Por qué deberías saber lo que la Red dice sobre ti
Silvia Barrera
Por qué deberías saber lo que la Red dice sobre ti
Silvia Barrera
Experta en ciberseguridad
Creando oportunidades
“La mejor ciberseguridad es la prevención”
Silvia Barrera Experta en ciberseguridad
Educación en la era del 'sexting' y 'ciberbullying'
Silvia Barrera Experta en ciberseguridad
Silvia Barrera
Ciberinvestigadora, Master en Seguridad Informática, escritora y divulgadora, Silvia Barrera ha dedicado los últimos 15 años de su carrera profesional a la investigación del cibercrimen y recibido varios reconocimientos por su trayectoria en Ciberseguridad y su labor divulgativa.
Ha dirigido y dirige grupos de investigación tecnológica policial y de cibercrimen desde hace varios años y ha formado parte de equipos internacionales como Europol e Interpol, al mismo tiempo que sigue formándose como matemática en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), escribe e imparte clases y conferencias sobre ciberseguridad.
"Cuando hablamos de ciberacoso o cyberbullying pensamos que eso les pasa a otros. O depredadores sexuales: nos puede tocar a cualquiera. No sabéis las veces que he escuchado: «Es que nunca pensé que esto me fuera a pasar a mí»", afirma la experta y autora de libros como 'Instinto y pólvora' y 'Nuestros hijos en la red', donde aporta consejos prácticos para conocer los riesgo de Internet y cómo evitarlos. "Estamos a tiempo de que se tome la ciberseguridad en serio, porque no se ve pero os aseguro que se siente. Porque el daño físico se pasa, pero el virtual permanece. El 90% de los ciberdelitos se podría haber evitado si fuéramos más precavidos en la red", concluye.
Transcripción
Probablemente los que estéis aquí sentados, muchos de vosotros, sepáis mucho mejor que yo hacer vídeos en Tik Tok o en Instagram. No me cabe ninguna duda que sois auténticos expertos y expertas aquí en hacer bailes, coreografías, en hacer de YouTubers… y me dais mil vueltas. Pero una cosa es hacer eso y otra cosa saber qué implicaciones tiene el hacer de YouTuber con once años. Eso es muy diferente. Con diecisiete años, a diferencia de los que sois ahora jóvenes, no tenía algo superimportante, y era internet. Con diecisiete años yo me planté en el despacho de mi tutora, que era mi tutora y además era mi profesora latín, y yo le dije a mi profesora toda orgullosa: «Profe, ya sé lo que quiero estudiar», porque con dieciocho años uno tenía que tomar la gran decisión de ir a la universidad y eso marca tu vida. O pensaba yo que iba a marcar mi vida. Y le dije a mi profesora: «Yo quiero estudiar Filología Clásica», y mi profesora, que yo pensé que iba a decir: «Oh Silvia, qué bien, una especialista, una estudiosa del latín, ¡qué maravilloso!», me dijo: «Silvia, por Dios, ¿qué estás diciendo?». Creedme que me quedé… con diecisiete años casi a punto de hacer la selectividad, una mujer tan estudiosa como yo. Y dije: «¿Y ahora qué hago?». Ojalá hubiera tenido Internet en aquellos tiempos y… ¿qué hubiera hecho? Usar Google: «¿Qué hacer con mi vida?». Jolín, San Google, o buscar en YouTube, o probablemente, como yo llevo viendo vídeos o lleváis viendo vídeos desde que teníais dos o tres años, ya tendríais muy claro qué querríais ser: «Bueno, pues si no estudio Filología Clásica, me hago YouTuber de Filología Clásica». No tenía esa posibilidad. Realmente tenías la información que te daban tus profesores, la información que tenías de la familia y la que contabas en el corrillo con tus amigos, con tus colegas.
