Tres lecciones de vida de Alejandro Magno
Robin Sharma
Tres lecciones de vida de Alejandro Magno
Robin Sharma
Escritor y conferenciante
Creando oportunidades
Historias inspiradoras y prácticas para una vida plena
Robin Sharma Escritor y conferenciante
Robin Sharma
Considerado como uno de los grandes referentes mundiales en el liderazgo y en el desa-rrollo personal y profesional, Robin Sharma es autor de libros superventas que han ins-pirado a millones de personas. Entre sus obras más destacadas se encuentran "El monje que vendió su Ferrari", "El Club de las 5 de la mañana" y "El líder que no tenía cargo", títulos que han sido traducidos a más de noventa idiomas y dialectos, consolidándole como uno de los autores vivos más leídos del planeta.
A través de historias y prácticas sencillas pero poderosas, Sharma persigue que las per-sonas alcancen su máximo potencial mediante la disciplina, el desarrollo de hábitos po-sitivos o el crecimiento emocional, entre otras herramientas. Y es tanta la confianza que tiene en su filosofía vital que afirma convencido que “el potencial que no se expresa se convierte en dolor”.
En su libro más reciente, “La riqueza que el dinero no puede comprar: los 8 hábitos ocultos para una vida plena”, el autor canadiense muestra la búsqueda constante de un estilo de vida armonioso que sigue motivando a individuos y organizaciones, para lide-rar con propósito y excelencia.
Transcripción
Esto pasó de verdad. El médico le dijo que le quedaban 90 días de vida. Tenía un tumor cerebral que no se podía operar. Así que Eugene O’Kelly hizo algo fascinante con esos 90 días que le quedaban. Decidió vivirlos de forma totalmente distinta para que esos últimos días fueran los mejores 90 días de su vida. Al verse enfrentado con su mortalidad, se dio cuenta de que en todos sus años como gigante de los negocios nunca había llevado a su esposa a comer. En todos sus años como director ejecutivo, se había perdido los recitales de Navidad de su hija. En todos sus años como líder en el sector, no había ido con sus amigos a dar un largo paseo por el Central. Entonces, decidió ser lo que yo llamo en el libro un creador de momentos perfectos. Y quería empezar la charla de hoy hablando sobre ser un creador de momentos perfectos. Puedes ser rico si tienes mucho dinero, pero si creas momentos perfectos con tu familia cada día… Hoy he vivido un momento perfecto. Estaba escuchando música «country» en la habitación del hotel, tomándome un café delicioso y escribiendo en mi diario, y me sentí vivo. No me costó mucho dinero. Y de eso va «La riqueza que el dinero no puede comprar». Hasta aquí mi presentación. Estoy aquí hoy para serviros, así que no os cortéis y preguntadme lo que queráis.
Por eso cambio constantemente en mi viaje vital. También os diría que la primera forma de la riqueza en «La riqueza que el dinero no puede comprar» es el crecimiento. La sociedad no te aplaude por crecer, por leer, por tener un mentor, por innovar en tu trabajo o tu vida, o por ser rico. Yo considero que ganas si creces. Pienso que estamos en este mundo para materializar nuestros dones y talentos y para desarrollar una intimidad con quien realmente somos. Si cada día ganamos pequeñas batallas, crecemos y mejoramos. Nos volvemos más valientes, sabios y fuertes. Eso vale más que todo el oro del mundo. A menudo, la gente me pregunta sobre personas cuya vida haya cambiado gracias a mi trabajo. Para seros sincero en esta charla de hoy, no soy de fijarme mucho en el impacto que tienen mis libros. Lo veo más como una misión. Es el trigésimo primer año que escribo libros y hago presentaciones. Es el tercer mes de mi gira literaria mundial y lo que me da fuerzas es mi motivación y un sentido del deber. Creo que es peligroso pensar en el impacto que tenemos y pensar en el éxito. Quiero centrarme en lo que es la misión, pero me han pedido que os cuente algunas historias de gentes que han leído mis libros. Ayer, estaba en Instagram y recibí un mensaje directo de un dermatólogo diciendo que había leído un libro mío, creo que era «El monje que vendió su Ferrari» o «El Club de las 5 de la mañana». Tenemos que hablar de «El Club de las 5 de la mañana» porque la gente lo ama o lo odia. Pero lo dejaremos para después.
