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“Mi padre me enseñó a amar la libertad y las diferencias”

Fito Páez

“Mi padre me enseñó a amar la libertad y las diferencias”

Fito Páez

Músico y compositor


Creando oportunidades

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Fito Páez

Fito Páez, es el gran trovador del rock argentino. Nacido en Rosario en 1963, es imposible entender la música en español sin sus composiciones. Músico, letrista, poeta, cineasta... Fito es un excepcional contador de historias que captura la esencia de la vida en cada uno de sus versos.
Su influencia trasciende generaciones, y su legado sigue creciendo, alimentado por su inagotable pasión y su habilidad para ponerle palabras a los sentimientos humanos. Sus letras son una mezcla de amor, dolor, alegría y rebeldía, que logran conectar con la gente con una autenticidad que las distinguen de cualquier otro artista.

Con más de 30 discos a sus espaldas, Páez es un maestro en conjugar la belleza de la melancolía con la vitalidad del rock, convirtiendo cada uno de sus conciertos en una catarsis colectiva. Desde sus inicios en los primeros años ochenta, el rosarino ha mantenido intacta su capacidad para sorprender al público gracias a una imaginación que parece inabarcable. Su influencia en la cultura latinoamericana trasciende modas y épocas. Tanto es así, que más de treinta años después de ser publicado, su álbum "El amor después del amor" continúa siendo el más vendido en la historia de la música popular argentina.

Fito Páez no es solo un artista, es un referente indiscutible que inspira y emociona a varias generaciones con su música, su poesía y su inquebrantable pasión por el arte.


Transcripción

00:13
Fito. Ya, ya, ya. Me da mucho pudor cuando me aplauden. Me pasa en los conciertos, ¿sabés? Hago una lista rápida siempre. Intento no dejar espacios libres para que no pasen estas cosas. Y en un momento paro, porque hay que parar, a tomar agua o lo que sea, y empiezan a gritar y aplaudir… Y lo digo en serio, soy muy pudoroso, aunque no lo parezca. Y hay algo que me da un poco vergüenza ajena, cuando veo a los artistas recibiendo el aplauso como si fuera una especie de droga dura sin la cual no puedes vivir. Yo creo que en ese sentido es muy hermosa la comunión a través del canto, del silencio, entre la escucha y la ejecución. Y eso es todo. El aplauso… Mira, recuerdo una anécdota hermosa de Egberto Gismonti, un músico brasilero maravilloso, gaúcho, del sur de Brasil. Entonces lo invita un chamán en una tribu amazónica a cantar con sus flautas y sus guitarras. Entonces él va muy feliz a tocar para esa comunidad desconocida, esa cultura nueva… Y, bueno, se ubica en un predio al aire libre, saca sus petates, su flauta, su guitarra. La gente va llegando a poco.

02:03

Él empieza a tocar haciendo sus maravillas, por supuesto. Supongo que… Me imagino sus flautas como los sonidos de los pájaros también. Que ellos, los indios, los indígenas de allí, habrán tenido muy adentro de sus oídos o de sus espíritus, intentando Egberto comunicarse con todo aquello. Y lo logra finalmente, y a los 40 minutos la gente se empieza a retirar. Entonces. Claro. Se queda solo este hombre ahí. Y entonces se acerca al chamán y le dice: «’Man’, ¿qué pasó? ¿Que no les gustó?» Y: «No, les encantó. Obvio, se fueron, se retiraron llenos de música y se fueron a sus chozas, a sus lugares, a sus cabañas felices, a disfrutar de todo eso que vos les diste». Obviamente todo esto es una excusa para hablar sobre el aplauso y el significante del aplauso en algunas culturas y en otras. Entonces mi pudor posiblemente tenga que ver con la innecesaridad del aplauso y con la importancia de la comunicación real, en todo caso. No aplaudan. Bueno, ya nada, bombardeen, bombardeen, que ya sé que vine a que me sacrifiquen aquí.

03:42
Juana. Hola, Fito. ¿Qué tal? Soy Juana. Soy muy seguidora tuya de hace muchísimos años y quería saber si, bueno, no sé si has visto la película de «Alta fidelidad», pero el protagonista ordena sus discos según momentos importantes y especiales que ha tenido en su vida y me gustaría saber cuál sería la «playlist» de tu vida.

04:02
Fito. Es que es una pregunta… A ver, Cusack lo hace… Creo que es Cusack el protagonista. En el tiempo que le da el director, está muy armado todo eso. Es bastante falso. A ver… Bueno, se le dice educación sentimental a eso un poco. Entre tantas cosas, la música que escuchaste o que te formó o la que aún seguís escuchando y te sigue formando, aunque cada vez menos, forma parte de tu educación sentimental y, en mi caso, son de lo más diversas. No haría una «playlist». Haría un… un microensayo si querés, sobre el significado de la música en los años 60, 70, que fueron los años de mi infancia y de mi juventud. Los 80 ya podrían ser años más extraños en ese sentido, porque ya entra la toxicidad propia del mundo a jugar su papel allí, que no es poco. Digo «toxicidad» en el sentido que te invade. Sin embargo, lo que sucede entre la infancia y la juventud es una suerte de aire suave, maravilloso, que sucedía en aquella casa de clase media-baja en Rosario.

05:44

Y el significante, la música en esos años, en el cual la música popular del mundo iba desde las extraordinarias orquestas de tango de Horacio Salgán o de Aníbal Troilo a las orquestaciones de Quincy Jones o Nelson Riddle en la voz de Sinatra, a los discos de Chabuca Granda en Perú, a los discos modernistas de Mercedes Sosa, Ariel Ramírez y Félix Luna, a la Tropicália en Brasil, a Simón Díaz en Venezuela, a los Fattoruso en Uruguay, a la aparición de la música de Schumann en un niño, o de Gershwin, que mi padre escuchaba en esa casa… Entonces, mirá lo que escuchaba un laburante de una municipalidad que tenía que pagar las estufas a cuotas… Escuchaba esa música y me lo transmitía con un amor… Y a la vez recuerdo sobre todo los momentos de comunión con él. Ahí es donde la música adquiere un verdadero valor y la «playlist» pierde un poco de sentido, en sentido del orden o de la pista que te puede dar, si bien yo creo que cuando quieras conocer una persona hay que preguntarle qué música le gusta. Y tirar todo por la borda en un segundo. Entonces digo, eso me interesa más a lo mejor que el tema específico o que la enciclopedia de Dylan sobre la música popular que sacó ahora con otras seis canciones. No lo sé. Me parecen gestos más vanidosos, en todo caso.