Así que dije: «Tengo que coger una carrera, no tengo ni idea. Mi profesora dice que ni loca. Mis padres dicen que la vida es muy dura. Mis colegas pasan de mí y tengo que decidir». Yo tenía muy buena nota. Y entonces cogí y dije: «Bueno, pues voy a estudiar algo que me permita ayudar a las personas». Y estudié una carrera que se llama Terapia Ocupacional, que se encarga de una rehabilitación integral de personas desde el punto de vista psicológico, físico y social. Entonces, terminé de estudiar, yo cumplí con mi obligación, con lo que pedían mis padres y pues le dije a mi madre: «Mamá, ahora me quiero ir a las Fuerzas Armadas». Me dijo: «Bueno, pues hala». Me fui con una mano delante y otra detrás. Me fui con 3.000 pesetas en el bolsillo. Me fui a un centro de reclutamiento y les dije: «¿Me vais a pagar un sueldo para poder vivir por mi cuenta?». Y dijeron: «Sí», «¿Me puedo ir donde yo quiera?», «Sí», y dije pues ya está, me apunto. Y me apunté y me fui. Yo he tenido la suerte que cuando me llegó ese mundo técnico o tecnológico, cuando empecé a conocer la red, empezó casi a eclosionar internet. Y ahí fue como por casualidad, con la ambición de querer saber y querer investigar llegué a internet y descubrí el mundo de la ciberinvestigación y la ciberseguridad. He conocido muchos cibercriminales, he detenido, he investigado a mucha gente mala, he tenido un contacto con situaciones difíciles. Si todas las cosas que veo en el día a día en mi trabajo, si yo me voy a mi casa y me guardo ese conocimiento para mí, ¿dónde queda?
Y además, también va un poco en la línea de lo que es la red, internet, que es compartir conocimiento y es lo grande que tiene internet, compartir conocimiento. Como conclusión de todo esto, lo que quiero transmitiros son dos cosas. La primera, que nadie os diga, con toda la ilusión del mundo, lo que no podéis ser. Si queréis ser algo, lo que sea, luchad por ello. Buscadlo. Que no venga nadie a deciros que no tiene futuro algo, que no tiene salidas, ¿vale?, porque al final se toman decisiones como la que yo tomé. Y es verdad que yo encontré mi camino y que amo la ciencia y la tecnología, amo la red y me encanta todo lo que ello conlleva. Pero fijaos, me ha costado casi veinte años de más, al final, encontrar un hueco en el que realmente yo me siento realizada, que es hablar, divulgar, investigar en el mundo de la red y la ciencia. Y el último consejo, si me lo permitís, es que… y sobre todo con el tema de internet, fijaos, os hablaba del tema de la red cuando yo tenía diecisiete años y me alegro de que haya ciertas cosas que no estén en internet. No sabemos el impacto que va a tener en nuestras vidas, sobre todo la gente que sois más jóvenes, todo lo que publicamos ahora, todo el contenido que generamos, no lo sabemos. El hecho de que ahora con dieciocho años cuando queramos optar a un empleo o a un puesto de trabajo, nos miren lo que hemos publicado con catorce o quince años y eso pueda condicionar nuestras vidas. Que ya no seamos nosotros los dueños de nuestras vidas, sino todo lo que hemos publicado como nuestra huella digital. Me gustaría escuchar vuestras preguntas, vuestras inquietudes y a lo que se pueda responder, así que muchísimas gracias.
