“Ciencias y Humanidades deben avanzar de la mano”
Jimena Canales
“Ciencias y Humanidades deben avanzar de la mano”
Jimena Canales
Historiadora de la ciencia
Creando oportunidades
Un diálogo entre ciencias y humanidades para el siglo XXI
Jimena Canales Historiadora de la ciencia
Jimena Canales
¿Están las ciencias y las humanidades condenadas a rivalizar? ¿Ciencia y filosofía deberían caminar de la mano? Son grandes cuestiones que nos plantean los avances tecnológicos y científicos del siglo XXI. La respuesta de Jimena Canales, física y doctora en Historia de la ciencia, es clara: “Mientras ciencias y humanidades no avancen conjuntamente, no abordaremos muchos de los problemas que tiene hoy la ciencia, que se deben abordar de manera humanística”.
Jimena Canales nació en México y se crió en Monterrey, una ciudad plagada de grandes industrias y fábricas. De niña le apasionaban las máquinas y la tecnología, y a través de ellas intentaba comprender el mundo en el que vivimos. “Me interesa la historia de la ciencia porque me da respuestas acerca de cómo vivimos hoy en día, en el mundo digital”, explica.
Doctora en Historia de la ciencia por la Universidad de Harvard, los trabajos de investigación de Jimena Canales se centran en mejorar la comprensión de la ciencia y la tecnología en relación con las artes y las humanidades. Es autora de los libros ‘El físico y el filósofo: Einstein, Bergson y el debate que cambió nuestra comprensión del tiempo’ (2020), ‘Una décima de segundo: una historia’ (2011) y ‘Endemoniados: una historia sombría de los demonios en la ciencia’ (2020).
Transcripción
Pero si empiezas a pensar así, te explica tanto más, incluso cuando vas a un doctor, cuando tomas la temperatura, cuando te subes al coche o te multa un policía. Todo ese contexto, que es extremadamente importante por cómo vivimos, no se estudiaba ni siquiera dentro de la historia de la ciencia, que también estaba obsesionada con estos grandes hombres o grandes máquinas. Entonces, mi primer libro, la historia de la décima de segundo, a veces, bromeo que he escrito el libro más largo sobre el periodo histórico más pequeño, pero es una excusa para entender cambios vastos de la modernidad, desde mediados del siglo XIX hasta principios del siglo XX.
Entonces llegó a la Gare du Nord en París. Tenían cámaras y cinematógrafos, se escondió, no le dijo a nadie cuál era el hotel donde se iba a quedar. Y tenemos estas descripciones de gente tratando desesperadamente de entrar a sus pláticas. Y en una de esas pláticas, la plática de abril seis, mil novecientos veintidós, en la Société Française de Philosophie, estaba Bergson en el público. Entonces, te puedes imaginar el intelectual más importante de Europa, que también era un experto sobre el tiempo, en el público. Hizo un comentario largo. Bergson, en esa época, estaba escribiendo todo un libro, un libro completo, se dice comúnmente refutar, la teoría de la relatividad, pero no era una refutación, una confrontación con la teoría de la relatividad.
Y Einstein contestó en el debate con una frase que fue detonadora. Dijo: “El tiempo de los filósofos no existe. ‘Le temps des philosophes n’existe pas’” Entonces, de ahí empezaron a haber comentarios desde esa noche hasta años después, y me di cuenta de que intelectuales como Merleau-Ponty, Heidegger, llegando hasta Gilles Deleuze, les hacían referencia y volvían a hacer referencia a este momento histórico.
Y mi sorpresa de que, en la literatura, la gran literatura, todo lo que se ha escrito sobre Einstein, casi no mencionan este día y este debate.
Entonces, dentro de la comunidad científica se entendía esa postura de Einstein como una postura epistemológica, una postura filosófica, no simplemente científica. Y ese fue el mismo punto que Bergson levantó sobre la teoría, basado también Bergson en conversaciones y discusiones con los científicos. Entonces, algo que me sorprendió cuando empecé a hacer la investigación es que en esa época no se podía dividir que los científicos estuvieran a favor de Einstein y los filósofos, en el lado de Bergson. Resultaba al revés. Los científicos y los físicos más respetados de Europa estaban con Bergson y no con Einstein, pensando que detrás de la teoría de la relatividad había una metafísica escondida.
Hoy nadie lo refuta porque hoy vivimos en una sociedad altamente científica y tecnológica, y la ciencia y la tecnología son los poseedores de la última verdad, digamos. Pero eso no sé, no ha sido siempre así. Entonces me gustaría que explicaras tú un poquito esta idea.
Por lo tanto, una cosa muy importante de mi libro fue decir exactamente qué decía Bergson, cuál fue el error y Einstein tenía razón que, en todo el libro, en el libro de Bergson, hay un error sobre física. Y esto es alrededor de la paradoja de los gemelos. La hemos escuchado en primaria. Un gemelo que viaja a la velocidad de la luz, regresa a la Tierra y ve que ha envejecido menos que su gemelo que se quedó en la Tierra. Y en el libro, Bergson dice que eso no va a suceder. En el momento, estamos muy alejados de poder hacer esta prueba científica, pero el punto de Bergson no era ese, no era técnico. Y muchas veces se repite que él acepta por entero todos los hechos de la teoría de relatividad, lo que él quiere es ir más allá y hacer preguntas más profundas sobre cuál es lo que subyace esa teoría. Entonces, cuando a Einstein le preguntan qué es el tiempo, pues él, básicamente, dice que el tiempo es lo que miden los relojes.
