El fotógrafo de la naturaleza
Andoni Canela
El fotógrafo de la naturaleza
Andoni Canela
Fotógrafo y documentalista
Creando oportunidades
La historia de los niños que crecieron entre selvas y desiertos
Andoni Canela Fotógrafo y documentalista
Andoni Canela
"Hasta hace pocos años, los inuit salían a pescar y cazar con sus trineos tirados por perros o por motos de nieve. Ahora, el mar tarda un mes más en helarse y un mes antes llega el deshielo, así que tienen problemas para alimentarse. Sus casas con cimientos sobre el hielo se destruyen. El cambio climático en el Ártico es evidente y afecta no solo a la población, sino también a la biodiversidad. Yo he estado allí y he visto el retroceso de los glaciares". El fotógrafo y documentalista especializado en naturaleza Andoni Canela ha recorrido los cinco continentes para denunciar con su cámara la situación de especies en peligro de extinción y las amenazas que sufre el medio ambiente por la acción del hombre.
Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, graduado en Fotografía en el London College of Printing y reconocido con el Premio Godó de Fotoperiodismo, Canela ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en grandes medios internacionales como 'National Geographic', 'El País', 'La Vanguardia', 'BBC Wildlife' o 'Newsweek'.
En 2016, su película documental 'El Viaje de Unai', que refleja de forma autobiográfica el viaje de 15 meses que realizó junto a su pareja, la periodista Meritxell Margarit y sus hijos Unai y Amaia, en busca de siete especies en peligro de extinción, fue nominada a los Premios Goya como Mejor Película Documental. Recientemente ha estrenado el largometraje y serie 'Panteras', donde busca, junto a su hijo Unai, los últimos grandes felinos de la Tierra. A su trabajo audiovisual se suma una prolífica producción fotográfica y bibliográfica, con exposiciones como "El Ártico se rompe" y 'Tierra de linces', y títulos como 'La mirada salvaje', 'Durmiendo con lobos', 'La llamada del puma' y 'Panteras'.
Transcripción
Gracias. Hola a todas y a todos. Voy a empezar con una pregunta que me suelen hacer bastante. Es cómo empezó y dónde y cuándo empezó todo. Todo, en mi caso, la atracción por la naturaleza. Y el primer recuerdo que tengo, que yo soy muy malo para los años y muy desordenado, como veréis cuando voy hablando. No sé exactamente cuándo, pero debía tener… Los primeros recuerdos se suelen tener a los cinco, seis, siete u ocho años, pero el primer recuerdo es el Campamento Las Hormigas.
El Campamento Las Hormigas era un campo en medio de la nada que mi padre a mí, a mi hermano, el segundo, y luego al otro hermano, nos llevaba allí y nos explicaba las historias de las hormigas que a mí se me quedaron de pequeño y que después, no sé si alguno conocéis a Edward O. Wilson, un entomólogo increíble. Si no, os lo recomiendo para que lo leáis. Pues para mí las hormigas en ese momento eran lo más importante. Y después han seguido siéndolo.
Y ahí, en el Campamento Las Hormigas, lo que hacíamos era seguirlas. Seguir, pues de un hormiguero a otro y cómo se comunicaban. Años después empecé a tener más interés por no solo las hormigas, sino, primero, lo que es más fácil observar en ese lugar, que es un pueblito del sur de Navarra, Tudela, cerca del Ebro. Y las aves, y sobre todo en la época de primavera, que es cuando íbamos más, cuando criaban, pues ibas a los nidos y esa zona era muy tranquila y veías dónde estaban incubando los huevos y luego veías que de los huevos salían los pollitos. Y ahí hice las primeras fotos, que me dejaba la cámara mi padre. Y después de allí también me dio por las flores, que también mi madre decía: «Haz fotos». Teníamos también flores. Y esos fueron mis inicios tanto en la fotografía, pero también en la naturaleza.
