“La filosofía es de los jóvenes”
Nerea Blanco
“La filosofía es de los jóvenes”
Nerea Blanco
Filósofa y divulgadora
Creando oportunidades
“La filosofía necesita espacios en la sociedad”
Nerea Blanco Filósofa y divulgadora
Nerea Blanco
Pertenece a esa generación que estudiaba la carrera mientras la crisis de 2008 hacía estragos. “Y encima, estudiando Filosofía”, bromea Nerea Blanco. En aquella época, los ‘millennials’ como ella ni tenían trabajo ni lo esperaban. Así que decidió ser creativa y hacer algo distinto. En el año 2015 creó la plataforma ‘Filosofers’, un proyecto digital cuyo objetivo es fomentar el pensamiento crítico y divulgar la filosofía, especialmente entre los jóvenes de la siguiente generación a la suya, los llamados ‘Nativos digitales’ o ‘Generación Z’.
Para Nerea Blanco “la filosofía es de la juventud” y “es fundamental crear espacios donde los jóvenes puedan reflexionar y debatir”. En sus vídeos, Nerea comparte las teorías de Platón, Aristóteles o Nietzsche con un lenguaje ameno y cercano, siempre desde un enfoque reivindicativo y con un toque feminista. A día de hoy, esta filósofa luchadora de 34 años sigue defendiendo: “Creo en la filosofía como algo vivo, como algo que debe recuperar su lugar en el mundo. Creo en el valor de las ideas como elemento clave para cambiar las acciones, la sociedad y el futuro”.
Nerea Blanco Marañón estudió Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid, imparte cursos y talleres sobre pensamiento crítico y es autora del libro ‘Filosofía entre líneas’ (2020).
Transcripción
Entonces, está muy bien tener esa perspectiva. Por otra parte, los amigos muertos. ¿Qué hacen los amigos? Los amigos te dan consejos. Entonces, la filosofía es una especie de elemento que te sirve como guía para tomar decisiones en tu vida más allá de los libros de autoayuda. Algo un poco más profundo. Luego, es una herramienta, porque la filosofía no es solo esa historia. La filosofía, lo que decía, está viva, es una herramienta. ¿Qué nos permite? Articular el pensamiento. Igual que las matemáticas te enseñan cómo funcionan los números y a usarlos, la filosofía te enseña cómo usar las palabras, cómo argumentar, cómo enlazar el pensamiento. Entonces, como herramienta es ultranecesaria. Y por último, la filosofía es muy necesaria como elemento civilizatorio. Cuando uno piensa antes de actuar, o se pretende que pensemos antes de actuar, cada vez más difícil, pero muchas veces pensamos; ese pensamiento que ha sido, de alguna manera, moldeado por la filosofía, lleva a cabo unas acciones, el sujeto, y esas acciones van a repercutir en todo los demás. Esa repercusión en todo lo demás, en lo que viene a ser la sociedad en la que nos movemos, va a construir el futuro de esa sociedad. Entonces es muy necesario que la filosofía forme parte de todo el entramado social para construir entre todos un futuro mejor. Pensar entre todos cuáles serían las mejores acciones para que la sociedad funcionara de la manera más justa posible.
Entonces Nietzsche, en ese sentido, pues lleva ese mensaje. ¿A qué adolescente no le va a gustar? El “déjame ser emocional, pasional”, el “vivir el aquí y ahora”. Y lo hace además desde un lenguaje muy chulo, en el sentido de que no es tan académico o tan ensayo como otros, sino que utiliza la metáfora, un lenguaje mucho más humano y entonces apetece más leerle. Y luego tiene una manera de explicar las cosas así muy metafórica y muy a su manera que, además de atractiva, es muy útil. Nos resulta muy útil porque él dice: “Mira, hay dos fuerzas: la apolínea y la dionisíaca”. Lo apolíneo es aquello que es lo racional y lo bello, lo ordenado. Un poco lo que lo que decía Platón que molaba o los cristianos. Y luego estaría lo dionisíaco, que sería el caos, el movimiento, las emociones. Él dice: “Lo que no podemos hacer es pensar que el mundo es solo una de estas dos, o que solamente hay valor en una de ellas. Somos las dos cosas. Aceptemos las dos cosas y vivamos tratando de equilibrarlo lo máximo posible”. Es cierto que hasta ahora nos habíamos caído en la marmita de lo apolíneo y hay que salir de ahí e irnos hacia lo dionisíaco para tratar de equilibrar.