Lo que me dijo el dermatólogo fue, y cito: «Tus libros me han cambiado la vida. Gracias a tus libros y cómo hablas de tu trabajo como algo mágico…», o sea, hacerlo lo mejor posible, hacer un trabajo excelente en un mundo donde muchos olvidamos que todo trabajo tiene su dignidad y la oportunidad de prestar servicio. Dijo: «Hemos construido el mayor grupo de clínicas dermatológicas de España». Empecé la gira literaria en Toronto. Soy canadiense. Y en la firma del libro, muchas personas me contaron cómo les había influido mi trabajo. Me resulta incómodo hablar de ello, pero en fin. «Les ha influido mi trabajo», es algo… Repito, creo que es peligroso… En fin, para contestarte a la pregunta, se me acercó una joven y me dijo: «Hace un año, vivía en el coche. Leí “El Club de las 5 de la mañana” y me ayudó a volver a creer en mí misma». Ahora, dejemos mis libros a un lado y centrémonos en vosotros. Cuando creéis en vosotros mismos, aunque el mundo no crea en vosotros, estáis ganando. Muchas veces olvidamos que la opinión de alguien sobre lo que no podemos hacer no es más que una opinión ajena. A ver, ¿cuántos de aquí hemos tenido una idea, quizá de correr una maratón, encontrar el amor, escribir un libro, desarrollar una aplicación o abrir un restaurante donde servir jamón ibérico y pan con tomate, y alguien nos ha dicho: «Sé realista. No lo hagas. ¿Y si va mal? ¿Y si la gente se ríe de ti?»
Mi humilde recomendación es que los dejemos reírse de nosotros. Nuestro deber es ser valientes. Nuestro deber es recordar que nuestro instinto es mucho más fuerte que nuestro intelecto. ¿Qué es el intelecto? Es lo que el mundo nos dice que debemos creer. Eso es el intelecto. El intelecto nos dice: «Esto es la realidad». Hemos oído muchas veces lo de ser realista, pero Roger Bannister no fue realista. Roger Bannister corrió una milla en menos de cuatro minutos. Mi editor, Carlos, está aquí y también corre. Antes de conseguir eso, el mundo, o sea, la realidad, decía: «Es imposible. Si un ser humano corre una milla en menos de cuatro minutos, se derrumbará y morirá». Pero cuando lo consiguió porque era posibilista, en las semanas y los meses siguientes, muchos otros corrieron la milla de cuatro minutos. Por eso os digo que confiéis en vuestro instinto antes que en vuestro intelecto y recordad que la realidad solo es lo que el mundo dice que es posible. Nuestro deber es romper con nuestra realidad, lo cual me lleva a lo que yo llamo microvalentía: hacer cosas difíciles cada día, aunque sean pequeños actos de valentía. Espero que se entienda la comparación. Cuando haces algo que te parece difícil o te da miedo, aunque sea una cosita de nada… Por ejemplo, te da miedo mostrar afecto, pero compras un café de más para dárselo a alguien por la calle. O te da miedo hablar en público, como me pasaba a mí, pero levantas la mano temblando y dices: «Vale, haré la presentación». Cada vez que haces esos pequeños gestos, rompes con tu realidad y llegas a una mejor versión de la realidad. Y si haces eso cada día, imagínate lo fuerte que serías.
Entonces sí, llevo décadas con esto y me siento muy agradecido y humilde porque mis libros, como «El Club de las 5 de la mañana» o «El monje que vendió su Ferrari» y el nuevo, «La riqueza que el dinero no puede comprar», están llegando al corazón y la mente de las personas. Les devuelve la fe en sí mismas y les da herramientas y principios para ser más creativos, productivos, sanos y felices, y para encontrar el amor porque el mundo está ahora en una multicrisis. Hay guerras, pandemias, una crisis del coste de la vida, inestabilidad social… Soy optimista, pero también realista. Creo que irá de mal en peor hasta que empiece a mejorar. Así lo veo yo. No es la primera vez en la historia que ocurre algo así. Hay períodos de 10 o 15 años donde todo es un caos hasta que llegan los tiempos de prosperidad. Los tiempos buenos volverán, solo hay que pasar antes por unos años de inestabilidad. Pero también os diré que los tiempos difíciles son los mejores para crecer y fortalecernos. Los grandes líderes surgen en la oscuridad, no en la tranquilidad. Me gustaría invitaros, con todo el cariño y el respeto, a este período de tanta incertidumbre donde muchos tenemos miedo y estrés y donde hay también tanta toxicidad y negatividad. Es el momento de aprender los principios, la sabiduría, los hábitos de la felicidad, la vitalidad, la creatividad y la productividad. Es el momento de desarrollar vuestro heroísmo para que seáis líderes en vez de seguidores cuando las cosas mejoren.