Bueno, no hay problema porque yo me hago un perfil en YouTube, pero solo para ver a mis YouTubers. Bueno, pues no hay problema. Esta es, como se le llama, una conducta pasiva, simplemente de escucha, de yo quiero ver vídeos de los que me molan, de mis instagramers, etcétera, etcétera, fotos, etcétera. Y estoy simplemente viendo esa información. Digamos que tener una posición de escucha a una red es menos peligrosa, obviamente, porque lo único que te limitas es a ver contenido y ya está. Hay que limitar cuál, determinado a qué edades, por supuesto. El problema es cuando ya nos decidimos a publicar. Ahí es donde ya tenemos que pensar y decir: «Ojo, ¿eh?». Si nosotros ya tenemos hijos con trece años que van a publicar, ojo el qué, ¿no? Evitar dar cualquier tipo de… o utilizar imágenes personales. Si podemos utilizar fotos de avatar con nuestros «hobbies» o con nuestras cosas que nos gustan, mucho mejor. Y si ponemos una foto nuestra que sea una foto normal. Luego, configurar las opciones de privacidad y seguridad, y la geolocalización y esas cosas que sabéis de sobra. Por supuesto, desactivar todo aquello que nos pueda comprometer en cuanto a seguridad, posicionamiento, quién nos puede ver… Oye, podemos tener nuestro perfil privado, perfecto. Nosotros controlamos, aceptando nuestros contactos, quién nos puede ver. Ojo, eso no quiere decir que sea un perfil privado y que ya pueda poner cualquier barbaridad, porque en un momento dado no sabemos a quién podemos darle la oportunidad de formar parte de nuestro perfil. Y a lo mejor agregamos a una persona que pensamos que es menganita o menganito, y luego resulta que le han suplantado el perfil y se ha metido alguien en vuestra red de contactos que no es quien dice ser. Entonces, ¿a qué voy con eso? Aunque tengamos un perfil privado, no es privado del todo. Alguien se puede hacer pasar por un contacto que nosotros conocemos que no es, o esa persona que es ahora un contacto y que es nuestro amigo o nuestra amiga de… vamos de la muerte, al día siguiente puede ser el peor de nuestros enemigos.
Entonces, ojo con el «yo tengo el perfil privado» porque hoy podemos decir una cosa y mañana nos podemos arrepentir. ¿Vale? Y no sabemos nunca quién puede ser parte de esa red de contactos de confianza. Y seguramente vosotros estéis pensando y os estéis acordando de aquel o aquella que decís: «La cantidad de publicaciones que pone ésta o aquél, la cantidad de cosas de información personal que da», ¿a cambio de qué dais esa información personal? ¿Qué ganáis con ello? Hay que tener mucho cuidado con la privacidad y con la intimidad. Más que nada porque a lo mejor hoy tenemos un mal día y damos información personal que pensamos que nos puede ayudar a sentirnos mejor, a compartir algo… y a lo mejor el día de mañana no nos interesa que esa información esté publicada. Y privacidad, seguridad, fotos e información personal que tengan mucho cuidado con ella. ¿Vale?
Luego ya estarían cometiendo en el caso de que ya no sean víctimas ellos, sino terceros que están difundiendo por los grupos de WhatsApp, etcétera, etcétera. Eso es delictivo, ¿vale? ¿Cómo evitar eso? Por supuesto, una vez que damos un móvil a un menor de edad es decirle: «Esto no lo puedes compartir. No puedes hacerte fotos de ese tipo, primero porque puedes perder el móvil y esas fotos pueden acabar en manos de terceros o te lo pueden quitar. No puedes compartir este contenido…», o sea, directamente evitar o prohibir que eso se haga. Da igual que si son historias, si dura diez segundos el vídeo, si el vídeo desaparece… no desaparece, el vídeo no desaparece. Explicarles que esos trucos que utilizan las redes sociales para que nos expongamos más y para que digamos más barbaridades porque va a desaparecer en veinticuatro horas o en diez segundos, esa sensación de privacidad no existe. Que el momento en que publicas algo pierdes el control absolutamente de ello y no hay forma de pararlo. No sabes ni quién lo está capturando, ni quién lo va a compartir o quién lo va a guardar para «a posteriori». Y por supuesto, en ese caso, si se detecta ya un contenido de esos, no compartirlo. Es que la gente luego cuando ve esos contenidos es: «Mira lo que ha pasado» y lo perpetúan de grupo en WhatsApp a grupo en WhatsApp, a mí me han llegado por Twitter, incluso algún padre preocupado a mandarme pornografía infantil o por mensaje directo, o diciendo: «¿Qué hago con esto?». No lo sé, pero no me lo compartas.
