«Soy un pibe normal, no un superhéroe»
Trueno
«Soy un pibe normal, no un superhéroe»
Trueno
Rapero
Creando oportunidades
El chico de barrio que está conquistando el mundo
Trueno Rapero
Trueno
Hasta ahora, en el bullicioso y popular barrio de La Boca de Buenos Aires, lo más famoso eran sus casas de colores, el puente transbordador Nicolás Avellaneda, el estadio de La Bombonera o Juan Román Riquelme. Pero desde hace un par de años, no es raro ver por sus calles jóvenes turistas que preguntan por la casa en la que creció Trueno. Y es que Mateo Palacios Corazzina, el verdadero nombre del rapero argentino, ha conquistado en muy poco tiempo el mercado de la música internacional.
Sus canciones acumulan millones de reproducciones en las plataformas digitales y ya es una costumbre que cuelgue el cartel de “Sold Out” en todos sus conciertos a uno y otro lado del Atlántico. Con solo 14 años, Trueno se dio a conocer en las batallas de freestyle, donde se enfrentaba (y ganaba) a muchachos mucho mayores, hasta convertirse en una auténtica celebridad por la calidad de sus rimas y una seguridad sobre el escenario impropia de su edad. Una precocidad que convirtió desde sus comienzos en seña de identidad. Tanto como su pertenencia al barrio y la defensa de unos valores (la humildad, el esfuerzo) arraigados fuertemente en su música, gracias a la familia en que creció.
A sus 22 años, Trueno es toda una estrella y referente para millones de jóvenes en todo el mundo, que no solo escuchan sus canciones, sino también el mensaje que transmite en cada una de sus apariciones públicas. Trueno no ha dejado nunca de ser Mateo. Y eso, se nota.
Transcripción
Muchas gracias a todos por el recibimiento. Buenas tardes a toda la gente que está acá presente. Veo mucha gente joven, eso me gusta. Veo mucho chiquitito. Los padres también. Yo soy uno más que ustedes, soy lo mismo que ustedes. Bien ahí la chica con la remera de Boca. Esa gente me gusta, me cae bien. Vengo a contar un poco mi historia. Yo soy hijo de músicos, de madre música, padre músico, abuelos músicos también. Nací en el barrio de La Boca. Seguí este camino por mi familia, por aprender de la rama familiar que tengo, de sentir que hay algo para decir por el entorno que te rodea, por el barrio donde uno nace, por la necesidad que uno tiene también, por el entorno que uno ve. Quizás uno tiene, no sé, una vida linda, tiene una familia que lo acompaña, pero sus amigos no, pero en su barrio hay cosas que mejorar, entonces… Nada, yo sentía también que la imagen de mi padre en el barrio era muy importante. Era como un vocero de las cosas que pasaban. Mi madre también en su estilo de música, mi abuelo, Yamandú Palacios, uruguayo, también fue un cantante político y social y alguien muy importante en Uruguay. Yo dije: «Bueno, esto es lo que tengo que hacer en mi vida, tengo que seguir el camino de mi familia». Tengo que decir lo que lo que a mí me importa, siempre pensando en los sentimientos, siempre pensando en lo que a mí me pasa. Nunca me imaginé vivir de esto. Nunca imaginé dar una gira mundial, nunca imaginé hacer discos, nunca imaginé nada. Simplemente dije: «Bueno, vamos a seguir el camino de la pasión, de la música, del arte, de la comunicación, de la expresión». Y así fue un poco también el comienzo de mi enamoramiento por la cultura del hiphop y por la música. Y cuando más o menos uno tiene, no sé, pasados los 13 años, pasados los diez años, a la edad que sea, uno se empieza a replantear a qué vino al mundo, qué quiere ser, qué fue, qué lo rodea, de dónde viene.
Y, cuando empecé a ver para atrás en mi vida y en mi historia y en todas mis cosas, vi música por todos lados. Vi la necesidad de expresar lo que uno siente por mis mayores referentes, que son mis padres, mis tíos y mis abuelos. Y ahí dije: «Okey, este es el camino de mi vida. Esto es lo que quiero hacer. No sé cómo va a salir, no sé a dónde voy a llegar, no sé cómo, pero sí sé por qué». Y me metí en lo que es la composición, en el arte, en la improvisación, que fue como la primera puerta que abrí. Me interioricé en la cultura del hiphop y en la música por la improvisación primordialmente. Y me acuerdo de que mi inspiración, mi máxima inspiración, era hacerme un nombre en el barrio, hacer que el barrio también tenga una puerta y un canal de comunicación que nunca tuvo, a mediados de la música, de lo que hacíamos nosotros. La banda de mi padre, Comuna 4, siempre fue destinada, como en las letras, a cantar la realidad de que vivimos, que quizá no se ve en los diarios, no se ve en la tele, no se ve en la radio. Y eso a mí me enseñó mucho también de cómo uno puede utilizar la palabra y el arma más fuerte, que es la voz y la expresión y la libertad de expresión. Y ahí encontré como la misión mía en la vida también, decir: «Voy a representar lo que soy. No me importa si me ven cinco personas, si me ven diez personas o si me ve mi familia. Pero esto es lo que yo quiero hacer». Me acuerdo de que mi mayor inspiración en lo artístico y en lo creativo y en el lugar donde yo plasmaba mi sueño, miraba el futuro y trataba de construir un poco para adelante, era subirme a la terraza de la casa de mi barrio, de la casa de mi madre y poder ver todo mi barrio, ver los dos puentes, ver a la gente caminar, ver todo y decir: «Este es el lugar donde quiero escribir, donde quiero soñar, donde quiero plasmar todo lo que tengo en mi cabeza».
