“Somos música, la mejor sinfonía jamás compuesta”
Daniel Habif
“Somos música, la mejor sinfonía jamás compuesta”
Daniel Habif
Escritor
Creando oportunidades
"Prefiero que se me rompa el corazón a que se me haga de piedra"
Daniel Habif Escritor
Una declaración de amor a México
Daniel Habif Escritor
“Mi madre es mi gran héroe“
Daniel Habif Escritor
Daniel Habif
Las palabras de Daniel Habif hablan de su México querido, del amor por su madre, de su pasión incombustible y de la música, sin la que sería incapaz de vivir. Se ríen del humor y también de los miedos. Son palabras forjadas desde la inspiración que alumbran mensajes y resuenan en millones de corazones. Porque tanto en sus obras como en sus conferencias, Daniel muestra la esencia de una persona que vive en una incansable búsqueda de crecimiento espiritual y personal.
Escritor de tres libros superventas: 'Inquebrantables', 'Las trampas del miedo' y 'Rugir', Habif es, además, uno de los mejores y más destacados conferencistas de habla hispana en el mundo. Sus creaciones unen puentes entre la vulnerabilidad y la fortaleza, entre la reflexión y la motivación.
Daniel Habif eleva su voz en Aprendemos juntos para compartir sus pensamientos motivadores y aplicables en la vida cotidiana. Porque, como él mismo escribe, todos tenemos un "poder gigante, un grito que hay que desatar para derribar las paredes y doblar los barrotes que nos encierran". Como ese rugido de león que impulsan las palabras del escritor sinaloense.
Transcripción
Uno de mis más grandes honores y privilegios es que alguien me lea. Y, a veces, uno escribe con el deseo de expresarse, de hacer catarsis, de proponer ideas y también de que hay que aceptar que, en algún momento, por cierta vanidad o por cierto concepto de utopía, uno cree que esas palabras pueden ser inmunes al tiempo o a la guerra. Entonces tenerles aquí enfrente y saber que algunos de ustedes me han leído es uno de mis éxitos más grandes.
En mí habitan otros oficios y otras vocaciones. Puedo hacer un poco de todo: me han visto dando conferencias, me han visto, a lo mejor, en el teatro o haciendo negocios… Comencé a trabajar desde muy pequeño: desde los seis años fui mesero, paletero… Así que hoy, probablemente, charlemos un poquito de todo ese alebrije que es mi vida.
No sé si podrán aprender del todo de ahí, pero bueno, veamos si podemos sacar algunas reflexiones que sean de beneficio para todos ustedes y para todos los que nos van a estar viendo a través de esta plataforma. ¿Estamos de acuerdo? Venga, buenazo. Gracias.
Si bien la comedia también tiene la capacidad de herir profundamente y de dejar, a lo mejor, cicatrices que tardan muchísimo en sanar, quien es sofisticado y sabio aprende a reírse de uno mismo antes de que la burla haga su trabajo. Entonces creo que abrazar la medicina del humor es una forma muy sofisticada de avanzar en la vida. No mirar la comedia como un arma de destrucción, sino aprender que la comedia es un arma también de construcción. Es como un tipo de maestro redentor. Y, fíjate que yo encuentro una coincidencia muy bella. Cuando tú ves a alguien reírse y su sonrisa te parece bella… por lo regular la sonrisa más bella es la que más sufrió.
Hay una historia que les puedo contar. Me invitaron a hacer un comercial de ‘Coca-Cola’ y fue justo en el mundial del 2018 de Rusia. Y me invitaron a hacer este comercial para mandar un mensaje a los mexicanos de unión y de reunión. Estrenaron el comercial el día que México le gana a Alemania: para nosotros fiesta nacional. Me empiezan a llegar, obviamente, mensajes a mi celular de amigos, familiares: “¡Guau!, Daniel, felicidades la sacaste del estadio”. Ya sabes que aparecen los porristas, benditos porristas, en nuestra vida. Pero decidí meterme en las redes sociales después, y eso era la cacería de brujas. Era la condena absoluta.
