimulación musical…? Al final, ya no son ellos estresados, son familias estresadas. Entonces, ¿qué necesita el niño? Juego libre. Es decir, sabemos que el conocimiento se genera desde dentro hacia afuera. El niño tiene que ser el protagonista de sus propias creaciones. Entonces el niño, a partir de los tres años, tiene que jugar al juego simbólico, que es hacer como si soy médica, como si soy abogada, tendero…

10:26
Alicia Banderas. Entonces, si tú no construyes esas creaciones y al final todo te lo dan planificado, podemos aniquilar ese espíritu innato creativo que tienen los niños y que tan maravilloso va a ser, no para ser Dalí ni para ser Picasso, sino un niño creativo podrá generar soluciones alternativas a los problemas. Podrá solucionarlos, podrá tomar mejor las decisiones. Yo siempre digo: «Cuidado, vamos a intentar equilibrar esas actividades para que el niño pueda jugar solo». Hay un cambio también social en estos diez años. No sé si tú lo habrás visto, Mónica. Antes, a mí los niños me decían: «Es que yo quiero que mis padres pasen más tiempo en casa». Ahora son los niños los que piden pasar más tiempo en casa. Que sean ellos los que: «Déjame en paz, déjame jugar tranquilo».

La mejor extraescolar para los niños es el juego libre Alicia Banderas
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Cuando juegas con tus hijos eres la mejor versión de ti mismo. Eres tu “yo” más amable

Alicia Banderas

Mónica Morales. Sí.

Alicia banderas. Pero ¿sabes qué? Que los padres a veces se estresan si los niños no están haciendo alguna actividad que sea «productiva».

Mónica Morales. Eso, como perder el tiempo.

Alicia Banderas. Piensan que jugar es perder el tiempo.

Mónica Morales. Sí.

Alicia Banderas. Y jugar es el mayor entorno seguro para probar, ser y construir lo que quieras hacer. Entonces, es tan importante el juego.

Mónica Morales. Me da mucho gusto escucharte esto. Me alivia incluso, podría decir.

Alicia Banderas. Fíjate, y te diría, Mónica, incluso cuando tenemos que elegir los juguetes de los niños…

Mónica Morales. Sí.

11:50
Alicia Banderas. Yo creo que sería muy importante, primero, que pudiéramos convivir los dispositivos electrónicos, que ahora se han convertido en ese juego principal de los niños, con juegos más tradicionales y juegos al aire libre. Es importante recuperar esos juegos de mesa: el parchís… Es importante salir con el monopatín, con los patines, con la bici. Salir al campo. Es decir, para poder equilibrar. Y luego, a lo mejor, podríamos tener un ratito de pantallas. Pero ¿qué ocurre? La Academia Americana de Pediatría desaconseja el uso de las pantallas en los primeros dos años de vida. ¿Y por qué? Porque los niños están sometidos a un estímulo frenético que puede favorecer la inatención, la dificultad de concentración. Y, para mí, una cosa que me parece también más peligrosa. Y es que si tú te acostumbras a saciar el placer a través de una pantalla, cada vez vas a necesitar mayor número de estímulos que a veces pueden ser nocivos. Y van a estar expuestos a estímulos de manera muy prolongada y entonces van a perder el interés por aquellas actividades de la naturaleza, que van a un ritmo mucho más lento.

Mónica Morales. Sí

Alicia Banderas. Entonces, al final, no van a encontrar esa satisfacción jugando a juegos que puedan ser sencillos.

Mónica Morales. Cuando les ves en el parque, no ves manera de volver a casa. Aunque hubiera pantalla en casa, no quieren volver a casa.

13:13
Alicia Banderas. ¿Cómo podemos elegir el juego para nuestros hijos? ¿Qué puede ser lo mejor? Y yo siempre digo: Mira a través de los ojos de tu hijo, lo que le gusta, lo que se le da bien y piensa sobre ello. Si el juego, el juguete, puede fomentar su imaginación. Si puede ser versátil, puede haber muchas más formas de jugar. Si jugará más de 20 minutos con él y no lo aparcará en el cajón de los juguetes que se quedan allí un año. Y, sobre todo, que respete la infancia.

Mónica Morales. Sí.

Alicia Banderas. Y también es muy importante que los padres pasen tiempo jugando con los hijos. Sabemos el beneficio que tiene el juego: el desarrollo de la creatividad, el desarrollo del aparato psicomotor. Pero para los padres hay tres cuestiones fundamentales en las que sería maravilloso para la interacción de padres e hijos. Uno, porque cuando tú juegas con tus hijos posiblemente eres la mejor versión de ti mismo. Eres tu yo más amable. Entonces, te ve en un momento relajado, en un momento de ocio, en un ambiente disfrutón. Y luego, a veces nos pasamos la vida aleccionando a nuestros hijos para educar en valores. La empatía, el bien y el mal, la paciencia, saber perder… Pues el juego es una maravillosa manera de compartir sin obligar, sin aleccionar, y que ellos puedan interiorizar esos valores. Y también una de las cuestiones que nosotros, los psicólogos, utilizamos para evaluar si a un niño le pasa algo…

14:48
Alicia Banderas. Yo no sé si te habrá pasado con tu hija. Cuando a veces los niños están jugando, imagínate, con un muñeco, y de repente está jugando tan feliz. Entonces, de repente cambia y le empieza incluso a pegar, a pintar el pelo, a querer cortarlo. Entonces, a veces nos asusta: «Pero ¿qué haces?». Y ahí es un maravilloso momento para abrir una pregunta: «¿Qué te ocurre? ¿Qué le ocurre al muñeco? ¿Qué le ha pasado? ¿Qué dice el muñeco? ¿Te ha hecho algo?». Porque a veces se puede conocer a tu hijo de una manera impresionante. Lo que le gusta, lo que no le gusta, lo que le asusta, lo que le da miedo… Incluso ellos, a través del juego, exponen su vida. Es decir, proyectan lo que les está pasando. Y a veces no descubres qué le ocurre en el colegio pero a través del juego lo puedes ver, y es una manera de valorar qué le puede estar pasando.

