“Debemos educar a los niños para defender la naturaleza”
Miguel Delibes de Castro
“Debemos educar a los niños para defender la naturaleza”
Miguel Delibes de Castro
Profesor e investigador del CSIC
Creando oportunidades
¿Qué mundo heredarán nuestros hijos?
Miguel Delibes de Castro Profesor e investigador del CSIC
Miguel Delibes de Castro
El biólogo Miguel Delibes de Castro recuerda que su padre, el novelista Miguel Delibes, fue quien le inspiró el amor por la naturaleza y la curiosidad por entenderla. Juntos, padre e hijo, publicaron ‘La tierra herida’ en 2005, como advertencia sobre el futuro preocupante del medio ambiente. “La conclusión era que el mundo que íbamos a dejar a nuestros hijos no era muy positivo, pero ahora mismo las cosas van peor. Desde el punto de vista de la pérdida de vida silvestre, de la contaminación, del CO2 en la atmósfera, del cambio climático, todos los indicadores son negativos”, advierte Delibes de Castro, profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y presidente de las Sociedad Española para la Conservación y Estudio de Mamíferos.
Después de escribir la ‘Enciclopedia Salvat de la Fauna’ con Félix Rodríguez de la Fuente, el científico vivió y trabajó en la Estación Biológica de Doñana, donde comenzó su lucha contra la extinción del lince ibérico, del que es considerado un experto a nivel internacional. “Desaparecen miles de especies cada año. Si sigue a este ritmo, los expertos consideran que entre el año 890 y 2150 se habrá extinguido el 75% de las especies. Eso es una extinción masiva. Debemos conservar la naturaleza y darle una importancia que los apóstoles del cambio climático desdeñan”, señala.
Autor de numerosas investigaciones, artículos científicos y libros de divulgación, Delibes de Castro ha recibido, entre otros, el Premio Nacional Félix Rodríguez de la Fuente a la Conservación de la Naturaleza y el Premio Nacional de Investigación Alejandro Malaspina.
Transcripción
Mi padre llamaba a las cosas del campo con el nombre que les daban en los pueblos, lo que él oía, y a veces no era el correcto de acuerdo con los expertos. A la abubilla, por ejemplo, la llamaba “cuclillo”, porque su padre le llamaba “cuclillo” también. La abubilla hace «uh-uh-uh» que se parece un poco al “cucú” y entonces creían que era el cuclillo… pero saber que pájaros eran, qué peces eran los que había en el río, dónde se escondían los cangrejos que queríamos pescar, era nuestra pasión. Y así yo llegué al bachillerato, donde tú das clase queriendo ser naturalista, pero en aquella época, incluso sin saber que existía la profesión de biólogo, algo que parece rarísimo hoy, yo tardé en saber que existía esa carrera. Soy la trece promoción de biólogos de España, o sea que no había muchas, y me lo dijo un profesor de Biología ya en el primer año de carrera.
Y cuando llegaba el día de las Mercedes, que es el 24 de septiembre, que era la despedida de Sedano, porque allí había unos familiares nuestros con muchas Mercedes en la familia y se hacía una merienda importante, y después de las Mercedes volvíamos a Valladolid, mirábamos el perfil de las montañas tratando de memorizarlo para recordarlo durante el invierno cuando lo echáramos de menos. Pero efectivamente, yo creo que mi afición a la naturaleza y la de muchos de mis hermanos, somos cuatro biólogos de siete, se generó con la afición naturaleza de mi padre y con Sedano.
Luego, en Doñana está cambiando el clima también: hace más calor. La media es como un grado o un grado y medio más que cuando yo llegué, que es mucho, es muchísimo, y llueve menos. Desde 2011, 2012, todos los años ha llovido menos de la media de los años anteriores. Entonces, llueve menos, probablemente porque el clima cambia también, pero eso perjudica a Doñana. Tiende a hacerla más africana y menos norteña, digamos, cuando en Doñana, por tener agua muy cerca de la superficie del suelo, hay brezales como los gallegos. Entonces, eso es parte de la riqueza de Doñana, que los hábitats son muy variables, muy heterogéneos. Luego también están llegando muchísimas especies de fuera, las especies forasteras. Y esas especies entran en los ecosistemas de Doñana y los alteran. El que más alteró fue el cangrejo rojo, en los años ochenta o setenta, el cangrejo rojo ahora está medio controlado pero hay especies que se han hecho muy raras, y otras, en cambio, las que comen cangrejos, se han hecho comunes. Entonces, van cambiando. Estos son en realidad los problemas principales de Doñana. Pero el problema es que no dependen tanto de los que gestionan Doñana como de lo que ocurre fuera. Es decir, Doñana es también una víctima de la globalización.
Empezaron a decir que sería una vergüenza que el primer felino, el primer gato que se extinguía en el mundo en los últimos cinco mil años se extinguiera en España y Portugal, que eran países ricos. Si se extinguen en Malawi, pues probablemente hay poco que arreglar, no se conoce bien, pero aquí lo sabíamos muy bien. Y la Unión Europea, el Gobierno de España, el Gobierno de Andalucía y sobre todo la Unión Europea han dado mucho dinero. Se hizo un centro de cría en cautividad, temíamos que los linces iban a ser malos criadores en cautividad y son buenísimos. Crían muy bien. Y estos linces también temíamos que no sirvieran para soltarlos en el campo, pero se han soltado y se adaptan bien, se aclimatan bien. Entonces, ahora mismo hay cerca de mil linces ya en el campo de ciento y pocos que llegó a haber. Y estamos muy orgullosos de esto. No quiere decir que el peligro haya pasado, pero sí que las cosas se han hecho bien y que el lince se ha recuperado.
“¿Qué mundo heredarán nuestros hijos?”
Y la gente sigue volviendo de vacaciones a las Maldivas o a sabe Dios. Entonces, acostumbrarse a vivir con menos. Lo que antes hemos llamado bienestar, a que el bienestar sea tener lo suficiente para vivir, ver salir el sol, ver acostarse el sol, pasear con los nietos de la mano. Si todo esto lo consiguiéramos, frenaríamos esta carrera hacia la autodestrucción en la que estamos inmersos.