Y uno aprende a jerarquizar un poco las críticas, las burlas, etcétera. Pero, me meto a los mensajes directos de Instagram, y ya ves que sale cuando están escribiéndote un mensaje, y me meto cuando dice: “Escribiendo”. Y lo que el tipo este había escrito es: «Me decepcionaste». Entonces yo le contesté muy rápido, porque, obviamente, los comentarios… Yo publiqué ese video en mi Instagram, entonces los comentarios de abajo eran: «Te vendiste». Y yo: «Pues sí, me pagaron un montón». Le respondía: «Sí, lo siento. Cuando sabes cuánto vales dejas de dar descuentos, carnal». Entonces, este me dice: «Bueno, me decepcionaste». Le digo: «Pero por favor, dime por qué te defraudé». Y no me voy a olvidar de la respuesta, me puso: “Porque Jesús no tomaba Coca-Cola”. Y yo: “Pues no había…” Y eso es la parte de la comedia, del sentido del humor. Y ese es parte de mi sentido del humor.
Entonces lo único que me pudo responder es: “Pues mándame el versículo, mándame el versículo». Estará en ‘Números’ y yo no lo leí y a lo mejor, por ahí, lo prohíben. Yo soy intolerante a la religiosidad, la verdad. Nos ha hecho mucho daño. Entonces cuando aparece un religioso en mi vida, como que me obsesiono. Y me dice: «Está en toda la Biblia», y yo: «Madre mía, ¿pero qué Biblia estoy leyendo yo?» Entonces le respondí, obviamente sarcásticamente: “Yo soy cinta negra en retórica”. Entonces era como: «¿En ‘Cocacolenses’ 15,16?» Y el tipo me dice: «Eres un payaso» Y me pone la carita esa de payaso. Porque cuando se quedan sin palabras aparecen los emoticones. Y le digo: «¿Por qué me odias ‘brother’?» Y me dice: «Es que te crees mucho». Y le respondí: “¿No será que piensas que me creo mucho porque tú te sientes poco?” Entonces yo ya estaba, pero encendido… estaba encendido. Y me dice: «Yo no me puedo sentir mucho porque soy un hombre que lleva 40 años en Cristo». Y le digo: “Pues Cristo no lleva ni un día en ti”.
Entonces, si te das cuenta la comedia tiene una capacidad de desmantelar y de mostrar las fisuras que habitan en nosotros, y el mexicano tiene esa capacidad. También el latino, el hispano… Tenemos esa capacidad de reírnos. Y él siguió respondiéndome. Yo mandé a imprimir esta crítica, la tengo en mi oficina colgada, y me ha regalado los mejores momentos, porque no hay nada como una risa que aparece en la nada, algo espontáneo.
Los mexicanos sabemos abrir una cerveza mientras estamos llorando de rabia. Entonces, siempre he exhortado a la gente a vivir bajo la luz humorística. Hay gente que no se sabe reír, y es feo. Esa gente no es fea, es incómoda de ver, de verdad, porque tiene la cara en desorden. Cuando yo empiezo a ver el público, de repente me doy cuenta y digo: «Hay gente que quiere reírse, pero no se puede reír», porque en su cabeza hay una narrativa que dice: «Yo soy así, yo soy así, siempre he sido así y me voy a morir así». Y ya todo cambió: el cine, el arte, la música… ¿Y tú para cuándo? Entonces la risa funciona como un espejo que si le sostienes la mirada a ese reflejo encuentras muchísima información que tiene la capacidad de modificar tu vida para siempre. Bueno, yo le avisé a BBVA que yo tardo mucho en responder… Lo siento querido, lo siento.
