Cinco principios de la filosofía budista para tu vida
Thubten Wangchen
Cinco principios de la filosofía budista para tu vida
Thubten Wangchen
Monje budista tibetano
Creando oportunidades
El amor y la compasión: dos alas para volar
Thubten Wangchen Monje budista tibetano
Thubten Wangchen
Thubten Wangchen es un monje budista tibetano cuya vida está dedicada a la búsqueda de la paz y la libertad, tanto para su propio pueblo tibetano como para el mundo en general. Desde muy joven se vio obligado a abandonar su hogar y buscar refugio en las calles de la India debido a la difícil situación en el Tíbet. Una experiencia que lejos de detenerle, abrió su corazón fortaleciendo una profunda conexión con el budismo y su mensaje de compasión y sabiduría.
La educación y la disciplina han sido sus principales herramientas para encarnar los grandes principios de la filosofía budista: la compasión, la sabiduría, la pureza, la paz y la prosperidad: “Todos queremos prosperar y tener salud. Todos tenemos proyectos, grandes o pequeños. Si tienes una motivación pura, estás en paz, tienes sabiduría y compasión, al final el resultado es la prosperidad y el éxito. Todo saldrá bien, aunque haya pequeños problemas de por medio, aunque haya celos o envidia… No pienses en ello, olvídalo. Tú concéntrate en tus proyectos y lo demás llegará”.
En la actualidad es director fundador de la Casa del Tíbet en Barcelona, un hito importante en su vida y un lugar de encuentro para la comunidad espiritual. Wangchen es un ejemplo inspirador que ha convertido sus desafíos personales en un llamado a la compasión y al amor. Su vida es un recordatorio poderoso de que, incluso en medio de la adversidad, se puede encontrar significado y propósito al trabajar por el bienestar de los demás con la esperanza de crear un mundo más justo.
Transcripción
Dejó todo: nuestra casa, nuestro terreno y todos nuestros bienes. Se llevó solo su cuerpo y su alma. Salimos, y el camino fue peligroso, pero por suerte pudimos sobrevivir. Después, el Gobierno indio y el pueblo indio fueron muy amables. Nos abrieron la frontera a los tibetanos. Sin visado y sin billetes, dejaron entrar a cualquier tibetano a India. Después, su santidad el dalái lama y ochenta mil tibetanos pudieron escapar. Entre ellos, mi padre y nosotros: yo, mi hermana y mi hermano. Somos tres. Después, entramos en India. Sí, también es un país interesante. Seguro que alguno de vosotros ha visitado India, y Nepal también. Dos países donde se puede aprender y abrir el corazón y la mente, porque es una cultura diferente, se lleva una forma de vida diferente, hay diferentes religiones y tradiciones. En ese sentido, tuve mucha suerte de poder entrar a India. Pero también mendigué. Los tibetanos no teníamos nada. Yo mismo, desde los seis a los nueves años, fui mendigo. Y dormía en la calle. Y los indios fueron muy amables. Y todavía son muy amables con nosotros. En aquel momento nos salvaron la vida.
En aquel momento, su santidad el dalái lama le dijo a Nehru que los niños y niñas que entonces mendigaban en las calles eran el futuro del Tíbet. Educar a los niños y niñas era muy importante porque eran el futuro de nuestro país. «Por lo tanto, ¿nos ayuda a montar escuelas para educar a los niños?». Y, enseguida, Nehru dijo que sí. Preparó escuelas en diferentes partes de India y empezó a buscar a los niños y a las niñas calle por calle. Y, por suerte, yo era un niño de la calle. Me llevaron a la escuela, donde éramos casi mil niños y niñas que estudiábamos juntos. La situación era un poco pobre, pero estaba muy contento con la vida escolar. Teníamos comida suficiente y cama para dormir. Fueron muy amables. La educación es principal. Nos inspiraban los profesores, los lamas. Nos inspiraban mucho. Siempre venían a clase con una sonrisa, siempre nos daban consejos. Antes de enseñarnos las lecciones, nos daban consejos: «Sed buenos chicos, no os enfadéis tanto, sed amables». Eso fue lo que nos motivó. Cuando tenía dieciséis años decidí hacerme monje, dedicar más tiempo a la espiritualidad. Y después he tenido mucha suerte.
