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“Debemos educar a los niños para defender la naturaleza”

Miguel Delibes de Castro

“Debemos educar a los niños para defender la naturaleza”

Miguel Delibes de Castro

Profesor e investigador del CSIC


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Miguel Delibes de Castro

El biólogo Miguel Delibes de Castro recuerda que su padre, el novelista Miguel Delibes, fue quien le inspiró el amor por la naturaleza y la curiosidad por entenderla. Juntos, padre e hijo, publicaron ‘La tierra herida’ en 2005, como advertencia sobre el futuro preocupante del medio ambiente. “La conclusión era que el mundo que íbamos a dejar a nuestros hijos no era muy positivo, pero ahora mismo las cosas van peor. Desde el punto de vista de la pérdida de vida silvestre, de la contaminación, del CO2 en la atmósfera, del cambio climático, todos los indicadores son negativos”, advierte Delibes de Castro, profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y presidente de las Sociedad Española para la Conservación y Estudio de Mamíferos.
Después de escribir la ‘Enciclopedia Salvat de la Fauna’ con Félix Rodríguez de la Fuente, el científico vivió y trabajó en la Estación Biológica de Doñana, donde comenzó su lucha contra la extinción del lince ibérico, del que es considerado un experto a nivel internacional. “Desaparecen miles de especies cada año. Si sigue a este ritmo, los expertos consideran que entre el año 890 y 2150 se habrá extinguido el 75% de las especies. Eso es una extinción masiva. Debemos conservar la naturaleza y darle una importancia que los apóstoles del cambio climático desdeñan”, señala.
Autor de numerosas investigaciones, artículos científicos y libros de divulgación, Delibes de Castro ha recibido, entre otros, el Premio Nacional Félix Rodríguez de la Fuente a la Conservación de la Naturaleza y el Premio Nacional de Investigación Alejandro Malaspina.


Transcripción

00:07
Miguel Delibes de Castro. Soy Miguel Delibes de Castro, profesor ad honorem del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en la Estación Biológica de Doñana de Sevilla y Huelva. He dedicado casi toda mi vida al estudio de la ecología y la conservación de los mamíferos carnívoros, en concreto, y de la naturaleza en general.

00:29
Maite Navarro. Hola, Miguel, mi nombre es Maite, soy profesora de Biología y es un placer estar aquí sentada para hablar de medio ambiente y naturaleza, dos temas muy presentes en tu familia y también en la mía.

00:41
Miguel Delibes de Castro. Me alegro muchísimo, Maite, pues encantado de estar contigo y el placer es mío también.

00:47
Maite Navarro. Me gustaría empezar echando la vista atrás y que nos cuentes un poquito de dónde surge esa pasión de conservación y ese amor por la naturaleza. Tu padre tuvo mucho que ver, ¿verdad?

00:58
Miguel Delibes de Castro. Muchísimo que ver. Como tú dices, la familia me parece muy importante, sobre todo en la pasión por la naturaleza y en la curiosidad por conocer. La conservación vino después. Yo debo confesar que cuando era un niño no teníamos la sensación de que la naturaleza se estuviera deteriorando. Ahora sabemos que sí, que lo hacía, pero yo hasta los catorce o quince años que no leí algún libro… Uno que se llamaba ‘El Serengueti debe vivir’, pues hasta que no leí esos libros no fui consciente de que estaban desapareciendo especies, porque para mí el campo, la naturaleza, era enorme, ilimitada, infinita y la pasión de mi padre tenía por el aire libre… Él decía, ya de mayor: “He pasado la mitad de mi vida al aire libre y si algo lamento es no haber pasado también la otra mitad”, es decir, le hubiera gustado estar todo el tiempo al aire libre. La heredamos sus hijos en gran medida. Con él, de niños salíamos al campo, a oír los grillos en primavera, también a capturar grillos, teníamos unas grilleras pequeñitas en casa. Que cantaban los grillos por la noche, ahora nos quejaríamos de que no nos dejaban dormir. Y realmente eso nos hacía vivir la naturaleza apasionadamente. Y cuando te digo vivir era no solo disfrutarla, sino también un elemento que me parece fundamental, que es la curiosidad. Saber por qué es así, qué come tal bicho, qué hace el otro, cómo se llaman. Es decir, no nos conformábamos con ver los pájaros. Queríamos saber su nombre, aunque muchas veces fuera un nombre equivocado.

