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La música: un regalo para tus hijos

Ana Alcaide

La música: un regalo para tus hijos

Ana Alcaide

Instrumentista y compositora


Creando oportunidades

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Ana Alcaide

Su música transporta a tierras lejanas, a tiempos ancestrales y a lugares mágicos. Es una invitación a tender puentes entre culturas y una llamada a la tolerancia a través de la fusión musical. Para esta compositora, cantante e instrumentista, la música es su vehículo “para llegar a la belleza, el diálogo y el encuentro”.

Ana Alcaide es la directora del ‘Festival de Músicas del Mundo’ de Toledo y pionera en España en la divulgación de la ‘Nyckelharpa’, un instrumento sueco antiguo capaz de hacer viajar en el tiempo a quien lo escucha. Con ella ha recorrido el mundo, reivindicando el poder transformador de la música y su valor pedagógico. También ha desarrollado una intensa actividad investigadora en torno a la música antigua, sus tradiciones y leyendas.

Alcaide estudió violín en el Conservatorio de música de Getafe y Biología en la Universidad Complutense de Madrid. Completó sus estudios en la ‘Malmö Academy of Music’ de Suecia y en la Universidad de Baja California, México. Desde el marco de inspiración que le brinda la ciudad de Toledo, comenzó a escribir y tocar en la calles sus canciones, adaptando su instrumento a melodías de la España medieval. Su música ha sido descrita como “la banda sonora de Toledo” por su singular reinterpretación de la música antigua y sefardí. En 2017 fue galardonada con la Medalla al Mérito Cultural de las Artes Escénicas y la Música de Castilla la Mancha.


Transcripción

00:03
Ana Alcaide. Soy Ana Alcaide y la música es mi vehículo para llegar a la belleza, el diálogo y el encuentro.

01:02
Amaia Pérez. Ana Alcaide, bienvenida.

01:04
Ana Alcaide. Muchísimas gracias.

01:05
Amaia Pérez. Qué maravilla, qué bonito.

01:06
Ana Alcaide. Encantada.

01:07
Amaia Pérez. Soy Amaia Pérez y estoy aquí para hablar contigo hoy sobre música y sobre intercambio cultural. Muchísimas gracias por estar aquí con nosotros.

01:16
Ana Alcaide. Estoy encantada.

01:17
Amaia Pérez. Bueno, Ana, yo soy profesora de música y violinista y no me resisto a preguntarte por el instrumento que tenemos aquí hoy, la nyckelharpa. ¿Nos podrías hablar un poquito más de él y de tu trayectoria, de tu historia?

01:29
Ana Alcaide. La nyckelharpa es un instrumento de origen sueco, de origen muy antiguo. Los primeros vestigios que tenemos del instrumento son del siglo catorce. Desde esa época, el instrumento ha ido evolucionando y los suecos se atribuyen su autoría. Es allí donde se desarrolló, donde ha evolucionado durante todos estos siglos y se ha desarrollado en una zona muy concreta de Suecia, que es Uppland, que está como en el centro sur. Ahí solamente hay bosques de pinos y de abetos, que es de las maderas con las que construyen las teclas y el cuerpo de las nyckelharpas. Y es un instrumento muy ancestral y que tiene un repertorio propio relacionado con la tradición sueca.

02:09

Si tú vas a Suecia a una reunión de baile y de música, seguramente verás nyckelharpistas tocando danzas, tocando polcas y tocando valses, que son las piezas, el repertorio tradicional asociado al instrumento, un repertorio que ha sido transmitido de forma tradicional, de tú a tú, por oído, como se hace con estas músicas y que todavía sigue vivo, en Suecia todavía se conserva el instrumento, se toca. De hecho, ha habido un pequeño ‘boom’ en los últimos años porque es un instrumento muy versátil. El instrumento tiene filas de teclados, cuatro filas de teclas y cada tecla corresponde a una nota distinta. Es como si en vez de poner el dedo directamente sobre la cuerda de un violín o de una guitarra, presionaras una tecla para producir la nota. A la vez se toca con un arco.

02:58

Entonces es un instrumento muy versátil, cromático, con más de tres octavas. Y por eso en este pequeño ‘boom’ que digo que ha habido en los últimos años, se está sacando de la música tradicional sueca y se está tocando otros tipos de música con él e introduciéndolo en otros contextos musicales. Los suecos están muy orgullosos de sus nyckelharpas. De hecho, la nyckelharpa es el instrumento nacional sueco.

Una música para el diálogo y el encuentro. Ana Alcaide, instrumentista y compositora
03:20

En sueco, “nyckelharpa”, que es así como se dice la palabra, significa arpa de llaves, “nyckel” es llave y hace alusión al teclado, a los teclados y “harpa” es una palabra antigua para denominar de forma genérica a un instrumento. Yo tuve la suerte de conocer la nyckelharpa gracias a que me dieron una beca para estudiar en Suecia. Cuando yo estaba estudiando biología tuve la suerte de viajar a Lund, que es una ciudad que está en el sur de Suecia, y allí pasé un año, un año estudiando pájaros, porque yo estudiaba etología y durante mis ratos libres, por las tardes, tuve la suerte de poder participar en reuniones musicales. Allí quedé fascinada cuando vi una nyckelharpa, me enamoré totalmente del instrumento y decidí, una vez que volví a España, emprender un camino en solitario de querer aprenderlo por mi cuenta. Yo ya había estudiado música cuando era pequeña. Yo estudié violín. Empecé con siete años. Estudié primero en una academia de música y luego estudié en el conservatorio.

04:20

Lo que ocurre es que con catorce años o quince lo dejé de forma radical. Cerré mi estuche de violín y se quedó así durante diez años. Yo recuerdo que, con esa edad, con catorce, quince años, yo ya tenía que estudiar mucho, tenía que ir al conservatorio, me acuerdo. Tenía una profesora que no me gustaba porque era muy seria y no tenía ese componente de disfrute, de diversión. Y yo pienso que por eso lo dejé. Fue gracias a ese viaje a Suecia, gracias a conocer la nyckelharpa, cómo he podido reconectar con la música. Quizás desde un sitio más personal y donde he estado más cómoda, conectando con las músicas de raíz con las que me siento con mucha afinidad.