No muchos lo saben, pero mi abuelo paterno era cura, así que, de pequeño, mi padre hablaba mucho sobre ayudar. Mi padre cumplirá 86 años el mes que viene y ha sido médico durante 54 años. Lo que me inspira es poder aportar mi granito de arena para construir un mundo mejor y recordárselo a la gente porque nacemos en la genialidad, pero nos abandonamos a la mediocridad. Nacemos con brillo en la mirada, con el corazón lleno de valentía y fuerza, con unos sueños increíbles, pero luego nos hacemos adultos. Alguien dijo una vez que los adultos no son más que unos niños estropeados. Entonces, para mí es muy inspirador escribir libros, viajar y crear contenido en internet que le recuerde a la gente su derecho a ser geniales y vivir una vida extraordinaria. Eso me inspira. El arte también me inspira. Me encanta el buen arte. Sacaré tiempo para ir a ver el «Guernica» de Picasso. Iré y me sentaré ahí una horita para apreciar el «Guernica» y empaparme del encanto de su gran maestro. También me inspiran los grandes libros. Me encanta leer cada día, ya sea un libro o un audiolibro. Esta mañana he ido al gimnasio del hotel muy temprano con un audiolibro. Mi padre me inspira. Es un gran sabio. Mi madre siempre me dice: «Siempre escribes sobre tu padre en tus libros. ¿Por qué no escribes más sobre mí?». Así que en «La riqueza que el dinero no puede comprar» he escrito mucho sobre mi madre, incluido un capítulo sobre la tercera forma de riqueza que es la familia. El capítulo es «La vez que mi madre se enfrentó a una banda de motoristas». Luego, mis lectores me inspiran. Y no lo digo porque haya una sala llena de gente que, probablemente, haya leído mis obras. Pero me inspiráis porque vivimos en un mundo lleno de ciberzombis.
“Si cada día ganamos pequeñas batallas, crecemos y mejoramos. Nos volvemos más valientes, sabios y fuertes. Eso vale más que todo el oro del mundo.”
Vivimos en un mundo donde mucha gente es adicta. De verdad. Se comportan como adictos. Sí. Vivimos en un mundo donde a la gente le atraen las cosas malas. Viven creyendo que tienen derecho a todo. Muchos quieren las recompensas de primera categoría, pero no están dispuestos a hacer lo que ello requiere. Es como si un deportista dijera que quiere estar en primera categoría, ser campeón olímpico, pero no quiere levantarse a las cinco de la mañana para entrenar. Por tanto, mis lectores, que dejan el móvil a un lado, desarrollan su intelecto, su corazón, abren negocios, construyen una vida estupenda, se levantan a las cinco de la mañana, hacen ejercicio y llevan un diario, me inspiran. La Madre Teresa dijo una vez, de una forma preciosa y mucho mejor que yo: «Si cada uno barriera el patio de su casa, tendríamos un mundo limpio». Si cada uno barriéramos nuestro patio y nos convirtiéramos en nuestro propio héroe, más sabio, más amable, más valiente, más constante, construiríamos un mundo mejor. Por eso, cada uno de vosotros y mis lectores me inspiráis profundamente. Luego, la segunda pregunta que me ha hecho Patricia es qué me da miedo. Pues… me da miedo el potencial desperdiciado. Como decía George Bernard Shaw: «Cuando muera, quiero estar completamente agotado y no ser un montoncito febril y egoísta de malestares y molestias que se queja de que el mundo no se consagra a hacerlo feliz».
Entonces, yo creo que las personas, y hay estudios que lo respaldan, usan muy poco su potencial. Por eso considero que uno de los mayores delitos es la traición a uno mismo. Creo que el potencial que no se expresa se convierte en dolor. Muchos sentimos dolor. Un dolor invisible, subconsciente, porque de pequeños sabíamos que podíamos hacer grandes cosas, teníamos cierta intimidad con nuestros dones y talentos. Pero a medida que nos hacemos mayores, nos dicen que no soñemos, que no nos atrevamos, que no sigamos nuestro corazón, que no seamos muy amables ni muy entusiastas ni muy cariñosos. Así que vamos creciendo y a medida que nos hacemos mayores, nos vamos empequeñeciendo, empezamos a creer que el mundo no es un lugar seguro y olvidamos quien somos realmente. A esto los sociólogos lo llaman endoculturación. Nos convertimos en lo que el mundo quiere. Hablamos como los demás, nos vestimos como los demás, caminamos y pensamos como los demás. Entonces, para mí, lo aterrador o lo que me da miedo es… no aprovechar al máximo mi potencial porque, de verdad, creo que el potencial que no se expresa se convierte en dolor.
Y muchos sentimos dolor porque no hemos cumplido nuestra promesa, no hemos aprovechado nuestros dones y talentos. Cuando sentimos dolor, intentamos huir de él. ¿Y cómo huimos del dolor? Preocupándonos demasiado, cotilleando demasiado, estando demasiado con el móvil, trabajando demasiado, quejándonos demasiado. Intentamos huir de lo que sentimos. Me da miedo que haya más guerras, si os soy sincero. Por último, diría que me da miedo que muchas personas magníficas con potencial desperdicien su vida pasándose el día con el móvil, viendo vídeos de perritos y gatitos que bailan. Entonces, me parece que muchas personas están enganchadas a los juguetitos brillantes de ahora. Creo que es algo evidente, pero es cierto que esos momentos que malgastamos en trivialidades nadie nos los va a devolver. Hay un refrán que dice: «¡Si la juventud supiese…! ¡Si la vejez pudiese…!». «¡Si la juventud supiese…! ¡Si la vejez pudiese…!». Ahí está la gracia de ser joven. Crees que tienes mucho tiempo por delante, pero cuando te haces mayor, empiezas a contar los días. Y esos momentos no los vas a recuperar. Me da miedo que mucha gente pase sus días de gloria centrándose en un único objetivo y perdiendo el tiempo con banalidades y que cuando llegue a los 50, 60, 70, 80 años se dé cuenta de que ha perdido el tiempo. Ahora, hablemos de ciencia porque sé que en estas charlas les gusta la ciencia, el contenido, las fuentes fiables y las respuestas. ¿A que sí?