Quizás al principio uno es un loco cuando hace algo diferente, cuando nace en una sociedad con las cosas tan establecidas y cuando rompe un poco como el camino normal de hacer las cosas o lo que te imponen. Uno al principio siempre es un loco y tiene que creer en esa locura y tiene que creer también en ese sueño que uno persigue, en ese proceso que hay que pasar al principio. Y así se fue dando de a poquito. Empecé haciendo improvisación en mi vida. Empecé a conocer gente también, una cultura, unos códigos, una manera de pensar que hoy me hacen ser quien soy al 100 %. Y eso me llevó a hacer música. Después de la improvisación empecé a escribir un poquito más. Había empezado a escribir un poco, pero, después de sentirme realizado improvisando, empecé a escribir un poquito más a fondo, a entender que hay algo que uno cuando escribe también entrega personalmente con su tiempo, su forma, su manera de pensar, sus palabras, sus ganas. Todo está entre vos y la hoja en blanco, que es lo más importante. Y ahí empecé a hacer mi música. La gente se empezó a sumar a la idea, al concepto, a estar conmigo, por así decirlo. Siempre la música la hice para mí y estoy muy agradecido también con la gente que comparte mi mismo pensamiento y que se suma también y que se siente representada y que se involucra también en todo lo que hago. Gracias a Dios hoy en día vivimos de esto, gracias a Dios de empezar a cantar con la banda de mi padre, cuando yo era chiquito, para diez personas, en un movimiento que era demasiado undergrounnd, era algo que todavía no tenía ni siquiera un fin laboral ni tenía un caché para cobrar. No se vivía del rap ni se vivía de los eventos. Yo vi a mi padre ser uno de los pilares también en empujar el movimiento del hiphop en Argentina y hacer fuerza por todos, que es un poco el concepto más importante del movimiento del hiphop, que es la unión.
Un poco la introducción de mi vida fue crecer en una familia artística, tener un padre activista, tener una madre música, tener un abuelo activista, abuela música también y siempre con el mismo mensaje de representar de donde uno viene, lo que lo representa, lo que lo cría, lo que lo hace ser agradecido también con los códigos de su entorno, de su tierra, de su familia. Y, para los que no me conocen, soy Mateo Palacios Corazzina, nacido y criado en el barrio de La Boca, y soy rapero. Los quiero escuchar, sus preguntas, a los más chiquitos, a los más grandes. Estamos para ustedes.
Es como ver a dos personas que quizás en esa época, sin internet y sin tantas herramientas como las que tenemos nosotros hoy en día… Ver a dos personas apostar por algo cuando quizás nadie creía o nadie apostaba, ver a mis dos padres apostar por algo que quizás no era lo que más plata te daba o lo que más comodidad te daba o lo que un futuro seguro te brindaba. Pero estaban ahí, apostando por el sueño que tenían. Y después mi madre siempre fue como… Creo que, como hombre, nos pasa, la mayoría, me entenderá. Siempre nuestra mamá nos toca como el lado más sensible y más racional y un poco los sentimientos y todo. Mi papá me enseñó a ser un hombre, obviamente, y aprendí mucho de mi padre como hombre. Mi vieja para mi significa siempre los sentimientos. Cuando estoy en problemas o estoy enojado, tengo algo que soy mamá y me pongo tranquilo. Hago lo que mi mamá y me pongo tranquilo. Siempre mi enseñanza, por así decirlo… Mi papá me enseñó a ser un hombre y mi mamá me enseñó a ser una buena persona, a sentir, a estar racionalmente correcto todo el tiempo, y lo sigue haciendo igual con la música. Todos mis temas… Así como se lo muestro a Peligro, por un lado, para que me dé su opinión superrapera y supercultural desde el movimiento, también se lo muestro mi mamá para ver si le gusta. Me dice: «Esta palabra que dijiste no me gusta, esta puteada que dijiste no me gusta». Pero es un poco esas dos ramas que son las más importantes en mi vida, porque yo soy músico por ellos también y, como una persona de 22 años, creo que mi máxima meta o el logro que quiero lograr con mis canciones, con mis «shows» y con todo, es que mi viejo y mi vieja estén orgullosos o, aunque sea también muy diferente su pensamiento en algunas cosas, es como que es el fin de todo. Si ellos están orgullosos, yo estoy orgulloso y siento que hice las cosas bien, así que siento que, diferentemente, son igual de importantes.
