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“La humanidad ha roto un viejo pacto con la naturaleza”

Carlos de Hita

“La humanidad ha roto un viejo pacto con la naturaleza”

Carlos de Hita

Naturalista y técnico de sonido


Creando oportunidades

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Carlos de Hita

Se define a sí mismo como “paisajista sonoro”, y lleva más de 30 años registrando los sonidos de la naturaleza. El naturalista y técnico de sonido Carlos de Hita está convencido de que la divulgación por medio del sonido es una “herramienta muy eficaz para transmitir a la sociedad cómo es ese mundo natural, limpio y puro que tenemos que conservar”.

Crítico con la situación medioambiental, considera que la humanidad ha roto un viejo pacto con la naturaleza. “Siempre se dice: 'Tenemos que cuidar la naturaleza por nuestros hijos'. Bueno, tenemos que cuidar la naturaleza porque no es nuestra. No tenemos derecho a destruirla. El pacto debe ser a favor de las dos partes, no solo de la nuestra”. Y reflexiona: “Si tuviera que justificar mi actividad en la comunicación, no sería solo para explicar lo bonito que es el campo, y la riqueza que hay allí; sino que cuando muestro la belleza de la naturaleza, aspiro a que la gente se vuelva exigente y respetuosa”.

Es autor del libro ‘Viaje visual y sonoro por los bosques de España’, en el que los bosques se describen a sí mismos a través de un código QR. Además de colaborador habitual en varios medios de comunicación, guionista de documentales y creador de la banda sonora de su vida: ‘El sonido de la naturaleza’, un blog donde publica sonogramas como testimonio de uno de los mayores archivos sonoros de la biodiversidad y fauna española, africana, amazónica e india. Una ventana a esa “atmósfera cristalina”, que nos muestra cómo suena la naturaleza en cada momento del año o el canto de un autillo en su castaño. En 2016 recibió el Premio Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad por su pionera e innovadora trayectoria en la grabación y difusión de una amplia gama de sonidos de la naturaleza.

En la actualidad, De Hita continúa su legado con esa actitud paciente y contemplativa que le caracteriza. Esta vez mediante la recopilación de diferentes grabaciones que permitan estudiar la evolución acústica de la biodiversidad: “El sonido es un termómetro que refleja lo que sucede en la realidad”. Y lo hace registrando diariamente la actividad del bosque de Valsaín, donde vive desde hace tiempo alejado de la sociedad mecanizada.


Transcripción

00:02
Carlos de Hita. Soy Carlos de Hita. Soy técnico de sonido especializado en la naturaleza. Trabajo con las voces de las aves, de los insectos, con el sonido del paisaje sonoro, los vientos, las aguas… En definitiva, soy un naturalista metido a técnico de sonido, y además tengo la firme convicción de que la comunicación por medio del sonido es una herramienta muy eficaz para transmitir a la ciudadanía cómo es ese mundo natural, limpio y puro que tenemos que conservar.

00:27
Joaquín . Hola, Carlos, es un placer tener esta charla aquí hoy contigo, sobre todo para hablar de un tema que a mí también me gusta y me apasiona, que es la naturaleza y los animales. Tú te defines como un paisajista sonoro, ¿qué es exactamente eso?

00:42
Carlos de Hita . Es una de las formas de definir una actividad, ciertamente difícil de describir. Yo soy técnico de sonido, pero mi materia prima es el sonido de la naturaleza. Por lo tanto, la materia prima es el paisaje sonoro, de ahí lo de paisajista, quizás un término un poco retórico. Para explicar qué es un paisaje sonoro, es un término, un concepto que se entiende fácil: es la componente sonora de un paisaje. ¿Y eso qué incluye? Incluye muchas cosas, no solamente lo evidente: las voces de los animales, los cantos de las aves, los insectos, los anfibios… Incluye también el sonido del viento, del agua, pero también incluye la reverberación, la acústica, el eco, la distancia y la temperatura. Son todos los elementos que están en un paisaje y que son afectados acústicamente. El campo es una sala de conciertos y cada espacio tiene su acústica, igual que no hay dos salas de conciertos o dos platós que suenan igual, no hay dos paisajes que suenen acústicamente igual. Y entonces, la búsqueda de los matices del paisaje sonoro va por ahí, por definir un lugar, un espacio, en términos acústicos. Tú con el sonido puedes ver… A mí me gusta mucho hacer alusiones a lo que se ve, a ver de oídas, a lo que tú ves en tu mente a través del sonido. Tú puedes ver cómo es un lugar, puedes ver sus dimensiones según la reverberación, según el eco, puedes ver el calor, porque cuando hace calor los sonidos son más resecos, son menos brillantes, menos agudos. En la noche, paradójicamente, el sonido brilla, porque de noche las condiciones acústicas, la humedad, el frío…, favorecen la propagación de los agudos. Entonces, los sonidos de un ruiseñor, el canto de un ruiseñor durante la noche es más brillante, en términos acústicos, que durante el día. Son esas paradojas las que a mí también me gusta utilizar para llamar la atención sobre lo que podemos ver por medio del oído.

02:32
Joaquín. Esa pasión que tú tienes por los sonidos, ¿de dónde proviene?

02:35
Carlos de Hita. Bueno, esto es la aplicación técnica de una pasión anterior, que es la de salir al campo con unos prismáticos a ver animales. Esto viene de antiguo, por una serie de carambolas, tampoco vamos a decirlo. Todos mis amigos eran fotógrafos. Lo primero que hace un chaval cuando sale al campo a ver pájaros es comprar unos prismáticos, y después una cámara de fotos. Y yo era un fotógrafo muy malo. Entonces, por una serie de circunstancias durante una grabación de una serie de televisión sobre la naturaleza, empecé a grabar sonido. Mi primera grabación fue la berrea de los ciervos en otoño, en celo. Lo que empezó siendo una afición, pues enseguida derivó hacia una actividad profesional. Yo con estas grabaciones hago muchas cosas. Mi materia prima, digamos, los mimbres con los que yo trabajo son los sonidos de la naturaleza, el paisaje sonoro. Pero con eso se pueden hacer muchas cosas. Se puede, por ejemplo, sonorizar un documental de naturaleza o una película. Se puede hacer radio, y he hecho mucha radio, en la que todas estas cosas suenan y yo las comento, pero en la radio el sonido es la imagen. Yo soy fotógrafo de una serie de programas, fotógrafo naturalista, aunque con fotografías sonoras. Antes se hacían CD, ¿te acuerdas de los CD? Cuando se editaba en disco…

03:52
Joaquín. Y disquete.