Pues según unos estudios, una persona consume contenido digital durante 4,37 horas al día. Eso equivale a tres meses al año. Y ese tiempo no lo vamos a recuperar. Así que esas serían algunas cosas que me dan miedo.
“Nuestro deber es ser valientes. Nuestro deber es recordar que nuestro instinto es mucho más fuerte que nuestro intelecto.”
Cuando escribís en un diario sobre vuestro dolor, os desahogáis. El diario va genial para escribir sobre vuestro día, sobre quien queréis ser, sobre vuestros problemas. Yo mismo he escrito esta mañana sobre mis perspectivas de futuro en cinco años. ¡Cinco años! Cómo me gustaría verme en cinco años. Tengo claras mis perspectivas de futuro, soy estratégico. Más pacífico. Más dichosas plegarias… La «P» de «plegarias» viene de positividad. Es una palabra muy sencilla. Positividad. Pero recordad que al final somos nuestras conversaciones. ¿Te digo un hábito para tener una vida plena, Celia? Rodéate de personas que te llenen de alegría y aléjate de las que te chupan la energía y las que te quitan el sueño. Aceptamos a gente tan tóxica en nuestra vida, incluso en las redes sociales. Gente que critica, que se ríe de otros, que hunde a otros en vez de elogiarlos. Haz una evaluación de las personas que te rodean, pregúntate quiénes te animan, mantenlas cerca y aléjate de tres personas que te chupan la energía. Sabes quiénes son, ¿no? Cuando dices: «Quiero correr una maratón, quiero unirme al Club de las 5 de la mañana, quiero escribir un libro, quiero crear una aplicación, quiero leer cada noche en vez de mirar la tele», esas tres personas son las que te dicen: «Sé práctica. ¿Y si fracasas? Eso no va a ir bien. Tú no eres como la gente que hace grandes cosas». Así que dejad marchar a esas personas. Y ahora diréis: «¿Y si esa persona es mi madre? ¿Y si esa persona es mi mejor amigo?».
Entonces, lo que os diré es que practiquéis la asociación selectiva. Si la persona que os chupa la energía es un ser querido, en vez de estar hablando con ella todo el día y absorber su veneno y negatividad, hablad con ella una vez a la semana. Quizá sea un amigo desde hace diez años, pero si no crece a la vez que vosotros y os desmoraliza, entonces queredlo a distancia. Queredlo a distancia. Hay una expresión muy buena: «Razón, temporada o toda la vida». Algunas personas llegan a tu vida por una razón, otras personas están en tu vida por una temporada y otras, aunque pocas, se quedan contigo toda la vida. Y como estás creciendo… No a todo el mundo le gusta crecer. Si tus amigos no quieren crecer, tú acabarás creciendo más que ellos constantemente. Entonces, más dichosas plegarias. La «P» es la positividad, los amigos y la revisión de la información que hay en tu vida, o sea, evalúa las revistas, los libros y la gente a la que sigues y asegúrate de que haya positividad porque no puedes cambiar el mundo si no estás inspirado. Más dichosas plegarias, Dios. La segunda «D» es por la distracción que destruye la producción. La adicción y la distracción es la muerte de la producción creativa. O te pasas todo el día con el móvil o cambias el mundo, pero las dos cosas no.
Deja el móvil al menos unas horitas al día. Con todo respeto y cariño, os reto a que una vez a la semana, durante 24 horas, hagáis un descanso digital. Nada de dispositivos digitales. Tenéis que sacar tiempo para alejaros de la tecnología. Es un gran asistente y un terrible dueño. Si siempre estáis conectados, nunca podréis renovar vuestra fuente de creatividad, energía y productividad. Luego, la «P» de… Bueno, ya sabéis la frase. La «P» de «Padre» viene de «progresar». Es que… Leed más. Para mí, una casa llena de libros es una casa preciosa. Buscaos un mentor. He escrito «La riqueza que el dinero no puede comprar» como si estuviésemos en una mentoría, donde os enseño mi granja que es donde vivo, la salita donde escribo… A lo largo de 175 capítulos, os voy explicando las ocho formas de riqueza y os guío. ¿Cómo puedes crecer? ¿Cómo puedes mejorar tu vida familiar? Luego, está la segunda forma de riqueza. ¿Cómo puedes estar más sano, ser más feliz, tener más energía y vivir más? La tercera forma de riqueza: la maestría. Os explico cómo adquirir esa maestría en el trabajo. La segunda «P» os recordará los hábitos del día a día. Si no habéis progresado un poquito, habéis perdido un día maravilloso.