Cuando uno se hace medianamente conocido te dejan de tratar igual. Tenía mucho enojo con la sociedad, por así decirlo, porque me pasaba que antes de estar expuesto me trataban de una manera por vestirme como me visto, por venir de donde vengo, y después de ser conocido las mismas personas me trataban superdiferente, superserviciales, superbuena onda, y tenía una confusión interna que decía: «¿Quién soy? ¿Soy este o soy el otro? ¿Cómo me gusta que me traten?». Me gusta que me traten bien, pero que no sea genuino. Me gusta que me traten mal, pero que sea genuino. Al principio fue bastante chocante. Un poco hablo de eso en mi primera canción de «Rain», en «Rain I». Hablo de eso, lo hice a los 16 años, y era como toda esa confusión que tenía y todo ese pseudoenojo y querer y no querer la exposición y agradecer también por empezar a vivir de eso, pero al mismo tiempo extrañar también una vida normal. Y al principio fue un quilombo. Yo creo que hoy en día es lo mismo. Yo creo que también hice un trabajo en base a esa confusión y ese conflicto interno mediante los años que… El trabajo fue unificarlo y mostrarme también a mi público vulnerable, escribir desde la sensibilidad y sin censura siempre y no tener miedo a nada. Tratar de no crear una imagen, crear un superhéroe, como uno también ve a los conocidos o a su ídolo, o a su cantante favorito o lo que sea, y mostrarme a mi público como Mateo. Por eso las canciones «Rain». Por eso trato de, siempre, sincerarme de la mayor manera posible en mis canciones, en mis «shows» en vivo y en todo, para que la gente también se dé cuenta de que yo soy una persona más y que quizás hasta a mí me pasaba de idealizar a mis ídolos. Y te das cuenta de que tus ídolos lloran, sangran, tienen malos días, tienen buenos días, a veces tienen ganas, a veces no tienen ganas, les pasan las mismas cosas que a todo el mundo, no dejan de ser personas, y yo trato de demostrar eso también y abrir un poco la posibilidad a los más chiquitos, que yo fui uno de esos más chiquitos en un momento.
Fui un fan en un momento, fui un seguidor, fui un soñador de lo que pasa hoy en día a que… Yo soy uno más. Yo no tengo una diferencia con cualquier persona que está acá presente o cualquier persona que me siga, sino que tuve la suerte de tener un papá que me acompaña, tuve la suerte de tener un sueño muy claro desde que soy chiquito, y también disciplina y aprender lo que es el camino. El camino tiene subidas, bajadas, tiene de todo, pero si uno se mantiene también y aguanta esos malos momentos, esas confusiones, de las cuales hablé hace poco, las críticas de la gente, las miradas de la gente, ser raro al principio, son todas cosas que son pruebas de la vida para mí, a ver si vos realmente querés seguir tu sueño o no querés o lo dejás en el camino. Y nada, siento que hoy en día pude lograr conmigo mismo, más allá de con la gente, o con las cámaras o con lo que sea, conmigo mismo, no tener miedo a nada, no tener miedo a que la gente me vea sensible, no tener miedo a que la gente sienta que soy una persona y unificar un poco lo que es el personaje y la persona. Y yo trato de que el personaje sea la persona directamente. Por favor.
Yo probé el deporte. Obviamente, era un pibe de La Boca, quería jugar en la Bombonera, quise ser boxeador, después karateca, después… de todo. En la cultura hiphop también, quise bailar, quise hacer grafiti, quise ser DJ, «beatbox», hasta que me di cuenta de que lo mío era el micrófono, la letra, la improvisación y era lo que más me gustaba. Yo dije: «Okey». Cuando me di cuenta de cuál era mi norte y cuál era mi sueño, por así decirlo, que era la música, gracias a mi familia y gracias a lo que viví, empecé a plantearme también a dónde quiero llegar, cuál es el éxito, cuál es la meta. Obviamente, hay metas un poco más materiales, por así decirlo. Mi máxima meta en la vida es llenar el estadio de Boca, porque no pude llegar como jugador de fútbol, y entonces vamos a llegar con la música en algún momento. Pero yo, desde que empecé… En Argentina no estaba garantizado ningún futuro exitoso con el hiphop hasta ese momento. Eran pibes que rapeábamos en una plaza y eventos de diez personas hechos por esas mismas diez personas. Y no pedí mucho más que eso. Después, por suerte, si uno persigue su sueño, si uno es constante, si uno está muy claro también con lo que quiere, todo lo demás viene de añadidura, viene de costado. Se agradece un montón también poder empezar a vivir de esto, que el sueño que uno tiene y la pasión que uno empezó a formar en su cuarto pensando solo empiece a hacerte viajar, a darle regalos a tu mamá, a hacer que a tus hermanitos, si les falta ropa, se la puedas dar, a hacer que tus amigos, si les falta trabajo, puedan trabajar con vos… Es algo que me tocó que también no me lo esperaba. Dije: «Esto es otra parte que es superlinda». La vida son vueltas y frutos de la perseverancia y el trabajo, que se agradecen un montón, pero nunca fue el norte principal. Para mí, el éxito y la música van ligados a ser genuino en los sentimientos, y también el otro 50 % de lo que es la composición, hacer música, la producción, es la gente, a quién se lo das, el emisor y el receptor, que el receptor lo reciba bien y que lo sienta.
