Nunca se deja de ser maestra
Carmen Guaita
Nunca se deja de ser maestra
Carmen Guaita
Escritora y maestra jubilada
Creando oportunidades
Reflexiones de una maestra jubilada
Carmen Guaita Escritora y maestra jubilada
¿Jóvenes sin valores o la misma historia de siempre?
Carmen Guaita Escritora y maestra jubilada
Carmen Guaita
La belleza inunda el discurso de Carmen Guaita cuando habla de educación. Las palabras de esta escritora y maestra jubilada están llenas de amor por una profesión a la que ha dedicado más de cuarenta años. En realidad, toda una vida. “Siendo niña me hacía muy feliz contar y transmitir lo que yo había aprendido, si le preguntas a mi hermano pequeño lo traía frito a explicaciones y ejercicios”, relata Guaita con característica alegría. La alquimia, asegura la educadora, se produjo gracias a su profesores universitarios de la ESCUNI.
Esta maestra, Licenciada en Filosofía, profesa un intenso querer por la enseñanza pública. Un amor que ha exportado fuera de la clase: ha sido vicepresidenta del sindicato de profesores ANPE, miembro del Consejo Escolar del Estado, de la Comisión de Arbitraje, Quejas y Deontología de la Prensa, y de la comisión EDUC que asesora al Consejo de Europa. “Soy una maestra jubilada, pero jubilada es solo un adjetivo”, apunta Guaita.
Acaba de ausentarse de las aulas pero no se separa de la tarea educativa. Carmen Guaita ejerce actualmente como tutora en la Universidad de Padres, en Escuelas de Padres y en la plataforma ‘Educar es todo’. Como escritora ha publicado diez ensayos sobre ética, interioridad y educación entre los que se encuentran ‘Contigo aprendí’, ‘Cronos va a mi clase’ o ‘Lo que mis alumnos me enseñaron’. También es autora de cuatro novelas y de la biografía de Víctor Ullate, ‘La vida y la danza’.
Esta inquieta maestra complementa su activa carrera con el blog ‘La sala de profesores’ y forma parte del consejo de redacción de Cuadernos de Pedagogía y de la ONGD Delwende, que sostiene proyectos educativos en África, Asia y América Latina. Guaita, recurre al poema 'Esto es amor' de Lope de Vega para definir su trabajo: “Ser maestra es la profesión más bonita del mundo. Quien lo probó, lo sabe”.
Transcripción
Y luego, también, que había una cierta… como un cierto convencimiento de que a lo largo de la vida iba a sentirme capaz, o iba a tener el reto de tener gran respeto por los demás y también respeto por mí misma. Y bueno, probé la Facultad de Educación sin tener claro que todas esas características fuesen la vocación de profesora. Pero un profesor en la Facultad de Educación, Mariano Martín Alcázar, que yo tengo una relación con él todavía, viva, de cariño, y le estoy muy agradecida. Él fue como una especie de alquimista, como una especie de mago, y me dijo: «Todas esas características que tú ves en ti, son la prueba de que tú has nacido para ser profe. Y si las pones en juego, si tú dedicas tu vida a sacar de ti esas características que tú tienes, vas a ser muy feliz, porque evidentemente esto es que tienes vocación de profe». La palabra «vocación» está un poco anticuada y la hemos asociado como a una llamada que te llega desde arriba, pero no, es una llamada que te llega desde dentro y te dice: «Tú eres así y así, y más vale que lo pongas en práctica porque para eso lo tienes». Y así fue. Y la verdad, tengo que confesarte que dedicar la vida entera a ser profe, a ser maestra, me ha hecho muy, muy feliz. Tiene mucho sentido esta profesión.