En ese momento en el que con mi padre íbamos a buscar las hormigas y después veíamos a las águilas y a los buitres en las Bardenas Reales, se estaban emitiendo los capítulos de ‘El hombre y la Tierra’. Félix Rodríguez de la Fuente era… Bueno, en casa cuando había un capítulo de eso, estábamos todos delante de la televisión. No solo eso, sino que después llegaban los fascículos de ‘Fauna’, la Enciclopedia ‘Fauna’. Y me acuerdo de ir con mi hermano. Íbamos allá al quiosco y teníamos el fascículo que luego los encuadernamos. Para mí eso fue… Era apasionante. Y escuchabas a Félix hablar, veías cómo estaban esos documentales montados y era realmente apasionante. En el momento en el que hay que tomar la decisión de qué estudiar, decidí dedicarme a hacer Ciencias de la información, Periodismo, porque, en paralelo, aparte de los animales, me gustaba… O sea, hubo una novela, que fue ‘El Corsario Negro’, de Emilio Salgari, que hablaba de piratas. ‘Piratas del Caribe’ es uno de los libros inspirados en ‘El Corsario Negro’. Me apasionaban las historias de piratas y bueno, visualizaba, y el Caribe fue como el destino que tenía… El primer destino al que quería ir. Y antes de cumplir los 18 años, que logré tener algún trabajo para ganar mi dinero, el primer sitio al que fui fue a Jamaica, a encontrar ese Caribe extraordinario. Y volví, regresé y empecé a hacer Ciencias de la información, Periodismo. Lo que hice durante esos cinco años fue irme a África tres meses todos los años. Me iba con la tienda de campaña y en la tienda de campaña metías… O sea, me iba con una mochila y la tienda de campaña, que es donde casi siempre se dormía.
Y bueno, recorrí países con 18 años. Por ejemplo, toda Nigeria, Camerún, Santo Tomé y Príncipe, Botsuana, Malawi, Madagascar… Y en esos lugares lo que hacía era buscar animales. Entonces, buscar animales para fotografiarlos y también para contar historias. En esos primeros años compaginaba los tres meses de verano con la fauna ibérica, que era también lo que me apasionaba. En Navarra, aparte de esa zona desértica, subdesértica, que tenemos en las Bardenas, tenemos la suerte de que hay un Pirineo excepcional. Un Pirineo donde había osos todavía. Y fui a intentar ver a los osos del Pirineo. No logré ver a los osos, pero sí vi las huellas y me acuerdo de cuando fotografié unas huellas de oso del Pirineo autóctono. Bueno, yo creo que estuve ahí como, no sé, un mes que es casi mejor que verlo, porque eran unas huellas en el barro impresionantes. Dediqué bastante tiempo a la fauna del Pirineo, compaginando con eso. Luego intenté a los uruguayos, a los lobos… Los primeros dos viajes que hice en busca del lobo ibérico en esos años conseguí cero con cero. No vi nada. Estuve dos semanas buscando lobos y no lo logré. Bueno, fui evolucionando e intenté hacer un curso en Londres de fotoperiodismo, que daban una beca. Hice el primer año. Le escribí. No lo conseguí. El segundo tampoco. Y el tercero, que era justo cuando estaba acabando, no he dicho dónde, pero estaba en Barcelona, haciendo en la Facultad… En la Autónoma. Y cuando acababa Periodismo es cuando me dan ya casi tarde el curso, la beca para irme a Londres. Pero para aquel entonces ya estaba publicando en ‘GEO’, en ‘Rutas del mundo’, en ‘La Vanguardia’ y en varias revistas. Ya estaba trabajando de fotógrafo. Pero aun así me fui a Londres. Y esa formación que no me… No me enseñaron a hacer fotos, pero sí me sirvió a nivel profesional.
Entonces, ¿cómo aprendí a hacer fotos? Pues entonces no había Internet. No había Internet y, claro, yo no fui a ningún curso de fotografía. Me compré una cámara a los 18 años y mis referencias fueron, primero, la técnica, que eran libros. Libros de fotografía, de técnica. Cuando ya empecé a dominar la técnica, lo más importante y la formación real que tuve fueron las revistas. ‘National Geographic’, sobre todo. Era como la ‘Biblia’. Y luego algunos libros. Pues hay algún libro de referencia extraordinario que, uno sobre todo, de Ernst Haas, ‘The Creation’, la creación. Que es una recreación de cómo se creó el mundo. En la manera de utilizar el color, hay muchas fotografías de paisaje, de detalles, también de fauna. Ese fue para mí… Era como una inspiración increíble. Luego ya hubo otros libros, como uno de Jim Brandenburg que es ‘Chased by the Light’, que son, durante tres meses, fotografía cada día. Solamente hace una fotografía. Es ese estilo de ‘National Geographic’, que todos los meses veía la revista y prácticamente me la estudiaba y veía las fotografías. Y la luz que siempre me ha apasionado, pues intentaba encontrar esa luz. En mi caso, que prácticamente casi todo lo que he hecho ha sido naturaleza, muchas veces es la luz la que te busca y el paisaje te llama. Porque con los animales, sobre todo con los animales difíciles, cuando tienes un oso, un lobo o un lince, no tienes la posibilidad de que la luz sea como tú quieres. Entonces a veces tienes esa parte de frustración. Evoluciono un poco con los años. Empiezo ya a publicar en medios como ‘National Geographic’. Publico varios reportajes en ‘National Geographic’, en la BBC en el extranjero y ya comienzo a especializarme.