04:59

Y la nyckelharpa yo la considero que ha sido, yo diría mi arco con el que he empezado a lanzar flechas, con el que me he empezado a expresar. Ha sido mi detonante creativo, mi escudo también, porque funciona mucho como un escudo, mi inspiración y desde ahí he podido sacar, poco a poco, mi lado creativo, a expresarme yo como quién soy, cómo entiendo el mundo. La nyckelharpa tiene un espíritu un poco distinto al violín, porque es verdad que ese sonido ancestral, ese sonido más rústico y más antiguo, va un poco más con mi carácter. Es un poco más grave también. El violín considero que es un instrumento más solista, más brillante, más juguetón, y yo no tengo tanto ese carácter. Entonces, me gusta que la nyckelharpa me haya ayudado a sacar ese lado creativo mío. Así que estoy muy agradecida.

05:52
Amaia Pérez. También, Ana, la gente te conoce porque te ha visto tocar en las calles de Toledo y siendo como eres ahora, una compositora consolidada y con un renombre, continúas tocando las calles, ¿nos cuentas un poco por qué lo sigues haciendo?

06:09
Ana Alcaide. Empecé a tocar en la calle con veinticuatro años, cuando volví de Suecia, de ese viaje, y decidí volver a estudiar música, lo hice en el conservatorio de nuevo con mi violín y los fines de semana quería aprender a tocar la nyckelharpa. Entonces era mi forma de financiarme esos estudios musicales sin tener que empezar a trabajar o hacer otras cosas que me desviaran de mi interés y de mi deseo. Me acuerdo que yo me sacaba mis partituras los fines de semana y me ponía a tocar, todos los que viven en Toledo están cansados de verme y lo que empezó siendo una experiencia enfocada a ese objetivo, acabó gustándome y, de hecho, lo disfruto mucho, me gusta mucho tocar en la calle.

06:50

Para mí, cada vez que salgo a tocar, es como emprender una pequeña aventura en la que no sé con quién me voy a encontrar, no sé las situaciones con las que voy a tener que lidiar, las personas con las que voy a estar. Y tiene mucho que ver con el empezar de cero cada vez que lo haces, con el crear el momento, crear la realidad, tiene que ver también mucho con mi espíritu aventurero y también rebelde de no buscar siempre lo establecido. Y me gusta siempre cuidarlo mucho. Necesito hacerlo en un entorno que me inspire. No puedo tocar en cualquier sitio. Tengo que sentirme bien y me gusta cuidar mucho los detalles. Me gusta cuidar cómo me visto, los detalles de una tela que pongo, me gusta aportar belleza haciendo música y compartirlo con los demás. Para mí también tiene una función, lo siento como una función de servicio, igual que tú estás en el aula enseñando a los niños música, yo estoy en la calle tocando un instrumento antiguo, divulgando estas músicas y este instrumento. Es cómo yo me siento cómoda. La calle para mí ha sido mi gran escuela, con diferencia, siempre lo digo. Me ha enseñado muchísimo sobre la gente. Me ha enseñado mucho de cómo la gente entiende la música, de cómo se percibe la música desde fuera, porque muchas veces tú, como músico, tienes una percepción de cómo es la música o cómo debería percibirla la gente y no tiene nada que ver muchas veces.

08:21

Entonces eso me ha puesto muy en mi sitio, me ha puesto mucho con los pies en la tierra. Y hay algo que también me ha ayudado mucho de tocar en la calle y me sigue ayudando cada vez que lo hago y es el trabajar esta idea de qué van a pensar los demás de ti. Tocar en la calle tiene claramente unas connotaciones socialmente negativas y está asociado a falta de recursos, falta de medios, falta de posibilidades y está claro que tiene un peso muy grande cuando estás en la calle y puedes pensar: “¿Qué van a pensar los demás de mí cuando me vean aquí, tocando aquí? ¿Qué imagen estoy dando? ¿Qué pasa si me ve fulanito? ¿Qué pasa si viene alguien?”. Entonces, eso tiene un gran peso, tiene un gran peso en general en nuestras vidas. Y cuando estás tan expuesto, pues lo tiene más aún. Entonces me ha ayudado mucho porque es el trabajar el juicio externo, el dejarlo fuera y el enfocarte en tu experiencia musical. Realmente como funciona es así, es cuando tú estás enfocado en tu música, estás centrada en ti, en tu melodía, en tu sentir, es cuando puedes transmitir algo a los demás y dejas pasar todo eso de qué van a pensar los demás o distraerte por algo que pasa o… La mente nos juega muy malas pasadas y eso además me ha ayudado mucho en el escenario, porque muchas veces estoy en un teatro, en un concierto, y muchas veces evoco ese lugar de la calle donde he trabajado tanto esto. Me pongo otra vez en Arco de Palacio, que es uno de los sitios donde casi siempre suelo hacer cuando toco en Toledo, me gusta mucho ese sitio, y me vuelvo a ver ahí, intento reproducir esa sensación de estar dentro de mí, de estar inspirada, porque es un sitio que me encanta, me gusta muchísimo, y de centrarme en esa sensación de estar dentro de mí. Y eso es una visualización que hago muchas veces en el escenario cuando estoy tocando en otros sitios. Me ha ayudado mucho.

10:17
Amaia Pérez. Este espíritu aventurero del que nos hablabas, me imagino que es el que te ha llevado a viajar muchísimo y conocer otros países, tocar con otros artistas, componer con otras personas. ¿Qué nos podrías contar de estas experiencias y de lo que ha aportado para ti viajar tanto?

10:35
Ana Alcaide. Viajar siempre me ha gustado. Yo pienso que es algo, cuando estaba embarazada, que tenía como miedo a volar, el resto de las experiencias que he tenido viajando han sido maravillosas y las recuerdo con muchísimo cariño y me siento, como digo, muy afortunada por tener la música como vehículo para poder conocer el mundo. Para mí es la herramienta con la que aprendo y gracias a la música he llegado a conocer personas maravillosas, he llegado a descubrir realidades que están muy lejos de la mía. Creo que la música, lo primero que he aprendido es que tiene un tremendísimo poder, el poder evocador de la música, el poder de conectarnos, el poder de llegar al otro de una manera tan directa y tan emocional. La música es vibración y trasciende todo tipo de barreras culturales, geográficas, políticas, sociales. En ese sentido, se produce siempre una magia en el momento en que uno toca, puedes llegar a comunicar algo desde otro sitio, desde un sitio muy emocional y muy abstracto, y a su vez también permite el conectar con otras personas que también son músicos. Y a lo mejor no compartes el mismo lenguaje o culturalmente es alguien totalmente distante a ti, a tu realidad, pero conectas de una manera directa, te pones a tocar o a cantar y hay ahí un lenguaje, una magia, que empieza a brotar y que es maravillosa.

