¿Cuáles son los retos de la educación del siglo XXI?
César Coll
¿Cuáles son los retos de la educación del siglo XXI?
César Coll
Catedrático de Psicología Evolutiva
Creando oportunidades
“Para muchos de tus alumnos, tú serás un referente”
César Coll Catedrático de Psicología Evolutiva
César Coll
“Yo pertenezco a una generación que estaba absolutamente convencida de que la educación era la piedra angular para afrontar políticas de equidad por antonomasia. Y sigo pensándolo. Creo que la educación es la clave”. Con este punto de partida, el catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación César Coll plantea dos de los grandes retos que afronta la educación del futuro: garantizar la excelencia y la equidad del aprendizaje y recuperar el sentido de lo que se aprende. César Coll se licenció como maestro de Educación Primaria a finales de los años 60 y a comienzos de los 70 continuó su especialización en Psicología por la Universidad de Barcelona y posteriormente en Psicología Genética y Experimental en la Universidad de Ginebra, en Suiza. Allí conoció y formó parte del equipo de investigación de Jean Piaget y continuó su trabajo en el Centro Internacional de Epistemología Genética. Desde entonces César Coll se ha convertido en uno de los grandes referentes en psicología de la educación en el mundo de habla hispana y ha establecido las líneas maestras de las transformaciones educativas de las últimas décadas, que desarrolla en libros como ‘El constructivismo en el aula’, ‘Psicología de la Educación’, ‘Aprendizaje con sentido y valor personal’ o ‘Psicología de la educación virtual’.
Transcripción
Yo pertenezco a una generación que estaba absolutamente convencida de que la educación era la piedra angular para afrontar… Era el instrumento de políticas de equidad por antonomasia. Y sigo pensándolo. Creo que la educación es la clave. Lo que pasa es que las políticas de equidad, que antes eran únicamente políticas escolares de equidad, hoy en día yo entiendo que las políticas de equidad ya no se pueden hacer únicamente desde el sistema educativo, requieren actuaciones también en esta red de contextos de actividad. Por ejemplo, lo que decíamos de la pandemia y lo que decíamos del acceso a las nuevas tecnologías y de la conexión de alta velocidad y del nivel mínimo cultural. Hay una cosa que es… Por ejemplo, en la escuela es muy importante. ¿Por qué los niños y niñas de familias de nivel socioeconómico y sociocultural alto, o medio, no necesariamente económico pero suele ir adjunto a lo cultural, van a museos, van a exposiciones, hacen viajes…? Lo que aprenden ahí es enorme. Los que no tienen la suerte de pertenecer a familias de ese tipo todos esos aprendizajes pura y simplemente no los pueden hacer. Porque en la sociedad nuestra, la familia es la puerta de entrada a buena parte de estos contextos de actividad. En la medida en que estos contextos toman cada vez más importancia como contextos que ofrecen oportunidades y herramientas para aprender a las niñas y a los niños, las desigualdades se hacen mayores y el papel de la escuela para poder compensar esas desigualdades de origen está en entredicho.
¿Solución? La escuela puede convertirse en esa vía de acceso que para muchas familias es imposible en el sistema en el que estamos, porque la escuela, por ejemplo, podría organizar actividades que facilitaran el acceso a esos contextos de actividad de todos los niños y niñas, pero sobre todo de aquellos que a través de la familia seguro que no podrán. Pero, claro, eso exige repensar y pasar de ese modelo del aprendizaje entendido como escolarización al aprendizaje entendido como algo distribuido e interconectado, con un papel central de conexión por parte de la escuela.
