COMPARTIR
Generated with Avocode. Path Generated with Avocode. Rectangle Copy Rectangle Icon : Pause Rectangle Rectangle Copy

El cirujano que quiso curar el mundo

Diego González Rivas

El cirujano que quiso curar el mundo

Diego González Rivas

Cirujano


Creando oportunidades

Más vídeos sobre

Diego González Rivas

Diego González Rivas es un cirujano torácico gallego que ha revolucionado la medicina con su técnica de cirugía toracoscópica asistida por vídeo con puerto único (Uniportal VATS), a la que además ha aplicado innovaciones gracias a la robótica (Uniportal RATS). Este avance en el tratamiento de enfermedades pulmonares, que consiste en reducir la intervención a una incisión de solo tres centímetros, ha supuesto un salto exponencial que pasará a los libros de historia como la técnica que nació para reducir el trauma quirúrgico, mejorando la recuperación de los pacientes y disminuyendo el dolor postoperatorio. Su enfoque innovador ha sido adoptado por cirujanos en todo el mundo y se ha convertido en un estándar en la cirugía torácica moderna.

Después de más de 10.000 pacientes operados en 138 países, su labor altruista no se limita a reducir el dolor y transmitir su conocimiento. Recientemente ha puesto en marcha la Fundación Diego González Rivas, para llevar su técnica a países en circunstancias extremas e incluso ha desarrollado un camión medicalizado para poder realizar este tipo de cirugías en los lugares más complicados de África, como recoge en su libro autobiográfico 'Curando el mundo. Diario de un cirujano nómada'. "Nadie me obliga a trabajar un sábado y un domingo. Nadie me obliga a ir a Perú a operar a una paciente. Nadie me obliga a ir a Roma el fin de semana a operar. Sino que lo hago porque me encanta, me divierte, me hace feliz, y al final esa es la motivación que hay que tener. Cuando estás haciendo algo que está mejorando la calidad de vida de las personas, ya merece la pena", concluye el cirujano.


Transcripción

00:21
Diego González Rivas. Hola, mi nombre es Diego González Rivas. Soy cirujano torácico, de La Coruña, especializado en cirugía mínimamente invasiva, sobre todo, torácica, y creador también de unas técnicas mínimamente invasivas para operar a través de una sola incisión. Se llaman Uniportal VATS y Uniportal RATS, con cirugía robótica. Pero os voy a contar una historia para que entendáis un poquito más cómo ha sido mi vida y cómo he enfocado mi vida a la medicina en los últimos años. Una historia que comienza en la infancia. Ya, desde pequeño, era un niño muy inquieto que quería cambiar las cosas, que quería que el mundo fuera mejor, que quería hacer reír a la gente. Eso me lo decía mi madre siempre desde pequeño. De hecho, grababa cintas con chistes y contaba anécdotas y me reía. Incluso en alguna cinta o alguna vez, de hecho, ha salido yo creo que en algún documental, decía al final: «Os deseo feliz año y que no se os muera ningún familiar». Porque una de las cosas que me preocupaba era la muerte, era ver cómo la gente sufría. De hecho, a mi madre, que era enfermera, la acompañaba siempre al hospital, y me parecía fascinante el hecho de que una persona entrara en el hospital mal y saliera bien. Eso me parecía magia, la magia de la medicina.

01:43

Así es que, desde muy pequeño, tuve mucha inquietud por aprender el oficio de la medicina y empecé a tener interés en estudiar medicina, basado un poco en lo que yo veía en mi madre, que era para mí como un superhéroe, la veía como una superheroína y como una persona que podía hacer magia. Yo quería ser como ella. Entonces, empecé la carrera de Medicina en Santiago. Santiago de Compostela me quedaba cerquita de casa. Uno de los motivos era porque yo podía hacer surf en La Coruña, y en Santiago, incluso. Mi pasión desde pequeño era hacer surf, era el mar, era la libertad de la naturaleza…, así es que Santiago me quedaba muy cerca y dije: «¿Qué mejor que estudiar la carrera cerca de casa?». Tenía muy claro cuando acabé la carrera que quería ser cirujano, no sabía muy bien qué especialidad, pero sí que me gustaba la cirugía torácica, la cirugía cardíaca, incluso la plástica, algo que tuviera creatividad. Decidí hacer cirugía torácica en La Coruña, en el Hospital Universitario de La Coruña. Durante la residencia, hice una residencia normal, como cualquier cirujano. Sí que es cierto que yo notaba que tenía cierta habilidad para la cirugía, pero, bueno, no creo que fuera nada extraordinario, algo de una persona que tiene inquietud por mejorar en la cirugía. Bueno, cuando acabé la especialidad empecé a trabajar ya de adjunto, de autónomo, y ahí fue cuando encontré mi verdadera pasión.

03:20

La técnica que hacíamos los cirujanos torácicos era muy agresiva, lo que es la toracotomía, que es cirugía abierta, muy dolorosa, y sabía que eso había que mejorarlo. Entonces, empecé a investigar y vi que en Estados Unidos se hacía videocirugía con varias incisiones, sin abrir el tórax, con incisiones muy pequeñitas, y decidí ir a visitar al cirujano estrella, que era el doctor McKenna en aquellos tiempos, y estuve en Los Ángeles con él aprendiendo la videocirugía, con cuatro incisiones, pequeñitas, incisiones de dos centímetros. Así es que volví a España y lo empezamos a poner en práctica. Prácticamente en Europa se hacía muy poco, y aquí en España prácticamente nada, solo en Sevilla se hacía algo de videocirugía, y empezamos a hacer cirugía mayor por tres y cuatro incisiones. Pero yo me di cuenta de que esto podía mejorar, así es que mi inquietud, ese niño inquieto que era yo, afloraba de nuevo para aprender algo menos invasivo. Y me fui de nuevo a Estados Unidos en el año 2008, a Nueva York, a aprender de otros. Y cuando estaba allí conocí a una persona, que era una cirujana que procedía de otro sitio, de Duke, Carolina del Norte, y me dijo que allí solo hacían dos incisiones, lo cual para mí esto fue un «shock». ¿Cómo es posible?

El cirujano que quiso curar el mundo. Diego González Rivas
Quote

“Desde pequeño quise aprender medicina, basado en lo que yo veía en mi madre enfermera, que era para mí una superheroína”

Diego González Rivas

04:35

Así es que intenté contactar… Dije: «Esto tengo que verlo». No necesitaba ningún estudio que me dijera que dos cortes eran menos que tres y que era mejor para el paciente. Sabía que eso era menos invasivo. Así es que me fui a Estados Unidos, a Duke, a Carolina del Norte, a conocer a este cirujano, que era el doctor D’Amico, y aprendí la técnica con dos incisiones. La puse en práctica en España y empezamos a hacer, por primera vez en Europa, dos incisiones desde La Coruña, y vi que se podía hacer todo. Es decir, vi que no hacía falta hacer ni tres ni cuatro, que con dos era menos invasivo. Y cuando estaba haciendo esta técnica, con el tiempo me di cuenta de forma intuitiva de que, cuando yo metía la cámara por la incisión principal y los instrumentos a la vez, tenía como una visión más directa, era algo como más anatómico, más ergonómico. Y, sin darme cuenta, desarrollamos y creamos la técnica Uniportal VATS. En junio del 2010 hicimos el primer caso del mundo, la primera cirugía mayor por un tumor con una sola incisión. Esto, como os podéis imaginar, claro, fue una revolución, pero también vino llena de críticas y de muchas personas que no entendían que eso tuviera sentido y que una persona muy joven hubiera hecho algo que… Bueno, tampoco había mucha diferencia, decían, de dos a tres a una…

06:01

Pero sí que es cierto que estábamos creando algo que cambiaría el rumbo de la cirugía a nivel mundial y crearía una forma de pensar de la menor invasión. El cirujano siempre busca operar de la forma menos invasiva. Así es que al principio hubo muchos obstáculos en mi propio hospital. Os podéis imaginar: mi propio jefe, gente que no entendía que eso podía tener repercusión… Y, bueno, poco a poco nosotros seguimos adelante. Evidentemente, esto fue un trabajo en equipo, porque yo me rodeé de unas personas que creyeron en mí y entre todos sacamos la técnica adelante. Mi idea fue, desde el principio, compartir el conocimiento, no quedármelo yo. Lo que quería era demostrar al mundo que esta técnica funcionaba, y quizá, a lo mejor, esas restricciones y esos obstáculos que yo tuve desde el principio generaron en mí esas ganas de enseñarlo al mundo. Creo que eso fue un motor para mí. Creo que, como siempre digo, un marinero no se hace en aguas calmas, es decir, un marinero experto se hace cuando se enfrenta a las tempestades, y yo lo que lo que enfrenté fue una tempestad. Pero no me rendí, sabía que eso iba a funcionar. Así es que me dediqué en cuerpo y alma a desarrollar la técnica, a perfeccionarla, a estudiarla mucho, a operar mucho, y empecé a viajar por el mundo siguiendo las invitaciones que tenía para aprender la técnica.