“Debemos educar a los niños para defender la naturaleza”. Miguel Delibes de Castro
02:51

Mi padre llamaba a las cosas del campo con el nombre que les daban en los pueblos, lo que él oía, y a veces no era el correcto de acuerdo con los expertos. A la abubilla, por ejemplo, la llamaba “cuclillo”, porque su padre le llamaba “cuclillo” también. La abubilla hace «uh-uh-uh» que se parece un poco al “cucú” y entonces creían que era el cuclillo… pero saber que pájaros eran, qué peces eran los que había en el río, dónde se escondían los cangrejos que queríamos pescar, era nuestra pasión. Y así yo llegué al bachillerato, donde tú das clase queriendo ser naturalista, pero en aquella época, incluso sin saber que existía la profesión de biólogo, algo que parece rarísimo hoy, yo tardé en saber que existía esa carrera. Soy la trece promoción de biólogos de España, o sea que no había muchas, y me lo dijo un profesor de Biología ya en el primer año de carrera.

04:02
Maite Navarro. Tengo entendido que su vida pasó entre Valladolid y Sedana, que es un pueblecito…

04:09
Miguel Delibes de Castro. Sedano.

04:09
Maite Navarro. Sedano, perdón, Sedano, que está entre la ciudad y el campo. Y tengo entendido también que lo que dices es que verdaderamente vivir, vivía durante esos tres meses en el campo, rodeado de plantas, de árboles, de animales. ¿Cómo de importante es para la infancia vivir en la naturaleza?

04:31
Miguel Delibes de Castro. A mí me parece fundamental para los chicos, para las chicas, desde pequeños, el familiarizarse con el campo. Y a mí me parece también, pero quizá es un sesgo que yo tengo por mi infancia, fundamental familiarizarse de cerca. Tocar los árboles, tocar los animales, poder coger un cangrejo con la mano a riesgo de que te coja con las pinzas. Pero oigo a personas de mi edad y más jóvenes que dicen: “Qué bonita la naturaleza, si no fuera por los bichos”. Bueno, a mí me parece que conocer los bichos, familiarizarse con ellos, es importantísimo. Como tú dices, de niños pasábamos los tres meses de verano, eran tres meses reales, del veintitantos de junio al veintitantos de septiembre en Sedano, y la percepción que teníamos nosotros entonces, Sedano es un vallecito en el norte de Burgos, en el páramo de Masa, la vida real era allí los nueve meses de curso y perdona, siendo profesora, que te lo diga, era como un interregno, como una espera de que llegara Sedano otra vez, porque era donde íbamos a vivir intensamente: a salir en bicicleta, a ir a trillar a las eras, a subir en burro a recoger trigo al páramo. Nos subían en el burro los agricultores y al bajar el burro bajaba cargado de trigo y nosotros andando pero eso ya era cuesta abajo, que era más fácil. Buscábamos nidos, cogíamos cangrejos, ya un poco más mayorcitos, pescábamos. Eso era lo que nos parecía vivir.

06:18

Y cuando llegaba el día de las Mercedes, que es el 24 de septiembre, que era la despedida de Sedano, porque allí había unos familiares nuestros con muchas Mercedes en la familia y se hacía una merienda importante, y después de las Mercedes volvíamos a Valladolid, mirábamos el perfil de las montañas tratando de memorizarlo para recordarlo durante el invierno cuando lo echáramos de menos. Pero efectivamente, yo creo que mi afición a la naturaleza y la de muchos de mis hermanos, somos cuatro biólogos de siete, se generó con la afición naturaleza de mi padre y con Sedano.

07:06
Maite Navarro. Hablando también de este mundo, de este campo, del mundo del campo, me gustaría saber cuál es su visión sobre la España vaciada.

07:14
Miguel Delibes de Castro. A mí me duele percibirlo como una pérdida de un lenguaje, de unos hábitos, de unas costumbres, de una solidaridad entre la gente, que se ayudaba para las tareas comunes, en los pueblos, de gritos de niños, en los pueblos donde ahora apenas hay niños. Me da pena, desde ese punto de vista, y lo siento como una pérdida social, una pérdida que experimentamos todos. Desde otros puntos de vista, en conservación de la naturaleza, pues realmente en España se está recuperando el bosque, y en parte es porque la gente ya no corta leña y no vive en los pueblos. Esto hace que los riesgos de incendio sean más grandes, lo que es negativo, pero también que el bosque vaya a más. Algo está ocurriendo en Europa, en general, y esto es positivo. Especies que se habían erradicado prácticamente, como el ciervo, el jabalí o el corzo, ahora son demasiado abundantes y crean problemas de tráfico, por ejemplo, o de salud. Entonces, tiene muchos puntos de vista y quizá uno de los que más me duelen es que se haya dejado de consumir lo que uno produce. Es decir, que antes en los pueblos casi todo lo que consumían se producía en la proximidad y eso me parece muy positivo. Y se producía poca basura. En Sedano, donde hemos hablado, no hubo basurero hasta los años setenta, o por ahí, del siglo pasado, porque apenas se producía basura, no tirábamos nada, todo se aprovechaba. Y bueno, pues ahora tiene que pasar el camión de la basura, como en todas partes y en él se generan muchos desperdicios. Bueno, esto también se ha exacerbado al trasladarnos a vivir a las ciudades.

