“En el hospital, la enseñanza es una medicina más”
Miguel Pérez
“En el hospital, la enseñanza es una medicina más”
Miguel Pérez
Maestro hospitalario
Creando oportunidades
¿Cómo funciona la escuela de un hospital?
Miguel Pérez Maestro hospitalario
Miguel Pérez
¿Qué se necesita para ser un buen maestro hospitalario? Más allá de títulos, idiomas y cursos de especialización, el experto en educación hospitalaria Miguel Pérez afirma que la clave es la “empatía y la capacidad de escucha", en una profesión donde la resiliencia y la fortaleza son capacidades innatas.
Miguel Pérez tiene más de 20 años de experiencia como maestro de Pedagogía Terapéutica, especializado en Educación Especial. Su amplia trayectoria le ha llevado a trabajar como un "maestro de bata blanca", que sustituye las agujas por bolígrafos y plastilina en el Aula Hospitalaria del Hospital Niño Jesús de Madrid, que dirige desde 2018. Allí enseña asignaturas y prepara exámenes, pero también participa en talleres de teatro, creación literaria o robótica para los alumnos en tratamiento. Su trabajo consiste en convertir el aprendizaje y la enseñanza en “una medicina más" dentro del hospital. Además, ha participado en la creación de la Unidad de Daño Cerebral Adquirido Infantil del mismo centro y ha sido profesor del Máster en Psicooncología Pediátrica y aspectos psicológicos en Cuidados Paliativos de la Universidad Europea Miguel de Cervantes, entre otras actividades formativas. Acaba de publicar el libro 'A clase en pijama', donde refleja su experiencia y las lecciones de vida de los niños y adolescentes hospitalizados.
Transcripción
Porque el horario del colegio está adaptado al horario del hospital. Empiezan a las nueve porque terminan de desayunar, y acaban a la una porque tienen que comer y luego tienes otro ratito, de dos a tres, ahí, que puedes aprovechar porque hay veces niños que los tienes en mitad de clase y viene el especialista a verle y se lo lleva, o se lo tiene que llevar a hacer una prueba que tenía programada y deja la clase a mitad. Para terminarla, necesitas ese tiempo extra con el que contamos nosotros para poder ir a atenderle.
Por eso te digo que la pedagogía hospitalaria, yo, que trabajo en un hospital pediátrico, nosotros tratamos con todos los servicios del hospital y nosotros estamos incluso integrados dentro de los propios equipos como equipo interdisciplinar. Así, por ejemplo, en oncología o en psiquiatría, o en la unidad de daño cerebral adquirido, que es en la que trabajo yo, hay unas sesiones clínicas, que llaman los profesionales de la sanidad, en las que nosotros estamos integrados y que la información que nosotros aportamos es fundamental, porque a veces ellos nos cuentan o nos muestran cosas que ellos no pueden ver. Date cuenta de que tú te metes en lo más íntimo de una persona, como es la enfermedad y tú estás ahí dentro, metido, entonces, tú creas vínculo con esa persona. Un vínculo muy fuerte durante el tiempo que dura la convalecencia y también con su familia. Tiras del vínculo, tiras de lo afectivo. Hay que trabajar mucho los cambios, hay que entender que estás enfermo y que tienes derecho a enfadarte, a cabrearte y a lo mejor hay que cambiar de actividad y hacer otra dinámica que te lleve a cambiar un poco de humor. Nosotros somos batas blancas, pero batas blancas, como sale en la portada del libro, diferentes. Llevamos las mismas que los médicos o que los enfermeros, pero nosotros no llevamos ni el fonendoscopio, no llevamos el termómetro.