Una cosa es la música que se hace para… No sé, hay gente que hace música pensando en dinero, hace música pensando en mujeres o en lo que sea. Yo hago música pensando en lo que a mí me pasa y en que necesito hacer música y que si no hago música mi vida se vuelve totalmente gris, es como que no tiene un norte y no tiene color, no tiene sentimiento. Tengo muchas cosas que me pasan y es mi lugar como para decirlo. Quizá hablando ahora con ustedes lamentablemente no puedo decir un montón de cosas que, si me dan un papel y me dan un estudio, salen muy tranquilas. Es ser genuino y agradecerle mucho a la gente que piensa igual que yo y que le fluye lo que yo hago y mi manera de pensar.
Y también fue un referente para para mi padre, y creo que para todos los raperos de Latinoamérica y del mundo fue como la imagen también de la voz del rap, pero desde un lado más serio, un lado de que te está diciendo algo el chabón. A mí me gusta cuando las canciones las tenés que escuchar dos o tres veces para terminar de entender lo que te está queriendo decir, o cuando lo escuchás después de seis meses y entendés lo que en esa oración o en esa línea o en esa barra, «okey, a esto se refería». Eso es lo que a mí me llegó de él, pero, en base al fútbol y al escenario, el fútbol es un poco un sueño frustrado para mí y me di cuenta con el tiempo de que soy muy malo jugando a la pelota. Haría desastres en esa final de la Libertadores, me sacarían a los cinco minutos, pero igual para el barrio La Boca y para todos los pibes que nacimos buscando la oportunidad también era el único camino y sigue siendo el único camino. Yo siento que ahora, por suerte, aunque sea en mi barrio, por todo el trabajo que hizo Peligro mientras yo era chiquito, por todo el trabajo que hizo con Comuna 4 cuando yo nací, y que seguimos haciendo hoy en día, los pibes de La Boca y los chiquitos ven que no hay solo una pelota, sino que también hay un micrófono que se puede usar y que puedes invertir horas de eso y no estar en la calle. Y es algo que también es uno de los logros más grandes que hicimos. Pero no hay chance de que siempre el camino más fácil para seguir o la luz que veías era la cancha de fútbol, la Bombonera. Todos los pibes de La Boca intentamos jugar en Boca. Es dificilísimo, no te voy a mentir. Es muy exigente el fútbol, pero tiene bastante que ver también con la disciplina. Es lo mismo. Así como vos te tenés que levantar a las seis de la mañana para entrenar todos los días, lo mismo es el estudio. Cuanto más te metas a escribir, mejor vas a ser. Cuanto más leas, mejor palabra vas a tener. Cuanto más grabes, mejor vas a encontrar tu voz. Cuantas más clases de canto hagas, mejor vas a cantar.
No hay solamente talento, sino que también la disciplina es superimportante para llegar a donde uno quiere hoy en día. Yo al principio quizás solamente me apoyaba en lo que sabía hacer, en el rap y en esas cosas, que era un poco lo que aprendía de chiquito. Pero cuando me puse a hacer música y cuando me puse serio a hacer música, entendí que no era simplemente rapear, subirme a un escenario y bajar, sino que después empiezan las exigencias. Cuando uno mismo es exigente y cuando uno mismo quiere ser mejor que ayer y antes que ayer y mejor que el mes pasado, tiene que competir con uno mismo en ese sentido. Al final uno se hace artista para no trabajar y trabaja el triple. Pero me lo preguntás a mí y te digo Tupac ahora, y se lo preguntás quizás al Mateo de cinco años e igual te iba a decir subirme con Tupac a un escenario, porque fue como la imagen a seguir también desde el principio. Por favor.
Pero hay mucho también que tiene que ver con lo cibernético, con que hay mucha gente que comenta por comentar y trata de hacer el mal por porque sí. Y hoy en día uno abre el celular y piensa que eso es el mundo, gente haciendo comentarios negativos. Y vos pensás que el mundo te odia o que sos un fracasado, que todo lo que hacés está mal. Más cuando sos tan chiquitito. Entonces, en ese sentido me afectó mucho por haber crecido viendo eso. Y después he estado en las batallas, en los videos, y quizás los comentarios no eran positivos y no era lo que yo me esperaba, por así decirlo. Pero también fue entender eso y dejar un poco la pantalla de lado, tratar de vivir la vida, tratar de reconectar con lo que a mí me pasaba y con mi historia. La gente ve quizás un fragmento de tu vida, pero no ve todo lo que vos hiciste para llegar a ese momento donde la gente puede comentar ni estuvo en el momento que vos estabas solo luchando por algo y nadie creía en vos. Esos momentos también son los que yo nombraba como pruebas. Esas son las pruebas también de la vida, a ver si vos estás firme con tu sueño o no. Hay veces que quizás eso te frena un rato y necesitás reconectarte con vos mismo y volver a empezar y volver a empezar con todo. Hoy en día siento que las críticas las tomo desde un lado de aprendizaje, siempre y cuando sean positivas y constructivas. Nunca está bien la gente que te dice «no tenés que ver las críticas» o «eso no importa», porque si solamente te van a decir cosas buenas es muy difícil mejorar y también ser autocrítico en ese sentido. Hoy en día también soy tan exigente con mi proyecto, con mi música, con mi «show» en vivo, con lo que comunico, con lo que no comunico, que un poco la mayor crítica la tengo yo siempre en mi cabeza. Entonces, no me puede afectar lo que diga alguien destructivamente, porque el primero que trata de desglosar todo lo que hago y encontrarle lo que no me gusta y lo que para mí está mal o lo que puedo mejorar soy yo.
