Pon nombre a lo que te pasa para sentirte mejor
Silvia Olmedo
Pon nombre a lo que te pasa para sentirte mejor
Silvia Olmedo
Psicóloga
Creando oportunidades
“El problema no es el desamor, sino el miedo a la soledad”
Silvia Olmedo Psicóloga
Silvia Olmedo
Silvia Olmedo es psicóloga, sexóloga y experta en relaciones personales, con cuatro best sellers publicados y cuatro millones de seguidores en sus redes sociales. Su trayectoria profesional comenzó en el ámbito de la salud y ha continuado con más de 12 años en prime time televisivo, convirtiéndose en una de las voces de la divulgación con más éxito en América Latina. Entre sus libros destacan ‘A dos pasos de la locura’, ‘Detox emocional’ y ‘Mis sentimientos erróneos’, donde ha trazado un mapa con las rutas necesarias para vivir con equilibrio emocional y aprender a distinguir qué nos hace sentir bien o mal. “Cuando nosotros le damos un nombre a algo, generamos una categoría distinta, acotamos el problema. Y eso, en el fondo, nos hace sentir más relajados. Una emoción es algo rápido. Un sentimiento es lo que pasa a través de tu pensamiento, y cómo identificas o cómo evalúas tú eso que pasa a través de tu cabeza. Te pasa algo, tu pensamiento lo filtra y la reacción que vas a tener va a depender mucho de qué tienes en tu cabeza. Entonces, ¿qué tienes que hacer? Hay que decir: «Sí, tengo esta emoción». Hay que poner nombres y apellidos a todo lo que nos pasa. No lo estás negando. Los sentimientos hay que definirlos con nombres y apellidos”, concluye la psicóloga.
Transcripción
Conocí en Londres… Estaba trabajando en Londres. Conozco a un chico. A los cinco días me enamoro de él. Y, obviamente, él se fue a vivir a Australia. Yo acabé uno de los múltiples másteres que hice, porque me gustaba mucho estudiar, y al año siguiente me voy y lo sigo a Australia. ¡Porque al final se quedó con la espinita de conocerme! Y estando en Australia conseguí, al final, un trabajo haciendo investigación, y con esta, que era mi pareja. Y me llaman de Inglaterra y me dicen: «Oye, Silvia, tenemos una oferta de trabajo». «¿Una oferta de trabajo sobre qué?» «Sobre be-i-hache». «Be-i-hache» se dice en Latinoamérica. En España se dice «uve-i-hache». Ya no sé cómo se dice. Bueno, en definitiva, que acabo de directora regional del departamento de consultoría farmacéutica más grande del mundo. Yo era una mujer alfa, ¿no? O sea, yo ya estaba llena de mí, trabajaba en Londres, vivía en Richmond… y me di cuenta de que estaba tremendamente aburrida de lo que hacía. Y lo que estaba haciendo, lo estaba haciendo, de alguna manera, por demostrar a todos mis amigos, a mi familia, que la loca, la «perro verde», lo había conseguido.
Y me voy a México. Me mandan a México y, de repente, sin quererlo ni buscarlo, acabo en un sitio cantando y contándole no sé a quién, a un completo desconocido, que me sentía una fracasada, y me decía: «Pero ¿por qué, güerita?». «Güerita» lo dicen los mexicanos. «Pues porque al final no estoy haciendo lo que es mi pasión. Mi pasión es la divulgación, mi pasión es transmitir esa curiosidad que yo tengo a otras personas». Mi pasión era eso, dedicarme como psicóloga a la promoción de la salud. Y me dice: «Bueno, pues lo que vamos a hacer es que, si quieres, da aquí una conferencia». Preparé todo, absolutamente todo. Me disfracé de mujer alfa, así, con un vestido maravilloso… y ese día que me organizó la conferencia no fue prácticamente nadie. Y di una conferencia sobre algo que a mí me importaba mucho, que era el virus del papiloma humano, su transmisión, y cómo el virus del papiloma humano podía evolucionar al cáncer. Pues me ve una persona y me dice: «Oye, tú tienes mucho desparpajo». Me llamaron después, voy a la tele… Y de repente me acabo viendo, después de ir a la tele, un día, veo mi correo y, literal, como unas 7.000 personas preguntándome sobre el virus del papiloma humano, cómo prevenirlo, cómo buscar ayuda. Y ahí yo dije: «De aquí soy. De aquí soy, porque es la primera vez en mi vida que hago algo de verdad para mí».