12:01

Pienso que, viajando, aunque muchas veces nos cuesta salir de nuestro mundo conocido, cosa que hasta cierto punto es razonable porque nuestro cerebro nos protege y nos advierte sobre los peligros, sobre miedos y nos hace reproducir y estar en lo que ya conocemos. Pienso que cuando superas esa barrera y das un paso, tienes la valentía de ir hacia adelante, haciendo algo que te cuesta, en principio, se abre un mundo, un mundo de posibilidades, de riquezas, un mundo de nuevas visiones. Pienso que el que viaja, automáticamente se enriquece, y es algo que recomiendo siempre muchísimo, viajar. Y también te hace ser más humilde. Primero, porque creo que cuando uno viaja aprecia más lo que tiene. Enseguida pones en valor lo que tú tienes y te das cuenta de lo privilegiado que eres. Eso para empezar. Luego, pienso que cuando viajas también te pones en la piel del otro y ves otras realidades, ves otros puntos de vista, otras formas de hacer, de resolver los mismos problemas y te das cuenta de que tu forma de hacer las cosas es una de las tantas posibles. No es ni mejor, ni más válida, ni más importante, hay muchas maneras de llegar a lo mismo, hay muchas soluciones posibles, muchas técnicas y muchas teorías, muchas interpretaciones de la realidad. Y pienso que al mirar y contrastar otras, automáticamente te abres, te enriqueces y de alguna forma te haces también más respetuoso con lo demás.

13:41

Gracias a la música, una de las cosas que también he descubierto y aprendido es que finalmente todos, todas las personas más allá de su cultura, más allá de su país, de sus tradiciones, buscamos y necesitamos lo mismo en la vida. La música te lo enseña claramente, porque al final esas inquietudes son comunes y yo pienso que todos, al fin y al cabo, estamos buscando lo mismo. Necesitamos resolver las mismas cuestiones materiales, pero también espirituales. Necesitamos responder cuestiones que tienen que ver con el sentido de la vida, con quiénes somos. Todos estamos en esa búsqueda de respuestas. más allá de, como digo, de nuestros condicionamientos geográficos y culturales.

Una música para el diálogo y el encuentro. Ana Alcaide, instrumentista y compositora
14:27
Amaia Pérez. Ana, tu música es una invitación a tender puentes entre culturas. Es como una especie de llamada de atención a la tolerancia entre lo diferente. ¿Crees que nos hace falta algo más de esto en el mundo en el que vivimos?

14:51
Ana Alcaide. Sí, claramente sí. La tolerancia tiene mucho que ver, para mí, con el permiso que nos damos cada uno de nosotros para ser quienes queremos ser, para hacer las cosas que nos gustan, para darnos el espacio de expresar lo que necesitamos expresar. Cuando somos tolerantes con nosotros mismos y nos facilitamos y nos autocuidamos, es mucho más fácil serlo con los demás. Entonces, pienso que toda la tolerancia tiene que empezar por una mirada interior, por una escucha interior de eso, de que cada uno se pueda proporcionar, hasta el punto que pueda, lo que necesita. Cuando tienes esa mirada hacia ti, la puedes tener hacia los demás. Yo durante mis viajes he vivido situaciones curiosas. Sobre todo, cuando tienen que ver con temas culturales distintos.

15:35

Por ejemplo, una de las experiencias más difíciles que he podido tener en cuanto a choque cultural es cuando trabajaba en Indonesia. He estado grabando allí con músicos y tocando, ofreciendo conciertos y, de hecho, uno de mis discos está grabado en Bandung, en una isla, en Java, y fue el fruto de colaboración de músicos locales que tocan músicas tradicionales de allí, javanesas. Y yo recuerdo que en el trabajo que hacíamos, que era ensayar diariamente, por ejemplo, quedábamos siempre por la tarde, a las seis, siete de la tarde, y por defecto ellos llegaban tarde siempre. O sea, si tú quedabas a las seis, ellos aparecían a las ocho. Y además lo hacían sin dar ninguna explicación y no venían ni con menos ganas ni con menos deseo, simplemente, era una cuestión cultural. Entonces, claro, tú vas ahí con tus esquemas y con: “Esto hay que hacerlo así y vamos a ensayar de esta manera y lo vamos a grabar de esta forma”, y te encuentras con que aquello es algo totalmente fuera de tu control y no tienes nada que hacer y tienes que asumir y aceptar esa cultura que ellos tienen y esa forma de ser, entonces, no es nada personal, no te lo puedes tomar de forma personal, simplemente, es así. Entonces a mí, por ejemplo, al principio, me costó mucho aceptar eso y te das cuenta de que al final no pasa nada. Ellos llegaban, no daban explicaciones y se ponían a tocar tan contentos.

16:54

Tengo también una experiencia que recuerdo con mucho impacto y, hasta cierto punto, con tristeza, porque me removió muchísimo, que es cuando estuve viajando en Irán. En Irán no se puede cantar. Las mujeres no pueden cantar en público. Entonces yo fui con mi nyckelharpa, porque siempre viajo con ella y me invitaron para tocar, para tocar en un encuentro, en una universidad. No recuerdo exactamente el sitio, era un sitio muy frío, recuerdo, con una luz blanca. Y me acuerdo que cuando me puse a cantar, empecé, canté una canción y acto seguido, el que estaba al lado mío me cortó y me dijo: “No, no puedes seguir cantando, en Irán no se puede cantar”. Entonces yo seguí tocando, me acuerdo que seguí tocando porque tenía que tocar y me produjo una sensación de incredulidad y de sorpresa tan grande que me puse a llorar y empecé a llorar. Nunca me había pasado que seguía tocando y se me caían los lagrimones mojando el instrumento y acabé de tocar, pero estaba totalmente en mi llanto, en mi dolor. Y me acuerdo que cuando acabé, mis compañeros, colegas que estaban ahí en la reunión, vinieron a mí y me dijeron: “Te entendemos”. Porque ellos entienden que esto no es normal, no está bien, es algo cultural de ellos, pero efectivamente genera mucho dolor. Pero a mí la música también es una forma de amor, es una forma de, como decíamos, de conexión, de llegar al otro, de encuentro. Y cuando eso ves que se corta de una manera así, tan brutal, pues es un impacto muy grande.