07:27

Y poco a poco la fuimos implantando en el mundo. Hubo un momento clave, creo, que fue cuando yo fui invitado a un congreso en Hong Kong en el año 2012 para hablar de esta técnica y vinieron cirujanos de toda Asia –se llamaba el Single Port Asian Meeting–, y uno de ellos, que era el jefe del Shanghai Pulmonary Hospital, quedó impresionado con la técnica y me invitaron a su hospital. Cuando yo fui a Shanghái unos meses después, me di cuenta de que era el hospital más grande del mundo y que estaban interesados en mi técnica. Yo nunca había oído hablar de este hospital. Y ahí fue cuando yo siempre digo que fue el momento adecuado con la gente adecuada y el lugar adecuado, es decir, cuando confluyen esos factores surge la magia, y, de hecho, surgió la magia. ¿Por qué? Porque desde ese hospital yo vi que era el lugar para poder expandir la técnica, para poder crear un equipo con mucho volumen, poder hacer un desarrollo como el que he hecho hasta ahora en el hospital más grande del mundo, y creamos el Uniportal VATS Program, es decir, el programa de entrenamiento Uniportal en el hospital más grande del mundo. Durante los últimos años, durante los últimos diez años, desde 2012 hasta ahora, hemos ido implementando y mejorando esta técnica en ese hospital porque cirujanos de todo el mundo pueden asistir a muchísimas intervenciones y aprender con nosotros en un centro de altísimo volumen. Y esto ha sido clave, es decir, compartir el conocimiento fue clave en todo este viaje.

09:00

Entonces, lo que he ido haciendo a lo largo de mi vida es siempre aprender de los mejores, siempre rodearme de gente que destaque en algo y empaparme de ellos, y evolucionar la cirugía a lo más moderno, que es la cirugía robótica, combinada en estos momentos con la inteligencia artificial. Y creo que ese es el camino que escogí siguiendo las inquietudes de un niño que quería cambiar el mundo. Y poco a poco lo hacemos, al menos, en nuestra especialidad. Lo que sí siempre cuento y lo que sí siempre recomiendo a toda la gente joven es que en la vida uno tiene que encontrar esa motivación para que le llegue una pasión que le permita seguir adelante en cada momento y no desistir. Imaginaos cuál fue mi camino al principio, cuando una persona joven desde una esquinita de España desarrolla algo que cambia las normas, que cambia lo establecido. Fue una carrera de obstáculos y fue una lucha, y fue duro, porque, como os imagináis, ahora, cuando ya vemos los resultados, todo es muy bonito, pero en el camino hubo que pelear mucho y hubo que trabajar muy duramente, porque yo siempre digo que las cosas, el éxito, no es cuestión de un talento, es cuestión de un talento pero, sobre todo, de una dedicación y de un esfuerzo.

10:26

El éxito se consigue a base de trabajo, de dedicación, de pasar muchas horas enfocado en tu objetivo. Y eso fue lo que yo hice, porque encontré esa pasión. Encontré esa pasión de algo que me hizo encontrar el camino que llenaba mi vida, es decir, la medicina, la cirugía, algo nuevo que estábamos desarrollando. Veía mis propios éxitos, mis propios fracasos, y aprendía de ellos. Y de los obstáculos y de los fracasos que he tenido en mi vida he aprendido. Yo ahora veo los obstáculos como algo beneficioso. En el momento, cuando lo estás sufriendo, es duro, porque uno lo que quiere es tener una vida cómoda, confortable. Pero si tú quieres conseguir algo, si tú quieres llegar lejos, tienes que superar esos obstáculos. Esos obstáculos son motor, es un motor para superarte, es un motor para mejorar. Si no tenemos obstáculos, caemos en la zona de confort, caemos en lo fácil, y, al final, no encontramos esa motivación para seguir adelante y para seguir mejorando. Yo lo que he hecho siempre, y como siempre digo en mis charlas, es complicarme la vida. Creo que cuando uno se complica la vida es cuando realmente encuentra cómo mejorar, porque si nosotros nos conformamos con lo que tenemos… Es decir, el ser conformista, al final, te hace estar siempre en tu zona de confort, vivir una vida confortable, tranquila, pero no evolucionas.

12:02

Y creo que la vida es una evolución. Los grandes pensadores, las personas que han cambiado el mundo, han sido las personas que han estado, como decía Steve Jobs en su «sketch» de Apple: «Solo la gente que está lo suficientemente loca para pensar que puede cambiar el mundo es la gente que lo cambia». Todas las personas que han cambiado el mundo, estoy seguro de que, cuando empezaron, ni lo pudieron soñar que cambiarían el mundo. Y esa es mi filosofía. Creo que hay que cambiar el mundo y todos tenemos la posibilidad de hacerlo, todos, absolutamente todos, desde nuestro mundo y desde nuestra perspectiva, desde nuestra vida. Así que os animo a que intentéis cambiar el mundo en la medida que os sea posible.

12:57
Juan. Hola, Diego, soy Juan. A mí me llama mucho la atención que hayáis diseñado un robot que es capaz de curar como los antiguos inventores de objetos. Me gustaría preguntarte por la invención, qué te ha supuesto para ti y la creatividad que habéis necesitado para poder diseñarlo.

13:13
Diego González Rivas. Bueno, la creatividad es algo que creo que ha sido una de las características que me definen desde siempre. Es decir, creo que uno tiene que ser creativo para poder desarrollar técnicas y para poder mejorar en su vida. Y creo que la creatividad surge en los momentos más inesperados. Cuando uno no se lo espera, uno llega a ser creativo, y las adversidades que yo he encontrado en la vida han sido momentos que han exaltado mi creatividad y que han hecho que yo sea más creativo. En la pandemia, cuando yo vi que el mundo se desmoronaba, como todos vosotros, porque, fijaos, daos cuenta de mi situación: yo viajaba por el mundo, estaba muy poquito en España, y, de repente, llega la pandemia, cuando mi vida estaba basada en ir a operar a muchísimos países. Y, de repente, se para todo. Entonces, la pandemia para mí fue un motor. Porque yo, durante la pandemia, me quedé confinado, como todos vosotros, en España. Yo venía de África, de operar en África, y tenía que irme a Shanghái, donde tenía el centro de alto volumen, y, de repente, llegué a España y fue el confinamiento. Entonces, yo empecé a verlo todo tan negro porque veía cómo esto iba para largo, pero lo que hice en la pandemia fue dedicarme a investigar un robot que teníamos en el hospital y que nunca me había llamado la atención, porque era un robot de cuatro brazos, y mi técnica se basaba en una sola incisión. Es decir, la técnica que se usaba con ese robot necesitaba cuatro incisiones, y por eso yo nunca, en el hospital de La Coruña, en el hospital San Rafael, que era donde teníamos el robot en aquel momento, nunca me interesaba ese robot.

14:54

Pero ¿en la pandemia qué ocurrió? Que tuve tiempo. Tuve tiempo para pensar, tiempo para investigar. Ese tiempo que me faltó durante los últimos años, porque estaba dedicado plenamente a operar, dedicado a una vida de viajes, de investigación, de muchísimos factores, que no me permitía estar tres semanas relajado, pensando y pensando en otras cosas, tuve tres semanas para pensar tanto que dije: «Voy a leerme las instrucciones del robot, voy a experimentar con este robot», porque tuve una intuición, creía que se podía hacer algo. Y en septiembre del 2021, después de mucho pensar, de hacer muchos esquemas geométricos, vi que se podía hacer la técnica robótica a través de una sola incisión, y adapté tres brazos del robot a través de una sola incisión y creamos una técnica robótica a través de un solo brazo. Y a partir de ahí empezó una nueva era, que es lo que estamos haciendo ahora y es lo que estamos enseñando por el mundo, una nueva técnica, que es la robótica a través de una sola incisión, que hemos perfeccionado en los últimos dos años con el desarrollo de un nuevo robot, que estamos desarrollando en Shanghái y que aún no ha llegado a Europa, pero con el que ya hemos hecho cirugías. Es decir, un robot ya con un solo brazo, que despliega dentro del tórax tres y cuatro brazos y una cámara. Las adversidades que yo he ido encontrando a lo largo de la vida me han hecho más creativo, me han hecho pensar de otra manera, me han hecho sobrevivir. Al final, es supervivencia. Cuando estás solo ante una situación en la cual no tienes a nadie, sino que estás tú, y la cirugía torácica es una cirugía con riesgo, es decir, una cirugía en la que estamos manipulando el tórax, el corazón, los pulmones, estructuras con las que no puedes fallar…

16:46

Cuando tú te enfrentas a casos tan complejos y no tienes a nadie que te ayude, tienes que ser creativo, tienes que desarrollar maniobras que te permitan solventar eso que te falta. Y eso, para mí, fue una cosa muy importante, porque me hizo ser mejor cirujano. Es cierto que lo pasé mal durante muchas veces, lo pasé muy mal. Os podéis imaginar operando solo por el mundo la cantidad de casos a los que me he enfrentado en países de África, Asia, Oriente Medio… Imaginaos que yo he operado en 138 países. Imaginaos la cantidad de casos a los que me he enfrentado solo. Y ahora, en estos momentos, es cierto que ya tengo una experiencia y tengo un bagaje y ya opero de una forma con experiencia y más tranquilo, pero cuando yo empezaba me tenía que enfrentar a casos en los que sufrí mucho. Pero ese sufrimiento me hizo más fuerte y me hizo ser más creativo, y la creatividad siempre tiene ojos de futuro. Yo siempre digo que la creatividad es algo con lo que miramos al futuro. Entonces, creo que la creatividad es fundamental y es una de las partes más bonitas de la medicina. Y creo que una de las partes más bonitas de la cirugía es poder crear cosas nuevas para mejorar la calidad de vida de las personas. Entenderéis que, cuando tú salvas a una persona, cuando tú le das vida a una persona, la sensación que puedes llegar a tener por haber pasado ocho horas en quirófano vale la pena, porque ese sufrimiento que tú puedes tener o esa fatiga que puedes tener al acabar una intervención de estas características, cuando ves a la persona irse para su casa sin el tumor y le das vida, eso te da a ti alas para seguir y te da pasión y te da motivos y estímulos.