Empiezo en este canal de tele. Empiezo por la parte del sexo. Porque a mí lo que me gustaba más era la psicología, pero dije: «Mira, aquí hay que entrar de alguna manera». Y empiezo por el área de la sexualidad, porque tengo un máster en Sexología. Luego me meto en parejas y yo dije: «Uy, a mí esto de ser talento me gusta, pero lo que a mí me gustaría hacer es crear contenido». Y empiezo con un programa que se vuelve el icono de la psicología, los temas relacionados con la autoestima, el crecimiento personal, que se llama ‘Cuéntamelo’. A mí la tele me permitió conectar, sobre todo, con los ‘millennials’ y gente más mayor de toda una generación en América Latina. Obviamente, ¿qué implicó eso? Pues entender que muchas de las cosas que había aprendido en Europa no servían para nada y tenía que volver a empezar desde cero. ¿Y qué quiere decir eso? Voy a utilizar cualquier medio de comunicación porque mi objetivo era comunicar la psicología, el mundo de las emociones, a todo el mundo. ¿Dónde estoy ahora? Pues ahora, después de cinco libros y habiendo estado 17 años consecutivos en la televisión… Empecé con MySpace. Seguro que ustedes no saben lo que es el MySpace. Luego seguí con Twitter, luego con Facebook, sigo utilizando Facebook… luego cualquier red social. Hasta ahora, que soy hasta ‘tiktoker’. ¿Para qué? Para que ellos, si llegan a algún contenido mío, se den cuenta o de que tienen un problema o de que quieren conocer más. Muchas gracias.
Y otro tema que es importante: si tú eres una persona con una autoestima muy baja en varias facetas de tu personalidad, la probabilidad de que seas una persona infeliz es alta. Y luego, lo que sí les digo es que ese concepto de la felicidad que nos venden no existe. No existe. Para mí, cada uno tiene que tener su idea de felicidad. Seligman habla de tres tipos de felicidad. Una está basada en la búsqueda constante del placer, que es la que tenemos cuando somos jovencitos. Luego también está la felicidad basada en el fluir de la vida, en el disfrutar cada momento. Y luego también habla de esa felicidad en la que sentimos que trascendemos, que somos… que mi yo es parte de algo que es mayor que yo y contribuye positivamente. Busca qué es para ti tu felicidad sin obsesionarte. Yo, ahora mismo, si me preguntas, soy feliz. ¿Por qué soy feliz? Porque si a mí me dicen, a los nueve años, que iba a estar tan plena, tan a gusto en este momento, no me lo hubiera creído.
Muchas veces aguantamos estar en una relación porque a esa persona no es que la amemos, es que nos está dando aquel bastón emocional que nosotros no tenemos. Te pongo un ejemplo muy claro. Hay muchas personas que están con la otra pareja porque tienen miedo al abandono. Tienen miedo al abandono. Cuando están con la pareja ya ni lo aguantan. Ya la relación no es buena. Ya no te lo pasas bien con él o con ella, pero en el momento que se acaba la relación sufren muchísimo. Su problema no es de amor, su problema es de miedo al abandono. Hay que pensar, cuando yo… cuando me acaban una relación, o cuando yo la acabo, ¿qué es lo que siento? ¿Me duele el amor? ¿O me duele, o tengo miedo de perder aquello que esa persona me daba? Por eso yo creo que lo que no nos han enseñado nunca en las escuelas, es a aprender a amarnos de verdad. El amor más importante es el nuestro. La compañía más importante es la que nosotros nos damos a nosotros mismos. Y eso es un camino. Yo no me amaba a los 20 años. Yo no me amaba a los 30 años. Ya empezaba a tener una relación de enamoramiento conmigo misma. Yo ahora me amo. Me amo. Me ha costado muchísimo. Y ahora, con cualquier persona que pase por mi vida, mis relaciones amorosas van a ser sanas, porque no me voy a agarrar a ellos como si fuera un clavo ardiendo.