Mi vida cambió hace cinco años cuando visité la celda donde estuvo preso Nelson Mandela. Cogí un ferri de Ciudad del Cabo a la isla Robben. Como sabéis, Nelson Mandela estuvo preso en la isla Robben durante 18 años de los 27 que estuvo encarcelado. Vi la cantera de cal donde realizó trabajos forzados durante siete años. También vi las duchas donde los guardias lo miraban, cuando ya era un anciano. Estuve en el patio donde escondió su autobiografía, «Un largo camino hacia la libertad», al lado de las tomateras. Luego, el guía me llevó a su celda. Y os lo digo en serio, ojalá lo hubierais visto. Os animo, antes de que sea demasiado tarde, a que vayáis a la isla Robben y visitéis la celda de Nelson Mandela. Su celda no es mucho más grande que este espacio. Ni siquiera tenía cama. Solo tenía una estera de palma en el suelo. ¿Sabíais que durante los años que estuvo en la isla Robben se negaron a darle pantalones por el color de su piel? Pero cuando salió de la isla Robben, volviendo al tema del crecimiento postraumático, de usar el dolor para crecer, cuando salió de la isla para convertirse en presidente de Sudáfrica, contactó al fiscal que pedía su pena de muerte y le invitó a cenar. Y también invitó al guardia que vigilaba su celda a su investidura como presidente de Sudáfrica. Alguien le preguntó por qué hizo eso y él contestó: «Porque si no lo hacía, seguiría preso».
“Es el momento de aprender los principios, la sabiduría, los hábitos de la felicidad, la vitalidad, la creatividad y la productividad. Es el momento de desarrollar vuestro heroísmo para que seáis líderes en vez de seguidores cuando las cosas mejoren.”
“Lo que me inspira es poder aportar mi granito de arena para construir un mundo mejor y recordárselo a la gente porque nacemos en la genialidad, pero nos abandonamos a la mediocridad.”
La sociedad nos ha dicho que el dinero te hace rico. No sé vosotros, pero muchas veces oímos en los pódcast y tal que dicen: «Tenemos una invitada especial, es multimillonaria». Pero ¿y el basurero que te limpia las calles? ¿Y el profesor? Que quizá no tenga la mayor fortuna, pero tiene la fortuna de influenciar. Por eso, en el libro, hay ocho formas de riqueza. El dinero es la quinta forma de riqueza, pero hay otras siete formas de riqueza, como el crecimiento. Cuando desarrollas una intimidad y vas descubriendo lo fuerte que eres, lo sabio, lo maravilloso… Es una divisa mucho más valiosa que todo el oro del mundo. La segunda forma de riqueza: el bienestar. Estaba en Catar, alguien me dio una nota y me dijo que la leyera cuando llegara al hotel por la noche. Lo leí y ponía: «La salud es la corona de la persona sana que solo una persona enferma puede ver». La salud es eso que, si pierdes, te pasarás el resto de tus días intentando recuperar. Es una forma de riqueza. Si estás sano, tienes una riqueza que el dinero no puede comprar. Pensemos en la sexta forma de riqueza. Vuestro entorno social. Si te rodeas de gente cuya vida te gusta, de gente que te inspira y te motiva a hacer todo lo posible, eso es una forma de riqueza. La octava forma de riqueza en «La riqueza que el dinero no puede comprar» es el servicio. No significa que tengas que ser primer ministro, presidente, activista o la madre Teresa. Habéis venido con vuestros hijos, que además de educarlos, tampoco ya son tan pequeños, los enriquecéis y les servís. Servir a un desconocido, a un cliente… Eso es una forma de riqueza.
He descubierto que cuanto más doy, más feliz soy. Es una divisa que el dinero no puede comprar porque fomenta la autoestima. Al final, cuando te vas a dormir, ya puedes tener mil millones de dólares, que si no tienes autoestima, eres una persona pobre. He orientado a muchos multimillonarios a los que les sobraba el dinero, pero les faltaba vida. Considero que la integridad vale más que todo el dinero del mundo.