18:40

Entonces, la creatividad es fundamental para poder mejorar esas técnicas y que los pacientes que antes no eran operables, hace años, porque no había suficiente tecnología o porque no había suficientes instrumentos en esos momentos para poder mejorar esas cirugías, que hoy en día se puedan hacer, y eso, al final, es gracias a todos los cirujanos que innovan, todas las empresas que colaboran, que también son creativas, que también facilitan. Detrás de un robot, nosotros podemos crear un robot, podemos dar la idea, pero detrás de un robot o detrás de una técnica nueva siempre hay un equipo detrás, hay un equipo de ingenieros, un equipo de personal que se dedica cada día a revisar que todo esté perfecto. Así que, bueno, la creatividad es parte de mi vida y fundamental.

19:34
Evelyn. Hola, Diego, soy Evelyn. Dicen los pesimistas que el mundo no se puede cambiar porque simplemente es como es, pero creo que tú nos demuestras lo contrario. ¿Nos podrías contar un poco cómo empezó tu proyecto que está cambiando el mundo y transformando vidas?

19:51
Diego González Rivas. Yo creo que el mundo se puede cambiar todos los días, y cada persona puede cambiar su mundo. Yo creo que tenemos que empezar por cambiar nuestro mundo y luego, a partir de ahí, cambiar el mundo de los demás, porque, a veces, pequeños gestos, pequeños actos, pueden influir tanto en la vida de las personas que ahí es donde tenemos que ver que esos pequeños actos que nosotros hacemos puedan ayudar a otras personas. Y yo animo a todo el mundo a que intente cambiar su mundo. Mi mundo fue cambiando en los últimos años en dos aspectos, yo diría. Yo destacaría dos partes: la primera, dedicarme plenamente a la cirugía mínimamente invasiva, a viajar por el mundo, a crear escuela. Creo que esa es una de las cosas que yo destacaría: más que el haber desarrollado una técnica que puede ser más pionera o no, el haber creado escuela, el haber compartido el conocimiento. Yo creo que el conocimiento es muy bonito cuando se tiene, y daos cuenta de que el concepto clásico de la cirugía era completamente diferente antes. Antes, los cirujanos, hace muchos años, había un concepto de ser exclusivo, no gustaba mostrar las cartas, no gustaba dar la opción de que otros fueran mejores que tú. Y ese es un concepto muy clásico de hace muchísimos años. En los últimos años, ese concepto ha cambiado, y ahora, por lo menos por mi parte, lo que yo quiero es que mi técnica no muera conmigo, sino que sea universal. Y por eso yo creo que compartiendo conocimiento con otros ayudo a otros colegas a ser mejores cirujanos, y esos colegas ayudan a otros pacientes a tener mejor posoperatorio, con lo cual, al final, indirectamente, aunque yo no opere a esos pacientes, están siendo beneficiados con mi técnica. Por lo tanto, esa gratificación ya me vale para cambiar el mundo, para estar tranquilo de que estoy haciendo algo por el mundo. Y eso es, por un lado, lo que es la técnica mínimamente invasiva, que la hemos exportado, la hemos implementado en tantísimos países, y, a día de hoy, la siguen aprendiendo muchísimas personas y muchísimos pacientes tienen una calidad vida mucho mejor.

22:10

Y, por otro lado, el otro proyecto que yo destacaría en mi vida es la creación de algo, de una fundación, como fue la Fundación Diego González Rivas, que nos permitió ayudar a las personas desfavorecidas en los países en vías de desarrollo. Y esto nace también por una inquietud, por una inquietud de verme en situaciones… Durante muchos años, yo he ido a operar a África, y he operado en tantísimos países de África… Pero, claro, en unas circunstancias muy adversas, porque el operar de forma mínimamente invasiva con tecnología en países que no tienen recursos es tremendamente complejo, como os podéis imaginar. No es lo mismo ir a África a hacer cirugía abierta, que necesitas poco material y donde se puede ir en cualquier momento, que ir a operar cirugía torácica, que es de complejidad alta, de forma mínimamente invasiva, porque necesitamos mucho instrumental, mucha tecnología, cámaras de alta definición…, necesitamos personal experto, un anestesista que te pueda entubar el pulmón, colapsarlo para poder operarlo…, es decir, muchos recursos que no tenía. Pero desde hace muchos años tuve un poco la idea de conseguir esto con mucho esfuerzo y con mucha dedicación, yendo a África a operar, consiguiendo donaciones, pidiendo favores, que una empresa me dé el material, las grapadoras, que son tremendamente costosas, para ir a operar a Uganda, financiándome yo el viaje… Con lo cual, era tremendamente difícil conseguir todos estos recursos para mí. Y a pesar de eso, yo iba, y durante meses conseguía todo y operaba. Pero, claro, me enfrentaba a miles de cosas.

23:54

En Burundi, llegábamos allí y no teníamos un sistema de drenaje. Entonces, yo, de repente, tenía que construir un sistema de drenaje con un bote de gel hidroalcohólico. Y yo, uniendo una goma con otra: «Pues, venga, vamos a solucionarlo». O tenía que entubar yo al paciente, me llevaba yo un broncoscopio en mi maleta para poder colocar el tubo y que el paciente pudiera estar dormido… O, por ejemplo, en Togo, operando un pulmón destruido, de repente, la cámara empezó a fallar y yo, en medio de la operación, con la cámara completamente a rayas, un caso muy complejo, imaginaos… Ahí teníamos la idea de: «¿Qué hacemos? ¿Seguimos?». Claro, una cirugía de mucho riesgo, quitar un pulmón entero en un paciente que tiene una tuberculosis y que está todo pegado y donde no veo con nitidez… Pues ahí te entra la duda de si tenemos que abrir al paciente, que era una cirugía agresiva, que era lo que no queríamos hacer, o seguir por vídeo. Afortunadamente, en Togo seguimos por vídeo y lo conseguimos hacer. Pero, por ejemplo, en Sierra Leona me ocurrió que llevamos unas cámaras nosotros, que habíamos comprado con la fundación, unas cámaras portátiles, que luego les donamos, porque era la primera vez que se iban a hacer cirugías mínimamente invasivas en Sierra Leona. Nunca se había hecho nada, ni siquiera una vesícula, nada sencillo. Y nosotros nos pusimos a operar pulmón allí, imaginaos. Pues llevamos todo el material, lo compramos todo con la fundación, y, cuando pensábamos que lo teníamos todo controlado, surge un imprevisto que no teníamos controlado, que era que cuando conectamos la cámara, la toma de tierra del hospital no funcionaba.

25:34

Imaginaos: llevamos la cámara, donamos todo el material, decimos: «Ahora vamos a operar con las condiciones ideales», y, de repente, la toma de tierra no funciona. Y en el medio de la cirugía, después de luchar, tenemos que abrir al paciente, con todo mi pesar, porque no pudimos acabar la cirugía de forma mínimamente invasiva. Entonces, todos estos problemas… O, bueno, otro ejemplo que os puedo poner es operando en Mali, operando en Burkina Faso, operando en Gaza, en medio de la pandemia, en medio del conflicto, y que se nos va la luz. Imaginaos lo que es quedarte a oscuras, cuando tu control es, simplemente, una incisión de tres centímetros. Claro, esto es tremendamente peligroso, y se nos va la luz durante cinco minutos. Y esto ocurre muy a menudo en África. Entonces, para poder evitar todo esto, surge una idea: «¿Y por qué no creamos una fundación? ¿Por qué no creamos una fundación?». Y en ese punto, decidimos crear, gracias a una persona que se llama Carla Salgado, que es la directora de la fundación, y que ella me impulsa y me da toda la motivación para poder llevar eso a cabo. Así que creamos una fundación para poder tener todos los recursos, conseguir fondos y que yo pueda ir a los países en vías de desarrollo a operar con garantías.

26:54

Y la idea principal de la fundación es: «¿Y por qué no creamos una unidad móvil? ¿Por qué no creamos un hospital dotado con toda la tecnología y que lo podamos poner en África, en este caso, porque es la zona más desfavorecida del mundo, y podamos operar a los pacientes allí de una forma mínimamente invasiva, con mi anestesista, con mis enfermeras, con mi equipo, cámaras de alta definición, instrumentos…? Que no tengamos que depender de nada, y que esos pacientes que hemos operado tengan las mismas condiciones que tendrían si fueran operados en un país del primer mundo, en Europa, en América, en Asia…». Y entonces surge la idea y creamos la primera unidad móvil del mundo para hacer cirugía mínimamente invasiva. Y ese sueño, que fue un sueño que tuve durante años, fue una realidad el año pasado, cuando, por fin, después de muchísimo trabajo, de toda la gente que trabaja en la fundación, conseguimos poner la unidad móvil en África, en Ghana, y hacemos las primeras cirugías mínimamente invasivas de la historia en la unidad móvil, y salvamos la vida, literalmente, a dos pacientes. De hecho, no hay mes que ambos pacientes no me escriban para darme las gracias, porque uno de ellos era un paciente que tenía un sangrado muy severo y se estaba muriendo, y, gracias a nuestra visita, salvamos una vida.