Una vez que ya… Yo siempre le digo a la gente: «Durante dos o tres meses, llora lo que quieras, y luego ya te voy a dar una hora para que llores». ¿Qué hora vas a decidir llorar? ¿De once a doce? OK, de once a doce de la noche, todos los días, vas a llorar por ese hijo de pato. Pero solo de once a doce de la noche, porque ya empieza una fase en la que te tienes que obligar a volver a la realidad, a reestructurarte. Lo primero que te pasa es que no es bueno que te expongas a esa persona que te hace daño ahora mismo. Entonces, ¿qué aconsejo yo? Les digo a mis amigos: «No me hables del ex. No me hables. Ahora no lo metas». Y si podemos evitar ir a esos sitios a los que él va, también. Redes sociales. A lo mejor no lo tienes que bloquear, pero siléncialo, ¿no? Porque a veces, cuando lo bloqueas, dicen: «¡Ah, está ardida!». No, siléncialo, no tienes por qué verlo. Y este periodo es un periodo en el que empieza ya una especie de reinvención. Poquito a poquito hay que ser… hay que ser amoroso con uno mismo. No es de la noche a la mañana. Es volver a ser la persona que eres, y es más: volver a ser una persona mejor. Y, entonces, ¿qué hago yo siempre? Voy a hacer aquellas cosas que con él no podía hacer. Porque, al final, uno acaba haciendo concesiones. Incluyes rutinas nuevas de cosas que te hace ilusión hacer. Limpias tu espacio personal, tu casa, quitas todos sus recuerdos. No quemes las fotografías, no hace falta. Guárdalas, si quieres. No pasa nada.
Y los primeros días lo que te va a pasar es que… guau, qué duro, no vas a poder. Y bueno, en el fondo has estado una hora sin acordarte de él. ¡Uf, una hora! ¡Una hora, una hora sin acordarte de él! Espérate, que en un mes estarás seis horas. En ocho meses estarás diez horas. Y lo que pasa al final es que, en esa hora que tú te dabas para llorar por él, te vas a sentar un día: «A ver, voy a llorar». Y es como cuando estás en el baño. «Nada, no. Ya no sale. Ya no puedo llorar». Y en ese momento te das cuenta de que esa persona ya no te causa dolor. Y aquí viene la clave, que para mí es muy importante. Hay esta idea de que «hay que olvidar» al ex. Nunca hay que olvidar al ex. Hay que conseguir que su recuerdo no te duela. Yo tengo una cuenta corriente muy positiva de todos mis ex, porque con uno aprendí economía, con otro aprendí de música ‘indie’, con otro… y me quedé con lo bueno. Hay algo que yo sí quiero comentar y es que a todos, en un momento determinado, normalmente son estas canciones de Nochevieja, Nochebuena, que de repente te sale esa canción de él, o de ella. Si has tomado una cervecita, es peor. Y de repente te entra este sentimiento tan fuerte, que dices: «¡No lo he superado!». Sí, sí lo has superado. Es solo una canción, es solo un momento.