Y mi especialización en ese momento es fauna ibérica y fauna ibérica en peligro de extinción. Entonces hago un primer libro sobre el oso pardo. Me dedico tres años a fotografiar el oso pardo. Entonces solo había 80 osos. O sea que ver uno era complicado. Después de eso hago un libro sobre el águila imperial ibérica, que estaba también muy amenazada. Le dedico también dos o tres años. Después me ocurre lo mismo con el lince ibérico, hasta que la especie con la que más había trabajado, pero la más dificultosa de todas, que era el lobo, digo: «Ahora el propósito es que voy a intentar hacer un libro sobre el lobo ibérico». Y dedico muchísimos más viajes y ya no pasa como el primero o el segundo, sino que ya logro tener el primer contacto, conozco algunas manadas y fotografío al lobo ibérico hasta poder hacer un libro. En paralelo a estos viajes, empiezo otro proyecto sobre el Ártico. Y en el Ártico lo que hago es visitar todo el Ártico. Pero todo es todo. Desde de zonas remotas donde viven los inuit, por encima del Círculo Polar Ártico de Canadá, voy a Groenlandia, vuelvo a Alaska, voy a Escandinavia, zonas de Rusia… Y ahí empiezo a publicar reportajes. Publico en el dominical de ‘El país’ un tema sobre los glaciares de Groenlandia, que entonces ya, estoy hablando de hace bastantes años, ya empezaba a hablarse del cambio climático. Ya los glaciares estaban descendiendo. Luego regreso a Groenlandia años después y esos mismos glaciares que yo he visto con mis propios ojos están cientos de metros más atrás. La evidencia del cambio climático cuando vas a esas zonas del Ártico es mucho más evidente. Y llega un momento que con mi compañera Meritxell, que también es periodista y que también le gustaba viajar, en algunos de esos viajes que os he comentado, iba con ella. Ella también publicaba, pero tiene su trabajo, que es de divulgación ambiental, y la mayoría de mis viajes eran solo o, como mucho, con algún compañero del trabajo, de ‘National Geographic’ o ‘La Vanguardia’. Que no se estaban tres semanas o cuatro como necesito.
Yo cuando voy necesito tres o cuatro mínimo. Un redactor puede ir una semana, cinco días y con eso tener la información. Pero claro, cuando tienes que fotografiar, tienes que estar todo el tiempo. Entonces los viajes eran largos. Y después de todos esos años decidimos tener un hijo y nace Unai. Nace Unai y ahí me pilla como al final de esos viajes intensos del Ártico y también con algún otro… Los viajes de fauna ibérica, aunque parezca que sea aquí y que sea fácil, yo a veces me he ido dos o tres semanas a buscar osos, y lobos también, y estás bastante tiempo fuera de casa. Tres o cuatro años después, con Meritxell dijimos… Ella también tenía las ganas de viajar. Nació Amaia y dijimos: «Oye, ¿por qué no hacemos un viaje que habíamos hablado hacía años?». Un viaje que fuera una vuelta al mundo, pero que fuera viaje, viaje. Bueno, yo le di a la cabeza, ella también. Pensamos en un proyecto que acabó en una película, que es ‘El viaje de Unai’, que fueron un año y medio viviendo tres meses en cada continente. No viajando, sino instalándose tres meses en cada continente, y en cada continente había un objetivo, que era una especie en peligro extinción. Entonces realizamos ese viaje, que acabó con el documental ‘El viaje de Unai’ y con un libro. Y Amaia con tres años, se adaptó perfectamente, y Unai, con nueve años, es el que explica la historia en primera persona, que para mí era lo más interesante. Cómo él se había enamorado de esos animales y esos paisajes, aunque él ya, de hecho, venía enamorado de lo más cercano, del lago de Bañolas y del Pirineo. Pero, claro, cuando ves elefantes, tigres, leones… Pues todavía te apasionas más. Tres años después, cuando ya dije: «Ahora voy a viajar solo, que también me gusta y es lo que me ha gustado siempre», pienso en el nuevo proyecto, que en este caso ha sido lo que he acabado ahora recientemente, que es ‘Panteras’.