09:22
Maite Navarro. Sí, no sé, yo como profesora me gustaría tener una escuela comprometida con el medio ambiente, y con la protección de la naturaleza. ¿Cómo podríamos hacerlo? ¿Cómo podríamos hacer que nuestros chicos y chicas sean críticos y entren en acción, a la acción de proteger este medio ambiente?

09:39
Miguel Delibes de Castro. Pienso que la mejor manera es enseñando. Es decir, el conocimiento. Durante muchos años, en la conservación de la naturaleza hemos postulado el alentar la sensibilidad, el que se sintieran concernidos, enamorados de la naturaleza. Y yo creo que eso ya ha quedado detrás, que ahora hay que enseñar que dependemos de ella. Es decir, que somos parte de la naturaleza, que destruyéndola estamos destruyéndonos nosotros mismos. Que ya problemas que estamos teniendo en el mundo actual, de clima, de falta de suministros, tienen que ver con los problemas ambientales… Es decir, haciéndoles ver que hay que conservar la naturaleza para poder vivir como hemos vivido, como han vivido sus padres, como han vivido sus abuelos, que hemos llegado a un momento de parar, porque estamos al borde del abismo. Nos ha ido muy bien como especie explotando los recursos, tirando todo lo que nos sobraba, generando muchos residuos, contaminando… Hemos crecido mucho, sobre todo los dos últimos siglos. Y podríamos decir: “Bueno, qué exitazo. Hemos pasado de quinientos millones o de mil millones de personas a ocho mil millones en muy poco tiempo. Eso quiere decir que nos ha ido bien”. Sí, pero lo hemos hecho a costa de cargarnos el sistema del que dependemos, que es la naturaleza. Yo creo que a los chicos y chicas no hay que decirles ya tanto que la naturaleza sufre, no hay que hablarles de protección como se habla de proteger a los ancianos o a los niños, hay que hablarles de conservar la naturaleza porque dependemos de ella, porque nos hace falta.

11:45
Maite Navarro. Tal vez una de las maneras es acercar esa naturaleza a los chicos y a las chicas de nuestros colegios e institutos, porque muchas veces estamos muy alejados.

11:53
Miguel Delibes de Castro. Claro, si ellos no saben que para comer una naranja hacen falta insectos que polinicen las flores, o para comer una manzana, o no saben que para beber leche la vaca tiene que comer hierba, que necesita los microbios del suelo, y que si esos microbios del suelo desaparecen, el suelo va a dejar de ser fértil. Si ellos no saben que para curar enfermedades hacen falta bosques donde están creciendo las plantas que nos dan los antibióticos o los alcaloides que precisamos para defendernos de bacterias. Si ellos no saben todo eso, no van a ser conscientes de que es necesario conservar. Necesitamos el resto de la biodiversidad, de la vida, y eso lo tienen que aprender viéndolo, oyéndolo, escuchándoos a los profesores.

“Debemos educar a los niños para defender la naturaleza”. Miguel Delibes de Castro
12:50
Maite Navarro. Pues los llevaremos a la acción. Me gustaría ir al día en que terminaste la Licenciatura de Biología, ese último día en el que estabas haciendo tu examen, tu último examen y te llama el asistente de Félix Rodríguez de la Fuente. ¿Me podrías contar un poquito más cómo fue ese momento, esa anécdota?