03:54
Carlos de Hita . Y ahora hacemos aplicaciones, juegos para teléfonos móviles de identificación de aves, instalaciones sonoras, exposiciones, conciertos, un poco… Todos los soportes son válidos, pero lo que suena siempre es lo mismo, que es la biodiversidad acústica, el paisaje sonoro. Y bueno, pues este tipo de cosas son… Es curioso, porque a mucha gente le parece una rareza, un exotismo, escuchar el sonido de la naturaleza. Y a mí eso me da mucho que pensar, porque estos sonidos de la naturaleza han sido la banda sonora que ha acompañado a la humanidad desde siempre. Todo nuestro desarrollo cultural, desde que bajamos de Las Acacias en África hasta hoy día, la humanidad siempre ha estado envuelta por estos paisajes sonoros, estas bandas sonoras. Y el hecho de que hoy día mucha gente diga que esto es un exotismo, me hace pensar que en realidad nos hemos ido muy lejos, o nos hemos vuelto muy sordos a los mensajes, a los gritos, a veces gritos de socorro que pide la naturaleza. Cuando lo cotidiano se convierte en exotismo, es que tú ya te has ido.

“La humanidad ha roto un viejo pacto con la naturaleza”. Carlos de Hita
04:59
Joaquín. Oye, una cosa, tú cuando haces un programa o cuando tienes que grabar algo, estás bastante tiempo en la naturaleza, el campo. Vivir en la naturaleza, todo ese proceso, ¿te ha enseñado algo?

05:11
Carlos de Hita . Pues me ha enseñado una forma de estar, una forma de estar contemplativa, pasiva. No sé qué fue antes, sí que yo era pasivo y contemplativo o que esto me ha educado, pero sin duda, cualquiera que ande por el campo lo sabe. En la naturaleza, la principal herramienta para ver algo, ya sea con el oído, con la vista, con lo que sea, insisto en lo de ver con el oído, es la paciencia, la actitud de espera. Una paciencia, un aburrimiento constructivo, si quieres, el saber estar esperando a que sucedan cosas. En el campo, nada pasa a la primera. Nosotros somos unos intrusos, entonces cuando tú llegas a un lugar donde están los animales, con muy buen criterio, casi siempre salen huyendo y solo al cabo de un buen rato de espera, de paciente espera, de aguardar, es cuando las cosas vuelven a su cauce y empiezan a suceder acontecimientos, que es lo que buscamos los que grabamos, fotografiamos, pintamos o describimos la naturaleza. Entonces, en ese sentido esa actitud contemplativa, paciente, reflexiva, si quieres, pues te ayuda a conectar muy bien con la naturaleza, francamente. Es la actitud que hay que tener. Fuera las prisas y esperar a que pasen las cosas sin provocarlas.

06:25
Joaquín. Eso que dices de la paciencia está muy bien, pero la paciencia a veces no tiene un resultado muy agradable nada más empezar. ¿No puede ser frustrante y desesperante?

06:34
Carlos de Hita . Sí, bueno, yo creo que una buena espera en el campo nunca decepciona. Tú a lo mejor estás esperando que suceda algo, y puede que ese animal, ese efecto que estás buscando, no aparezca, pero siempre aparecen otras cosas, o te llevas a una buena experiencia. La espera, ese aburrimiento gozoso que te decía antes, son importantes. Pero tú tienes que jugar con una serie de imponderables. La naturaleza no es un estudio de grabación, no es un plató como este, donde los micrófonos están donde tienen que estar y el bicho que habla, en este caso tú o yo, estamos donde tenemos que estar. No, en la naturaleza, pues tú te pones donde puedes y los animales hacen lo que quieren. Ese es el juego, y eso es lo bonito del juego. Y encima hay otra serie de inconvenientes, como una tormenta, un viento, una lluvia, ruidos, tonos que tú no controlas, pero que también ayudan a matizar y a colorear, como se dice en acústica, esa situación. Esa es la experiencia de la inmersión del naturalista, el que está en un sitio esperando a que sucedan cosas sin esperar nada en concreto, sino a ver qué viene encima. Luego sí que hay otros imponderables, otros ruidos que sí que molestan mucho y eso sí que son frustrantes, porque no depende de que estalle la tormenta o se ponga a llover o sople el viento, que eso fastidia. Son cosas como tráfico de aviones, ruido en general. El ruido que cada vez es más omnipresente, está en más sitios, forma cada vez más parte, como el sello, el telón de fondo que decía antes, del paisaje sonoro, y eso sí que molesta mucho. Eso es muy frustrante porque tú… Este trabajo de disfrutar, para grabarlo, o para paladear el sonido de la naturaleza, obliga a irse cada vez más lejos y a horas más intempestivas.

08:25

Y, sin embargo, vayas donde vayas, esto te persigue como una mancha de aceite. Y eso sí que es frustrante. La verdad es que es frustrante. Luego tú tienes que aprender a diferenciar entre lo que tú escuchas y lo que escucha el aparato, la máquina, el grabador, que no es lo mismo. Hay que interpretar lo que ve ese aparato. Y es muy común que tu experiencia en el campo, no coincida exactamente con lo que escuchas después en el estudio de grabación, en el estudio de sonido.

08:51
Joaquín. Qué curioso.