¿Qué intentamos nosotros? Pues dentro de lo que cabe, lo que intentamos es encontrar cuáles son sus intereses o gustos. Hay que pensar, desde el punto de vista, tienes que cambiar el chip y pensar en adolescente, en pensar en qué le puede llamar la atención. Hay muchos chavales, muchísimos, que descubrimos que les encanta la escritura, que les encanta la lectura o que les encanta la tecnología. Entonces, para ello, lo que desarrollamos son muchas veces actividades complementarias, unas actividades complementarias concretas. Por ejemplo, mira, tenemos un taller que llevamos realizando con la Biblioteca Eugenio Trías de Retiro, que se llama ‘Lectura que da vida’, como unos cuatro años aproximadamente y que, incluso, ha evolucionado y ha funcionado durante la pandemia. Sí, porque lo hicimos de modo ‘online’ y se fueron presentando, digamos, textos y tal, y ellos, cuando lo hacían presencial, se metían dentro de la sala y hacían juegos y hacían, digamos, dinámicas de animación a la lectura y de escritura, de que plasmaran luego por escrito todo ese tipo de cosas. Hay otras iniciativas, por ejemplo, un concurso que hay para los hospitales de todo el país, que lo traen desde el aula hospitalaria de Murcia, en el que son los niños los protagonistas, y los chavales, digo mayores también, y, a través de temáticas diferentes que se les van ofreciendo en cada certamen, ellos van explicando su situación y al final, mediante la escritura, acaban sacando todo eso que ellos sienten.
Una cosa son las horas que tú estás dando clase a nivel curricular, pero queda el resto del día, y que el resto del día es muy largo. Ahí hay un servicio, que es atención al paciente, con el que nosotros colaboramos mucho y en el que todas las tardes pues se buscan otras actividades u otros talleres que colaboran con ambos servicios, y que llevan a cabo, pues, por ejemplo, hay alumnos que hacen un huerto, tenemos una parte de atrás que era un jardín con un patio y entonces esos alumnos por las tardes se dedican a hacer huertos. Ahora mismo tenemos una iniciativa, que se llama ‘Yo cuento teatro’, que ha montado un grupo de actores y gente que se dedica al mundo de la dramaturgia y están cogiendo a chavales de la unidad de daño cerebral adquirido y a otros chavales de neurología y han creado un grupo de teatro, y todas las tardes, todos los martes por la tarde, sí, creo que son todos los martes por la tarde, o un martes cada dos semanas, se reúnen y están trabajando y están haciendo teatro. Para algunos chavales que les interesa la tecnología, hemos desarrollado talleres con el MUNCYT, donde venían expertos de allí, del propio museo, y venían a hacer experimentos de química, de física, por ejemplo, con la Universidad de Comillas, también realizamos, con estudiantes de ingeniería, talleres de robótica, de impresión en 3D. Nosotros, por ejemplo, todos los años, contamos con los Teatros del Canal que nos traen el Festival de Teatralia, por ejemplo, trayendo lo último, lo último, lo último en teatro infantil y juvenil.
Hemos realizado talleres de postales, de intercambio de postales entre colegios con el Museo Reina Sofía o, bueno, el día mágico, como digo yo, el día mágico, porque es que es mágico, es el Festival Internacional de Magia en la Fundación Abracadabra, nos trae todos los años a Jorge Blass y ahí da igual, porque es que son desde los de tres hasta los de 18. Es el tramo que nosotros tenemos. Luego tenemos a los padres, a los primos, al amigo y a todos los que quieren venir ese día, porque nosotros tenemos un teatro en el hospital, tenemos visitas de orquestas, de bandas de música, la escuela, por ejemplo, la escuela de música del Conservatorio de Alcalá de Henares, todos los años nos trae también una muestra de ‘bel canto’ y de orquesta de cámara o de pianistas. Entonces, todo ese tipo de experiencias, que intentamos, desde los coles normales, buscar afuera, pues nosotros lo que hacemos es eso, traerlas para dentro. La única manera que tenemos de conseguir. Luego, a nivel, por ejemplo, digital, también solemos participar bastante, por ejemplo, con la Policía Nacional lo hacemos a veces, en físico y otras veces lo hacemos ‘online’, hacemos talleres de prevención de riesgos en internet. O, por ejemplo, hacemos talleres de origami con una señora japonesa que es representante de la Fundación Japan Airlines, y que nos hace, desde su despachito, con una compañera suya que está en Londres, nos hace unos talleres de origami estupendos, y los niños aprenden a fabricar un gorrocóptero, como el de Doraemon, o de repente un avión que vuela no sé cuántos. Y eso también es muy bueno, este tipo de material y esta digitalización, algo que ha traído muy bueno, es que, cuando esos chavales no podían salir al teatro para disfrutar de este tipo de actividades, ahora la pueden disfrutar todos, porque nos es tan fácil como meter la tablet o un dispositivo dentro de la habitación, lo conectas, estamos todos conectados y todos podemos disfrutar de eso.