"Educar es transmitir el modo de empleo de la vida y abrir las ventanas de un niño a la cultura"
Tengo maravillosos recuerdos de haber sido vuestra profesora de valores, porque a mí me parece que el tema de la ética es un tema sustancial, sustancial, en el aula, y no se puede olvidar el tema de la ética y el tema de la filosofía, todo aquello que se plantee delante de un alumno al modo socrático, como decía Sócrates, que su madre era comadrona y él había aprendido a sacar de dentro lo que cada persona tenía en su interior, igual que su madre sacaba a un niño para para que naciera. Pues esa manera de sacar lo que hay dentro de los alumnos, qué es la filosofía, qué es la ética, es fundamental. La escuela no la puede perder. ¿Tú recuerdas nuestra clase de valores?, sé que la recuerdas porque me lo has dicho. Para mí ha significado mucho aquella clase sobre los valores, sobre el valor de la belleza. Me pareció muy importante que hablásemos en clase sobre el valor de la belleza, Naiara, porque hay grandes malentendidos con respecto al valor de la belleza. La conclusión a la que vosotros llegasteis después de hablar de la belleza fue que la belleza iba mucho más allá que la percepción sensorial y que era algo que te detenía junto a otro ser humano. Esa es una definición que los filósofos dedicados a la estética durante miles de años no han sabido hacerla tan certera y tan redonda como os salió a vosotros. Pero en aquella clase, Naiara, yo no hice nada, sencillamente preparé un PowerPoint y en ese PowerPoint aparecía la pirámide de Guiza, ¿te acuerdas? Y yo preguntaba: «¿Es bonita la pirámide? ¿Es bella la pirámide?».
A mí me gusta esa definición de felicidad que dice que consiste en que lo que deseas, lo que piensas y lo que haces estén en armonía. Y esto, cuando a ti te gusta dar clase, y cuando llevas la clase bien preparada, porque esto sí que hay que currárselo, y cuando estás con los alumnos, lo que piensas, lo que sientes y lo que haces está en armonía y sueles ser bastante feliz. Considero un privilegio haber sido profesora, Naiara, pero fíjate, lo considero un privilegio porque a lo largo de la vida profesional yo formo parte de la biografía de centenares de personas, como formo parte de tu biografía, y eso es increíble. Pero fíjate, he llegado a la conclusión de que no se trata de eso. El secreto no es que yo forme parte de vuestras vidas, y eso que enseño a leer, he enseñado a leer a muchas personas y que, por ejemplo, tú, la primera vez que te acercaste a un poema de Bécquer o a la escena del balcón de ‘Romeo y Julieta’, yo estaba delante, yo vi la cara que ponías. Pero no es eso, fíjate, yo creo que es que vosotros, los alumnos, habéis formado parte de mi vida. Ese es el privilegio. Haber conocido tanta gente de la que has aprendido, que te ha forzado a sacar de ti lo mejor. Y la clave es esa. Gracias por haber formado parte de mi vida, alumnos.
"El profesor tiene que mirar a los ojos del alumno"
Hay una viñeta humorística que igual la has visto, que pone como objetivo subir a un árbol a tres contendientes, un elefante, un mono y un pez. La escuela no puede comportarse así. La escuela tiene que intentar que el currículum esté lo más posible cerca de los intereses de los alumnos. En este sentido, ahora mismo hay una revolución metodológica que va a ayudar a los profesores, porque realmente si la escuela napoleónica, si la escuela de la tarima, y la pizarra verde, y el profesor de espaldas a los alumnos ya estaba agonizando, en estos momentos, con la irrupción de la tecnología, de nuevos requisitos, de nuevos ritmos, y de nuevos problemas, también, es evidente que el profesor ha bajado de la tarima, que el profesor tiene que mirar a los ojos del alumno, tiene que acercar el aprendizaje lo más posible, hacerlo significativo, que no esté aislado, que esté unido a otros aprendizajes. Uno de mis sueños, cuando yo era una maestra joven, era poder hablar del Partenón a la vez que estudiábamos el teorema de Pitágoras y a la vez que nos acercábamos a Sócrates para que todos estuviésemos sumergidos totalmente en la antigua Grecia y aquello tuviera un significado, fuese una aventura de aprendizaje para los alumnos. Esto está ya aquí, se llama aprendizaje por proyectos. Es decir, que los profesores estamos ahora mismo afrontando una gran revolución que va a podernos acercar cada vez más a los niveles de los alumnos, a los requisitos de los alumnos.
