“Donde hay un maestro, hay una escuela”
José María Pérez 'Peridis'
“Donde hay un maestro, hay una escuela”
José María Pérez 'Peridis'
Caricaturista y arquitecto
Creando oportunidades
Más de 40 años de viñetas y mucho más
José María Pérez 'Peridis' Caricaturista y arquitecto
José María Pérez 'Peridis'
Hace más de 40 años que las viñetas y caricaturas de ‘Peridis’ arrancan una sonrisa -o una reflexión- a los lectores del diario ‘El País’. Una labor humorística y satírica que lleva ejerciendo desde la fundación del periódico, en 1976.
Sin embargo, pocos saben que José María Pérez, alias ‘Peridis’, es casi un hombre del Renacimiento. Polifacético “por vocación y curiosidad”, ha compaginado su trabajo como ilustrador con la profesión de arquitecto, novelista y presentador de televisión. También ha llevado a cabo una intensa labor social y educativa en el ámbito del arte y la restauración del patrimonio. Pero si algo destaca de ‘Peridis’, es su sonrisa entrañable y su espíritu incansable. A sus 79 años es dueño del entusiasmo contagioso de un niño, un locuaz amante de la vida y un firme defensor del conocimiento.
José María Pérez, ‘Peridis’, es arquitecto, dibujante, divulgador del patrimonio cultural y escritor. Es colaborador en el programa ‘Aquí la Tierra’ de TVE y en ‘A vivir que son dos días’, de la Cadena Ser. También dirigió y presentó para TVE la serie documental ‘Las claves del Románico’. Es doctor honoris causa por la Universidad de Valladolid y recibió el Premio Nacional de Restauración y Conservación de Bienes Culturales en 2018. Es autor de diversos libros sobre humor, sátira política y divulgación de arte, como ‘La luz y el misterio de las catedrales’ (2012) y ‘Hasta una ruina puede ser una esperanza’ (2017). En 2014 obtuvo el Premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio por ‘Esperando al rey’. Su última novela, ‘El corazón con que vivo’, recibió el Premio Primavera de Novela en 2020.
Transcripción
Entonces, volver a la infancia para restaurarla es que Proust va en busca del tiempo perdido, pero ese tiempo ya ha pasado. Yo he tenido la suerte de ir al tiempo recobrado, es decir, de ir a la infancia pasada y perdida, pero recuperarla trabajando en ella y restaurándola.
Y uno quiere ser como esos, imitando las formas, que no tienen nada que ver con tu cultura, con tu tradición y con lo que sabe hacer el albañil. Creo que los arquitectos que hacen iconos para la sociedad es un mundo aparte, pero a la gente lo que le va a salir en la vida, es como al sastre, cuando había sastres, que te hace la ropa a la medida y que te esté bien. Yo tengo la sensación de que hay muchos arquitectos que son arquitectos de pasarela, porque cuando yo veo los desfiles, alguna vez que he visto algo en un documental, digo: “Esa señorita no puede salir con esa ropa a la calle”. La señora no se puede poner la ropa que lleva esa modelo. Se dirigen a otro mundo, a marcar tendencias, pero a ti te tiene que sentar bien la ropa. Yo creo que en arquitectura tenemos unos problemas importantes. Fundamentalmente, que ese sitio sea un sitio vividero, que esté todo pensado para que no te cortes con la escalera, que las cosas funcionen, que no tengas goteras, que haya una buena temperatura. Que sea un piso saludable, que permita una vida saludable o un edificio del tipo que sea. Si tú piensas en la forma, en un teatro, en la forma exterior, probablemente te olvidas de la acústica. Entonces hay que tener en cuenta lo que tienes que hacer. Es muy difícil hacer bien cualquier edificio. Si piensas en resolver los problemas que tienen, realmente la construcción y la arquitectura, el primero es que no se caiga, pero el segundo o el tercero, que eso se pueda limpiar, que se pueda climatizar, que no haya goteras, que no haya ruidos, etcétera. Entonces, si estás pensando en la foto de la revista, no piensas en los problemas reales, te distraes de lo principal.
