“Sentir que te valoran es la parte más importante de la educación”
Siri Hustvedt
“Sentir que te valoran es la parte más importante de la educación”
Siri Hustvedt
Escritora
Creando oportunidades
“Leer me abrió la puerta a las vidas de otros“
Siri Hustvedt Escritora
Siri Hustvedt
Compleja, elegante y multiforme. Así es Siri Hustvedt y así son su escritura y su pensamiento. De padre estadounidense y madre noruega, la novelista, ensayista y poeta se educó entre Minnesota y Bergen. "Desde muy pequeña supe que había al menos dos idiomas y dos formas de referirse a un mismo objeto, y creo que eso me generó una sensación de realidad plural", asegura. El particular caleidoscopio con el que Hustvedt analiza la realidad combina ciencia, arte, literatura y feminismo.
Apasionada del pensamiento científico y experta en neurociencia, es también doctora en filología inglesa por la Universidad de Columbia y docente de Psiquiatría en la Facultad de Medicina Weill Cornell de Nueva York. Erudita y curiosa, Hustvedt defiende con entusiasmo el saber multidisciplinario: “los científicos deben leer literatura y filosofía y las personas de letras deben leer ciencia, no porque nos vaya a hacer mejores personas, sino porque puede ayudarles en su propio trabajo”.
Fugitiva del éxito de su marido, Paul Auster, ha recibido varios reconocimientos internacionales, como el Premio Gabarrón de Pensamiento y Humanidades 2012, gracias a su labor investigadora y a sus ideas sobre filosofía, neurociencia o psicología. “Entre las artistas se dice que si vives lo suficiente, tienes muchas posibilidades de ser descubierta”, bromea la escritora feminista. Es autora de numerosas obras entre las que destacan: ‘La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres: Ensayos sobre feminismo, arte y ciencia’, ‘La mujer temblorosa’ o ‘Todo cuanto amé’. Hustvedt ha logrado que sus historias poliédricas se adentren en los secretos de la mente. En el año 2019 recibió el Premio Princesa de Asturias de las Letras.
Transcripción
Y mi pobre madre se sintió avergonzada por la pregunta, porque se dio cuenta de que había estado transmitiéndole a su hija mayor, y probablemente también a mi hermana menor, si es que por entonces podía entenderlo, que no solo echaba de menos su hogar, sino que había aspectos de la cultura norteamericana a los que le costaba adaptarse. Otra historia es de cuando ella vivía, casada con mi padre. Nos llevó a mi hermana Liv y a mí a la playa de Madison, en Wisconsin. Había un lago en el que se podía nadar. Nos quitó la ropa y nos dejó correr por ahí. Y eso escandalizó a los lugareños de Madison porque estábamos desnudas. A mi madre no se le ocurrió que hubiera que poner bañadores a niñas de cuatro y dos años. Así que… Ahí tienes otra historia sobre el choque entre las culturas europea y norteamericana. Y sobre todo, cómo me ha influido eso… Creo que, desde que era muy pequeña, entendí que había al menos dos idiomas, dos formas de decir lo mismo, de referirse a un mismo objeto. Y que, en efecto, las costumbres y culturas no son iguales. Eso me generó una sensación de realidad plural, que los niños que crecen en una sola cultura, sin acceso a otra distinta, no tienen. Y la idea de que hay múltiples formas de ver el mundo sigue siendo extremadamente importante para mí.
Tenía 12 años y aquel año cumplí 13. Eso fue muy importante para mí porque la técnica Steiner era extremadamente distinta de la que aplicaban en la escuela pública de Minnesota a la que iba antes. Y me encantaban los profesores, me encantaba la pequeña clase en la que estaba. Los profesores que tenía me animaban mucho. Y eso, por supuesto, marca una gran diferencia para los niños, que los animen a leer, que los animen a pensar… a dibujar. Y ese año, simplemente, me encantó. Luego volví a los Estados Unidos y seguí con mi educación. Y a los 17 años pasé otro año en Noruega, viviendo con mis tíos en un “gymnasium”, que es una especie de instituto y algo más. Así que cursé mi último año en el “gymnasium” en algo llamado “línea de Lengua”, en la que se estudiaba noruego, inglés y alemán. Y me presenté a los exámenes a final de curso, así que nunca terminé la secundaria del sistema norteamericano. Pero sí que pasé los exámenes en Noruega, y luego volví a los Estados Unidos e ingresé en la universidad. Así que creo que eso también fue importante para mí. Hubo un curso de inglés en el que pasamos todo un semestre estudiando ‘Macbeth’, de Shakespeare. Nunca olvidaré ‘Macbeth’ debido a eso. Lo asimilé de verdad. Me parecía un poco lento. Es decir… La idea era esa: estudiar el texto en profundidad, y eso tiene muchos beneficios. También puedo contarte otra historia de un momento posterior en mi vida. Estaba estudiando un posgrado en Columbia, sacándome el doctorado, y conseguí un trabajo en el Queens’ College como profesora en prácticas. El primer semestre enseñé… Conseguí el puesto de profesora de Inglés Básico. Y era a las ocho de la mañana. Así que ya sabes, “que de ese curso se ocupe la nueva”. Tenía que madrugar mucho, viajar hora y media en metro y luego coger un autobús para llegar al Queens’ College. Y estaba bastante nerviosa porque nunca antes había dado clases a estudiantes universitarios. Era mi primer trabajo como profesora. Y los alumnos eran sobre todo inmigrantes. Tenía ante mí el mundo entero, de verdad. Gente de todas partes, de Europa del Este, de las islas, del Caribe… Gente de todas partes del mundo.
“Escribir tiene beneficios terapéuticos”
Muchos científicos no conocen siquiera la historia del campo en el que trabajan. Ese sesgo se ha creado por la idea de que las ciencias se basan únicamente en el ahora. Pero yo creo que es muy importante conocer lo que te precede. También para encontrar ideas que se hayan perdido. Lo mismo pasa con las humanidades. Si solo piensas en el ser humano como una construcción puramente basada en el clima social o el lenguaje, te pierdes los huesos, la sangre y las células que forman parte del ser biológico y de lo que entendemos por especie humana. Creo que eso también es importante. Así que estas conversaciones pueden llevar a conocimientos en muchos campos distintos. Mi consejo no es que los científicos lean literatura y filosofía y que las personas de letras y filósofos lean ciencia porque nos vaya a hacer a todos mejores personas, sino porque puede realmente ayudarlos en su propio trabajo.Creo que es muy importante seguir cuestionando las ideas, incluso cuando se han convertido en un dogma. Para los niños, aprender bien estas formas de pensar les ayudará en la vida, a vivir la vida. Creo que les permitirá pensar los problemas de un modo más eficaz que si simplemente los entrenamos en una sola disciplina. La obsesión por hacer carrera, en la educación, es a menudo contraproducente. Creo que limitar la experiencia humana de manera artificial es lo que suelen hacer las disciplinas. Lo hacen para gestionar el material, pero incrementar el diálogo entre las disciplinas solo puede ser beneficioso.
“Incrementar el diálogo entre las disciplinas solo puede ser beneficioso"
Sin embargo, sí siento que, al menos en mi caso, esa especie de resistencia al intelecto de las mujeres por parte de hombres enfadados me parece bastante divertida. Ya sabes, no pierdo los nervios, y normalmente me lo tomo con calma, pero sí que me gusta señalarlo.
“Cómo se ven las niñas a sí mismas es vital para nuestro futuro como seres humanos”