Y esto tiene que ser así porque la escuela no puede permitirse el lujo de ir hacia adelante y abandonar, ni de pensar que hay una media en los seres humanos o confundirla con una mediocridad. Ningún ser humano es mediocre. Ningún ser humano está en la media de nada. Todos tienen un potencial individual, una medida de sus potencias y de sus capacidades. Y lo que tenemos que hacer los profesores es descubrirla. Decírosla para que la veáis y luego hacer todo lo posible para que vosotros la saquéis, porque la sacáis vosotros, Naiara, las potencialidades, los recursos, las cualidades os brotan a vosotros. Nosotros lo único que hacemos y lo único que podemos hacer es el decorado propicio para que esa alquimia se produzca. Los currículos educativos tienen que estar homologados, tenemos que tener una garantía de que vamos a adquirir aprendizajes y de que no va a haber grandes diferencias en los aprendizajes. Pero una vez dicho esto, los currículos también dependen de las escuelas, de lo que una escuela quiere potenciar, de la autonomía de un centro educativo para potenciar una especialidad en Ciencias, o una especialidad en Arte, o una especialidad en Lengua y literatura. Entonces, aquí hay un enorme campo… Debemos intentar, ya sé que es muy difícil, pero la educación necesita desregular, algunas veces más que regular en exceso. Igual que los profesores ante esta nueva realidad, necesitamos desaprender algunos latiguillos antiguos que conservamos y que han perdido vigencia frente a los requisitos nuevos de la realidad.
Y esto es un nuevo rol del profesor, que tenemos que desaprender los profesores de lo que hemos vivido anteriormente. Pero es que también tenemos que desaprender en el diálogo con las familias, que tiene que ser un diálogo mucho más fluido, mucho más de aliados, mucho más… porque los profesores hemos perdido… ya no somos el único referente por el cual entra la información en la vida de un alumno. Hace unos años el profesor era el sabio, la persona más informada de su entorno. En estos momentos, nosotros hemos dejado de ser las personas más informadas. La información entra de una forma horizontal, pero somos las personas que podemos convertir la información que tú recibes de forma indiscriminada, podemos convertirla en conocimiento. ¿Cómo se hace? Ayudándote a enlazar la información con los conocimientos previos que tú tienes, ayudándote a elaborar, a digerir esa información de tal manera que seas capaz de sacar tus propias conclusiones y que puedas, incluso, si te interesa mucho el tema, avanzar en él, profundizar en él. Y esto es un nuevo rol para el cual los profesores estamos ahora mismo invitados a hacer y, de hecho, lo estamos haciendo. Hay, en cualquier caso, también muchas, muchas cosas que no han cambiado y no pueden cambiar, que son aquellas que están relacionadas con la comunicación cara a cara, con la trascendencia de la tarea de los profesores, porque nosotros formamos parte de las vidas de los demás. Y esto requiere, por nuestra parte, por parte de los profesores, un enorme compromiso ético que debemos estar dispuestos a afrontar, y a afrontar a diario, sacando a diario lo mejor de nosotros mismos.
Esto no cambia aunque cambie la metodología, aunque cambien las herramientas y aunque ahora podamos hacer una «flipped classroom» y la explicación que yo daba la filme en un vídeo y tú la veas en casa para que luego practiquemos nosotros en la escuela. ¿Qué no cambia? Pues no cambian los requisitos necesarios para ser profe, te tienen que seguir interesando los seres humanos, te tiene que seguir gustando comunicar, te tiene que seguir apelando el respeto por ti mismo, tiene que seguir sin darte miedo, en un momento dado, tener autoridad sobre otra persona y ejercerla. Porque la autoridad deriva de la responsabilidad que tenemos los profes delante de vosotros y de la responsabilidad que asumimos delante de la familia con respecto a vuestro aprendizaje, a vuestra integridad, a vuestra salud. Es decir, que ahí hay un campo, un terreno para la autoridad del profesor que no varía. Es decir, podemos decir que no varía lo esencial, que es la naturaleza de la comunicación personal entre profesores y alumnos, pero varía la herramienta con la que nos comunicamos, varía el método con el cual el profesor te acerca a ti al conocimiento. Es una gran aventura. Yo me he jubilado y créeme que me da un poco de envidia pensar en los profesores que ahora van a vivir en primera fila esta gran revolución de la educación, que tiene que ser, por cierto, a pesar de que la técnica nos ayude mucho, tiene que ser una revolución a favor de lo humano, cada vez más hacia lo humano.
La revolución de la educación tiene que ser a favor de lo humano
Y, por supuesto, estoy segura de que puede que olvide la medida exacta del Everest, pero el nombre Everest y su significado nunca los voy a olvidar porque estuvo ahí, en la emoción. ¿Por qué no se olvida nunca el nombre de los planetas del sistema solar? Porque para los niños, esa ventanita que se abre al universo conecta directamente con la emoción. Y esta es la clave. Esta es la clave de, directamente, de los aprendizajes. Y esto son herramientas, recursos, que los profesores debemos conocer, pero también de los que debemos disfrutar porque es muy bonito ver cómo funcionan estas herramientas de la emoción, y de la empatía, y de la comunicación.