18:32
Amaia Pérez. Bueno, ahora vamos a hablar de educación y de música. En el colegio en el que trabajo, encuentro que muchos padres no saben realmente si deben dar a sus hijos una formación musical un poco más allá, con una cierta calidad. ¿Qué crees tú que aporta que los niños aprendan música y, en concreto, que estudien un instrumento musical?

18:55
Ana Alcaide. La exposición a la música y a tocar instrumentos, a cantar, es un regalo que los padres podemos hacer a nuestros hijos. Diría que uno de los mejores regalos que podemos hacerles. La experiencia musical debería ser, o es, debería ser divertida. Debería tener un componente de autoexploración, de juego, de diversión. Muchas veces los padres pensamos en la utilidad de aquello que les vamos a dar a nuestros hijos a ofrecerles, y pensamos. “No tiene buen oído, no tiene ritmo. Pues no quiero que se dedique a la música”. Entonces todo eso al final ya nos retira de la oportunidad de exponerles a ello. Y yo pienso que más allá de todos esos condicionantes prácticos, sociales en los que vivimos, de la utilidad que tengan las cosas, la experiencia musical es algo que nos enriquece por naturaleza, tiene muchísimos beneficios. Yo soy muy partidaria de animar a todo el mundo a que toque un instrumento, porque un instrumento es una manera de conectar con tu interior de una manera emocional, que no puedes hacer a través del habla, del pensamiento, que puedes también conectar con los demás tocando un instrumento y que te lleva a unos sitios mucho más profundos y más humanos.

20:11

Yo animo a todo el mundo, incluso a los adultos, muchas veces estamos llenos de condicionantes, “ya soy mayor, ya no puedo empezar, no tengo buen oído, mi voz es muy fea”, todo eso nos aparta. No nos damos el permiso. No hace falta tocar para un público, no hace falta tocar un instrumento, aprenderlo, para dar conciertos. No hace falta tocar, ni siquiera, para tus vecinos, puedes hacerlo para ti y eso ya es una riqueza enorme. En Suecia una de las cosas que me impactaron cuando estudié allí es que la gente va a los festivales de música con sus instrumentos y van a ver al grupo que toca, por supuesto, pero sobre todo van a tocar y a bailar. Y esto de experimentar la música es vital.

20:52

Es algo que creo que tenemos que cambiar en nuestra sociedad, que sea algo tan elitista, tan producido y que sea algo más naturalizado, más popular. Cantar, que no nos dé tanto pudor. Tenemos mucho pudor a expresarnos. Tocar un instrumento tiene muchísimas ventajas o beneficios, diría yo. El primero de ellos yo diría que es ayudarnos a calmar nuestra mente cuando tocamos. Es una forma de meditación, nuestra mente no está dándonos información o no nos está dando guerra, por así decirlo. Tocamos con el cuerpo, nos conectamos con nuestro cuerpo, aunque al final desarrollemos la técnica con ciertas extremidades más que otras, pero activamos todo el cuerpo cuando tocamos. Tocar un instrumento también te conecta con una lógica abstracta, que es de la que está hecha la propia música y que nos ordena el pensamiento de alguna forma. Tocar un instrumento nos hace escuchar, estar en la escucha, porque para poder tocar previamente hay que escuchar, hay que escucharse y hay que escuchar el silencio del que parte el sonido y también nos agudiza nuestro sistema auditivo. Es decir, cuanto más tocamos, más estamos expuestos a la música, más sensibles somos. Cuanta más exposición tenemos a distintas músicas, a distintos timbres, a distintas sonoridades, más ricos somos y más podemos apreciar otras músicas que nos puedan poner delante.

22:27

Entonces, al final pienso que la música en sí y tocar un instrumento lo único que hace es aportar y ayudar a desarrollar la sensibilidad. Muchos niños que, aunque a lo mejor no hayan estudiado música y no han ejercido como músicos, tienen esa sensibilidad y saben disfrutar de la música de una manera mucho más rica, más completa. Tocar un instrumento, como decía, también tiene ese componente de autoexploración que nos permite conectar nuestro mundo interior con el mundo exterior y nos permite expresar una parte de nosotros, nos permite expresar quiénes somos en ese momento, nos permite jugar, nos permite crear. Hay un componente muy importante en el hecho de tocar un instrumento, que es el juego. De hecho, en inglés, “tocar” se dice ‘play an instrument’. Y justo el concepto juego es un elemento importante porque habla de la creación, de la creación sin límites. Cuando tú ves a un niño jugando, a un niño pequeño, ves cómo construye su mundo sin limitaciones, no existen barreras, no existen paredes ni restricciones. Jugar nos permite expresar lo que somos, permitiéndonos en el momento ser lo que tiene que ser.

23:52

En el momento en el que ya empieza a haber censura, en el que empieza a haber limitación, en el que empieza a haber comparación, deja de haber juego. Y pienso que tocar un instrumento y que cantar tiene mucho que ver con el permitirse, con el permitirte a ti mismo ciertos roles, con el permitirte expresar algo que está dentro de ti, sin vergüenzas, sin tapujos, sin obstáculos. Creo que a pocos de nosotros nos han educado a poder hacer eso de una manera libre. Siempre tenemos alguien con quien compararnos. Siempre tenemos un juicio externo. Siempre pensamos que, por ejemplo, en mi caso, yo tenía pánico de salir al escenario tocando el violín. Pensar que voy a desafinar, que no voy a tocarlo bien, qué van a pensar los demás, que no lo interpreto de una manera como debería ser. Para mí, la nyckelharpa y para mí este camino solitario que emprendí, ha tenido mucho que ver con romper esos corsés, esos obstáculos con los que he crecido y que es cierto que me han dado una base muy buena a nivel técnico, como un entrenamiento de mi cuerpo y con una serie de recursos, pero también muchas veces me han limitado y me han generado esa sensación de estar en una jaula y de no poder expresarme de una manera más auténtica, más libre.