Y ahí es donde entra la palabra intención y atención. Obligas a tu cabeza… No lo niegas. «Sí, me acabo de acordar de él, perfecto, qué bonito, ya pasó, esa relación no existe». Te pones otra canción que te lleva a otro sitio. No lo niegues. Acéptalo. «La persona que yo amaba, emocionalmente, ha muerto para mí. Está bien. Me quedé con lo bueno». Es un proceso largo. Y una cosa que yo sí recomiendo… La gente dice que un clavo saca otro clavo, pero yo soy más partidaria de darnos tiempos entre una pareja y otra pareja. Simplemente porque, cuando vas de una pareja a otra, en el fondo, lo que estás tratando de cubrir es una carencia. Es ese vacío que tienes con la otra persona. Y la probabilidad de que empieces una relación mal es alta. Y siempre vas a tener ese… ¿Nunca les ha pasado que tienen como un vacío en el estómago? Cuando les pase eso en pleno duelo, en vez de decir «¡ay, no quiero que me duela!»… que duela. A ver qué siento, qué tengo ahí. ¿Esto es el vacío? ¿Esta es la soledad? No, esta no es la soledad. Esta soy yo, esta es mi compañía. Me voy a dar besitos, me voy a poner mi música, me voy a dar mi maquillaje, me voy a hacer… me voy a querer. Yo no creo que haya un amor de tu vida, yo creo que hay muchos amores de tu vida y el amor principal es a nosotros mismos. Y se tarda uno en conocer, ¿eh?
Entonces, a veces, por ese objetivo que tenemos todos de durar, de ese amor de Disney, de ese amor de telenovela, que vamos a ponerle, vamos a intentarlo otra vez, lo que estamos haciendo es… ¿Qué pasa cuando a ti algo no te gusta? Que generas intolerancia. Y una vez que eres intolerante ya no puedes, ya no lo aguantas. ¿No les ha pasado alguna vez con un alimento o con un sitio? Yo hay sitios a los que no puedo entrar, el olor me recuerda… Tengo una emoción tan fuerte ligada a ellos que no puedo entrar. Ya he creado intolerancia. ¿Qué quiero decir con esto? Que hay gente o hay relaciones que no es que sean tóxicas, es que ya la otra persona… no. Son distintos. Y esa persona que, para ti, puede ser tóxica, para mí es la persona ideal, porque es una persona muy organizada y le gusta mucho planearlo todo, y yo soy la antítesis. Ahora nos vamos a la toxicidad emocional. Como digo, el concepto de toxicidad emocional es muy amplio. Para mí, toxicidad emocional es alguien que te hace daño. Tenemos, fíjate en este amplio, desde las «personas letales»… En mi cuarto libro incluso los clasifico. Desde la «persona letal», que es una persona… que es lo que son los psicópatas integrados. Son personas que te estafan en el amor. Es prácticamente imposible, imposible detectarlos.
Una persona que acaba con un psicópata integrado no es una relación tóxica, es una relación letal. Ese tipo de personas tienen que ir a un psicólogo después de esa relación, y les va a costar muchísimo, muchísimo, acabar con esa relación de verdad. El doctor Hare, que es el mero mero de todo esto, habla de lo que es la distancia o el espacio cero, o sea, nada de contacto con esa persona. En una relación tóxica, normalmente, se empieza de una manera gradual, por eso es tóxica. Si tú sabes que empiezas una relación y te empieza a gritar, te ningunea, te maltrata, utiliza el chantaje emocional, te amenaza… si tú sabes eso en el primer momento, no te metes. El problema es que vas de una manera gradual. Hay varias estrategias que te pueden hacer sospechar que esta es una relación tóxica. Una es el chantaje emocional. Esta es fuertísima. El mutismo hostil, cuando se calla para no reaccionar. ¿Nunca les ha pasado que no hablan, no te dicen nada? Es como si estuvieras hablando con una pared. También está la amenaza económica. Es decir, «si tú te vas, te dejo». Otro tipo de estrategia de chantaje es utilizar a un tercero: «Tu madre me ha dicho que también está de acuerdo conmigo en que no tendrías que tomar ese trabajo».
