Una historia de pasión por la música y la vida
Lucas Vidal
Una historia de pasión por la música y la vida
Lucas Vidal
Compositor y músico
Creando oportunidades
De 'Abbey Road' a 'Élite', un viaje musical de película
Lucas Vidal Compositor y músico
Lucas Vidal
“Tanto en la música como en la vida lo más importante no es el talento sino la tenacidad. La oportunidad del no está en el sí, y yo he tenido la suerte de que, en todos los momentos en que lo he pasado mal, incluyendo el cáncer, he visto la oportunidad”. El compositor y músico Lucas Vidal nació rodeado de instrumentos y musicalidad, y pronto encontró en la música un refugio y un lenguaje a través del cual expresar sus emociones más profundas.
Su talento innato y su dedicación inquebrantable le llevaron a recibir una beca para estudiar en el prestigioso Berklee College of Music en Boston, donde su vida dio un giro de 180 grados cuando fue diagnosticado de cáncer. Un momento vital que lejos de desenfocarle lo llevó a superar todo tipo de obstáculos para reforzar su compromiso con la música y perfeccionar un estilo versátil consolidándolo como uno de los compositores más destacados a nivel nacional e internacional. Vidal es creador de la banda sonora de películas como ‘Fast & Furious 6’, ‘The Raven’, ‘The Cold Light of Day’, ‘Palmeras en la nieve’ y ‘Mindscape’. Además de su trabajo en cine y televisión, ha colaborado con artistas de la talla de Sigourney Weaver o Bruce Willis, y ha compuesto música para publicidad, videojuegos y series como ‘Velvet’ ‘Élite’ y ‘Mentiras’. A lo largo de su carrera ha recibido numerosos reconocimientos por su trabajo, incluyendo varios premios Goya y un Emmy.
La historia de Lucas Vidal es un testimonio inspirador de fuerza, tenacidad y pasión por la vida, una banda sonora que suena a delicadeza y genialidad.
Transcripción
Entonces, claro, desde que llegué el primer semestre a Berklee, pensaba: «¿Cómo puedo hacer cosas…? Claro, están las clases, están los profesores, pero yo quiero componer y pasar a la práctica todo lo que estoy aprendiendo». Entonces, recuerdo que, aparte de este sitio, de Berklee, había otras universidades cerquita: está el Conservatorio de Boston, donde había mucha gente que tocaba instrumentos clásicos. Entonces, yo iba por la calle andando y veía a lo mejor a dos chicas con un violín y las paraba y decía: «Oye, ¿no os importaría tocar en una sesión mía? No tengo pasta, pero tengo una carta de recomendación para vuestras becas y pizza». Entonces, claro, ya con la pizza decían: «Ah, oye, qué tío tan cachondo» y tal. Y, entonces, venían y empecé a hacer un montón de grabaciones pequeñitas con estudiantes. Cuando ya hice muchas grabaciones pequeñitas, claro, yo quería seguir haciendo grabaciones grandes y hubo una, que era una grabación orquestal, donde ya, pues claro, después de avisar y tener a tanta gente que iba andando por ahí en Boston, ya tenía una orquesta grande. Entonces, dije: «Venga, voy a hacer una orquesta, voy a hacer una grabación orquestal, con estos músicos». Y el día anterior a que grabáramos, me diagnosticaron cáncer. Tuve que volver a España y me tuvieron que dar quimioterapia.
Cuando me dijeron que tenía cáncer, sinceramente, no sabía si iba a vivir o no, pero de lo que sí me acuerdo es de que, en el viaje, pensaba: «Jopé, si salgo de esta, voy a seguir aprovechando el tiempo un montón, porque al final la vida es un límite de tiempo». Entonces, ¿no será interesante aprovechar el tiempo, vivir cada minuto de la vida con mucha pasión y disfrutarla? Y, entonces, en el hospital, mientras me estaban dando la quimio, sí que recuerdo que tenía, no sé, dos pensamientos que me venían todo el rato. Uno, que quería comer caracoles, estaba como loco con el tema de los caracoles, y dos, el grabar con orquestas en… Bueno, hay un sitio que se llama Abbey Road, en Londres. Algunos lo conoceréis, grabaron los Beatles, entre otros artistas, y yo quería grabar ahí, en Abbey Road, con los músicos, gente supertop… Y tenía esa ilusión. Y estaba con la quimio, ahí hecho polvo, y decía: «No, no, yo es que voy a llegar ahí, voy a llegar ahí y es mi pasión y yo quiero conseguirlo». Cuando acabé el ciclo de la quimio, me recuperé y pude volver a Estados Unidos y ahí continué mi formación y seguí haciendo un montón de grabaciones. Todo aparte de la formación que tenía en Berklee. Y ya un profesor me llamó y me dijo: «Oye, tengo un amigo que está haciendo una película, ¿quieres hacer la música tú?». Y dije yo: «Okay». Tendría yo veinte o veintiún años, y dije: «Vale».