El liderazgo va de ser inspirador. Steve Jobs fue un gran ejemplo de ello. Debido a él, Bud Tribble, que trabajaba en Apple, acuñó el término «campo de distorsión de la realidad». Decía: «Cuando oyes las ideas de Steve, te ríes, pero cuando estás delante de él, casi te hipnotiza y acabas creyéndotelas debido a su campo de distorsión de la realidad». Pienso que los líderes son visionarios, los líderes son inspiradores, los líderes son posibilistas. Además, no puedes inspirar a la gente si no tienes una fuente llena de inspiración. Así que leed, inspiraos, id a galerías de arte, hablad con gente interesante, poneos en forma. El liderazgo va de tener disciplina. Tener disciplina, hacer cosas complicadas. Según la ciencia, tener disciplina y fuerza de voluntad es como un músculo: cuanto más lo flexiones, más fuerte será. Cuando vemos a los titanes del liderazgo, caemos en la trampa de pensar que nacieron con disciplina, que desde pequeños se despertaban como si fueran miembros del Club de las 5 de la mañana.
Debéis ir practicando las cosas difíciles hasta que sean fáciles. Todo lo que ahora os parece fácil, antes os parecía difícil. Ese es el valor de la microvalentía, hacer algo difícil cada día. No soy ningún gurú, pero esta mañana pensé en darme una ducha fría, así que puse el agua un poco más fría. ¿Por qué? Porque cuando fuerzas el cuerpo, se llama hormesis, se libera cierta cantidad de neuroquímicos y endorfinas positivas. Únete al Club de las 5 de la mañana, llévate al límite en tu entrenamiento, en vez de leer libros facilitos o ver vídeos en línea, lee algo más complicado. Así es como vas adquiriendo disciplina. Los grandes líderes tienen disciplina. Además, los grandes líderes nunca pierden la mentalidad de cinturón blanco. Si piensas que eres un experto, ya estás decayendo. Por lo tanto, el verdadero liderazgo va de ser humilde. Significa que siempre estás aprendiendo, escuchando y creciendo. Si piensas que ya lo sabes todo, es que te estás quedando obsoleto. Por último, el liderazgo va de ser útil. El líder que más ayuda a los demás gana. Esto es muy relevante para los negocios porque cuando aportas un buen valor al mercado, cuando ofreces a tus clientes y al mundo más valor en cuanto a productos y servicios, a los cuales tienen todo el derecho, ahí demuestras liderazgo. Y es una gran oportunidad porque la mayoría de los negocios son mediocres. La experiencia como huésped en muchos hoteles es mediocre, muchas aerolíneas son mediocres, muchas cafeterías son mediocres, muchos restaurantes son mediocres.
Pero el liderazgo va de romper con eso, hacer cosas diferentes a las que hacen los demás y ofrecer unos servicios de gran valor al mercado. Y hasta ahí mi seminario sobre liderazgo.
Eso hizo con la aerolínea Virgin Atlantic. Desbancó al principal competidor, British Airways e introdujo mucha innovación. Sus aviones tenían servicios de masaje, restauración y un montón de cosas. Richard Branson me enseñó mucho sobre ser un visionario, romper con lo establecido y rodearme de gente más inteligente y rápida que yo. Shaquille O’Neal. ¿Conocéis a Shaquille O’Neal? Pues era uno de los ponentes en una charla mía y me dijo algo cuando lo entrevisté que aún recuerdo hoy día. Me dijo: «Robin, antes de un partido con los Lakers, solía ir a mi antiguo barrio que estaba en una zona muy conflictiva de Los Ángeles y me pasaba un rato jugando al baloncesto con los niños que estaban en la cancha». Y le pregunté: «¿En serio? ¿Antes de un partido?». Y me dijo que sí. Le pregunté por qué lo hacía y me contestó: «Porque yo era como esos niños». Lo que aprendí de él fue que hay que tener los pies sobre la tierra. Cuando crees que estás en lo más alto, empiezas a quedarte obsoleto. Esos son algunos líderes de los que me he rodeado y que me han influenciado. Llevo 15 años trabajando con multimillonarios famosos, deportistas profesionales, estrellas del deporte…
He aprendido un montón de ellos y son como nosotros, solo que tienen otras profesiones. Para tener los resultados que solo tiene el 5 % de la población, tienes que estar dispuesto a hacer lo que el otro 95 % no quiere hacer. Por eso he escrito «La riqueza que el dinero no puede comprar». Lo escribí en solo un año, el año pasado. Dije: «Vale, si pudiera compartir la mejor información, los mejores principios, el mejor conocimiento, las mejores herramientas y técnicas para ayudar a las personas a ser líderes, vivir una vida plena, hacer cosas increíbles, encontrar el amor, tener una mejor salud y ser más felices, ¿cómo lo haría?». Pues escribiendo este nuevo libro.
“Me da miedo que muchas personas magníficas con potencial desperdicien su vida pasándose el día con el móvil, viendo vídeos de perritos y gatitos que bailan.”