Entonces, cuando aparece una crítica constructiva, sí es aceptada, pero es mucho más fácil notar una crítica no constructiva y descartarla cuando uno mismo también empieza a sacar el ego, a decir: «No, esto que me están diciendo no me gusta, y me gusta esto, que me dicen “muy bien” y solo me aplauden», porque eso también es parte del aprendizaje. Para mí es parte del aprendizaje y me encanta que me digan cosas lindas, me encanta bajarme de un «show» o sacar un tema y que a la gente le guste. Es una de las cosas que más me llenan. Pero también de lo bueno se aprende muy poco. Es muy difícil aprender cuando solamente te dicen que está todo bien. Y me costó mucho, como contaba al principio, también lidiar entre eso y mi vida normal. Yo leía comentarios en internet, después salía a la calle y estaba un poco alerta. No sabía si la gente me quería, si no me quería. Y quizás es gente que está comentando en su casa o que no tiene nada que hacer o que realmente te tiene bronca, odio, envidia, como le quieras decir. Pero también hay gente que te apoya, también hay gente que te sigue. Yo me preocupo por las críticas si me las hace un familiar, un amigo. Esas son las críticas que a mí me importan, porque son la gente que me conoce y que me quiere y que me lo hace constructivamente, por así decirlo. Pero hoy en día también soy tan autocrítico y tan exigente conmigo mismo que la mayor crítica la tengo yo antes de antes de sacar las cosas o antes de crear las cosas. Y trato de lidiar con eso y aceptar lo que es constructivo. Lo que es negativo está en la sociedad, en el mundo. Hagas lo que hagas, es imposible caerle bien a todo el mundo, es imposible que todos sean tus amigos. Todo el mundo, sea deportista, artista o trabaje de lo que sea, va a tener competencia, va a tener crítica, va a tener gente que no le cae bien. Hay que entender que es parte también y tratar de absorberlo positivamente. Hay mucha energía mala. Uno la tiene que saber revertir y lo que sirve agarrarlo y lo que no sirve botarlo.
Hay que aprender a convivir también. El tema habla de las dos partes de uno, de la parte buena y de la parte mala. «Bien o mal», habla un poco también de eso, como de… Mi anteúltimo disco habla también como de lo positivo y lo negativo, de la protesta y la celebración. Es imposible que haya una sola cosa, que sea todo malo todo el tiempo, que sea todo bueno todo el tiempo. Todos tenemos peleas internas, todos llegamos un día a casa y decimos: «¿Por qué hice esto este día y actúe para el orto, hice todo mal?». Pero también es esa vocecita la que te hace mejorar en cierto punto. Y si uno lo ve de buena manera dice: «Okey, esto lo hice mal, pero lo hice desde los sentimientos. Y esto lo hice porque yo soy así, porque siento». Después te das cuenta de que no estaba mal, que era lo que sentías y que era lo que querías hacer. Y lo mismo con la voz positiva. Tenés que tener mucho cuidado con la voz positiva, porque el ego es más peligroso para mí que el sentimiento negativo. Si uno todo el tiempo está pensando que hizo todo bien y que es perfecto y que «hoy hice todo increíble y mañana hice todo increíble», vuelvo a decir, es imposible mejorar, es imposible ser empático en ese sentido, poder entender a las otras personas. Se trata un poco de las dos cosas, mantener un medio y adoctrinar un poco ese bichito que está ahí todo el tiempo, criticando en la cabeza.
