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El valor de la simplicidad

John Maeda

El valor de la simplicidad

John Maeda

Diseñador y educador


Creando oportunidades

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John Maeda

John Maeda ha sido diseñador gráfico, artista visual, profesor, ingeniero de software en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y "tecnólogo humanista", aunque a él le gusta describirse como "un accidente". Fue de forma accidental como llegó al mundo de la innovación tecnológica, gracias a que uno de sus profesores acudió a la tienda de sus padres, donde él trabajaba, para instarles a que le permitieran estudiar. Su primera computadora, con la que diseñó un programa de contabilidad para el negocio familiar, supuso el comienzo de su carrera tecnológica y multidisciplinar, que va desde la ingeniería eléctrica a la informática, el arte y el diseño.

A mediados de los años 90 impulsó el Grupo de Estética y Computación del MIT, como equipo de investigación multidisciplinar, y años después dirigiría el MIT Media Lab y la Escuela de Diseño de Rhode Island. Su interés por la combinación entre el arte y el diseño computacional le han permitido una prolífica carrera como artista visual y divulgador.

Entre sus publicaciones destacan 'Creative Code', 'Design by Numbers', 'How to Speak Machine' y 'Las leyes de la simplicidad', donde John Maeda plantea una forma sencilla de abordar aspectos complejos de la vida, los negocios, la tecnología o el diseño. "Aprender lo hace todo más sencillo. Alguien que sea un experto que haya aprendido algo, puede enseñarlo a otra persona. Pueden hacérnoslo más sencillo, si son simplificadores natos. Pero la mayoría de las personas no son simplificadoras natas. Nos gusta hacer las cosas más complejas porque parecemos más inteligentes", reflexiona el autor.


Transcripción

00:10
Edgar Costa. Gracias por estar aquí con nosotros, John Maeda, uno de los grandes pensadores de las últimas décadas. Tu trabajo combina desde el diseño hasta las artes visuales, sociología, tecnología y también educación. Es un placer tenerte con nosotros.

00:24
John Maeda. Gracias. Estoy encantado de estar aquí.

00:27
Edgar Costa. Siempre está bien recordar dónde empezó todo. Y quería saber cuándo despertó tu interés por la tecnología. Sé que estabas ayudando a tus padres en Seattle, en una tienda de tofu, creaste un programa para ayudar con la contabilidad. Siempre te sentiste atraído por la tecnología, supongo.

00:43
John Maeda. Bueno, la tecnología se sustenta en las matemáticas. Así que supongo que empecé con las matemáticas. A mí se me daban bien las matemáticas y el arte. Eso es lo que mi profesor les dijo a mis padres. Pero, cuando mis padres hablaban de mí, decían que era bueno en matemáticas. Y me di cuenta de que quizá no querían que fuera bueno en arte, sino en matemáticas. Y como sabe todo el que haya crecido en un negocio familiar, hay que trabajar en el negocio familiar. Creo que les daba pena porque siempre estaba trabajando en la tienda. Así que me compraron un ordenador cuando nadie tenía ordenadores. Y gracias a ese ordenador empezó mi carrera tecnológica.

01:28
Edgar Costa. Y supongo que seguiste recorriendo esos distintos caminos y te diste cuenta de lo importante que era la creatividad en todo. Creo que eres un firme defensor de que cultivar la creatividad nos ayuda a desarrollarnos como personas. Pero me gustaría saber cómo podemos fomentar esa creatividad y por qué es tan importante.

El valor de la simplicidad. John Maeda
Quote

“Debemos superar los límites a la creatividad en el sistema educativo”

John Maeda

01:49
John Maeda. Hoy en día, veo que hay creatividad en los negocios, creatividad en los medios o creatividad en empresas emergentes. Hay todo tipo de creatividad. El único problema es que asociamos la creatividad con el arte. Y sé que en Europa el arte está bien considerado. Pero, en sociedades más prácticas, te dicen: “No, no te hagas artista”. Por definición, menospreciamos la creatividad. En los negocios, menospreciamos la creatividad porque es arriesgado. “¿Podemos correr ese riesgo?”. Creo que la imagen de la creatividad como algo propio del arte impide que más gente joven llegue a ser creativa. Yo me di cuenta de que la creatividad siempre surge de forma natural, y siempre viene del corazón. Voy a ponerte un ejemplo.

