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¿Cómo usamos el móvil delante de nuestros hijos?

Adam Alter

¿Cómo usamos el móvil delante de nuestros hijos?

Adam Alter

Psicólogo y profesor


Creando oportunidades

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Adam Alter

Adam Alter es psicólogo y profesor del departamento de psicología de la Universidad de Nueva York. Colaborador habitual de prestigiosos medios de comunicación como The New York Times, The New Yorker, The Washington Post, Wired y Popular Science. Alter ha escrito numerosos artículos sobre psicología social y conocimiento humano, aspectos en los que centra su investigación.

Alter es autor del libro, éxito de ventas en EEUU, 'Irresistible', en el que de manera sencilla y a través de numerosos ejemplos, analiza el uso que hacemos de los teléfonos móviles y otros productos tecnológicos que consiguen atrapar nuestra atención.

¿Cómo podemos convivir con dispositivos tecnológicos, como los móviles, que desempeñan un papel tan importante en nuestras vidas? El profesor Alter, describe un comportamiento nocivo y adictivo para nuestros hijos a través de ejemplos con los que muchas personas se sentirán identificadas. “Si siempre les das una solución en forma de pantalla, los niños no aprenderán a regularse”. La interacción con la tecnología cuando los hijos están delante es el mejor ejemplo porque, tal y como advierte, “los niños consideran interesante aquello a lo que sus padres prestan atención”.


Transcripción

00:01
Zuberoa Marcos. Muchas gracias por concedernos esta entrevista. Me gustaría preguntarte cómo empezaste a estudiar la adicción a la tecnología.

00:06
Adam Alter . Del mismo modo que cualquier investigador fijándome en mi propio comportamiento y analizando si hay alguna carencia o algo que no funcione. Me di cuenta de que mi interacción con la tecnología, como le pasa a mucha gente, no era perfecta. Pasaba muchísimo tiempo diariamente ante pantallas, con distintos dispositivos, juegos, portátiles, smartphones, tablets… Y me fui dando cuenta de pequeñas cosas. Por ejemplo, yo vuelo con frecuencia entre Nueva York y Los Ángeles por trabajo, y siempre me proponía adelantar trabajo, dormir, comer, cosas así. Pero me ponía a jugar a un juego antes del despegue y seguía jugando al aterrizar. Y pensaba: «¿Tengo algún tipo de problema? Quizá tenga una personalidad particular»… Pero vi que no era el caso, que mucha gente juega a esos mismos juegos y tiene los mismos problemas, y no solo con los juegos, sino con otras muchas experiencias: las redes sociales, el correo, los mensajes… Todo tipo de plataformas online. Esto empezó a interesarme y, como puedo permitirme el lujo de estudiar aquello que para mí es importante o interesante, pude explorarlo a fondo, y de ahí salió un libro.

01:14
Zuberoa Marcos. Cuando afirmas que estamos enganchados a la tecnología, ¿tienes datos que lo respaldan?

01:20
Adam Alter. Sí, tengo datos. Fue curioso porque tenía la sensación de que usaba mucho el móvil, pero no sabía cuánto. Encontré a alguien que había desarrollado una aplicación que monitoriza el tiempo que utilizas el dispositivo y para qué. Le llamé y le pregunté cuánto tiempo pasamos mirando la pantalla y él me dijo: «¿Cuánto crees? Intenta averiguarlo». Yo dije que alrededor de una hora, y me pareció excesivo, como mucho, una hora y media. Él dijo: «Casi todo el mundo dice la mitad del tiempo real. Bájate la aplicación en tu móvil y verás cuánto tiempo lo usas». Estaba usando el móvil unas tres, tres horas y media al día: mucho más de lo que creía. Me comentó que la media en Estados Unidos era de tres horas al día, y esto es aplicable a casi todos los países desarrollados: una gran parte de Europa, Australia, el Reino Unido… Volví a llamarle un año después y le pregunté si la media seguía siendo de tres horas como un año atrás, y me dijo que no, que eran cuatro. Ahora ya no son tres horas, que ya es bastante, sino que, en tan solo un año, ha aumentado a cuatro. Pues creo que, con el poco tiempo libre que tenemos, si pasamos cuatro horas con el móvil y ese tiempo no es verdaderamente enriquecedor, tenemos un problema. La cuestión es: ¿qué hacemos en ese tiempo? Hay varias cosas. Una es cuando utilizamos el móvil como herramienta: mirar un mapa, el tiempo… Cosas que son más sencillas de hacer con el móvil o la tablet de lo que han sido nunca. Esto está muy bien y nos ahorra mucho tiempo, es probablemente lo mejor que ofrece el móvil, igual que las herramientas educativas.