08:53
Carlos de Hita . Le pasa a los fotógrafos: haces una foto y dices: “Es buenísima”. Llegas a casa y dices: “Vaya birria”. O: “Aquí hay un tipo que yo no había visto y se ha colado alguien por ahí”. Ese tipo de cosas pasan mucho. Pero bueno, también hay que saber un poco lo que estás oyendo y analizarlo, interpretarlo y no parar. Lo bonito, esa… No es una frustración, esa paciencia, esa larga espera, es la esencia de la actitud contemplativa, reflexiva, no muy exigente de un naturalista, de alguien que va a una inmersión buscando cosas, pero que se conforma con lo que le viene. No necesita que todo sea lo que esperaba. Eso que yo creo que es una buena escuela para la vida. Sencillamente esperar a que pasen cosas, hombre, tú poner los medios, y no esperar demasiado, sino conformarte con lo que viene.

09:43
Joaquín. Con estos parones que hemos tenido, con este tiempo que no hemos podido salir de casa, o mucha gente no ha salido de casa, hay una cosa que se ha hecho muy viral, digamos, que es el tema de que los sonidos que no conocemos, de repente los estamos redescubriendo. En el campo, vale, puede pasar, pero en las casas de la ciudad hay muchísima gente que está descubriendo ahora por primera vez el canto de ciertos animales.

10:09
Carlos de Hita. Ahí pasaron dos cosas, lo que pasa es que la percepción fue distinta. Durante la primavera, cuando el encierro, el confinamiento, la pandemia, la sociedad mecanizada se calló: el tráfico cesó, los aviones dejaron de volar, la maquinaria en el campo dejó de trabajar y entonces el paisaje sonoro, tanto el urbano como el natural, en el campo, pues se volvió silencioso. El telón de fondo del ruido, esa especie de mancha sucia que lo tapa todo, ese ruido gris, feo, del tráfico, se corrió, desapareció. Y ahí aparecieron las cosas que ya estaban, pero que no se oían. La gente decía: “Es que han llegado los pájaros”. No, estaban ahí, estaban ahí, lo que pasa es que tú no los escuchabas. Primero, el ruido no te permitía oírlos, y segundo, posiblemente la gente no prestaba atención, porque es tanto oír como escuchar. Entonces, lo que sucedió es que la gente de pronto se encontró con un paisaje sonoro vacío. Y por los huecos de ese paisaje sonoro se colaban cosas, estaba todo el mundo atento, ansioso en la ventana, mirando y escuchando a ver qué pasaba. Y ahí surgieron todo tipo de aves, sonidos que a la gente le parecen desconocidos, pero estaban ahí. No solo aves, también voces, campanas, los sonidos de la actividad humana, más allá del ruido. En la naturaleza, que yo lo viví en la naturaleza, porque yo vivo en un pueblo, en el campo. Fue una situación… Fue como volver cien años atrás.

11:36
Joaquín. Eso es, eso es, la mejor definición.

“La humanidad ha roto un viejo pacto con la naturaleza”. Carlos de Hita
11:37
Carlos de Hita . Es como si en el campo nos hubiéramos ido a antes de que la mecanización la contaminación acústica invadiera el paisaje sonoro. Entonces, la atmósfera era de cristal. O sea, tú te ponías en lo alto de un cerro a escuchar y no se oía nada. Nada más que el sonido del viento, el silencio y algunas aves, o lo que fuera. Fue una situación bastante irrepetible. Fue un auténtico lujo, por encima del terrorífico drama que nos estaba sacudiendo a todos. Pero esos momentos es donde sí que es útil una actitud contemplativa, como te decía antes. Porque era estar con las orejas totalmente abiertas, los ojos abiertos. Con el alma abierta, para que te entrara como un chorro toda esa pureza. El paisaje era de cristal. La atmósfera sonora era cristalina. Totalmente.

12:33
Joaquín. Yo creo que mucha gente ha tenido la ocasión, por primera vez en su vida, de entender cómo suena el mundo, la naturaleza. Eso ha sido maravilloso. Pero eso me da pie a una cosa: cuando yo era profesor, noté una cosa que era muy divertida. Y era que todos los días en el recreo, los chavales salen, cogen sus bocadillos, la mitad se les cae, la mitad lo tiran, etc. Y entonces empezaban a venir una serie de especies de pajaritos que los rodeaban, pero no hacían nada. Estaban esperando. En el momento que sonaba el timbre de entrar en clase, una bandada de gorriones por un lado, lavanderas blancas por otro y… Y somormujos… ¿Cuál era el otro? Y otro pajarito más, venían como locos y empezaban a picar. Cogujadas. Y empezaban a picar y a comerse sus cositas. Un día hice la prueba con los chavales del cole, de decir: “Vamos a ver: ¿sois capaces de reconocerlos si los oís?”. Entonces era muy divertido, no los reconocía a nadie, por supuesto, no sabían nada. Y lo del oído era un pequeño lío. Para eso haría falta un cierto entrenamiento. Tú creo que estás haciendo aplicaciones, o algo así, para la escuela.

13:33
Carlos de Hita. Sí, bueno, yo trabajo en muchas cosas, y entre otras, en crear materiales que pueden, no específicamente, pero sí pueden ser utilizados en la escuela. Yo creo que no es tan importante que los alumnos aprendan a reconocer el canto de los pájaros, sino a valorar su existencia. No hace falta tener un montón de ornitólogos expertos diciendo: “Eso es una Cogujada Montesina y eso es un Mito”, sino que la gente cuando escuche un paisaje sonoro sepa valorar la calidad ambiental de ese lugar. El sonido es un termómetro. Si suena bien…

14:05
Joaquín. Eso es.