02:48

Cualquiera que tenga hijos, o sobrinas y sobrinos, sabe que, cuando son pequeños, están dibujando sin parar. Están siendo creativos. Y lo hacen sin ceñirse a la forma correcta de dibujar algo. Si dibujan un caballo, es un óvalo morado con 20 patas. Y es un caballo y están muy orgullosos de él. Y como padre, o tío o tía, dices: “Qué caballo tan bonito”. Y cuando te lo dan, es como si fuese un tesoro. Así que el arte tiene un valor sentimental y es diferente. Sin embargo, una vez ingresan en el sistema educativo, les enseñan a dibujar un caballo correctamente. Un caballo es marrón, tiene cuatro patas y tiene cola. Le falta la cola. Y creo que es ahí cuando la creatividad se esfuma, por culpa del sistema educativo. Creo que el problema es que, cuando estos niños crezcan, en el fondo saben que la forma correcta de dibujar el caballo era con 20 patas y morado. Y se hacen artistas. Son creativos. Pero algunos se dedicarán a los negocios. Algunos se dedicarán a la tecnología. Y harán todo tipo de cosas que nadie podría inventar. El problema es que la historia de la creatividad está vinculada al arte. Y la cuestión es cómo extender esos límites.

04:17
Edgar Costa. Creo que te defines como un tecnólogo humanista, en un contexto donde la tecnología no solo está más presente cada día, también dependemos más de ella. ¿Estamos perdiendo nuestra humanidad con esta dependencia de la tecnología?

04:31
John Maeda. En los 90, me interesé por esta fusión entre humanista y tecnólogo, cuando estaba en una institución tecnológica, el MIT, Instituto de Tecnología de Massachusetts. Y tuve la suerte de conocer a muchos científicos de la era anterior, de la Segunda Guerra Mundial, que trabajaron en el Proyecto Manhattan. Y me di cuenta de que muchos científicos que trabajaron en ese proyecto, tecnólogos que inventaron el futuro, una vez estalló la bomba nuclear, no solo tenían que ser tecnólogos, sino que, de pronto, tenían que ser responsables de lo que habían construido. Y la mayoría de esos científicos dedicó el resto de su vida a la paz mundial. Y entré en contacto con esta noción de que un tecnólogo se vuelve humanista porque se da cuenta de que las implicaciones de su trabajo van mucho más allá de hacer un invento interesante. Y a partir de esa experiencia empecé a pensar que soy un tecnólogo, pero tengo una responsabilidad con la humanidad. Y esa combinación es lo que siempre sentí entonces. Ahora se habla siempre de esto, en la era de la inteligencia artificial. Supongo que todos estamos conectados con cosas como el Proyecto Manhattan. Es una cuestión de cómo la tecnología impacta profundamente a la humanidad.

06:07
Edgar Costa. Has mencionado la inteligencia artificial, nos estamos acostumbrando a hablar mucho de ello y a imaginar cómo va a ser. ¿Puedes darles un consejo a los jóvenes? ¿Puedes dirigirte a ellos y decirles qué esperar y cómo adaptarse en el ámbito de la tecnología?

06:24
John Maeda. Has mencionado la inteligencia artificial. Hace unos años estuve en Francia, y nunca se me olvidará esto, porque no soy lo que se dice un gourmet, y nunca he entendido mucho de quesos, así que quiero aprender. Y con el pan francés, tienes que entender de pan. Yo decía: “¿Pan? ¿No es todo igual?”. Me dicen: “No, aquí en París hay dos tipos de baguettes”. Pan francés, como lo llamamos en Estados Unidos. Uno tiene levadura natural, au levain, y otro tiene levadura sintética, à la levure. Parecen iguales, pero huelen distinto. El pan de levadura natural huele como el sourdough que tenemos en Estados Unidos; huele un poco agrio. El de levadura sintética huele a pan.

07:19

El problema de la inteligencia artificial es que antes cualquiera podía decir: “Es una máquina”. “Se nota la diferencia”. Pero los mayores ya no notan la diferencia. Todo huele al mismo pan. Con los jóvenes es distinto. Pueden oler esa diferencia en la tecnología, entre lo que es inteligencia artificial y lo que no. Ese es un poder especial. He tenido la ocasión de pensar en ello. Estuve seis años escribiendo sobre cómo comunicarse con la máquina, porque quería entender la IA y el aprendizaje automático desde la base. Y me di cuenta de que el término “ley de Moore” se usa mucho en tecnología. Significa que, en los años 70, alguien apellidado Moore afirmó que la informática duplicaría su potencia cada 18 meses. Duplicar la potencia cada 18 meses no parece gran cosa. Dos pasa a ser cuatro, luego ocho, luego 16, y paras y dices: “Bah”. Pero, si retrocedemos a 1970, y ahora estamos en 2022, si vas duplicando la potencia de un ordenador, ahora es nueve quintillones de veces más rápido, un número muy grande. Como analogía, imagina un coche que compraste en 1970. Iba a 80 kilómetros por hora como máximo. Ahora, imagina el mismo coche en la actualidad. Puede llegar a la próxima galaxia en medio segundo. Es algo extraño que ha pasado. Pero, como es invisible, no lo reconocemos.