Yo lo llamo la pregunta «QOTA»: «¿Qué oportunidad tengo ahora?». Si un vehículo te corta el paso en la carretera, puedes perseguir a esa persona hasta su casa y gritarle, o puedes preguntarte qué oportunidad tienes ahora. Podrías meditar, podrías hacerte una buena rutina por la mañana, podrías aprender a perdonar… A lo mejor has tenido una ruptura que te cuesta superar. Casi todos nos hemos sentido decepcionados. Todos, alguna vez, nos hemos sentido traicionados, ¿verdad? La gente nos ha hecho cosas que nos han hecho daño. Puedes ser un amargado, encerrarte en ti mismo y cerrar tu corazón, o, también, puedes hacer lo que dijo Rumi. Él dijo: «Sigue rompiendo tu corazón una y otra vez hasta que, finalmente, se abra». Así que el fracaso es la base de la fortaleza, lo cual, como me has preguntado, me recuerda a mis fracasos. He tenido muchos. Por ejemplo, en algunas relaciones personales. Lo que puedo deciros es que las cosas que me han roto el corazón son las que me han enseñado todo lo poco que sé. Lo aprendí cuando estaba decaído, en los momentos en que sumido en la oscuridad, cuando leí los «Libros de la sabiduría» y medité durante horas. Me acuerdo de una vez cuando escribí unas 600 páginas de diario en 30 días. Bueno, hay un dicho que dice: «Un mal día para el ego es un gran día para el alma».
El ego nos dice: «Es un momento difícil o un fracaso, huye de él y sé feliz sin más». Quizá os sorprenda, pero pienso que la felicidad está sobrevalorada. ¿Qué tienen de malo los momentos difíciles? ¿Qué tiene de malo ese proyecto del trabajo que te estresa y te desafía para que te des cuenta de lo fuerte que eres? La vida es como las estaciones. Hay estaciones en las que floreces y otras que te sumen en la oscuridad. Considero que la persona que más experimenta es la que más gana. Eso es lo que pienso… sobre el fracaso. Me gustaría añadir algo más si me lo permites, Lorena, y es que la vida es muy corta. Cuando te das cuenta de lo corta que es la vida, las cosas ya no te molestan tanto. Hacia el final de «La riqueza que el dinero no puede comprar», cuento una historia sobre los últimos tres deseos de Alejandro Magno. Alejandro Magno convocó a sus generales antes de morir y les comunicó sus tres últimos deseos. ¿Queréis que os cuente cuáles eran? Primero, quería que los médicos más ilustres llevasen su ataúd en el cortejo fúnebre. Segundo, quería que todos los tesoros que había acumulado en vida fuesen desperdigados durante el camino a su tumba. Y tercero, quería que todo el dinero que había ganado fuese esparcido por el mismo camino. Uno de los generales, que estaba asustado, le preguntó por qué deseaba esas tres cosas. Y él respondió: «Primero, porque quiero que la gente vea que ni los más ilustres médicos tienen el poder de curar la muerte.
Segundo, los regalos y las joyas que he conseguido tienen que quedarse aquí. Y tercero, quiero mantener las palmas de mis manos abiertas porque vinimos con las manos vacías y con las manos vacías partimos». Hay un término estoico llamado «Memento mori», que en latín significa «Recuerda que morirás». Ahora pensaréis: «Robin, qué deprimente eres. Se supone que tus libros deberían inspirarnos». Pero creo que conectar con lo efímero de la vida no es deprimente, sino inspirador porque cuando te das cuenta de que, vivas cuanto vivas, al final morirás, haces lo que tienes pendiente. Ya no te preocupas tanto por el rechazo, ya no vives para complacer a los demás, te arriesgas más y te vuelves más atrevido y cariñoso. Eres más tú mismo. Creo que, cuando hablamos de fracaso has de tomar perspectiva, darte cuenta de que la vida es corta y seguir adelante. Eso es lo más importante.
Pero el Club de las 5 de la mañana es muy eficaz. Te da lo que yo llamo en el libro la hora de la victoria. Pasas 60 minutos trabajando la mente, el cuerpo, el carácter y el espíritu.
Todos tenemos esta capacidad, pero si estás distraído, entre ruidos e interrupciones, no entrarás en estado de fluir. Por eso, en el capítulo propongo que busquéis vuestro propio Goldeneye. Jean-Michel Basquiat dijo una vez: «Los curanderos viven en cuevas». Buscad una cueva creativa. Si queréis ser más creativos, buscad un refugio, un sitio tranquilo, como una biblioteca, en una zona tranquila al lado de los clásicos, donde podáis pensar y hacer un trabajo de verdad. ¿De qué otra forma podemos cultivar la creatividad? Estudiando a los maestros. En el libro, hay un capítulo llamado «Recluta una junta de directivos fallecidos». Si quieres que Picasso sea tu mentor, lee sus libros. Si quieres que Hedy Lamarr sea tu influencia, la gran científica, estudia su trabajo. Nos convertimos en las personas con las que interactuamos y, si no hay ningún artista vivo que os inspire, interactuad con artistas fallecidos. Como ya he dicho, iré a ver el «Guernica» para pasar tiempo en compañía del gran maestro Picasso.