14:05
Carlos de Hita . El lugar es un lugar valioso. Yo lo digo, no soy profesor, pero sí sé que el oído y el sonido son un recurso didáctico muy importante, también por lo poco utilizado que es. Y todo lo que es novedoso es eficaz, o puede ser eficaz. A mí me parece que hay que distinguir entre dos campos: el sonido real, qué se puede hacer con los alumnos en el sonido real, escuchando la realidad, enseñándoles la diversidad, enseñándoles lo que sobra, lo que molesta o lo que no, lo que define un lugar… Haciéndoles críticos, en definitiva, críticos ante su entorno. Y luego están los recursos técnicos que se pueden utilizar en el aula o en tu casa. Y ahí los últimos tiempos nos lo ponen muy fácil, porque yo he trabajado desarrollando aplicaciones basadas en el sonido con la Sociedad Española de Ornitología, con la SEO BirdLife, sobre los cantos de las aves, ¿para qué soporte? Pues el de los chicos, el teléfono móvil. Entonces, hemos hecho aplicaciones sobre composición de paisajes sonoros en el teléfono. El teléfono es un estudio de sonido. Tú tienes diferentes elementos y los puedes recombinar y construir tu propio paisaje sonoro, como en una película, en que vas sumando capas de sonido hasta que tienes el paisaje final. O bien aplicaciones de identificación, juegos… Tanto sonidos naturales como sonidos de la cultura pueden ser muy útiles en clases de geografía o clases de biología. Se puede describir cómo es cualquier ciudad de una medina árabe, tú la puedes describir apelando a las llamadas de la oración de los almuédanos por la mañana, por ejemplo. O tú puedes contar una ciudad en la India por medio del sonido del tráfico, que no suena igual que en Europa, suena distinto, porque la maquinaria es diferente, hay mucha bici.

15:59

O te puedes meter y distinguir claramente, tú puedes describir la ciudad de Benarés, por poner un ejemplo, a través del sonido de sus campanas, igual que puedes describir Venecia por el carillón de San Marcos. Es decir, tú puedes, a un estudiante de geografía le puedes enseñar que el mundo no son solo imágenes, que el mundo es, básicamente, una banda sonora también. Y además, cuando tú ves una imagen con su propia banda, su sonido, le estás dando verosimilitud a esa imagen. Tú ves una foto y suena, y ya estás viendo de verdad cómo es ese lugar. Entonces, en la escuela todo este tipo de cosas pueden ser muy, muy útiles. Pero sobre todo con estas cosas lo que tienen que hacer es estimular la curiosidad de los alumnos.

16:41
Joaquín. Eso me recuerda, tú has viajado por todo el mundo, has viajado por muchos sitios.

16:45
Carlos de Hita. Bueno, algunos.

16:46
Joaquín. Muchos sitios. Has tomado unos archivos, has grabado unos archivos que creo que son de los más amplios que existen ahora mismo en el mundo. Tienes sonidos de todos los sitios, pero cuando tú vas a un país nuevo por primera vez y empiezas a grabar, sobre todo la naturaleza, y de repente oyes algo que no has oído en la vida. ¿Qué ocurre? ¿Sientes algo especial?

17:09
Carlos de Hita. Pues que me siento como un navegante que llega a una isla por primera vez. Cuando vas a un lugar, bueno, cuando vas no, siempre que vas a un lugar nuevo, todo lo que escuchas es desconocido. Es casi por primera vez, estás completamente virgen ante ese tipo de estímulos. Entonces, es una sensación de… Primero estás como muy perdido, porque no sabes… Yo aquí, más o menos, tengo mis referencias. Sé de qué va todo, más o menos, también hay zonas oscuras. Pero cuando llegas de nuevo a un lugar y escuchas un universo sonoro, ya sea natural o cultural, completamente nuevo, pues la primera sensación es desconcierto. Luego, de una curiosidad infinita, y después, de una necesidad de análisis. Supongo que esos tres factores: desconcierto, curiosidad y análisis, son los que describen a un explorador. Y además, bueno, en esos casos mi método es el mismo. Yo no llego a un lugar y me pongo a grabar, como creo que un fotógrafo no llega a un sitio y se pone a hacer fotos a lo loco.

18:10
Joaquín. Primero mira.

18:10
Carlos de Hita . Un fotógrafo con cierto sentido de la narración. Yo lo primero que tengo que hacer es entender el lugar en términos acústicos, identificar qué elementos sonoros definen ese sitio, ya sea una ciudad, una medina árabe o un bosque, o la ciudad de Madrid en la Plaza Mayor un domingo por la tarde. Primero hay que conocer, hay que entender qué es lo que define acústicamente ese lugar, para después ir a capturarlo pieza a pieza. Pero primero, el análisis. Y esta es la base. O sea, aquí no estamos trabajando porque sí, yo estoy grabando para contar una historia después. Entonces, para contar esa historia, en términos acústicos, antes tengo que saber qué es lo que voy a contar. Y en ese sentido, bueno, pues yo creo que todos los viajeros acumulan una serie de experiencias difíciles de explicar a la gente. Igual ahora lo que te cuento no se entiende, porque son cosas demasiado personales. Pero yo creo que nos pasa a todos los que viajamos, que en nuestro cuaderno de campo, en nuestra memoria o en nuestras grabaciones, tenemos cosas que se salen de lo previsible. Y yo te podría decir un par de experiencias que a mí, dentro de muchas, que por motivos muy personales me han sacudido. Muy distintas, además.

19:28

Una de ellas, por ejemplo, fue durante un viaje a la selva en Camerún, al corazón de las tinieblas de la selva tropical africana. Estábamos grabando un documental con una tribu de Bakas, los pigmeos de Camerún. Pigmeo es un término despectivo, son los Bakas, en la frontera entre Camerún y Centroáfrica. Y por las noches yo me salía a la selva yo solo, a grabar. A grabar sonido. Y recuerdo una noche, y la estoy viendo, que tenía delante en la distancia, en un mundo absolutamente hostil, rodeado de ruidos que no sabían ni lo que eran, pero todos parecían muy peligrosos. Al fondo había una humareda roja, iluminada por brasas. Y de esa humareda salía un griterío: risas, carcajadas. Era la tribu de Bakas, la comunidad de Bakas, que estaban en torno a las hogueras. Sabes que en la selva la madera arde muy mal, está verde y entonces produce brasas y produce mucho humo, pero no lumbre. Rara vez produce fuego, llama. Y yo estaba escuchando a lo lejos, en torno a esa hoguera, un montón de gente despreocupada y pensaba: “Estoy en la selva, en un mundo hostil. El corazón de las tinieblas. Y la gente se está riendo”. La compañía de la gente les da confianza. Y ésta es una imagen que se ha repetido en este planeta desde la noche de los tiempos. Siempre, la humanidad ha sido un grupo de gente acompañándose y riéndose de los peligros. Entonces, yo estaba en el año 2000 y pico, pero estaba en la Edad de Piedra, posiblemente, y en todas las noches de la historia. “Qué tontería”. Bueno, a mí ese momento me sacudió, me hizo ver que con el sonido también, y con la mente, se viaja muy lejos.