Fue buena decisión, porque aquel mismo año me aceptaron en el monasterio privado del dalái lama. No es muy fácil entrar. Yo no tenía nada, ningún enchufe. Y me aceptó muy fácilmente. Fue una gran suerte. Fue el mejor regalo de mi vida. Estuve once años con su santidad dalái lama en su monasterio escuchando sus palabras, sus consejos, y también observando lo que él hacía, lo que él pensaba. No soy un fanático. Nada. Pero lo he visto con mis propios ojos, he vivido con él. Así que yo puedo decir contundentemente que es un ser, una persona, que tiene el corazón lleno de amor, bondad y compasión. Al final de todo, me tocó mi karma, venir a España. Ahora estoy muy contento. Al principio dije: «No, España, no. No hablo español». El dalái lama me dijo: «Vete tres años. No más. Tres años está bien. Será interesante. Ve y aprende lo que no conoces. Hay cosas interesantes. Y lo que tú conoces, lo que tú sabes, cuéntaselo a la gente. Pero no forzadamente. A quien tenga interés. Lo que tú sabes, explícaselo. Pero no intentes convencer a nadie. Tolera a todo el mundo».
Los tres años pasaron muy rápidamente. Al final me recibió el dalái lama. «Ya han pasado los tres años. Ahora es el cuarto. ¿Qué hago?». Y me dijo: «Puedes volver cuando quieras a India, ¿pero tienes algún problema con quedarte en España?». Yo le dije: «No, tengo residencia. Podemos renovar». «Puedes hablar sobre diferentes temas: sobre derechos humanos, sobre la meditación, sobre el yoga, sobre la medicina tibetana, sobre cualquier cosa, en nombre de la cultura. También puedes hablar sobre el budismo, la filosofía, a través de la cultura del Tíbet. Por lo tanto, es muy interesante. Quédate allí y sigue trabajando en la cultura». Bien, muy bien. Y después ya dejé de trabajar como traductor del centro, poco a poco. Intenté establecer un centro cultural en Barcelona. Me costó mucho, mucho, pero bien. Con fuerza y paciencia, me llevó muchos años. Y al final, en el 94 conseguí abrir la Casa del Tibet, el centro cultural Casa del Tibet, en Barcelona. Yo soy el fundador, el director, también el portero… Intento hacer un poco de todo. Es importante. Mucha gente viene con curiosidad, quiere aprender mucho sobre meditación, filosofía… Vienen enfermos buscando soluciones. Vienen a la Casa del Tibet y yo los recibo con el corazón y los escucho.
Mucha gente está sufriendo y no tiene a alguien para expresarse y compartir. En Occidente hay muchas personas que sufren soledad: viven solas, sus hijos o sus hermanos están muy ocupados y les quieren contar cosas, pero nadie tiene tiempo. Sobre todo ahora en el siglo xxi. Vivimos a toda prisa, todo el mundo tiene mucho trabajo y nadie tiene tiempo para escuchar a sus hermanos, sus abuelos o sus padres. Es lo que tiene el mundo moderno. No es malo, pero tenemos que mirar un poco más. ¿Bien? Entonces, cualquier pregunta es bienvenida. Gracias.
Antes de salir a la calle, la mayoría os miráis en el espejo, ¿no? Os arregláis. Yo no tengo pelo, pero, si tenéis pelo, os arregláis el pelo para que esté bonito, tenga tal forma… Así, más guapo, más guapa. Que si cremas, colores… Eso es bueno también. Y después salimos a la calle, una vez controlada nuestra apariencia. Pero lo más importante es ver en el espejo tu interior, tu reflejo. ¿Qué motivación tienes hoy? ¿Qué actitud tienes, cómo está tu vida? Por la mañana, tenemos que agradecer que estamos vivos. Yo lo hago, por lo menos. Cuando me despierto por la mañana, lo primero que digo es: «Gracias. Estoy vivo un día más». Cada día debemos agradecer. Muy importante. Últimamente nadie agradece. Todo es muy superficial. Hay muchas prisas. Y no hay tiempo para agradecer a nadie. Los niños no agradecen a sus madres. La madre ha preparado la mochila, el bocadillo… Y no se lo agradecen. Qué pena, ¿no? Es muy importante agradecer lo que tenemos. Cuerpo sano, mente sana. Ya sabemos que, en este mundo, seas quien seas, cada cual tiene sus problemas. A todos los problemas podemos buscarles un remedio. Hay soluciones. Si no buscas soluciones, el problema va empeorando. Es como una bola de nieve.