Mónica Morales. Qué bueno. Y antes decías lo de los dispositivos y todo esto. Y ahora, fíjate, esta típica escena que vemos en los restaurantes y en un montón de sitios, en las vacaciones yo lo veo mucho, que ponen a los niños bien pequeñitos enfrente de la pantalla del móvil o de la tableta para que coman mientras estén viendo lo que les ponga su familia. Incluso cómo eso supone una ayuda para meterle lo que no se está queriendo comer.

Alicia Banderas. Vamos a romper una lanza a favor de los padres. Es decir, la paternidad es muy intensa, a veces estamos muy cansados, pero tenemos que reflexionar y saber qué es lo que queremos para nuestros hijos. Si tú al final, por ejemplo, para comer o para intentar introducirle un bocado en la boca, tú le mantienes anestesiado ante una pantalla, el niño, primero, no va a aprender un hábito saludable sobre la comida. Es decir, el niño tiene que probar texturas, tiene que saber lo que es la comida, contactar. Y, sobre todo, una parte muy importante, el niño tiene que saber también identificar sus necesidades y hay un estado de saciedad.

Mónica Morales. Ya

16:54
Alicia Banderas. Cuando comemos frente a la tele, te puedes comer una bolsa de patatas entera. El niño tiene que identificar esas señales. Pero queremos conseguir ese objetivo de meterle eso en la boca, y al final es como si viviéramos la ausencia en la presencia y la presencia en la ausencia. Parece que queremos mantenerlos un poco desconectados del mundo.

Mónica Morales. Sí.

Alicia Banderas. ¿No? Para conseguir no sé qué objetivos. Estamos un poco que no vivimos el momento, no vivimos determinadas experiencias que son el presente, las emociones. ¿Qué estamos enseñando a nuestros hijos? Estamos un poco desvinculando de las emociones, del presente, y del aquí y ahora. Entonces, es muy importante para su propio aprendizaje, necesitan memoria de historias, de relatos, de vivencias, de la misma manera que también necesitan, a veces, desarrollar su aparato psicomotor. Hay una parte muy importante, que es la pinza. Hacer la pinza para el aprendizaje, para las conexiones cerebrales. Y según el neurocientífico alemán Manfred Spitzer, para generar conocimiento, para tener aprendizaje, necesitamos manipular los objetos desde niños. No genera aprendizaje deslizar el dedo por una pantalla. Cuando un niño, por ejemplo, está jugando con un cochecito, a veces decimos: «Pero ¿qué estás haciendo?». El otro día me decía un padre: «Mi hijo es un destroyer porque está rayando la mesa». Y dices: «Bueno, vamos a proteger la mesa. Pero tu niño lo que está haciendo es aprendiendo». Primero es ver cuál es la secuencia del coche. Calcular el riesgo para ver si se cae. Si se cae, ¿qué le pasa al coche? Emite un ruido… Es decir, el niño se está probando y está construyendo de una manera el desarrollo de su propio aprendizaje. Sin embargo, esos mismos coches vistos a través de un dispositivo electrónico no generan esa forma de aprender, que puede ser tradicional, pero es tan importante para el desarrollo del cerebro de un niño.

18:56
Mónica Morales. Tú dices esto de que están conectados a millones de amigos, pero que en realidad están en sus habitaciones vacías y muy solos. Entonces, ¿cuáles son los peligros de estar conectados 365 días, 24 horas?

Alicia Banderas. El uso abusivo de las pantallas, lógicamente es perjudicial. Porque a veces no se vive una vida equilibrada entre lo online y lo offline. Hacer un uso adecuado de las tecnologías puede ser muy enriquecedor. La cuestión es cuando ya para ti es un refugio. Entonces, ¿qué estamos viendo en ese sentido? Los niños están construyendo como una identidad un poco fragmentada. ¿Por qué? Porque tú te expones al mundo, parece un baile de máscaras. Tú a través de la Red puedes ser quien quieras ser. Entonces, el autoengaño está a flor de piel. Es decir, yo puedo exacerbar mis rasgos más positivos, puedo mostrarme ante este grupo de una determinada manera… Como a merced de los demás. Entonces, al final, tu autoestima no está construida en una base sólida, sino que es: «A ver cómo me adapto. Y también dependo de mis publicaciones, de los likes, los «me gusta», que los demás me otorguen para yo sentirme bien. Entonces, al final, están pendientes continuamente de ese feedback, de ser aprobados y aceptados, que es lo que más quieres en la preadolescencia y la adolescencia. Ese es el peligro, a veces, no saber quién es uno y formar una identidad más unificada. Y luego, otra cosa que ocurre también, que yo les pregunto… Dicen: «Yo puedo contactar con cualquier persona. Yo tengo millones de amigos». Y a veces yo digo: «Pero cuando te sientes triste, solo, ¿no echas de menos un abrazo? Un abrazo físico, alguien que te seque las lágrimas. Alguien que se ría contigo». Pero a veces es el espacio perfecto para no enfrentarte a muchos miedos. Y luego, hay otra cosa que está ocurriendo. Tú cuando te relacionas a través de la Red y no quieres a alguien, tú le desconectas en un pispás. Puedes decir: «Este no es mi amigo y fuera». En la convivencia, en tu clase, en el recreo, no puedes apagar a esa persona, tienes que convivir con ella. Entonces, de repente, estamos viendo un repunte de una baja tolerancia a la frustración, de determinados conflictos, de agresividad, porque claro, no saben manejar la presencia del otro, que tiene que estar y tienes que convivir.

21:22
Mónica Morales. Yo creo que están surgiendo muchos conflictos con las redes, el WhatsApp, que todo el mundo está viendo… ¿No? Hay un conflicto entre dos y lo ven 20. O lo están participando 20. ¿Eso cómo afecta a las emociones de nuestros hijos?