Fijaos el desconocimiento que hay. Entonces, evitar formar parte de eso y compartir diciendo: «¿Qué horror es este?», es una forma de perpetuar un contenido. En ningún caso ayuda a que la víctima o quienes estén afectados por eso, pues se evite que eso se siga compartiendo. No compartirlo, pero no borrarlo. Guardar toda evidencia de toda foto que nos pueda comprometer y que haya sido compartida de forma no consentida y que exponga a los menores guardarla como una prueba de lo que está sucediendo. No existe la falsa privacidad. Eso de que se le llama el «sexting seguro» que lo habréis escuchado: «No, comparto fotos, pero esto de aquí no sale», en el momento ya no que se comparta la foto, que se haga una foto, nadie quita que perdamos ese dispositivo y que nos saquen las fotos de ahí. La única forma de garantizar que en ese caso no se va a hacer o no se va a compartir un contenido así es no hacerlo.
Había gente joven que había llegado a esos foros y un tal Philipp Budeikin, que era el supuesto ideólogo de aquel reto, pues invitaba a la gente joven o a cualquiera que se quisiera unir a ese reto, pues a ir cumpliendo pruebas, pues tienes que… yo que sé, autolesionarte, tienes que cortarte. Cada nivel era una prueba que implicaba autolesión, hacerte daño, hacerlo a los demás e incluso terminar la última prueba con el suicidio. Dicen los medios rusos que hubo niños y niñas que se suicidaron. Lo malo de los bulos y este tipo de acciones es que la gente al final acaba compartiéndolo y entonces acaban por WhatsApp, acaban por redes sociales y los niños, pues tarde o temprano, acaban recibiendo ese tipo de informaciones. Es preocupante porque tenemos que estar pendientes de ello. Y cuando los niños o la gente joven nos hablan de retos o de imágenes, lo primero que tenemos que hacer es enterarnos de qué es lo que está pasando, estar pendientes de qué contenidos o qué les puede estar atemorizando porque realmente genera en ellos un estado de ansiedad y, en los casos peores, llevan a cabo las conductas extremas, se autolesionan. Hay, por ejemplo, gente ya no joven, o sea gente adulta, que se limita a ir por las repisas andando y por rascacielos, por el simple hecho de que se comparta esa información, de que los videos se hagan virales y que la gente los vea. Yo me pregunto: ¿a cambio de qué? De sus propias vidas, que pierden incluso la vida por el hecho de que los demás les imiten.
Entonces hay que controlar mucho ese caso, y si vemos que se asustan o que algo les inquieta, o que empiezan a tener pesadillas, revisar el contenido del móvil, ver qué imágenes, eso es fácilmente comprobable, o si les ha llegado algo. Por ejemplo, en el caso de la ballena azul, pues se comprobó que alguno de los chavales que se había suicidado habían dejado muchísimos mensajes en Facebook de: «Me siento muy mal», «Estoy deprimida», «Estoy haciendo este reto». Entonces lo que realmente se pudo ver con eso es que los padres si hubieran estado pendientes de lo que sus hijos publicaban en internet, porque hablamos de niños de trece, catorce años, dieciséis, si hubieran estado pendientes de lo que publicaban en internet y de los comportamientos extraños que tenían en casa se podían haber quizá evitado ese tipo de cosas. Por tanto, no minimizar, no decir: «Ah, eso son tonterías».