21:13

Y el segundo momento así, que yo atesoro como para llevármelo a cualquier sitio, sería una noche también en la Cordillera Cantábrica, eso es mucho más cerca. Es un mundo más conocido para nosotros, en el que nos metimos, iba con un amigo, Fernando, un guarda que me estaba llevando, nos metimos sin darnos cuenta, dentro de una manada de lobos. Hay pocos sonidos en la naturaleza, en Europa, en el mundo occidental, que representen mejor el sentido de lo agreste que el aullido de un lobo. Nosotros nos metimos de hoz y coz, que se dice, dentro de la manada. Y pasó una cosa muy rara: los lobos no salieron corriendo, los lobos se quedaron allí. Supongo que nos miraron, era de noche, nos percibieron perfectamente. Y el lobo alfa aulló y toda la manada le respondió.

22:04
Joaquín. Espectacular.

22:11
Joaquín. Ese es el alfa.

22:20
Carlos de Hita. Tenemos al líder, al lobo alfa, que llama a la manada, y la manada responde. Pero este momento para mí es muy especial, no solo porque hay unos lobos aullando, que ya sería bastante, sino por lo que significa que una pareja de personajes se meta dentro de una manada de lobos y los lobos no huyan. Es decir, hay una cosa que a mí me parece fascinante cuando estás en el campo, y es que al cabo de un rato, si no haces aspavientos y no haces nada, si no te manifiestas como algo agresivo, los animales te ignoran.

22:53
Joaquín. Te aceptan.

22:54
Carlos de Hita . Te ignoran. Yo creo que eres un elemento más del paisaje, posiblemente un elemento torpe, que no les supone una amenaza. Entonces, ese momento en el que tú, que siempre el ser humano es agresivo, es un peligro en todas partes, cuando tú llegas a un sitio y con tu actitud, una vez más, la paciencia, la pasividad, demuestras de no sé qué manera que no eres una amenaza a los animales, muchos, no todos, muchos sencillamente te ignoran. Entonces, los lobos por supuesto que nos habían percibido, por supuesto que nos habían oído venir, pero no nos consideraron un peligro. Sencillamente se comunicaron y luego se fueron tranquilamente, sin grandes prisas. Ese momento en el que tú no eres un peligro para nadie, a mí me parece que justifica la más larga de las esperas. Ese momento, por mucho que la grabación esté mejor o peor, se lo lleva el viajero para dentro, eso solamente lo disfrutas tú. Y es fundamental. Y pensando un poco, me he dado cuenta de que estas dos historias tan distintas, un viaje a la noche de los tiempos y un viaje a la naturaleza agreste, las dos sucedieron en plena oscuridad, en la noche, que es cuando el oído lo es todo.

24:06
Joaquín. Claro. Sorprendente. Muy bonita la historia. Bueno, muy llamativa. Oye, tú has pasado horas, días, semanas, meses, lustros en la naturaleza grabando sonidos. Has estado por la mañana temprano, por la tarde, con frío, con calor. Pero ¿has notado que hay diferencia, por ejemplo, en cada estación del año? ¿Por ejemplo, el otoño?

24:26
Carlos de Hita . Claro que sí. No hay dos momentos que suenen igual a lo largo del año. Cada momento, cada instante tiene su propia banda sonora. Los paisajes, aunque sea el mismo paisaje, cambian de sonido semana a semana, porque cambian los animales que lo habitan. Los que cantan ahí. En primavera hay unos, en invierno hay otros, o no hay ninguno en absoluto. Entonces, ya solamente por los solistas, ya cambia el paisaje sonoro. No suena igual la mañana, que la tarde, que la noche: son diferentes especies, sus voces suenan distintas en la acústica del día y la noche. Todo esto se puede ver en el paisaje sonoro. Por ejemplo, el otoño. El otoño, en términos de la naturaleza, es una época de apagamiento, podemos decir, es la caída hacia la pausa invernal. Eso, en términos acústicos, significa que en el campo el paisaje sonoro se va extinguiendo, se va apagando poco a poco. No del todo. Buscando y rebuscando te darás cuenta de que, por ejemplo, el canto de las aves es muy distinto. El sonido de las aves, no el canto, es muy distinto al de la primavera. La primavera es muy florida, mucho trino, mucho gorjeo. Y en otoño se suelen escuchar este tipo de sonidos, reclamos, señales muy simples.

25:41

Allí, al fondo, una bandada de cornejas, de cuervos. Pero son estos sonidos tan sencillos, tan sutiles, los reclamos, que denotan que un pájaro tiene miedo, que está asustado, que tiene hambre, o que es una bandada que está volando y se están comunicando, pero por medio de voces muy, muy sutiles. El invierno, por ejemplo, el invierno en el campo, en términos acústicos, es el silencio. O quizás el soplo del viento, o una noche helada que no suena nada, pero siempre buscando y rebuscando, y con esta paciencia proverbial que nos caracteriza, pues encuentras momentos como fogonazos donde hay sonido. Y en invierno, por ejemplo, se produce el celo de los búhos reales y podemos escuchar este tipo de cosas. Aquí viene el búho.