07:44

Y sí me importa la música en su valor sensual y de alcanzar altas cumbres de sensibilidad. Obviamente, en una época donde no estaba aún iniciada la revolución tecnológica en estos términos tan obscenos que estamos viviendo hoy en día, obviamente que la vitrola ya era la tecnología después de la rueda y que los mecanismos para escuchar el álbum en una casa ya eran una manifestación de la tecnología, mientras el hombre llegaba a la luna en el 69, y todavía no sabemos si lo filmó Kubrick o si fue verdad. En todo caso, son dos trucos maravillosos de la tecnología o en uno de ellos. Entonces, la pregunta o la respuesta sería, mejor dicho: qué hermosura la música que se escuchaba en el mundo, la música popular. Ni siquiera estoy entrando en la erudición, en Stravinsky, en Varèse o en otras altas cumbres de la música que genera el alto lenguaje de la música. Para mí tampoco hay alto ni bajo. Pero los músicos, ¿qué hacen después de la Segunda Guerra Mundial en Europa? Ya no podían seguir tocando las músicas amables de las Cortes del 1500 en adelante para alegrar a los emperadores, a las emperatrices, a los reyes, las princesas, porque había habido un reguero de muertes en Europa. Dos, la segunda guerra ya. Entonces la música también entiende este fenómeno, o los tipos que estaban al comando de esta operación y, por supuesto, la empiezan a pudrir.

09:47

Necesitan expresar eso a través de la música. Entonces, qué hermoso lenguaje, la música. Qué maravilloso es, cómo junta los corazones, cómo expresa cosas, por momentos, inexplicables. El lenguaje no llega a los territorios de la música. No tiene esa capacidad. Por eso es que le tengo tanto amor: porque tengo un gran amor y un gran respeto por las cosas irracionales.

10:27
Agustín. Bueno, Fito, encantado de conocerte. Mi nombre es Agustín. Soy cantante también y crecí con tu música.

10:32
Fito. Tú eres cantante, yo no.

10:35
Agustín. Bueno, somos cantantes. Somos cantantes. Crecí con tu música durante 30 años o más y, yendo al pasado, quería preguntarte: en tu infancia… yo tengo el recuerdo de tu música, ¿cuál es tu anécdota más entrañable, que con más cariño guardas de tu infancia?

10:53
Fito. Claramente son los momentos que atesoro junto a mi padre, mientras él revisaba los expedientes de la Municipalidad. Los fines de semana, que era el tiempo que yo tenía para compartir con él, era la escucha de música. Me acuerdo de los Ranser de aquella época, que eran los que podíamos comprarnos en aquellos años, y permitían poner cuatro, cinco o seis álbumes a veces. Entonces, la decisión de cuáles eran esos discos… El efecto que van causando en la memoria esas músicas hasta el día de hoy, como la magdalena de Proust, aparece el sonido de la trompeta de Herb Alpert con la Tijuana y yo me voy directamente a la escena con mi papá en el «living» de Rosario. Eso es lo que más atesoro. La música como canal de conexión con mi padre, te diría que eso es lo más importante. Después podemos teorizar sobre la música y todo eso, pero ¿qué hay más importante que tu papá?

12:18
Celeste. Hola, Fito. Soy Celeste. Bueno, te cuento que soy santafesina también. Soy de Venado Tuerto, pero estudié en Rosario muchísimo tiempo. Bueno, y justo venías hablando de tu papá, de la relación que tenías con él, y yo me preguntaba: ¿qué de esa relación marca quién sos hoy, digamos, como persona?¿Cómo influyó esa relación con tu papá? Y agregar que mi papá conectaba con tu música conmigo y cuando hablaste de eso… Entonces bueno, ¿qué de eso que viviste con tu papá marca quién sos hoy?

12:55
Fito. A ver, te diría que casi todo, en el sentido de que, si bien mi padre me incita a la búsqueda del título universitario, porque un chico de clase media-baja no va a poder salir de ahí sin ese título, y lo hizo con mucho ahínco, yo también supe mentir con mucho ahínco en aquel momento, pero, en paralelo, mientras el mandato social le dice a ese papá que para que su hijo tenga un posible futuro en una sociedad salvaje tiene que tener un título universitario, en paralelo, en la realidad Lynch, él me está inyectando literatura, me está inyectando música y me está llevando al cine. O sea que te diría que no sería nada sin la dirección que me hizo tomar mi padre de hacerme leer «Los hijos del capitán Grant», de la Colección Bruguera, «Sandokán», «Viaje al centro de la Tierra» de Verne. Todos aquellos libritos. Haberme llevado al cine en el año 70, con siete años, a ver «2001» al Cine Monumental. Haberme hecho ver «La aventura del Poseidón». Finalmente, eso después pareciera… ¿Por qué le atrae tanto un barco o gente intentando escapar de una tragedia? Bueno, parecía… Con el tiempo parecía que el mundo se trataba de eso y posiblemente la Argentina un poquito más. Me dio muchas pistas. Cuando le ponés a un chico de siete u ocho años la «Rhapsody in Blue» de Gershwin o le hacés escuchar a Mercedes Sosa o a Sinatra, estás haciendo una tarea.

14:58

No es cualquier cosa. Son decisiones. Entonces, de alguna forma te diría que es el que me pone en el camino de la libertad en un sentido. Aprendé que no importa si está tocando una orquesta de New Orleans una música orquestada de tal manera, no tiene tanta diferencia o no tiene tanta importancia, mejor dicho, sí hay diferencias, de algo que canta una loca tucumana nacida en el Jardín de la República. Son hermosas las dos cosas. Me enseñó que no había ningún problema en la diferencia. Al contrario, que había cosas maravillosas, había más posibilidades de disfrutar. Y al final terminé escribiendo libros, haciendo algunas películas y haciendo música: componiendo y cantando en los escenarios. Entonces todo eso es un designio de mi padre. Así que te diría que aquí estoy gracias a él.