‘Panteras’ es un recorrido en busca de los grandes felinos del planeta que viven en cuatro continentes. Los tigres, los leopardos de las nieves, jaguares, pumas… Y en un principio pensé hacerlo solo hasta que, no sé por qué, dije: «Bueno, si le pregunto a Unai, ¿qué dirá?». Sabía que la respuesta era que sí. Con Meritxell hablábamos , que si Unai… Bueno, tendremos que hablar también con los centros educativos. En este caso no han sido… Yo ya preveía que serían entre cuatro y cinco años, pero no todo seguido, sino que cada año… Lo que hemos hecho ha sido realizar cuatro viajes a diferentes zonas en busca de los grandes felinos. Y esa propuesta se la hicimos a Unai y él dijo: «Claro que sí». Le dijimos: «Tendrás que estudiar luego el doble, porque no vas a ir a clase, pero vas a tener que hacer los exámenes». Y él: «Sí, sí». Y entonces nos embarcamos por tierra, mar y aire, en ese recorrido por todos los continentes, a buscar a los grandes felinos. Y después de cuatro años y medio concluimos el proyecto, que es lo que lo que ahora aparece como ‘Panteras’, que para Unai cuando lo explica dice: «Es que es una tercera parte de mi vida». Y es verdad, porque prácticamente desde los 12 años o casi 13 hasta los 17 o 18 que acabado, pues ya es un adolescente. Cuando iba al primer viaje me llegaba por debajo del hombro y tenía que llevar yo todo el peso y ahora me pasa a un palmo. Y cuando fuimos al Himalaya hace un año y algo, pues si mi mochila pesa ocho kilos, a la de él le pongo 12 o 15 kilos. Y todavía, lo que es más apasionante, es que él ha pasado de ser un niño, que yo creo que a todos los niños, como a mí, con las hormigas, les apasiona la naturaleza, pero que luego llega a los 13, 14, 15, 16 y hay todo tipo de estímulos y hay otro tipo de curiosidad que hace que puede ser que la naturaleza no te llame tanto. En el caso de Unai, pues también tiene el bache de adolescente, como es normal, pero sí que lo ha superado, y para mí el ver que él continúa con ese esas ganas de descubrir, de aprender y también de mostrar en este caso cómo están los felinos. Son especies amenazadas que en muchas zonas están en serio peligro de extinción y desapareciendo en zonas concretas. Que es también el motivo, en gran parte, básicamente, de todo mi trabajo. Explicar cómo unas zonas, a veces son especies animales, especies vegetales, la biodiversidad en general, está amenazada y hay que prestar atención, valorarlo y luego también disfrutarlo. Porque la naturaleza es una cosa que tenemos que disfrutar, porque es que nos ofrece, somos parte y dependemos de ella. Pero para eso también hay que valorarla.
Y de esa manera pudimos hacer que le convalidaran. Es diferente al viaje que hemos hecho ahora con ‘Panteras’, que Unai está haciendo bachillerato y antes estaba en secundaria, que ahí, al no ser tan seguido, ha estado un mes que se perdía, luego retomaba, luego un mes, retomaba. Aquí la alternativa que nos ofrecieron, que estuvo muy bien, también porque Unai antes había ido ahí, es que los contenidos… O sea, él no se libraba de los exámenes ni de los trabajos, pero sí que le dejaban presentarse a los exámenes o entregar los trabajos o antes o después. Y como lo que él no tenía excusas, «no tengo tiempo para estudiar», porque cuando estamos ahí lo que nos sobra es tiempo. Estás esperando a los animales y tienes horas y horas y horas y horas y los vuelos y los traslados. Él tenía mucho tiempo, entonces podía prepararse. Entonces, en ese caso es así. Pero no es sencillo, tal como está el sistema educativo. Estas maneras alternativas no son fáciles. Pero luego, claro, lo que ellos aprendieron estando allí, aprendieron una serie de cosas increíbles, que bueno… Aunque hubiera tenido que repetir, pues hubiera valido la pena.