25:23

Pienso que la educación musical que tenemos hoy en día, de la que yo vengo, que he estudiado en el conservatorio, nos da un sistema que se ha establecido como el válido y que efectivamente nos da unos recursos y unas técnicas y nos ofrece un marco estilístico muy bueno, pero al final no deja de ser eso, un marco estilístico que está basado en un contexto muy concreto de la historia, que puede ser la música clásica y también la música moderna, pero del mundo occidental. Es una visión muy reducida de lo que puede ser la música en general. Y como decíamos antes, no tiene por qué ser la válida o la más importante, es una de las visiones posibles. Entonces está muy bien partir de ahí, pero para mi gusto, bajo mi punto de vista, falta el qué hacer con eso. El decir: “Vale, muchas gracias. Tengo este marco histórico. Me dais estas técnicas, estos recursos. Pero ahora ¿qué hago yo para expresarme como yo soy con esto?”. Es decir, esta es la raíz, pero desde ahí debería brotar la flor que somos cada uno de nosotros, utilizar todo eso a nuestro favor y que también en la enseñanza se contemple el cómo hacerlo. Porque muchas veces estamos perdidos y muchos de nosotros hemos tenido que emprender caminos muy insólitos y muy aventureros para poder llegar a romper con todo eso y poder volver a renacer desde otro sitio. Pienso que la educación debería estar contemplada, es esa forma de madurar el conocimiento, de llevarlo a un punto personal, de utilizarlo a nuestro favor para expresar lo que realmente somos, y cada persona tiene una forma de ser, cada persona tiene un discurso, tiene un mensaje, tiene una voz. Esa voz queremos escucharla. Esa es la idea.

27:20
Amaia Pérez. Me hablas de la educación que tuviste en el conservatorio, pero a mí me gustaría preguntarte qué opinión tienes de la formación musical que se da en los colegios en España.

Una música para el diálogo y el encuentro. Ana Alcaide, instrumentista y compositora
27:30
Ana Alcaide. Desconozco con detalle el cómo es la formación actual de música. Lo que sí que sé es que es escasa en cuanto a horas y está, por lo menos la que yo recibí, está enfocada a intentar llegar a la música desde un sitio que para mí no es diversión. Yo, por ejemplo, toqué la flauta dulce. Me acuerdo que, en mi caso, como ya sabía música, pues me resultaba más fácil y todas me decían: “Claro, como tú estudias música”, y no era divertido porque también era como muy traumático, porque hay niños que no pueden tocar la flauta bien, no afinan, no les llegan los dedos o tienen una flauta que suena X y que no les da esa sensación de poder hacerlo bien. Entonces genera mucho trauma y todo eso pienso que no es un enfoque, es decir, no digo que sea malo, simplemente que debería haber enfoques alternativos y complementarios. Por ejemplo, una cosa que a mí me parecería algo que podría aportar es todo lo que tiene que ver con apreciación musical, es decir, con escuchar música y que sea la profesora la que abra los oídos de los niños y les cuente anécdotas. Hay tantas canciones, hay tanta música, hay tanta belleza alrededor de la música que poder compartir y que poder plantar esa semilla de interés que puedes contar muchas anécdotas de las canciones, incluso de rock o de la música clásica. Es fascinante todo ese mundo. Entonces pienso que debería ser más lúdica la experiencia en general, más divertida, más personal. Entonces, ceñirla a algo que sea puramente interpretativo, frustrante, no creo que sea la mejor forma de iniciar, porque, como digo, genera trauma y genera una visión de la música y un rechazo.

29:19
Amaia Pérez. También te quería preguntar sobre tu faceta autodidacta y sabemos que has aprendido a tocar la nyckelharpa de manera autodidacta. Y quería preguntarte qué te ha aportado ser autodidacta y cómo realmente lo has hecho.

29:35
Ana Alcaide. Cuando la gente me pregunta si es muy difícil tocar la nyckelharpa, siempre digo lo mismo. Digo que lo más difícil de tocar la nyckelharpa no es la parte técnica. Todos los instrumentos tienen una complejidad y tienen unas dificultades que resolver, pero quizás lo más difícil de tocar la nyckelharpa es hacerlo en un entorno en el que no tienes compañeros con quien tocar, no tienes profesores, no tienes escuela. Es cierto que hoy en día, con las nuevas tecnologías, la enseñanza está mucho más al alcance de la mano, pero aun así lo difícil de tocar la nyckelharpa es hacerla en un entorno, como digo, de distancia respecto a la fuente. En mi caso me ha ayudado, hasta cierto punto, estar lejos, porque precisamente no he tenido ese corsé de expectativas de cómo tengo que hacerlo. Es como si la distancia te diera cierta libertad a la hora de interpretar las cosas. Entonces eso ha jugado a mi favor. Yo reconozco que haber estado en España, si bien he tenido ese contacto con Suecia y luego he vuelto a Suecia a estudiar, me ha dado mucho relax en mi enfoque y me ha dado mucha libertad y mucha personalidad a la hora de hacerlo.

30:43

Yo diría que emprender un camino en solitario, no solo como autodidacta, sino como emprendedor, exige un carácter, hasta cierto punto, de valentía, porque tienes que lidiar con la incertidumbre constantemente y tienes que darte tú mismo tus propias respuestas. Tienes que aprender a confiar en tu instinto, tienes que dejarte llevar por tu intuición, tienes que responder a tus preguntas aun sabiendo que te vas a equivocar, tienes que asumir el error como parte del camino, cosa que muchas veces nos da pánico y no pasa nada, asumir que en los caminos también existen piedras de las que vamos a aprender y que nos van a hacer ser lo que somos hoy en día. Estamos muy acostumbrados a tener la aprobación externa. Todos estamos acostumbrados a que haya un sistema que nos evalúe, desde que somos pequeños tenemos notas en el colegio, nos hacen exámenes. Existe también una conciencia social sobre cómo deberían hacerse las cosas. Existen unos valores a nivel colectivo y cuando eres autodidacta, básicamente te tienes que despojar de toda esa necesidad de aprobación para poder hacer las cosas por ti mismo y no estar dependiendo de esa mirada externa.

