Tres consejos para enseñar a nuestros hijos a escuchar con atención
Pablo d'Ors
Tres consejos para enseñar a nuestros hijos a escuchar con atención
Pablo d'Ors
Escritor
Creando oportunidades
El ejercicio lento de lo cotidiano
Pablo d'Ors Escritor
“La meditación es un camino radical para el autoconocimiento”
Pablo d'Ors Escritor
Pablo d'Ors
“Yo no conozco un camino de autoconocimiento más radical que la práctica de la meditación”, asegura el escritor y sacerdote Pablo d’Ors. Para él, la meditación como práctica de silenciamiento, unida al ejercicio lento de lo cotidiano -aprender a vivir más lentamente-, son “caminos hacia la plenitud y la consciencia”. D’Ors nos invita a abrazar la lentitud como un modo de vida: “Vivimos y actuamos rápidamente, con nuestra atención puesta en lo que viene después. De esta manera, la vida se convierte en una carrera de obstáculos”.
Pablo d’Ors es escritor, sacerdote y fundador de la red de meditadores ‘Amigos del desierto’. Es nieto del ensayista y crítico de arte Eugenio d'Ors y discípulo del monje y teólogo alemán Elmar Salmann. Estudió Filosofía y Teología en Roma, Praga y Viena y en 1991 fue ordenado sacerdote. Ha compaginado su trabajo pastoral con su labor docente y con una prolífica carrera como escritor. Es autor de once títulos: una colección de relatos, dos ensayos y ocho novelas. El reconocimiento del público le llegó con su Trilogía del silencio, conformada por ‘El amigo del desierto’ (2009-2015), la aclamada ‘Biografía del silencio’ (2012) y ‘El olvido de sí’ (2013). En la actualidad, Pablo d’Ors vive dedicado al ministerio del silencio e imparte conferencias y retiros de meditación por todo el mundo.
Transcripción
Y luego, si tienes más claridad, pues tienes también más coraje para actuar, porque tantas veces si no actuamos es porque tenemos miedo, porque no lo vemos claro, pero si lo vemos claro, pues somos capaces de actuar. Así que yo diría primero luz y luego coraje, como frutos de la meditación.
Si no nos amamos, no podemos amar a los demás. Porque nadie puede dar lo que no tiene. Y si no amamos los demás, no nos enteramos de qué va la vida. Porque la vida consiste fundamentalmente en la capacidad de amar y ser amado. Y si no nos enteramos de qué va la vida, mucho menos podremos vislumbrar el misterio, lo que los creyentes llamamos “Dios”. Es decir, que realmente, todo esto que yo intento de alguna manera propugnar o extender, apunta al autoconocimiento. Sin esto, todo lo demás será superficial y no nos construirá.
Porque el mundo no está en primera instancia para ser transformado, sino que en primera instancia está para ser recibido y para ser disfrutado. Ya veremos luego si hay que intervenir o no. Es decir, esto por el tema del intervencionismo. Yo soy un gran seguidor de Gandhi y un gran admirador y un gran lector. Siempre recomiendo un libro suyo que se llama ‘Mis experimentos con la verdad’, que es su autobiografía, y él hablaba de la no violencia. Es decir, que mucho de nuestra actuación, es muy violento. Y junto a esto que te acabo de decir, de hablar más bajito y no hablar, retener, yo diría que hay otro camino que yo también practico mucho, y es hablar despacio. Y hablar dejando un tiempo entre una palabra y otra, entre una frase y otra. ¿Por qué? Porque cuando se habla deprisa, no dejas espacio al otro de recibir lo que tú estás diciendo. Estos silencios entre las palabras y entre las frases son los que dan un contenido espiritual a tu mensaje, los que permiten la auténtica comunicación. La lentitud es un signo de que estás dando algo de ti mismo, de que estás creando un discurso, de que estás en un acto creativo. Nadie puede hablar de sí mismo deprisa. Cuando hablas de sentimientos, por ejemplo, en la terapia o el acompañamiento personal, lo más interesante son los silencios, porque significa que el paciente o el interlocutor está elaborando, está trabajándose por dentro.