Y muchas veces la gente que observa y mira cuando nosotros nos estamos rompiendo, o estamos pasando por estas temporadas de dolor… A esa gente le parece que nos estamos desvaneciendo, pero en realidad nos estamos reconstruyendo en secreto. Y cuando uno se levanta de ese lugar, aprende que sus cicatrices terminan siendo una de sus cosas favoritas porque son las marcas de un espíritu que no deja de avanzar, a pesar de que el camino haya desaparecido bajo sus pies. Yo, en este momento de mi vida te podría decir que prefiero el “te acuerdas» al «te imaginas» y he pagado un precio altísimo por eso, porque ya no vivo con la ilusión de que luego vendrá el momento perfecto: «¡Bueno, ahora que tenga el dinero haré esto», «Ahora que me sienta bien haré esto», «Ahora que tenga el cuerpo que siempre soñé haré tal cosa»… Y ese momento es polvo en el viento, no existe, es una falacia. El momento perfecto suele llegar cuando ya no estamos. Entonces el presente, lo único que tengo es todo «el ahora» del mundo y a pesar del dolor que tengo, a pesar de lo poco que creo que soy, de lo poco que valgo, solamente ahorita puedo influir en realidad para experimentar una forma diferente de vida. La felicidad que tantas veces perseguimos no perdona la cobardía, la vida que queremos no perdona la cobardía, nunca has visto un tibio hacer historia. Entonces, avanzar, aunque estés roto, aunque suenes al caminar, de tantas fisuras, de tantas grietas… Yo creo que llegar al final de la vida pagando el precio de no ser condenado por «los hubieras», porque «el hubiera» existe y existe para atormentarte, «el hubiera» es un compañero impertinente, sinvergüenza.
Entonces en la tristeza hay mucha información. En mi caso, la tristeza siempre fue una cita divina con Dios. Su silencio, por lo menos en mi vida nunca fue ausencia, sino a veces ese silencio te obliga a escuchar todo lo que truena por adentro de ti, y eso es una plática de la que no sales ileso. Así que benditas sean las batallas y las tormentas que nos mantienen de rodillas, porque eso es una posición de guerra extraordinaria. Cinco minutos de rodillas te mantienen de pie todo el día.
Te podría cantar hoy y siempre. Te llevaré a la batalla y a mi boda. En mi funeral también estarás y después juntos echaremos raíces en el eterno, cantaremos en el coral y en las estrellas, romperemos con el silencio y aunque no todo lo que se rompe hace ruido, yo te pienso. Te pienso en los adagios, en las rapsodias, en el ‘staccato’ y las notas no dadas. Y aunque el cantante pierda la sinfonía y el saxofón no alcance la nota: ¡Viva la música, carajo! Porque todo tiene música. Cuánta música hay en un beso, en un adiós, en un «te amo», en un «te odio», en un orgasmo, en un gemido… Creo que somos música, la mejor sinfonía jamás antes compuesta. Piénsalo. Sin música la luna solo sería una bola blanca, el amor una palabra vaga, el dolor una herramienta de tortura, la risa solo sería una mueca, las caricias rozones sin sentido, la espera sería un fastidio, los bares estarían vacíos, no habría aplausos para el tenor. Qué horror, qué terror. Sin música no valdría la pena vivir”. Gracias. Me hizo falta música.
Es una enorme fortuna. Y le agradezco a mi padre y a mi madre que hayan decidido tenerme en México y que no me hayan sacado de ahí. Sé que adentro de mí habitan muchas sangres y demás, ¿sabes? Tampoco vivo atado a la estrechez de una nacionalidad porque me he ido haciendo poco a poco, también un poco de todos lados, ¿no? En mí hay venezolanos, colombianos, hay de todo. Porque esas fronteras no me atan, pero pero porto la bandera de México con mucha pasión, con mucha honra, ¿no? Sí, sí, sí, sí. Mi corazón se expresa en esos tres colores. Blanco, rojo y verde.