26:32

Son dos búhos, una hembra y una garza. Por cierto, búho, si te das cuenta, es una onomatopeya. La palabra “búho” imita el sonido que emite este pájaro, este ave. Con lo cual, también esto denota que en otra época la gente que nombraba a los animales era muy consciente de qué sonidos hacían, porque esa onomatopeya, “bu”, “búho”, describe muy bien cómo es su voz. Uno, entre los millones de ejemplos posibles del paisaje sonoro de primavera… La primavera se caracteriza porque es la explosión del celo, la reproducción, y eso tiene una conversión sonora, que es el canto de los pájaros. En un bosque podemos contar decenas de pájaros cantando a la vez, con estas voces adornadas: los trinos, los cantos, los gorjeos. Son llamadas territoriales, casi siempre, no siempre, de los machos, que están marcando territorio y atrayendo hembras y espantando competidores.

27:35

Escuchamos tamborileos de pájaros carpinteros, trinos, cantos… Lo que escuchamos es una gran diversidad, una gran actividad. Aquí hay mucha gente peleándose. El sonido de la naturaleza muchas veces es una pelea. A nosotros nos parece muy armónico, muy bonito, muy bucólico, pero en realidad son animales que se están desafiando unos a otros por medio de estas voces tan adornadas. Y ¿cómo podemos caracterizar el verano? En verano la reproducción ha acabado, pero en verano, con la sequedad, no sé si paradójicamente, pero los sonidos son resecos. Y para mí el sonido que describe como ningún otro el calor, el bochorno, el achicharrarse, es el sonido de la sierra continua de las chicharras.

28:26

Este es un sonido que solo de oírlo te transporta a un día de calor, sopor, moscas. Una tarde en un pinar del mes de julio, agosto, el calorazo.

28:33
Joaquín. Y mira que cuesta localizarlas luego.

28:36
Carlos de Hita . Pero solo una de ellas ya se sobra para rellenar un espacio enorme. Para mí ese es el sonido del calor. De la misma manera que los sonidos simples del otoño, era el sonido de las brumas, de la niebla. En fin, cada uno puede ver lo que quiera, pero yo creo que se puede analizar muy bien qué es lo que esconde, qué es lo que está dibujando ese sonido.

“La humanidad ha roto un viejo pacto con la naturaleza”. Carlos de Hita
28:57
Joaquín. Si ya está clara más o menos la diferencia que hay entre las distintas estaciones, ¿hay también una diferencia seria en la hora o cómo está el tiempo?

29:06
Carlos de Hita . Claro, el sonido es el reflejo de lo que está sucediendo, es como la sombra de lo que pasa. Entonces, evidentemente, el paisaje sonoro está modulado por los ciclos de la luz, por ejemplo. Los biólogos llaman al concierto que se produce al amanecer, el “coro del alba”, en los bosques. El coro del alba es una secuencia que se repite más o menos de una manera parecida día a día, en cómo los animales del día, las primeras voces del día, sustituyen a las últimas voces de la noche. Es como la hora del cambio de guardia. Entonces, cada sitio tiene su propia huella sonora, su propia firma, por decirlo así. En tal bosque el primero que canta es el petirrojo, le sigue el chochín, luego no se quién, el cuco… Y es una secuencia que se repite, muy parecida, día a día, aunque va modificándose a medida que el sol también cambia su hora. Entonces el sonido va dibujando acústicamente los cambios que se producen en la atmósfera, en la meteorología o en la luz solar. Por ejemplo, los anfibios son auténticos termómetros. Termómetros e hidrómetros. Cuando llueve, en primavera, las ranas se ponen… se esponjan y empiezan a cantar. Tú puedes saber muy bien, más o menos, qué está sucediendo. Si ha habido tormentas, si no las ha habido, interpretando, analizando esa banda sonora que es, insisto, el reflejo de lo que está sucediendo. No es más que eso. Igual que nosotros tenemos la voz más o menos animada, más o menos locuaz, según lo que nos pase, el campo también es más o menos animado, más o menos locuaz, según lo que está sucediendo. Sí, sí, esto se puede seguir. Tú puedes escuchar y ver cómo es un lugar, por ejemplo, el eco te está dibujando una pared. Cuando tú oyes una chova piquirroja que grita y escuchas su voz rebotada, reflejado el eco de esa voz, ese sonido está rellenando el espacio y te está mostrando la pared.

31:02

El trueno, cuando el retumbo del trueno no es nada más que el rebote en todas las irregularidades del suelo del chispazo original. Decía Gómez de la Serna en las greguerías: “Si el rayo ya ha caído, el aviso del trueno sobraba”. Y efectivamente. Pero el trueno es eso. Es como la huella sonora que se estira y un trueno muy largo te está hablando de un valle muy grande, porque es el retumbo que va llenando el hueco. Es como un gas, rellena los huecos y luego te vuelve. El sonido te permite, con cierto criterio, te permite ver ese tipo de cosas.

31:38
Joaquín. Oye, y una cosita se me ocurre: durante los días de mucho calor, o las horas de mucho calor, los animalitos estarán más callados. Y durante la noche salen otros. Pero ¿no hay un momento en que puedan coincidir los que todavía no se han acostado con los que se estén levantando?

31:51
Carlos de Hita . Esa es la hora fascinante del crepúsculo o del coro del alba, sobre todo el crepúsculo. Es ese momento en el que las sombras empiezan a crecerse, las formas se diluyen, se confunden en formas y se produce el cambio, el relevo, de los últimos del día con los primeros de la noche. Entonces, tú puedes estar escuchando los primeros grillos y los últimos saltamontes, el primer mochuelo y el último cuco, la primera rana y el último petirrojo. Es una hora, como todas las fronteras, y esto es una frontera temporal, todas las fronteras son permeables. El ecotono, que decían los biólogos. Y no sé si ecotono acústico existe como tal término, pero lo inventamos aquí ahora mismo y ya está. Esa frontera siempre suma más que restar. Y es un momento que yo disfruto especialmente en el campo, porque estás a la espera de acontecimientos. Permanentemente sucede algo nuevo. Sucede algo parecido también, cambiando de escala temporal, en los primeros días de primavera, del mes de abril, por ejemplo, cuando cada día en el paisaje sonoro se incorpora una voz nueva. Las aves que estaban hibernando en África están viniendo y un día te aparece un pájaro, al día siguiente un cuco, al siguiente una curruca, al siguiente un ruiseñor… Cada día es como un calendario sonoro. Cada día se van incorporando nuevas voces. Si tienes las claves, tú puedes más o menos deducir qué está sucediendo.