Entonces, como ya tenía la experiencia anterior de todas las grabaciones que había hecho, pude hacer la película. Era una película muy pequeñita, la orquesta con la que grabé eran estudiantes, pero todo fue muy interesante y muy divertido. Y un proceso de aprendizaje. Claro, de ahí, de repente me llaman para hacer otra película, estando en Berklee. Y ya, cuando termino Berklee y después de hacer un montón de grabaciones, me voy a Nueva York, continúo mis estudios en un sitio que se llama Juilliard, mientras ya seguía haciendo películas. Pero, claro, ahí pensé: «Jopé, están muy bien estas películas que estoy haciendo, ¿pero dónde está la gente, dónde están los productores? Porque yo no tengo contactos». No tenía ningún contacto. Bueno, excepto este profesor que os he contado y otra persona que me llamó para hacer otra película. «¿Dónde puedo…? Ay, ¿dónde puedo encontrar gente del mundo del cine? A ver, no conozco a nadie. Ya está: en festivales de cine. En festivales de cine». Dije: «Pues ya está». Me fui a Cannes. No tenía un duro. Me alquilé ahí un apartamento horroroso. Y me fui con algún amigo al que le dije: «Sí, sí, nos invitan a Cannes». Todo mentira. Y, por la mañana, íbamos al festival a ver un poco la gente, a ver quién había ahí… De repente, oía a alguien que hablaba español y me acercaba. Como ya había grabado mucho, iba con un disco. Entonces teníamos el compact disc, ¿no? Y, entonces, iba con mis demos y se los iba dando a unos y a otros.
Y después fui a San Sebastián y en San Sebastián conocí a otra persona, mientras seguía mi formación. Entonces, claro, al final yo creo que una carrera profesional requiere muchas horas. Y cuantas más horas le eches y más pasión le eches, al final conseguirás tu objetivo. Me acuerdo de otra anécdota, que fue la primera grabación orquestal que tuve en Abbey Road. Tenía veintiséis años y, fijaos, me vino a través de un productor que conocí cuando… Una vez terminé en Nueva York, ya me fui a trabajar a Los Ángeles y conocí a un productor, y el tío… Le mandé un e-mail, yo mandaba e-mails a diferentes productores, nadie me contestaba… Claro, imaginaos, estaba empezando mi carrera, ¿no? Y hubo uno que me contestó y fue muy simpático. Y lo vi en Los Ángeles y fue pura casualidad que estaba haciendo una película grande con Bruce Willis, con Sigourney Weaver… Y me dijo: «Bueno, ¿quieres hacer la música?». Yo le dije que sí. Me dijo: «¿Tienes música hecha, de acción?». Yo le dije que sí, por todos los años que había estado grabando cuando estaba en Boston y en Nueva York. Y, tres meses después, me vi delante de una orquesta de ochenta músicos haciendo una película de acción, que era lo que quería hacer yo, y dirigiendo. Entonces, claro, cómo cinco o seis años después de estar dándome quimio y soñando con ese momento, al final llego a ese punto. Y fue gracias a la pasión y al esfuerzo y al sacrificio.