03:04

Quitando esto, mucho tiempo es entretenimiento, y eso está bien, pero ese entretenimiento solo está bien mientras no invada el tiempo que deberíamos invertir en otras cosas. Una de esas cosas que deberíamos estar haciendo y no hacemos es pasar tiempo con otras personas: seres queridos, amigos… ¡Hacer ejercicio! Hacemos menos ejercicio porque ya no tenemos tiempo. Dedicarnos a cosas que nos hagan crecer, que nos hagan más humanos, como las aficiones, actividades que son importantes para nosotros, que nos apasionan o deberían. Tenemos menos tiempo para hacer estas cosas porque pasamos mucho rato con el móvil. Es la vida moderna, siempre estamos cansados, trabajamos demasiado, así que cogemos el móvil para desconectar unos minutos, y eso está muy bien. Pero hay que saber dónde está el límite. Y es distinto para cada persona, no hay una recomendación única, y en gran parte es subjetivo. Hay que preguntarse: «¿Hasta qué punto creo que mi uso de la tecnología entorpece mi bienestar y está impidiendo que haga otras cosas?».

04:01
Zuberoa Marcos . ¿Todo el mundo tiene el mismo riesgo de desarrollar estas adicciones o hay grupos de personas -adultos, niños- que son más vulnerables?

04:14
Adam Alter . Todos tenemos el mismo sistema: la misma anatomía, cerebros prácticamente iguales, nuestras reacciones son prácticamente similares; mismas recompensas, mismas señales, mismos detonantes… Así que todos tenemos el mismo «riesgo», si queremos llamarlo así. Todos somos susceptibles. Dicho esto, gran parte de todo es estructural. Es decir, si hay creado un universo en el que todos tus amigos están en un dispositivo y se espera que respondas a los treinta segundos, tú también estarás ahí. Así que, tal y como está estructurada la sociedad ahora mismo, es particularmente peligroso para adolescentes y preadolescentes, porque la mayoría de sus interacciones sociales ocurren online. En casi todo el mundo, se espera de ellos que estén conectados, delante del móvil, listos para responder, dispuestos a interactuar con gente… Básicamente, desde que salen del colegio hasta que se acuestan. Todo ese tiempo libre, el único que tienen entre semana, lo ocupan con el móvil. Y esto es un factor estructural, así es como vivimos todos. Si esto cambiase, los jóvenes saldrían más, jugarían más, harían otras cosas que son positivas para ellos. Pero es peligroso porque, tal y como ha evolucionado su mundo, no pueden alejarse de la pantalla con la misma facilidad que los adultos, porque nuestras vidas no giran tanto en torno al móvil, sobre todo a nivel social.

¿Cómo usamos el móvil delante de nuestros hijos? Adam Alter
Quote

Pregúntate: “¿Hasta qué punto creo que mi uso de la tecnología entorpece mi bienestar y me impide hacer otras cosas?”

Adam Alter

05:32
Zuberoa Marcos . ¿Existen señales, cambios en el comportamiento, que puedan indicar a los padres que sus hijos están enganchados a la tecnología?