33:22
Joaquín. Habrás notado cambios, por desgracia, cambios no muy favorables muchos de ellos. ¿Qué es la parte, o qué consideras que hemos hecho realmente mal con respecto a la naturaleza? Y sobre todo, un poco de futuro: ¿tenemos alguna posibilidad de hacer algo cada uno?

33:39
Carlos de Hita . Desde mi punto de vista, desde mi punto de escucha, en estos treinta y tantos años que llevo grabando en el campo, sí que he percibido algo en que mi percepción coincide con los datos de los científicos. Hablo un poco de memoria, pero sabemos que, lo dicen los biólogos, en los últimos cincuenta años, en el mundo occidental han desaparecido la mitad de los ejemplares. Hay la mitad de los animales, más o menos, vertebrados. Por ejemplo, si yo hace treinta años grababa diez codornices, en la actualidad de esas diez quedan cinco. Si había diez cucos, quedan seis. Si había diez ruiseñores, quedan seis, también. La tórtola es prácticamente residual. Es decir, cuando yo empecé a grabar, cuando yo empecé a fijarme por medio de mis instrumentos y de mi escucha en el campo, el paisaje sonoro era mucho más rico, había más variedad. Eso no es uniforme. Es mucho más acusada esa crisis en determinados sistemas que en otros: los bosques están mejor, los sistemas agrarios, las praderas, los cultivos están, en términos ambientales, en una crisis gravísima, hay un desplome auténtico. Todos hemos oído que las abejas están desapareciendo, por ejemplo. Cuando yo empezaba, bueno, y hasta mucho después, para mí, salir al campo a grabar en verano, en primavera o verano, a partir de las once de la mañana era un problema, porque el zumbido de las abejas lo tapaba todo. Si yo quería grabar algo limpio, ese zumbido me estorbaba. Para mí eso no es un problema ya. Es verdad que han callado muchos invertebrados, muchos grillos, muchos saltamontes. Se nota. Y todo eso me hace pensar que es mi percepción, pero coincide con lo que dicen los científicos. Pero tú recordarás que uno de los textos fundamentales del movimiento conservacionista en el mundo fue ‘Primavera silenciosa’, de Rachel Carson, en Estados Unidos. Era un libro de los años 60 que avisaba…

35:34
Joaquín. El primero.

35:35
Carlos de Hita. Fue uno de los peores aldabonazos, una llamada a la conservación, cuando por aquella época el problema era el DDT. Entonces, lo que decía este libro es que un día, con los pesticidas, amanecería una primavera en la que no hubiera cantos de pájaros. Ojalá nuestro problema fuera el DDT. Nuestro problema son los pesticidas, los contaminantes, la basura, el plástico, la superpoblación, la erosión del suelo, la ocupación de terrenos naturales, la falta de respeto al medio natural… Y todo eso, además, todos esos gravísimos problemas, amenazados por una envolvente contra la que tenemos muy poco que hacer, que es el calentamiento global. El paisaje sonoro no avanza hacia una primavera silenciosa, todavía, pero sí que podemos decir que cada día es más monocorde, más aburrido, más monótono. Y el sonido es un reflejo de lo que sucede. No nos olvidemos de que el sonido no es una cosa simplemente lírica y bonita, es un reflejo, es un termómetro de lo que…

36:38
Joaquín. De la realidad.

36:39
Carlos de Hita . …de la actividad, de la biodiversidad. Entonces, con estas actividades mías, si tuviera que justificar mi actividad en la comunicación, no sería solamente para explicar lo bonito que es el campo, lo variado que es, la riqueza, la belleza que hay allí, que ya sería suficiente, sino que yo aspiro a que con este tipo de cosas, cuando tú muestras la belleza, la diversidad, aspiro a crear o por lo menos sembrar una semilla, que la gente se vuelva exigente. Me parece que la humanidad ha roto un viejo pacto. La humanidad siempre ha establecido un pacto con la naturaleza, de mutuo interés. Ese pacto se está rompiendo día a día y siempre a favor de una de las partes, que es la nuestra. Me parece que ese pacto hay que restablecerlo, sobre una premisa que es hasta un poco revolucionaria. Siempre se dice: “Tenemos que cuidar la naturaleza por nuestros hijos”. Bueno, tenemos que cuidar la naturaleza porque no es nuestra. No tenemos derecho a destruirla. El pacto debe ser a favor de las dos partes, no solo de la nuestra. Y creo que esa es la clave. ¿Qué se puede hacer? Fundamentalmente, ser críticos y ser respetuosos.

37:44
Joaquín. Tú has hecho varias guías sonoras de lugares y de sitios, y acabas de publicar un libro muy interesante sobre los bosques, una guía sonora de los bosques. Cuéntanos en qué consiste ese proyecto.

37:58
Carlos de Hita. Más que una guía sonora, es un recorrido. El libro se llama ‘Viaje visual y sonoro por los bosques de España’, y es una especie de recapitulación de una vida entera. Media vida, o muchos años, esperando pacientemente en los bosques, escuchando, leyendo cosas y reflexionando. Es un recorrido por la mayoría de los tipos de bosques de España, desde los hayedos del Cantábrico hasta las laurisilvas de Canarias, pero con una visión un poco muy personal. No es una guía de bosques, no es el típico libro que te dice qué bosques tienes que conocer y cómo se llega, y: “Suba usted por aquí, mire a la izquierda y llegará a un mirador”, sino que en cada uno de ellos yo he localizado uno de los aspectos que a mí me ha fascinado de los bosques. Desde usos tradicionales, qué fauna los habita, meteorología, clima, peligros, mucha literatura y mucho sonido, evidentemente. Entonces, este es un libro que se lee de tres maneras. Es un libro convencional, en papel, escrito, tiene una imagen visual de los bosques y luego hay un libro virtual superpuesto a ello, que es una colección de paisajes sonoros de cada uno de esos bosques, de manera que, por medio de un código QR estampado en la página, tú puedes estar leyendo el libro y escuchando cómo es ese lugar. Es el único ejemplo que conozco en el que está permitido leer un libro con un teléfono móvil en la mano, porque puedes estar leyendo el libro y, a través del móvil, escuchando el paisaje sonoro grabado en ese bosque. Si yo quería hablar de, por ejemplo, del sonido de la lluvia, pues elegí el hayedo de Saja, cómo puedes conocer cómo es un bosque por cómo suenan las hojas golpeadas por las gotas de lluvia.