Todo el mundo tiene preocupaciones. Hay momentos buenos, hay momentos malos, momentos críticos. Pero de todo se aprende y con el tiempo todo se puede arreglar. No hay ningún problema que no tenga solución. Excepto cuando llega la muerte, eso no se puede solucionar. Tenemos que morir. Esto es muy importante, ¿vale? No hay que preocuparse tanto. Si no hay solución, tampoco. ¿Por qué te preocupas? Si no hay solución. Si hay solución, busca la solución, los remedios, y no te preocupes. Todo irá mejor. Esa es la cosa: tener más alegría y más paz con uno mismo, menos estrés. Eso es la felicidad. La felicidad existe. Ojalá todo el mundo tuviera felicidad. Algo que siempre pienso es que nadie quiere sufrir. El niño, el abuelo que va a morir esta semana… Todos quieren vivir en paz. No quieren sufrir. Los pobres, los ricos, quien sea. Mujer, hombre. Diferentes razas, diferentes creencias. No importa. Los no humanos, los animales, también quieren vivir en paz. No quieren sufrir, no quieren recibir torturas.
Si haces el bien, sigue, con más fuerza. Y, si tu mente gira en una dirección negativa, tienes que controlarla y parar. Hay que controlar la mente, porque es como un mono. Como un mono joven. Los monos no pueden parar, van saltando de una rama a otra. Igual que nuestra mente. Ahora estamos aquí, pero nuestra mente: «¿Dónde comemos después de este programa? ¿Qué comemos, a qué restaurante vamos? ¿Espero a mi familia o no? ¿Mi hijo vuelve de la escuela o no?». La mente puede estar pensando en cualquier tema, aunque físicamente estemos aquí. Por lo tanto, pensar mal es bastante fácil. Pensar bien es bastante difícil. Por lo tanto, necesitamos más disciplina, más control. El budismo mira más hacia el interior, eso es la introspección. Y quiero hablar de tres puntos importantes para la vida cotidiana. La medición es interesante. Intentar meditar, aprender un poco de meditación. Hay diferentes niveles. Meditar quiere decir reflexionar sobre tus actos, tus acciones. Meditar es importante. Después, la atención en el día a día. Como el «mindfulness», la atención plena. Cualquier movimiento, acción o proyecto, antes de empezarlo hay que pensar bien qué va a pasar, si va a salir bien, si habrá beneficios, obstáculos…
Reflexionar y poner atención en la vida cotidiana. La atención es importante. Y después es importante no quedarnos en la teoría y ponerlo todo en práctica. Día por día. Poquito a poquito. Si solo tienes la teoría de conducción, no puedes sacarte el carnet. Primero te sacas la teoría y, después, la práctica. Entonces puedes tener el permiso de conducir. Por lo tanto, hacedlo. No digo que vosotros no hagáis nada. Seguro que alguno de vosotros hace yoga o medita, le gusta recitar mantras. Hacedlo. Aunque sea poco, algo pequeño, no pasa nada. Pero no esperes enseguida llegar arriba. Hay que pasar por el entresuelo, el primero, el segundo… Hasta el ático. No vas a llegar al ático enseguida. Paso a paso vamos a llegar y vamos a ser mejores.
La compasión tiene que salir del corazón, puramente. Y ayudar sin intereses. Vamos al segundo: la sabiduría. La sabiduría es muy importante. La inteligencia. Todos los conflictos a nivel personal, nivel familiar, nivel social, entre países… Todos se producen debido a la ignorancia, que complica. Por lo tanto, la ignorancia es la raíz de todos los sufrimientos, de todos los problemas. Menos ignorancia quiere decir más sabiduría, más luz, más inteligencia. La sabiduría y la compasión… Nosotros tenemos un ejemplo tradicional, que son las dos alas de un pájaro. Un ala no puede volar. Para que un avión o un pájaro puedan volar, necesitan dos alas, equilibrio. Estas dos alas se refieren a la compasión, en el corazón, y a la sabiduría, en la cabeza. Con esas dos, la compasión y la sabiduría, puedes volar donde quieras. Volar a Nirvana, al paraíso. Solo con compasión y sin sabiduría no puedes volar. Con mucha sabiduría, pero sin compasión altruista, no puedes volar a ningún sitio. Por tanto, la compasión y la sabiduría, en el campo espiritual, son muy importantes.
