La historia de un árbol que se convirtió en una escuela
William Kikanae
La historia de un árbol que se convirtió en una escuela
William Kikanae
Líder masái y director de ADCAM Kenya
Creando oportunidades
Sabiduría y aprendizajes de vida de la cultura masái
William Kikanae Líder masái y director de ADCAM Kenya
William Kikanae
William Kikanae es líder masái, director de la Asociación ADCAM- Kenya y un hombre que de niño tuvo un sueño: llevar la escuela y la educación a su comunidad y luchar por los derechos de las mujeres. Cuando de pequeño caminaba 40 kilómetros para llegar y volver de su colegio, entre elefantes y leones, se planteó cómo podría evitar los peligros en tan largos desplazamientos. Años después creó el primer árbol-escuela de su comunidad. Originario de una familia humilde y sin recursos, aprendió resiliencia y esfuerzo de su madre, que hizo todo lo que estuvo en su mano para garantizar que su familia tuviera comida y educación. Esto le inspiró para promover y desarrollar programas de empoderamiento de las mujeres masái, a través de formación y pequeños negocios que les garanticen independencia económica. Su sueño sigue en marcha con programas de apadrinamiento, para que niños masái con menos recursos tengan acceso a su escuela, y programas de inmersión turística para dar a conocer la sabiduría ancestral de su pueblo basada en el optimismo, la generosidad y el respeto por el medio ambiente.
Transcripción
Para ir al colegio, tenía que caminar veinte kilómetros desde casa y tenía que cruzar la sabana rodeado de animales como elefantes y leones. Era peligroso, estaba muy lejos y había muchos obstáculos. Pero nunca lo dejé ni me quejé a mis padres porque hubiera elefantes por el camino o porque la escuela estuviera lejos y tuviera que ir solo.
¿Por qué? Porque mi padre y mi madre, y toda mi familia en general, son un orgullo para mí. Entre los masáis, o en África, muchos niños no van al colegio, así que, cuando tienes la oportunidad de ir, te enorgulleces y valoras lo que tienes.
También se me dio la oportunidad de ir a Estados Unidos, pero no fui. Me concedieron la beca Michael Jordan para estudiar allí, pero la rechacé. No podía aceptarla ya que, si me iba a Estados Unidos y estudiaba allí, mi sueño podía desvanecerse, porque quizá me quedaría allí, tendría una vida mejor y no volvería a apoyar a mi comunidad. Además, en aquel momento, mi madre vendía cabras, ovejas… Y me ayudaba. Vendía remedios para los ojos. Y, con lo poco que ganaba, me pagaba el colegio y me alimentaba. Estuve un año entero sin zapatos. A veces no tenía ni boli para escribir, tenía que esperar a que otro niño me lo dejara, y llevé la misma muda todo el año. Imaginaos. Es muy difícil. Y en aquel momento soñaba con fomentar la educación, que, como ya sabemos, es esencial y es clave para el desarrollo de la comunidad masái. También quería contribuir al empoderamiento de las mujeres, porque es vital que las mujeres tengan sus derechos. Pero apoyar a las mujeres en la comunidad masái es difícil porque los hombres se te ponen en contra. Creen que el empoderamiento de la mujer va en detrimento del hombre, pero no es así.
Cuando terminé la primaria, no pude ir al instituto porque mi madre no podía pagarlo. Trabajé con National Geographic, con Jonathan Scott, como guía. Yo me crie en una manyatta en el seno de una familia muy pobre en Masái Mara. Y a la manyatta venían turistas a conocer nuestra cultura, y yo pensé: «Lo mejor que puedo hacer para que mi sueño sea una realidad es aprender inglés». Así que aprendí inglés con los turistas, no en clase. Entonces me hubiera tocado aprenderlo en el instituto, pero como no fui, aprendí con los turistas. Y le puse todo mi empeño, porque sabía que la única forma de alcanzar mi sueño era poder comunicarme con el resto del mundo. Además, llegué a conocer a muchos turistas y, como siempre tenía mi sueño en mente, les hablaba de él a gente que venía desde distintos lugares a Kenia, a Masái Mara. Y todo el mundo me decía: «Es un sueño precioso. Cuando volvamos a Estados Unidos, o Australia, o lo que fuera, te vamos a ayudar». Miles de personas y ninguna me ayudó. Pero yo no dejé de perseguir ese sueño. Continué, empecé a… Por ejemplo, de pequeños, los niños decían que querían ser profesores, abogados, políticos… Yo siempre decía: «Quiero construir una escuela, quiero ayudar a las mujeres…». Y, cuando hablaba sobre las mujeres, el resto se reía de mí porque les parecía imposible, que no lo conseguiría nunca. Ayudar a las mujeres era imposible.