39:44

Yo quería hablar de vino y elegí los hayedos de La Rioja, para hablar de cómo la madera transmite a través de las duelas de las barricas el aroma del bosque, cómo se transmite al caldo. Quería hablar de urogallos, ¿dónde hay urogallos? En el Pallars. Hablé de los abetares del Pallars. Siempre era un poco al revés: ¿quería hablar de los bosques de alta montaña? Pues me fui a los Pirineos. Pero no buscaba primero el lugar y después le ponía a la historia, sino al revés. Primero elaboré las historias y les busqué un ejemplo. Un ejemplo que te indica que este libro es una visión muy particular es un capítulo que compara, en el señorío de Bertiz, en Navarra, compara el trabajo de un pájaro carpintero, un picamaderos negro, con una pícea, con el de un guitarrero que construye una guitarra. Es un ejemplo real. Yo conocí a José Luis Romanillos, que era un gran lutier, el decía guitarrero, nada de lutier. Él hacía guitarras, y me enseñó de qué manera construía una guitarra, construía el sonido de una guitarra con la tapa de pícea. La tapa es la pieza que lleva el agujero de la guitarra. Y eso es lo primero que se hace. Él cogía la tapa esa, y con un cepillito de carpintero del tamaño de un sacapuntas, iba rascando poco a poco, poco a poco, y con la mano, con el dedo, daba golpes, tocaba, y la placa aquella hacía, pum, pum. Y él iba buscando el sonido de esa guitarra, puliendo y tocando.

41:10
Joaquín. Qué maravilla.

41:11
Carlos de Hita. Cuando encontraba el sonido, la nota fundamental de la guitarra, ya construía el resto de la guitarra, el resto de sonidos de la guitarra. Y yo grabé un pájaro carpintero, un picamaderos negros, el más grande de los carpinteros que tenemos en España, haciendo exactamente eso mismo en un tronco de pícea: él golpeaba contra el tronco y escuchaba. ¿Qué estaba haciendo? Buscaba en las líneas de propagación de la madera, los agujeros, los túneles, por medio del oído, dónde estaban las larvas de la que se alimentaba. El guitarrero y el pájaro carpintero hacían lo mismo: picoteaban la madera y escuchaban. Uno buscaba una guitarra, una nota, y otro buscaba las ondas de propagación. Esos dos mundos, esa unión entre la creación de un instrumento y la parte utilitaria de un pájaro que busca por medio del sonido lo mismo, me pareció tan fascinante que le dediqué un capítulo. O sea que, ese es el estilo de este libro, no es hablar de que las píceas de el bosque este, de que un árbol plantado tiene tal altura, sino qué se puede reflexionar agarrado o pegado al tronco de un árbol. Y como yo me pasaba muchas horas agarrado y pegado al tronco de un árbol esperando a que alguien dijera algo, me sobró material para contarlo.

“La humanidad ha roto un viejo pacto con la naturaleza”. Carlos de Hita
42:26
Joaquín. Bueno, Carlos, ha sido un enorme placer toda esta larga charla contigo hablando de los sonidos y de las maravillas de la naturaleza. Pero ¿y ahora? ¿Tienes algún proyecto así pensado? ¿Vas a hacer algo concreto?

42:38
Carlos de Hita. Yo siempre estoy con ideas nuevas. Yo no me planteo proyectos concretos, sino que voy grabando, grabando, grabando, y de ahí van saliendo, como las manzanas, van cayendo ideas. Yo tengo ahora la intención de hacer una serie de grabaciones, de aquí a lo que me quede, más o menos, de actividad. Ya tenemos una edad, y me arrepiento de no haberlo hecho antes. Es una serie de grabaciones sistemáticas, largas, de veinticuatro horas, en espacios concretos, continuas. Técnicamente hoy es posible, hace unos años no, de manera que podamos tener un muestrario, una especie de catálogo, una escucha neutra, no buscando el sonido, sino colocando un aparato, que permita analizar dentro de unos años cómo era esto y cómo ha evolucionado. Posiblemente no lo haga yo, lo hará quien venga después. Pero sí que es tener una base documental, con unos parámetros que se puedan calcular, medir, pesar, ponderar. Entonces, sí, mi intención, la llevo haciendo ya desde hace un año, es ese tipo de grabaciones continuas, largas, de veinticuatro horas, una vez al mes, de manera que se pueda tener esa referencia: si en el año 2020 en este bosque había siete especies de pájaros cantando, tres ejemplares cantaban a estas horas del día, y el ciclo diurno evolucionaba de esta manera, en el año 2040, ¿cómo está? Entonces eso, a quien esté allí, le puede dar una referencia de cómo ha evolucionado acústicamente y, por tanto, cómo ha evolucionado la biodiversidad en ese lugar.

44:15

Es una experiencia que quiero hacer, que estoy haciendo de una manera sistemática a partir de ahora y mientras duren las pilas, ya veremos cuando se acaban. Y en definitiva, la idea es convertir a los oyentes pasivos en escuchantes activos. Que la gente no solamente oiga música, oiga pájaros, sino que escuche, entienda, identifique y, sobre todo, se vuelva crítica y exigente. Que diga: “¿Por qué ha cambiado esto? ¿Cómo podemos evitarlo?”.

44:47
Joaquín. Ojalá sea así. Oye, muchas gracias por todo lo que has contado y lo interesante que es.

44:53
Carlos de Hita. Muchas gracias a ti. Seguiremos a la escucha.