Y tercero, la pureza. En el sentido de la motivación, la actitud. Todos necesitamos actitud sin manchas. La actitud tiene que ser limpia y pura. No esperar tanto. Ayuda, haz las cosas, sin esperar nada a cambio, fama, agradecimiento, una medalla, un premio, etc. Ahí falla la actitud. La pureza se refiere a que, en cualquier acción, la motivación no debe fallar, tiene que ser muy pura. El próximo es la paz, vivir en paz. Intentar vivir en paz y dejar a los demás vivir en paz. Mucha gente es egoísta. «Yo quiero paz». Lo quieren tener todo, pero un vecino hace una fiesta y pone música y enseguida se enfada. Aquel también quiere disfrutar un poco de «party» con sus amigos. Hay que tener un poquito de paciencia, porque a veces tú también quieres hacer una fiesta. Tú quieres paz, quieres disfrutar tu vida. Los demás, igual. La paz es muy importante. Más paz y menos estrés, ansiedad y frustraciones. Después, en cuanto a la paz mundial y los políticos. Hay congresos sobre la paz mundial. Se dicen palabras bonitas, pero después nadie aplica nada para de verdad tener paz.
Por lo tanto, la paz mundial tiene que empezar por uno mismo. Si tú tienes paz en tu casa, tu familia está en paz, tu vecino está en paz, tu edificio está en paz. Pero, si tú no tienes paz, entonces todo es complicado, te pones de mal humor, pones mala cara, te enfadas, criticas a los demás… Ahí empiezan los conflictos.. Por tanto, la paz es muy importante. Lo último es… Todos queremos tener éxito en la vida, nadie quiere fracasar. Todos queremos prosperar, tener salud… Por supuesto. Nadie quiere enfermar. Cualquier tipo de éxito, pensamientos, deseos, sueños que tenemos, proyectos… Todo tiene que salir a la luz. Todos tenemos proyectos, grandes o pequeños. Y, si tú tienes la motivación correcta, estás en paz, tienes sabiduría, tienes compasión, al final el resultado es la prosperidad, el éxito. Todo saldrá bien, aunque haya pequeños problemas de por medio, aunque haya obstáculos. Puede haber celos, envidia… Pero no pienses en ello, olvídalo. Tú concéntrate en tus proyectos, en tus ideas. Y ya está. Esta es una muy breve explicación de los cinco grandes principios del budismo.
Los grandes maestros, los médicos, a alguien que se altera mucho le van a dar algún tipo de medicamento para calmarse. Pero este médico, o lama, va a aconsejar a aquella persona recitar «om mani padme hum». Así te bajará tu tensión, tu enfado, tu ira, tus cosas, tu enfado. Es verdad. Mucha gente lo ha hecho. Hay pruebas. «Om mani padme hum». Mentalmente ayuda mucho, de verdad. No hace falta ser budista. Este «om mani padme hum» tiene magia. No hay que gastar nada, es gratis. Fíjate después de unos meses. Antes te enfadabas mucho, por los vecinos, por cualquier ruido, cualquier semáforo… Pero después de decir «om mani padme hum», pase lo que pase, no te va a importar mucho. Sentirás menos ira y menos enfado.
Pero tiene que ser de corazón. Hay que enseñarlos. Es una lástima que los niños no tengan tiempo, que estén tan ocupados con sus maquinitas. Es una lástima. Hay que enseñar disciplina a los niños, y también a la gente mayor. La disciplina es muy importante en la vida. Para aprender algo, hay que ser disciplinado cada día. Si quieres hacer yoga o meditación, dos días de yoga o meditación no van a tener ningún efecto. Hay que continuar, otra vez, cada semana. Entonces saborearás los resultados del yoga o de la meditación. Después, atención, ética, disciplina. Ética y moral. Seguro que vosotros habéis estudiado mucho y seguro que alguien tiene un diploma puesto en la pared. Yo no tengo ningún diploma, pero mi educación desde pequeño, en el monasterio, con el dalái lama, me enseñó a mantener la paz, el equilibrio, la armonía, la unión con la naturaleza, a respetar el medio ambiente. Todo son cosas muy importantes que he aprendido en mi vida. El respeto hacia los demás y vivir en armonía con la naturaleza, con el medio ambiente, con quien conviva en el trabajo, en las reuniones, en la familia, en la calle… Hay que abrir la mente, sonreír y romper el ego.
Si tienes mucho «yo», rómpelo. Saluda a todo el mundo. Por eso, en el saludo indio, en el saludo tibetano, todos vamos agachando la cabeza para mostrar respeto a los demás. Todo esto es muy importante y lo aprendí en mi educación. A ser buen monje, actuar lo más correctamente posible y prestar atención a lo que hago, lo que digo, y a tener disciplina. Y ya está. Yo he aprendido esto, igual que lo podéis aprender vosotros. Eso ha sido lo más importante en mi vida.