31:57

Yo creo que es un camino para personas que tengan ese espíritu, hasta cierto punto de valentía y de fuerza, necesitamos coraje para ser emprendedores y para ser autodidactas en esta sociedad.

32:12
Amaia Pérez. Ana, la nyckelharpa nos has comentado que es un instrumento antiguo sueco y tu reivindicas el valor de las músicas ancestrales. ¿Crees que es importante conocer y difundir la música antigua y qué es lo que esto nos aporta?

32:25
Ana Alcaide. Las músicas tradicionales, las músicas de raíz, nos recuerdan lo que somos. Son el legado que recibimos, son la herencia de nuestros antepasados. Y nos ayudan a entender de dónde venimos. En las melodías, en los cantos, en las historias, en las leyendas, en los mitos, se refleja claramente cómo son las creencias, cómo son los valores de los antepasados. Nos ayuda a conocernos, básicamente, cuando miramos a nuestro pasado nos podemos reconocer como una continuación de aquello de dónde venimos. Y considero que es justo el punto de partida desde el que tenemos que empezar a construir. No podemos crecer si no tenemos raíz. Es algo parecido. Entonces pienso que es importante respetar esas músicas y mirarlas con cariño, aunque luego no te identifiques con ellas, con sus mensajes o con su estilo. A veces tenemos cierto rechazo hacia todo eso porque nos recuerda algo que no queremos ser.

33:32

Queremos partir desde otro sitio y renacer. Y está claro que tenemos todo el derecho de reinventarnos y de construir algo totalmente nuevo. Pero como decía, pienso que es un recordatorio importante desde el que comenzar. A mí una cosa que me gusta mucho sobre las músicas de raíz, y es que se hacen, o se construyen, desde un sitio muy distinto al que se construye la música escrita, o la música culta, o la música más bien para un fin recreativo. La música de raíz parte siempre de una necesidad social, de una necesidad del pueblo y se hace desde un sitio de cumplir una función, tiene una utilidad, tiene un uso concreto. Entonces, cuando tú cantas una nana a tu hijo, cuando la canta tu vecina, no está pensando en si está desafinando o si le pilla alto, o si le pilla bajo, lo que quiere es dormir a su hijo, entonces ese es el sentido que tienen las músicas de raíz. Y a mí me gusta porque precisamente nos habla mucho de las necesidades de un pueblo, de las cosas que son importantes. Entonces pienso que es un punto de partida necesario y por supuesto que lo reivindico como parte de nuestro patrimonio que tenemos que defender. Es como hacer un homenaje a nuestros antepasados, recibir ese legado y hacerlo desde el cariño y desde el respeto.

34:53
Amaia Pérez. En uno de tus discos hablas sobre historias y leyendas de mujeres de la mitología. ¿Qué personaje destacarías de todos ellos y qué características tienen estas mujeres?

35:05
Ana Alcaide. Las leyendas de mujeres a mí me han enseñado mucho porque en ellas he visto reflejada, como decía, muchas historias, mucha sabiduría. Las leyendas, yo esto siempre lo digo en mis conciertos, lo que hacen es que recogen y nos traen una sabiduría ancestral que ha permanecido de boca en boca, que se ha mantenido en la tradición oral porque tiene algo que contarnos, porque tiene una enseñanza que es vigente, porque tiene algo que es actual, por eso se ha recordado. Es algo que funciona por selección natural. Las melodías que se recuerdan por tradición oral popular son aquellas que nos llegan y que nos transmiten algo que es necesario de ser recordado. Antiguamente, no existían libros y esta era la manera de contar. Esta era la manera de enseñar a través de los romances que contaban historias. Y normalmente por eso esas leyendas, esas historias, no tienen a veces finales felices. Son historias pesadas, muchas veces dramáticas, porque precisamente encierran una enseñanza, una advertencia, un peligro. Las historias felices con finales bellos no hace falta recordarlas porque realmente, bueno, ahí quedan para el bien de quien las vive, pero no tienen ese carácter de advertencia, de enseñanza, como puedan tener esas leyendas que recordamos.

36:23

Durante mi investigación respecto a estas leyendas, una de las cosas que más me ha llamado la atención es cómo, según la zona geográfica donde yo iba mirando, cambiaba mucho la cantidad de leyendas y el estilo y el tratamiento que se hacía respecto a esas figuras mitológicas. Por ejemplo, te pongo el caso del País Vasco, que es una zona donde hay muchísima vegetación, muchos bosques. Pienso que ahí hay una cantidad de leyendas increíble. Hay muchísimas historias, en cada bosque, hay como varias anécdotas que se recuerdan. Y pienso que finalmente lo que se busca con esas historias es responder a los misterios, responder a las preguntas, a las inquietudes del ser humano. Entonces muchas veces tiene que ver con la geografía. Por ejemplo, en Castilla la Mancha, que es donde yo vivo, pues no hay mucha, no hay mucho misterio, es una tierra plana, es una tierra llana y está claro que hay historias y leyendas, pero no tienen la misma envergadura que puedan tener las leyendas, por ejemplo, del norte, con bosques, montañas. Es curioso. Y también es curioso el tratamiento que se hace respecto a esas figuras mitológicas, por ejemplo, en el País Vasco está la diosa Mari y es una diosa, una mujer que es una diosa y que es venerada como tal. De hecho, Mari es un nombre que se utiliza ahí mucho y en otros sitios no hay diosas, las mujeres de leyenda son, a veces, mujeres un poco pendencieras o que nos llevan a caminos oscuros, que nos engañan o que tienen atributos más negativos. Es curioso. Yo en este trabajo, investigando estas leyendas, también me he dado el permiso de adoptar esos roles de las distintas protagonistas y sacar esa voz, el poder gritar como una ondina o el poder enfadarme o el poder ser suave, dulce, he explorado todos esos registros.

38:16
Amaia Pérez. En una entrevista también nos hablas sobre la dualidad de lo femenino. ¿Qué papel crees tú que tiene la mujer en el mundo?