Mira, cuando tienes niños y los ves que cogen el chupete y tienen seis, siete, ocho meses y tiran el chupete, y vas por la calle y tiran el chupete y lo tiran otra vez, te cabreas y dices: “¡Chaval, si es que lo tengo que limpiar todas las veces!”. Y está experimentando como Newton, está experimentando la ley de la gravedad. Nadie le ha explicado lo de Newton ni la manzana, pero él quiere saber si las cosas, cuando las sueltas o haces así, se caen, y si se caen siempre, está experimentando.
Entonces, ¿cómo es la enseñanza? ¿Por qué surgen las escuelas taller? Porque no es fácil aprender un oficio si no se practica. La práctica es fundamental para aprenderlo, luego está la teoría. La evolución del ser humano empieza, dicen, ¿eh?, yo en esto… En el ‘Homo habilis’, es el mono que coge una rama para alcanzar un fruto, pero luego es el ‘Homo faber’ es capaz de coger una especie de horquilla para tirar de la rama y tirar las ciruelas o lo que sea. Ha dado un paso extraordinario.
Sabe que con esas manos inteligentes puede modificar los objetos y hacerlos más útiles. Y finalmente, es el ‘Homo sapiens’ que dice: “Aquí está la ley de la gravedad y cae aceleradamente”. Entonces en la escuela, empezamos a enseñar con el ‘Sapiens’. Empezamos con sumar, con… Y yo me digo: “¿Y por qué no les damos una oportunidad mayor para que jueguen, para que investiguen, para que aprendan, para que hagan cosas con las manos?”. Porque hay que hacer cosas inteligentes con las manos inteligentes. Porque otra cosa que hacen los niños es destrozar los juguetes, que es una faena. Tú le das un juguete a un niño y lo que interesa… Nada, le das cuerda y tira. Pero ¿por qué anda porque yo haga así? Y abre y destripa los juguetes. Teníamos que dejar a los chavales en las escuelas que destriparan televisores, ordenadores, bicicletas y tal, porque es que somos muy inútiles con las manos y se aprende con las manos. Se aprende con las manos. Hay que darle una vuelta. Yo sería partidario de una escuela que fuera una escuela taller. Que el propio colegio lo cuidaran, lo mantuvieran los alumnos, los participantes, los chicos y las chicas, igual que hacía en la escuela taller. ¿Por qué no son capaces con un profesor adecuado de hacer las cosas ellos mismos y responsabilizarse de que el colegio esté limpio? No se tirarían papeles, no se mancharía si lo tienes que limpiar. Y luego lo mejor, yo me acuerdo en el colegio con el hermano Francisco, a mí me gustaba mucho, me llamaban Di Stéfano porque radiaba en diferido los partidos del Real Madrid a los compañeros del colegio. Y para poderlo hacer, me hice una radio de galena.
Bueno, pero era algo tan sencillo como coger un condensador, una bujía y con dos alambres, unos auriculares, yo tenía una radio, pero tú dile a un chaval que se haga una radio, pues se lo pasaría fenomenal haciéndose la radio. Ya una tele no te digo, eso ya tiene otra cosa.
En el fondo vamos haciendo balbuceos, aproximaciones, para captar la esencia de la persona. Yo, la caricatura, pues trato de buscar la esencia de la persona. Y en la arquitectura, pues bueno, pues probablemente edificios que tuvieran una cierta hermosura y que se estuviera a gusto. Mira, lo mejor que me ha ocurrido en arquitectura, en algunas rehabilitaciones, era conseguir espacios de paz. O sea, un sitio acogedor.
Que la luz, color, sin grandes pretensiones, que tuviera armonía. En el fondo, también, lo que estamos buscando todos de una manera o de otra, es la felicidad a través de la armonía. ¿Cuándo eres más feliz? Cuando estás en armonía contigo, con tus familiares, en tu sociedad, en la vida, o sea, bueno, entiendes que la vida es así y dices: “Está bien, está bien. Es un buen invento esto de la vida. Una pena que se termine, pero es la única manera de que vengan otros”. La vida es un cine de sesión continua. La única manera de que vea otro la película es que te vayas tú y dejes el asiento. Lo precioso es cuando dejas el asiento a tus seres queridos y les dejas tu sitio.