16:23
Andrés. Hola, Fito. ¿Cómo te va? Soy Andrés. Y tanto estamos hablando de la paternidad de una u otra forma… Yo también soy padre. No soy el mismo ahora que cuando tuve mi primer hijo. Y vos también… seguro también sos otra persona. Y como padre, naturalmente, me toca preguntarte: ¿sos el mismo ahora que el que fuiste al inicio con tu primer hijo?

16:45
Fito. A ver, creo que en las cosas esenciales uno sí es el mismo. En lo más importante, quiero decir. Por supuesto que no quiero ver estas canas cuando veo el espejo y no quiero tener que hacer ejercicio para bajar la panza de cerveza. No me gusta hacer eso. Pero en las cosas esenciales sí, sigo siendo el mismo. En todo caso, los hijos te dan una capa nueva, redimensionás lo que lo que uno tenía como idea del amor. Todo eso se desvanece como un humo. Claro, el amor, las palabras, el enamoramiento, el amor… No tienen nada que ver. Nada que ver. Para decirlo más duramente, porque cuando se mezclan las aguas… Una cosa es enamorarse y es hermoso. Y otra cosa es el amor. El amor es un sentimiento que los hijos te ayudan. En caso de que hayas estado un poco boleado como yo. Te ayudan a llegar más rápido al sentido del amor, al sentido que conlleva, la piedad que conlleva el abrazo infinito hacia algo o alguien que sabés incondicional, incluso hasta en el desencuentro con esa persona. Un desencuentro de un padre con un hijo o una hija, incluso conlleva amor. Hay algo que te duele de ese desencuentro de una manera como no te duele nada más en el mundo. A eso voy.

18:43

Entonces, creo que ser padre… que a mí me dio otra dimensión de la existencia. ¿Ya la tenía? Sí, ya tenía. Un poco la tenía. Pero una cosa es la teoría o lo que uno percibía como hijo ante la pérdida de una madre como tuve yo a tan temprana edad, que no fue tampoco ningún moco de pavo, o ante un asesinato, como tuve en mi familia. Ya sabés el sinsentido, la muerte, el absurdo… todo eso ya lo conocés. Pero cuando llegan los hijos, te vuelve a cambiar el eje. Entonces, son centrales. No podía pensar mi vida sin ellos. Claramente. Son la luz de mi vida.

19:51
Joaquín. Hola, Fito ¿Qué tal? Soy Joaquín. Te quería recordar una canción tuya en la que hablás de que «la vida, sin luchar, no vale nada». Vos fuiste parte de una generación, la cual estuvo muy comprometida con la libertad y el futuro. Y yo, siendo parte de esta nueva generación, quería preguntarte ¿qué es lo que crees…? ¿Cuáles son los retos que consideras que nos enfrentamos hoy en día? Y si la comparación existe entre nuestra generación y la de ustedes.

20:24
Fito. ver, a mí no me gusta hablar de generaciones en general. Porque volvemos al viejo dilema o al viejo axioma, te diría, en la cual todo engloba una generación y volvemos a perder al individuo allí. En la generación se pierden las particularidades. No. Estoy en contra de eso. Para mí, Joaquín sos vos. Tengo otro Joaquín igual, pero ahora sos vos. Entonces no quiero pensar en vos como una generación. Quiero pensar que estamos charlando vos y yo acá. Y también quiero que vos permitas que yo sea un pibe también. Y que sea un sabio y que sea un idiota. Quiero decir, la generación tiene esa cosa pasteurizante que en general detesto. Me cae mal. Todos igualitos. La generación del 80, la generación… No son la generación. No me gusta. Igual no es contra vos. Esto es contra las capillas literarias, los críticos, las necesidades de ordenar las cosas que tienen. Y entonces empiezan con la generación y la mar en coche. Y le rompen las pelotas a todo el mundo con eso. Por un lado. Después, las luchas… Cuando digo la frase: «La vida no vale nada sin luchar», lo digo en términos absolutamente personales. O sea, no voy a ser yo quién para venir a decirle a alguien lo que tiene que hacer o no hacer. Uno ya está entrado en años. Y, como decíamos antes, sigo siendo el mismo pibe en las cosas esenciales.

22:25

Y eso está muy bien. Y una de esas cosas fue, la tuve clara desde muy pibe: no es como vos me decís, es como yo quiero serlo. ¿Me voy a equivocar? Sí, pero es como yo quiero serlo. Entonces esa es la lucha, no dejarte domesticar. No dejarte aburguesar. No dejarte que te agarren de idiota. No te tengan dominado en el teléfono. Que tu forma de expresarte en el mundo sea más fuerte que eso. Esa lucha hoy, esa independencia, es durísima, porque ya sabemos que ha traído trastornos psiquiátricos: el «FOMO» o el déficit de atención, para hablar de dos que conocemos todos casi. El «FOMO» es el «Fear of missing out», que es el temor de quedarse afuera de algo. Que es una cosa delirante. O la falta de concentración. Todo es cada vez más cortito, más cortito, más cortito. Bueno, el disco nuevo tiene 24 canciones. ¿Por qué? Porque no me pudieron domesticar. Sencillamente porque tomé la decisión hace muchos años, cuando era joven, de que eso no iba a suceder. Entonces las luchas van a ser para cada uno y, en su coyuntura, de diferente tamaño, de diferente envergadura, de acuerdo a tu situación social, en un momento político determinado del mundo, en un contexto determinado. Pero, sobre todo, la tarea creo que es la de intentar la máxima libertad. La de verdad. La de verdad, la que conlleva el amor. No la del odio.

24:37
Flor. Hola, Fito, soy Flor. La verdad que es un sueño poder conocerte y recién venías hablando de la juventud y de las luchas y a mí me hizo pensar que leí que habías conseguido no hacer el servicio militar obligatorio. ¿Nos puedes contar cómo conseguiste no hacerlo? Y una pregunta más. ¿Crees que esto habla de que siempre conseguís luchando salir con la tuya?