Hay determinados comportamientos que os pueden poner sobre la pista de que algo está ocurriendo en el cole y luego puede estar en lo virtual. Eso es lo primero, el comportamiento. Lo segundo es crear un clima de confianza. Ya lo hemos dicho antes, pero es importante no criminalizar al niño o la niña. En este caso ya bastante tenemos. O sea, hay algo que tendemos a hacer los adultos en general, y es que cuando pasa algo, echar las culpas, siempre tenemos que buscar un culpable. Cuando hay una situación mala, negativa, siempre tiene que haber un culpable, siempre hay alguien que lo ha generado. Y en vez de ser positivos y decir: «Vale, tenemos este problema, vamos a ver cómo lo solucionamos», es: «Es que la culpa la tienes tú». «Es que la culpa la tiene el móvil». «Es que la culpa la tiene internet». «Es que no te tendría que haber dado un móvil». «Es que la culpa la tienes tú, la tienes tú, la tienes tú», al final consigues con eso que, lejos de si tiene la culpa o no, en vez de afrontar eso de forma constructiva, estás culpabilizando a una persona, a un crío, a una cría, que está viviendo una situación ya de por sí complicada. Entonces no culpabilicemos a nuestros hijos, o a los menores, por la situación que se ha generado. Lo tercero, hablar con nuestro hijo y hablar de forma cercana, pausada, tranquila, e intentar saber qué está pasando y pedirle, por supuesto, si sospechamos que puede estar ocurriendo algo que nos deje acceder a su móvil, revisar el móvil o revisar las redes sociales a ver qué está pasando. A ver si detectamos ese contenido.
También acudir al colegio. En este caso vamos a hablar de víctimas, pero también se podría dar el caso de que sean nuestros propios hijos, porque internet saca lo que llevamos dentro, y a veces sin control. Por lo tanto, no pensemos que porque le damos unas indicaciones no pueden cometer errores. Entonces ir al colegio a hablar con otros padres y a hablar con el colegio. A ver si hay un protocolo, a ver si estaba al corriente de lo que está pasando. Luego, ya como medida más concreta, obviamente hay muchos padres que cuando detectan fotos, detectan vídeos, se enfadan y lo primero que hacen es coger el móvil al niño y borrarlo. Eso es un paso en falso. Al contrario, a veces ver las cosas plasmadas es duro, pero si borramos lo que pueda acreditar que está sucediendo algo, estamos cometiendo un error. Hay que conservar cualquier vídeo, conservar cualquier imagen, cualquier contenido, cualquier conversación que pueda acreditar lo que está pasando. Si lo borramos porque nos agobiamos o nos asustamos, que sepáis que contenido que se borra, contenido que no se puede recuperar, ¿vale?, porque algunos padres dicen: «Borro la conversación de WhatsApp, pero ya se la pediremos a WhatsApp». Sí, no te preocupes que WhatsApp está esperando a darte la conversación que has borrado, o el contenido de una conversación, o una publicación en Facebook, no se puede recuperar contenido. Por lo tanto, yo sé que es una situación complicada, pero mantengamos la calma y conservemos todas aquellas evidencias que nos permitan acreditar qué es lo que está pasando y cuanto más mejor.
Es más, si tenemos un círculo de confianza con los padres, pedirles que si por favor saben algo que nos lo manden, que nos lo remitan. Lo siguiente es evitar también tomarnos un poco la justicia por nuestra mano, porque si al final sí que tenemos identificado al acosador o acosadores, pues a veces tendemos a: «Bueno, pues ahora se va a enterar», ¿no? «Trae, déjame el móvil que se va a enterar. Ahora voy a hablar con el padre». Cuidado con eso, porque a lo mejor de una situación ya complicada de acoso podemos generar otra peor, se puede volver nuestra contra. Por lo tanto, intentar no tomarnos la justicia por nuestra mano. Y ya, por supuesto, ponerlo en conocimiento de las autoridades para que se investigue quién es el autor o autores de estos hechos. Tenemos que tener en cuenta que si denunciamos, y esto es lo que siempre digo, se abre un procedimiento judicial. Es decir, los pobres niños o niñas, o el niño acosado, va a ser doblemente victimizado. Por una parte sufre la persecución en el colegio y encima va a tenerse que ver en un procedimiento judicial. Por lo tanto, es importante que nos tomemos muy en serio hacer todas estas cosas antes de llegar a una denuncia. Pero en todo caso un procedimiento judicial solo sirve para saber quién es el malo de todo esto, no sirve para solucionar un problema, y hay herramientas para ello.
