Blue School: de Broadway a las aulas
Matt Goldman
Blue School: de Broadway a las aulas
Matt Goldman
Artista y educador
Creando oportunidades
Cuando el arte y la educación se encuentran
Matt Goldman Artista y educador
Matt Goldman
Matt Goldman es internacionalmente conocido por ser uno de los tres integrantes, y cofundador, de la compañía teatral neoyorquina ‘Blue Man Group’. Desde su creación en los años 80, sus espectáculos han sido vistos por más de 35 millones de personas en todo el mundo.
A través de la iluminación, la percusión y las ‘performance’ innovadoras; los miembros de ‘Blue Man Group’ tratan con frecuencia temas satíricos y de crítica social. “Como artistas sentíamos que, culturalmente, faltaba algo en las escuelas”, explica Goldman. Preocupados por el devenir de la sociedad, la cultura y la educación, en el año 2006 los ‘Blue Men’ fundaron la escuela ‘Blue School’, en Nueva York: “Nos dimos cuenta de que muchos aspectos de ‘Blue Man Group’, como la conciencia social, la colaboración y el enfoque investigador, podían encajar a la perfección en el ambiente de una escuela”, afirma.
Con una perspectiva innovadora, estos tres artistas emprendieron un proyecto de transformación educativa basado en la creatividad, la neurociencia, la docencia colaborativa y el protagonismo del alumno: “Nuestro modelo integra el pensamiento creativo, la inteligencia propia y colectiva, y la ‘Teoría del dominio del aprendizaje’, del pedagogo estadounidense Benjamin S. Bloom”. Y añade: “Estos valores están presentes en todo momento en la experiencia educativa que queremos que sea nuestra escuela”.
Transcripción
Después de más de veinte años con ‘Blue Man Group’, y de que millones de personas hayan asistido a nuestro espectáculo y se identificaran con él; sentíamos que estos ingredientes, como la colaboración, la innovación, tratar a las personas de una manera especial, que todas estas cosas podían trasladarse muy bien a un entorno escolar.
En fin… En un entorno de excelencia académica del tipo ejercicios-examen, nuestro enfoque puede parecer muy innovador. En algunos círculos se considera incluso radical.
Otro elemento es que nuestro enfoque educativo es un modelo muy integrado. Está integrado en el sentido de que combinamos la ciencia y las humanidades. Por ejemplo, analizamos las matemáticas que hay dentro de una novela que estén leyendo. ¿Qué distancia hay de aquí a allí? Así podemos integrar las matemáticas. Hay mucha elaboración de proyectos. Porque la neurociencia nos demuestra, nos dice, que cuando los niños aprenden de una forma integrada, cuando pueden decidir un poco qué es lo que quieren estudiar, lo cual va evolucionando a través de la relación profesor-alumno, entonces van más allá, profundizan más, recuerdan mejor los conceptos y los disfrutan más. Y ese es el principal objetivo: aprender cómo aprenden, disfrutar y colaborar en todo el proceso.
Las prácticas reflexivas son cruciales para los alumnos, para los profesores, para los padres, para el desarrollo profesional de los profesores, para el aprendizaje entre iguales, con un tutor, entre los alumnos. Aunque solo sea sentarte y reflexionar un par de minutos sobre cómo te ha ido el día. Las prácticas reflexivas pueden tomar muchas formas. Todo esto lo tomamos prestado de la neurociencia, que nos dice que esto crea más conexiones neuronales, más conexiones neuronales activas, un entorno más rico, y que puedes cambiar tu cerebro para ser bueno en las cosas en las que te esfuerces.
Fascinante. Es un tema fascinante. Porque eso llevó a que los alumnos se hicieran más preguntas: ¿Hay poder bueno y poder malo? ¿Hay gente que tiene poder sobre otra gente que tiene menos poder? Y así empezamos a meternos en cuestiones sociales. Ese hilo, que puede derivar en cualquier cosa, derivó en la esclavitud en los Estados Unidos. Eso, de algún modo, derivó en la Gran Migración del Sur de Estados Unidos hacia el norte, a la ciudad de Nueva York. Y a la explosión cultural, en el buen sentido, de Harlem. Luego al declive de Harlem, y luego al Renacimiento de Harlem. Eso duró desde principios de septiembre hasta mediados de junio. Tú no sabes cómo va a ser un hilo. No sabes hasta dónde va a llegar ese hilo. Es como una especie de baile entre los profesores y los alumnos.
A final de curso, presentaron todo lo aprendido en un proyecto muy importante. Los alumnos escogieron a sus héroes del Renacimiento de Harlem. Había activistas políticos, muchos músicos, como Duke Ellington, Ella Fitzgerald… Había personas que habían luchado por los derechos civiles. Todo el mundo, todos los alumnos escogieron a su héroe activista e hicieron un trabajo sobre él. Luego, la música. Todos aprendieron la música de aquella época, la que se tocaba en el Cotton Club y en otros lugares. Luego montaron su propio club de Harlem de la época. Servían la comida y bailaban los bailes de entonces. La escuela entera, el barrio entero estaba invitado a ese evento, que fue la culminación de todo el aprendizaje que había arrancado con una sola pregunta: ¿Qué es el poder?
Las preguntas, que, bueno, no siempre tratan directamente los temas de más actualidad, también están pensadas para incitar a la reflexión sobre dónde hemos estado, dónde estamos y hacia dónde vamos como cultura, como comunidad en el planeta, y cómo podemos trabajar en común.