Entonces, en nuestro día a día nos puede servir eso para decir: “Bueno, ¿estoy saliendo demasiado de fiesta? o ¿tendría que estudiar más?” y tratar de alguna manera de decir: “¿Cuánto de racional quiero ser y cuánto de no racional quiero ser en esta vida?”. Luego tiene también otros valores superchulos, como la voluntad de poder. Es muy parecido a la idea del empoderamiento que se tiene ahora, pero mucho más profundo y más molón. Y creo eso, que Nietzsche nos puede dar muchas pistas para para aprender lo que es la vida, el instante, el valor, el aquí y el ahora, lo terrenal. Más allá de que haya vida más allá de la muerte, o que lo que es importante sea estudiar para luego… No, es aquí y ahora. Entonces, es un filósofo que ahora mismo es maravilloso para apreciar la vida. Además, lo hemos vivido en los últimos tiempos: la necesidad de darle valor a la vida sobre el resto de las cosas. Y Nietzsche tiene mucho que decir al respecto.
Y luego por otra parte, en mi libro también utilizo lo que para mí han sido, no sé, mis cosas fetiche. Mis canciones, mis libros, mis grupos, mis películas. Porque creo que también es bonito que lo que para mí ya es un clásico, como pueda ser ‘Matrix’, las futuras generaciones… Tú, por ejemplo, te digo ‘Matrix’ y me dices: “¿Y eso que es?” O ‘Blade Runner’. Hombre, confío en que haya un mínimo, pero aun así, no todo el mundo las conoce. O ‘Los Suaves’ o ‘Barricada’. Yo que sé. Grupos que la gente dice: “¿Y esto?, ¿De qué me estás hablando?”. Es una manera de dejar una especie de regalo de: “Esto mola. Que no se pierda”. Y por eso también utilizo mucho música, cine y dejo ahí una especie de regalo de: “Toma, te regalo mi tesorito de cosas que me gustan y ya eliges tú si te gustan o no, pero al menos que sepas que esto mola”.
También es cierto que muchas veces el “persigue tus sueños” no tiene en cuenta, lo que yo digo, la red de apoyo. El tener buenos amigos, una familia… El tener incluso una cierta estabilidad económica y suerte. También hace falta suerte. Entonces bueno, si poco a poco vas generando esa especie de red, las cosas es más probable que te salgan. Eso respecto a la idea de vocación, que hay que tener cuidado con a qué llamamos vocación y cuánto nos queremos involucrar. Pero luego está también la idea de utilidad. El mantra de “lo útil es lo único valioso” es también muy peligroso. Cuando uno piensa en lo útil, piensa en lo útil inmediato. Aprendo a sumar para hacer cuentas para poder comprar en el súper. Pero es que la utilidad no tiene por qué ser inmediata, eso para empezar. La filosofía, ya he dicho, es una herramienta que te sirve para pensar y para organizarte la vida y organizar muchas cosas. Entonces, ¿por qué no darle un valor en ese sentido? Y creo, incluso, como viene a decir Marina Garcés, que la filosofía no es útil o inútil, es simple y llanamente necesaria. Somos seres pensantes y tenemos que aprender a pensar, a tener un pensamiento crítico. Y lo que nos va a dar esa posibilidad es la filosofía. Entonces, remarquemos el valor de la filosofía más allá de lo útil e inmediato que nos pide este sistema en el que estamos.
Y por último, ¿por qué no?, recordar a una filósofa española que es maravillosa y le encantaban los gatos, que es María Zambrano. María Zambrano recoge a Nietzsche y toda esa visión que tiene Nietzsche tan del individuo y de recuperar la vida y el aquí y el ahora y esa misma visión tan individualista es capaz de llevarla a una visión mucho más política. Porque ella fue una filósofa que vivió en el exilio y estaba bastante metida en esto de la cuestión política. Entonces consigue hacer un pensamiento muy bonito. De María Zambrano hay un libro, una obra que me fascina, que es ‘Persona y democracia’ que me parece megaútil para intentar entender cómo trabajar el ser individuo dentro de la colectividad. Cómo diferenciar entre el ser persona, el ser individuo dentro de la ciudadanía, de la democracia. Y eso, me parece un libro muy necesario también para estudiar. Entonces, bueno, yo creo que con esas recorreríamos o tocaríamos bastantes piezas necesarias. Y se puede ver que no toda filósofa tiene por qué ser feminista, que las filósofas pensamos sobre el mundo y sobre muchas más cosas aparte del feminismo.
Después de la ilustración llegan las sufragistas, que dicen: “No solamente queremos ser educadas y tener voz, también queremos tener voto”. Y se levantan y piden el voto. Y cuando he nombrado a Simone de Beauvoir para decir: “Con ella entendemos mucho más lo que estamos viviendo ahora” es porque eso llega a mediados del siglo XX. Simone de Beauvoir y, me parece que también es muy necesario recabar o traer ahora a Virginia Woolf, como dos pensadoras que dieron como un martillazo, igual que hizo Nietzsche en su momento de decir: “Mira, hasta aquí”. Simone lo que viene a decirnos es: “Yo no soy la costilla de nadie. Yo no he venido aquí a completar a nadie. Estoy cansada de ser el complemento o ser ‘para’ ti. Yo tengo mi individualidad y tengo que dejar de ser ‘la otra’ dentro de todo esto. Tengo que ser autónoma”. Y en ese momento es cuando realmente hay como una sensación de: “He vivido engañada todo este tiempo”. La idea del príncipe azul, de “Tengo que encontrar media naranja”. Esto es todo un constructo social.