Hago muchos viajes a India, Nepal… Aquella parte. Mucha gente quiere ir allá, pero después de una semana… La segunda semana la gente ya se aburre. La ciudad tiene cosas buenas que el campo no tiene. Y el campo tiene cosas buenas como el silencio, la tranquilidad. Por lo tanto, en cuanto a tu pregunta, más o menos es la cosa. No importa la situación, lo primero es la aceptación. Aceptar la situación que vives. Si vives donde hay mucho ruido, intenta aceptarlo. Si no puedes aguantar, en vez de quejarte busca otro piso, otra zona. Cámbialo. Esa es una cosa. Otra cosa es que necesites silencio. Medita un poquito. Aunque haya ruido, si tú meditas, vas a oírlo, pero no te va a molestar, porque estás en estado de meditación. El silencio es un tema muy importante. Hablamos mucho, demasiado. Cada día, cada hora. Pero, si lo piensas bien, hay muchas palabras y no tanto sentido. Y eso también crea problemas. Habla menos y tendrás menos problemas. El silencio tiene mucho valor. Esto llena mucho. La meditación, el silencio y la introspección sobre tus valores. Así todo irá bien, no te quejarás tanto de los ruidos, y podrás disfrutar del campo, de la montaña, de la playa, de la ciudad…
Si no, te molestará el ruido, y la montaña también te va a molestar. Porque la mente sigue igual. La mente seguirá confusa, conque la confusión estará en todas partes. La salud mental, la liberación del estrés, la ansiedad y el dolor… Por un lado, están los médicos, los hospitales y los psiquiatras que trabajan esto. Pero, por otro lado, cuando alguien está pasando por un momento de estrés, un momento de ansiedad… En esos momentos también se puede aplicar la meditación. ¿Por qué tengo tanto estrés? ¿Por qué estoy tan nervioso? ¿Por qué estoy de mal humor? ¿Por qué? Esa es la pregunta. La respuesta no es fácil, pero vendrá. Estás en un estado mental agotado, cargado de emociones negativas. En este caso, hay que rebajar un poco las emociones, respirar bien. No solo tomar pastillas para quitar el estrés o la ansiedad, o tomar pastillas para dormir. Hay pastillas para todo, pero mejor que las pastillas es utilizar tu sabiduría, tu corazón. Aplicar estas técnicas y herramientas de las que hemos hablado. Aceptación, más paz, no preocuparse tanto, amar y tener compasión por los demás. Estas cosas nos ayudan a rebajar el estrés y a dormir bien.
El karma positivo no puede resultar en sufrimiento. El karma negativo no puede resultar en felicidad. La ley de causa y efecto. Esto nos ayuda mucho a ser más correctos. Si haces el mal… Aunque no haya cámaras, si respetas el karma, no haces el mal. Generalmente, si no hay policía, vigilancia o cámaras, la gente hace tonterías, porque no hay nadie. Pero el karma está aquí dentro. Cada cosa que hago bien o mal causa una mancha. Provoca una mancha negra o una mancha blanca. El karma no puede desaparecer. Si se respeta el karma, la disciplina cambia. Nuestras acciones y nuestro pensamiento serán más correctos. Hablaremos mejor, seremos más simpáticos, más amables… Si no se respeta el karma, somos más brutos, engañamos más, mentimos más. ¿Por qué? Porque no se conoce el karma. Si se sabe que el karma existe, mantenemos una disciplina. Para ser mejor, no para castigarte ni quitarte la libertad. No es así. Se trata de ser mejor persona, más correcto.
Y, así, todo irá mejor. Estaremos más alegres, tendremos más paz y menos estrés. Eso es la felicidad. He aprendido de vuestras preguntas. Si habéis aprendido de mis respuestas no lo sé. En cualquier caso, a partir de hoy vamos a intentar ser buenas personas, mejores personas, vamos tener buen corazón. Corazón calentito. Siempre lo digo: un corazón frío no sirve de mucho. No perdáis la sonrisa. Si alguien está muy preocupado y tú le sonríes y saludas, esa persona se va a sentir mejor. Sed amables, tened más compasión, paciencia, amor, disciplina, atención, fuerza. A las cosas buenas hay que dedicarles tiempo. Nunca hay que rendirse. «Never give up». Sigue hacia adelante, trabajemos para desarrollar nuestra mente, nuestro cuerpo y ser mejores. La vida es corta. Os deseo a todos y a todas muchos éxitos, salud y alegría. Y que sonriáis. Muchísimas gracias a todos.