05:42
Adam Alter . Lo primero que hay que hacer es vigilar el tiempo de uso. Si ves que tu hijo utiliza el móvil o cualquier otro dispositivo durante varias horas al día, puedes monitorizarlo para saber cuánto. Yo no lo haría en secreto, sin que el niño o el adolescente lo sepa, sino que le diría: «Vamos a ver cuánto tiempo inviertes, a ver qué ocurre». Doy clase a adolescentes en verano y algunos emplean hasta diez horas diarias frente a la pantalla. No sé ni de dónde sacan el tiempo, no entiendo cómo pueden vivir así y hacer las demás cosas necesarias, pero si eres padre, es algo que merece la pena saber. Así que lo primero es, averiguar cuánto tiempo emplea. La ventaja de estas aplicaciones es que también puedes saber qué hacen durante ese tiempo. ¿Lo invierten en redactar correos, para el trabajo o el cole? ¿Envían mensajes? ¿O se pasan quizá cuatro horas seguidas en Instagram o en Facebook o en Twitter o en Snapchat? Es muy importante identificar qué hacen en ese tiempo. Pero lo esencial es tener con tu hijo o hija una conversación, una vez está claro lo que hace, sobre todo si tiene la edad suficiente para tenerla, y decirle: «¿Con cuánto tiempo te conformarías? Vamos a encontrar un equilibrio. ¿Por qué no elegimos dos horitas al día, de siete a nueve de la tarde, por ejemplo, o de seis a ocho, y durante esas horas, todos los días, cogemos todos los dispositivos, los metemos en un cajón, lo cerramos, los dejamos ahí y hacemos otras cosas? Puedes salir a la calle, charlar con nosotros, interactuar… Cosas que no requieran pantallas». Hay chavales que están encantados con eso, lo disfrutan y les resulta enriquecedor, lo cual es genial. Pero otros, manifiestan síndrome de abstinencia, es como si les quitases una droga, y lo pasan muy mal. Solo pueden pensar en qué harán sus amigos mientras no esté conectado. Sufren lo que se conoce como FOMO, o «miedo a perderse algo». Cuando este es el caso, sí que es un problema. Puede ser un problema menor que se resuelva hablándolo, y se puede aprender a gestionarlo… Pero puede ser un problema grave hasta el punto en que el niño no es capaz de cumplir con sus obligaciones, se siente abrumado por todo lo que le rodea, ya que no suele tener la ocasión de atender a todo aquello que está fuera de la pantalla… Llegado ese punto, en los casos más graves, al menos en Estados Unidos y en partes de Europa, la gente acude a centros de tratamiento específicos. Aún son algo muy reciente, su eficacia es cuestionable también, algunos parecen funcionar mejor que otros. No existe un método probado y definitivo para tratar esta adicción por ahora. Es muy bajo el porcentaje de niños que lo necesitan. Pero este sería el orden de los pasos: tiempo de uso, qué ocurre en ese tiempo, hablar con el niño para intentar llegar a una solución y, si no funciona, hablar con un especialista en el tema.

08:30
Zuberoa Marcos . Todos hemos vivido esa situación en la que estamos en un restaurante, esperando que nos sirvan, y vemos cómo los padres le dan el móvil al niño para que esté entretenido viendo YouTube o lo que sea. Los niños aprenden por imitación, todos lo sabemos, así que ¿cómo deberían interactuar los padres con la tecnología, con sus dispositivos, cuando están los niños delante?

08:56
Adam Alter . Los niños consideran interesante aquello a lo que sus padres prestan atención. Así que, si tú prestas atención a una pantalla, tu hijo pensará que es muy interesante; si prestas atención a un libro, el niño querrá saber qué hay ahí. Sea lo que sea que capte tu atención, tu hijo lo considerará interesante. Así aprenden. Admiran a sus padres, sobre todo cuando son más pequeños, y quieren saber qué les interesa a sus padres para interesarse ellos también. Los niños desde edad muy temprana -esto pasó con mi hijo cuando tenía cuatro meses- prestan atención a lo que haces. Estoy de acuerdo contigo, creo que es muy importante que los padres, cuando hay niños delante, dejen de lado las pantallas, como querrían que hiciera su hijo en esos momentos. Si te parece bien que tu hijo mire en todo momento la pantalla, puedes hacerlo. Si hay algún momento donde no quieres que mire el móvil, tienes que cumplir exactamente la misma norma. Porque que tú uses el móvil, es lo mismo que si lo usa él o ella, y esto fomenta el mismo comportamiento.

09:54
Zuberoa Marcos . ¿Aconsejarías a los padres que ellos también se impusieran unas horas libres de móvil al día?