Y luego está eso, Virginia Woolf lo que viene a decir también es algo que es muy obvio y es:” Aparte de sentirme autónoma, tengo que tener un espacio para ser autónoma. Necesito mi habitación propia. Necesito mi dinero para ser”. Unas condiciones materiales determinadas para poder ser, porque somos seres que necesitamos una casa, un abrigo, unas determinadas cuestiones. Entonces son dos pensadoras que nos traen la relevancia de: “Sé autónoma y consigue tu propio trabajo o consigue tu propio espacio”. Me parece, eso, que son las figuras que más hay que reivindicar ahora mismo. Es cierto que luego seguimos, hay muchas más, pero yo me he quedado sobre todo en mi libro con esas dos figuras, porque me parecen clave para que las que ya están dentro del movimiento vean cuáles han sido los pensamientos que nos han llevado a estas acciones.
Otro de los ejemplos que suelo poner ante el nihilismo activo y el pasivo es: cuando estás solo en casa y no están tus padres, montas fiesta. Sí, no lo vas a reconocer, pero todos, que hemos sido jóvenes, cuando los padres se iban de casa hacíamos fiesta. Bueno, ¿por qué no pensar en el mundo igual? “Pues si no hay nada, hagamos una fiesta”. Y en ese sentido podemos encontrar a los existencialistas, que son también filósofos que se plantean esto. Dicen: “Vale, si yo no soy nada por mí mismo, no tengo una esencia, sino que lo único que me queda es construirme hacia un futuro incierto, ¿cómo lo enfoco?”. Los existencialistas se dan cuenta de que somos “seres para la libertad”. Que tú dices: “Nerea, ¿qué es eso?”. Pues somos seres que lo que vamos a hacer constantemente es elegir. Elegir todo el rato. Queramos o no, vamos a estar eligiendo. Aunque solamente sea si salgo o no salgo de la cama, si me pongo chaqueta o no me pongo chaqueta, si me maquillo o no. Todo son elecciones, constantemente. Entonces, somos seres libres y, de alguna manera, estamos condenados a ello. Estos existencialistas de los que te hablo tienen una especie de padre, un precursor, ese precursor es Kierkegaard. Kierkegaard es el primero que sufre esa especie de extrañeza ante el darse cuenta de que lo que tenemos es libertad constante.
Él lo llama “vértigo» a la libertad. Nosotros, creo que lo llamamos hoy en día algo así como «ansiedad», porque tal y como lo describe en su libro, me parece que se parecen mucho. Y mientras que hoy es un sentimiento que todos tenemos, el miedo a lo que está por venir, Kierkegaard lo vio hace mucho tiempo y fue el que nos empezó a decir: “Ojo, ser libres es también ser conscientes de nuestros actos”. Porque también está esa otra parte, el: “Yo soy yo y lo que vaya a hacer con eso va a afectar a los demás y me va a afectar a mí mismo”. El ser consciente de que las decisiones tienen unas consecuencias es también propio del existencialismo y también es algo que tenemos que pensar como jóvenes de hoy en día, las consecuencias de todo aquello que decidamos. Camus lo que viene a decir, por ejemplo, es: “Mira, vamos a pensar que el mundo es absurdo. Si el mundo es absurdo y puede pasarte tanto lo bueno como lo malo, piensa mejor que te puede pasar lo bueno. O piensa que te puede pasar cualquier cosa”. Es mucho más agradable cuando aprendes a no tener expectativas y decir: “Bueno, pues vamos a ver qué pasa”. Es un poco también cómo salimos cuando salimos de fiesta. Dices: “Jo, pues podrían pasarme cosas malas”, pero nunca vas pensando que te van a pasar cosas malas estando de fiesta.
Entonces, si asumes que la vida es una fiesta, que es un juego o que es un espacio de creación más allá de un espacio delimitado por unas obligaciones, puedes llegar a disfrutarlo. Ahora, es cierto, tampoco es cuestión de estar siempre de fiesta, porque en algún momento querrás lo que decía Virginia: tu espacio propio y tu vida. En ese sentido, creo que los jóvenes tenemos, por una parte, que aprender mucho del existencialismo. Bueno, iba a pensar en el estoicismo, pero no, yo sigo pensando que la clave está en el existencialismo y en la lucha, en el reivindicar también que podemos aprender a vivir sin certezas, pero hasta cierto límite. Entonces creo que nos queda, a tu generación y a la mía, un trabajo interesante por delante. Hay una cosa que también hay que valorar y es que somos, en tanto que existencialistas, en tanto que caminamos hacia adelante con nuestras acciones, somos seres futuribles. Lo único que tenemos es tiempo. Nuestra vida es tiempo y tenemos que ser muy conscientes de qué hacemos con nuestro tiempo y cómo nos vamos caminando poco a poco hacia el futuro.