Alicia Banderas. Estamos descubriendo que, de repente, a través de la Red han aflorado de una manera muy implosiva muchas emociones que antes se vivían, digamos, face to face, uno a uno. El odio se está expandiendo mucho más. De hecho, ahora muchos niños y niñas emiten unas críticas feroces a través de la Red sin ese autocontrol. Lógicamente, también lo hacen los padres, o lo hacen los adultos. Entonces, sería muy importante enseñar a los hijos a decir que pueden expresar lo que sienten pero que, lógicamente, tiene que haber un autocontrol. Es decir, un límite en el que podemos estar dañando a los demás. Uno puede expresar con asertividad sus opiniones, pero es que estamos cayendo ya en un fomento de ese odio, de una crítica destructiva muy grande. Y ahí los padres nos tenemos que sentar con nuestros hijos, y si a veces quiere emitir o decir cualquier publicación por Internet: «Yo te puedo ayudar. ¿Qué quieres decir? Yo puedo ayudarte a limitar dónde puedes causar daño o, a veces, favorecer el delito». También estamos viendo que florecen sentimientos como la envidia. Cuando alguien publica en Facebook su estado, de hecho, además, publica con un sesgo positivo: «Mira qué pareja tengo, mira qué viaje me estoy haciendo». De repente, estamos fabricando una realidad un tanto idealizada y muchos chavales dicen: «Es que mi vida no es así». De hecho, además, en la adolescencia, que uno tiene esos cambios emocionales. Entonces parece que la vida es perfecta y afloran el odio, la envidia… A veces dificulta la empatía. Lo que tú decías antes de que estamos compartiendo conflictos. De repente, se graba una paliza y la reenvías porque no ha dado tiempo a conectar con el dolor ajeno…

Mónica Morales. Claro.

23:33
Alicia Banderas. …y entonces le das a una tecla y tan sencillo. Tenemos que cuidar porque, lógicamente, afloran emociones que antes las manejábamos de una mejor manera y ahora es más difícil. Pero fíjate, no quería demonizar tanto, o que no se entendiese que quiero demonizar las tecnologías porque también quiero ver una parte positiva. Y es que es verdad que nuestros hijos, o los nativos digitales, tienen una característica muy importante de este siglo. La característica cognitiva más importante es la capacidad que tienen de la multitarea. Es decir, hay cosas positivas. Son capaces de gestionar hacer varias actividades a la vez. Pero, como todo, también tiene ciertos peligros que yo creo que es importante que compartamos. Fíjate, los niños pueden estar en la adolescencia con el portátil abierto, la televisión encendida, incluso el libro de Matemáticas y un podcast, escuchando música. De repente cambia tu estado de ánimo y necesitas contarle al mundo y mandar un mensaje de WhatsApp para decir cómo te sientes. El neurocientífico alemán Manfred Spitzer, en esos hallazgos científicos y esas investigaciones que lleva a cabo, él ve que los niños ya están leyendo de una manera muy urgente, rápida y poco profunda. Él dice: «Están surfeando a través de las palabras». Si tú no te paras a leer de una manera profunda, es muy difícil que llegues a la introspección, al razonamiento, a la abstracción. ¿Y qué está ocurriendo? ¿Yo qué me encuentro? Yo tengo mucho contacto con el profesorado. Dicen: «Es que, a veces, no son capaces de leer un texto o de terminar un examen, no porque las últimas preguntas sean más difíciles, sino porque se cansan». Les cuesta mucho que puedan extraer la idea principal de un texto o el contenido global, saber de lo que van. Entonces, claro, estamos intensificando unas funciones, como pasa cuando ejercitamos el músculo en un gimnasio, pero estamos atrofiando otras. Entonces, necesitamos equilibrar.

Mónica Morales. Eso es.

25:45
Alicia Banderas. Y luego, yo también lo que me encuentro muchísimo es que, aparte de esas dificultades en la atención, en la concentración y en la memoria, si tú ejercitas mucho la multitarea, al niño le va a costar más planificar y secuenciar sus tareas. Por lo tanto, de repente, entran en una frustración enorme porque nada de lo que habían planificado han podido cumplir, con la consecuente regañina de los padres en casa, y lógicamente, a veces, de no traer deberes hechos o de no haber realizado tareas en el colegio, con las consecuencias que puede tener eso en ciertos resultados.

Mónica Morales. Y hablando un poco de las conductas, tú en tu libro hablas de los «pequeños tiranos». ¿A qué te refieres con esa expresión?

Alicia Banderas. Los niños tienen que tener ese toque rebelde, ese toque de ese espíritu crítico, esa forma también de desafiar. Tienen que tener un pensamiento que, según van creciendo, lo tienen que formar ellos por sí mismos. Lo vemos en niños de tres y cuatro años, cómo se reafirman y dicen: «No, mamá, yo quiero esto». Entonces, a mí me resulta muy sano, porque si no, ¿qué generamos? Niños sumisos.

Mónica Morales. Claro.