10:00
Adam Alter. Sí, creo que es positivo que toda la familia lo haga a la vez. Es un fastidio que los padres estén ahí con el móvil mientras el niño no lo tiene. Pero esto es difícil. Has mencionado lo del restaurante, por ejemplo. Yo he estado con mis hijos que son pequeños, tengo uno de dos y uno de uno, se llevan dieciocho meses, con ellos en un restaurante, y lo más fácil es plantarles un vídeo delante, y, a veces, lo haces, porque estás con más gente. Lo mejor para ellos sería no hacerlo. Eso es un apoyo porque empiezan a depender de la pantalla, de modo que no aprenden a autorregularse. Si no lo haces, el niño empieza a madurar, aprende a autorregularse, a regular esa molestia que es tener que esperar para comer, y eso es gracias a que se enfrenta a la dificultad de gestionar ese momento. Si siempre tienes una solución en forma de pantalla que ofrece contenidos, los críos no aprenden a regular, a ser mejores en algo. Me parece importante que pasen momentos de incomodidad y que aprendan a superarlos.

11:00
Zuberoa Marcos . Cuando los jóvenes usan el móvil, suelen usar las redes sociales, ya sea Instagram o Facebook, cualquiera de esas dos. ¿Cómo afectan estas plataformas a la capacidad de los jóvenes para mantener relaciones de verdad?

11:25
Adam Alter. De muchas maneras. Nuestra manera de ser mejores personas , de aprender a comportarnos en sociedad, es probando cosas, un proceso de ensayo-error. Si le quitamos el juguete a otro niño, el niño nos da un manotazo y nos dice: «No me quites mi juguete». Así aprendemos lo que funciona y lo que no. Aprendemos que, si le dices algo feo a un niño, llora, y eso te hace sentir mal. La única manera de aprenderlo es teniendo una respuesta inmediata a nuestros actos, y eso ocurre cara a cara. Detrás de una pantalla, donde tienes cientos de miles de personas, amigos y gente a la que realmente no conoces, tus actos, cuando comentas, cuando escribes, cuando dices o haces cosas, están muy alejados de las consecuencias. Como resultado, no vives ese proceso de ensayo-error, no aprendes tan deprisa. Eso lo primero.

12:11

En segundo lugar, es muy fácil que la vida online sea perjudicial para el bienestar de un niño. Dado que la gente en Internet maquilla su vida, al final, lo que ocurre es que solo se publica el mejor cinco por ciento de la vida real y el otro noventa y cinco por ciento se queda oculto. Si eres un niño y crees que Internet es un reflejo preciso de cómo viven los demás, si solo has visto lo mejor, empiezas a pensar que tu vida es menos interesante, más mundana, que no es tan rica como la de otras personas. Es muy perjudicial porque entramos en un bucle constante de compararnos y de cuestionarnos nuestra vida: ¿Soy feliz? ¿Debería hacer las cosas de otra manera? ¿Tengo todo lo que necesito? ¿Tengo alguna carencia? Y si parece que todo el mundo tiene una vida maravillosa, y tú te sientes mal. Esto es preocupante.

13:00

Pero ese mismo proceso que te lleva a no aprender tan rápidamente a interactuar socialmente, significa que otras personas también pueden actuar y no llegar a ver las consecuencias que sus actos tienen en ti. Por eso el bullying está muy presente en Internet. Es facilísimo decir cosas horribles sin saber si está afectando a alguien. Muchos más adolescentes denuncian sufrir ese acoso que hace diez o quince años, porque es fácil ser la víctima sin que el acosador vea cómo afecta a alguien lo que hace. Potencialmente, hay muchas consecuencias negativas. Ahora, dicho esto, también hay algunas positivas. Puedes interactuar con mucha gente, de manera ágil, sin coste alguno, no quita mucho tiempo, y esto puede ser muy enriquecedor para muchas personas que son capaces de llegar a establecer relaciones de amistad sólidas. Se conectan todos los días a la misma hora, hablan con la misma gente y encuentran en ello algo genuinamente reconfortante. No es tan intensa como una interacción cara a cara, pero es una relación importante para mucha gente. Para los que sufren ansiedad social, ese parachoques que es Internet, representa una gran ventaja. No sufres la presión de tener que desarrollar toda una serie de habilidades sociales. Es agradable poder tomarte un minuto para responder y no tener que hacerlo inmediatamente. Muchos padres con hijos tímidos me han dicho que a ellos les ha salvado la vida, porque cuando interactúan por Internet no sufren la misma ansiedad que cuando están cara a cara con gente en el mundo real. Esto les salva porque llegan a tener esa conexión que quizá de otro modo no tendrían.