Y me dijo: «Pues porque dentro de ti hay una escritora». ¡Caramba, Naiara! Sí, dentro de mí había una escritora. La hay. Esa profesora, de la cual ahora me parece estar viendo, literalmente, su cara delante de mí, fue como un hada madrina que con su varita mágica me hizo ver algo que yo desconocía y me hizo plantearme: ¿será verdad esto? Mariano, mi profesor, al cual en la Facultad de Educación llamábamos «El Mariano», es una figura clave de mi vida. Fue la persona que transformó mis nebulosas respecto a mis cualidades y mis capacidades en un clarísimo «Tú eres una maestra, no lo dudes, eres maestra. Si tú te dedicas a estar dando clase a niños, vas a ser feliz». Y efectivamente así fue y así ha sido. Ese alquimista fue otro profesor. Cuando estuve preparando el libro ‘Memorias de la pizarra’, que entrevistaba a un montón de maestros ancianos, muy mayores, que habían vivido épocas duras del siglo XX, la república, la Guerra Civil, la posguerra… Estos profesores, estos maestros, literalmente me cambiaron la vida porque me hicieron comprender… Yo en aquel momento tenía el gran honor de estar trabajando para los profesores era vicepresidenta del sindicato de profesores АNPE, aprendí muchísimo en aquel período de mi vida porque vi la educación desde fuera. Pero aquellos maestros del libro ‘Memorias de la Pizarra’, con sus historias, con sus anécdotas, me apelaban directamente al corazón y me decían: «¿Qué estás esperando para volver al cole?». Así que me animaron a tomar esa decisión que, por supuesto, me ha hecho tan feliz en los últimos años de mi vida profesional y que me ha permitido conocerte. Y con los compañeros con los que yo he trabajado he aprendido muchísimo, Naiara, muchísimo, porque hay algunos profesores, hay muchos profesores, que viven esta tarea, este trabajo, implicándose tanto, de una manera tan en cuerpo y alma, tan volcada, sacando tanto sus capacidades que tienen una generosidad tan grande para compartir lo que ellos hacen bien, lo que les sale bien, compartirlo con los demás compañeros de claustro y decirles: «Prueba por aquí, prueba por allá», que son inolvidables.
¿Tú te olvidarías de Ángel? Era mi compañero de claustro, pero me daba clase sin saberlo, sin saberlo. Recuerdo una de las mayores lecciones que aprendí de él, porque es un «crack». Y una vez le dije: «No contamos las cosas que hacemos los profes, no sabemos darnos importancia», le dije yo. Y él me respondió: «¿Qué importancia nos vamos a dar? Hacemos nuestro trabajo». ¡Guau! Es verdad, la importancia no nos la tenemos que dar nosotros. Nosotros tenemos que luchar por la profesionalidad. La importancia nos la dais vosotros, las familias, y nos la tiene que dar la sociedad. Pero no nosotros, nosotros hacemos sencillamente, humildemente, un trabajo maravilloso, superdifícil, pero es un trabajo. Hay vivencias de los maestros que me contaron su historia para el libro ‘Memorias de la Pizarra’, que para mí son inolvidables. Nunca las voy a olvidar. Por ejemplo, una maestra de Salamanca, Teresa, Teresa Pérez, que me contó que tenía una alumna en la época de la posguerra de la Guerra Civil española, en una época en la cual Teresa me contaba que habían comido pan hecho con serrín y habían vivido circunstancias de las que nosotros ahora no podemos ni imaginarnos, una generación entera. Teresa me contaba que había una alumna cuyo sueño era ser médico, pero que la familia de esta alumna no tenía posibilidades materiales de pagar a su hija en aquel tiempo, en un tiempo en el que las mujeres no iban a la universidad, Naiara, para animar a su hija a estudiar la carrera de Medicina. Pero la niña tenía muchísimas ganas y entonces la maestra Teresa se puso de acuerdo con ella y empezó a darle clases extra y a ponerle trabajo doble. Cuando sus compañeros de clase hacían un ejercicio, esta maestra y esta alumna compinchadas lograban que la niña hiciera dos, y la maestra Teresa le daba clases, después de terminar, le daba clases, de tal manera que ella pudiera estar muy preparada, muy bien preparada, a la hora de hacer las revalidas que había en aquella época, las revalidas de los bachilleratos. Esta alumna de la profesora Teresa fue médico, posiblemente una de las primeras mujeres médico que haya habido en España.