26:59
Alicia Banderas. Pero cuidado, yo quiero transmitir la diferencia entre rebeldía y tiranía, esas conductas dictatoriales de los niños. Y nosotros estamos viendo unos casos un poco extremos donde el indicador sería, lógicamente, a veces un mal comportamiento, pero, sobre todo, sería guiado. Es decir, aquel niño o niña que tiene una insensibilidad hacia las emociones ajenas, no conecta con ese dolor, esa frialdad, no tiene empatía hacia los demás y, sobre todo, tiene escasos remordimientos de conciencia o sentimientos de culpabilidad. Cuando vemos eso, es ahí donde hay que trabajar muchísimo con esos niños. A veces, también, los pequeños tiranos… Bueno, sin ánimo de etiquetar, es para podernos entender. Estos niños que expanden su tiranía tienen un ansia por conseguirlo todo ya. Tienen muy baja tolerancia a la frustración. Incluso a veces los castigos o retiradas de privilegios no surten efecto. Entonces, a veces es muy difícil, y para nosotros también en consulta, para los psicólogos es un reto poder reconducir esos comportamientos. Pero yo me centraría, para ayudar a esos padres y madres que están viviendo esa situación, y que muchas veces en las consultas lloran y me dicen: «¿Qué he hecho yo para merecer esto? Si yo le he dado todo a mi hijo». Y yo muchas veces le digo: «Ya te has contestado tú: le has dado todo. Les has puesto todo. No había límites, no había normas. Tú, a veces, te has comportado como una madre o padre abnegado y al final, lógicamente, hemos construido un ‘rey de la casa'». ¿Cómo podríamos abordar esta tiranía? Yo creo que manejando dos comportamientos. Uno, la empatía. ¿Cómo podemos transmitir o generar la empatía en nuestros hijos? Pues desde muy pequeñitos yo a veces ya les digo, con tres o cuatro años, cuando han hecho un mal a alguien, cuando han roto algo, cuando ha pasado cualquier cosa o ha habido algún insulto o alguna agresión, son tres preguntas: ¿Cómo crees que se ha sentido el otro niño o niña? ¿Cómo te sentirías tú si te hiciesen eso? ¿Y qué puedes hacer para repararlo? Si tú has roto algo, a lo mejor tendrás que regalar algo tuyo. O si tú ya dispones, porque te han regalado tus abuelos, te han dado un poquito de dinero, pues no vas a comprar chucherías ni un juego para ti, vas a reparar un estuche que has roto. Es decir, no pueden salir las conductas gratuitas. A veces hay un sentimiento que se llama «la elevación». Es aquello que sentimos… Yo no sé si tú estabas en Madrid cuando vivimos la tragedia del 11M.

Mónica Morales. Sí.

29:56
Alicia Banderas. Pues, de repente, cuando todo el mundo salió a la calle, todos vivimos un sentimiento que se llama «de elevación». De conectar con ese dolor, y como todo el mundo ayudaba, tú querías ayudar, tú sentías que querías salir. Los taxistas salieron a recoger gente. Los psicólogos nos pusimos todos en lista de espera para tratar las emergencias y las urgencias. El país se movilizó. Como ocurrió en el caso Prestige, etcétera. Entonces, ese sentimiento de elevación también lo podemos generar. Yo muchas veces utilizo noticias y recortes de momentos que a veces parecen un poco duros pero donde los niños deben conectar con esa sensación. Y la satisfacción de poder ayudar, de generar y conectar con ese dolor ajeno. Es decir, que tenemos muchas herramientas a mano, padres, madres y educadores, para poder fomentar esa empatía. Y otra parte que es muy característica de estos niños que expanden su tiranía, es el control o el manejo de su ira. Para no fomentar la agresión.

Mónica Morales. Eso es.

Alicia Banderas. ¿Cómo podemos controlar la ira de nuestros hijos? Pues, principalmente, los niños tienen que saber lo que sienten. Y a veces nosotros no lo permitimos. No permitimos ni siquiera, a veces, el enfado, lo reprimimos. O los momentos de ira. Y a veces la ira es una emoción universal. Lo mismo que la tristeza, lo mismo que la alegría. Parece también que nuestra sociedad te hace sentirte mejor si sacas la ira en vez de sacar la tristeza. Porque con la ira tú te reafirmas y de repente te encuentras poderoso, te empoderas. Sin embargo, la tristeza genera abatimiento. Entonces, a lo mejor nos encontramos decepcionados, o nos han dicho un «no» nuestros padres y entonces ya, en vez de sentirnos tristes y decepcionados, o hechos polvo…

Mónica Morales. Nos sentimos enfadados.

Alicia Banderas. Hay veces que tenemos que… Cuando el niño está en esa rabieta, le tenemos que traducir los sentimientos. A veces desde pequeñito no sabe.

Mónica Morales. Claro

31:59
Alicia Banderas. “Mira, yo lo que creo es que estás enfadado». O »yo lo que creo es que estás triste porque mamá o papá no te han dejado hacer algo que tú querías. Y yo entiendo que te sientas enfadado, pero en casa hay unos límites».

Mónica Morales. Claro.

Alicia Banderas. “En casa debemos mantener unas normas». Primero se traduce ese lenguaje para que los niños entiendan. Y luego hay una cosa que a mí me gusta trasladar: «Dímelo con palabras. Ahora dímelo tú, ¿qué te ha pasado?». A veces: «Es que mamá es mala». Y rápidamente nos llevamos las manos a la cabeza: «¿Cómo que mamá es mala? ¡No!». Dices: «Vale, tú dices que mamá es mala, te has sentido así. ¿Por qué mamá es mala?». Déjale espacio, déjale pregunta abierta, que seguramente… Lógicamente esa agresividad que tiene que canalizar y lo hace a través de la mala gestión de la ira o de la agresión, pues déjale, permítele, que pueda decirlo con palabras. Hay niños que a veces son injustamente tratados en casa, porque hay más hermanos y los niños, a veces…

Mónica Morales. También sufren, claro

Alicia Banderas. Pensamos que se trata a todos por igual pero a veces no. Los niños a veces perciben desigualdad. Entonces, se enfadan y lo canalizan y pegan a sus hermanos, se comportan con sus padres… Tenemos que permitir un espacio para que los niños se expresen.

Mónica Morales. Sí.

Alicia Banderas. Y que puedan decir: «Eso es injusto». Es que a lo mejor es verdad. Si les vamos dando desde pequeñitos esa oportunidad para la palabra, posiblemente ya no tengan que ejercer esa agresividad. Es decir, irán madurando a través de la comunicación y de la conversación, pero también permitiendo que haya derecho a enfado. Las personas se enfadan, y mamá y papá también, pero vamos a intentar reconducirlo.

33:42
Mónica Morales. Tú también hablas de los gritos silenciosos, creo que dices, ¿no? Lo hablas relacionándolo con el mal comportamiento, entiendo. ¿Qué quieres decir con eso? ¿Los gritos silenciosos qué son? ¿Cómo nos enteramos los padres de los gritos silenciosos?