28:14

A veces, los médicos decimos, los cirujanos, porque daos cuenta de que para los pacientes somos dioses los médicos muchas veces. Yo también considero, cuando un cirujano me opera, que es un dios para mí, es decir, me salva la vida. Pero realmente no salvamos vidas, como tal, casi nunca, sino que ayudamos a mejorar la calidad de vida de los pacientes, porque, al final, el paciente es un cúmulo de cosas, y, si no lo operas tú, a lo mejor lo opera otro, con lo cual, realmente, no es que ese paciente se vaya a morir si no lo operas tú. Pero en África, si tú no vas a operarlos, esos pacientes se mueren. Si yo no llego a ir a operar a ese paciente, se hubiera muerto, porque nadie lo hubiese operado. Entonces, ahí es cuando sientes que realmente salvas vidas, literalmente. Y ahí es cuando surge la gran gratificación que tiene uno de que has hecho algo, que has cambiado el mundo, el mundo de esas personas en África. Y por eso surge la idea de la fundación.

El cirujano que quiso curar el mundo. Diego González Rivas
29:19
Karen. Hola, Diego, mi nombre es Karen. A mí me gustaría que nos compartieras alguna historia de algún paciente que te haya marcado y que recuerdes especialmente.

29:28
Diego González Rivas. Pues hay muchos pacientes, muchos pacientes con historias dramáticas que os podría contar, pero yo destacaría tres. Creo que hay tres casos que son muy interesantes y que creo que os va a emocionar la historia. Uno de ellos sucedió en Kinsasa, en el Congo, en una de mis visitas, haciendo una «masterclass» allí. Era la primera vez que se hacía cirugía mínimamente invasiva en el Congo, torácica, hubo mucha expectación. Eran dos días de «masterclass». El primer día hicimos cirugía mínimamente invasiva, casos muy complejos, y salimos en los medios de comunicación allí. ¿Y qué ocurrió? Que una paciente que estaba en su casa vio los medios y vio que estábamos allí. Y su madre, que sabía que su hija tenía un problema muy serio, no dudó en venir al día siguiente a primera hora al hospital para contarme el caso de su hija. Vino con su hija y me contó lo que había pasado. Me dijo: «Doctor, mi hija tiene una llave dentro del pulmón desde hace dos años. Se tragó una llave jugando con sus amigas. Nunca llegamos a saber muy bien lo que había pasado, si era un juego, si era algo viral entre jóvenes, si estaba con la llave en la boca y se la tragó accidentalmente… Nunca lo llegamos a saber, porque nunca lo contó». Lo que sí que sabíamos es que esta niña era una superviviente, porque cuando uno se traga una llave, y estamos hablando de una llave grande, de casa, lo primero que sucede es que se muere por asfixia, porque era una niña de diez años que se tragaba una llave, y la tráquea de una niña de diez años es muy pequeñita. Pero tuvo la suerte esta niña de que la llave, es decir, aunque al principio sí que casi se muere, en estas maniobras de la gente que estaba alrededor, de moverla, de darle golpes en el pecho o lo que sea, la llave cayó, desobstruyó la tráquea y se metió en el bronquio principal derecho, en el pulmón derecho.

31:35

Claro, esta niña fue al hospital y allí nadie sabía quitarla, porque no tenían los recursos necesarios. Intentaron hacer una broncoscopia, a ver si la podían… Dijeron que no se podía, que volviera en un mes, que ya se la quitarían. Pero, claro, esta niña, al cabo de un mes, imaginaos el mes de infierno que pasó, cuando esa llave le estaba bloqueando el bronquio. Tenía el pulmón completamente cerrado, sin poder respirar. No me quiero imaginar lo que sufrió esta niña. Pero, al cabo de un mes volvió, intentaron quitarla y dijeron que no se podía, así es que lo que le dijeron a la niña es que tenía que vivir así, con la posibilidad de morir cualquier día. Porque eso es un elemento, un objeto, que bloquea el pulmón, y que al ser afilado, porque una llave sí que tiene el metal, lo que hace el organismo cuando tiene un cuerpo extraño dentro del pulmón es que, con el tiempo, va buscando salida, y esa llave lo que estaba intentando era perforar el bronquio y salir, y eso produciría una mediastinitis y se moriría en poco tiempo. Entonces, esta niña, sorpresivamente y por milagro, vivió durante dos años. Es algo inaudito, es algo que nunca veríamos aquí en España. Es algo difícil de creer, cómo puedes vivir con una llave atravesando tu pulmón durante dos años.

33:00

Pero tuvo la suerte de que sobrevivió. Os podéis imaginar la vida de esta chica, sin salir de casa, con infecciones de repetición, etcétera. Pero tuvo la suerte de que estábamos allí, y, al venir al hospital y al plantearme ese caso, lo primero que dije fue: «Esto hay que solucionarlo, esta niña tiene toda la vida por delante». Así es que les dije a mis colegas de allí: «Vamos a operar a esta niña hoy». Me dijeron: «Pero no tiene recursos, no tiene dinero». Y dije: «No hay ningún problema, lo solucionamos, la vamos a operar hoy». Y lo que hicimos fue operarla. Y gracias a mi experiencia, gracias a la experiencia que yo tengo en cirugía mínimamente invasiva, desde hace muchos años, en este tipo de tumores, que son tumores centrales, que tengo que reconstruir el bronquio y luego cerrarlo, pude abordar este caso de forma mínimamente invasiva, con una incisión de dos o tres centímetros, abrir el bronquio, quitar la llave que estaba a punto de salir, ya asomando la cabeza –es decir, esta niña, a lo mejor, en un mes se hubiera muerto–, quitarla y reconstruir el bronquio. Y sin quitar nada de pulmón, darle el alta a los tres días a esta niña con todo su pulmón y con una nueva vida por delante. Y este creo que es uno de los casos más exagerados dentro de la cirugía torácica a nivel mundial, que una niña con una llave en su pulmón dos años pueda sobrevivir y pueda seguir adelante con su pulmón entero y con su vida normal. Y a día de hoy, alguna vez que hablo con los colegas de allí, me dicen que ella está feliz, haciendo una vida ya normal, la vida que le corresponde como una niña de 12 años. Este fue uno de los casos, yo creo, más llamativos en África.

34:48

Os contaré otro caso muy bonito de una paciente de Perú, de Lima, que había sido operada un de tumor carcinoide, que es un tumor maligno de bajo grado, y que lo tenía en el lóbulo superior izquierdo del pulmón izquierdo, pero fue operada por un cirujano que no tenía la suficiente experiencia, que le quitó el lóbulo, es decir, le quitó la mitad del pulmón izquierdo, y le dejó el tumor. Pero esto se debe a que era un tumor dentro del bronquio, y hay que tener mucha experiencia para detectarlo. Entonces, este cirujano la abrió, le quitó la mitad del pulmón y el tumor seguía allí. Entonces, el tumor siguió creciendo. Claro, luego las noticias de la paciente fueron: «No tienes tumor», porque, claro, cuando analizaron el lóbulo no había tumor. Entonces, la chica se quedó contenta: «Bueno, no hay tumor, qué bien». Pero, claro, pasó un año, el tumor siguió creciendo y le empezó a dar síntomas severos. Y esta paciente, al cabo de un año y pico, cuando le repitieron un TAC, el tumor se había triplicado ya, y ya ocupaba el lóbulo inferior y el centro, y se metió hacia el pericardio, en una zona muy compleja. Fue reoperada por otro cirujano de allí, reoperada, os estoy hablando de que le volvieron a hacer otra cirugía abierta, que es una incisión así. Es más, si veis a la paciente, tiene una incisión arriba y otra abajo así. Una chica de 20 y pico años. La volvieron a operar y el cirujano no lo pudo quitar. Le dijo que no se podía quitar, que era imposible, porque estaba muy complejo e invadía no sé qué y tal, cuando son tumores de bajo grado, que son difíciles de quitar, pero se operan y se curan. Así es que le dieron radioterapia y quimioterapia, un tratamiento que no está indicado para esos tumores, pero era como una opción a la desesperada. Y, claro, el tumor siguió creciendo y la chica ya no podía más, se estaba muriendo. En algún momento, esa chica se hubiera muerto.

36:53

Casualidades de la vida, yo fui a operar a Grecia a una chica joven, una «influencer», una chica muy guapa, pero que tenía un tumor en una mala localización, un tumor parecido al de ella. Y allí le habían propuesto quitar el pulmón entero. Los cirujanos de Grecia, colegas míos, me llamaron: «Oye, ¿tú puedes operar a esta chica y salvarle el pulmón con el robot, con una incisión?». Y yo dije: «Sí, son los tumores con los que yo tengo experiencia». Así es que fui a Grecia, fui a Atenas, la operé, le hice una reconstrucción bronquial, no le quité nada de pulmón y le quitamos el tumor, y la chica se fue para casa en tres días, feliz, con su pulmón entero y sin su tumor. Y, casualidades de la vida, la paciente de Perú era seguidora de esta chica por Instagram. Y, entonces, le preguntó. Le dijo: «¿Cómo has hecho? Yo tengo el mismo problema, necesito que alguien me salve». Le contó toda la historia y ella le dijo: «Contacta con Diego», porque ella vio una foto conmigo en Instagram, allí, que había puesto la «influencer» y le dijo que contactase conmigo. Esa chica me contactó por Facebook y, claro, nunca esperaba que yo la fuera a responder, pero yo respondo siempre a mis pacientes. Y así es que yo le dije: «Hombre, pues valoramos tu caso, no te preocupes, lo podemos operar. Lo puedo operar en España, si quieres, porque yo no voy a ir a Perú… No sé cuándo volveré a Perú, aunque voy a veces». Y me dijo: «Ya, doctor, pero yo no tengo recursos para ir, no tengo dinero». Y entonces yo le dije: «Bueno, yo te puedo operar gratis. Tienes que pagarte el hotel. Tienes que pagarte el viaje, los gastos… Intentaré que el hospital te cobre menos». Me dijo: «Ya, pero es que no tengo ni siquiera para eso». Y ahí es cuando, justo en ese momento, acabábamos de crear la fundación.