13:07
Miguel Delibes de Castro. Mira, fue una enorme casualidad, tanta que yo no me lo creí. Efectivamente, era un examen de Paleontología, práctico. Había que reconocer fósiles, y yo había estado toda la noche estudiando, porque no nos sabíamos muy bien los fósiles. Y llego al examen, lo hice, y llego al Colegio Mayor donde vivía a la una y me llaman por teléfono y una voz femenina me dice: “Trabajo con el doctor Rodríguez de la Fuente, que quiere citarle esta tarde en su casa para ofrecerle un trabajo”. Claro, ahora todo es todo mucho más difícil, pero cuando yo terminé tampoco era tan sencillo un biólogo a qué se iba a dedicar, si a dar clases… Y entonces, yo creí que era una broma y a la chica le dije: “Muy bien, pero ahora cuéntame una de vaqueros”, porque no me lo creía. “No, le estoy hablando completamente en serio, si quiere…”. Y me dio la dirección: “En la calle tal, a las cuatro de la tarde le esperamos”. Y bueno, me preparé, fui allí, llamé al timbre, abrió una chica también y le dije: “Mire, no sé si me han gastado una broma o me están esperando”. Y me dijo: “Le están esperando, le están esperando”. Y ahí me ofreció trabajar en la ‘Enciclopedia de la Fauna’ después de pasar una prueba, me hizo escribir algo, a partir del 1 de octubre. Y bueno, pues ese fue mi primer trabajo, durante tres años: escribir la ‘Enciclopedia Salvat de la Fauna’. Y aprendí muchísimo a contar las cosas de fauna y ecología. Siempre he dicho, no sé si exagerando un poco, que me enseñó a amar la naturaleza un literato, mi padre, y me enseñó a contarla un conservacionista, Rodríguez de la Fuente, o sea que lo aprendí cruzado.

14:59
Maite Navarro. ¿Y cómo era trabajar con Félix Rodríguez de la Fuente?

15:03
Miguel Delibes de Castro. Pues nos reuníamos todos los días en un chalé en El Viso, en Madrid, por las mañanas, y él nos repartía las tareas que teníamos que hacer y decía: “A ti te toca hacer un capítulo sobre el hipopótamo”. Y entonces nosotros teníamos que buscar la información, las fuentes, y escribir sobre el hipopótamo. A lo mejor en una semana escribir veinte folios o veintitantos folios del hipopótamo y él luego lo retocaba todo. En algunos casos lo cambiaba completamente, con mucha más facilidad que nosotros, pero para mí fue una gran experiencia. O sea que yo tengo un recuerdo muy positivo de Rodríguez de la Fuente. Era un hombre con pequeñas debilidades, como todos, pero para mí eso lo hace más humano todavía.

15:49
Maite Navarro. Después de tu etapa con Félix, te fuiste a Doñana. Por aquel entonces Doñana era un lugar inhóspito, sin luz, sin electricidad. ¿Cómo fue tu experiencia allí?

16:01
Miguel Delibes de Castro. Efectivamente, cuando acabamos la enciclopedia… A mí me gustaba investigar, había hecho algunos pinitos de investigación, mientras hacíamos la enciclopedia hice mi tesina, que te hablaba antes, y entonces se me ocurrió plantear pedir una beca para ir a Doñana. Pasaba a ganar tres veces menos que con la enciclopedia, y el director de Doñana entonces, que era Valverde, me dijo: “Bueno, perfecto, yo te apoyo para que te den la beca, pero tienes que vivir en el Palacio de Doñana”, que era un sitio, no aislado, porque vivían allí guardas, caseros con sus familias, una pequeña comunidad de unas 20 personas, pero sí incomunicado, sin electricidad, sin teléfono. Al año de estar allí me casé y mis suegros llevaron muy mal que su hija, que era vallisoletana, se fuera a vivir a un sitio donde no la podían llamar por teléfono ni contactar de ninguna manera. Pero tenemos un recuerdo muy hermoso de aquellos años y un lazo sentimental con la gente, muchos se han muerto ya, porque yo era de los jóvenes que compartimos aquellos cinco años que estuvimos allí, estupendo. Luego ya tuvimos un niño, le quisimos criar en Doñana y no se secaba la ropa, no quería mamar, había que darle biberón, había que calentar el biberón en un hornillo de butano, leer con una lámpara de butano también, como los mineros, en la frente. Y decidimos ir a Sevilla una temporada y aquello se convirtió en ir a Sevilla para siempre.

17:43
Maite Navarro. ¿Y qué era exactamente lo que fuiste a investigar a Doñana?

17:46
Miguel Delibes de Castro. Pues fui a investigar, a hacer una tesis doctoral sobre la ecología de la jineta, que parece un gato y el meloncillo, que es la única mangosta que hay en España. Pero estando allí me pareció mucho más fácil estudiar el comportamiento trófico, lo que comía, el lince ibérico, porque las jinetas y los meloncillos no se los veía jamás y en cambio lo otro, pues se veían y se recogían. Y acabé haciendo la tesis sobre el comportamiento alimenticio del lince ibérico en Doñana.