Es simplemente eso y el orgullo que hay que tener por la cultura de cada continente y cada país. «Tierra zanta» fue eso y salió… Es una locura, porque quizás es uno de los temas más complejos en cuanto a producción y letra y de los más íntimos, de «Bien o mal», o de los más fuertes, y salió en cuatro horas, cinco horas, porque, cuando la vibra está ahí presente y la idea está tan plasmada y uno está tan claro… A mí me pasa que, cuando tengo algo, un norte tan claro, es como que empiezo a escribir y es como una locomotora, que me tienen que decir «pará, pará», o me borran algunas barras porque sigo, sigo, sigo, pero… Nada, lo escribí a los 19 años. También era bastante chico en ese momento y como que me encontré con mi comunidad en ese disco. Dije: «Okey, yo soy latinoamericano». A mí lo que me pasa es que me siento parte de una comunidad mucho más grande de la cual me sentía antes. Para mí mi vida era mi barrio nomás, y ser argentino, por así decirlo, eran mis dos conexiones, quizás, como culturales, en cuanto a mi territorio, por así decirlo. Empecé a entender que, nada, que los bolivianos son hermanos, los uruguayos son hermanos, los chilenos son hermanos. Tenemos un ADN bastante conectado en ese sentido, una historia muy linda por contar. Tenemos cultura hermosa, tenemos música superlinda, costumbres, comida, colores. Hay un montón de cosas que directa o indirectamente nos forman a todos los que nacimos en ese lugar, al igual que todos los otros continentes, y traté como de personalizarlo. La temática, la letra siempre es «yo soy». «Yo soy la tierra, la sangre». Siempre «yo soy», hablando de «yo soy», pero como si yo fuese Latinoamérica. Yo escribí como diciendo que voy a contar todo lo que lo que somos en el continente y lo que representamos. Es una canción que antes de que salga el disco la escuchaba y se me ponían los pelos de punta. Es una canción que toqué en el Luna Park y me puse a llorar mientras la cantaba.
Para mí también la música, mi música, y el mensaje que quiero llevar en mi música es movilizar a otra gente también y ser la voz de otra gente también y entregarle algo al mundo que tenga que ver con algo más allá del ego del artista, de «tengo» o «yo soy yo solo», sino que a mí me acompañan un montón de cosas que todavía sigo descubriendo. En ese sentido, «Bien o mal», la búsqueda primordial fue esa, representar la música nativa sudamericana, creo que «Tierra zanta» es como la masa madre del disco, como de donde sale todo lo demás.
Siempre fue como «unámonos todos y peleemos contra lo que tenemos que pelear en vez de pelear entre nosotros». Yo siempre soy consciente de que, si un pibe que empezó en la plaza conmigo veo que hoy en día puede mantener a su familia con lo que hace, bien por ese pibe. Para mí es lo mejor y es una evolución personal supergrande que no todos pueden hacer. Y quizá por ahí también vienen las críticas y el recelo y todo, pero soy muy partidario también del buen mensaje, siempre que sea como un grano de arena para la cultura, con algo genuino que uno quiere decir, representando algo de su vida, su parte, su cultura, su raza, su barrio, su familia, lo que sea. Creo que ahí está como el factor X del artista. KRS-One, que es uno de los gurús más grandes del hiphop, habla de la diferencia entre ser un rapero y ser un MC. Los raperos son raperos, rapean, tienen número, pueden hablar de lo que quieran. El MC aporta la cultura del hiphop y el movimiento. A mí me gusta siempre estar de parte de los MC, por, en ese sentido, como decir: «Yo, si puedo conseguir que toda esta gente me vea, no quiero hablarles solamente de mí o no quiero presumirles lo que conseguí, sino que quiero hablar por más gente y ser la voz de la gente que no tiene voz, por así decirlo, que no tiene el mismo canal que tengo yo». Pero también entiendo la controversia de ser un chico de barrio, de cualquier barrio del mundo, que es lo que me pasaba a mí también, de sentir esa diferencia, de cómo la sociedad a veces te rechaza por ser de cierto lugar, por vestirte de alguna manera, por tener cierto estilo o por lo que sea, y de la nada poder lograrlo. Hay chicos que revierten todo y dicen: «Okey, ahora un chico de barrio lo logró. Le voy a mostrar a la sociedad un chico de barrio en un Ferrari con una cadena y mucha más plata que ustedes que me criticaban». Es normal y es entendible, pero creo que al día de hoy también se entiende mucho más la importancia del mensaje y se ve plasmada también en la gente.
Hay mucha diferencia entre la gente que hace arte con un fin lucrativo o la gente que hace arte porque tiene algo que decir realmente y algo que representar y tiene algo detrás. Eso se ve, esa energía se ve, esa historia se ve y se palpa también. Entonces yo entiendo mucho la controversia del «underground», de «te vendiste», de «ya no sos como antes», de lo que sea. Pero, si uno puede lograr vivir de lo que hace, compartirlo con su familia desde una buena manera y aportando también a los que todavía no lo lograron y abriéndole puertas a los que no lo lograron, creo que es la manera correcta. Después está la otra manera, que es la típica y la que todos conocemos y la más criticada, por así decirlo, que es la que a mí tampoco me gusta, pero yo siento que puede… Hay como una nueva puerta también para abrir, que es eso, si uno puede ser la punta de lanza para que más gente vea todo lo que hay dentro de un movimiento, o porque más gente entienda la cultura de tu país, o porque más gente entienda tu historia de vida, creo que eso es positivo.