Y es inolvidable. Yo no podía dejar de pensar en la maestra y en la alumna juntas, compinchadas, para que esta niña pudiera saciar su hambre de aprender. Otro profesor que me impactó muchísimo fue un maestro gallego, una leyenda en su pueblo, Cedeira, en La Coruña. Un maestro que había dado clase a montones de generaciones diversas de niños, de niñas, pero que también había enseñado a leer a adultos y que me contó que en el último año de su vida profesional no había logrado llegar al corazón de un alumno, de un solo alumno, Naiara, a lo largo de toda una vida profesional, siendo un referente. Y a mí me impresionó porque comprendí que los profesores estamos delante de vosotros, los alumnos, Naiara, cien por cien, en cuerpo y alma. Esto no quiere decir perfecto, sino al cien por cien de la capacidad individual de cada uno de nosotros, pero que cuando no funciona el diálogo con un alumno y tú notas que no llegas a conectar con un alumno determinado, te duele el cuerpo y te duele el alma, porque son las dos cosas que tú estás poniendo en juego. Y a mí, aquel mal recuerdo, aquel mal sabor que le había quedado a aquel maestro maravilloso, me hizo comprender hasta qué punto la tarea del maestro, la tarea del profesor, es una tarea que implica la vida, que implica totalmente la vida. De hecho, a los profes nos cuesta mucho llevarnos a casa el momento dulce, el momento milagroso, que lo hay cada día y casi siempre nos llevamos a casa el momento que nos ha dejado dudando sobre nuestra capacidad profesional. Porque si algo sale mal tú dudas sobre si vales para esta tarea. Y este secreto que yo acabo de desvelar no lo sabe casi nadie, solo lo sabemos los maestros. No dudas sobre si lo has hecho bien o mal, dudas sobre si vales o no vales para desempeñar esta tarea. Lamento haber desvelado este gran secreto de los maestros.
Ser maestra es la profesión más bonita del mundo. Quien lo probó, lo sabe.
Es muy importante porque, de repente, ves que son personas reales que han construido su vida y pueden servirte como referente también, porque es superimportante que la escuela, que la escuela pública, la escuela, pero todas las escuelas, seamos capaces de trascender la realidad cotidiana de los alumnos, trascender incluso nuestra propia realidad, porque los profes sí somos referentes. Yo siempre he sido muy consciente de que era para vosotras, y para mis alumnos, chicos y chicas, el referente de lo que es una mujer profesional, pero otro tipo de profesionales, profesionales de muchos ámbitos, ¿por qué no? Normalmente, casi siempre, ellos quieren colaborar con la escuela porque son conscientes de su papel social como referentes. La entrevista con Rafa Nadal fue inolvidable. Yo creo que eso ha sido un hito para la vida de todos, pero no porque es Rafa Nadal, sino… quiero decir, no porque ha logrado una meta, o un éxito, la palabra éxito proviene del latín y significa «la salida». El éxito es el final de un recorrido. Por eso era importante conocerlos a ellos en persona, para que nos pudieran hablar de su recorrido y no solamente de lo que nosotros vemos en las redes sociales o en los medios de comunicación, que es su éxito. Así que lo hacía por eso. Y me alegro. Me alegro de que fuera tan significativo para vosotros.
Otro momento sería, pues, el de mi jubilación, porque de repente… yo tenía un recuerdo de infancia que era la jubilación de mi abuelo, y de repente me encontré viviendo lo mismo. Marta, la directora del San Miguel, todos los profes, todos los alumnos, me hicieron una despedida con tanto cariño que me pasé luego quince días sin dormir. No podía dormir porque me despertaba la emoción de… como de ver hacia atrás y sentir que… pensar que ser profesor tiene sentido, que es una cosa que tiene sentido hacerla. Pero el último momento que escogería sería este, Naiara, este que estamos viviendo ahora nosotras. Porque para mí es maravilloso ver la mujer que tú eres y ver ya la cantidad de cosas valiosas que vas a hacer con tu vida a partir de ahora. Así que este momento es para mí uno de los más felices de mi vida profesional, que lo sepas.