Y Bergson contesta: “¿Cómo es posible? Los relojes fueron hechos por nosotros para un propósito, para ir a lugares y atender eventos que nos importan. Por lo tanto, es absurdo tener una definición del tiempo basado en lo que son los relojes”. Y hay una especie de circularidad ahí, ¿qué es un reloj? Es algo que mide el tiempo. ¿Qué es el tiempo? Es algo que mide el reloj.
Entonces Bergson y la filosofía quería buscar una manera más profunda de pensar estas preguntas que no fueran simplemente técnicas.
Y mientras las ciencias y las humanidades no puedan hablar y estar en diálogo y avanzar conjuntamente, creo que vamos a seguir atorados en esta falta de comunicación y no vamos a abordar los problemas más importantes de la ciencia, que se tienen que entender de manera humanística. Y también vamos a perder muchas de las preguntas más interesantes que llegan del contexto científico hacia la filosofía.
Entonces yo argumento y me siento muy segura y optimista de que estamos en una época donde, ojalá, tal vez, podamos entrar en otro tipo de diálogo entre ciencias y humanidades. Y espero que mi libro haya sido una contribución, simplemente por ver cómo se hace esta división, por no tomar partido.
Y siento que un diálogo renovado entre ciencia y filosofía pueda también llevarnos a pensar de la racionalidad y la irracionalidad, lo subjetivo y lo objetivo de una manera más completa y menos bifurcada. Cuando dices que la filosofía puede ser un motor o que la ciencia debe ser un motor, no creo que haya jerarquías y una frase que me gusta un poco es que las ciencias duras, como la física, tratan de problemas suaves, cosas medibles, fáciles, que se pueden hacer en el laboratorio y las ciencias suaves, como la filosofía, tratan de problemas duros. ¿Qué queremos en la vida? ¿Adónde vamos? ¿Para qué hacemos las cosas? ¿Vamos a poner a un hombre en la luna? Muy bien. Tiene retos técnicos increíbles, pero ¿queremos poner un hombre en la luna?
Yo soy muy partidaria de esa solución sencilla, factible.
Desde los teólogos, los poetas a los científicos. Ahora sí, si quieres saber del tiempo, probablemente, lees Stephen Hawking, un científico. Eso es muy raro. Antes de mil novecientos veintidós, no íbamos a la ciencia para saber qué es el tiempo. Entonces, me interesa el cambio de autoridad porque te dice muchísimo de la sociedad y del mundo moderno.
Una irrupción de un momento irracional que me llevó a este descubrimiento. Entonces, el momento de la ciencia predescubrimiento ha sido como encajonado en un momento puntual eureka. Pero si vemos a través de la historia, es muy común lo que sucede en este momento y de las cosas comunes que pasa es esta referencia a los demonios.
La razón por la cual siento que es importante estudiar este momento predescubrimiento es que los científicos mismos se sorprenden frecuentemente de lo que han descubierto y casi siempre se sorprenden del uso subsecuente de sus descubrimientos.
Einstein, con la bomba atómica, dice: “Yo jamás predije que se iba a descubrir la bomba atómica”. O Niels Bohr cuando empezó a hacer mecánica cuántica, no había aviones, no había radio y ninguna de estas tecnologías, que son muy relacionadas con la mecánica cuántica, fueron dichas por los científicos. Hay una especie, en la ciencia, de Frankenstein. Están trabajando en algo que luego se va por sí solo y tiene efectos y repercusiones que no pudieron ser previstos. Entonces siento yo que está relacionado esta manera de pensar en lo desconocido como un demonio.
Los demonios es algo atractivo, que obsesiona a los científicos, que quieren hacer experimentos para probar sus teorías. Y tienen mucho que ver con los demonios de los cuentos, con los demonios de la religión.
Y también tienen mucho que ver en el momento de antes del descubrimiento y en el momento después del descubrimiento. Cuando estos demonios están ya creados, entran al mundo.
Dices: “Guau, este es el gran filósofo”. “Un triángulo tiene tres ángulos”, y también la otra que dice: “un círculo es una circunferencia alrededor de un punto”. Las razones por las cuales busca Descartes estas cosas esenciales son “este demonio no me pudo robar estas verdades, no me las pudo robar”. Y ese es el comienzo mismo de la ciencia.
El demonio de Descartes es el demonio que nos hace dudar de las verdades alrededor de nosotros. Ha sido muy importante para la neurociencia entender cómo funciona el cerebro, los sentidos, pero, por otra parte, ha sido muy atractivo para los que han querido volverse ese demonio. Entonces, la industria del cine, incluso la del teatro, Descartes ahí menciona El Quijote, enloquecido, porque no sabe qué es la realidad y qué viene de los medios, de las novelas de caballería de esa época.
Entonces, tienes muchos avances, por una parte, en términos de lógica y matemáticas y escepticismo, y también tienes avances tecnológicos sensacionales, donde la realidad virtual es, en realidad, un demonio de Descartes hecho realidad.
Entonces, ese es uno de los varios ejemplos. Hay otro sobre el demonio que inspiró a las computadoras, el demonio que inspiró la bomba atómica. Y es este momento de búsqueda el que motiva estos cambios, experimentos en la ciencia y la tecnología.
Entonces, yo quisiera pensar que mi libro, al dar simplemente la historia, un recuento de cómo los científicos han pensado estos demonios, pueda ayudar a generaciones futuras a pensar un poquito más profundamente cuáles son las preguntas que ellos están haciendo en este momento al mundo que tenemos alrededor de nosotros.