Alicia Banderas. Los gritos silenciosos yo lo llamo a aquellos indicadores o conductas que tienen nuestros hijos que de repente se están portando mal, y entonces solo vemos esa parte negativa. Y cuando un niño se porta mal… Yo siempre quiero decir que un niño que se porta mal es un niño que necesita mucho más cariño, es un niño que está sufriendo. Pero nosotros a veces solo vemos un niño o una niña agresiva. Y no, él te quiere decir algo. ¿Cómo podemos identificar, muchas veces, lo que les está pasando a nuestros hijos? Yo puedo ver, a veces, a muchos niños que, por ejemplo, no hablan nunca de sí mismos. No comparten sus expresiones, sus opiniones. Cuando se socializan en el colegio, no parece como si su opinión fuera importante, se retrotraen, se quedan en un segundo plano porque piensan que no son importantes. Entonces, de repente, están viviendo un intercambio muy poco gratificante socialmente, entre los niños. Piensan que su opinión no es válida, que no va a ser reconocida, y cada vez van más adentro. A veces también vemos niños o indicadores de niños que hablan de forma muy despectiva de sí mismos. Cuando algo les sale mal: «¡Qué torpe soy!». «¡No valgo para nada!».

Mónica Morales. Sí.

Alicia Banderas. Hay niños que me han dicho en consulta: «Ojalá me hubiera muerto». Entonces, de repente… Vamos a rascar ahí, algo está pasando, está sufriendo. Y luego, a lo mejor, su conducta, su descarga es esa agresividad pero a veces solo vemos la parte negativa. Entonces, tenemos que identificar esa parte de los niños, esos gritos silenciosos que podemos ir viendo en pequeñas conductas. A veces se encuentran muy ansiosos ante los retos y los desafíos. A veces no saben tomar decisiones, ¿y entonces qué ocurre? Claro, si tu opinión no ha sido válida, no se ha respetado tu criterio en casa, pues, lógicamente, tú no lo vas a reafirmar fuera. Una madre decía: «No, tú no vas a salir con ese muñeco mugriento a la calle. ¿Qué va a pensar la gente?

Mónica Morales. Ya.

Alicia Banderas. Que no lavamos en casa». Los niños quieren decidir…

Mónica Morales. Qué muestran.

36:09
Alicia Banderas. Lo que quieren hacer o cómo quieren vestir, y de repente sancionamos esa parte. Y a lo mejor lo que ese muñeco harapiento y mugroso lo que tiene son huellas de amor, de momentos de reparación, y tú quieres salir con él. De repente, coartamos. Otra forma de libertad que coartamos cuando una madre que es muy activista en educación para la igualdad de género, en lo que, lógicamente, todos estamos inmersos, pues decía: «Es que yo no quiero que mi hija vista de rosa». Entonces, cambiaba la ropa que le llega de rosa porque: «Es que no quiero que sea princesa». «Ya, pero es que tu niña necesita elegir su libertad. ¿Qué es mejor, que pueda elegir su propia libertad de qué escoger, de cómo comportarse o que también se le reprima cierta toma de decisiones? A lo mejor no es tan trascendente que juegue a princesas. E incluso le podemos dar la vuelta. Ser princesa no significa que venga un príncipe azul a salvarte. A lo mejor tú eres la princesa que vas a salvar a un pueblo entero. O sea, dale la vuelta».

Mónica Morales. Muchas veces sentimos que tienen baja autoestima porque les cuesta resolver sus problemas o porque les cuesta decir sus opiniones, o vienen y te dicen: «Es que en el patio nunca se juega a lo que yo quiero». O »es que cuando tengo que hacer este trabajo no se escucha mi opinión y tengo que ceder». Nos preocupa eso mucho a los padres, que tengan una baja autoestima. ¿Cómo ayudarles? ¿O cómo darnos cuenta de que realmente es una baja autoestima o un bachecillo, o simplemente forma parte de la vida: «No siempre juegan a lo que tú digas»? ¿Cómo ayudarles en esto?

Alicia Banderas. Algo que hemos compartido antes: cuando hay amor incondicional. Cuando tú te sientes seguro de ese amor, tú vas construyendo primero un autoconcepto. Es decir, saber un poco cómo eres, cómo sientes, cómo te comportas. Y luego ya hacer esa valoración de ti mismo positiva que, a ver… La mirada que tengan los padres de ti misma, va a ser la que tú vas a recoger. Es decir, lo que ellos van a proyectar, cómo te quieran, cómo te aprueben, cómo te validen, al final es la imagen que tú vas a tener de ti misma. Entonces, es muy importante, cuando hablamos del refuerzo positivo, de elogiar aquellas cosas que, además, tú quieres que mejoren. «Yo te voy a reforzar esto porque aumenta la probabilidad de que ese comportamiento tuyo vaya a mejor». Entonces, fíjate, ¿qué pasa? El otro día, una madre de una niña adolescente se quejaba mucho de su actitud. A través de la Red le decía: «Es que te pasas todo el día a través de la Red solucionando los problemas a tus amigas. Eres como la abogada de los pleitos pobres», le decía. Y entonces la castigaba sin Internet, sin conectarse. Entonces, yo le decía: «Separa muy bien qué quieres castigar…».

Mónica Morales. Claro.