09:08
Edgar Costa. Una pregunta clásica, ¿cómo va a ser el futuro? ¿Cómo será la tecnología dentro de 20 o 30 años?

09:18
John Maeda. Creo que, dentro de 20 o 30 años, con suerte, estamos empezando a verlo. El mundo de la informática está reconociendo que tiene que incluir a distintos tipos de personas para que la informática sea más inteligente y más humana. Muchas empresas tecnológicas han construido sus algoritmos o utilizan datos con un gran sesgo. Por ejemplo, había un programa para juicios, diseñado para una jurisdicción que usaba inteligencia artificial. Y se introducen datos. Y los datos son todas las sentencias de las últimas décadas. Así, el juez no tiene que hacer nada, y el ordenador es capaz de averiguar, con inteligencia artificial, quién es culpable y quién no. El problema con este sistema es que hará exactamente el mismo trabajo que el juez o el secretario.

10:17

Y lo que pasará es que condenará a alguien que tiende a ser pobre y tiende a ser de color, porque viven en un código postal donde existe mucha criminalidad. El sesgo se incorporó en los algoritmos por culpa de los datos. Porque, como sabemos, quién tiene y quién no, o el nivel de salud de las personas, está determinado por su código postal. Las generaciones jóvenes se están cuestionando esto. Nos cuestionamos cosas como: “Vaya, hay una nueva tecnología de reconocimiento facial”. Puedes reír, sonreír y hacer de todo. Funciona bien, si tienes la piel clara. Si tienes la piel oscura, no te reconoce. Porque los algoritmos se escribieron en base a datos de personas de piel más clara. Dicho esto, una vez estaba hablando con un inventor de Kenia y había salido en las noticias que a los coches autónomos les costaba reconocer a personas de piel oscura, y eso era algo peligroso. Y él es un investigador de inteligencia artificial. Me dijo: “Habría que usar nuestros algoritmos, porque reconocen bien a las personas de piel oscura”. La cuestión de quién controla el negocio de estos algoritmos, qué personas pueden hacerlo, que exista imparcialidad, son cosas de las que están hablando las generaciones jóvenes, y están intentando que las cosas cambien.

El valor de la simplicidad. John Maeda
11:53
Edgar Costa. Hablemos de los maestros a los que les cuesta adaptarse al ritmo de las apps y nuevas formas de aprender. Tú tienes experiencia como profesor en el MIT, como has mencionado. También eres presidente de la Escuela de Diseño de Rhode Island. En lo que respecta a la tecnología en las aulas, ¿cómo podemos preparar aquellos que dicen: “Dios mío, no puedo con esta nueva tecnología”? Muchos profesores pensarán: “No puedo adaptarme, es muy difícil”.

12:26
John Maeda. Recuerdo cuando era profesor en el MIT. Creo que era mi octavo año. Ya era veterano y, entre comillas, importante. Entré en un comité especial que se reúne cada 10 años en el MIT para analizar el plan de estudios y pasar tres años estudiándolo para determinar si está listo para la próxima década. Así que estaba en ese Comité Jedi tan especial. Era increíble. Aprendí muchísimo en ese comité. En fin, en el comité había tres estudiantes como representantes. Íbamos por la mitad, estamos hablando del tema y había un gran problema sobre asesorar a los estudiantes. Era un gran problema porque los profesores eran quienes asesoraban a los estudiantes en el MIT, pero cambiaron el sistema.

13:19

Contrataron a asesores profesionales para asesorar a los estudiantes en lugar de a los profesores. Y los profesores, los Caballeros Jedi, siguiendo con la analogía de Star Wars, decíamos: “Dios mío, los estudiantes nos necesitan para que les demos consejo, somos los que podemos aconsejar mejor”. Y una de las estudiantes subió a la tarima, nos miró a todos y dijo: “¿Cómo que nos vais a ayudar con nuestras futuras trayectorias? Ninguno de vosotros tiene un trabajo de verdad”. Y yo pensé: “Vaya, lo que dice es totalmente cierto”. Solo somos profesores. Os estamos preparando para el futuro. Pero ¿qué sabemos del mundo real? Y esto fue sobre 2002, cuando el MIT tenía más ordenadores que ningún otro sitio del mundo. Pero las empresas estaban empezando a tener más ordenadores que el MIT. Y veía que las empresas se movían más rápido, como Google, que las instituciones académicas.