14:29
Zuberoa Marcos . ¿Cómo podemos ayudar a los jóvenes a establecer mejores relaciones con la tecnología?

14:37
Adam Alter . Creo que todo tiene que ver con la comunicación, al menos al principio, con abrir vías de comunicación para que los padres hablen de estos temas con sus hijos. Uno de los problemas es que la tecnología evoluciona tan deprisa que no entendemos lo que hacen los chavales. Viven siempre a la última y los adultos no van al mismo ritmo. Ahora, Facebook lo usa gente de todos los rangos de edad, pero cuando salió, los primeros años, los adultos mayores de 35 no tenían ni idea de qué iba, porque, al no ser estudiantes, no interactuaban con Facebook. Había una gran brecha generacional que en Facebook ya no existe. Sí que se da en los videojuegos, como el Fortnite o el World of Warcraft, y en muchas cosas que interesan a los adolescentes y que los adultos no entienden. Así que lo primero tienes que hacer es preguntar: «¿Qué es eso que haces? ¿Me lo puedes explicar? ¿Me lo enseñas?». Suelo recomendar a los adultos que jueguen a estos juegos para entender su atractivo. ¿Qué es esto tan interesante a lo que juega mi hijo? En muchos casos, cuando juegan, a los adultos les parece fantástico y lo entienden perfectamente. Esto te pone en el mismo plano que el niño y te permite describir y entender las mismas ideas, de modo que puedes hablar y comunicarte. Deja de ser una relación padre-niño para ser una relación entre dos personas que entienden que se trata de una experiencia interesante.

15:56

Y esto nos lleva al siguiente paso, que es decir: «Sí, esto es muy divertido, yo también jugaría ocho horas al día si no tuviera cosas que hacer, pero soy un adulto y las tengo, pero es que tú también las tienes. Así que vamos a hablar de lo que es el equilibrio. No podemos comer postre siempre, pues lo mismo pasa con aquello en lo que invertimos el tiempo: nuestro tiempo es limitado. Así que hacemos una cosa: estas horas del día jugamos al juego y estas otras horas, hacemos otras actividades. ¿Lo intentamos?». Simplemente abrir esa vía de comunicación ya hace mucho. No todos los niños dirán: «¡Ah, por supuesto! Yo encantado de jugar dos horas al día», pero sí que es un buen primer paso, porque esa voluntad del adulto abre la vía de comunicación y permite que el niño esté más dispuesto a hablar con sus padres de los problemas que pueda tener con la tecnología. Sin embargo, como decía antes, si ya has intentado hablarlo y comprender el proceso lo siguiente sería hablar con un psicólogo o un orientador, alguien que te pueda ayudar. Hoy en día, muchos psicólogos especializados en adolescentes entienden estos problemas porque son de lo más común, cómo no van a entenderlos. Si tratas a ese grupo de edad, no es nada nuevo. Tengo muchos amigos psicólogos de adolescentes y todos ellos saben del tema. Y, es más, todos juegan a estos juegos para entender lo que pasa.

17:14
Zuberoa Marcos. Ahora, quiero que hablemos de los colegios y hablemos de la relación entre profesores, educadores, niños y tecnología. Me sorprendió descubrir que los colegios franceses van a prohibir los teléfonos móviles este mes de septiembre. ¿Qué opinas de esto?