Pero yo decía: «Bueno, paso a paso haré que este sueño se cumpla. No sé cuándo, pero paso a paso». Puse toda mi voluntad, toda mi energía y toda mi fe en ello. Dije: «Voy a seguir luchando y al final lo conseguiré». Y, bueno, en Masái Mara, tener la oportunidad de ir al colegio no es fácil, mucha gente no la tiene. Así que para mí es un orgullo haber podido ir. Además, cuando era pequeño y estaba en mi poblado, mi madre me mandaba a la montaña a buscar plantas medicinales para los ojos, ella se dedicaba al cuidado de los ojos, y me mandaba a la montaña porque muchas de esas plantas medicinales se encuentran allí, no en la sabana. Y yo pasaba mucho tiempo buscando esas plantas. Y, en aquellos ratos, como estaba solo, me entretenía con los pájaros. En la montaña hay muchos pájaros, que me encantan. La gente cree que, en la sabana, o en un safari, solo se ven leones, elefantes, jirafas, y demás animales, pero no, en la naturaleza hay muchas otras cosas hermosas.
Hay paisajes de diferentes entornos, plantas y árboles, y también hay pájaros. Y a mí me encantan los pájaros. Así que, cuando iba allí, me ponía a silbar como ellos, como los pájaros. Por ejemplo, os voy a enseñar lo que hago. Si cojo una hoja así… Porque, cuando los pájaros oyen un silbido, creen que es otro pájaro y, si ven que no pertenece a su familia, van a ver quién está en su territorio. Quieren saber quién anda ahí. Y hay un pájaro, que lo podéis buscar en Google, que es el gladiador cabecigrís. El gladiador cabecigrís es un animal precioso. Un pájaro, perdón, superbonito. Y muy potente. Y para imitar ese sonido utilizo una hoja como esta. Un momento. Si hago esto, los pájaros, que quizá vivan lejos, van viniendo. Porque silbo y paro, luego ellos cantan y paran. Quieren saber en qué dirección estoy. Hasta que me encuentran e incluso vienen al árbol. Es algo único. Y, así, pasaba las horas en la montaña con los animales, con los pájaros. También sé imitar a muchos animales, pero eso mucha gente sabe hacerlo. Pero los pájaros son únicos. Y persiguiendo mi sueño, como siempre hice, un día estaba llevando brazaletes como este a Narok en bicicleta. Iba de manyatta en manyatta, de poblado en poblado. Y, por la noche, me choqué con un elefante, y me caí. Pero tuve suerte, porque los elefantes son animales muy grandes y peligrosos.
Y empecé la Escuela del Árbol, que era parte de mi sueño, empecé a ayudar a las mujeres, y los hombres se me pusieron en contra, pero, como siempre, no me detuve. Entre los masáis, en la cultura masái, hay un orgullo por nuestra cultura. Vivimos en la sabana, no en una ciudad. Amamos y respetamos nuestro entorno. No somos cazadores, no cazamos animales. Nos gusta convivir con ellos, a cierta distancia. Y tenemos un acuerdo: durante la noche, los animales salen y, durante el día, los humanos podemos salir a la sabana. Los animales nos reconocen por nuestra vestimenta de color rojo, y nosotros sabemos que debemos mantener la distancia. La ropa blanca u otro tipo de ropa… U otra gente, como los turistas, van en todoterreno o, si van andando, van acompañados de un guerrero masái, porque ellos saben cómo relacionarse con los animales. Y llegar a ser guerrero también es un proceso. Es como estudiar desde el parvulario, luego primaria, el instituto y la universidad, y entonces te gradúas. Ser un guerrero es muy importante para nosotros porque los niños aprenden a vivir en la sabana, aprenden a sobrevivir sin comida y sin agua. Cuanto más podamos estar sin comida ni agua, mejor podemos convivir con los animales en paz y libertad, conociendo la distancia que debemos mantener. También tienes que conocer las huellas de los animales: saber cuál es la del león y en qué dirección ha ido y cuándo; conocer la huella del búfalo, del elefante… Aprendes a reconocer las huellas que dejan los animales a su paso. También reconoces los sonidos que emiten y puedes diferenciar si es un león, un búfalo, etcétera. Y, entre los animales, hay tres tipos de sonidos: primero, cuando juegan entre ellos, que suena tranquilo. Segundo, cuando se pelean entre ellos. Y tercero, cuando detectan a un enemigo.
