Aprender en contacto con la naturaleza
Heike Freire
Aprender en contacto con la naturaleza
Heike Freire
Pedagoga
Creando oportunidades
La naturaleza como maestra
Heike Freire Pedagoga
Heike Freire
Licenciada en Psicología y Filosofía por la Universidad de París X Nanterre, Heike Freire es un referente nacional e internacional de la llamada “Pedagogía Verde”, con más de 20 años de experiencia en este ámbito, que plantea el contacto con la naturaleza y el medio ambiente como recurso educativo. Freire ha sido asesora del Instituto de Educación Permanente de París del gobierno francés y desarrolla su innovación educativa con el apoyo de escuelas y familias que buscan la “renaturalización" de su entorno.
“Los niños de 4 a 12 años pasan el 76% de su tiempo sentados o acostados en lugares cerrados. Pero es a través del movimiento al aire libre como desarrollan sus sentidos, su psicomotricidad, su inteligencia espacial y social. El contacto con la naturaleza debería ser frecuente y cotidiano, para aprovechar los beneficios cognitivos, de memoria, atención y aprendizaje que aporta el entorno natural”, señala Heike Freire.
En sus libros ‘Educar en verde. Ideas para acercar a niños y niñas a la naturaleza’ y ‘¡Estate quieto y atiende!’, así como en sus talleres, cursos y conferencias, la psicóloga y pedagoga aporta recursos para fomentar el contacto con el medio natural en las familias y las aulas. “Nuestro futuro está en manos de las próximas generaciones. Por eso es de vital importancia una pedagogía verde y conciencia ecológica que reconecte con nuestro medio ambiente”, concluye.
Transcripción
"Un estudio de la Universidad de Do Minho, en Portugal, demostró que los niños de 4 a 12 años pasan el 76% de su tiempo sentados o tumbados en lugares cerrados"
Lo cual quiere decir que, de alguna manera, la naturaleza fomenta muchísimo la memoria y el recuerdo, ¿no? Más cosas que se pueden hacer… Pues juntarte… Lo que comentábamos de la tribu. Pues juntarte con los vecinos y, a lo mejor, encontrar cerca algún espacio donde los niños y las niñas puedan jugar de verdad. De alguna manera, estos parques con estos suelos totalmente sintéticos y muy pocas propuestas de juego no son adecuados para un niño o una niña. Un niño o una niña necesita tocar, necesita oler, necesita mancharse. Si tu hijo no se ha manchado, o tu alumno, es que no ha hecho su trabajo de juego y es que no está desarrollando su sensibilidad, no está desarrollando su inteligencia, no está desarrollando cantidad de cosas. Fíjate, en una cosa que a veces nos cuesta tanto, que es que un niño se manche. Yo a veces me pregunto: En la época de la lavadora, ¿cómo es posible que a las madres les importe tanto que un niño se manche?
Bueno, por supuesto, los padres se pueden juntar y hacer presión en los ayuntamientos para que aparezcan estos espacios. Por ejemplo, lugares abandonados, los típicos solares que están abandonados, que con muy poca inversión…
Por ejemplo, está demostrado que la naturaleza, de alguna manera, restablece nuestra capacidad de atender. Cuando tú necesitas concentrarte, por ejemplo, en las explicaciones que te está dando la maestra, tú tienes que reducir todo tu campo atencional, todo tu campo de atención, y eso significa un esfuerzo, ¿verdad? Y ya no atender a nada, ni de lo que sientes en el cuerpo, ni un ruido por aquí, sino que tienes que estar ahí. Y eso produce fatiga, ¿vale? Entonces, cuando hay mucho tiempo de esa fatiga y muy poco de este estado más abierto, que es el que te favorece la naturaleza… Porque en la naturaleza, este pajarito suena por aquí, pero por allí tienes una flor… O sea, te produce una estimulación mucho más abierta y tú puedes atender a muchos estímulos a la vez y a ti misma, te ayuda a conectar también con tu propia naturaleza. Eso es una cosa que dice mucho incluso la gente adulta: «Es que cuando estoy en la naturaleza…», no sé si te pasa a ti, Tamara.