¿Cómo usamos el móvil delante de nuestros hijos? Adam Alter
17:33
Adam Alter . Me parece muy bien. Me parece fantástico. Creo que es muy buena idea. Lamentablemente, los colegios compiten entre ellos. Hay colegios públicos y también, evidentemente, privados. Estos últimos, sobre todo, compiten entre ellos, y un claro indicador de un buen colegio es tener toda la tecnología disponible, así que dan una tablet a todo el mundo, un portátil, todo esto que es muy ostentoso y que demuestra que es un colegio de nivel. Y, lamentablemente, por obvio que parezca, esto debilita el aprendizaje y la atención. Por eso, muchos colegios se han ido ahora al extremo opuesto. Creo que es la mejor manera de educar. De hecho, si te fijas en los titanes tecnológicos de Silicon Valley, lo que hacía Steve Jobs con sus hijos cuando aún vivía y lo que hacen otros muchos CEO y referentes del sector es que les llevan a colegios que no permiten tecnología. Hay colegios que se publicitan así: No les damos tecnología a los niños hasta los catorce o quince años. Enseñamos a la vieja usanza: tenemos bolígrafos, papel, debatimos, vemos algún vídeo de vez en cuando, pero salimos al exterior e interactuamos con objetos físicos y reales para aprender. Muy diferente a cómo enseñan hoy en muchos colegios. Creo que la mejor forma de aprender, de largo, es interactuar con cosas reales. Las pantallas, lo que hacen es actuar como una especie de muleta: no interactúas tanto, no recuerdas lo que has visto en la pantalla tan bien como lo que has escrito o lo que has visto físicamente. Hay estudios al respecto: cuando tomas apuntes en una pantalla -incluso tomando apuntes- o cuando tecleas, no retienes tanto como cuando escribes. Creo que hay motivos de peso para sacar la tecnología de las aulas.

19:26

Una de las preocupaciones que me trasladan los padres es: «¿Y si mis hijos no aprenden a usar la tablet o el smartphone , por ejemplo?». Esos dispositivos están tan bien hechos que te lleva unos cinco minutos aprender a usarlos. No creo que debamos tenerlos en los colegios durante años para que los entiendan. Se lo das a un niño de un año y sabe usarlo de manera básica. Por lo tanto, ese argumento de que hay que enseñar a los niños a utilizar la tecnología moderna porque es muy difícil solo se sostiene si se les enseña, por ejemplo, programación. Estoy totalmente convencido de que debería enseñarse programación en los colegios, en el instituto, sobre todo, y antes quizá también, porque es una manera muy interesante de interactuar con una pantalla. Pero muchos colegios las utilizan solo para dar contenido, es decir, de forma pasiva.

20:09
Zuberoa Marcos . ¿Dónde está el punto medio entre las ventajas de la tecnología y…? ¿Cómo establecemos un equilibrio?

20:18
Adam Alter . Algo que solo nos ofrece la tecnología es que da una respuesta rapidísima, y que evoluciona muy deprisa. Entonces, si quieres que el niño reciba feedback constante, la pantalla es mucho mejor que el papel y el lápiz, porque lleva tiempo, hay que corregirlo… Es muy laborioso. Pero las pantallas te lo dan inmediato: es correcto, es incorrecto, esto es muy difícil, la próxima vez te lo pondré más fácil… Se ajusta constantemente, algo que es imposible en el mundo analógico. En este caso, si queremos un sistema que genere este tipo de respuesta, creo que las pantallas son importantísimas. Pero tienen que estar limitadas a media hora o una hora diaria. Estructurar todo el currículo en torno a ellas me parece un gran error, porque terminan siendo como una muleta. Se trata de hacer la educación divertida. Creo que la educación tiene que ser atractiva, pero si es divertida al mismo nivel que jugar, la educación se vuelve vacía, y es un problema. Los niños empiezan a ver la educación como un soborno efectivo, igual que los sobornarías con un videojuego si se están portando mal en la comida. Si estás en un restaurante, los niños montan jaleo y tú utilizas ese juego para que se callen. El aprendizaje debería ser intrínsecamente interesante, y se debería poder enseñar sin amenazas, ni juegos, ni pantallas luminosas con muchas fotos. Creo que depender demasiado de las pantallas es peligroso. Pero si buscamos dar un feedback rápido, algo que se pueda ajustar con facilidad y rápidamente, es muy importante usarlas.

21:54
Zuberoa Marcos . ¿Cuál fue el detonante de ese punto de inflexión? ¿Fue el smartphone? ¿Lo que estamos viviendo es el principio de este problema?