Es el verdadero secreto del aprendizaje, cómo partir… A mi entender. Cómo partir de una situación en la que el apoyo es, si no total, casi, a una situación en que la autonomía es casi total. Muchas veces se piensa, cuando se habla de pedagogías por descubrimiento, de que, vale, se deja y que los alumnos y las alumnas pueden aprender y ya está, que puedan elegir. No, no. Es importante que puedan elegir, pero es importante acompañarlos, andamiarlos, en el lenguaje más técnico. Pero sobre todo la idea es esta: ir acompañándolos, ayudándolos y ajustando las ayudas que necesitan para poder seguir aprendiendo de tal manera que al final puedan seguir aprendiendo solos, porque ese es, en definitiva, el objetivo de la educación escolar.
Y a veces en la escuela seguimos razonando como si todo lo importante se tuviera que aprender en la escuela. No, hay muchas cosas importantes que no se aprenden en la escuela. Ha cambiado el cómo, ha cambiado el cómo, porque todos sabemos, y está estudiado y está demostrado, que las imágenes, todo lo que es la imagen y sobre todo la imagen en movimiento, tienen un papel de atractivo fundamental. Desgraciadamente, se suele presentar la parte negativa de esto y no la parte positiva, pero como herramienta de aprendizaje… Lo mismo podríamos decir de las tecnologías digitales de la información y la comunicación, que son instrumentos poderosísimos. El debate este de los riesgos que implican las tecnologías, que los implican, deberíamos acompañarlo de cómo podemos sacar provecho de las enormes ventajas y de todo lo que potencialmente nos pueden aportar desde el punto de vista del aprendizaje. Entonces, ha cambiado el cómo, ha cambiado el qué, ha cambiado el dónde y yo creo que también el cuándo. Porque si algo tenemos hoy en día claro es que aquella idea de que lo importante se aprende en la educación básica y luego quien hace estudios universitarios y de formación profesional en la formación inicial… «Luego, bueno, pues ya nos actualizaremos». Eso pasó a la historia. Las generaciones futuras tendrán no que cambiar de trabajo muchas veces a lo largo de su vida, sino que los especialistas y los que se dedican a la prospectiva dicen con argumentos que muy probablemente tendrán que cambiar no de trabajo, sino de profesión, y que cada vez va a ser más frecuente que haya nuevas necesidades básicas de aprendizaje a lo largo de la vida y no en la formación. Es decir, han cambiado un montón de cosas y eso no quita importancia a la educación, pero sí obliga a resituarla en este contexto.
“Cada vez serán más frecuentes nuevas necesidades básicas de aprendizaje a lo largo de la vida y no solo en la formación”
Son como dos compartimentos estancos. Entonces, claro, cuando esto se produce, se produce un problema de desdibujamiento del sentido. Tú dices: «¿Y cómo es posible? Pero si siempre han ido bien». Y eso, curiosamente, suele pasar al inicio de secundaria. Claro, porque es el momento en que estos contextos de actividad externa toman esta relevancia, esta importancia, en la preadolescencia y en la adolescencia, tan importante. Ese es un problema importante. Hay que romper las barreras que en este momento separan lo que es el aprendizaje en el contexto espacial temporal de la escuela de lo que es el aprendizaje fuera en otros contextos de actividad. ¿Y esto cómo se consigue? Y aquí viene la segunda cuestión. Para superar este problema del desdibujamiento del sentido del aprendizaje escolar, no basta… Porque aquello que decíamos tradicionalmente, que les decíamos a jóvenes cuando estaban empezando: «No, ahora no sabes para qué te servirá, pero ya verás como en el futuro te servirá mucho». Ese mensaje ya no sirve. Hay que pasar de modelo, hay que cambiar de modelo. Entonces, la escuela seguirá siendo la institución que tiene la responsabilidad fundamental de asegurar que los aprendizajes fundamentales, sobre todo este de ser capaz de seguir aprendiendo cuando dejan la escuela o el instituto, lleguen a todo el alumnado. Pero para eso tiene que cambiar todo el sistema, no el profesorado, todo el sistema, porque ahora tenemos un sistema educativo que está montado sobre el principio de la educación entendida como escolaridad.