Hay otra capa que se le llama la «deep web», la web profunda, internet profunda, etcétera, etcétera y sinónimos. ¿Qué es esa capa? Cuando internet surgió, el proyecto de internet hace ya muchos años, había un proyecto militar que se utilizaba para compartir archivos e información, ¿vale?, ese proyecto funcionaba, digamos, en otra capa, no en la capa que nosotros vemos, sino en otra capa diferente en la que se entienden otras páginas web con otro navegador diferente, ¿vale? Y lo diseñaron así para que fuera anónimo y para que pudieran, como tenían unos fines militares y supuestamente eran secretos de estado en Norteamérica, se diseñó de tal forma que esa información pudiera viajar de forma más segura. ¿Y cómo lo hacen? Esa «deep web» aparte de funcionar en otra capa diferente, necesita un navegador diferente que es, habréis escuchado hablar de él, que es Tor, que es un navegador con la imagen de una cebolla, porque todas las páginas terminan en «punto onion». Y ese navegador específico es el que traduce y el que permite indexar y ver esas páginas que están en esa «deep web». Pues eso tenía unos fines militares hace muchos años. ¿Y por qué era más segura? ¿Y por qué se decía o se dice que es anónima? Porque nosotros cuando viajamos en la web superficial y consultamos nuestras páginas web, vamos dejando un rastro técnico. Y bueno, pues se puede rastrear, hay una dirección IP que se puede rastrear, pero esta capa permite que esa IP, esa dirección técnica, se oculte bajo unos nodos, etcétera, etcétera, y que se haga una navegación aparentemente anónima. ¿Vale?
Entonces ahí tenemos dos mundos: la web superficial que conocemos, que se puede rastrear; y un mundo, la deep web, en otra capa que en teoría no se puede rastrear o es más difícil de rastrear y que funciona de forma anónima. Pues los usos militares dejaron de darse, se liberó esa capa para uso común, ¿y qué hicieron los malos? Pues los malos, como son malos pero no son tontos, dijeron: «Pues genial, tenemos una capa en internet diferente donde podemos publicar información, podemos comunicarnos de forma aparentemente anónima y además difícil de rastrear». ¿Y que hicieron? Que todos los malos hicieron… bueno, todos no. Hay muchos también en la web superficial, ¿vale?, pero muchos malos aprovecharon esas páginas web y esa capa diferente para publicar o vender todo tipo de cosas ilícitas. ¿Qué es lo que puede pasar? Si tú navegas por internet no va a pasar nada, ¿vale?, tú puedes ver lo que hay ahí, lo puedes ver y lo puedes comprobar. El problema está en que seas uno de los que vende o se presta a mercadear con ese tipo de servicios, o que los compra. Ese es el problema. Otro problema que hay es que hay muchos estafadores. De hecho, la gran mayoría de la gente que pulula por esas zonas son estafadores. También tiene sus usos buenos. Y es que la «deep web» de por sí no es mala. O sea, es buena. Es positiva porque te permite navegar de forma anónima. Como no pueden rastrear la IP, pues hay mucha gente que gracias a eso puede navegar de forma anónima, porque también es un navegador que te permite también acceder a la web superficial, pero escondiendo tu dirección IP. Yo en todo caso os digo, la navegación es lenta, salvo que lo necesitéis para navegar de forma anónima, que podéis utilizar otro tipo de sistemas de navegación. Tampoco es tan fea como lo pintan, ¿vale?