22:05
Adam Alter . La llegada del smartphone en particular, y luego de la tablet, cuando se convirtió en una sensación mundial. Estos dos eventos, cuando hablas con psicólogos, te dirán que hubo un pico cuando salió el smartphone, sobre todo entre los jóvenes, y luego hubo otro cuando salió la tablet. Esos, creo que fueron dos eventos cruciales de los que todo el mundo quería hablar. Aquello fue en 2007 y 2010. Se habla ahora de los nativos digitales; 2007 fue hace once años. Los niños que nacieron en la era smartphone solo tienen once años, no son ni adolescentes aún. No sabemos cómo serán cuando sean veinteañeros, ni en la universidad, ni en el trabajo, ni como padres, ni en la mediana edad, etc. No sabemos cómo van a ser. Así que no sabemos cómo será su futuro, si serán de alguna manera distintos a las generaciones anteriores. Las generaciones como la nuestra entendemos la tecnología más que las anteriores, empezamos a usar la tecnología siendo bastante jóvenes, pero no nacimos en ello, recordamos una época anterior. Y esto nos hace ser afortunados, porque sabemos qué nos hace sentir nostalgia. Si has nacido en la era de los móviles, eso no lo tienes. Mis hijos no van a tener ni idea de cómo era la vida antes. Lo que me preocupa es que, dado que este tipo de tecnología es reciente… Tenemos el smartphone y la tablet y sentimos como que hemos llegado al final de algo. Pero es que va a haber mucho más, una montaña alta, larga y muy empinada. Creo que dentro de veinte años recordaremos los smartphones y las tablets como curiosidades, como reliquias antiguas, porque habrá tecnología mucho más sofisticada que captará nuestra atención. Facebook fue la primera red social que captó nuestra atención. Pues los niños ya empiezan a pasar de Facebook y utilizan Instagram y Snapchat mucho más de lo que usan Facebook. Las cosas evolucionan. Para mí, el cambio más grande será la aceptación generalizada de la realidad virtual y la realidad aumentada, que todavía no ha ocurrido. Ya se puede comprar, pero aún está en pañales, aunque ya hay pioneros. Pero todavía no ha penetrado en el mercado de la manera en que lo han hecho los smartphones y las tablets. Cuando todo el mundo vaya por ahí con sus gafas en una bolsita, o en el bolsillo cuando sean lo suficientemente pequeñas, y en cualquier momento podamos escapar del mundo real para ir al perfecto mundo digital o virtual, eso es lo que nos debería preocupar de verdad. Porque si el smartphone ya puede abstraerte del aquí y el ahora, de donde estés… Si eres un niño, te abstrae de aprender, de interactuar socialmente… Imagínate lo abstraídos que estaremos cuando podamos trasladarnos a otro mundo con unas gafas. Eso es lo que me preocupa a mí. Y por eso deberíamos prestar atención al problema ahora mientras aún sea reciente. Es un problema, pero solo es grave para un porcentaje muy, muy bajo de la población. Deberíamos intentar resolverlo antes de que sea más grave para que haya unos buenos cimientos, por ejemplo, como Francia, prohibiendo los móviles en los colegios. Es un intento de atajar problemas que todavía no han ocurrido. Implementando este tipo de políticas, cuando empiecen a salir y a adoptarse nuevas tecnologías más adictivas y extendidas, sabremos cómo tratarlas.

25:26
Zuberoa Marcos. Una de las grandes preguntas es quién es el responsable de esto. Porque ahora, expertos como tú alertáis de este problema y decís que solo es la punta del iceberg; luego están las empresas tecnológicas, que invierten mucho dinero en crear estos dispositivos, ya sean móviles, ordenadores, gafas de Realidad Aumentada o Realidad Virtual, como explicabas; luego están los desarrolladores que crean estos juegos tan sofisticados y todas estas plataformas… Entonces ¿quién debería ocuparse de esto? ¿Todos?