14:30

Cuando ella dijo eso, pensé: “Tiene razón. No conocemos el futuro tanto como la industria”. Entonces se me activó un resorte y planeé mi huida de la academia. Me saqué el MBA como pasatiempo. Me hice presidente de la universidad. Y después me escapé a Silicon Valley, para aprender todo lo que no sabía. Un día me di cuenta de que tenía que dar el siguiente paso. Y entonces trabajé en una empresa como líder de producto y diseño. Volví a aprender todo sobre habilidades en ingeniería. Aprendí de publicistas. Ahora soy líder de software en seguridad tecnológica, jefe de tecnología. Solo porque decidí ir a la inversa en mi carrera. La mayoría se vuelven importantes antes y luego se hacen profesores. Yo fui en la dirección opuesta. Y fue una lección de humildad. Estoy orgulloso. Porque, cada vez que le daba la mano a un estudiante, sabía que estaba al tanto de cómo era el mundo real.

15:34
Edgar Costa. ¿Hay una colisión de distintas cosas en esos inventos? Porque siempre habrá críticas sobre la gente que pierde su trabajo, y con esto volvemos a la inteligencia artificial, robots, este futuro que siempre tenemos en el horizonte. ¿Queda espacio para buenas ideas como las que comentábamos? ¿Pueden las ideas no entrar en conflicto con las necesidades de los humanos?

16:00
John Maeda. Un entorno que produce innovación no es algo común. Por lo general, en cualquier parte del mundo, dices: “Tengo esta idea. Voy a presentar este tipo de personas. Será un programa muy positivo”. Alguien te dirá: “No va a funcionar, es demasiado arriesgado”. Silicon Valley es todo lo contrario. “¿Tienes una idea? ¿Quieres llevarla a cabo? Pues aquí tienes dinero”. Eso ha producido muchas buenas ideas y muchas malas ideas, naturalmente. Creo que ahora la industria tecnológica está intentando entender lo que es malo y lo que es bueno. Por eso me gusta la tecnología en Europa. La tecnología en Europa tiene una especie de conciencia, una especie de legado, un deseo de garantizar privacidad. Aunque también es más lenta. Pero es más lenta porque intenta ser considerada. Son enfoques distintos.

17:04
Edgar Costa. Albert Einstein decía que se debe hacer todo tan sencillo como sea posible, pero no más simple. No sé exactamente lo que significa. ¿Que simplificamos demasiado? ¿Que es importante simplificar? ¿Cuál es la clave de ese concepto?

17:19
John Maeda. Creo que años más tarde me di cuenta de por qué Einstein llegó a esa conclusión. Al menos, es lo que creo. Es porque estaba intentando comunicar una idea. Y la gente está ocupada. Y se dio cuenta, brillantemente, como comunicador, de que si no puedes comunicar algo de forma sencilla, a nadie le importará. Creo que fue un comunicador y un científico brillante. Mi ley favorita es sobre el aprendizaje. Porque aprender, lo hace todo más sencillo. Einstein sabía mucho porque había aprendido mucho, y podía simplificarlo todo. Y como había aprendido mucho y podía hacerlo sencillo, podía ofrecérnoslo a los demás. Así que era una combinación.

18:15

En cierto sentido, todo el mundo sabe conducir, generalizando. Creen que es fácil porque fueron a clases de conducir. Nuestro iPhone es difícil de usar porque no fuimos a clases de iPhone. Dicho esto, alguien que sea un experto que haya aprendido a conducir o aprendido a usar su iPhone, o lo que sea, puede enseñar a otra persona, porque lo han aprendido. Pueden hacérnoslo más sencillo, si son simplificadores natos. Pero la mayoría de las personas no son simplificadoras natas. Nos gusta hacer las cosas más complejas porque parecemos más inteligentes. “Dios mío, 72 785”, o lo que sea. “Dios mío, no entiendo qué dices”. “Soy inteligente, por eso no me entiendes”. Por lo general, ese es un valor que pensamos que queda bien. Si eres más simple, dicen: “Es demasiado simple. Supongo que no le has dado muchas vueltas”. Así que tendemos a devaluarlo.