Eso sí que en alguna ocasión te dice… No tanto miedo. El único percance que nos ocurrió en todo ese año y medio fue que Unai, jugando con un avión de papel, aparece en la película. Estábamos en Laos. No, en Tailandia. En cada sitio teníamos una base, teníamos una casita de madera donde estábamos ahí, al lado de un lago, que había como un porche. Y Unai estaba jugando con un avión de papel. Estaba con un avión de papel jugando. Tiró el avión de papel y le cayó al borde del precipicio que había como cuatro metros y luego estaba el lago. Pero esto era tierra. Y fue a coger el avión de papel y se cayó. Pero por suerte, como medio rodando esos cuatro metros y lo oímos chillar. Había en el otro lado alguien. Empezaron a gritar. Y pensábamos que le podía haber pasado cualquier cosa. Y luego al final tuvo un esguince, le vendaron y estuvo ahí dos o tres semanas que se recuperó. Pero eso, jugar con un avión de papel, que te caigas en un terraplén, no te tienes que ir a Tailandia. Te lo puedes hacer en el pueblo, en Madrid, en cualquier sitio. Y ahí sí que fue… Por ejemplo, Meritxell dice que ahí… También por la situación. Que lo ves que cae, es la altura y dices: «Ahí igual se ha matado, se ha roto o yo qué sé». Ese fue el momento más así. Y luego hubo un momento así, anécdota curiosa, con un puma, pero que lo voy a contar porque es entretenido. Pero es una situación que si no tienes experiencia puede llevar a una situación de riesgo. Entonces ahí estaba con… De hecho, ahí estaba con Unai y también con uno de los guardaparques en Torres del Paine, al sur de la Patagonia. Estábamos buscando pumas y el caso es que vimos a un puma. El puma estaba a unos 200 metros. Lo veíamos con un prismáticos. 200 metros son dos campos de fútbol.
O sea, a simple vista no lo ves. Estábamos viendo ahí al puma, hice algunas fotos y veo que se acerca un poco el puma, 200, 150. O sea, muy lejos. Cien metros. Y cuando estoy mirando con los prismáticos veo algo raro. Y lo raro es que el puma pone barriga contra el suelo, cambia de postura y pone las orejas así y, en lugar de la dirección que llevaba, la gira un poco. Y el instinto, dije: «¿Qué está pasando?». Y aparte fue todo porque también el guardaparques se dio cuenta. Lo miro y digo: «¿A que esto es lo que parece?». Y es… O sea, Unai ya sabe que tenía que estar con nosotros y estamos observando al puma y si está al lado no pasa nada. Pero entonces era un chaval así. La presa de los pumas son los guanacos, pero en la época que crían los guanacos es el chulengo. El chulengo es como los cabritos. Es un guanaco de este tamaño. Del tamaño de un niño de nueve años. Y que encima tiene un color que es el del puma y Unai llevaba la chaqueta que siempre es la que aparece ahí en las imágenes, que la llamábamos «la chaqueta puma», porque tiene el mismo color que los pumas. Pero el puma tiene el mismo color que su presa, que es el guanaco. Entonces él estaba jugando con unas piedras, como siempre hacía, con los palos. Esa es una de las cosas mejores del viaje. Siempre jugaban con palos y piedras. Al no haber otra cosa. Y se había alejado jugando unos cuantos metros. Y entonces el puma había detectado a 100 metros, o sea, no era una situación de riesgo, pero el puma había detectado algo que se movía, solo… O sea, él nos estaba viendo a nosotros, a dos personas y tal. Es el parque nacional. Es como los parques africanos, que los felinos nos tienen miedo o no tienen tanto miedo del hombre. Y él había detectado una posible presa. Si nosotros no nos damos cuenta, estamos mirando para otra cosa o yo le hago fotos. «Mira, se va acercando el puma». Y no detectas que el puma está en una posición de que algo ha visto y que va a acechar, pues puede llegar a… Pero, claro, estábamos a 80 o 100 metros todavía, muy lejos. Lo que hice fue: me giré y dije: «Unai, ¿no te he dicho mil veces…?». Le echaría una palabrota. «¿No te he dicho mil veces que no te alejes si estamos viendo pumas?». Y entonces le agarré, ya se vino para ahí y el puma hizo así, como: «Si ahí hay dos personas. ¿Y dónde está mi chulengo?». Y se largó. Entonces, no fue ningún riesgo ni peligro, pero quiere decir que hay que conocer. O sea yo me he dedicado 30 o 40 años a ver a los animales. Cuando los fotografío tengo que estar atento. Por si un elefante, un búfalo, lo que sea. Está molesto y te transmite su molestia. Entonces siempre los animales avisan. Si está molesto un animal tienes… Me pasó en Alaska una vez con un oso. Estaba molesto y ahí apuré demasiado. Un oso negro en un bosque de coníferas y ya me di cuenta que el oso hizo así. Entonces me retiré poco a poco y me largué. Entonces, la experiencia hace que en estos casos no ha habido ni en este viaje ni en otro situación de riesgo.