18:19
Maite Navarro. Una vez te preguntaron que para qué servía Doñana y creo que contestaste que para qué sirve el Museo del Prado. ¿Crees que se ha entendido esa respuesta?

18:29
Miguel Delibes de Castro. Bueno, eso fue efectivamente en un libro. Escribí un libro sobre Doñana en 1980 y acababa así. Y decía: “A pesar de todo lo que he argumentado a favor de Doñana, habrá quien diga que no sirve para nada. Y si alguien me pregunta: ‘¿Para qué sirve Doñana?’, le contestaría: ‘Para nada, igual que el Museo del Prado’”. Esa idea ha cambiado mucho desde 1980 a ahora. La naturaleza nos sirve muchísimo. De eso no éramos conscientes hace cuarenta años, cuarenta y tantos años. O sea que ahora dices: “¿Para qué sirve Doñana?”. Habría que decir que retiene las avenidas, que frena el impulso del mar para entrar y salinizar los arrozales, que conserva especies que no hay en otro sitio y que pueden ser buenas polinizadoras, o fecundar el suelo de alguna manera… Entonces, ahora mismo diríamos que sirve para mucho. Pero reconozco que lo de: “Para nada, igual que el Museo del Prado”, suena literario y más rotundo.

19:28
Maite Navarro. Miguel, ¿han cambiado mucho los peligros que asedian o asediaban en los años 70 en Doñana? ¿Y cómo ha cambiado Doñana desde entonces?

19:38
Miguel Delibes de Castro. Sí, en Doñana han cambiado mucho por una razón importante y de fondo, y es que en los años setenta la sociedad no había aceptado que Doñana se conservara, y entonces se programaban carreteras a través de Doñana, se programaban urbanizaciones turísticas junto a Doñana, se programaba la desecación de miles de hectáreas para cultivar… Entonces, todo eso, que eran amenazas directas, lo hemos vencido, digamos. Entonces yo he dicho a menudo que Doñana es como un condenado a muerte que se haya librado del patíbulo. Todas aquellas cosas: si hacen una carretera por medio de Doñana, si hacen urbanizaciones en toda la costa, hubieran acabado con Doñana, pero todo eso se terminó. Con lo que no contábamos es con que vinieran otros problemas que cada vez más dependen de fuera, es decir, no de la propia Doñana, no de cómo se gestiona Doñana, sino de fuera. Un problema importante, y quizás el que más nos preocupa ahora, es la gestión del agua dulce, que es subterránea. En los alrededores de Doñana hay un negocio muy floreciente de cultivo de frutos rojos: fresas, arándanos, frambuesas y estos riegan todo con agua del subsuelo que rebaja, disminuye, el nivel freático del agua en Doñana. Entonces esto tiende a secar lagunas y a cambiar la vegetación. Hay que convivir con esos cultivos, porque son muy importantes, y enseñarles a usar menos agua y sobre todo, lo más difícil, que es usar menos agua los años que llueve poco. Porque los años que llueve poco, el acuífero baja y si encima sacan mucha agua porque ha llovido poco, pues baja más todavía.

21:36

Luego, en Doñana está cambiando el clima también: hace más calor. La media es como un grado o un grado y medio más que cuando yo llegué, que es mucho, es muchísimo, y llueve menos. Desde 2011, 2012, todos los años ha llovido menos de la media de los años anteriores. Entonces, llueve menos, probablemente porque el clima cambia también, pero eso perjudica a Doñana. Tiende a hacerla más africana y menos norteña, digamos, cuando en Doñana, por tener agua muy cerca de la superficie del suelo, hay brezales como los gallegos. Entonces, eso es parte de la riqueza de Doñana, que los hábitats son muy variables, muy heterogéneos. Luego también están llegando muchísimas especies de fuera, las especies forasteras. Y esas especies entran en los ecosistemas de Doñana y los alteran. El que más alteró fue el cangrejo rojo, en los años ochenta o setenta, el cangrejo rojo ahora está medio controlado pero hay especies que se han hecho muy raras, y otras, en cambio, las que comen cangrejos, se han hecho comunes. Entonces, van cambiando. Estos son en realidad los problemas principales de Doñana. Pero el problema es que no dependen tanto de los que gestionan Doñana como de lo que ocurre fuera. Es decir, Doñana es también una víctima de la globalización.