Tú asistes una discusión y a menudo, no siempre, pero muy a menudo, en los medios de comunicación y tal, si se habla de educación, se habla de la escuela, de los institutos, de la educación formal y todo el mundo lo encuentra tan normal. Pues no, ese es el modelo de escolarización que durante dos siglos, el xix, xx e inicio del xxi y un poquito, ha dado muchos frutos y ha sido muy fructífero como antes comentábamos. Pero hoy en día el mundo no es ese, ha cambiado y, por lo tanto, hay que pasar de ese modelo de escolarización a un modelo que tenga en cuenta que el aprendizaje hoy en día está distribuido y desgraciadamente no siempre interconectado. Y ahí es donde viene, yo creo, uno de los retos fundamentales de las instituciones, de las escuelas y de todos. Y es ómo… Porque son las únicas instituciones que pueden hacer este trabajo de realmente convertirse en nodos fundamentales de esta red de contextos de actividad. Cómo pasamos de un modelo de escolarización basado en la idea de que el aprendizaje es escolarización a un modelo basado en la idea de que el aprendizaje está distribuido y que tiene que estar interconectado, y cómo aseguramos que los centros de educación formal, que el sistema de educación formal, garantice esta interconexión. Porque distribuido ya está, queramos o no, distribuido ya está. Pero cómo conseguimos que se convierta en algo que realmente conecte estos diferentes espacios de aprendizaje en donde realmente los niños y las niñas aprenden muchísimas cosas interesantes.
Segundo punto: eran centros donde ya se habían introducido las tecnologías y el profesorado tenía competencias digitales al menos mínimas para lo que podía ser no únicamente conectarse, que eso en fin, sino realmente utilizar plataformas para crear actividades que tuvieran sentido y poder realizarlas con los niños y las niñas en su casa, con las familias, y huir de aquello que en muchos casos se empezó a hacer, que es dar la clase por Zoom o por Skype o yo qué sé. Y se vio enseguida que eso no funcionaba. Claro, porque las actividades que pueden tener sentido en un contexto, en otro no lo tienen. Y eso no quiere decir que no se pueda aprender, sino que se tienen que hacer de otra manera. Yo creo que estas dos cosas me parecen fundamentales. Y son dos lecciones: una, que tiene que ver con algo que comentábamos antes y que probablemente comentaremos luego también… O sea, la escuela está inserta en la comunidad y o se inserta en la comunidad y en la red de contextos de actividad en los que participan las niñas y los niños, además de participar en las actividades escolares, o cada vez lo tendrán más difícil, cada vez lo tendrán más. Y dos: lo de las competencias digitales… En fin, por favor. Es decir, vigilemos los riesgos, tengámoslo en cuenta, establezcamos medidas, pero trabajemos las competencias digitales como herramientas para aprender tanto en lo que tiene que ver con el profesorado como en lo que tiene que ver con el alumnado. No es menor. En el mundo en el que estamos no es menor y cada vez será más importante saber utilizar eso para aprender.
Es lo mismo que cuando a uno le preguntan: «¿Y a ti qué te interesa?». ¿A mí qué me interesa? Y te quedas en blanco. O sea, se tiene que ayudar a la gente a identificar los intereses, a construir los intereses. Y la reflexión, lo mismo. Y en la formación docente yo creo que eso es absolutamente fundamental. De hecho, hay toda una línea de pensamiento en la formación del profesorado que tiene que ver con Schön y con el profesional reflexivo y con todo lo que es el papel de la reflexión en la práctica y sobre la práctica que va justamente en esta dirección. O sea, yo diría que es fundamental vincular la formación en servicio a lo que es el desarrollo de prácticas por parte de los profesores y profesoras que se van a formar y poner la formación sobre la base de la reflexión en esos procesos de práctica. Creo que es absolutamente fundamental.