Viendo eso también en Argentina, en los eventos de Argentina con Peligro, con mi padre, es una entrega muy importante que le tenía que hacer, porque, así como me crio mi barrio y así como me crio mi comunidad, también me crio mi cultura, que es algo que me crio demasiado fuerte y demasiado cerca. Y traté de dar esa energía más que nada en un momento tan crítico también de la sociedad en general. En Argentina y en todo el mundo las cosas están realmente complicadas y siento que quizás en «Bien o mal» protesté lo que tenía que protestar y «El último baile» traté de utilizarlo como una herramienta de salida también. Siento que la música está para combatir, pero también está para acompañar esos momentos y mostrar también como otra realidad. Es lo que yo me planteé para hacer este último disco. Es decir, el hiphop nace de eso, justamente de un momento crítico, de la necesidad, de la falta de oportunidades, de buscarse uno mismo y de encontrar la alegría con lo que hay, con lo que tenemos. En «PLO PLO!» digo eso, «tengo al barrio haciendo “party”, no me importa si no hay “money». Es como que la plata es un mal necesario, pero no es todo lo que nos hace a nosotros. Hay mucho más detrás de eso. «El último baile» es un disco de celebración, sin duda, como vos lo dijiste. «Bien o mal» es la protesta. «El último baile», la celebración. Pero no deja de ser para mí una entrega demasiado importante por fuera de la música, y que la música sea movida, rítmica, que te den ganas de bailar es una entrega mía muy importante, en la cual en cada tema yo me acuerdo de la lucha con mi viejo, me acuerdo de todos los eventos en Argentina, de poder conocer Estados Unidos con mi papá también y decir: «Mirá, estamos en el Sedgwick Avenue, que era el edificio donde se hizo la primera “block party” de hiphop». Era como una locura que me estaba pasando, que decía: «Todo esto lo tengo que plasmar en la música, porque en mi vida es algo que no me imaginé que me iba a pasar nunca».
Y yo siento que los discos están para eso también. Yo siento que si me repito en dos discos a mí no me va a hacer sentir bien, aunque sea artísticamente. Yo siento que tengo que ir innovando y buscando también nuevos horizontes en la música y nuevas entregas que hacerle, porque mi vida pasó demasiadas cosas y van a seguir pasando. «El último baile» para mí es muy importante, pero cada disco va dedicado a una parte de mi vida que… No te puedo dar un favorito, por así decirlo, porque los tres representan tres cosas de mi vida que me criaron y me hicieron ser quien soy hoy en día.
Y también, al venir de un barrio el cual tiene tantas necesidades, seguir teniendo amigos de ese barrio que quizás siguen teniendo la misma realidad, pero me acompañan a mí porque somos amigos y porque seguimos con la misma conexión, siento que es una falta de respeto también llegar al barrio con un Ferrari y mostrarles a todos los pibes un Ferrari que no van a tener. Quizá, lo que decía al principio, quiero mostrar que soy una persona más, que no soy ni un superhéroe ni tengo superpoderes y tampoco soy millonario. No me alcanza para un Ferrari. Un poco mi manera de pensar es esa. Yo, si puedo el día de mañana y si tengo la plata para comprarme un Ferrari, en vez de comprarme un Ferrari, voy a tratar de armar un colegio en mi barrio, hacer un centro comunitario, abrir un estudio en el barrio para que los pibes puedan rapear. Todavía no sé manejar, también por eso capaz no tengo un auto, pero creo que mi ideología también tiene mucho que ver con la crianza que tuve del porqué de la música. Uno puede hacer música tocándola, cantándola. Puede hacer un rap, puede hacer cumbia, puede hacer lo que sea. Pero lo más importante, cuando uno hace arte, lo mismo pintura, lo mismo lo que sea, es qué estás diciendo, qué estás expresando, el porqué, a dónde, a quién. Para mí lo más lindo también es sentirme acompañado, sentir que le estoy haciendo el bien a mi comunidad, le estoy haciendo bien a mi cultura, a mi gente, a mi barrio, a mi cercanía. Y ese es un poco el norte. A mí no me no me llena, me sentiría muy vacío teniendo todo yo y que mis amigos del barrio todavía estén en bicicleta, o tener un Ferrari o un Mustang y que mi mamá no tenga una casa. Yo tengo como otras metas quizás en mi vida que vienen por los valores que tuve desde chiquito y que fui aprendiendo también, porque yo siento que ahí no está la felicidad. Hay mucha gente que es millonaria y está superdeprimida, hay gente que está llorando en una mansión de Los Ángeles, y quizás feliz a mí me hace estar con mis amigos comiendo un asado en mi casa o estar con mi mamá tomando un mate y hablando de la vida y hacer arte.
Entonces digo: «Bueno, todo lo que gano, todo lo que consigo lo voy a poner en eso, en el arte para hacerlo mejor y para seguir mejorando yo en mis cosas y también darle trabajo a más gente de mi equipo». Si le puedo dar trabajo a la gente de mi barrio, a mis amigos, a lo que sea, se los doy. Y seguir tratando de vivir una vida normal como antes y de disfrutar de lo sencillo. Creo que la felicidad está en lo más simple. A veces nos olvidamos de eso y perseguimos mucho el éxito lucrativo o el conseguir plata o tener un edificio o lo que sea. Y en realidad la felicidad está en tu familia, tus amigos, en ir al parque, jugar a la pelota, comer algo y volver a tu casa.