Y ahora se evalúa a los profesores. Hay profesores en los Estados Unidos, en el sistema público, a los que les pagan más o menos dependiendo de si las notas de los niños suben o bajan. Es todo un sinsentido. Lo que nosotros, o los profesores, intentamos poner en práctica es el enfoque del niño integral. Claro que tienen que saber hacer exámenes. ¡Por supuesto! No solo en la escuela, también en muchas situaciones de la vida adulta. Los exámenes son importantes. Queremos que nuestros alumnos sepan hacer exámenes lo mejor posible. Pero ¿nos quedamos ahí? ¿Son un número en un papel? ¡Claro que no! En el enfoque del niño integral, importa su estado emocional, su creatividad, su habilidad de innovar, su habilidad de colaborar, de aprender cosas por sí mismos, su habilidad para organizar su propio proceso de aprendizaje y las interacciones con otras personas. Su estructura interna.
“En la nueva educación deberían estar presentes la resiliencia, la reflexión y las relaciones sociales”
Los profesores aprenden muchísimo. Algo que oigo una y otra vez, en primer lugar, que es mucho más difícil enseñar así. Porque no hay un plan de estudios, todo va surgiendo sobre la marcha. Pero también es mucho más satisfactorio. Muchos profesores que trabajan aquí se quedan porque sienten que esta es la manera en la que les habían enseñado a enseñar, y porque es la enseñanza que habían soñado. Es muy importante que los profesores sientan tanto entusiasmo y emoción como los alumnos.
Pero cuando terminan sus estudios aquí y tienen que continuar su educación en otras instituciones, en la universidad… ¿Les resulta fácil la transición desde este enfoque tan innovador a uno más tradicional?
Cuando tienes esa base, tu mente es flexible y eres capaz de leer a la gente. «Vaya, veo tu estado emocional y pareces disgustado. Antes de continuar, hablemos sobre ello». Se encuentran cómodos trabajando con una persona, o en un grupo de seis, o en un grupo de veintiséis. Estas habilidades se las van a llevar a la siguiente escuela, a la universidad, a su lugar de trabajo.
Los alumnos son libres de presentar sus trabajos en la forma que quieran. Desde un documento escrito a una película, en un archivo de audio, un baile u otra forma de expresión creativa. Hay muchas opciones. Y la tecnología está presente en muchas de esas opciones. Aprender a utilizar la tecnología como una herramienta para organizar gran cantidad de datos y hacer presentaciones es algo estupendo. Pero, al mismo tiempo, sabemos que la gente puede tener problemas con la tecnología, y nosotros queremos enseñarla bien. Esa es otra cosa que obliga a la tríada de profesores, padres y alumnos a trabajar juntos para crear un vocabulario común, una manera de pensar común en lo referente a la actitud a adoptar frente a la tecnología.
Así que decidimos contactar con personas que nos parecían las mejores del mundo en esas áreas. En fin, ¿por qué no? Contactamos con Sir Ken Robinson, con el doctor Dan Siegel, y hasta David Rock, del ‘NeuroLeadership Institute’, y mantuvimos una interesante conversación. Ellos escriben libros, enseñan, publican artículos. Pero nosotros fuimos y les dijimos: «Si quieres coger todos esos libros y artículos que has escrito y todo lo que enseñas, y verlos en la práctica, únete a nosotros para crear Blue School». Y para muchos miembros de la junta de asesores, bastó una sola conversación para convencerlos.
Al principio, lo difícil era convencer a la gente de que si enseñas a los alumnos a tratarse de una forma especial, a comprender su propio estado interno, a intentar comprender el estado interno del otro, eso es empatía, eso es compasión. El trabajo colaborativo, reemplazar la competición con la innovación y la creatividad, y que los integrantes del grupo compitan consigo mismos para ser mejores personas. Estos son temas que atraían a un número reducido de padres, de familias y de niños, pero fue suficiente para empezar. Ahora, con diez o quince años de avances en neurociencia a nuestras espaldas, con el cambio en la educación… Hay un movimiento que se aleja del ejercicio-examen, en el que el niño es importante como un todo. Sentimos que estamos en el lugar adecuado y en el momento adecuado. Y, encima, ahora sabemos que nuestros alumnos sacan muy buenas notas en los exámenes, que nuestros alumnos entran en los mejores institutos de la ciudad y del país, y que se están adaptando estupendamente y se han convertido en líderes.
Por ejemplo, uno de nuestros graduados consiguió cambiar una norma de una escuela antes de haber llegado siquiera. Esto demuestra que los alumnos de la Blue School, con nuestro enfoque, acaban convirtiéndose en activistas sociales, que están prosperando. Y, además, proporciona credibilidad y validez a nuestro enfoque, por lo que las familias que vengan pueden decidir más fácilmente.
Utilizamos el pensamiento crítico en perspectiva. Yo puedo tener un punto de vista y tú puedes tener un punto de vista diferente. ¿Y sabes qué? Ambos pueden coexistir. Eso es algo, al menos en Estados Unidos, de lo que nos hemos estado alejando desde hace varios años. Tal vez un par de décadas. Pero nosotros pensamos y asimilamos de forma crítica, integrando las ideas neurocientíficas, las conexiones neuronales, para expandir nuestro pensamiento, para expandir nuestras prácticas. Yo creo que estas serán herramientas clave para las personas que vivan a mediados y finales del siglo veintiuno. Nosotros queremos poner a los jóvenes en esta senda. Y lo que hacemos en Blue School es liderar ese cambio. Cuando hablo de activismo social, no me refiero a derrocar gobiernos. Me refiero a coger las riendas y hacer de este país y del mundo un lugar mejor, porque estos niños creen en ellos mismos, creen en sus propios procesos de pensamiento, y creen en su habilidad para hacer cambios.