25:04
Fito. A ver, tenemos que hablar de cierta picardía también. Claro. O sea, a mí me agarra el llamado al servicio militar en el momento que yo estaba explotado de hormonas y estaba tocando con Baglietto. ¿Entendés? No me importaban nada las armas, no había ninguna guerra hasta un poquito tiempo después. Me salvé por dos años, en ese sentido, del llamado, pero no había nada que impidiera hacer cualquier canallada para escaparme de eso. Me parece medieval, en ese sentido. Llevar a chicos de 17 o 18 años a meterlos a asaltar el piso con un fusil y hacerlos soldados. Es un método espartano, romano, de otras épocas del mundo en los cuales posiblemente cuando se toman territorios, bueno, eso formaba parte de la cultura. Que los jóvenes vayan a la guerra, está bien. No era el momento en 1978 o 79, ni mucho menos, aunque en el 82 vino la guerra Malvinas. A esto voy. Pero no estaba el imaginario en ese momento. En mi cabeza lo único que quería era salir a la ruta, no parar ese ese ímpetu salvaje que tenía y me estaba empezando a conocer la selva. ¿Me van a meter en una cárcel? Están locos. Fui a hacer la primera revisación. Di el piné. Dejé de comer una semana o diez días. Es verdad. Mi tía Charito ya se murió, te lo podía haber contado ella. Y mis abuelas también. Di el piné igual. Entonces empecé a estudiar un poco más en serio. Una materia seria. Tenía que hacer todo aquello.

26:58

Entonces vi lo que había que hacer. Hacerte el loco, hacerte el sordo. Había mil… averigüé. Había mil trucos para hacer caer en la trampa de que te iban a descubrir. Y había uno que se llamaba «pérdida de superficie masticatoria». Y te daban el DAF: «Deficiencia de aptitudes físicas». Me saqué las ocho muelas. Sí. Cuatro y cuatro. En tres clínicas, guardias odontológicas. Una en Rosario y dos en Buenos Aires, quedaban en Córdoba y Billinghurst una enfrente de la otra. La verdad, no me hacía ningún problema sabiendo las ventajas, pero la situación, vamos a pensar que estamos en una película, una comedia. Entonces, claro, yo me hago todo esto en el plano técnico y en el plano físico, pero no tenía la opción de la tercera revisación. Entonces fui con todo, fui con los tapones de punta y le digo: «Papá, conseguíme la tercera revisación». Y me dice: «¡No! Sos un soldado argentino ahora». Bueno, claro. Sentís que formás parte de un ejército en ese momento. Y vos decís: «Yo no quiero, porque no pasa nada. ¿Para qué voy a ir al Ejército? ¿Para qué? ¿Qué van a hacer? ¿Me van a domesticar? No lo van a lograr». Finalmente mi padre cede. La rivalidad era que yo ya me había ido de mi casa, estaba en Buenos Aires, él no quería que yo esté haciendo eso y, en un momento, seguro mi abuela, mi abuela, mi tía Charito, le dijeron: «Rodolfo, conseguíle eso, por favor, que vaya, que tenga su tercera oportunidad. El nene es músico, le gusta la música». ‘Anyway’. Me consigue la tercera revisación en Paraná a las ocho de la mañana de un día lunes. Me voy de Buenos Aires en un colectivo a la noche, llego a Paraná. Había que irse hasta la delegación. Era muchísimo. Yo abría la boca y no decía nada. Era un cómic. Flaco así, porque tampoco comía. No tenía un peso. Vivía en Buenos Aires ya. Entonces llego finalmente al consultorio de este buen hombre, el doctor tal, y bueno. «Espere acá», me dice un asistente. Me siento en la sala de espera. Viene el médico y me dice: «Pase usted. Usted es Páez, pase por acá». Me voy a sentar. Agarra el folio que le habían pasado sobre los informes, ve «apto», «apto». Y entonces me dice: «Y usted ¿qué tiene? Si está apto. ¿Para qué vino acá?». Entonces le muestro la boca. Y encima de aquello, esa caverna de… Claro, esa caverna inmunda. Y el tipo se agarra la cabeza y me dice: «Toma el sello». Hace así, firma y me dice: «Tomátela, te lo merecés», me dijo. Y eso es todo. ¿Cómo?

31:04
Hombre 01. ¿Cómo te hiciste los dientes después?

31:05
Fito. Ah, bueno. Llegó Cecilia Roth. Y mucho coraje, porque te pone los implantes de titanio y hay que estar ahí.

31:19
Adriana. Hola, Fito, un gusto. Mi nombre es Adriana. Quería hacerte una consulta, una pregunta. Durante tu adolescencia, en tu libro escribís lo que te pasó con tu maestro de piano, que te echó del conservatorio. ¿Cómo fue eso? ¿Cómo lo viviste y qué sentís ahora después que haya pasado ese tiempo?

31:40
Fito. A ver, lo primero que siento es un amor profundo por mi maestro Scarafía, Domingo Scarafía. Él era un tano salvaje, muy refinado. Había sido el profesor de mi madre. Mi madre fue una gran concertista rosarina. Y la formó él, con muchísima dedicación de parte de los dos. Mi madre formaba parte de la «elite» de los pianistas eximios en los años 60 en Rosario, en los primeros años 60. Bueno, a ver… La picardía. La picardía… A mi papá le gustaba «Rhapsody in Blue». Yo quería darle como un… Quería hacerle un regalo. Sabía que eso era una devolución, al escuchar a su hijo tocar una obra que él le había enseñado, me parecía que era un gesto lindo. Lo sigo sintiendo al día de hoy. Y preparé la obra. Pero claro, yo tengo un pequeño don que es que el oído me anda bien, me anda rápido, por momentos demasiado. Y claro, en los conservatorios se lee la música y se escribe. Pero sobre todo se lee cuando estás aprendiendo. Y bueno, la ansiedad se ve que no es una cosa que haya surgido en mí después de los 60 años, digamos. Entonces, claro, yo veía como el maestro tocaba el Hanon, ponele, o el Czerny o tocaba la “Marcha turca” mientras anotaba la digitación en una partitura.