“Debemos educar a los niños para defender la naturaleza”. Miguel Delibes de Castro
23:12
Maite Navarro. Hablando un poco de las especies, hay especies que se han extinguido, creo que es el esturión, y algunas que estaban a punto de extinguirse, como es el lince ibérico. ¿Nos podrías hablar un poco de qué medidas se tomaron de conservación del lince y cómo se encuentra la población ahora mismo?

23:29
Miguel Delibes de Castro. Sí, es muy bonita tu pregunta, porque efectivamente son dos buenos ejemplos. El esturión se pescaba por toneladas en el Guadalquivir hace dos siglos, o siglo y medio, se comía, no se aprovechaban las huevas. El caviar no tenía fama, luego llegaron en el siglo XIX expertos centroeuropeos que sabían procesar el caviar y pusieron una fábrica de caviar y luego, sobre todo, el remate fue que hicieron una presa en Alcalá del Río, que impedía a los esturiones remontar a sus frezaderos, a los lugares donde ponían, entonces, no podían poner, les pescaban mucho, cuando se atacaban en la presa se los veía allí, los cogían con redes, con ganchos, de todas las maneras, y acabaron con los esturiones en poco tiempo. Ese último esturión que yo he contado le cogieron allí y le trajeron a Doñana con la esperanza de que pudiera vivir para hacer un programa de cría en cautividad. Pero murió. Entonces, esturiones ahora no hay, en el Guadalquivir y se han extinguido. Los linces, en cambio, que era con lo que yo trabajaba, pues yo estoy orgulloso de que fuimos capaces de dar la voz de alarma. Dijimos que en España quedaban menos de mil linces, o mil linces, en un estudio científico limitado, como todos, pero bien hecho. Lo mandamos a Bruselas, a la UICN, al Gobierno de España, se lo mandamos al Rey, se lo mandamos al jefe de Gobierno de Portugal, diciendo que tenían que hacer algo y aquello tuvo éxito, sobre todo por las organizaciones conservacionistas internacionales.

25:08

Empezaron a decir que sería una vergüenza que el primer felino, el primer gato que se extinguía en el mundo en los últimos cinco mil años se extinguiera en España y Portugal, que eran países ricos. Si se extinguen en Malawi, pues probablemente hay poco que arreglar, no se conoce bien, pero aquí lo sabíamos muy bien. Y la Unión Europea, el Gobierno de España, el Gobierno de Andalucía y sobre todo la Unión Europea han dado mucho dinero. Se hizo un centro de cría en cautividad, temíamos que los linces iban a ser malos criadores en cautividad y son buenísimos. Crían muy bien. Y estos linces también temíamos que no sirvieran para soltarlos en el campo, pero se han soltado y se adaptan bien, se aclimatan bien. Entonces, ahora mismo hay cerca de mil linces ya en el campo de ciento y pocos que llegó a haber. Y estamos muy orgullosos de esto. No quiere decir que el peligro haya pasado, pero sí que las cosas se han hecho bien y que el lince se ha recuperado.

26:16
Maite Navarro. Muchas gracias por recuperar el lince. Y ¿estás trabajando ahora en recuperar otro? ¿Estás luchando por alguna otra…?

26:22
Miguel Delibes de Castro. La recuperación no la he hecho yo… Iba a aceptar las flores ajenas que me asignabas, dándome las gracias. Los investigadores aportamos conocimiento y la gestión para recuperar, la hacen los técnicos de medio ambiente, o sea que lo hacen funcionarios de Medio Ambiente, en este caso en el Ministerio, en Madrid y en Sevilla, en Andalucía en la Consejería, en Extremadura, que hay un centro de cría, y en Castilla-La Mancha también se sueltan linces. Entonces la recuperación hay que reconocérsela a ellos y otorgarles el agradecimiento a ellos, que lo han sabido hacer. Y yo he seguido investigando, por ejemplo, con las nutrias. Pero las nutrias, afortunadamente, se han recuperado solas muy bien y hay muchas más nutrias de las que había hace treinta años. Hemos hecho cuatro estudios en la Sociedad de Mamíferos, de la que soy el presidente, había nutrias, en los setenta, en el treinta por ciento de los puntos que muestreábamos, y ahora mismo en el noventa. O sea que hay muchas nutrias, que se han conservado, en parte porque hay menos gente del campo que las cace, en parte porque ya no se venden pieles, en parte por las directivas europeas que obligan a tener el agua de los ríos más limpia. Entonces, se contamina menos. Pero la nutria va bien y los últimos artículos que he publicado eran sobre la nutria.