Mucha gente me dice: «Qué suerte, qué guay tu carrera». Bueno, «Qué suerte»… Qué suerte haber encontrado algo que me gusta, por supuesto, pero luego hay un montón de horas que le he tenido que echar al tema a la hora de tener esas ganas de hacer cosas y también de salir de mi zona de confort. Me acuerdo de que, en 2016, que fue un muy buen año, hice varias películas, tuve el honor de ganar dos Goya y un Emmy y la verdad es que fue muy guay ese año, y, de repente, en Los Ángeles, que estaba yo viviendo en Los Ángeles, en California, me desperté un día y dije: «Uy, no, esto de seguir haciendo películas una tras otra, no. Quiero salir de mi zona de confort». Y, entonces, llamé a los directores de las películas que tenía y les dije que quería renovarme, que quería meterme más en la música electrónica y ahí, de repente, estuve dos años metiéndome en la música electrónica y dando un parón un poco a mi carrera profesional, para aprender. A mí, lo que me motiva, al final, es aprender saliendo de mi zona de confort y aprovechar el tiempo al máximo de la manera que pueda. Bueno, ¿tenéis alguna pregunta alguien? Porque a mí me encantaría que preguntarais cosas. No sé si alguien tiene alguna preguntita.
Luego, otra maestra es mi tía, mi tía Carmen, que es… Bueno, fue superbailarina, ahora tiene una escuela en Las Palmas, de ballet, y recuerdo que, los veranos, cuando íbamos a Jávea a veranear con todos los primos, yo me llevaba la flauta y, entonces, la hija de mi tía, es decir, mi prima, Nadia, que también es bailarina, tenía que ir todos los días al conservatorio para estirar, para, en fin, hacer ejercicios… Y, entonces, yo iba con la flauta y mi tía me decía: «Venga, Lucas, a ver: un dos por cuatro. Venga». Y tarareaba algo. Entonces, yo tenía que componer o improvisar mientras tocaba. Bailo fatal, ¿eh? Pero yo como que iba siguiendo a mis primas. Luego decía: «Venga, ahora tempo de vals». Y, entonces, yo estaba con la flauta. Y eso era literalmente mi mayor pasión en verano. Es que era muy divertido. Entonces, ahí también aprendí un poco lo que era la composición y, sobre todo, la composición audiovisual, de alguna manera: donde hay unos movimientos… Claro, cuando hago películas, yo tengo que fijarme. ¿En qué momento empieza la música? Imaginaos, por ejemplo… De hecho, me vais a permitir… Voy a utilizar un poquito esto. Vamos a imaginarnos una escena, ¿vale? Y tú, por ejemplo, eres una espía del FBI. Entonces, tú me has hecho una pregunta, pero, en el fondo, lo que quieres es sacarme información de algo que sé yo y que nadie más sabe, ¿vale? Entonces, me has hecho la pregunta.
Pero, cuando me has hecho la pregunta, de repente aparecen unos tíos que vienen por aquí y nos rodean y cierran esto. Entonces, yo con el director hablo y digo: «Vale, ¿en qué momento quieres que empiece la música?». Y él me dice: «Pues, mira, quiero que empieces la música en el momento en el que empieza la pregunta. Cuando ella hace la pregunta, mete un poco de tensión». Esa es la escena. Entonces, yo tendría aquí… Normalmente, tengo un estudio más grande y tengo aquí un montón de instrumentos, instrumentos virtuales electrónicos que ahora os enseñaré. Y luego una orquestita virtual, por así decirlo. Es decir, un violín o una flauta, que está como pregrabados, por así decirlo, los sonidos. Y luego yo puedo reemplazar y grabarlo con músicos de verdad. Entonces, vamos a coger, por ejemplo, no sé, esto… A ver qué puedo coger aquí. A ver este sonido. Voy a ir probando, a ver. Digo: «Anda, esto mola». He cogido una librería, añado un poco de reverberación y digo: «Oye, este ‘flow’ me puede molar para esta escena». Entonces, voy a coger… A ver aquí, esto está. Esto es la claqueta que siempre necesito para ir grabando. Como el ritmo. Yo pienso en el ritmo. Puede ser interesante. Entonces, yo voy aquí y empiezo a grabar. Voy a grabar lo que sea. A ver, aquí, esta misma me gusta. Dos, tres y… Y, entonces, de aquí saco unos ritmos y pongo todo lo que voy haciendo a través de lo que…
MIDI, esto se llama MIDI. Son como las notas que acabo de tocar. Vamos a ver esto cómo suena. Voy improvisando. Empieza así, ¿no? Y digo: «Bueno, ahora, no sé, voy a añadir otro sintetizador». Vale, a ver esto. Vale, me puede funcionar. Vamos a ver. Tres y… Vale, he metido ya la información y ahora ya lo modulo de alguna manera. Y vamos a ver aquí cómo queda esto poniendo esto así. «Oye, Lucas…». ¿Cómo era la pregunta? Y de repente vienen por ahí. Y yo empiezo a ver y todos empezáis a ver como que hay algo raro aquí en la habitación. Entonces, claro, cuando de repente veis que hay algo raro, meto como unos violines. Justo cuando miráis todos porque hay una persona entrando. Pues ahora voy aquí a los violines. Y vamos a ver aquí. A ver. Voy a buscar una librería. Y ahora vamos a grabar.