33:40

Y yo decía: «Maestro, tóquela de vuelta». Taca, taca, taca. Entonces yo vivía enfrente del conservatorio. Entonces me cruzaba inmediatamente a mi casa. Me ponía la partitura, la tocaba de memoria y me la aprendía. Y así me aprendí un montón. Las primeras, las elementales, todos los ejercicios de piano de memoria y después, bueno, la “Marcha turca”, por lo menos hasta la mitad, el “Claro de luna”, «Para Elisa»… En fin, las piezas que empiezas a tocar cuando empiezas a tocar el piano. Y bueno, llegaba al otro día, ponía la partitura y tocaba perfecto. Y el viejo me quería, por supuesto. Era muy bueno en las clases de teoría de solfeo, no me acuerdo la palabra ahora, pero era como la percepción de la música. No me acuerdo de la palabra, pero no importa. Los años. Te ponían una orquesta y vos tenías que decir: «¿Dónde están los cornos?». «Están acá». «¿Y los chelos?». «Están allá». «¿Y la madera?». «Están acá». Autopercepción. Autoperceptiva. Perdón. ¿Cómo?

35:02
Mujer 01. Audioperceptiva.

35:03
Fito. Audioperceptiva. Eso. Autoperceptiva sería cómo te percibes… Me percibo. Entonces le preparo… Voy a lo del maestro. Yo ya tenía un vínculo de casi dos años con Domingo. O sea, fue un maestro de verdad. Aprendía muchísimo. Porque de un maestro no solo aprendés cómo te enseña a tocar, sino las indicaciones que te da o las que les da a los otros. Cómo retaba a ciertos alumnos. Y yo decía: «No, no, no. Tengo que tener cuidado con esto, pues me llega a agarrar en esto, me corta la mano». Y después casi lo hizo. Entonces, bueno, él me enseña a tocar «Rhapsody in Blue», que arranca con un glissando. La versión original es un glissando de clarinete, que son dos o tres octavas, no me acuerdo. Bueno, esta parte… ya venía la del piano. Pero lo que era una tontería en el piano, que es tocar la escala cromática, que es lo que hace el clarinete en la obra de Gershwin, casi como una broma, te diría, como si fuera el aullido de un gato de algún barrio de New York. Que eso yo lo sabía perfecto, tocar en la escala cromática, la tocaba… Era lo más fácil. Pero bueno. Preparo todo aquello, se lo llevo al maestro. Las dos primeras páginas eran. Y me descubre. Me descubre cuando estoy haciendo la cromática, como es una nota al lado de la otra. Do, do sostenido, re, mi bemol, mi, fa, fa sostenido, sol, sol sostenido, la, si bemol, si, do…

37:00
Eso, repetido en dos o tres escalas, es muy difícil de leer, pues son todas notas negras, una al lado de la otra, es imposible. Entonces me dice… Me trabé en la primera escala. Y me dice: «A ver ahí». Hablaba medio como el mago ucraniano de Olmedo, él. Me decía: «Espera, ese, el compás número 20, toque desde fa sostenido». Y yo no sabía dónde estaba. «No, tóquelo de vuelta. No, se equivocó ahí en el si bemol», me decía. Bueno, me descubrió finalmente, me descubrió que no estaba leyendo. En ese momento estaba haciendo la tercera versión. Y ya se da cuenta que estoy haciendo cualquier cosa y me cierra la tapa del piano y me dice: «Tómatela», otro que me dice: «Tómatela». «No tenés nada que aprender acá». Se enojó mucho igual, se enojó muchísimo. Y un gran recuerdo que tengo…
38:03
Mujer 02. ¿Y luego tuviste contacto con él?

38:04
Fito. Después falleció, pero con su hija, que también falleció. Un día me la cruzo. Voy a visitar a mis abuelas, que aún vivían, y me encuentro con su hija y me dice: «Vos no sabés lo que te quería mi padre», me dice. «Lo feliz que estaba de que te hubiera ido tan bien. Lo orgulloso que estaba de haber sido tu maestro y cómo se ponía de contento cuando lo nombrabas en las entrevistas». Siempre de otra manera, no de esta. Pero esta me parece un detalle simpático, porque me parece que está bien lo que hizo. Está muy bien. No te hagás el vivo conmigo. En todo caso, esa picardía en otro lado, aquí no. Y si fuera maestro, que no lo fui, por este tipo de cosas, probablemente, hubiera hecho lo mismo que él.

39:18
Hombre 02. Hola, Fito. ¿Cómo va? ¿Todo bien? Charlie una vez dijo: «Uno hace lo que hace hasta los 20 y después lo repite». ¿Coincidís con eso?

39:30
Fito. A ver, leí la frase de Charlie hace muchos años y me pareció que no. Y ahora me parece que sí. Pero bueno, Charlie siempre está delante. Hay algo de cierto en eso, lo que pasa es que, para desandar ese camino y no ponerlo en términos tan explícitos, como si fueran pornográficos, o tan sencillos, te diría que en la frase de Charlie está escondido el sentido del estilo. Lo que conlleva la idea de que cuando él dice que después te repetís, no es que repetís la misma idea, sino que, en esa repetición de un estilo, como podría ser en Charlie, por ejemplo, el uso, te diría, mozartiano, por momentos, del sol como es. Y ahora ya está con las quintas. Ya le sacó las terceras hace rato. Pero el sol es sol. El re es re y el mi es mi. Eso, que él lo usó siempre, cada vez lo fue afilando más, hasta en un momento quitarle el sexto y dejarlo en cuarta. Y ahora ya ni siquiera la cuarta. Ahora es como una piedra un sol de Charly. Es como un sol, re, sol. Con la quinta en el medio, como a lo Brahms, te diría. Con una fuerza y un criterio.

41:13

Entonces, en ese sentido, sí te diría que hay una repetición, pero, en esa repetición, esa repetición no está exenta de una excelsa búsqueda por la belleza, por la sorpresa que pueda causarle, primero a él y después al oyente, la sensación de estar escuchando una idea o una forma del espíritu única. Como te pasa con muchos de los grandes músicos o artistas del mundo. Bueno, Shakespeare se repite todo el tiempo. Un poco, sí, un poquito, sí. Pero bueno, son todas obras diferentes. Lo mismo con Charly, son todos álbumes diferentes. ¿Es Charly en todos los discos? Si, es Charly en todos los discos. Agarrá cualquiera. O sea, que en ese sentido, sí está bien lo que dice Charly, pero es una frase con truco, que es como es él.