La gente de la biblioteca que participaba con nosotros también ha hecho talleres por las tardes con los servicios. Traían a escritores conocidos de literatura juvenil como Nando López o Begoña Oro, para que estuvieran con los chicos más mayores, charlando, comentando cuáles son sus inquietudes, cómo podrían sacar eso fuera, si les apetecería escribir, si no les gustaría, de qué manera, contar su experiencia, sacarlo y plasmarlo a través del escritor.
Ellos realmente me van a contar cómo era el niño antes. Yo me puedo hacer más o menos una pista, pero realmente los que hacemos el estudio y los que sabemos cómo está la situación actual ahora somos nosotros, y los que detectamos las necesidades somos nosotros. A partir de ahí, nosotros desarrollamos ese trabajo, esa recuperación al máximo de las posibilidades de del chico, de la chica, y procuramos siempre que la vuelta al circuito normal educativo sea, dentro de lo que cabe, pueda ser en su cole de siempre, y en el caso de que no sea posible, pues darle la salida educativa que se ajuste más a sus necesidades en ese momento, porque puede ser que recuperen del todo o puede que no se recuperen del todo. Pero hay que dar una salida.
Una de las cosas que yo hablo en el libro, que puede resultar curioso, a mucha gente le puede resultar curioso, es que hablo del aprendizaje y de la educación, de la pedagogía hospitalaria, como una medicina más o como un factor que favorece la curación del alumno, tengamos esto cogido, digamos como hay que tomarlo, no sacándolo de contexto. ¿Por qué te digo esto? Porque muchísimos especialistas de allí mismo, sanitarios, de los equipos con los que nosotros trabajamos, quieren contar con nosotros en esas reuniones interdisciplinares porque consideran, incluso al cole del hospital, como nosotros lo llamamos de forma cariñosa, como parte incluso de las propias terapias. Hay servicios, por ejemplo, los servicios de psiquiatría en el hospital, tú tienes que llegar a unas condiciones y a unos acuerdos de querer curarte, sabes que son unas enfermedades un poquito más delicadas, y tú tienes que llegar a un compromiso y a una mejora y una evolución para tú poder salir al colegio, es decir, el colegio para ti es un premio. O, por ejemplo, pues en oncología, ¿qué les va a permitir? Tener ese contacto con compañeros, ese poder seguir trabajando, sintiéndose parte del mundo en el que están, aunque se haya parado por un tiempo, pero que sigue estando ahí fuera y que, en algún momento, van a volver.
Entonces todos los especialistas te digo que nos consideran como parte de la propia terapia, porque cuando uno está enfermo no solamente está enfermo físicamente, porque cuando a ti te duele algo o tú te encuentras mal físicamente, eso afecta también a tu psique y afecta a tu estado de ánimo, fundamentalmente. Entonces, digamos que una persona, para estar completamente sana, no solamente tiene que curar esa parte física, sino también tiene que tener ese estado de ánimo, lo tiene que tener en condiciones óptimas y nosotros formamos parte de que eso se mantenga de forma óptima. Se llegaron incluso a hacer estudios, una compañera supervisora de oncología, y otra que era psicóloga, también, de oncología de adolescentes, que llegaron a hacer estudios donde se observaba que los niños que recibían las clases llegaban a mejorar y su evolución era mucho más positiva o era más positiva que en niños, que, sin embargo, sus estados de ánimo flaqueaban. Así que por eso consideramos que es muy importante.