Igual han visto a una persona o han visto a un león. Porque los leones van aparte. No están con las cebras, los ñus, las gacelas… No se juntan. Porque los leones son sus depredadores y se los comen. Por otro lado, los movimientos son distintos. Si es de noche, porque a veces salimos de noche, sin luz ni coche, si oyes que los animales corren, tú no puedes correr. Tienes que parar y escuchar en qué dirección van y qué animales son. Y ahí sabes si es un león o un búfalo, y qué hacer. Así ganamos experiencia. Para ser guerrero, también debes conocer la cultura masái, las leyes y demás: has de aprender a vivir solo en la naturaleza, a protegerte de los leones, a respetar las leyes de la sociedad masái, a conocer los remedios que te van a ayudar si te pones enfermo, y a ser valiente. Entonces, vas con un preparador que te enseña a convertirte en un guerrero. Y de generación en generación, cuando se terminan todas las fases de la formación, al final hay una graduación, como en la universidad y el instituto, pero es una graduación masái. Y esa formación se va desarrollando en grupos de edades similares en los que nos llevamos entre uno y quince años de diferencia. Y al final te dan un nombre. Nosotros no tenemos cumpleaños. Entonces, esa graduación marca una generación y después empieza la siguiente. Así se llega a ser un guerrero. Son personas que no le tienen miedo a nada, son valientes. Además, los masáis somos personas que somos felices siempre. Como nosotros decimos: «Hakuna matata». Haya o no haya comida, haya o no haya problemas, siempre somos felices. Amamos al prójimo y compartimos lo que tenemos. Así somos los masáis.
Y, bueno, mis sueños se hicieron realidad y ahora tenemos a ADCAM. Y dentro de ADCAM tenemos la ADCAM Mara Vision School, donde fomentamos la educación de los niños. Tenemos el ADCAM Women’s Project, para empoderar a las mujeres en la sociedad. Y tenemos el ADCAM Safari Camp, donde la gente puede alojarse, ir de safari y conocer nuestros proyectos. Así que, al final, mis sueños se han cumplido y tenemos tres proyectos en los que estamos trabajando. Muchas gracias y, si tenéis cualquier pregunta, las responderé encantado.
“La educación es clave para el desarrollo y para que los jóvenes tengan un buen futuro”
Y para los profesores… Para seleccionar a los profesores, hacemos entrevistas y queremos que todos sean profesores profesionales. El cincuenta por ciento debe pertenecer a la comunidad masái, pero han de ser profesionales, y el resto han de ser de otras comunidades, de Nairobi y demás. Y todos son profesionales. Así que ADCAM es de las mejores escuelas de la región masái. Como apoyamos a las mujeres y queremos que nuestra escuela sea moderna, tenemos tanto profesores como profesoras. Y enseñamos inglés, masái, matemáticas, suajili, geografía, historia, religión, porque en Kenia se enseña religión, plástica, etcétera. Los niños hablan inglés, suajili y masái. Los tres.
Son sueños que surgieron de los problemas y el sufrimiento que vi de niño. Ahora tenemos a mil cuatrocientas mujeres en tierra masái entre Kenia y Tanzania. Las enseñamos a mejorar su calidad de vida, las enseñamos a introducirse en otros negocios… Ahora las mujeres tienen sus propios negocios, pueden pagar el colegio ellas solas, comprar vacas igual que los hombres… También las apoyamos mediante artesanías como esta. Hacen artesanías y las vendemos «online». Las traemos a España y las vendemos, las vendemos en Kenia… Y el dinero vuelve a las mujeres. Y lo que ganan, lo usan para pagar el colegio, servicios sanitarios, porque la sanidad no es como aquí, no es gratis, sino que ir al hospital es muy caro. Compran lo que necesiten para la casa y lo invierten en pequeños negocios. Así que estamos muy orgullosos. Estamos cambiando mentalidades y transformando a las mujeres de la comunidad a través del ADCAM Women’s Project. Y, como ya sabemos, las mujeres son esenciales para la sociedad y, empoderando a las mujeres, empoderamos al país entero.
La cultura es muy importante para nosotros. Supongo que para otras comunidades, también, pero a veces se va perdiendo. Pero nosotros conservamos nuestra cultura. En ADCAM Mara Vision School tenemos un acuerdo con el Gobierno de Kenia según el que debemos transmitir la cultura a los niños. Después de enseñarles inglés, nuevas tecnologías, todo, les enseñamos la cultura. Para nosotros, nuestra cultura es esencial. Como podéis ver, no visto como vosotros, llevo nuestras ropas. Estamos orgullosos de nuestra cultura y es importante para nosotros conservarla y es importante para los niños. Les aconsejamos a los niños que, por favor, vayan a la escuela y estudien, pero que no se olviden de la cultura. Así que ADCAM es un ejemplo de cómo conservamos nuestra cultura. Otro ejemplo: el mes pasado se celebró el Día de la Cultura a nivel nacional, y es una fiesta apoyada por las Naciones Unidas. Así que para nosotros es vital tanto la cultura masái como inculcarles a los niños el valor de esta cultura. Es curioso porque los masáis no tenemos cumpleaños. Si naces en la sabana, tus padres te dicen que has nacido en tal o cual temporada, pero no saben en qué año. Para nosotros no importa el día de nacimiento, sino el grupo de edad, vamos por grupos.