“La evidencia del cambio climático en el Ártico es muy clara: los glaciares retroceden y afectan a la biodiversidad”
Antes, hasta hace poquísimos años, ellos cogían sus trineos tirados de perros o trineo tirado con moto de nieve, y se iban en busca de lo que llaman las polínias, que es donde ellos cazan y pescan. Pues eso, ya llevaban años y años que no lo podían hacer, o que el índice de accidentes era tremendo porque el mar no se hiela. Todo está tardando un mes más tarde en helarse en la época de otoño y un mes antes llega el deshielo. O sea, se descongela el mar. Y luego la capa de hielo es cada vez más fina. La marina, la banquisa, es cada vez más fina y con menos hielo. Y esos evidentísimo. Lo mismo que el permafrost, pues cada vez… La capa de suelo de tierra helada cada vez es menor. Y las evidencias son así. Entonces afecta a las personas muchísimo, y luego a especies como el oso polar, que se va a la zona de la bahía de Hudson. Lo que hacen los osos polares en el verano es veranear, porque su presa principal, que es la foca, está en aguas abiertas. Entonces no pueden cazar. Entonces, se van y se quedan en la tundra esperando a que normalmente hacia octubre se hiele el mar y puedan salir a caminar por el mar helado y cazar focas. Esto como tarda un mes más, se quedan un mes sin comer, porque ahí no pueden comer. Prácticamente no tienen en tierra firme comida o tienen muy poco, porque son animales enormes. Y ya si hay hembras con crías, esos no pueden alimentarse. Ya salen un mes tarde. Y luego mismo al regresar. Al no haber hielo, ellos tienen que… Un oso polar no está preparado para nadar, entonces tienen que regresar. Entonces la evidencia en las zonas polares de los datos y de lo que se muestra tanto en el ecosistema… O sea, en la parte física del hielo, pero también en las especies animales y en las especies… Los animales que viven y en las que no viven. Porque cada vez hay especies que están subiendo más de cota, porque hace más calor. Y también en la gente. Eso en muchísimas zonas de Canadá y Alaska también, el permafrost. Las casas tienen el cimiento sobre el hielo. Pero como ya no es hielo, las casas se están cayendo. Pero ya decenas y centenares de lugares donde las casas se deshacen, porque ya no hay hielo. Realmente sí que… En esos lugares, si aquí pensamos que se nota, ahí yo diría que multiplicado por varios. Es muy evidente.
Entonces eso quiere decir que en primavera puedes estar 14 horas o 16 horas. Yo he llegado a estar una semana, 10 días, pues con el lince, por ejemplo, y no ver al animal y tener que volverme a casa. He estado 10 días y… Pero no, bueno, un poquito frustrado, pues a veces te vas. Pero no. Volver… Tengo que intentarlo otra vez. Saber que el animal cuando quiere hará acto de presencia, que no, la naturaleza es algo que no podemos controlar. Y también esa naturaleza salvaje es lo que en mi caso voy a retratar. No quiero poner trucos para modificar, poner animales cautivos, sino que… Entonces es fundamental, sí, el tener la espera. Luego, para estar en ese lugar con garantías, tienes que tener en cuenta antes qué debes conocer. Yo no estudié biología, estudié Ciencias de la información, pero si voy a hacer un trabajo sobre el águila imperial, me leo la tesis del águila imperial, la documentación, artículos científicos, reportajes… Para saber cuál es el ciclo evolutivo del águila imperial, su biología, su comportamiento… Para tener claro, digamos, la capacidad de saber y prever el comportamiento. Lo mismo con los osos, con los lobos. Entonces tienes que estudiar para saber. Seguir rastros. Con el lobo y demás. Dónde puede… Luego tienes que, para acercarte, saber la dirección que lleva el viento, la orografía… Los animales, los mamíferos, aquí, por ejemplo, en casi todos los lugares, pero se mueven, sobre todo por la noche, se mueven por los sitios más fáciles. Quiere decir que hay pistas. Pero luego hay animales más esquivos que se meten por los sitios más sucios. A lo mejor entre los matorrales. Todo eso lo tienes que tener para estar preparado, porque esperando, esperando no sirve. Tienes que tener información de cuándo se mueven, por qué, si hay una fuente de alimento, qué están cazando… Para después, aunque te frustres, dices: «Voy a esperar 10 días, pero sé que lo estoy… O sea, que esto es lo que hay que hacer. El animal está aquí, tiene que hacer esto». Pero sí que la paciencia es fundamental.