Cada vez que llegabas a la habitación, no sabía quién eras, o sea, era un niño grande y sorprendía que estaba, a consecuencia de la enfermedad, estaba como muy desinhibido. Y lo único que recordaba era esto, entonces le decías: “Hola, Showman, ¿qué tal? ¿Cómo estás?”. “Ah, yo muy bien. ¿Qué tal tú?”. Digo: “Pues nada, bien”. “Chic para ti, chic para mí”. Y yo le decía: “Claro que sí, guapi”. Y esa fue la única manera que tuvimos de comunicarnos durante casi una semana, porque de ahí no le volvías a sacar otra palabra. Fue el punto de donde yo empecé a tirar de ese nudo para desenredar el hilo y poder empezar a trabajar con él, también teniendo en cuenta que la familia estaba muy implicada en ese caso. Pero era un niño muy desinhibido. Se había vuelto como, otra vez, como una etapa anterior, más infantil, muy cariñoso con los padres. Era totalmente adolescente, estaba todo el día tirando de besos a su padre y a su madre: “Ay, cómo os quiero, cómo tal, cómo cual”.
Ya te digo que, tirando de ese pequeño hilo, fui trabajando con él de tal manera que ese lenguaje se fuera convirtiendo en algo más funcional, más práctico, trabajando más vocabulario, trabajando expresión, trabajando estructuración del lenguaje. Todo esto llevó a poder volver a expresarse de forma escrita, a volver a recuperar conocimientos mecánicos, matemáticos, como las operaciones básicas e incluso el razonamiento lógico. Y eso es un trabajo de muchos meses, porque la unidad de daño cerebral, los tratamientos pueden llegar como máximo a 18 meses de tratamiento, pero realmente se consiguió una evolución muy positiva. Luego, cuando terminamos y tuvimos que despedirnos, que eso también cuesta mucho trabajo cuando trabajas con alguien durante tanto tiempo, eso realmente, pues ese vínculo que decimos, ya no solo con el niño, sino con la propia familia, porque al final te acabas convirtiendo en un paño de lágrimas, incluso de la familia, en uno más. Ellos se desahogan contigo.
Y el niño pues le dimos respuesta educativa adecuada y dio la casualidad de que vinieron a grabar un reportaje al aula hospitalaria de un programa de Televisión Española, y como no podía ser de otra manera, pues vamos, el más televisivo de todos tenía que estar allí. Y fue una anécdota muy curiosa, y parece como que todos, no sé qué tipo de circunstancias se reunieron, y fue muy bonito porque era un documental en el que se explicaba el proceso de recuperación de un paciente y el proceso posterior, la vuelta a la vida, que era otro chaval del que se hablaba. Él salía en una parte y el otro chaval. Y llegó un momento en el que nos conocimos. Ese otro chaval, que ya había pasado por todo ese proceso, a través de una asociación, había conseguido reintegrarse en la sociedad, hacer un módulo en concreto, profesional, y estaba trabajando en la actualidad, y había conseguido independencia económica y próximamente iba a conseguir independencia también de su familia y poder vivir de forma totalmente autónoma.
Y a través de él, conocimos a esta asociación y no sabemos en qué punto, porque bueno, se juntaron otras circunstancias, pero sé y estoy, vamos, lo sé positivamente, que «Showman» conseguirá al final lo que tanto ansiaban sus padres y tanto temían, que su hijo fuera al final una persona dependiente y que estamos seguros de que no lo va a ser, porque conseguirá también esa profesión y conseguirá hacer esa formación y podrá ser una persona totalmente independiente.