También se desarrolla mejor toda la inteligencia verbal, curiosamente. Se producen más interacciones. Fíjate, hay estudios, por ejemplo, de psicología ambiental que demuestran que las personas que se encuentran en un espacio al aire libre tienden a entablar más conversación que cuando se encuentran en un lugar cerrado. De alguna manera, en un jardín, las personas hablarían más, conectarían más entre ellas, que, por ejemplo, en un centro comercial. Y esto a los niños les pasa igual. Los niños y las niñas interaccionan más. Desarrollan más su inteligencia, digamos, emocional. Se producen más relaciones sociales, con lo cual, la inteligencia social. Y, además, hay menos conflictos, esto también está comprobado. Por ejemplo, en los patios de las escuelas en los que se ha modificado la omnipresencia, digamos, y omnipotencia también, de la cancha de fútbol o de tal, y donde se ha dado más juego para que también a las que no les interesa ese tipo de juegos puedan jugar a otras cosas, y se ha metido naturaleza: plantas, árboles, etcétera, en esos patios hay muchos menos conflictos que en los patios típicos encementados donde solo hay una cancha y ya, y la gente sale ahí… en plan, como digo yo, chorro de cava.
Bueno, pero poco a poco va habiendo cada vez más gente. Ya te digo… Hace 20 años, cuando yo empecé con este tema, la verdad es que si me hubieran dicho que en 20 años habría escuelas en este país con patios que no son patios, que son jardines, con los niños entrando y saliendo de las aulas y trabajando en los dos entornos, saliendo fuera, haciendo excursiones a la playa, a la montaña, a no sé qué… Trayendo un montón de cosas al aula, de experiencias, de imágenes, de pequeños objetos, de semillas… Y trabajando sobre ello y viendo… Vamos, es que nunca… Y en el mundo de la escuela pública inclusive.
"La naturaleza está llena de ejemplos que enseñan valores, como la paciencia y la responsabilidad"
Y yo creo que es un tema que cuando ellos están en un espacio natural, surge de manera espontánea, y lo aceptan de una manera natural. De pronto, hay un bichito que se ha muerto, pues ellos lo observan, lo ven, discuten entre ellos: «No, pero se va a despertar». «No, no se va a despertar nunca más».
Yo tengo un hijo adolescente que a veces está con el ordenador, con el móvil, con la tableta, con el portátil… Y está haciendo cuatro cosas a la vez, que dices tú: «¡Por favor!». Entonces, esto está creando mucha inquietud en los padres, porque no saben, se sienten desbordados, los padres y las madres. Y una de las cosas que primero les pregunto es: «Bueno, ¿qué sientes tú cuando ves a un niño o una niña enganchado a una pantalla?». Y el 90% me dice que siente un malestar terrible. Entonces, lo primero que les digo es: «Tranquilo, porque eso forma parte de tu función de protección, y es normal, y además yo creo que es natural y es positivo…
Esto, en la familia, se puede hacer un trabajo muy bonito. Que, de alguna manera, la tecnología no nos aleje, no cree problemas y conflictos entre nosotros, sino que a partir de eso, lo convirtamos en una oportunidad para poder, de alguna manera, sacar lo mejor minimizando los inconvenientes, ¿no? Pero racionalizando también, porque es que tenemos demasiado. Y en la escuela yo, mi posición, es un poco la que defiende Sugata Mitra y la que defiende mucha gente, de que las interacciones con la tecnología han de ser colectivas. O sea, realmente los niños y las niñas pueden… Depende de las edades, ¿vale? Pueden sacar muchísimo más, por ejemplo, los últimos cursos de primaria, trabajando en equipo. Cuando son más pequeños, tú puedes tener una tablet, no digo que no. Pero es que esa tablet, no necesita el niño estar seis o siete horas al día enganchado a la tablet individualmente.
Richard Louv muchas veces dice, y yo estoy 100% de acuerdo con él en ese sentido, que cuanta más tecnología tenemos, más naturaleza necesitamos. Necesitamos naturaleza, la naturaleza que somos y la naturaleza de ahí afuera, de los otros seres, porque necesitamos repensar nuestra vida para que esa tecnología sea una herramienta a nuestro servicio.
Uno de mis gurús, que fue el creador de la teoría de Gaia, dice que ya es tarde para la sostenibilidad, dice que es tarde para la conservación, por supuesto, y que ya lo único que nos queda es simbiotizarnos con la Tierra. Yo creo que realmente que podemos alcanzar esa simbiosis en nuestra manera de pensar, de sentir, y en nuestra manera de actuar también. Y yo apuesto por esa simbiosis, y creo que en esa simbiosis la educación y la pedagogía tienen un papel superimportante, y por eso mi trabajo está dedicado a conseguir este fin.