Siempre fue como un acompañamiento que estuvo ahí por fuera del «hobby» o del sueño que esté persiguiendo, y por las vueltas de la vida o por las cosas que son como tienen que ser, me decidí 100 % a hacer música también por cómo él compartió su pasión conmigo de una manera descontracturada, cero presionada. Yo quería subirme a rapear con él cuando tenía cuatro años porque él era mi ídolo y lo veía y decía «guau». O veía a un rapero en un video y después miraba para el costado y tenía otro rapero también y decía «guau, qué loco que mi papá haga esto». Y fue una elección mía siempre seguir el camino del rap y seguir el camino de él y también hablar de mi barrio y hacer algo por mi barrio y tener ese tipo de mensajes. Y es hermoso hoy poder seguir compartiendo la historia. Yo soy un fruto también de su trabajo y todo lo que me pasa hoy a mí es gracias a Peligro en ese sentido, porque él desde que soy chiquitito que está peleando porque el hiphop sea algo en Argentina y porque lleguemos a hacer un movimiento realmente significante. Hay como una doble conexión en ese sentido, que es la personal y la familiar, y también la musical y la artística que nos mantiene como como somos. Obviamente, desde afuera, lo mismo, volviendo a las críticas, hay gente a la que le gusta, hay gente a la que no le gusta, hay gente que siente «no, el padre que está con el hijo y que lo obliga…». Obviamente hay una realidad que es así, pero a mí no me toca esa realidad y siempre estoy agradecido de poder ver familias en el público de mis «shows», como decís que fueron ustedes al Rototom. Siempre digo lo mismo. Me gusta ver al chiquitito y al papá, y a la mamá y al hermano mayor, porque en el escenario es el chiquitito, con el papá, el mejor amigo también. Somos una familia arriba del escenario y es un poco lo que tratamos de transmitir.
La confianza también en la familia para un chico es muy importante. Para mí es importantísimo, y desde chiquitito fue muy importante la voz paterna en todo, en mis miedos, en convertirme en un hombre, todo, en cómo afrontar la vida, cómo afrontar los problemas, cómo entender la relación con las mujeres… En todo fue clave Peligro para para aprender a ser un buen hombre y aprender a ser una buena persona desde el género y el cuerpo que me tocó. Siempre fue un mejor amigo, Peligro. Siempre recomiendo a los padres y a todos, y es lo que yo voy a hacer como padre cuando lo sea, ser amigo de tu hijo siempre y que tu hijo no tenga miedo. Hay muchos hijos que tienen miedo a hablar con el papá, o con la mamá, o con quién sea, porque tienen como esa sensación de autoridad ante el padre. Yo creo que la relación que tuve con Peligro me formó positivamente también a lo que soy hoy en día y le agradezco mucho a él, a mi mamá y a toda mi familia por ser así de cálidos, al mismo tiempo, obviamente, corrigiéndome y retándome cuando me tenían que retar. Pero, al ser tan compañeros como fueron, creo que me formaron también de la manera que soy hoy en día y me hacen pensar como soy hoy en día.
Yo soy una persona más que mandó para adelante, que tuvo un sueño y lo persiguió, que se mató todos los días. En cuanto a la música, decir: «Okey, a mí me gusta hacer música para bailar, me gusta hacer música para las tres de la mañana», y a todo el mundo le gusta y todos, hasta el más lector, le ponen un reguetón a las tres de la mañana y baila, eso es normal. Pero, fuera de eso, también el trasfondo de la música y de mi carrera y todo siempre quiero que esté destinado a un mensaje positivo y que tenga una letra personal. Yo siempre voy a tratar de demostrar eso de que soy uno más y lo mismo, que somos una familia, que empezamos desde cero, que la gente que nos ve abajo, la familia que viene a los «shows» no deja de ser una familia al igual que la que está arriba del escenario. Es como que se puede. Mi mensaje principal, más allá de la letra del rap, de la cultura y de todo, es que, si le meten a lo que sea, no solamente de la música o de lo que yo hago, el hiphop, se puede, es un poco el mensaje de «Atrevido» que quería dar, atreverse, ser un atrevido en el buen sentido, romper el hielo, perseguir tus sueños. Vas a tener que aguantarte un montón de turbulencias en el camino, pero, si uno rompe el hielo en esta sociedad y hace lo que uno quiere y comunica lo que uno siente que tiene que comunicar, está en el camino correcto y algo va a lograr en su camino personal. Así que, para los que me ven, que sepan que yo soy un pibito más. Muchas gracias a todos los que vinieron. No estoy muy acostumbrado a dar así charlas con mucha gente. Siendo sincero, creo que las entrevistas son la parte que menos me gusta de mi carrera porque soy muy introvertido todavía, pero cuando es con gente así que tiene preguntas reales para hacerme y tiene dudas…. Y también eso, tanto hablo de que me quiero mostrar como persona. Me tengo que mostrar como persona, ¿no? Así que muchas gracias a toda la gente, muchas gracias.