Y también hay una minería de esta división. Los universos políticos han comprendido que hay muchos recursos que pueden explotar en la división de los individuos. Y bueno, yo creo que no nada más México, sino creo que el continente entero está pasando por un proceso de desmoronarse y a lo mejor es parte de lo que necesitamos para volver a reconstruirnos de una forma más sabia y sofisticada. Ahora, y ya ha sido un buen tiempo de estar pasando por ese lugar, dicen que después de la tormenta viene la calma. Pero la pregunta es: ¿cuántas tormentas faltan? Ojalá que pronto todos aprendamos que las diferencias no deberían ser acantilados, sino puentes para hacernos mucho más amplios. Sabes que veo mucha gente tratando de imponer su forma de ser y su forma de pensar.
Y creo que cuando tú tienes muy claras tus convicciones, la necesidad de convencer a otros se desvanece, se desaparece. Y a lo mejor si aceptamos que a nuestra postura le hace falta mucha información, a lo mejor de esa manera pudiéramos conectarnos mejor con aquellos que no opinan como nosotros. O por lo menos ese es un poco el pulso que yo veo de lo que está sucediendo en México.
Si bien, al final de todo, querida, cada uno de nosotros somos responsables del metro cuadrado en el que vivimos, ¿sabes? Y si nosotros seguimos esperando que alguien venga a salvarnos de este lugar nos vamos a quedar esperando para siempre. Todo estos son reflexiones, no es ningún tipo de postura. Ojalá pronto podamos comunicarnos mejor como latinos y que tomemos mejores decisiones.
Primero, porque tienes la capacidad de abrirte hacia la perspectiva del otro, y la sabiduría ancestral de la abuela hay que escucharla, ¿verdad?
Fíjate que en mi casa llevamos más de 18 años viviendo en el mismo departamento y el conserje del edificio, don Beto, tipazo aparte, hemos tenido nuestros rozones, la verdad. Pero en una ocasión, don Beto me vio esperando un taxi afuera del departamento muy desesperado. Yo soy alguien un poco obsesivo con la puntualidad. Soy alguien que honra mucho el tiempo y me gusta mucho la puntualidad. Y bueno, el taxista ya llevaba sus minutos de retraso y yo estaba desesperado viendo y viendo y viendo el reloj. Y don Beto, muy casual, pues estaba trapeando donde estacionamos los coches: manguerazo y trapeando, me dice: “Señor Daniel”. Y yo: “¿Qué pasó, don Beto?» “Si sigue viendo el reloj va a seguir llegando tarde a la vida».
Me sacudió, querido. Esa frase de don Beto me dejó sacudido por semanas. Porque después dije: “He estado perdiendo la noción del tiempo, obsesionado por tantas cosas y he dejado de disfrutar tantas cosas”. Si yo no hubiera querido escuchar lo que don Beto me dijo en ese momento, me hubiera perdido algo que más adelante en mi vida ha sido de enorme beneficio
Entonces, creo que siempre hay que estar dispuesto. Y no porque él no pueda ser… Yo creo que más allá de que todos somos normales, pero en cada uno de nosotros habitan joyas de sabiduría y tendríamos que estar dispuestos a compartirlas. Y aparte, es alguien que me lleva un par de años y uno… no hay atajos para esa madurez. Uno no puede pretender que va a saber más que un señor que te lleva 20 años, 30 años. Cuando un señor habla, hay que… Muchos de nosotros vemos a esa generación como un pasado que ya no tiene espacio en nuestra vida. Y lo hablo por los abuelos, por la gente que llega a la tercera edad.
Entonces, sí. Por lo menos a mí mi madre me enseñó a aprender de todo el mundo y siempre me mantengo atento. ¿Verdad? Recibir la corrección de alguien es importante. El consejo de quien sea.
Esos son los pasos más dignos que uno puede dar en su vida, Porque avanzar cuando todo está bien, pues eso está facilito. Sí, es cierto que en muchas culturas se nos enseña a ser fuertes. Y también es cierto que a veces se necesita de mucha fuerza para superar ciertos obstáculos. Yo creo que es importante tejer un balance. Y creo que el balance de la fuerza es la flexibilidad. Yo prefiero ser más flexible que fuerte. Porque la flexibilidad es una resistencia serena. No es una debilidad, sino es una capacidad de doblarte sin romperte. Por lo menos, a mí la vida me fue enseñando que el hombre que es verdaderamente fuerte es aquel que sabe que puede hacerte daño y decide no hacerlo. Y eso es dominio propio.