La vida de allí, un mundo totalmente distinto. Pero bueno, era una persona tan responsable que se comprometía absolutamente con todo y siendo tan pequeño como era, tendría como aproximadamente unos nueve, unos diez años, aproximadamente. Pues bueno, se vino con sus padres para acá y se adaptó a un nuevo colegio, a una nueva ciudad, a un nuevo ambiente, conocer nuevos amigos, y, desafortunadamente, ese bichito volvió a aparecer, porque muchas ocasiones ocurre, hay recaídas. Lo que pasa es que, en esta recaída, él perdió la visión. Y claro, se quedó sin un sentido básico para cualquiera de nosotros, para acceso a la información, acceso a lo curricular, a todo, y tuvo que aprender de cero, tuvo que aprender de cero en un tiempo récord, que yo todavía hoy no me lo puedo creer. Buscamos ayuda de la ONCE, que también nos apoya en estos casos, como a cualquier otro niño invidente o con discapacidad visual, pidiendo a una persona que nos trajera material para poder empezar con él a desarrollar el tacto, porque sabíamos, vamos, sabíamos seguro que la vista no se iba a recuperar, independientemente de cuál fuera la evolución de la enfermedad. Y empezamos, pues eso, estimulando el tacto con distintas texturas, con libros que nos trajeron. Y yo empezaba con él a trabajar los números y las letras en relieve con un material que teníamos como de niño muy pequeño, para que él reconociera. Claro, cuando tú tienes memoria visual…
Y lo iba a echar muchísimo de menos, porque le preguntamos: “¿Qué es lo que más vas a echar de menos cuando te vayas a Barcelona?”. Y decía: “Los paseos por el Retiro”. Yo por aquel entonces tenía unas alumnas de prácticas de cuarto grado de magisterio y, junto con otros compañeros de allí de la sala suya, auxiliares, enfermeros y tal, decidieron hacer una grabación de un paseo por el Retiro porque se lo queríamos regalar para su cumpleaños. De hecho, justo el día antes de irse era su cumpleaños. Entonces hicimos la fiesta, con globos, canciones, la tarta, le hacíamos toda la parafernalia allí, todo el personal. Y uno de los regalos fue ese paseo grabado por el Retiro. Desafortunadamente, pues nunca regresó a Madrid desde Barcelona, pero la satisfacción que nos llevamos al saber cuando nos contó su padre que se fue tranquilamente dando un paseo por el Retiro, aunque no lo tenía cerca, fue algo que realmente nos llenó, que nos llenó y nos dio, cómo te diría yo, un empujón, sí, una tranquilidad y una satisfacción del trabajo bien hecho del, no sé, de alguna manera.
Todo el mundo habla, todo el mundo habla, incluso sin saber. Pero todo el mundo tiene que hablar y nadie escucha. O sea, que tienes que tener una capacidad de escucha bastante importante, porque eso te va a permitir el conectar con la gente con la que estás trabajando. Y es un trabajo muy de cercanía, muy humano y muy de contacto, y siempre es fundamental una sonrisa en la cara, porque con una sonrisa, tienes todas las puertas abiertas. Entonces, para mí, esos son los pilares fundamentales. Te podría hablar de muchísimas más funciones, pero ya entrando estrictamente en lo que es más teórico. Yo, que, en algunas ocasiones, tengo que dar charlas o hablar con gente de universidades y tal, pues se quedan en la pedagogía hospitalaria, pero en la teoría, que digo: “Dios mío, ¿quién ha escrito esto?”. Pues yo, lo que quería, era hacer una historia que fuera fácil, que fuera sencilla, con un lenguaje muy sencillo, que pudiera llegar a todo el mundo y, sobre todo, que hablara desde la práctica, no quería teoría ninguna, por eso te digo que, desde la teoría, te puedo hacer un listado ahora mismo de características así, pero para mí, fundamentalmente, las características humanas. Si no tienes esas características para esto no vas a servir. Eso está clarísimo.