38:23
Ana Alcaide. Para mí este trabajo, ‘Leyenda’, ha tenido mucho que ver con el explorarme a mí misma en mi condición de mujer. Y como decía, lo he hecho a través de la música, a través de las leyendas, que es un material en el que me siento cómoda. Todo empezó porque yo pienso que, como mujer, yo he recibido una educación, he recibido una educación religiosa, yo he ido a un colegio de monjas y he recibido una educación en la que me han, por así decirlo, potenciado el lado luminoso de mi ser. Como mujer, yo tengo que hacer ciertas cosas o no tengo que decir otras que pienso, tengo que mostrar ciertos rasgos de mi carácter. Y a medida que he ido creciendo y que he tenido más curiosidad, había algo que no me cuadraba. Digo: “Vamos a ver qué pasa con esto. La naturaleza de las mujeres no es así”. Entonces, gracias a las leyendas he explorado, he buceado en el lado oscuro, que yo digo, es el lado que todos tenemos dentro de hombres y mujeres.

39:31

Todos tenemos lados o aspectos más oscuros de nuestra personalidad y aspectos más luminosos. La propia naturaleza femenina, es cíclica, es cíclica nuestra naturaleza humana en general, pero en el caso de las mujeres es claramente cíclica por nuestra biología. Y todo eso me ha hecho entender mejor y me ha hecho aceptarme mejor. Pienso que es un paso necesario el que nos aceptemos tal y como somos, con nuestras luces y nuestras sombras, para que después podamos aceptar a los demás. Pienso que la lucha que se está iniciando hoy en día de reivindicación, de valores, de miradas, tiene mucho que ver con el reconocimiento propio. Yo, para mí, es el primer paso que ha de darse antes de seguir dando pasos hacia adelante, hay que aceptarse, hay que aceptar que somos así y que nuestra naturaleza es dual y que no pasa nada. Somos cíclicas. Pienso que es una ley del universo, la ley de los ciclos y conciliarse con ese lado es positivo y debe dejarnos de dar tanta vergüenza el hablar de ciertas cosas. Tenemos que poner sobre la mesa muchas cosas. Entonces, para mí, todo tiene que ver con la autoexploración personal y el autoreconocimiento de ese lado oscuro. Entonces, como decía, estas leyendas me han ayudado a conectar con algunos personajes oscuros que han elegido caminos horribles o difíciles y que han sido inspiradoras también para mí.

41:06
Amaia Pérez. Bueno, eres madre, Ana, y acabas de tener un hijo hace poco. Enhorabuena.

41:11
Ana Alcaide. Gracias.

41:12
Amaia Pérez. Dentro de esa perspectiva, ¿cómo crees tú que estamos haciéndolo los padres hacia nuestros hijos? ¿Y cuál crees que es su futuro? Y si lo estamos haciendo bien, si estamos aportando algo.

41:24
Ana Alcaide. Yo pienso que siempre lo hacemos lo mejor que podemos. Lo estamos haciendo bien. Vivimos de una manera muy distinta a cómo nos han educado, a cómo vivieron nuestros padres. El hecho de que tú y yo estemos hoy sentadas aquí hablando es algo que quizás nuestras madres no se podrían haber imaginado y que quizás nuestras hijas, para ellas sea algo natural que pase. Esto muestra cómo estamos haciéndolo bien, estamos avanzando muy rápido. A mí me gustaría que mis hijos vivieran en un mundo en el que las personas pudiéramos ser más casa una, expresarnos como somos.

42:04

Venir a hacer aquí lo que tenemos que hacer sin miedo, porque nosotros realmente a nuestros hijos les podemos enseñar a través de nuestro ejemplo. Una de las cosas más importantes de la educación es entender que por mucho que les digas a tus hijos cómo tienes que hacer las cosas o cómo te gustaría, si tú no estás ejerciéndolo como tal, si tú no eres un ejemplo para ellos, ellos no lo van a hacer. Eso es un reto increíble. Yo pienso que, para mí, como madre, es el mayor de los retos al que me enfrento día a día y pienso que tenemos que ser muy conscientes de esto, que a medida que nosotros seamos como queremos ser y nos expresemos, así nuestros hijos lo van a recibir. Entonces tenemos ese compromiso, esa responsabilidad. Es una responsabilidad. Y también tenemos que tener en cuenta que el mundo que queremos que nuestros hijos vivan es el mundo que estamos creando a día de hoy. Estamos aquí, somos parte de la Tierra. Entonces, cuando hablamos de cuidar el entorno, de cuidar el medio ambiente, de proteger todo lo que tenemos que proteger en el mundo, tenemos que empezar por nosotros mismos. Nosotros somos parte de la Tierra, somos medio ambiente. Hay que empezar por uno mismo. No hay que esperar que lo externo cambie. Esa es una lección para mí fundamental. Si queremos ver un cambio, lo tenemos que iniciar nosotros cada uno en su ser. Desde ahí se puede empezar a cambiar.

43:32
Amaia Pérez. Respecto a este tema que estamos hablando, sobre si lo estamos haciendo bien con la educación de nuestros hijos, ¿crees que deberíamos hacer más hincapié en relación a la autoexploración y al autoconocimiento?

43:44
Ana Alcaide. Creo que la educación debería contemplar, sin duda alguna, el autoconocimiento, la educación emocional debería ser una de las asignaturas básicas de nuestro sistema educativo, implantando esa educación emocional, nos ahorraríamos muchísimas historias que llevamos a la edad adulta. El autoconocimiento es fundamental. Además, está muy conectado con lo que estamos hablando de la libertad, de la creatividad, de la tolerancia. Cuando tenemos contacto con nosotros mismos, somos capaces de tener contacto con los demás desde un sitio auténtico. Nos escuchamos, nos damos permiso y ahí se lo podemos dar a los demás. Pienso que, para tener una sociedad más humana, este autoconocimiento debería estar incluido, por supuesto. Ahí, al hilo de lo que hablábamos de ser padre, también implica ese autoconocimiento, esa responsabilidad de mirar tus heridas, ocuparte de ellas y desde ahí, poder ayudar a tus hijos.

44:50
Amaia Pérez. También eres directora del Festival de Músicas del Mundo de Toledo y yo quería preguntarte qué opinión tienes sobre el valor y el papel de la cultura.