Por ejemplo, tenemos dos grupos de una etapa de edad, o de una generación. A la derecha están los niños de uno a ocho o nueve años, y conforman una generación. A la izquierda, los de nueve a catorce o dieciséis, que también son otra generación. Y en cada fase tienen un proyecto, un examen, algo que trabajar y aprender. Después, todos los jóvenes de las comunidades masáis de Kenia y Tanzania… Se reúnen en un tipo de universidad, que es una manyatta temporal enorme… Pero antes has estado durante unos meses con tu preparador en la naturaleza aprendiendo a ser valiente, a protegerte de los animales o de cualquier cosa, las leyes de la cultura masái, porque tenemos nuestras propias leyes, y te dan un nombre. Cuando te lo dan, esta es la primera generación. Después la segunda crece, viene y sigue el proceso. La generación… Por ejemplo, mi generación… Si voy a otra manyatta y cae la noche… Porque tú vas andando y, cuando anochece, buscas una manyatta y te quedas ahí. Sin reservar nada ni pagar nada. Y te ofrecen comida y alojamiento. Entonces, yo busco un hogar de mi generación, hablo con una madre o una familia de mi generación y me dejan quedarme. La generación es muy importante para nosotros. Si tengo un problema, mi generación me ayuda. Antes que la comunidad. Y, si es grave, te ayuda toda la comunidad.
Ya llegará mañana y ya veremos qué hacemos. Vivimos en el aquí y el ahora y mañana será otro día. Esas son las cosas que podemos compartir. Porque aquí, y no solo aquí, en muchos lugares, la gente quiere darse mucha prisa y corre demasiado. Tenéis un plan para mañana y para el día siguiente y para el otro. Necesitáis muchas cosas. Nosotros nos conformamos con lo que tengamos. Es verdad que nosotros, los masáis, tenemos un estilo de vida único, y podemos compartirlo con vosotros. Por ejemplo, si voy a algún sitio, no tengo que reservar. Llamo a la puerta y ahí entro. Aunque sea la hora de comer. Pero vosotros lo planeáis todo: «Mañana vendré a tal hora». Tenéis citas para todo, os centráis mucho en el tiempo. Nunca os podéis relajar, siempre vais agobiados. Además, queréis controlarlo todo, pero el único que puede controlarlo todo es Dios, las personas no podemos. Queréis controlar el tiempo, a ver si va a llover o qué… Nosotros, no. Todo es más libre. Llegamos sin cita y no pasa nada. Si anochece, me quedo ahí, perfecto. No intentamos controlar todas las cosas, ni el tiempo ni nada. ¿Que dicen que va a llover? A nosotros no nos interesan esas cosas. Ya se encargará Dios. Pero vosotros vais muy deprisa.
Hay niños de madres o padres solteros, niños huérfanos o niños que tienen a sus padres pero que vienen de una familia pobre que no les puede pagar el colegio. La idea y el objetivo de ADCAM es ayudar a esas familias que no pueden permitirse mandar a sus hijos al colegio, porque ¿cuál es su futuro? Entonces, ADCAM los apadrina. Pero primero debemos averiguar y asegurarnos de que la familia necesite ayuda. Y luego lo hacemos de distintas formas. Por ejemplo, hay niños que viven muy lejos y no pueden caminar hasta la escuela. Pues lo que hacemos es implementar un programa de apadrinamiento. Este programa nos ayuda a aumentar el número de niños desfavorecidos que reciben educación. Este programa de apadrinamiento se puede encontrar en internet y cualquiera puede… Por ejemplo, si alguno quiere apadrinar a un niño o a una niña de África para que pueda estudiar, podéis entrar en la página de ADCAM y encontraréis el programa. Es una forma de apoyar y ayudar a estos niños para que vayan a estudiar. Por otro lado, hay niños que tienen a sus padres pero que no tienen dinero para pagar el colegio. Eso sería medio apadrinamiento. Se paga la mitad porque los niños viven con sus padres. El apadrinamiento completo es para darle al niño cuatro comidas al día, que viva allí con una mujer que lo cuida, y darle todos los servicios. Y los que viven en su casa con sus padres vienen por la mañana y se van por la tarde. Ese es otro de los objetivos de ADCAM, el apadrinamiento de los niños. Y estamos muy agradecidos con todos los padrinos porque ahora hay doscientos niños que pueden estudiar. Pero sigue habiendo niños que necesitan ayuda. Y no importa si vais a Kenia o dónde estéis. Se puede apadrinar desde cualquier lugar si se quiere.