38:42

Y ahí es cuando yo dije: «Esta va a ser la primera paciente de la fundación». El primer caso. Era perfecto. Y, bueno, fue muy emotivo, la verdad, porque la trajimos, le pagamos todo, la operamos por incisión de tres centímetros y le quitamos el tumor. Vino embarazada, que eso fue una cosa que nos… Es que fue muy emotivo. Eso fue muy emotivo, porque esa chica vino embarazada y no sabíamos si esa chica se podría salvar. Y no sabíamos ni siquiera si salvaríamos al niño de esa chica. Imaginaos. Y, bueno, al final, hicimos la cirugía, le quitamos el tumor, una cirugía muy compleja, la operamos con vídeo, con una incisión de dos centímetros, y la curamos. Y esa chica, al cabo de una semana, voló de nuevo a Perú, de vuelta, tuvo a su niño, y a día de hoy me manda fotos con el niño, que ya debe tener dos años, y está feliz. Curada para siempre. Bueno, es que es un caso muy emotivo y lo viví mucho, porque luego estuve en Perú con ella, y ver que has salvado dos vidas… Esta chica no tenía ningún tipo de solución, no tenía ningún tipo de recurso.

40:31

Y lo conseguimos, y gracias a la fundación, esta chica está viva. Y el tercer caso, que ya es una cosa diferente, pero que es un caso muy curioso, fue un caso de un paciente operando en China, en el norte de China. Estaba operando en uno de estos maratones que hago los fines de semana, en el norte de China, en un hospital que colaboro, muy cerca de Rusia, y operando una cantidad de pacientes enorme, de repente, me llaman, que acaba de llegar un paciente que se acababa de intentar suicidar y se había clavado un punzón en el pecho. Y era un preso que no quería seguir viviendo, tenía una condena a cadena perpetua y no quería seguir viviendo. Y, entonces, decidió quitarse de en medio, y se clavó un punzón en el medio del corazón. La suerte que tuvo fue que no le perforó el corazón, sino que le perforó la aorta y solo le perforó un centímetro. Y tuvo la suerte de que no se desangró en el momento. Así que llegó al hospital con el punzón clavado. Nunca lo olvidaré porque llegó esposado, imaginaos. Y, entonces, ahí es cuando entras en el dilema de qué debes hacer. El paciente no quería vivir y tú le vas a salvar la vida, es ese dilema. ¿Qué haces? Pero nosotros, como cirujanos, como médicos, tenemos que preservar la vida, siempre, ante cualquier circunstancia. No importan las convicciones de cada persona: es nuestro deber. Y yo no dudé en salvar a esa persona.

42:05

Porque nunca sabes si una persona puede estar deprimida, puede tener un mal momento o lo que sea, pero hay que salvar la vida siempre, hay que preservar la vida. Así es que llegó allí, me llaman otros cirujanos, que no se atrevían a operarlo porque era muy complejo. Cambio de quirófano, me voy al quirófano, lo abrimos. Es una cirugía abierta, evidentemente. Le abrimos el esternón y le reparé, le quité el pulmón y le salvamos la vida a esa persona. Y luego, al día siguiente, cuando fuimos a la UCI a hablar con él, pues, claro, me dio las gracias. Y es curioso, una persona que se quiere quitar de en medio, pero que, a lo mejor, en ese momento, después, una vez que ve que está vivo, o cuando ves la muerte de cerca, te das cuenta de que quieres vivir, aunque sea el resto de tu vida en una cárcel, o en las circunstancias que sean, pero que la vida es maravillosa, y que la vida yo creo que merece la pena vivirla. Y esta fue la historia y es un caso curioso, muy extraño y que, bueno, creo que es interesante contarlo.

El cirujano que quiso curar el mundo. Diego González Rivas
43:15
René. Hola Diego, mi nombre es René. En alguna ocasión te he escuchado contar que en Pakistán tuviste que operar a una chica escoltada por cien militares. ¿Podrías contarnos un poco acerca de esa historia y cómo fue la operación?

43:30
Diego González Rivas. Esa es una historia muy bonita, es una historia muy interesante. Yo antes de ir allí, había hablado con uno de mis colegas, que era el doctor Aamir Bilal. Llevaba durante muchos meses insistiendo en ir a operar a Pakistán, pero a mí siempre me daba un poco de… Porque yo leía sobre Peshawar y decía: «Peshawar es la ciudad donde más heridos de bala hay en el mundo». Él me decía: «No, no, esta semana tengo cuatro heridos de bala para operar. No, cinco». Y, entonces, yo decía: «Bueno, ya buscaré hueco para ir». Pero llegó el momento y vamos a organizar el «masterclass» en Peshawar, vamos a ir allí a visitar a mis colegas. Se creó mucha expectación, vinieron cirujanos de todo Pakistán y, al llegar a Peshawar, una de mis pacientes era una chica que tenía un problema de cansancio por una enfermedad que se denomina «miastenia gravis», que es un problema en los receptores de acetilcolina. Es un problema en los receptores musculares, para que lo entendáis así más fácilmente, y que, al hacer movimientos, no recupera como nosotros, que cuando hacemos un movimiento volvemos a recuperar la fuerza, sino que ella, a medida que iba haciendo movimientos y a medida que pasaba el día, iba perdiendo la fuerza. Esto es lo que se llama la «miastenia gravis». Es una enfermedad que afecta, sobre todo, a gente joven y que es bastante incapacitante, porque incluso a veces hay gente que tiene caída de párpados, porque tienen la afectación ocular o hay personas que tienen afectación muy severa y que no tienen fuerza para hacer nada.

45:00

Entonces, ella, cuando me presentaron el caso, cuando una persona tiene miastenia gravis lo que hacemos los cirujanos torácicos es extirparle el timo, la glándula tímica, que está aquí, detrás del esternón. Y, entonces, ella fue un caso que me plantearon para el «masterclass» y yo dije: «Bueno, pues lo hacemos». Yo hacía una técnica subsifoidea muy innovadora para la timectomía, radicalmente, y lo hacía de forma mínimamente invasiva, entonces, tenía mucha experiencia y le dije: «Es un caso perfecto». Pero, cuando yo empecé a conocer a la paciente y vi cómo era su historia, me llamó mucho la atención. Lo primero, porque era una chica cuyos padres se habían casado, eran primos, y, entonces, ella, cuando empezó a tener la enfermedad, en el entorno lo vieron como que era algo como un maleficio, como un castigo de Dios por esta circunstancia. Así que ella siempre estuvo como muy estigmatizada por esta enfermedad, porque, cuando tú no entiendes de medicina, pues nadie podía entender que ese cansancio que ella tenía no era porque fuera vaga o porque fuera una persona perezosa, sino porque la enfermedad le impedía hacer una vida normal. Así es que esta persona, cuando yo revisé su historia y el doctor Aamir Bilal me contó, vi que era de una zona de Peshawar que estaba a unos 40 kilómetros que se llamaba el «Khyber Pass».

46:25

Y empecé a investigar qué era el Khyber Pass. El Khyber Pass era una zona superpeligrosa, una zona de las más peligrosas del mundo, y lo primero que hice fue hacer en Google una búsqueda y vi: «Este lugar es superpeligroso. No se recomienda ir». Es la zona donde los talibanes estaban peleando con los miembros del Estado Islámico en ese momento. Yo fui en pleno apogeo del Estado Islámico. Así es que empecé a leer un poco más y vi que ahí se describían ciertas cosas. Era un sitio muy tribal que no se podía ir, no puedes ir. Una persona extranjera no puede ir allí. Tiene que ir con un permiso muy especial. Y empecé a leer que allí habían ocurrido cosas muy dramáticas, que tenían una zona que era como un túnel y en el Khyber Pass, que está justo en la frontera con Afganistán, y en medio de las montañas, allí tiraban a los prisioneros, que era también como una cárcel, y los tiraban desde arriba desde una torre, a través de un túnel lleno de cuchillos y llegaban abajo hechos pedazos. Y como esa había mil historias del Khyber Pass. A mí, como siempre fui ese niño inquieto que me gustaba explorar, dije: «Yo tengo que visitar ese lugar». Y, a pesar de que yo estaba escoltado ya en Peshawar por una persona, un militar, que estaba conmigo 24 horas al día, en la puerta de mi hotel, en la puerta de mi habitación, en la puerta del quirófano, porque el cirujano con el que yo organicé el «masterclass» era el hijo del general mayor del ejército, que era la mano derecha del presidente del país. Así que me pusieron protección, porque sí que es cierto que era una zona muy peligrosa.