39:19
Alicia Banderas. Podemos «castigar», o quitar horas, o disminuir horas de conexión, pero no castigues algo maravilloso que tiene tu hija, que esa empatía, esa capacidad resolutiva, para ayudar a los demás, para ayudar a sus amigas. Entonces, muchas veces confundimos ciertos valores de nuestros hijos y no los potenciamos. Es verdad que tenemos que estar muy atentos y orgullosos de reforzar aquello que nos gustaría… Que forma parte de nuestra máxima de educación en valores. «Yo quiero que mi hija sea», por ejemplo, «de esta manera». O «me encanta esta actitud cuando la tiene», y reforzarla. Pero cuidado, porque a veces nos pasamos de refuerzo e hinchamos el ego. Tener un término medio en ese refuerzo no es sencillo, porque a veces también les hacemos muy dependientes del refuerzo, de la aprobación externa. A mí también me decía una niña: «Yo a mi madre no le voy a enseñar este trabajo, solo a mi padre. Mi madre me va a decir que todo fenomenal. Siempre, como me quiere tanto, todo está fenomenal». Entonces, a veces dejas de ser un criterio válido e incluso fomentas que dependas de lo que te digan los demás. Entonces, cuando luego eres mayor, no sabes tú, digamos, valorar tu propio trabajo, necesitas que alguien, un coordinador o coordinadora, te diga: «Buen trabajo». Entonces, es en pequeños gestos como podemos entrenar en tener una autoestima ajustada.

40:53
Mónica Morales. Yo creo que nosotros somos una generación que se está diciendo que nos cuesta mucho sobreponernos a las adversidades, y que nos venimos abajo con facilidad. Entonces, sabiendo que esto es una carencia ya en nuestra generación, que si miramos atrás, nuestros padres y nuestros abuelos han sido capaces de salir de situaciones muy duras, ¿cómo podemos ayudar a nuestros hijos a que hagan un poco de músculo con esto de la adversidad, de que todo no es fácil?

Alicia Banderas. Los padres y las madres, a veces, tendemos a una sobreprotección que, realmente, limita la propia capacidad de los niños. Yo quiero rescatar el término «resiliencia». Muy acuñado, además, por el experto Boris Cyrulnik. Él dice: «La resiliencia es la capacidad que tenemos las personas de sobreponernos a la adversidad». Incluso de salir fortalecidos de ella. La vida nos puede pegar un montón de embates en cualquier momento. Entonces, a veces nos tenemos que ir entrenando en pequeñas frustraciones o en pequeñas situaciones ya desde pequeños, porque cuando venga algo gordo, no levantamos cabeza. Hay cinco atributos que tienen las personas resilientes, y, por tanto, los niños y niñas resilientes. Si ya hemos visto que existen, ¿por qué no trabajarlos? Por ejemplo, uno de ellos es la capacidad de relacionarse y la capacidad de empatía. Los niños que son empáticos, que se relacionan mejor, establecen redes de apoyo que son muy necesarias porque cuando te pasa algún motivo de tristeza o alguna adversidad en la vida, tú vas a tener esa red de apoyo que te va a ayudar a pensar: «No estoy solo». Luego, también vemos el sentido del humor. Ha estado muy denostado: «Es reírse». No, cuando tú tienes sentido del humor relativizas las cosas de una manera mucho mayor. Entonces, vemos que niños con un gran sentido del humor es verdad que también son más resilientes. Luego, hay otro que es la autonomía.

42:54
Alicia Banderas. Hay una autonomía, si no sobreprotegemos a nuestros hijos, nuestros hijos van a ser capaces de hacer cosas por ellos mismos, y a veces también es una autonomía emocional. Saber descentrarse. A veces estás pasando una situación en casa, hay un conflicto, hay una separación, y entonces descentrarse, de alguna manera, de algo que te está dañando, y centrarte en otra. A veces te vuelcas en los estudios, en el colegio, a veces hay una persona que es tu Pigmalión, que puede ser un profesor, un primo, una prima, una amiga, una tía, que es la que puede, a veces, decirte: «Estás conmigo, disóciate un poco de lo que te produce dolor, pero aquí te podemos reparar». Y luego hay una también muy importante que es la perseverancia y el sentido de propósito y de futuro. Los niños que perseveran, que prueban una y otra vez, son los niños que, al final, también tienen un enfoque de futuro, una proyección en el futuro. Si ya sabemos que estos atributos los pueden tener los niños resilientes, ya podemos trabajar muchas cosas sobre ellos para que salgan fortalecidos y no caer tanto en la sobreprotección.

44:01
Mónica Morales. ¿Cómo podemos ayudar a esos niños que se están separando sus padres? Muchas veces tendemos a hacer como que eso no está pasando y otras veces nos ponemos muy encima. ¿Cómo hacemos con ellos?

Alicia Banderas. Y es verdad que es una de las situaciones más estresantes y agobiantes para las parejas y también para los niños. Todos los niños, además, en sus fantasías siempre quieren que sus papás estén juntos. A veces ellos están viviendo ya un conflicto encubierto. Yo siempre digo que los padres, y a veces pasa tiempo, años, deciden separarse y no hay marcha atrás, ya hay que comunicarlo. Porque los niños viven una incertidumbre que a veces no saben qué está pasando. Por ejemplo, los niños más pequeños, como en casa está habiendo conflictos, pues, realmente, ¿ellos cómo descargan? Portándose mal. Muchas veces piensan que sus padres se separan por ellos. Se sienten culpables en ese sentido. Entonces, digamos que la incertidumbre ya tenemos que desecharla. ¿Cómo podemos enfrentarnos a una separación?

45:04
Alicia Banderas. Primero, ambos progenitores, padre y madre, dos madres, dos padres, estaría muy bien que comunicaran a sus hijos, ambos presentes y juntos, que se van a separar. Primero, para no se tergiverse la información. Y segundo, porque tú ya les estás sentando las bases de que van a estar ahí los dos para ti. ¿Vale? Entonces, a veces utilizamos una especie de protocolo, decimos: «Mira, papá y mamá ya no van a vivir juntos porque no se quieren como antes, pero te van a cuidar muchísimo, te van a querer muchísimo, y van a estar siempre contigo». Entonces, lo primero que piensa un niño es: «¿Qué va a ser de mí?». Tenemos que reducir la incertidumbre. Por eso tenemos que tener muy bien atado dónde vas a vivir, cuánto tiempo vas a pasar con mamá y papá… A veces, cuando son pequeños, ellos no han interiorizado bien lo que va a pasar y a lo mejor te dicen: «¿El verano no lo pasaré en el pueblo?». Entonces, tú les tienes que decir: «En el verano podrás convivir de esta manera». Pero tenemos que reducir la incertidumbre de esos niños. Y el mensaje es: «Vamos a estar ahí contigo». Yo siempre digo: «Cuidado». Cuando antes decía que yo respetaba la infancia mucho… Tus hijos los tienes que cuidar. No pueden ser ni árbitros ni mensajeros: «Dile a papá, dile a mamá…». Porque van a vivir un conflicto de deslealtades. Y a veces pueden usurpar el rol del que no está. Ahora es el hombrecito de la casa, de repente. Y tenemos que favorecer… Todos tenemos unas familias, generalmente extensas. A veces hay abuelos, tíos… Favorecer ese contacto. Se divorcian o se separan los padres, pero los niños tienen que seguir conviviendo.