Y eso es lo que un terapeuta o un acompañante nunca debe violar y debe respetar ese trabajo. Es decir, que las pausas en la comunicación son fundamentales. Esto quiere decir que silencio y palabra, blanco y negro son las dos caras de la misma moneda. Una palabra es eficaz si nace del silencio y si aboca a él, si lleva a un silencio mayor. Si algo de lo que yo estoy diciendo te deja pensativa, te deja reflexiva, abre un paisaje, un horizonte de reflexión, de ensoñación, eso es interesante.
Impide que nos metamos dentro de la vida, nos saca continuamente fuera, y eso nos rompe, nos rompe permanentemente. Entonces, ¿qué es disfrutar? Disfrutar es comulgar con la realidad. Si es comer, comer. Si es hablar, hablar. Si es dormir, dormir. Entregarte a ello. Y no sé, creo que nuestro problema es que no sabemos comulgar con lo que tenemos delante. Estamos siempre pensando en lo que tenemos pendiente, lo que hemos dejado atrás. Y entonces ¿qué hacer? Pues, qué hacer, no hacer. Es decir, la escuela para el ser es no hacer. Se ha inventado la meditación porque no sabemos estar sin hacer nada, nuestros abuelos o nuestros bisabuelos, que se sentaban en la puerta de casa con su sillita, seguramente sabían algo que nosotros hemos olvidado. ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos, nuestros jóvenes y demás? Por de pronto, la mejor manera, por decir creo yo que la única, es ser tú aquello que quieres entregar a los demás. Si tú quieres que tus hijos sean hombres y mujeres de paz, sé tú paz. Es decir, no podemos dar lo que no tenemos. Entonces, muchas veces nos preocupamos por nuestros hijos. Pero deja a tus hijos en paz y preocúpate por ti mismo. Porque eres tú el problema. Un índice del valor espiritual de una persona es que nunca apunta a los demás, aunque sean sus hijos, sino que siempre se apunta a sí mismo. ¿Qué puedo hacer? Ser eso que tú quieres que el mundo sea. Es decir, que no mires la paja en el ojo ajeno, sino la viga que tienes en tu propio ojo.
Entonces, ¿cómo se hace esto? Pues Rogers habla de una cosa, que es un lugar común, es muy conocido, habla del reflejo. Es decir, no dar lo propio, no dar algo propio, sino devolver, reflejar lo que el otro te dice.
Separo lo emocional de lo espiritual, aunque están profundamente integrados, porque… Porque normalmente tenemos las emociones muy reprimidas. No las expresamos. Entonces, si no expresamos lo que tenemos dentro, pues la espiritualidad se convierte en una especie de superestructura que no posibilita, sino que tiene pies de barro. No es sólida. Entonces, se trata de recorrer todas las emociones que nos suscita la realidad para, una vez llegado a un cierto punto, empezar el camino espiritual. O sea que podría decir que se resume en mirar… Es fácil decirlo, luego vivirlo es otra historia. Mirar amorosamente la realidad, aunque sea oscura. Aunque sea difícil. Esto no nos sale, mirar amorosamente la realidad. No sale espontáneamente, se trata de imprimir a tu mirada interior benevolencia y ternura. En la medida que lo vamos haciendo, poco a poco vamos transitando esa oscuridad, esa dificultad y vamos aceptando, que es lo que me preguntabas.
En realidad, educar es eso. Es mostrar un camino. Mostrar un camino. En la medida en la que estamos en un camino, estamos bien. Si perdemos un camino, no estamos bien. Entonces, meterse en el camino de la espiritualidad, del silencio, meterse en el camino del ejercicio físico, del deporte, meterse en el camino de la inteligencia y de la reflexión. Meterse en el camino del corazón, de los afectos… O sea, estar en el camino. Pero esto que vale para los jóvenes, vale también para los adultos. Es decir, vuelvo a lo mismo, yo me plantearía cómo hacer nosotros. Y esa es la mejor manera de persuadir a los que van por detrás.
Porque han escuchado su conciencia, que eso es para lo que sirve la meditación, la han obedecido, porque tú puedes escuchar y no obedecer.