48:12

Así que, al final, convencí al general, que habló con el presidente del país, y me pusieron 100 soldados, 100 soldados, para poder ir a visitar ese sitio y para poder entender un poco qué estaba ocurriendo en ese país. Y, bueno, creo que nunca me sentí tan protegido en mi vida como esa vez. Porque fue un viaje que comenzó por la mañana, un domingo, y yo iba escoltado con dos coches delante y atrás, con ametralladoras, mirando para todos los lados. Pasábamos por la zona de las montañas y cada 200 metros había un militar, porque ahí era donde estaban peleándose el Estado Islámico y los talibanes. Y yo iba viviendo como una película. Yo iba fascinado viviendo esa situación en la cual me sentía más protegido que nunca, en una situación en la cual yo sentía ese peligro. Pero bueno, fue llegar allí, entendí muchas cosas, visité aquel sitio y entendí un poquito dónde vivía esa chica. Pude experimentar lo que se había vivido hace tantos años, cómo se sentían, cómo trataban a la gente allí, pues me enseñaron todo y fue una visita que nunca olvidaré en mi vida. Y al día siguiente volví, operé a esta chica y tuve una conversación con ella y con la familia explicándoles que había estado en el Khyber Pass gracias a ella y que había visitado esa zona, que había sido fascinante para mí entender la cultura y, al mismo tiempo, experimentar esa situación en la cual vives de cerca cómo es un conflicto que estaba aconteciendo en el mundo en ese momento, y que era la lucha entre dos bandas armadas en un país muy inestable, pero que al mismo tiempo estaba protegido. O sea que fue una experiencia única y que nunca olvidaré.

50:08
Pablo. Hola, Diego, ¿qué tal? Soy Pablo. Quería preguntarte acerca de tu experiencia en el país más feliz del mundo, el Reino de Bután, si nos puedes contar acerca de esa experiencia, la idiosincrasia de la gente y esa forma de vida tan particular que tienen. Gracias.

50:26
Diego González Rivas. Mi experiencia en Bután, la verdad que fue, yo diría que mágica. Lo primero porque es un país muy cerrado, un país el cual no es fácil visitar, y lo segundo, porque fui en el momento más difícil del país, que fue la pandemia. En medio de la pandemia, cuando el país estaba cerrado al turismo, no había nadie, éramos los únicos. Yo… O sea, éramos un cirujano de la India, un cirujano colega de Bucarest, que opera conmigo robótica, y yo. Éramos los tres los únicos extranjeros en el país durante la pandemia, imaginaos lo que era eso. El país estaba cerrado, y aparte con unas medidas superestrictas, pero el ministro de Sanidad era cirujano y llevaba mucho tiempo queriéndome invitar y justo en ese momento hubo un hueco en mi agenda y pude ir. Entonces, llegamos al aeropuerto solos. Fue la primera vez en mi vida que llego a un aeropuerto y estoy solo, la primera vez. Yo decía: «¿Dónde está la cola? No hay nadie aquí que entre». Y empecé un poquito a investigar sobre la cultura del país, que es el país de la felicidad. Yo le preguntaba a la gente: «¿Pero realmente aquí sois tan felices?». Y me decían: «Bueno, es que realmente nuestra preocupación es disfrutar cada día con lo que tenemos. No nos preocupamos de tener más, nos conformamos con vivir una vida sana, nos conformamos con lo que tenemos. No esperamos de la vida cosas materiales, sino que esperamos momentos y vivencias, que es lo que realmente nos da la felicidad». Y es cuando entendí que con esa filosofía se podía ser el país más feliz del mundo, lo que siempre decimos de «no es más feliz quien más tiene, sino quien menos necesita». Y yo siempre digo que en la vida uno tiene que coleccionar momentos y no cosas, y esa es una de las cosas que he aprendido a lo largo de mi vida.

52:24

Desde que viajo por el mundo, le veo mucho menos valor a las cosas materiales, porque realmente yo estoy viviendo experiencias cada día y, al final, el tiempo pasa y lo que nos llevamos para otro mundo son las vivencias y las emociones y las experiencias. Mi casa, mi coche, mi reloj, realmente no me lo voy a llevar, por lo tanto, creo que hay que disfrutar más los momentos, y esa fue la filosofía que yo encontré en Bután. Eran felices, vivían una vida de tranquilidad, rezando, conectándose con los dioses, sin grandes lujos. Y luego, en el hospital, me llamó también la atención las historias de algunos pacientes, cómo ellos mismos lavan su ropa, la cuelgan, siempre con una armonía cromática, es decir, que toda la ropa tiene que tener ciertos colores, que tiene que tener cierta armonía, porque eso da paz, da tranquilidad. Y, luego, la filosofía de los doctores, de los médicos que trabajaban en el hospital, de intentar ayudar a los demás y, si no tienen nada, pues darles lo que puedes, porque había muchos pacientes que no tenían la forma de pagarse las operaciones, y allí intentaban conseguir que esos pacientes se operasen de la forma que fuese, sin buscar el beneficio económico que puede tener un médico en algunos hospitales. Y, entonces, otra de las cosas que recuerdo fue que allí operé uno de los casos que he afrontado en mi vida, en los cuales, por algún momento, durante la cirugía, pensé que no sería capaz de terminar.

54:01

Y era una paciente de unos 40 o 50 años, no recuerdo exactamente, que había sido ya operada de un quiste hidatídico. El quiste hidatídico es una enfermedad muy poco frecuente en nuestro medio, porque ocurre, sobre todo, en personas que viven en el campo, y es más endémico de Perú o de Oriente Medio, y personas que están con animales y que reciben una infección por un parásito que les va por dentro comiendo el pulmón, el hígado. Es una enfermedad que no es maligna, pero que es tremendamente grave. Esta chica había sido operada ya en Calcuta por un cirujano indio hacía años, con una cirugía agresivísima, y volvió a reproducirse. Y claro, lo que me estaban planteando era hacer una cirugía, que yo hago muy poco, porque, claro, yo quistes hidatídicos… Un cirujano en Europa o un cirujano en el resto del mundo opera uno o dos en su vida. Yo había operado alguno, pero de primera intervención en algún país, pero estamos hablando de que me estaban ofreciendo un paciente para reoperar después de una cirugía previa con un quiste hidatídico que se había reproducido y era muy complejo. Así es que yo afronté el caso como siempre hago, confiando en mi experiencia, y, cuando me metí en él, de forma mínimamente invasiva, vi que era tremendamente complejo. Y, a pesar de la experiencia, porque esto fue en la pandemia, que llevaba años de experiencia por el mundo, sufrí. Sufrí, y yo creo que nadie en la sala se pudo imaginar que la pudiésemos terminar la cirugía.

55: 33

De hecho, durante muchos momentos, se dijo: «Vamos a abrir, vamos a abrir». Y yo lo llegué a pensar en algún momento: «Vamos a abrir», pero no quería volver a hacerle pasar por el sufrimiento a esa persona de una cirugía abierta, agresiva. Pero sí que es cierto que aquel día yo tuve la sensación de que no podría terminar la cirugía como yo quería. Pero nunca me rendí, ese es un poco uno de los motores de mi vida: «never give up», nunca te rindas, siempre inténtalo hasta el final. Y, teniendo la situación controlada, decidí darle un poco más de chance, un poco más de oportunidad, hasta que, al final, después de varias horas, conseguimos terminar la cirugía de forma mínimamente invasiva. Y esa paciente se recuperó y fue bien. Es uno de los casos que recuerdo, porque es de los pocos casos en mi vida últimamente que en algún momento durante el quirófano pensé: «No lo voy a conseguir». Pero, como siempre, al final, es un aprendizaje, porque hay un momento que te bloqueas, que crees que no vas a seguir adelante, que crees que vas a fracasar y, por algún motivo, pues consigues superar ese obstáculo, que es el obstáculo que te hace pasar a la siguiente fase, que ya todo va bordado. Ese caso lo recuerdo en Bután, y creo que es un país muy bonito.

56:52

Luego tuvimos la oportunidad de visitar al día siguiente el monasterio, que se llama del Tiger Nest, del Nido del Tigre, que es un monasterio que está a tres mil y pico metros. Y fue una ascensión por una montaña, solos, hasta llegar a un sitio donde estaban unos monjes budistas. Y al estar allí, cuando ves cómo viven esas personas en un monasterio a tres mil metros, aislados del resto del mundo, rezando todo el día, pues eso me llamó mucho la atención. Interactuando con uno de ellos, me dijo: «Doctor, usted también es budista, ¿no?». Y dije: «No, no, yo no soy budista. Yo no soy budista». «Sí, usted es budista porque usted comparte los conceptos del budismo, que son la reducción del sufrimiento y la expansión de la sabiduría. Así que usted tiene algo de budista en el fondo». Y ahí fue cuando me hizo reflexionar, ¿no? Y dije: «Bueno, pues algo de budista debo tener».

El cirujano que quiso curar el mundo. Diego González Rivas
57:55
Oliver. Hola, Diego, soy Oliver. Tú enseñas a médicos de todo el mundo a salvar vidas, pero a veces se pierde la partida. ¿Cómo se afronta esto?

58:06
Diego González Rivas. Esa es la cruz de la moneda, digamos. Esa es la parte amarga de los cirujanos, de los médicos, cuando un paciente no va bien. No todo es bonito, no todo sale como siempre esperamos. Y la medicina no es una ciencia exacta. Es decir, tú puedes hacer una operación muy bien, salir todo perfecto, y el paciente se puede complicar, porque el ser humano, el cuerpo humano es muy complejo y los pacientes tienen patologías, tienen enfermedades asociadas, y a veces un paciente puede tener una diabetes o puede tener una infección en el posoperatorio, que puede hacer que esa infección condicione un posoperatorio con complicaciones. Así que esa es una de las partes con las cuales tenemos que convivir los médicos, los cirujanos, que también nos hacen aprender. Aprendemos mucho de la vida y aprendemos mucho de las personas que tratamos cuando alguien se complica. Yo siempre digo que un cirujano dedicado se lleva a los pacientes para casa. Un cirujano dedicado nunca puede estar desconectado, al menos en mi caso. Yo opero a un paciente, no sé, estos días y el fin de semana estoy pensando en él y estoy en contacto con él. Y me acuerdo de lo que pasó con el paciente la semana anterior y, si un paciente va mal, me preocupo, sufro. Y, como podéis entender, es algo que te puede condicionar tu carácter. Así que es algo que sabemos que puede ocurrir, pero que lo afrontamos, y que lo afrontamos como un reto.