Mónica Morales. Con los dos.

46:58
Alicia Banderas. Cuidado con lo que digo. A veces se sienten muy mal y les tenemos en medio en un conflicto encubierto de lealtades. No pueden ser tus confidentes, no le puedes decir: «¿Qué va a hacer mamá o papá?», nos tenemos que mantener. Hay unas cosas que sería aconsejable no hacer y sí comunicar la decisión. Los adolescentes a veces también piensan que los padres, cuando se separan, que son muy egoístas por tomar esa decisión.

Mónica Morales. Sí.

Alicia Banderas. Es importante trasladarle a los hijos que se ha pensado. Dicen: «No habéis pensado en mí». Se ha pensado en ellos. Y precisamente también en ese pensamiento por ellos, pensamos que los niños no pueden convivir en esa situación de conflicto. Y que uno ha buscado la mejor decisión que podía haber. Aunque a veces se sufra, y se va a sufrir, y podemos también pedir ayuda psicológica.

Mónica Morales. ¿Y cómo ayudarles también de cuando hay una noticia de que alguien ha muerto en la familia? ¿La pérdida de un ser querido cómo se les tiene que transmitir?

Alicia Banderas. Es que la cultura de la muerte también en nuestra sociedad es difícil de manejar. Pero mira, la realidad y la verdad es muy triste a veces, cuando perdemos a un ser querido.

Mónica Morales. Sí.

48:17
Alicia Banderas. Pero ocultarlo e ignorarlo es mucho peor, ¿vale? Los niños y niñas son grandísimos lectores de las señales y de los signos emocionales. Cuando algo ha pasado, imagínate, el fallecimiento de un abuelo o abuela, a veces es cuando se tienen que enfrentar a esas primeras situaciones tan adversas, los niños ya están viendo que algo está sucediendo, porque no ven a los padres de la misma manera. A mí una madre me decía: «Yo trato de no llorar delante de él». Y a veces le decía: «Se me ha metido una motita de polvo en el ojo». Entonces, ¿qué pasa? No estamos validando que la tristeza existe, no nos podemos expresar, y eso no es aconsejable para nuestros hijos. Entonces, a los niños, en vez de tenerles en esa incertidumbre o porque luego se enteran, a veces por terceros, piensan que sus padres les han engañado en algo tan importante. Entonces, es tan importante reducir ese tiempo cuando, realmente, ya se sabe que se ha perdido, y poderlo decir a los niños. Porque, claro, parece que impacta muchísimo decir: «El abuelo ha muerto».

Mónica Morales. Sí.

49:33
Alicia Banderas. Y de repente utilizamos un montón de eufemismos: «El abuelo está dormidito», «el abuelo ha cogido un avión y se ha ido muy lejos». Nosotros no debemos utilizar esos eufemismos. Nosotros tenemos casos de niños que han ahorrado para irse de viaje en avión. Tenemos casos de niños con terrores nocturnos porque tienen miedo a dormirse por si se mueren. El abuelo o la abuela «ha muerto». Se puede decir la palabra. A ellos no les impacta de la misma manera que a nosotros. Eso tenemos que tenerlo en cuenta. Y luego, hay una parte, cuando los niños son pequeños, en torno a los tres o cinco años, no manejan dos conceptos de la muerte, que es la universalidad, es decir, que todos nos morimos, y la irreversibilidad, es decir, no volvemos. Y entonces tú te encuentras que de repente te dice: «Pero ¿mañana va a venir el abuelo a recogerme?». Entonces los padres se enfurecen y dicen: «Si ya le hemos dicho que había fallecido». Tenemos que saber esos tiempos de los niños, de cómo manejan también la muerte. Ya es a raíz de los siete años cuando tienen una concepción, un poco más rudimentaria, pero la tienen, de la muerte.

50:42
Alicia Banderas. Hay veces que hay que decirles que morir es no vivir. Es decir, es cuando ya no pensamos, no comemos, no hablamos. Es decir, a veces, se le puede poner un ejemplo. Por ejemplo, cuando una flor se marchita ya deja de crecer y ha muerto. Las primeras experiencias que ellos tienen con la muerte, a veces la tienen con un ave, con un pajarito, a veces la tienen con insectos, que a veces hacen hasta un ritual de entierro. Porque a veces sí es importante que vivan algún tipo de ritual. No obligarles. A lo mejor no ir a un cementerio, pero sí explicarles que las personas a veces se mueren, y muchas veces te preguntan: «¿Y dónde van?». Y yo siempre digo, respetando todas las creencias religiosas, es importante que si no lo sabes, los padres podemos decir: «No lo sé. Pero siempre van a estar en nuestros recuerdos, en nuestros corazones, en lo que hemos vivido y compartido. Siempre van a estar presentes de alguna manera». Es importante, digamos, manejar. «¿Van al cielo? ¿A una estrella?». Pues nosotros intentamos y les aconsejamos que se diga siempre la verdad. Había una niña que decía: «Imposible que mi abuela haya llegado a la estrella porque iba en silla de ruedas y es imposible que trepe hasta allí. Mamá, me estás mintiendo». Los niños sí tienen, lógicamente, unas fases de negación, de irascibilidad, de conductas regresivas. Vuelven a chuparse el dedo o a hacerse pis… Es decir, hasta la aceptación, pasan por un proceso de duelo. Hoy en día, me dedico también a la psicología perinatal, hay fallecimientos de hermanos nada más nacer. En cuestión de días, y a veces los niños se habían hecho una ilusión con la llegada de un nuevo hermanito, y de repente no viene. ¿Cómo comunicar esa noticia? Y es importante, nosotros siempre decimos, que los profesionales ayudamos, pero que sean también los padres. A veces quieren dejarlo en manos de un profesor… Yo siempre digo que podemos pedir ayuda, pero que sean ellos mismos. ¿Cómo manejamos esas emociones delante de los niños? Ni comportarnos desbordadamente con ellos…

Mónica Morales. Ya.