26:01
Adam Alter . Es algo muy humano esto de buscar alguien a quien culpar, y tiene sentido, en este caso, porque así sabemos dónde intervenir. ¿Debería intervenir el gobierno? ¿Culpamos al gobierno por no implicarse más? ¿Tenemos la culpa los consumidores? Tenemos autocontrol y libre albedrío hasta cierto punto, ¿no deberíamos auto-controlarnos solitos? Creo que el gobierno, en cierto modo, sí. Los consumidores, no tanto; estamos en una tesitura complicada. Creo que los desarrolladores, los diseñadores de las plataformas, los smartphones, los dispositivos que nos muestran esas aplicaciones, juegos y programas… Todos ellos lo reconocen, hubo una época en que decían: «No sabemos lo que estamos haciendo», y se hacían un poco los locos, igual que lo hicieron las tabacaleras en los cincuenta y los sesenta, que decían: «Los efectos no se saben en realidad y creemos que no hay problema». Pero ahora ya tenemos pruebas suficientes para, por lo menos, sugerir que esto es un problema que hay que investigar en mayor profundidad. También sabemos que la gente que trabaja en estas empresas es consciente del problema, desde hace muchos años. Sean Parker, uno de los primeros inversores de Facebook dio una entrevista a finales de 2017 y le preguntaron: «¿En qué pensabais? Todo el mundo quiere saber si buscabais hacer una plataforma que fuera la mejor para que la gente mantuviera el contacto, como dice Mark Zuckerberg, o pretendíais hacer algo distinto?», y contestó: «No teníamos ningún interés por hacer la mejor plataforma, solo queríamos engancharos. Queríamos que pasarais cada minuto de vuestro tiempo libre viciados al dispositivo, y si podíamos modificar algo para que pasarais cinco minutos más, lo hacíamos. No sabíamos lo que estábamos haciéndoles a los niños, ni a los adultos, y nos daba igual. Mientras siguiéramos ganando un pastizal y creciendo, estábamos contentos». Fue muy honesto por su parte, pero es que los negocios son eso, en tecnología y donde sea. Por eso creo que esa gente, sin duda, es la responsable, porque sabían lo que hacían y no tuvieron ninguna precaución.

¿Cómo usamos el móvil delante de nuestros hijos? Adam Alter
27:55

Yo creo que lo que hace falta ahora es un estudio que sea tajante, que coja aleatoriamente a niños y… No sé si es viable hacerlo… Coger a niños y asignarles de forma aleatoria que utilicen pantallas durante, digamos, cero horas, una, dos, tres, cuatro al día y monitorizar su vida ¿Cómo les afecta? ¿Cómo afecta usar Facebook una, dos o tres horas al día a cómo actúa como ser social? ¿O como padre? ¿O en el trabajo? No conocemos la respuesta, no se ha llevado a cabo este estudio y creo que es necesario. La logística es complicada, pero teniendo esa respuesta, esas pruebas a largo plazo, podremos afirmar de forma definitiva que, en caso de que aparezcan problemas, hay que cambiar nuestra manera de interactuar con la tecnología. Pero aún no hemos llegado ahí.

28:39
Zuberoa Marcos . Me gustaría que compartieras un mensaje final con toda la gente que va a ver este vídeo. Puede ser algo que ya hayamos comentado, y que quieras destacar o algo nuevo.

28:50
Adam Alter. Voy a decir dos cosas. Ante todo, el ser humano no tiene autocontrol por naturaleza. Nuestro depósito de autocontrol se agota muy rápido. Por eso, lo que aconsejo es que, en lugar de intentar autocontrolarte para usar menos el móvil… que no lo hagas. Estructúrate de manera que no tengas ni que pensar en él. Las cosas que nos rodean físicamente son aquellas sobre las que debemos ejercer autocontrol, así que aparta el teléfono durante una hora diaria o durante la cena. Elige un rato al día para no usar el móvil. Apártalo. Intenta no tener la tentación constante. Al principio pensarás: «Ay, no tengo aquí el móvil, ojalá lo tuviera cerca», pero se convertirá en hábito, y empezarás a disfrutar de ese ratito sin móvil. Lo he hecho con mucha gente y el sentimiento es casi generalizado. La segunda es que creo que deberíamos intentar pasar, al menos, un rato al día en situaciones en las que sea imposible saber en qué año vivimos a juzgar por lo que vemos. Si miro a mi alrededor, casi siempre veo algún ordenador, tablet o teléfono, entonces, sé que no estamos en 1950 ni en el 1500, sé perfectamente qué año es. Creo que algo muy saludable para medir si estás viviendo bien la vida es pasar algún rato al día sin saber en qué año estás: mirando al bosque, al mar, a un arroyo o a los ojos de otra persona, algo que podrías haber hecho en cualquier momento de la historia de la Humanidad. Hacer eso una parte del día es una buena manera de recuperar la humanidad, esa humanidad que nos han quitado estos dispositivos. Estas serían mis recomendaciones.

30:25
Zuberoa Marcos. Muchas gracias, Adam.

30:27
Adam Alter . Gracias.