59:50

Cuando va bien somos muy felices, pero cuando va mal es un aprendizaje para nosotros y es algo que tenemos que asumir. Y a lo largo de mi vida he operado a muchísimos pacientes, más de 10.000 pacientes con cáncer en todo el mundo, y no todos han ido bien. Es cierto que casi todos han ido bien, pero ha habido algunos que recuerdo que son pacientes que nunca olvidas, sobre todo, cuando son casos en los que tú has podido aportar algo de tu experiencia y, que por un motivo ajeno a tu actuación, se han complicado. Y uno de ellos fue un caso que operamos en Kiev. Yo fui a Ucrania, justo… Bueno fui dos veces, la primera vez fui a Lviv, hace años ya, y la segunda vez me invitaron para ir a operar a Kiev, porque tenía un caso de un paciente que tenía un tumor en la carina. Son tumores que no todos los cirujanos operan, muy pocos, y siempre con cirugía abierta, y muy pocos cirujanos en el mundo, muy muy pocos, los operan de forma mínimamente invasiva. Pero esa era mi especialidad, hacerlo no solo de forma mínimamente invasiva, sino con una sola incisión de tres centímetros.

01:01:06

Así es que cuando mis colegas de Kiev me lo plantearon. «Tenemos este caso, queremos hacer un “masterclass”, aprovechamos que vengas». Yo dije: «Bueno, voy encantado». Sin embargo, unos días antes de yo viajar, empieza el problema de la guerra. Empieza el problema de que va a haber una invasión. Y ahí es cuando tengo que decidir qué hago, ¿voy o no voy? Mis colegas me decían: «Es tu decisión, Diego», pero, como yo soy un niño inquieto, soy una persona que desde siempre me gustaron los retos y los desafíos, decidí ir. Y cuando llegué, nunca lo olvidaré, porque estaba toda la ciudad llena de militares por todos lados, había avisos de que en cualquier momento habría una invasión. Pero yo decidí ir. Y, de hecho, fue justo tres o cuatro semanas antes de la invasión. Tuve suerte de no estar allí cuando ocurrió. Pero yo me centré en que tenía que salvar a esa persona, tenía que operar a esa persona. Así es que fuimos, hablé con el paciente, un paciente de 58 años que llevaba esperando por mí varios meses, y el tumor estaba en la peor localización posible, en la carina. La carina es la bifurcación de los dos bronquios, donde acaba la tráquea y se bifurca en bronquio derecho y bronquio izquierdo, en el medio, un sitio supercomplejo para operar.

01:02:30

Pero yo sabía que tenía experiencia en ello, había hecho muchos casos, había publicado los primeros casos del mundo de forma mínimamente invasiva de carina, y decidí que tenía que ir, que era mi misión ir. Así es que fui, operamos al paciente. Se hizo en directo, además, se retransmitió a un auditorio donde había cirujanos que habían venido desde otros puntos y todo fue bien. Lo operamos, el paciente me contó que estaba superfeliz de que hubiera ido. Hablé con él al día siguiente en la UCI, estaba superfeliz. La mujer no paraba de darme abrazos. Así es que yo tenía que volar ya de vuelta. Volé de vuelta, seguí en contacto con la mujer, y la mala suerte de que el paciente desarrolló una infección. Cuando ya hablo con la mujer al siguiente día me dice: «No, se encuentra mal, está con una infección». Entonces, claro, nosotros le habíamos quitado un pulmón y le habíamos reconstruido la carina en el otro lado, tenía solo un pulmón. Entonces, claro, no sé lo que ocurrió, pero el paciente desarrolló una infección. No sé si es que hubo un cuidado no adecuado en el posoperatorio, pero ocurrió. Ocurrió al quinto día. Y empezó a infectarse. Se empezó a infectar el pulmón que tenía, cada vez empezó a empeorar, cada vez empezó a empeorar, imaginaos mi sensación, desde, no sé dónde estaba, en qué momento, en qué país, pero yo estaba hablando con ella cada día, hablaba con los cirujanos. Me decían: «No, está con antibióticos, seguro que va bien». Pero la infección fue a más, la infección fue a más, no era nada que yo pudiera solucionar, porque había pensado irme allí si fuera algo quirúrgico de reparar, pero era una infección del pulmón que le quedaba, una complicación tremendamente grave, que ocurre muy pocas veces, pero que le había tocado a él.

01:04:25

Así es que nada, pasaron los días, pasaron los días, se puso muy malito, lo llevaron a la UCI, lo intubaron y en cuestión de 24 horas se murió. Se murió y la mujer… Claro, yo recuerdo aparte perfectamente que estaba muy malito en la UCI, me fui a dormir y al día siguiente cuando me levanté, o sea, vi un mensaje de la mujer: «Se ha muerto». Fue para mí muy duro también eso. Pero, bueno, lo asumí como algo más en mi vida, en mis pacientes. Cuando operas pacientes de mucho riesgo puede ocurrir eso. Y la mujer me escribió durante un tiempo muy agradecida, me escribió un texto muy bonito, muy bonito, dándome las gracias, diciendo que le había dado esperanza a su marido durante todo ese tiempo, que vivió con esperanza. A veces esas palabras son curativas. Bueno, pues fue lo que pudimos aportar en ese caso. Finalmente no pudo ser, pero esto es nuestra vida, la vida del médico. Y, bueno, pues ocurrió allí, ocurrió en una zona que poco después comenzó con la guerra. Varios de mis colegas perdieron todo, perdieron todo, perdieron sus vidas, perdieron sus casas, incluso familiares de este paciente que operé murieron. Es decir, hubo algo como que estuviera casi escrito, es decir, que al final, no sé, la guerra llegó y todo lo que nosotros intentamos solucionar se vino abajo, incluso la vida del paciente. Pero es la vida y hay que asumirlo.

01:06:17
Javier. Diego, un gusto en saludarte. Mi nombre es Javier. Desde hace algún tiempo vengo siguiéndote en toda tu experiencia. Sé, como nos has reflejado aquí, que has tenido situaciones muy complejas, muy difíciles, y me gustaría que nos dijeras qué conclusiones has sacado y, a modo de balance, cuál es tu experiencia vital en lo profesional y en lo personal. Gracias.

1:06:46
Diego González Rivas. Pues yo creo que, para concluir, os voy a contar un poco lo que yo opino de este viaje, o de la vida, o lo que ha sido mi vida. Una reflexión sobre lo que yo he vivido en los últimos años. Yo creo que la clave del éxito, la clave de que uno consiga hacer cosas en la vida, es la dedicación, el esfuerzo y la pasión que pongas en ello. Yo siempre digo que uno tiene que seguir su instinto, uno tiene que seguir sus ideas, luchar por ellas. Porque la vida, al final, es una carrera de obstáculos. La vida es una montaña rusa. Hoy estás arriba, mañana estás abajo. Y uno nunca tiene que confiarse en que todo va a ir bien. Uno nunca puede confiarse cuando está arriba, sino que tiene que estar siempre alerta, porque uno puede caer de golpe, y lo importante cuando caes, que es parte de la vida, es saber levantarse. Lo importante es recuperar de nuevo el impulso para seguir adelante. Porque nadie en la vida, ningún triunfador en la vida, ha tenido un camino plano. Los grandes inventores, las personas que han creado grandes cosas, gente como Steve Jobs o gente que ha cambiado el rumbo de la historia de la humanidad, todos han estado arriba y han estado abajo, se han arruinado y han vuelto a crecer. ¿Por qué? Porque han apostado, porque han arriesgado.

01:08:27

Y yo creo que en la vida uno tiene que arriesgar, uno tiene que salir de su zona de confort para poder crecer, para poder mejorar. Lo peor que hay es… Hay una frase muy interesante, que yo la oí muchas veces cuando yo empecé a operar, cuando empecé con la cirugía, que es: «Lo más peligroso del lenguaje es pensar “siempre lo hemos hecho así y funciona, ¿por qué cambiar?”». Es muy peligroso pensar en ello. El hacer algo y decir: «Bueno, esto funciona, ¿por qué voy a cambiar?» es muy peligroso, porque esta forma de pensar hace que nunca cambies, que nunca evoluciones, que te quedes con lo que tienes, que te quedes con lo «status quo», con lo establecido. Y esto es tremendamente peligroso en medicina, porque entonces no tendríamos avances. Seguiríamos operando de forma abierta. Si no hubiera gente que se atrevió, si no hubiera gente que cambió las normas del juego, gente que se atrevió a ir a contracorriente, si no hubiera gente así, pues no habría evolución. Cuando uno hace algo por primera vez, no tiene una historia detrás que le diga «esto funciona». Uno tiene que arriesgarse a hacerlo, uno tiene que experimentar algo nuevo, uno tiene que trabajar en ello, sabiendo que puede ir bien o puede ir mal, pero la historia de la medicina está llena de fracasos y de éxitos. Con lo cual, creo que es fundamental, y eso depende de la actitud de las personas.