Vale, esta puede ser la escena. Son veinte segundos, pero luego digo: «Venga, a ver, ahora le voy a dar un poquito más de ‘flow’, a ver qué se me ocurre». Y voy mirando en las librerías virtuales, que también puedo, y voy pensando. A lo mejor… Vamos a ver aquí qué sonido hay. Por ejemplo, voy a utilizar este, voy a añadir aquí unos filtros para quitar los agudos. Bueno, cosas así de… Vale, a ver. A lo mejor ahora ya un poco más de tensión. No, aquí, lo voy a bajar aquí. Entonces, este sonido lo voy a poner aquí y… Y esto es lo que queda. Y a lo mejor vamos a meter la melodía principal de la peli. Entonces, ya hemos hecho la escena. Así es cómo yo, normalmente, trabajo.
Y, desde luego, haber tenido maestros como es mi abuelo o mi tía, ha ayudado a que también pueda componer rápido. ¿Alguna otra pregunta? Más preguntas.
Entonces compré un violín, en Los Ángeles. Un violín que estaba medio roto. Me costó cincuenta euros. Y, entonces, me lo llevé en el viaje a Londres. Y, media hora antes de empezar la sesión de grabación, normalmente, el que afina, que dan un la, por ejemplo… Esa nota la da el primer violinista: se levanta y da la nota. Bueno, pues el violín del primer violinista a lo mejor costaba un millón de euros, o sea, ninguna tontería. Y, entonces, media hora antes le dije a este chico, bueno, a este señor, porque era un señor mayor. Le dije: «Oye, ¿qué te parece si hacemos un cambiazo? Coge tú el violín y hacemos el cambio. Y, cuando vayas a afinar, me das el violín». Dijeron: «Sí, sí, perfecto». Total, diez minutos antes de empezar… Vosotros sois la orquesta: violines, chelos, por ahí estarían las flautas, vosotros cuatro de ahí seríais oboe, clarinete, flauta y fagot, que os estoy viendo bien. Vosotros, por ahí, trompetas, trombones y tuba. Es decir, tengo aquí la orquesta. Entonces, claro, yo ya sé que me están juzgando. O vosotros me podéis estar juzgando. «Este chico cómo viene… La camiseta…». Son las primeras impresiones, ¿no? Dos minutos. Un minuto. Diez segundos. Va a empezar ya. Cinco segundos, diez de la mañana. ¡Pipipipí! Suena. Se levanta el señor y dice: «Vamos a afinar». Todos así. Entonces, cuando coge el violín, dice: «Bueno, Lucas, ¿por qué no afinas tú?». Cojo el violín, digo a la orquesta: «Bueno, es que nunca he tocado el violín, pero vamos a intentarlo».
Entonces, hago así, «Una, dos y tres», y rompo el violín, se cae, y todos estaban así, en plan «Oh, my God! Lo que acaba de pasar, que se acaba de cargar un violín de un millón de euros». Y, entonces, claro, ahí, cuando dije yo que era broma, bueno, todos encantados. O sea, ya rompí un poco el hielo y ahí empezaron todos a disfrutar. Además, con música de acción, que muchas veces es muy repetitiva. Pues ellos estaban encantados diciendo: «Qué guay, qué bien nos lo estamos pasando». Incluso, después de la sesión, dijeron: «Oye, a ver cuándo vuelves a Abbey Road a grabar con nosotros». Y, al final, fue muy interesante porque hay humor, hay buen rollo y estamos al mismo nivel y yo no voy de nada ni me creo la pera limonera, que esa es otra. Esa es otra que sí que me gustaría comentaros: la vida es muy larga y con la gente que uno conoce uno nunca sabe al final. O sea, yo sí que creo en el karma. De hecho, mi primer álbum de música electrónica se llama ‘Karma’, que os invito a que lo oigáis si os mola. Y era un poco una reflexión sobre cómo actuamos con la gente. Si tenemos mal rollo, si vamos con un ‘flow’ raro y mal, al final eso nos va a pasar factura a lo largo de la vida. Os lo digo de verdad. Por otro lado, si somos, no sé, agradables, empáticos, si intentamos ser buena gente y, sobre todo, un poco humildes con el ego, que por supuesto todos tenemos ego. Yo soy el primero que también tiene ego y creo que el ego es una parte un poco importante también como artista para desarrollarte: al final quieres que tu música la oiga la gente, ahí hay un componente del ego importante. Entonces, sí que creo que el humor es básico. Y ser, no sé… Ser majete.