Aunque luego también te diré que los animales estos más difíciles hay que estar preparado para la frustración. Salen antes de que salga el sol y salen después de que se meta el sol. Entonces cuando tienes la luz preciosa por la tarde dices: «Ay, qué maravilloso». Eso me ha pasado con osos, con lobos, con linces. Está todo perfecto, estás ahí y entonces ya se mete el sol y luego ves… Y lo ves. Me acuerdo de una de las mejores observaciones que he visto de una osa con dos crías y un oso que, cuando ya no se veía nada, aparecieron. En la época en que estaba haciendo el libro. No pude hacer ni una foto ni nada, casi ni ver con los prismáticos. Entonces hay que estar preparado para la frustración. Eso sería otro consejo. De que es duro, hay que estar preparado, que va a costar. Por las mañanas también pasa bastante eso, que ves el animal ahí, estás esperando a que le dé el sol con las luces. «Voy a hacer la foto». Y en ese momento el lobo se te escabulle por allá. Entonces eso es… Y luego a nivel ya profesional, pues es un camino de largo recorrido. Largo recorrido. En mi caso, tardé bastantes años y lo hice de manera gradual. Pero bueno, yo sí que pienso que si a alguien le gusta, tiene el esfuerzo, está preparado para la frustración y le apasiona, después ya es buscar historias interesantes. Eso es lo más fácil para mí, buscar historias interesantes. Para mí es lo más, porque hay tanta riqueza. Pero claro, sí que como que le tiene que apasionar a uno, porque hay que dedicar esfuerzo. La parte de la técnica es importantísima. Hay que tener técnica, pero eso es lo más fácil, porque si uno se pone a estudiar, a probar, la técnica la acabas desarrollando, porque eso es uno más dos igual a tres, con diferentes ópticas, cámaras… Lo otro es lo que es más… O sea, al tener una idea, que hay muchas historias, y luego ya el poder realizarla. Para eso hace falta… Por eso mis trabajos casi todos son: cinco años en el Ártico, cuatro años y medio para ‘Panteras’… O sea, dedico muchos años trabajando prácticamente solo en eso, o de manera importante, para poder al final tener un resultado, que sea un libro, sea una película.
Y que ahí con eso no tengan casi necesidad… Y ciervos. No tengan necesidad de atacar sobre el ganado. Pero en otros lugares tienen que adaptarse a presas más pequeñas. Y presas más pequeñas pues pueden ser desde conejos a topillos, y con eso se alimentan y son capaces de sacar una manada. Luego en otros, cuando hay conflicto con la ganadería, que hay, pues tienen que también aguantar esa presión. Eso también. Y luego la formación de las manadas de lobos es lo más parecido a lo que seríamos nosotros como sociedad. De cómo se ayudan. Cómo una manada puede estar muy unida, tanto para cazar como para ayudarse. También otra cosa de las manadas, que son para bien y para mal, es que varían mucho. Eso nos diferencia más a los humanos. Hay manadas de lobos que pueden tener un número de ejemplares muy elevado, pero que después, por problemas, a veces por el hombre o por otros, se reducen y se quedan en dos lobos o desaparecen. Y aun así, pueden adaptarse. Luego también, otra cosa fascinante del lobo es que en lugares donde dirías que es imposible que haya lobos, hay lugares de la península donde la gente incluso no los ve y piensa que no hay lobos. Pues hay lobos todavía. Pues por eso. Porque pueden refugiarse en un pequeño bosquete. Y, como no atacan al ganado, pues la gente no los ve, porque se mueven de noche. Hay zonas de poblaciones donde la actividad es nocturna. Ellos saben que si salen, entran en peligro, entonces son nocturnos. En otros son más diurnos. Luego hay zonas donde saben que no son tan perseguidos y se pueden… En mi caso, con el lobo, que también lo he visto en otras zonas, desde el Himalaya a Alaska, en Yellowstone, Cate.
Ahí el lobo sigue siendo, a pesar de que en esas zonas igual no se les caza, sigue siendo de los animales más esquivos. También es muy inteligente. De hecho, es de los animales más inteligentes y por eso el lobo dio lugar al perro y el perro también es de las especies que, junto con el hombre, pues ahí utiliza su inteligencia. El olfato es una de las cosas que, cuando observas, te das cuenta de cosas que parecen increíbles. Que tenga ese olfato. Pues eso sí que lo comparte con los perros. Y cómo se mueven, cómo se mueven. Yo he visto algún intento también de caza. Cómo ellos… La estrategia la tienen porque saben que si van por aquí, luego va a entrar el otro por ahí. Realmente utilizan la «inteligencia» entre comillas, pero sí instinto de una manera muy eficaz. Y por eso, a pesar de toda la persecución, son unos animales que están ahí. Hay otras especies, como el urogallo, que está afectada por el cambio climático, sin ningún tipo de duda, y en Pirineos ha descendido, está descendiendo de una manera muy importante. Pasa también con la perdiz nival. Y en la cordillera Cantábrica el urogallo lo está pasando fatal. Entonces ha desaparecido de muchísimas zonas y está entrando en declive. Entonces, en vías generales, hay especies que, cuando ha habido el trabajo de mucha gente, de organizaciones conservacionistas, las instituciones, de muchísima gente, se ha mejorado. Sin duda, hay que decir que ha mejorado. En otras no tanto y, claro, depende de las especies.