Una última cosa sobre la creatividad, podría tirarme todo el día hablando. Si haces bien tu trabajo, la gente se sentirá amenazada. Si ofreces al mundo unos resultados, productividad y un trabajo bien hecho e interesante, la mayoría se sentirá amenazada. ¿Sabes qué harán? Se asustarán porque es algo nuevo y mágico y te criticarán. Bueno, Rick Rubin, el productor discográfico decía: «Las grandes obras conllevan una carga». Entonces, a algunas personas les encantará, o sea, tus fanes, y otras lo detestarán. Si no hay gente que odie tu trabajo, significa que no has dado lo mejor de ti. J. K. Rowling, la autora de Harry Potter, decía: «Para que algunos te amen, otros deben odiarte». Que no os importe que os critiquen. Significa que estáis haciendo un trabajo innovador, interesante y estupendo. He visto un documental sobre Nickelback. Levantad la mano los que los conozcáis. Nickelback es una banda canadiense de «rock». Es una de las bandas de «rock» con más ventas del mundo, pero a muchos no les gusta Nickelback. Chad Kroeger, el vocalista, decía: «Escribo las canciones de Nickelback para los fans de Nickelback. Escribo las canciones de Nickelback para los fans de Nickelback y me da igual la gente que no esté interesada en lo que hago». Creo que eso es muy importante. Escribo mis libros para mis lectores. No escribo los libros para la gente que no está interesada en el liderazgo, el crecimiento personal y cómo vivir una vida maravillosa.
Esa es una buena manera de buscar la energía y la felicidad en tu trabajo. Lo segundo que te diría es la cuarta forma de riqueza en «La riqueza que el dinero no puede comprar». Es una forma de riqueza. Hagas lo que hagas, cuando vas a trabajar cada día, no repitas los mismos movimientos ni vivas el mismo día durante 85 años y lo llames vida. Piensa en tu trabajo como una oportunidad de buscar la maestría, desafíate, intenta innovar, intenta aprender más, busca las anomalías de tu potencial para crecer. Aunque tu jefe no lo vea, tú lo ves. En la vida, hay que crecer para ganar.
Dejad el móvil, alejaos de las distracciones… A veces, hay que salir a la naturaleza para alejarte del ruido y escuchar las señales.
A mí a veces me basta una conversación con una persona maravillosa para ver el mundo de forma distinta. O puede pasarme con un libro que me esté leyendo. Cuando lo dejo, veo la realidad de forma totalmente diferente. Pues vuestras relaciones tienen mucho poder. Si os rodeáis de personas tóxicas, que os chupan la energía y os quitan el sueño, esas personas, y esto es clave, de manera imperceptible, sutil, gradual e inconsciente definirán y limitarán vuestra versión de la realidad. Siempre actuamos de acuerdo con nuestra versión de la realidad. Si veis límites, ni siquiera haréis el trabajo que toca para traspasar esos límites.
Son los actos anónimos de bondad, es decir, cuantos más actos de bondad hagas, pequeños o sencillos, para la gente que te rodea… Si estás en un hotel, de viaje, compra un café de más y dáselo al portero. Si estás de vacaciones en un hotel, dale a la limpiadora una buena propina. Ya sé que parece raro, pero ordenad la habitación antes de que venga la limpiadora. A mí me gusta hacer la cama. Me gusta coger las toallas y dejarlas en la ducha. No soy especial, pero aquí va a entrar otra persona. Así que dad las gracias por la experiencia y sed amables. Ahí tenéis algunas ideas del poder de la gratitud. Aquí se acaba nuestra charla de hoy. Antes que nada, deciros que ha sido un gran honor estar aquí con todos y cada uno de vosotros. Ahora mismo no se me ocurre ninguna charla como la de hoy. Ha habido preguntas prácticamente durante toda la charla, así que quiero daros las gracias por vuestro tiempo. Muchos sois lectores de mis libros. Muchos me habéis hecho unas excelentes preguntas. Pero sobre todo quiero aplaudiros y reconoceros a todos y cada uno de vosotros por… crecer y buscar la riqueza que el dinero no puede comprar. El dinero sí que es importante, es la quinta forma de riqueza, pero hay otras siete formas de riqueza que, cuando las descubres, puedes vivir una vida plena. El mundo se enfrenta ahora a muchos desafíos. Christopher Morley dijo una vez: «Podemos maldecir la oscuridad o encender una vela».
Y no creo que hubierais venido hoy para estar aquí conmigo, durante dos horas, si no os interesara ser brillantes, posibilistas y líderes en vez de víctimas. Así que muchas gracias por vuestro tiempo. Me lo he pasado genial aquí con vosotros y os deseo suerte en vuestra aventura. Espero que hagáis cosas maravillosas. Muchísimas gracias. Gracias. Gracias. Gracias.