En cuanto a los profesores, el cincuenta por ciento de ellos proviene de la comunidad masái y son profesionales. El resto proviene de otras comunidades. ¿Por qué? Porque la escuela es internacional. Se enseña inglés y se enseñan otras asignaturas para todo el mundo, no solo para la comunidad masái. Tenemos el ADCAM Safari Camp. Es un campamento para gente que quiera irse de vacaciones a África. Quien elija venir al campamento de ADCAM, podrá tener experiencias increíbles, aprender sobre la flora y la fauna, que es una experiencia única. Tenemos safaris a pie en los que se cruza la sabana con guerreros, no en todoterreno, y te enseñan las jirafas, los ñus, las cebras… Y todo andando con ellos. Te enseñan las plantas que hay en el camino: las que sirven para los ojos, para la malaria, para un catarro, para la espalda… Te enseñan las huellas de los animales que pasaron por allí el día anterior. Ese tipo de cosas. Y, entonces, todo el dinero que se recauda… También te llevan al río a ver los hipopótamos. Hay actividades que solo el campamento de ADCAM tiene los permisos para hacer. Y otra cosa de la que nos sentimos muy orgullosos es de que el cien por cien de los trabajadores del campamento sea masái. Algunos no tienen estudios y no pueden trabajar en otros campamentos, pero en ADCAM los aceptamos, para darles un empujón. Los apoyamos, les enseñamos inglés con nuestros profesores de la escuela, y les enseñamos a trabajar en hoteles. Y lo hacen genial.
Nuestro objetivo es ayudar a estas personas a encontrar trabajo y a su vez ellos ayudan a su propia familia. Además, los beneficios se destinan a que el proyecto sea sostenible. El ADCAM Safari Camp es un campamento donde le mostramos a la gente la belleza de Masái Mara, la naturaleza… Y donde… donde intercambiamos ideas. Así que quien quiera venir al campamento a vivir esta experiencia y a conocer la cultura masái, nuestros proyectos, la naturaleza… ADCAM es el mejor lugar para aprender y vivir experiencias como estas. Porque lo hacemos todo con amor, no solo porque tengamos que atenderos, sino porque queremos que en ese momento todo el mundo se sienta parte de la familia y se sienta integrado, que no estéis aislados en el hotel. Eso no nos gusta. Lo que queremos es hacer feliz a la gente mientras esté allí con nosotros. Así que cualquier persona interesada en venir a visitarnos puede buscarnos en Google y estáis más que invitados y seréis bienvenidos en vuestra segunda casa, un lugar lleno de felicidad donde cuidaremos de vosotros y donde podremos intercambiar experiencias. La idea es intercambiar ideas y aprender los unos de los otros. Así que estos serían los proyectos de ADCAM. Mis sueños se han cumplido y yo le aconsejo a todo el mundo que persiga los suyos porque, si se persiguen, al final se cumplen. Pero el camino no es sencillo y hay momentos difíciles. Cuando uno sueña no se enfrenta a todas las implicaciones.
Y la realidad es dura, pero ayudar a los demás vale mucho la pena, aunque cueste. Para nosotros es incluso más difícil porque el nuestro es un proyecto que debe mantenerse generación tras generación. Y estamos en ello, pero toda ayuda es bienvenida y la puerta está abierta para cualquier persona que quiera unirse a la familia de ADCAM y ayudarnos a cumplir objetivos. Ahora muchos niños pueden estudiar y no queremos que lo tengan que dejar. Queremos más y más. Tenemos el campamento y no queremos que los guerreros pierdan el trabajo. Queremos que haya más y más. Tenemos el proyecto de empoderamiento de las mujeres y queremos que más y más mujeres mejoren su calidad de vida y sean escuchadas dentro de la comunidad. Para conseguir todo esto, necesitamos un equipo grande y mucha gente comprometida. Los sueños no pueden cumplirse con una sola persona. Una persona puede soñar, pero necesita la ayuda de los demás para hacer de ese sueño una realidad. Muchas gracias. Si queréis venir al campamento, sois bienvenidos. Podéis entrar en nuestra web, estáis invitadísimos y será vuestra segunda casa. Muchas gracias. «Karibu sana».