52:58
Alicia Banderas. Es decir, llorar muchísimo. Sí, hay oportunidad para el llanto, sí, papá y mamá están tristes, pero todo irá bien, darles seguridad. Porque si no, también muchos niños se sienten culpables de haber sido el superviviente. A veces los padres, para que el hermanito no se olvide de que vino al mundo un hermanito pero falleció, le tienen como muy hiperpresente en las conversaciones. Entonces, tenemos que intentar manejar un término medio en esa situación, tan difícil, tan terrible a veces, por qué no decirlo. Pero es verdad que si no ocultamos, si lo tratamos con transparencia, si no hay engaños, si acompañamos en ese proceso, podremos hacer una evolución de un vuelo de una manera adaptativa.

53:45
Mónica Morales. ¿Cuál es tu visión sobre las mentiras de los niños?

Alicia Banderas. Bueno, los padres y madres tenemos mucho miedo a las mentiras. De repente: «Oh, han mentido, ¿qué habremos hecho?». Nos sentimos culpables. A veces lo castigamos mucho, no queremos que mientan, para nosotros la sinceridad es un valor fundamental. Pero tenemos que pensar que son estrategias que tienen los niños y que se producen mucho antes de lo que imaginamos. A los tres años ellos ya son capaces de ocultar cosas y de mentir. El investigador de emociones Paul Ekman dice que los niños mienten porque quieren evitar los castigos. Es una de las principales causas. Pero también mienten a veces porque has cometido un error no intencionado. Tienes que cubrirte de alguna manera porque a veces también tienes miedo a las reacciones de los padres. Es decir, ellos se están cubriendo como en una supervivencia. Otras veces es porque no quieren sentir humillación. De repente: «Te has hecho pis». «No, no me he hecho pis». «El pantalón está mojado». «Eh… Me he sentado en una silla mojada». A veces porque tienes tu orgullo, tu dignidad. Otras veces también es porque quieres dar rienda suelta a un placer ilícito.

54:59
Alicia Banderas. Imagínate, quieres hacer una fiesta en tu casa porque se han ido tus padres y quieres llevar a cabo algo prohibido. Yo creo que los padres se quedarían más tranquilos si supieran por qué sus hijos mintieron. Hay veces que tenemos que dividir la mentira del comportamiento que ha pasado. Te pongo un ejemplo. Es más destructivo que si tu hijo o hija te ha vertido un refresco en tu teclado, pues de repente, digamos, ha habido un efecto mayor porque ha roto el teclado y a lo mejor el padre se enfurece. Pero a lo mejor ha sido un error no intencionado. También tendríamos que repasarnos a nosotros mismos, si nuestra actitud ayuda a que nuestros hijos… A fomentar la sinceridad o a tener que ocultar o a mentir. Sin embargo, por ejemplo, la conducta de hacer una fiesta en tu casa a lo mejor no tiene tantos daños, salvo que te hayan destrozado la casa. Pero sí está violando una norma fundamental, que te parece, a lo mejor, más importante. Entonces, yo creo que cada padre tiene que pensar si, por ejemplo, fue un error deliberado o es una mentira intencionada, si la propia mentira agravó, porque encubrió ciertas cosas y agravó un poco las consecuencias. A veces una reflexión en toda regla para saber qué castigar. Y a veces a lo mejor no hay que castigar tanto, sino: «Gracias por haberme dicho la verdad, gracias por haber compartido esto. Para mí es mucho más importante que me lo hayas dicho que ahora mismo castigarte por ello. Yo te quiero reforzar por aquí para que tú tengas la libertad de hablar con tu madre o tu padre de esta manera». Pero para eso tenemos que dejar espacios donde ellos puedan contarnos cosas. Pero si tú ya vas tomando una actitud abierta, no represiva, hacia determinadas cosas, ese niño o esa niña podrá compartir contigo muchas de ellas y podrá fomentar la sinceridad. Y luego no olvidemos, Mónica: Los padres somos un ejemplo para nuestros hijos. Hay un aprendizaje que se llama vicario u observacional donde los niños nos imitan.

Mónica Morales. Y tanto.

57:08
Alicia Banderas. Si tú estás en una conversación al teléfono con los abuelos y dices: «No podemos ir a visitarte porque tengo que hacer una gestión muy importante», tu niña te va a decir: «Pero mamá, si no tienes que hacer nada. Estás mintiendo a la abuela». «Nada, es una mentira piadosa». Vamos a ver también, ¿vale?

Mónica Morales. Nuestra actitud

Alicia Banderas. Cómo es nuestra actitud ante esa situación. Pero bueno, yo creo que partiendo de ahí y de tener una actitud más favorecedora de la sinceridad y menos castigadora, yo creo que también podemos fomentar una buena comunicación entre padres e hijos.

Mónica Morales. Alicia, muchas gracias, me ha gustado mucho escucharte. Ha sido un gustazo darnos tantas orientaciones, tantos consejos, que nos pueden servir un montón a las madres y a los padres. Muchas gracias.

Alicia Banderas. Gracias a ti, Mónica, por compartir tus experiencias, tus preocupaciones, tus vivencias, que enriquecen siempre a todos para compartir estas charlas. Gracias de verdad.