Ahora lo que está ocurriendo también es que con las temperaturas más altas y más bajas en unas zonas u otras lo que ocurre es que la distribución empieza a variar, unas especies que empujan a otras y llegan a un nivel de complejidad que es difícil saber qué puede ocurrir. Hay especies que salen beneficiadas y otras que no. De los emblemas de fauna ibérica ha mejorado. Pues bien, para terminar, me gustaría remarcar dos cosas que hemos ido comentando durante la charla. Una es que la naturaleza no es que sea importante, nosotros somos naturaleza, somos parte de la naturaleza y, de hecho, dependemos la naturaleza. Dependemos de ella, a pesar de que muchas veces se ve como un ente diferente. Y eso se ha visto. Cosas como los efectos del cambio climático en zonas que nos afectan. La pandemia, que viene la pérdida de biodiversidad. La biodiversidad es la diversidad de animales y plantas y los ecosistemas donde viven. Eso es fundamental para el hombre, para nosotros. Tenemos el respeto y la necesidad de protegerla. Y ahora con la extracción exagerada que hay de recursos y la contaminación, o sea, como que por nuestro bien deberíamos respetarla. Eso es una cosa que creo que no hace falta ni decirla y que está muy dicha. Pero la otra cosa que yo creo que es fundamental es que la naturaleza es mucho más, porque cuando… La naturaleza da mucho. Si tú… Yo muchas veces lo tengo como necesidad, también tengo mis trabajos y mis momentos más de estrés. Y hay veces que la necesito. Y un paseo, un simple paseo por ahí, te ofrece unas sensaciones. A veces simplemente de tranquilidad, de paz y sosiego.
Otras veces también, en el caso mío, la creatividad y las ideas me vienen ahí. Las buenas ideas, todas las buenas ideas, han tenido un decorado de paisajes o de momentos. No tienes otros estímulos, el teléfono mejor dejarlo si eso. No te va a llamar nadie, no vas a estar mirando internet ni pantallas. Entonces nos da muchísimo y cuando disfrutas eso, aunque sea desde un punto de vista, entre comillas, «un poco egoísta», es otro motivo para disfrutarla. Y luego hay otra cosa que es la belleza en sí, la belleza de la naturaleza y de los animales. Es que realmente tú te quedas… Hay veces, yo al menos, la parte estética que es un espectáculo. Ahora intentan con las pantallas hacer no sé si hacen 8K, 11K, pantallas gigantescas, o realidad virtual, 3D, que te metes allí. Vale, está muy bien, pero si estás en medio de un hayedo en la niebla, si haces así y ves el musgo, las piedras… ¿Hace falta que la tecnología nos transporte a esto? Si es que si te puedes ir caminando a cualquier paraíso vegetal, animal, de rocas, entonces el disfrutar de eso, y pensando también en los más jóvenes, es como que eso va a estar siempre ahí. La naturaleza siempre va a estar allá. Hombre, esperemos. Hay sitios que nos la estamos cargando y que se está destrozando. Pero por suerte también la resiliencia de la naturaleza está en que todavía… Que hay que prever lo que decía al comienzo, de que no se machaque y hay que evitar toda esa destrucción, pero luego también saber que tenemos esos refugios donde que es como oxígeno a borbotones que te da vida. Entonces yo creo que eso es lo fundamental. Y si eso lo ejercemos todos es cuando tienes más fuerza para después presionar y decir: «No hagas esto». Pero primero tienes que ver que realmente dices: «Es que esto… Con esto tengo oxígeno para poder con todo». Y bueno, yo a nivel particular, lo he visto yo, lo hemos visto en familia, con Meritxell, con Unai, con Amaia. Y que hasta los adolescentes en la época más rebelde de todas, cuando están más así, tú lo pones ahí y yo creo que… También capta esa energía. Entonces ese sería así como, yo creo, diría, el mensaje, por llamarlo de alguna manera. Pero lo más importante, yo creo más que nada, llenarse de naturaleza y valorarla. Así que nada más y muchas gracias. Un placer estar con todos.