42:30
Guadalupe. Hola, Fito, soy Guadalupe. Mucho gusto. Tu vida ha sido marcada por grandes amores, pero también grandes pérdidas de personas muy importantes para vos, que seguramente te han hecho atravesar momentos de mucha tristeza, soledad… Quería saber cómo los habías atravesado y cómo volviste a encontrar la inspiración, incluso atravesando momentos tan difíciles.

42:53
Fito. A ver, qué difícil, porque pareciera a veces que estas cosas le pasan a uno nada más. Y sí, por supuesto, tu experiencia es para vos, pero… Siempre vuelvo a lo mismo, para mí hubo varios factores. El más importante, creo que fue el amor con el que me criaron. Cuando veo a un tipo gritando, una mujer a los gritos, excedida en su odio, en… Digo: «A esta chiquita, a este chiquito no lo quisieron y ahora está grande y está en lugares de poder, posiblemente. Y se les va a hacer pasar mal a mucha gente». Faltó amor allí. Eso a mí no me pasó. A mí me llenaron de amor. Mi abuela, mi tía abuela, mi mamá, mis primos, mi papá. La única cosa que tolera sobredosis, donde no existe la sobredosis, es el amor. Eso no quiere decir que no le pongas límites a tus hijos. Eso también, el límite también es amor. Pero… Sobredosis, sobredosis, sobredosis. Dale, dale, dale con todo, que eso no lo va a engordar. Lo que va a hacer, eso te va a dar como una especie… Va a ser una fortaleza. Como una gran fortaleza de la cual… Con la cual después vas a poder afrontar cualquier cosa que te pase en la vida. De esa forma lo atravesé. Y con mucha suerte. Porque en los momentos de dolor y de locura y de excesos y de peligro por los excesos que cometía, también un ángel protector, o lo que coño sea, o la puta suerte, también me corrieron un centímetro del auto que me pasó a un milímetro en aquella borrachera en no me acuerdo dónde. O también esa voz que, colgando con una pata para afuera y otra para adentro en un balcón, me dijo: «Fito, Fito, Fito, volvete». Fue Fabi. Eso también es tener suerte. Entonces entre la suerte y el amor y un poquito de voluntad, también hay que decirlo, se va con todo.

45:45
Jorgelina. Hola, Fito. ¿Cómo estás?

45:50
Fito. ¡Qué pregunta!

45:51
Jorgelina. Qué bueno. Bueno, mi nombre es Jorgelina. Y bueno, estoy acá muy contenta para… Por un lado, quería recordar que hace más de 30 años Alejandro y yo te elegimos para que nos acompañes con uno de tus temas cuando nos casamos.

46:12
Fito. Okey.

46:13
Jorgelina. Sí, sí, sí. Le diste mucha alegría a nuestro corazón. Gracias.

46:17
Fito. ¿Con ese salieron?

46:19
Jorgelina. Sí.

46:20
Fito. ¿Cuando se casaron?

46:21
Jorgelina. Sí.

46:22
Fito. ¿Por la iglesia y todo eso?

46:23
Jorgelina. Todo, todo.

46:24
Fito. ¿Les dejaron tocar este tema en la iglesia?

46:26
Jorgelina. No, no, ¿en la iglesia? Ah, ¿sí? ¿En la iglesia?

46:31
Fito. Extraordinario.

46:33
Jorgelina. Fue hace 30 años. Sí, sí, en la iglesia, en la iglesia. En la iglesia. Bueno, así fue. Acá estamos.

46:39
Fito. Bueno, funcionó.

46:41
Jorgelina. Funcionó. Bueno, gracias por ese hermoso tema que nos regalaste hace mucho tiempo. Y bueno, hace más de 30 años también escribías en una de tus canciones más icónicas, en el estribillo, que “nadie puede y nadie debe vivir sin amor”. Hoy, ya lo has dicho a lo largo de toda la charla, pero ¿qué lugar le das a ese amor en tu vida y en las canciones, en tu música?

47:08
Fito. A ver. A mí nada me interesa más que el amor. No hay ninguna materia en el mundo que me interese más. Por supuesto que puede sonar a un anacronismo. No importa. Me suenan anacrónicos quienes no ven el amor como algo fundamental. Entonces es un punto de vista. Lo que hace daño no es amor. Se llama de otra manera. Entonces, al tener esto tan claramente definido, solo encontrás allí la concordancia, los corazones todos juntos, la solidaridad, los valores cristianos con los que fui criado. De una forma, en mi casa, en Rosario. Y eso es todo. Digamos. Por eso es que “nadie puede y nadie debe vivir sin amor”. En un momento, ¿sabés qué? Una cronista salió a acusarme en aquellos años: «Y ¿cómo que nadie debe vivir sin amor. Y si yo quiero vivir sin amor?». Decía ella. Okey. Me pareció muy simpático. Okey. Hay de todo en el mundo, por supuesto. Pero bueno, también entiendo que el sadomasoquismo es una forma de amor en la medida que hay un «password», que es la palabra que frena el momento en el cual del dolor se puede pasar a la muerte. Eso también es el amor. No poner el amor en términos… infantiles en el sentido de que… como si el amor no tuviera profundidades. Cavernas. Por eso es que tengo tanta afinidad con el amor. Porque el amor finalmente es la libertad.

49:53
Ana Laura. Mi nombre es Ana Laura, Fito, y aprovecho este espacio para agradecerte que me hayas acompañado durante mi adolescencia y hasta hoy con tu música. Y quería preguntarte de una frase que hemos escuchado bastante, que mencionás que la música actual está en crisis. Entonces me pregunto qué es lo que añorás de décadas anteriores y cuándo crees que fue el quiebre y qué lo causó.

50:16
Fito. A ver, estamos ahora en un momento en el cual, como arrancamos la charla, en un momento, no me acuerdo cómo surgió la pregunta, un poco me gustaría responder en términos más generales, porque nos va a servir para entender un poco desde dónde uno puede empezar a terminar de escribir un ensayo sobre la música del siglo XXI, que es lo que estoy haciendo ahora. Entonces eso me tiene bastante afilado con este tema. Y el escribir el ensayo… Uno cuando ensaya no sabe qué está haciendo. Es como la música. Empezás a dibujar y empezás a ver qué es lo que va ordenando tus pensamientos y hasta vos le das un carácter a eso. Entonces me parece que en ningún momento tenemos que dejar escapar, cuando hablamos de una crisis en la estética contemporánea, algunos factores centrales. Uno de ellos es la revolución tecnológica. Eso es… La revolución tecnológica, en este caso, como dijimos antes, también nos lleva al déficit de atención. Y eso nos hace perder capacidad de comprensión. El bombardeo de pantallas es tan grande… Antes no lo tenías. Tenías el auricular o los parlantes. Y el momento de la siesta para escuchar la música y disfrutar el momento de escuchar la música. ¿Cuántas personas hoy se sientan delante de un parlante, de dos parlantes, sería lo ideal, pero ya ahora es con uno solo, a disfrutar de dos horas de música en silencio en su casa?