01:09:55

Creo que lo que define a una persona es su actitud ante la vida, cómo afronta la vida esa persona y cómo vive las historias, cómo tiene cada vivencia cada día. En mi libro «Curando el mundo» se cuentan historias de superación y hay historias realmente emotivas, así que os recomiendo que lo leáis para que entendáis un poco cuál ha sido mi viaje. Uno nunca puede pensar que ya ha llegado al tope, que ya ha hecho todo, que ya lo hace perfecto. Yo me preocupo de aprender cada día de cada persona y ¿sabéis dónde aprendo más? En los países más desfavorecidos. Ahí es donde recibo el mayor aprendizaje. Es curioso ¿verdad? Como cirujanos que llegamos a un nivel de excelencia, con una experiencia enorme, y voy a África y aprendo muchísimo más que si estuviera operando aquí con colegas en hospitales de primer nivel. Porque la medicina buena no depende de hospitales de gran tecnología, la gran medicina depende de las personas, de la creatividad de las personas, y cada persona es un mundo. Y cuando voy a África y veo a los cirujanos, cómo desarrollan actitudes y desarrollan maniobras de vida, que no tienen tecnología para poder salir adelante, es cuando yo aprendo más. Porque eso lo absorbo para que, cuando vaya a otro sitio, lo ponga en práctica. Y lo cojo de aquí, lo cojo de allá y lo cojo de diferentes culturas y lo mezclo todo y hago mi análisis.

01:11:36

Y por eso he ido evolucionando la técnica. Yo empecé haciendo videocirugía, llegué al Uniportal VATS, incisión única, opero el cáncer, lo quito con una incisión de tres centímetros. La reduzco un poco, vale, 2,5. Ya he llegado al final, ¿qué más puedo hacer? No puedo quitar un tumor sin incisión. Sin embargo, he llegado al tope, he llegado a la excelencia, opero ya con una rapidez porque opero muchos casos, pero digo: «Quiero complicarme la vida». ¿Por qué? Porque la robótica está aquí y quiero adaptar la robótica a la técnica Uniportal, con lo cual vuelvo a sufrir una nueva curva de aprendizaje, porque tengo que aprender algo nuevo. Y es cuando salgo de mi zona de confort y me adentro en eso, que, claro, es un sacrificio, tengo que aprender algo nuevo, una nueva técnica, pero sé que va a ser buena. Y esa es la mentalidad que os comentaba antes de los ganadores, de la gente que quiere apostar por la innovación, por la mejora. Eso es uno de los puntos que yo destacaría: nunca dejéis de conformaros. «Estad hambrientos», como decía Steve Jobs, «Stay foolish», siempre con esa pizca de locura que te permita salir de lo establecido y de ir más allá donde nadie ha llegado.

01:12:54

En la vida uno nunca sabe a dónde va a llegar. Nadie te puede decir cómo tienes que comportarte, igual que nadie te puede decir cómo tienes que ser feliz. Nadie puede cuestionar tu felicidad, ni lo que hagas, porque la felicidad está en uno mismo, y uno decide cómo ser feliz, a su manera. Y nadie te puede decir si trabajas mucho, si trabajas poco, si no haces esto, si no haces lo otro, porque es una elección personal de cada uno. Y os voy a contar, por ejemplo, cuál fue mi transformación, que es muy curiosa. Desde pequeño me gustaba el surf. Me gustaba el surf. Y yo de pequeño ya, antes incluso de que empezara a hacer surf, era una persona muy inquieta en el colegio, era rebelde, era el típico niño malo de clase, que me echaban, que me reñían, que sacaba muy buenos coeficientes de inteligencia, pero cuyas notas eran normalitas. Sacaba dieces en Física y en Matemáticas, pero el resto mal. Hasta que de repente me di cuenta de que tenía, lo que comenté antes, que estudiar mucho para entrar en Medicina. Pero, cuando yo entré en Medicina, me gustaba la medicina. ¿Cómo no? Porque me encantaba la medicina. Pero yo llegaba al fin de semana y ¿qué quería hacer? Surfear. Era mi pasión. Entonces, yo entendía la medicina como… Es maravilloso poder tener una profesión como la medicina, que te permita curar a otras personas, ayudar a otras personas y, al mismo tiempo, que sea tu modo de vida.

01:14:37

Entonces, yo lo veía como maravilloso, pero yo pensaba: «Realmente, mi vida es otra cosa. Yo llega el fin de semana y quiero surfear, quiero divertirme, y luego sigo trabajando por la semana». Y yo llegaba a mis vacaciones y decía: «Bueno, yo mis tres semanas de vacaciones me voy a Indonesia». Yo me iba a Indonesia a surfear con mis amigos en un barco y desconectaba tres semanas de la medicina. No quería saber nada de la medicina. Yo era el médico de la selección española de surf. Durante muchos años, iba a surfear por todo el mundo, esas eran mis vacaciones, sitios de surf, siempre, mi «hobby», mi pasión. Entonces, yo veía mi vida en aquel momento así y era feliz. Sin embargo, yo ahora pienso: «¿Soy más feliz ahora o antes?». ¿Qué pasó? Que encontré algo que cambió mi vida. Encontré una motivación. Porque yo iba a operar, yo hacía mi vida, era feliz, pero realmente no tenía esa pasión que tengo ahora, porque no había encontrado esa motivación, ese camino, esa luz. Y eso lo encontré cuando fui a Estados Unidos, cuando descubrí la videocirugía y cuando yo evolucioné y creé algo yo por mí mismo, que fue la técnica que yo inventé. Bueno, mi equipo, entre todos. Yo siempre hablo en equipo. Pero que fue un poco una técnica que yo fui cocinando en mi cabeza.

01:16:08

Y, cuando inventamos la técnica, el Uniportal VATS fue para mí tal cantidad de motivación y de adrenalina, tal inyección, que me hizo mantener la pasión continuamente, y eso ya empezó a cambiar mi vida, porque hizo que me empezase a dedicar a ello. Vi algo que era maravilloso, que llenaba mi vida. Y entonces empecé a dedicarme más y más y más, y después fue la conexión con Shanghái, montar el centro más grande del mundo, empezar a crecer, empezar a expandir la técnica en China, que la técnica se convirtiera en la más popular en toda China, que yo cada vez fuera creciendo más, más, más, más… O sea, me fue envolviendo sin yo darme cuenta y mi tiempo empezó a dedicarse a eso. Y empecé a dedicar mis horas y mis fines de semana y mi tiempo libre a la cirugía, algo impensable si yo veo a mi yo de 20 años. Es más, siempre lo cuento. Si mi yo de 20 años, si el Diego González Rivas de 20 años viera quién soy hoy en día, diría: «Este es un “matao”. Pero menuda vida, pero es que solo se dedica a eso. No, no, no, yo no quiero esa vida. Yo quiero surfear. Pero este hombre solo trabaja»… Porque no entendería lo que hay dentro de aquí. Y eso es lo que quiero transmitiros, que llegué a encontrar algo que me enganchó de tal manera que nunca me lo pude imaginar y que hizo que mi vida se dedicara a ello de una forma cien por cien, es decir, de una forma total.

01:17:45

Y yo ahora trabajo todos los días de mi vida. Pero es que mi trabajo no es un trabajo. No lo veo como un trabajo, lo considero como un «hobby», como una pasión. Entonces, cuando la gente dice… Es que la gente me ve en redes y dice: «Es que Diego es una locura, solo trabaja, solo está operando». Y opero el fin de semana, sábado y domingo, 20 pacientes y me voy y vuelo… Y mucha gente dice: «Bueno, es que Diego no disfruta la vida», y yo pienso: «¿Qué es disfrutar la vida? ¿Hacer lo que te gusta? ¿Cuál es el concepto de la felicidad?». Cuando alguien me dice: «Bueno, el fin de semana estuviste todo el día operando». Claro, pero es que yo este fin de semana he operado a varios pacientes y ha sido tal subidón de adrenalina el poder hacer esas cirugías… Simplemente, algún mensaje de esos pacientes que me mandaron, que eran casos que nadie se atrevió a operar y que ya están en su casa de alta. Ese subidón de adrenalina me da tal cantidad de felicidad que ya me compensa. Por eso digo que nadie condicione vuestra felicidad, que nadie os diga cómo tenéis que ser felices. La felicidad va en uno mismo. Y yo cuando pienso: «¿Qué prefiero hacer un sábado? ¿Estar en el sofá de mi casa viendo una serie y luego irme a cenar tranquilamente y descansar todo el fin de semana? ¿O estar operando con mi equipo dando vida a la gente?

01:19:05

Por eso creo que es importante este mensaje, que nunca os deis por vencidos, que nunca cuestionéis la felicidad de otras personas y que, cuando una persona hace algo y le veis que tiene esa pasión o que tiene esa dedicación, es porque lo hace voluntariamente probablemente. Nadie nos obliga a trabajar. Nadie me obliga a trabajar un sábado y un domingo. Nadie me obliga a irme a Perú a operar a una paciente. Nadie me obliga a irme a Roma el fin de semana a operar. Sino que lo hago porque me encanta, me divierte, me hace feliz, y al final esa es la motivación que hay que tener. Y, sobre todo, que uno tiene también que tener la conciencia tranquila con lo que hace. Cuando estás haciendo algo que está mejorando la calidad de vida de las personas, ya merece la pena. Y tu tiempo libre al final lo puedes dedicar de esa manera y disfrutar tú con esa acción. Yo creo que este es un mensaje que todo el mundo tiene que pensar y analizarlo, y el hecho de no rendirse nunca, siempre luchar, luchar hasta el final.