44:59
Ana Alcaide. La cultura es el salvavidas de una sociedad. Es el alimento de nuestro espíritu, de nuestra alma. Sin cultura no tenemos raíz. La cultura es lo que nos da todas las respuestas, lo que nos da el sentido, lo que nos hace pertenecer. Si despojamos la cultura a una sociedad, a una persona, la desnudamos y la dejamos prácticamente siendo un autómata, siendo un animal, siendo alguien que no ejerce su cualidad humana, por así decirlo. Para mí, la exposición a la cultura es fundamental, porque gracias a ella aprendemos y adoptamos distintos puntos de vista. Aprendemos a ponernos en la piel del otro. Aprendemos que hay muchas respuestas ante la misma pregunta. Aprendemos a respetar, aprendemos a que nuestra visión no es la única. Aprendemos a tolerar, aprendemos a dejar espacio.

46:00

Al final, tener exposición a distintas miradas, a distintas interpretaciones, es como saber disfrutar de gastronomías del mundo, por ejemplo, cuanta más comida comes de otros países y más te expones a nuevos alimentos, a nuevos sabores, más vas a disfrutar de esa experiencia y también vas a estar abierto a otras nuevas que te puedan venir. Puede ser que haya algunas que no te gustan. Puede ser que tú tengas tus preferencias. Está claro que todos las tenemos. Está claro que todos tenemos nuestras inspiraciones, nuestros gustos. Pero el estar expuesto a eso, aun sabiendo que al principio puede ser un poco difícil dar ese paso, como decía, de acercarte a lo desconocido, cuando el cuerpo te pide quedarte en lo conocido, en tus creencias, en tu ámbito cotidiano, se nos abre un mundo. Por eso yo, en este caso, como directora del festival, me gusta exponer al público a esas nuevas experiencias. Siempre traemos grupos internacionales, de otras partes del mundo. Y es precisamente eso, el plantar la semilla del poder disfrutar de otras cosas que aparentemente son como raras, desconocidas, extrañas. Pienso que tenemos que superar esos prejuicios para poder abrirnos.

47:23
Amaia Pérez. Cuando hablamos de música y de arte, también hablamos muchas veces del poder transformador que tiene. ¿Tú crees en ese poder?

47:32
Ana Alcaide. Creo absolutamente en el poder transformador de la música. La música es vibración. La música, como decía, tiene ese poder de llegar directamente a la emoción. Nos puede cambiar el estado de ánimo de una manera drástica de un momento a otro. Nos puede calmar, nos puede alegrar. Los antiguos ya lo sabían y en la antigüedad la música era una disciplina que se estudiaba con la filosofía, con la astronomía, con la física. Los matemáticos tenían interés en la música, porque hablar de música es hablar del fenómeno vibratorio y de cómo dos cuerpos que están vibrando en frecuencias distintas se pueden igualar. Cuando una frecuencia alcanza la otra se sintonizan.

48:15

Ese poder lo podemos ver a nivel cotidiano en muchas cosas que hacemos desde que ponemos la radio y nos alegra la canción que escuchamos, hasta cuando vamos a un concierto y podemos sentir esa energía que se produce a nivel colectivo tan potente. Son experiencias muy fuertes. Todos aquellos que hemos estado en un concierto multitudinario podemos recordar esa sensación de poder absoluto después de salir de ahí, de lo que nos ha transmitido eso, y cómo todos vibramos en la misma frecuencia, eso es maravilloso. Ese poder es increíble.

48:50

En ese sentido, la música ya tiene un poder grandísimo. La música es emoción y, al igual que en otras disciplinas artísticas, nos puede tocar de una manera directa, de una forma que no podemos transformarnos, como puede ser a través de una idea o de un discurso mental. Tú puedes escuchar algo en la tele que te puede convencer, o puedes escuchar a alguien hablar de algo, pero si tú lees una poesía o escuchas una canción y hay una frase que te toca, la forma en la que lo hace es distinta, porque lo hace a través de esa emoción.

49:31

Y hay algo dentro de ti que se abre de forma distinta a como lo harías viéndolo en la tele o escuchándolo en boca de otra persona. La emoción nos mueve el cuerpo y nos produce una alteración de nuestros sentidos y nos hace estar abiertos. Entonces, todos los mensajes que aprendemos a través de la emoción nos llegan desde un sitio mucho más directo. La música tiene ese poder porque nos puede tocar y nos puede cambiar a nivel humano de una forma que otras muchas cosas no pueden hacerlo. Finalmente, pienso que la música nos transforma porque nos invita al autoconocimiento nos hace conectar con una parte de nosotros que no conocemos, quizás, en nuestra vida cotidiana. Y pienso que por eso es importante mantener la cultura como algo esencial en nuestra sociedad.

50:36

La música nos puede transformar. El arte nos puede transformar. Nos hace conectar con una parte de nosotros a la que no podemos acceder mediante nuestro día a día, nuestro discurso mental, nos hace expandir nuestra visión. Nos hace ser más tolerantes con nosotros mismos, nos hace conocernos y conectarnos y finalmente nos ayuda a expresar mucho mejor nuestra humanidad.

51:06
Amaia Pérez. Bueno Ana, muchísimas gracias por este ratito tan inspirador. Creo que hoy en día nos hacen falta tener muchas conversaciones de este tipo y nada, queríamos acabar pidiéndote que, por favor, si pudieses tocar alguna de tus piezas en la que pudieses englobar todo esto de lo que hemos hablado hoy o alguna que te apetezca a ti para cerrar esta entrevista.

51:31
Ana Alcaide. Muchísimas gracias. Voy a tocaros un trocito de una melodía tradicional en un ritmo bastante curioso. En mi último disco elegí, como decía, las historias y las leyendas de mujeres que yo defino como raras o valientes que han emprendido actos de amor fuera de lo común, actos que las han llevado a trascender sus propias limitaciones. Y son mujeres, como decía, ciertamente raras. Hay una de ellas que es la ‘Lamia de Kobate’ y hay un tema que he hecho para ella y voy a enlazar con una de las melodías parecidas que contiene esa canción.

52:15
Amaia Pérez. Gracias.

Una música para el diálogo y el encuentro. Ana Alcaide, instrumentista y compositora