52:15

Casi te diría que es una escena inexistente. Entonces, las toxicidades… Ojo, yo no soy un purista, ni mucho menos. O sea, lejos de mí. Pero, cuando hablábamos de qué música se escuchaba en Argentina, en una ciudad del interior de Argentina en fines de los 60, comienzos de los 70, fijate la riqueza musical y de todo tipo. Y ¿cuál era el grupo de moda en el mundo? Los Beatles. Que a la vez trajeron un montón de movimientos consigo. Por no hablar del Mayo francés, los movimientos antivietnam en Estados Unidos, que son cosas periféricas al respecto de la música, pero que no dejan de jugar un papel. Entonces vos decís: «Bueno, la crisis, ¿qué pasa con los chicos?». Bueno, están más lejos de los sentidos identitarios, porque se han perdido las especificidades del barrio, de la música que tocaba tu papá o escuchaba, o de cómo se tocaba el tango, o cómo se tocaba el flamenco o la bulería específicamente. Entonces, toda esa esa pérdida de identidad, que está ligada a la pasteurización generada a partir de los años 90, cuando empiezan con el Nuevo Orden Mundial, o sea que no hablamos solamente de cuestiones estéticas.

54:11

Las cuestiones estéticas están moviéndose adentro de la revolución tecnológica y adentro de la vida política y empresarial, por supuesto. Y de los grandes negociados del mundo. Ahora, ¿que nos toca a nosotros, los músicos, los artistas, entre comillas? Ya es una palabra tan devaluada. Cualquiera es un artista hoy. Bueno, no perder la idea de la tradición bien entendida. Entendida es la transmisión de la información de tu cultura de generación en generación. Entonces, allí es cuando encontrás que hay un quilombo bárbaro, donde los chicos están muy atolondrados y donde no encontrás… Es muy difícil encontrar las diferencias. Y cuando no encontrás las diferencias te domesticaron. Te domesticaron. Y ese creo que es el problema de hoy, un mundo en el medio del efecto de la demencia masiva, como decía nuestro filósofo italiano Bifo Berardi, en el medio de un mundo tóxicamente consumista, intentando adquirir «statu quo» sociales, mientras que las expresiones del corazón se van devaluando día a día en la vida de todos nosotros. Y mi tarea, por lo menos, va a ser que eso no se olvide hasta el día que me muera.

56:12
Mujer 03. Hola, Fito. Bueno, un placer conocerte. Soy rosarina también. Gracias por todas las canciones con tanto amor a la ciudad. Y me gustaría preguntarte por qué en una de tus canciones, «Al costado del camino»

56:24
Fito. Al lado.

56:25
Mujer 03. «Al lado del camino», perdón.

56:26
Fito. Lo dicen muy habitualmente.

56:29
Mujer 03. Hablás de esta necesidad de estar sin ser visto. ¿Por qué ese deseo de querer estar sin sobresaltar o que te vean? ¿Te sigue pasando hoy?

56:40
Fito. Sí, sí, claro. A ver, muchas cosas. Hagamos un poquito de Lacan. Así nos divertimos. Lacan doméstico. Rosario, una ciudad… es la segunda. Córdoba diría que es la tercera. Pero digamos que somos la que queremos ser como Buenos Aires. Entonces… Hay allí un caldo de cultivo para que esa frase aparezca de una manera totalmente natural en mi vida. Después de casi cuatro años yermo sin escribir. «Me gusta estar al lado del camino». Y el «me gusta» conlleva la idea del placer. O sea: «Este es mi lugar. Acá estoy bien». Y esto me lleva también a pensar, a recordar un momento, cuando en cuarto grado me ponen de abanderado. ¿Entendés? Fue horrible. Claro. Están todos los focos sobre vos. ¿Entendés? Qué incómodo. Y la bandera era muy pesada. Y todos mirando al abanderado y el abanderado… Okey. El próximo año me sale de escolta, abajo. Era el abanderado y dos escoltas, me sale escolta. Mucho más divertido. Claro, porque mientras está pasando todo el quilombo y está Hollywood ahí arriba, vos estás abajo.

58:42

Y le ves la cara a todos y estás bien. Estás disfrutando un poco el espectáculo que te están dando a vos, que tienes la capacidad de estar en esa segunda línea, disfrutándolo. A veces todos los focos sobre vos agobian. Yo no sé por qué me pasa. Es una escala menor, te diría, por suerte, al respecto de las grandes estrellas del mundo. En todo caso, cuando pasa mucho aquello de la luz y la gira y la entrevista, esto que estoy haciendo ahora es algo excepcional, porque también necesito estar y conectar y buscar y charlar, pero nada mejor que terminás el concierto, te vas al bareto de tu barrio, de tu vida, y te tomás la birra helada con la pizza ahí. Entonces, esa es la situación, finalmente. Yo sé que estoy acá y me tocó la suerte también de hacer la música, de hacer la música que quiero, de poder pelearme también con un montón de personas para hacer eso que quiero y tener la honestidad de poder enfrentarme a todos los que no sienten o piensan parecido a mí. No pasa nada. Lo importante, en un sentido, es la comunión que tenemos entre los que estamos más o menos en el mismo viaje.

1:00:29

El todo es imposible. Vayan a contárselo a Gandhi. Vayan a contárselo a Malcolm X. Vayan a contárselo a Kennedy. El todo es imposible. Entonces, cuando están los focos en vos y pasamos el concierto y fuimos felices y todos a su casa, yo me voy con mi amigo allá, al bareto, aquel del último barrio, donde tengo la cerveza helada, como me gusta a mí con Carlitos Gorostazu, y me tomo eso como si fuera el rey del mundo, ahí sí. En todo caso, «Al lado del camino» resignifica la idea de que no andes por el mundo creyéndote algo muy especial porque lo más importante. Vive en ese rinconcito muy chiquitito allí adentro de tu corazón y que no hay que perder jamás de vista. Y eso también es una tarea que cada vez se me hace más fácil, por suerte.