27:53
Maite Navarro. Me gustaría ir a otro evento familiar, la entrada de tu padre, Miguel Delibes a la Real Academia Española, en la que se hizo un discurso en el que se hizo un llamamiento a la protección ambiental y al ecologismo. Tú tuviste algo que ver con el escrito de tu padre…

28:14
Miguel Delibes de Castro. Sí, cuando a mi padre lo escogieron para formar parte de la Real Academia, que pudo ser en el 73, quizá, en 1973, yo había estado trabajando con Rodríguez de la Fuente, haciendo fascículos, y ya era becario en Doñana. Y mi padre estaba muy preocupado por la pérdida de naturaleza, el deterioro de la naturaleza, que él percibía cuando salía al campo y cuando salía a cazar y pescar. Es decir, no había leído nada, pero sabía que había menos pájaros cantores, que los ríos donde iba a pescar truchas se secaban o se contaminaban y no había truchas, que los cangrejos estaban muriendo por un hongo. Y todo eso le preocupaba mucho. Y cuando le escogieron me llamó y me dijo: “Mira, yo quiero hacer un discurso de defensa de la naturaleza, pero eso es muy raro en una academia de la lengua, entonces vamos a buscar una manera para ligarlo a la literatura”. Y ese fue el título del discurso, que es ‘El sentido del progreso desde mi obra’. Y yo le ayudé, le hice más intelectual, digamos. Le di a leer el estudio de ‘Los límites del crecimiento’ que se había publicado en 1972, me parece, el libro ‘La primavera silenciosa’. Todas esas cosas se las di a leer y le preocuparon muchísimo más. Es decir, la inquietud que él tenía, local, pasó a ser una inquietud global. Se dio cuenta de que era un problema en todas partes y esto le inquietó muchísimo más. Entonces, él llamaba medio en broma a su discurso “la tesina”, porque entonces los hijos hacíamos tesinas, que era el trabajo de fin de licenciatura de ahora. Y decía: “Esta es mi tesina y me la estás dirigiendo tú”, o sea, que un hijo dirige a su padre, decía en broma.

30:23
Maite Navarro. ¿Y ese discurso cómo se recibió por parte de los académicos en aquel momento?

30:29
Miguel Delibes de Castro. Pues nosotros no lo percibimos mucho. Yo vivía en Doñana, bastante aislado y mi madre había muerto en 1974, muy joven, y mi padre cuando lo leyó, en el 75, lo leyó el día del cumpleaños de mi madre y se lo dedicó. Y en parte por eso estaba lleno de amigos y de conocidos y le aplaudieron muchísimo tiempo. Todo el mundo puesto en pie, aplaudiéndolo mucho rato y nos pareció que se había recibido muy bien. Pero luego hemos leído o yo he leído algunas reacciones y fue más bien de desconcierto. No llegaban a entender ese cuestionamiento del progreso en unos años, en los 70, en que a lo que España aspiraba era a traer más turistas, a hacer más urbanizaciones, hacer más carreteras y alcanzar el pleno desarrollo, esa aspiración que se decía entonces, equipararnos a Europa en bienestar, en desarrollo… Y cuando mi padre decía que eso estaba enfriando el corazón del hombre, que decíamos antes, pues se quedaron un poco desconcertados. Pero luego se empezó a hablar de él como el primer ecologista, y realmente no lo era, pero era el primer intelectual que había hecho algo ecológico, y realmente, con el tiempo, ha quedado como un hito en su literatura y en la historia del ecologismo.

“Debemos educar a los niños para defender la naturaleza”. Miguel Delibes de Castro
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“¿Qué mundo heredarán nuestros hijos?”

Miguel Delibes de Castro

32:07
Maite Navarro. También has escrito un libro con tu padre, ‘La tierra herida’. Y el subtítulo era algo así como: “¿Qué mundo dejaremos a nuestros hijos?”.

32:17
Miguel Delibes de Castro. “Heredarán nuestros hijos”.

32:18
Maite Navarro. Heredarán nuestros hijos. Y hoy en día, ¿eres más positivo o negativo? ¿Cómo está el asunto?

