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Alberto Soler. Esa es la pregunta clave que la mayoría de padres se hacen y nos hacemos cuando se acerca el hermanito. Y es que por muy bien que lo hagamos los padres, es casi imposible que no aparezcan los celos. De hecho, las estadísticas dicen que en el 90% de los casos aparecen celos en los hermanos mayores cuando aparece el hermano pequeño. Claro, por muy bien que lo hagamos es casi inevitable. Pero sí que podemos tener en cuenta algunas cosas desde el inicio del embarazo hasta la llegada del nene conforme va creciendo para poder minimizar un poquito el impacto. Sí que es verdad que hay algunos factores que hacen que puedan aparecer con más de frecuencia los celos. Cuando el hermanito que llega es del mismo sexo. O, sobre todo, a partir de los dos años, entre los dos y los cuatro, es cuando es un poquito más difícil. Por ejemplo, intentar no dar la noticia demasiado pronto por dos motivos. Primero, hay muchos embarazos que, desgraciadamente, se paran durante las primeras semanas. Entonces, le podemos generar un disgusto innecesario al pequeño cuando se hace toda la ilusión del mundo y después resulta que no tira adelante. Además, si nueve meses, para nosotros, se nos pueden hacer largos, para un crío de dos, tres o cuatro años es una eternidad. Entonces, si nos esperamos unas pocas semanas, a partir del primer trimestre es lo más habitual, ya conseguimos que se minimice un poquito por ese lado. Luego, lo que también es recomendable muchas veces, es hacerle partícipe todo lo posible del proceso. Fomentar mucho el contacto con la madre: Que le toque la barriga, que note las pataditas. Que participe en los preparativos para la llegada de su hermano: Montar la habitación, ir a hacer las compras… Preparar todo lo que sería esa logística. Y también muy importante el momento de la llegada. En el hospital, darle un lugar de protagonismo, importante. Nosotros vamos a conocer a nuestro hijo o a nuestra hija, pero él va a conocer a su hermano o a su hermana. Y es un momento superimportante a nivel emocional para él. Es normal que se pueda sentir un poco desplazado. Está bien hablar con la familia y decir: «Oye, tened en cuenta que el nene o la nena está aquí. Si le traéis un detallito al que acaba de nacer, también traédselo a él, o bajároslo un rato al parque». Hacerle caso, porque el que acaba de llegar no necesita tanto visitas de familiares, necesita a sus padres. Pero el hermanito sí que necesita esas visitas y se puede sentir un poquito desplazado. Pero el momento más delicado con los celos es cuando el bebé ya no es una lechuga que la dejas ahí en la cuna que lo único que hace es mamar, dormir y cagar. Lo delicado es cuando empieza a hacer gracias, cuando ya empieza a reírse, a gatear, a mostrar su autonomía. Ahí es cuando el hermano mayor, de repente, dice: «Ostras, esto es una amenaza. Empieza a hacer muchas gracias a los que tenemos aquí. Empieza a cogerme los juguetes». Ahí es cuando, a veces, cuando cantamos victoria: «Lo ha llevado bien, no hay celos», y de repente nos estallan en la cara. Lo tenemos que llevar con normalidad. Tenemos que saber que forma parte de la relación normal entre hermanos, que ocurre en la mayor parte de casos, y por muy bien que lo hagamos van a estar ahí. Tenemos que normalizar.