Yo me veo vídeos, tutoriales, de música electrónica, me veo un montón de todo lo que sale nuevo. Me estoy reciclando constantemente, invierto mucho tiempo y eso es gracias a la tecnología, a que vaya internet rápido y, luego, los programas que utilizo, al final, son una herramienta que me ayuda a pasar mi idea, una idea, rápidamente al piano o a la orquesta o al sonido, al corte musical que haga. Entonces, todo ese proceso ahora es rapidísimo, o sea, es prácticamente… Bueno, lo hemos visto antes con el ejemplito que hemos hecho. Por último, hablando de la tecnología, todo lo que son las conversaciones con directores y directoras es que ya las hago a través de internet. Es una maravilla. Recuerdo hace poco que tuve una reunión con Lee Daniels, con el director con el que estoy trabajando, que él está en Los Ángeles, la supervisora musical estaba en su casa de Madrid, el editor musical estaba en Nueva York y había otra persona que no sé ni dónde estaba, y todos estaban oyendo a tiempo real lo que yo estaba haciendo con mi programa. Entonces, esto hace diez años era impensable.
Y luego a la gente de tu edad también se puede. Es más difícil. Yo creo que es más difícil, también con las redes sociales y demás, que todo queréis que vaya muy rápido. Creo que es un poco complicado, pero, al final, oye, si uno hace el ejercicio de decir: «Venga, hoy voy a estar una hora y voy a poner música clásica, pero es que mañana voy a poner música africana y pasado mañana voy a poner, yo qué sé, música china». Al final creo que todo es interesante y, desde luego, por lo menos a mi juicio, la música clásica sí que, de alguna manera, eleva el alma. Entonces, por eso yo siempre intento animar sobre todo a los jóvenes a que oigan música clásica y que está muy bien y que mola. O sea que no es una cosa de los abuelos, que es un rollo. No, no, no, es divertido. Es cuestión de empezar. Como todo, como cuando empiezas con la bici: claro, primero tienes que aprender y hacerlo muchas veces y luego ya te gusta la bici. Pues lo mismo con la música clásica.
Y ahora, a lo mejor, un ‘kick’. A ver, vamos aquí. Un momentito. Mira, ‘Cycles’, esto sí que mola. Ya está. Vale. Ahora, aquí. ‘Auras’ también mola. Es que hay cosas… A ver. Voy metiendo sonidos electrónicos. Veis un poco lo que estoy haciendo, ¿no? A lo mejor digo: «Pues este no mola, pero a ver este otro». Y voy probando y voy cambiando las… Es muy divertido. ‘Lost Loops’ se llama este. Eso mola. Vamos a ver. Esto sí que es experimentar. A ver. Y ahora ya lo voy a poner para que lo tengáis bien. Voy a quitar aquí, lo voy a limpiar, voy a quitar los bajos. Y aquí ya está esto. A ver. Bueno, luego añadiría… Si fuera una peli…
Y, bueno, con esta melodía yo creo que vamos a ir acabando. Me ha encantado estar aquí. Muchas gracias, y acordaos: al final lo más importante es aprovechar el tiempo, el tiempo, el intentar ser buena gente, el ser empático, el disfrutar cada segundo de lo que hagáis, jugando al tenis, estudiando o trabajando. Y la vida es muy bonita. Tenemos la suerte de estar viviendo, tenemos muy poco tiempo y veamos la oportunidad de tener poco tiempo, que hay mucho tiempo que podemos aprovechar y hacer las cosas que nos gustan. Muchas gracias.