“La mejor ciberseguridad es la prevención”
Yo, como como experta que trabaja en esto todos los días, yo estoy muy al tanto de lo que pasa. Y soy plenamente consciente de que me puede tocar en cualquier momento. No porque vosotros seáis negligentes o porque no sepáis, realmente, porque de verdad, a veces, cuando nos dicen: «Es que la gente es tonta», «Es que hace unas cosas». «Es que se meten donde no les llaman». «Es que se creen todo». ¿Alguien le ha enseñado? Yo lo tengo bastante claro. Los peligros que hay los tengo bastante presentes. De hecho, la gente que vivimos del mundo de la seguridad informática, y si os vais a dedicar a ello, habéis elegido uno de los caminos muy correctos. Independientemente de que luego podéis cambiar de camino. Que sepáis que es algo muy serio. Que a la ciberseguridad no le hacen tanto caso, para desgracia mía y de los que divulgamos en esta materia, porque no se ve. A veces me pregunta la gente: «¿Y por qué la gente pasa de todo esto, hace lo que le da la gana, le dan los consejos y al final acaba haciendo lo que le da la gana?», porque no percibe el riesgo, ¿verdad? Porque cuando uno va por la calle y empieza a escuchar unos pasos y ve a alguien con un cuchillo en la mano, dice: «Huy, o corro o me corre mal pelo aquí», ¿vale? El problema de internet es que no vemos los riesgos. ¿No los vemos hasta cuándo? Hasta que los tenemos encima. Y os aseguro que llevo muchos años trabajando en esto, y como podéis ver, de todas las cosas que hemos comentado decís: «¡Jolín! Pero es que tampoco me ha resuelto nada, no me ha dado la panacea», es que no existe.
Lo que puedo garantizar es que en el noventa y pico por ciento de los casos, independientemente de que hay gente mala que nos quiere hacer daño de forma gratuita, que nos quiere estafar, ¿vale?, podía haberse evitado. Podía haberse evitado si todos tuviéramos la suficiente precaución y fuéramos lo suficientemente precavidos a la hora de hacer ciertas cosas y no nos arriesgáramos como no nos arriesgamos en el mundo físico, estoy segura de que yo no tendría trabajo. Por ese motivo yo tengo esta dedicación especial y personal hacia la divulgación, porque creo que si se puede evitar, ¿por qué no trabajar por ello? Nos puede ocurrir, de verdad, que es muy real, que cuando hablamos de ciberacoso o cyberbullying pensamos que eso les pasa a otros. O depredadores sexuales, nos puede tocar a cualquiera. No sabéis las veces que he escuchado: «Es que nunca pensé que esto me fuera a pasar a mí», ¿vale? Y la mejor solución es la prevención, que lo toméis muy en serio. De verdad. Importante también que os vayáis con el mensaje de que internet es un mundo virtual, exactamente igual que el físico. Es decir, no existen los milagros, no existen los chollos, no existen las tías buenas, ni los tíos buenos que nos conocen y en cinco minutos se enamoran de nosotros, ni existe ningún mundo mágico. Muchas de las cosas que ocurren es porque: «Jo, es que yo vi esto y es que estaba muy barato». «Es que aquí me regalaban no sé qué». «Es que yo pensaba que esta persona, que la historia que me estaba contando me la creí». Es un mundo igual que el físico, solo que detrás de un ordenador y detrás de unos datos, ¿vale?
Quiero que os quedéis con estos mensajes. Sabéis que todas las revoluciones, todos los impases son difíciles de controlar. Nos ha tocado una etapa muy compleja. Esto no ha hecho más que empezar. Yo creo que estamos a tiempo todavía de que se tome la ciberseguridad en serio, de que es verdad que no se ve, pero os aseguro que se siente, y se siente bastante más incluso, porque lo físico se pasa, y lo virtual a veces lo que crea, lo que genera en nosotros, sobre todo en la gente joven, eso es acoso o ciberacoso, esas cosas que vemos, esos referentes para el día de mañana que yo no tuve, pero que la gente joven tiene, que van a marcar su vida, que van a decidir ellos si tienen esos referentes, qué es lo que quieren ser en su vida, nos tomemos muy en serio este mundo, porque va a marcar futuros, va a marcar referentes, está creando imágenes y rastros digitales muy potentes y no sabemos el día de mañana cómo puede evolucionar. Que lo toméis muy en serio, que os agradezco que hayáis venido aquí a escucharme, que ojalá entre vosotros o los que me escuchen más tarde, se despierten vocaciones, responsabilidades y que con una conducta de todos responsable, pues quizá el día mañana no haga falta que tengamos que estar hablando de estas cosas. Así que, muchísimas gracias.