19:18
Edgar Costa. Supongo que nos dirigimos hacia cosas que nos resultan fáciles, que nos hacen la vida fácil. Comprar por Internet, ir del punto A al punto B, usando herramientas relacionadas con la tecnología, y es fácil. ¿Se volverá más fácil, o llegará un momento en el que no podremos seguir con esos progresos?

19:41
John Maeda. Me alegro de que lo hayas mencionado, porque, cuando algo es fácil, es porque sabes hacerlo de antemano o porque ese algo sabe mucho sobre ti. Como cuando vas a tu restaurante favorito y te dicen: “Hola, ¿cómo estás? Esta es tu mesa favorita. No te hace falta un menú; sabemos exactamente lo que quieres”. Piensas: “Ah, esto es genial”. Pero también da un poco de miedo, si siempre acierta, sobre todo alguien a quien no conoces. Así que la sensación de facilidad es buena cuando confío en ti. Cuando confío en el dispositivo. La sensación de facilidad es preocupante cuando no sé si fiarme.

20:26
Edgar Costa. Me recuerda a cosas que todos pensamos, por ejemplo, que las nuevas plataformas te hagan recomendaciones y anuncios de cosas de las que habíamos hablado, como si alguien estuviera escuchando. Y eso nos lleva, hablando sobre el futuro, a los miedos sobre el futuro asociados a todos estos avances tan rápidos. ¿Nos están vigilando? ¿Qué podemos hacer con ese futuro que tiene ese elemento que da miedo?

20:56
John Maeda. La cuestión es la confianza. Si puedo confiar en una empresa, o confiar en un restaurante, o confiar en una cafetería o sus dueños, eso es algo distinto. Y es una conexión muy humana. Cuando desaparece la conexión humana y pasa a ser una corporación gigante, tienes motivos para preocuparte. Si eres de los que quieren preocuparse. Hay gente a la que le da igual. Lo que pasa con las generaciones jóvenes es que suele darles igual, en plan: “Dios mío”.

21:31

Una de mis historias favoritas es cuando fui al Foro Económico Mundial. Había una persona muy importante de una empresa de capital riesgo muy famosa. Yo pensaba: “Vaya, es increíble”. Y es una persona mayor. Pero lo que me chocó fue que dijera: “Sí, esto de Facebook se está haciendo muy grande. Tengo una hija adolescente. He visto que publica cosas en su página que no me parecen bien”. Y él quería hablar con ella sobre esto. Fueron a dar un paseo por la playa. No se habían visto en un tiempo, pero estaban estrechando lazos. Le dice: “Cielo, me preocupa que publiques esas fotos en Facebook, algún día querrás conseguir trabajo y los que te contraten podrían encontrar las fotos y podría ser un problema, creo que deberías borrarlas”. Y me contó que su hija se paró, se giró hacia él y le dijo: “Papá, no te preocupes, no voy a trabajar para alguien como tú. Voy a trabajar para alguien como yo”. Y dijo que todo su mundo cambió. Porque se dio cuenta de que viene un mundo nuevo. Como decía, creo que esa generación tiene un olfato para la IA y pasa saber cuál es la IA dura, fuerte y mala y cuál es la IA tal vez menos peligrosa. Tengo fe en que van a crear un sistema que se hará mejor, porque simplemente están más en la onda.

El valor de la simplicidad. John Maeda
23:18
Edgar Costa. Abarcas muchas disciplinas, como decía al principio, tienes experiencia en diseño, artes visuales, sociología, tecnología… Todos son campos muy atractivos. No sé si… Cualquiera puede disfrutar mucho hablando de esas cosas, porque también tienen implicaciones en nuestra vida diaria. ¿Cuáles son las preguntas que te hacen y que te parece útil responder sobre las cosas que normalmente te consultan?

23:46
John Maeda. Bueno, siempre tengo mucha curiosidad por lo que la gente piensa que he hecho en el pasado. Y siempre recuerdo cuando conocí a mi héroe, Paul Rand. Era diseñador gráfico, diseñó el logo de IBM. Era la persona influyente de la época. Fui a su casa cuando tenía 82 años. Recuerdo que tenía mucho miedo de conocer a esta persona. Vivía cerca de Nueva York, en Connecticut, y por entonces no había Uber. Me bajé del tren, cogí un taxi, me adentré en una zona boscosa. No estaba seguro de cómo iba a volver. Llegué a las 7:20, porque mi cita era a las 8:00. Así que esperé fuera. Y entonces abre la puerta. Lo primero que me dice es: “Mi asistente no ha venido hoy porque está enfermo. Así que hoy vas a tener que trabajar gratis para mí”. Le dije: “Vale, lo haré”.