«Personalización» quiere decir ir un pasito más allá. Cuando yo individualizo, cuando yo profesor trato de individualizar, lo que hago es preocuparme por qué saben mis alumnos, dónde están, qué es lo que no saben, qué es lo que han vivido, que ya está muy bien, pero lo decido yo. Soy yo quien decide lo que necesitan mis alumnos. Cuando yo personalizo, doy un pasito más allá y el pasito… Si no hubiera dado los anteriores, no podría dar este, ¿eh? No es que la individualización sea mala, sino que hay que ir un pasito más allá y decir: «Es verdad. Yo pienso que mis alumnas y alumnos tienen estas necesidades porque vienen de aquí, porque tal, ¿pero ellos qué piensan, qué dicen, qué les interesa, qué objetivos tienen?». Porque si yo no engarzo lo que voy a hacer y cómo voy a hacerlo con eso, no personalizo. Y muy probablemente, en ocasiones sí, pero en muchas ocasiones no alcanzaré a conseguir que le den sentido a lo que aprendan, porque será algo que aprenderán y, bueno, lo aprenderán, construirán significado sobre eso, pero no lo insertarán en su proyecto personal, como decíamos antes, no les servirá para revisar su historia, su trayectoria, para abordar nuevas situaciones o para proyectarse. Para eso, que es el sentido, yo necesito articular lo que son sus objetivos, sus preocupaciones, sus intereses. Es decir, escuchar la voz. Hay que escuchar.
No para seguir de una manera beata esa voz y hacer que eso te dicte, sino para engarzar a partir de ahí, para estirar a partir de ahí. Es la idea de la zona de desarrollo próximo. Yo tengo que hacer este engarce porque me aseguro de que cuando a partir de ahí pueda estirar y hacer aquello que decíamos de que cada vez sean más autónomos y autónomas y menos dependientes, realmente puedan hacerlo. Yo los estiro. Y que lo hagan, digamos, habiendo incorporado lo que aprendan. Entonces, yo creo que la atención a la diversidad, individualización, personalización son como peldaños en una evolución del pensamiento colectivo, que es que afortunadamente, aunque muchas veces lo olvidemos porque somos un campo muy dado a las modas pasajeras, pero que afortunadamente se va construyendo sobre lo anterior. El discurso este de: «No, es que ahora no hay que individualizar, hay que personalizar». Cuidado, para personalizar hay que individualizar y ojalá individualicemos y personalicemos. Todo eso tiene que ver con que antes ha habido mucho tiempo de buscar estrategias de atención a la diversidad, algunas de las cuales hoy rechazamos, como la repetición y tal, pero que históricamente han tenido su importancia porque es lo que ha permitido ir construyendo esta trayectoria y esta evolución y este enriquecimiento de conocimiento en educación.
Yo creo que todos estos desafíos son los que realmente los nuevos currículos tendrían que poner como desafíos. Porque, claro, para abordar un desafío como por ejemplo el del cambio climático, tú tienes que saber mucha biología, mucha geografía, mucha… Pero tienes que ser consciente de esos problemas y tienes que tener una postura ética para abordar eso. Y muchas veces lo que falta, digamos, es ese énfasis. No solamente es importante que desde la educación abordemos los desafíos del siglo xxi. Es necesario abordarlos tomando posición, una posición ética, una posición moral en un sentido más amplio, una posición ideológica, no en sentido partidista, sino de qué tipo de sociedad queremos, de qué tipo tal… Tú no puedes decir: «Abordar los temas relacionados con el cambio climático», sino que tienes que decir para qué, cómo, de qué manera, con qué perspectiva. O desarrollar la competencia digital. Pues es un desafío. ¿Pero desarrollar la competencia digital para cualquier cosa? Pues no. Desarrollar la competencia digital para… Y ese posicionamiento ético yo creo que es una de las cosas que faltan, que las escuelas, los institutos y las universidades deberíamos trabajarlas muchísimo más. Y la sociedad también. Porque en la sociedad el discurso está, pero luego esos posicionamientos muchas veces no los vemos.