32:25
Miguel Delibes de Castro. A mi padre le insistieron muchas veces, 25 años después, 30 años después del discurso en la academia, que hiciera otro texto actualizado: ¿qué había pasado en esos treinta años? Y él siempre decía: “Yo no sé de eso, el que sabe es mi hijo, preguntadle a él”. A mí no me preguntaba nadie, pero entonces a mi padre se le ocurrió que lo hiciéramos juntos, que él me preguntaba y yo contestaba, y así hicimos ‘La tierra herida’. Y ciertamente ‘La tierra herida’ revela que las cosas habían ido a peor, con un aspecto positivo, que es que lo conocíamos mucho mejor. Es decir, que teníamos mucha más información científica. En el discurso de mi padre en la academia no se hablaba del cambio climático, nada, ni una palabra. Y en el 2004, cuando hicimos el libro, sí. Y la conclusión era que el mundo que íbamos a dejar a nuestros hijos no era muy positivo, pero ahora mismo casi las cosas van peor. Es decir, desde el punto de vista de la pérdida de vida silvestre, de la contaminación, del CO2 en la atmósfera, del cambio climático, todos los indicadores son negativos. Solo hay uno positivo y es que profesoras como tú se interesen por esto y que chicos y chicas como tus alumnos se interesen por esto también. Hay más conciencia dentro de los jóvenes de la que existía antes y además, una conciencia más global, está en todas partes. Eso es lo único que yo percibo como muy positivo.

34:14
Maite Navarro. Estamos en un mundo en que aumentan los incendios, las riadas, los tsunamis… ¿Cuáles son las medidas prioritarias que deberíamos tomar? En temas de cambio climático.

34:25
Miguel Delibes de Castro. Mira, yo defiendo mucho que solo hay un problema ambiental con muchas caras. Es como un prisma de estos, de una lámpara que tiene muchas caras, y si tú lo ves desde el cambio climático y dedicas todo el esfuerzo a eso, perjudicas, probablemente, a otra cosa. De hecho, ahora hay mucha polémica con los huertos solares que se ponen en sitios donde hay una alta biodiversidad, donde hay avutardas, hay sisones o hay gangas que son especiales, que se están enrareciendo. Entonces, esa pelea entre expertos para decir: “El cambio climático es lo más grave”, otros: “La biodiversidad es lo más grave”, me disgusta. Me disgusta porque se traduce en guerra entre nosotros. Y desde luego, si toda la energía que consumimos fuera bioclimática: solar, de viento, de turbinas, de tal, pero continuamos haciendo lo mismo que hemos hecho hasta ahora, seguiría siendo muy grave para la Tierra. Yo por eso hablo en general del cambio global, un cambio global que afecta a los escenarios y es el clima que está cambiando, la contaminación por nitrógeno, que se ha más que doblado en toda la Tierra en los últimos cincuenta años… Otras contaminaciones, los microplásticos en el mar, etcétera, etcétera. Y un cambio global en los actores, que son las especies que se pierden y las especies que se ganan porque nos invaden. Entonces, habría que atacar a todo esto a la vez, y es muy difícil. A mí lo único que se me ocurre es un cambio en la manera de vivir, un cambio radical, que podríamos haber aprovechado la pandemia para decir: “Vamos a parar un poco”, pero no lo hemos hecho, porque antes de que acabara la pandemia ya hemos dicho: “Volver a lo de antes”.

36:24

Y la gente sigue volviendo de vacaciones a las Maldivas o a sabe Dios. Entonces, acostumbrarse a vivir con menos. Lo que antes hemos llamado bienestar, a que el bienestar sea tener lo suficiente para vivir, ver salir el sol, ver acostarse el sol, pasear con los nietos de la mano. Si todo esto lo consiguiéramos, frenaríamos esta carrera hacia la autodestrucción en la que estamos inmersos.

36:54
Maite Navarro. Y ya para finalizar, quería preguntarte sobre la sexta extinción. ¿Cuál es el futuro que la especie humana tenemos por delante? ¿Qué podemos hacer para remediar todo esto?

37:05
Miguel Delibes de Castro. Tienen mucho que ver con lo que acabamos de decir, efectivamente, están desapareciendo muchas especies, miles de especies cada año y millones de poblaciones. Es decir, no desaparece el lince, pero el lince ha desaparecido de la Comunidad Autónoma de Madrid, por ejemplo, eso sería una población. Bueno, si sigue al ritmo que está ocurriendo ahora, los geólogos expertos han considerado que entre el año creo que era 890 y 2150, o sea que falta todavía bastante, se habrán extinguido el setenta y cinco por ciento de las especies. Y eso es la definición de extinción masiva. O sea, nuestro camino es el de la sexta extinción masiva, pero todavía no hemos llegado. Entonces, lo que hay que hacer, evidentemente, es conservar la naturaleza y darle una importancia que a veces los apóstoles del cambio climático desdeñan.

38:05
Maite Navarro. Muchas gracias.

38:06
Miguel Delibes de Castro. Muchas gracias a ti. Ha sido un placer.