24:54

Así que entro a su casa, me invita a sentarme, tiene un Mac, un Macintosh muy viejo. Bueno, por aquel entonces, era nuevo. Y yo le estaba ayudando con su libro. Y después se hace el silencio, y se pone a darme pequeños consejos. Y señala un armario donde tiene todas las cartas de fans. Lee una carta muy hostil, está claro que no era de un fan. Como diciendo: “Hay gente a la que no le caigo bien”. Y después me enseña una carta radiante: “Estimado señor Rand, soy un admirador de su trabajo, el logotipo de IBM, el de Westinghouse, el de Cummins, el de la CBS”, y la lista sigue. Me estaba poniendo a prueba. Me dice: “¿Qué opinas de esta carta?”. Le digo: “Bueno, tú no diseñaste el logo de la CBS. Tú diseñaste el logo de la ABC”. Son dos cadenas de televisión de Estados Unidos. “Tú diseñaste el logo de la ABC. Lou Dorfman diseñó el logo de la CBS”. Me miró y me dijo: “Así es. Pero si has vivido tanto como yo, se piensan que lo has diseñado todo”. Es una forma larga de decir que la gente piensa que he hecho distintas cosas. Y paso la mayoría del tiempo corrigiéndolos y diciéndoles: “No, yo no hice eso. Lo siento”.

26:18
Edgar Costa. Para acabar, imagina que saco mi invento, que es una máquina del tiempo. Me gustaría hacer eso. Pero si pudieras usarla para volver al pasado y darle un consejo a John Maeda de joven, ¿qué consejo le darías?

26:35
John Maeda. Me sé esta pregunta. La gente siempre te pregunta mucho eso. No tengo una buena respuesta. No me viene una buena respuesta porque soy una especie de accidente de cómo funcionan las cosas. Si hubiera sabido lo que podía o debía hacer, probablemente no habría hecho lo que hice en el pasado. Mi suerte fue no tener futuro. Mis padres no tenían estudios. Teníamos una tienda, y eso era lo que hacíamos. Y no debería haber podido ir a una buena universidad. Pero ellos soñaban con eso, y me hicieron, equivocadamente, soñar con eso a mí también, con que algún día iría a una gran universidad.

27:24

Creo que no sabía qué podría hacer, así que se lo conté a la gente. A mis profesores. Y algunos se rieron de mí. Pero un maestro me tomó en serio. Se llamaba señor Wakefield. Era un ingeniero de Boeing jubilado. Enseñaba Química. Un tipo corpulento. Y se interesó por mí. Y recuerdo decirle: “Quiero ir a un sitio genial, el MIT”. Y me dijo que nunca podría ingresar en el MIT porque me faltaban muchas cosas; no había estudiado en una facultad, todas las cosas importantes que necesitaba para acceder a un sitio así.

28:07

Y le dije que no podía hacerlo, porque, como todos los que trabajan en el negocio de sus padres, en la empresa familiar, no puedes irte de allí, debes trabajar en el negocio familiar. Así que dije: “No puedo hacerlo”. Y un fin de semana estaba trabajando en la tienda de mis padres y aparece el señor Wakefield. Quería hablar con mis padres. Les dijo a mis padres: “Si queréis que vuestro hijo vaya a esa universidad importante, tenéis que dejarle que no trabaje y que vaya aquí. Que vaya a la facultad para tener el expediente que necesita”. En retrospectiva, si él no hubiese ido a la tienda de mis padres, no creo que yo hubiera ido a ninguna parte. Todavía estaría en Chinatown, en Seattle. Respondiendo a tu pregunta, no podría aconsejarme nada. Pero espero que tenga la suerte de tener a gente buena que crea en él.

29:08
Edgar Costa. Espero que todos tengamos a gente buena, porque nos hace el camino más fácil. Podemos ser buenos con los demás y compartir conocimientos como has hecho hoy aquí con nosotros, hablándonos un poco sobre este fascinante mundo tecnológico que se te da tan bien. Aunque digas que es un accidente, como nos has contado, a nosotros nos sirve. Muchas gracias, John Maeda, por haber estado aquí con nosotros.

29:31
John Maeda. Gracias.