1:01:50
Camila. Hola, Fito. Primero, para mí es una gran emoción tenerte enfrente por la admiración, porque crecí con tu música. Mi mamá, también es como que heredé de mi madre, y yo creo que la frase «el amor después del amor», creo, para mí, que es lo que marca realmente quién es Fito Páez. Pero ¿por qué lo pienso? Porque, primero, no es más allá de las relaciones de las parejas. Tu mamá se llamaba Margarita, tu hija se llama Margarita. Entonces, no sé, tenés un Fito que estaba con «Pobres corazones», con todo lo que había pasado, que la pasaste muy mal, cuando decís… y te levantaste y seguiste y el amor siguió. Y creo que lo más genuino que hay del amor después del amor son los hijos. Martín y Margarita son el amor después del amor realmente. Y no sé si vos pensás y crees que «Margarita» cierra el ciclo de poder decir: «De donde empecé, mi futuro y mi presente».

1:02:59
Fito. A ver, es verdad que el amor después el amor es una frase que ha despertado muchos enigmas, porque, si no, no hubiera sido tampoco tan potente, por más que el disco sabemos que es un hermoso álbum, pero la palabra, la frase en sí misma, sigue despertándome sentidos en infinitas direcciones. Creo que la idea de la redención es la más fuerte. Una segunda oportunidad, «second chance». Y cuando digo segunda «chance», no quiero decir segunda «chance» de la posibilidad de vivir un romance. Sino en la vida. Cuando pasan cosas duras, hay que levantarse. Por eso la segunda «chance» esconde esta cosa hermosa para las personas que a la vez está ligada un poco, a lo mejor, a las ideas que uno ha escuchado de niño sobre la reencarnación, sobre que la vida no se termine o prosiga de alguna manera, lo que le da a uno una dimensión todavía más profunda y delirante también, porque en ese delirio también hay una esperanza de que hay una posibilidad de que nuestro cuerpo, nuestro espíritu o como queramos llamarle, no termine de apagarse y se siga generando una energía en el mundo que a lo mejor no va a tener tu nombre y apellido, quiero decir, que no está ligado a un hecho familiar, sino que va a estar ligado a algo que desconocemos.

1:04:58

A algo que forma parte de un magma que no sabemos de qué se trata y que, a lo mejor, no necesita nuestros nombres y apellidos. ¿Qué será de esos espíritus escapados de esos cuerpos fallecidos? ¿Dónde estarán? ¿Estarán? En todo caso, el amor después del amor te permite la posibilidad de pensar o sentir que esa esperanza puede suceder y… Siempre digo lo mismo, el creyente, el hombre de fe, la mujer de fe, tiene una carta más que nosotros, los agnósticos. Que es que puede ser. Entonces, ¿puede ser? ¿Por qué estás tan encajetado en que no puede ser? Es como el que es… bisexual. Se va a divertir más que el hetero.

1:06:18

Simplemente eso. A lo mejor. Quizá. Qué lindo, ¿no? Y eso es todo.

1:06:34
Betina. Hola, Fito. Mi nombre es Betina y te escucho desde cuando tenías esos ensayos en el barrio de la Boca. ¿Puede ser?

1:06:43
Fito. Sí, ¿cuando tenía…?

1:06:44
Betina. ¿Ensayos ahí en el barrio de la Boca?

1:06:46
Fito. A ver, yo vivía ahí. Vivía. No ensayaba, vivía.

1:06:49
Betina. Bueno, muy cerquita estaba yo, era adolescente y pasábamos por ahí debajo de esa ventana para escucharte.

1:06:58
Fito. Claro, yo tenía un piano, un pianito de juguete medio. El departamento estaba en Brown y el riachuelo.

1:07:10
Betina. Pedro de Mendoza, al lado del río.

1:07:11
Fito. Claro.

1:07:13
Betina. Y bueno, yo pasaba por ahí porque muchos admiradores tuyos silenciosos disfrutábamos de tu música en esa época.

1:07:21
Fito. No sabía que los tenía en esos años.

1:07:22
Betina. Sí, sí, sí. Sin saber que ibas a llegar a lo que llegaste. Así que me encanta estar acá y hacerte una pregunta. Siempre fuiste muy combativo y lo has demostrado con tu música y con tus actitudes también, y ahora, con tus más de 60 años, te pregunto: ¿Cómo ves el futuro? ¿Con optimismo?

1:07:45
Fito. Yo estoy un poco harto de las cosas distópicas. Si me preguntás a mí, quiero un final feliz. ¿Existe? Es muy probable que no. Pero voy a hacer fuerza para que eso pase. Estuve encerrado todo este tiempo haciendo un álbum nuevo, que se trata de un final feliz. Finalmente es un cuento que termina bien. Y un amigo, Cristian Alarcón, es un poeta, un ensayista, actor, escritor maravilloso, me dijo algo hermoso el otro día después de escucharlo, que él también estaba un poco harto ya de los finales trágicos, que eso ya lo sabemos. Si hace falta un aporte para que eso suceda, intentémoslo, ¿por qué no? Intentemos contar que puede haber un final feliz, aunque sea un ratito. ¿Por qué esta obra, «Novela», tan compleja y tan fuerte, aparece en este momento? Es una idea que arranqué en el año 88, de todas formas, pero que ahora le terminé de dar forma. No sé por qué. Después van a venir las lecturas políticas, las lecturas musicales, las lecturas de todo tipo. No lo sé. Lo que sí sé es que, finalmente, cuando terminamos las dos escuchas, la gente terminó llorando, aplaudiendo, en una salita, y mi amigo, Cristian Alarcón decía, y con esto ya me despido y les agradezco, «Posiblemente sea un momento este de volver a escuchar música al lado del fogón en silencio y saber que eso en sí mismo es una forma extraordinaria de resistencia». La resistencia de estar allí todos juntos alrededor del fuego, a darnos calor y a emocionarnos. Y gracias. Muchas gracias.