O sea, una persona fuerte es alguien que tiene dominio propio. Tú hablabas de rugir, del libro que yo escribí que se llama ‘Ruge’. No tiene que ver con una postura violenta ni confrontativa, sino con la capacidad de mantenerte firme ante las adversidades. No como una postura de rebeldía, sino como la capacidad que todos nosotros tenemos como criaturas de hacer frente a las cosas con sabiduría, de manera noble, de manera sofisticada.
Porque la gente puede confundir: «Bueno, es que él es muy fuerte». ¿Y yo por qué tengo que estar soportando tu fuerza si con esa fuerza vas aplastando a todo el mundo? Nadie quiere vivir con alguien que se la vive venciéndote. O sea, piensa en un matrimonio, piensa en una relación, piensa en unos amigos. Es más fuerte que yo y se la vive venciéndome. Entonces, yo aprendí a ser vulnerable. También hay que aceptar que, para ser vulnerable, y creo que es un gran problema en el que nos encontramos, como nuestra sociedad no es un lugar seguro, tampoco nos permitimos del todo ser vulnerable. Y eso, casualmente, también te empuja a la autosuficiencia. Que la autosuficiencia es una mentira, porque necesitamos de todos para todo. Y luego, esa autosuficiencia te lleva a la soledad y luego te enamoras de la soledad y ya no sabes estar con nadie y entonces llegas a la desolación. Osea, fíjate las consecuencias que pueden habitar… Si se te hacen callos en el corazón… Yo prefiero que se me rompa el corazón a que se me haga de piedra. ¿Me explico? Porque el corazón siempre sabe el camino. Vuelve a renacer, si bien no estoy romantizando el dolor en ningún momento, pero cuando el corazón se te hace de piedra la vida se puede volver, realmente, terrorífica. Terrorífica porque te lleva a creer que eres el más grande de este mundo y ahí es cuando tu mundo se hace muy pequeñito.
Tienes una incapacidad de poderte conectar o vincularte con otras personas. Entonces, la fuerza, como todo, dependiendo de su cantidad y de su calidad. Yo apuesto muchísimo por la vulnerabilidad. También hay que saber cuándo y dónde. De verdad, porque cuando el mundo te ve herido vienen los depredadores. Eso es una realidad, y dependiendo de qué tan herido estés, depende el depredador que llega a tu vida. ¿Verdad? A mí si me encuentras herido, de todos modos, voy a rugir, te voy a hacer frente. Entonces, hay que tratar de tejer ese balance y eso es mucho trabajo. Eso es de entrenarse. Eso es para entrenarte. Que no te tiemble el pulso cuando alguien viene a amenazarte. Entonces, yo creo que ahí habita una fuerza increíble en la flexibilidad. Ser más flexibles que fuertes.
Yo tengo mucho miedo a volar, a los aviones. Y, paradójicamente, es uno de los lugares en donde más vivo me siento porque hay como una tensión dinámica. Cuando estoy yo en el avión, de hecho, siempre le volteo a ver la cara a los pilotos así de: “no van a estar deprimidos estos amigos”, ya sabes. Suena algo y me pongo tenso. Pero ese miedo también me pone en un estado que aprendí a llevarlo hacia lo creativo. O sea, no negarlo, sino transformarlo, utilizarlo para penetrar mucho más mi realidad. Entonces, cuando me pongo a escribir, me doy cuenta de que le puedo sacar provecho a ese miedo. Entonces, podría decirte que hay ciertos miedos que puedes utilizar para vencer en tu vida en otros contextos. Al mismo tiempo, yo le tenía mucho miedo a hablar en público. Bueno, cuando entré a presentar, me estaban temblando las piernas, querida. Después de más de 400 conferencias y eso me hace recordar que sigo respetando lo que hago. El miedo muchas veces es la sensación de que algo valdrá la pena en la vida y de que, si decides avanzar a pesar de que te estás muriendo del miedo, en una de esas empiezas la construcción de tu propio imperio en ese momento. Justo en ese paso ya no hay vuelta atrás.