Otro tipo de estrategia es la victimización, hacernos las víctimas: «Si me dejas no sé qué me va a pasar, porque yo te necesito». O sea, el chantaje emocional es una de las principales… no herramientas, sino armas que se utilizan en una relación tóxica. ¿Para qué? Para que tú acabes haciendo aquello que no quieres. Y entonces de ir aquí, ¿dónde acabas? Aquí. Y dices: «Pero ¿por qué estoy aquí? ¿En qué momento…?». Hay que entender que la gente tóxica no es mala. A veces son gente que nos ama y no nos ama de una manera sana, o ha aprendido patrones insanos de amar. Entonces, por favor, cuando alguien sea tóxico, no lo tratemos mal, porque todos somos tóxicos. Porque nos han enseñado a eso, ¿no? Entonces, ¿qué hacer? Mira, lo que yo hago… Porque dices: «Bueno, ¿y por qué sigo en esa relación?». Porque hay algo. Hay un beneficio que esa persona me está dando. Y siento que no puedo prescindir de él. Cuando estés en una relación tóxica, tienes que decir: «¿Por qué no dejo la relación?». No lo centres en él, céntralo en ti. Esto es importante. Y en muchos casos… Yo tengo varias amigas que me decían: «Es que imagínate, ¿quién voy a ser yo si lo dejo, si soy “la mujer de”? Mis amigas, ¿qué van a pensar en el café? Mi estatus. Yo soy “la mujer del ingeniero”. Imagínate».
Entonces el problema es que tú no amas a tu pareja. A lo mejor la tóxica, la persona tóxica, eres tú. Porque, en el fondo, estás con tu pareja por las razones erróneas. Siempre que estés en una relación tóxica, piensa por qué. ¿Quién eligió eso? Tú. ¿Por qué? Porque te dijeron que la manera adecuada de amar era darlo todo, olvidarte de ti para ponerlo en la otra persona. Entonces, muchas veces nosotros favorecemos una relación tóxica. Porque si la persona tiene un rasgo narcisista y nosotras damos, y damos, y damos, e invertimos emocionalmente nuestros recursos en la otra persona, al final, ¿qué nos pasa? Nos quedamos vacías. ¿Y qué se produce? Una relación desigual. Ya no es una relación pareja. Entonces, cuando pongamos el dedo en el tóxico o la tóxica, que a mí no me gusta eso de «tóxico», hay que ver en qué momento nosotros le abrimos la puerta a esa persona para empezar con ese tipo de relación.
Y de repente, no me ha llegado el dinero. Claro, yo ya al tomar esa decisión… ¿me podía volver a España? No. ¿Y qué había hecho yo? Dije: «Bueno, vamos a probar la opción que yo había pensado». ¿Qué pasa si lo peor de lo peor, que es que no me ha llegado el dinero, me pasa? ¿Me vuelvo? No. Hay que tener planes de acción. Yo tenía la opción A, que era llamar a mi familia. Yo no lo quería. Para mí era importante hacerlo yo. ¿Qué hice? ¿Cuál fue la segunda opción? Ponerme a trabajar. Me fui a un hotel y me dicen: «¿Hablas holandés?». «No». «¿Y qué quieres hacer?». «Pues quiero trabajo». Me puse a hacer camas durante seis meses. ¿Por qué? Porque quería. ¿Por qué? Porque lo más difícil de la persona que tiene miedo es tomar el primer paso. Entonces, ¿qué haría yo? Uno: reconoce que tienes ese miedo. Dos: ten un plan de acción. Y cuando pasa, te das cuenta de que no es tan malo. Cuando yo me fui a Australia, sin papeles, sin nada, me acuerdo de que dije: «¿Qué pasa si este hombre no me viene a buscar al aeropuerto?». Yo tenía mi ‘Segunda Mano’ australiano, tenía un sitio para trabajar, tenía un dinerito para irme a un hotel, y dije: «Bueno, si no funciona, ¿qué pasa? Me estoy dos meses». A los miedosos siempre nos relaja tener un plan de acción, un plan B. Siempre. Y lo que nos pasa cuando nos pasa aquello que tememos, ¿sabes qué es? Que dices: «Pues no era tan malo». Y lo mejor es: «Guau, me siento más fuerte».