Pero hay mucha gente que decide quedarse estática ante ese miedo. Les tenía miedo a las arañas. Eso ya es una fobia, por supuesto, que proviene de un lugar por supuesto, irracional. Ahora, cuando una fobia pone en juego tu vida… Que fue mi caso. En una ocasión me salió una araña dentro del coche mientras que venía manejando en el periférico y solté el volante. Y ahí me di cuenta de que tenía que aprender a pedir ayuda. Entonces fui y pedí ayuda. Hay otras personas que te pueden acompañar para resolver tus miedos. Pero lo que sí no hay que hacer es dejar que esos monstruos crezcan. A los monstruos se les mata antes de que se conviertan en estas bestias que terminan por dominar tu vida y para eso hay que ser vulnerable. Hace rato hablábamos de la vulnerabilidad y de aceptar. A muchas veces da miedo pedir ayuda. ¿Qué van a decir? Que estoy loco, qué frágil, qué débil, que esto no.
Yo, rapidito. Vamos creciendo y luego los monstruos que vivían debajo de nuestra cama ahora viven arriba de nuestra cabeza. Entonces al miedo no hay que dejarlo crecer, hay que cercarlo y también hay que aprender a utilizarlo a nuestro favor y sacarle la información. Ya que le sacamos la información al miedo la podemos adherir a nosotros y eso nos va a ayudar a crecer, a madurar. Eso, querida.
Voy a utilizar mi vida para contextualizar esto. Cuando yo me enamoré de mi esposa tenía 18 años y ella tenía 30. Hoy, vamos a cumplir… vamos a hacer los 24 años de estar juntos.
Si yo hubiera escuchado las opiniones de aquel momento me hubiera perdido el más grande éxito de mi vida que es mi matrimonio. Hasta que aprendí que mi matrimonio no era un proyecto comunitario. Tu pareja no es un proyecto comunitario.
Tuve que hacerle frente a la opinión de personas que me querían y de otras personas que obviamente no me querían. Porque hay gente que hace como que te quiere hasta que dejas de ser quien ellos esperan que tú seas. Luego está el universo de las redes sociales.
Si yo hubiera escuchado las opiniones de aquellas personas cuando decidí renunciar al trabajo que tenía, la compañía, los negocios que tenía, para dedicarme 100% a mi pasión de escribir… Y me decían: «Bueno es que tú eres muy intenso. Es que eres muy apasionado. Es que, ¿porque hablas de Dios?», «mira, yo creo que deberías de hablar de esta forma». Si yo hubiera escuchado esas opiniones me hubiera perdido el lujo de mis rarezas. Y la autenticidad siempre gana. La autenticidad arrasa en esta vida. Nada más que hay que pagar un precio gigantesco. Es siempre mediar. He escuchado las opiniones de personas que han construido cosas no que han destruido cosas.
En el ecosistema digital es muy fácil soltar cualquier tipo de palabra. Cualquier veneno que no sabemos en qué corazón cae y en qué estado está, por supuesto, ese corazón. Es una enorme irresponsabilidad pero como no los vemos de frente entonces no tenemos la capacidad, por supuesto, de medir el impacto de nuestras palabras.
Y te puedo decir que tengo amigos, colegas, personas sumamente sabias e inteligentes… No me incluyo ahí, pero me incluyo en otro grupo que una opinión puede tener la capacidad de modificar para siempre el tren de tu vida. No hay que ser necio hay que tener la sabiduría y la humildad necesarias de ser mentoreado por otras personas porque si crees que ya lo sabes todo pues ya estás listo para morirte. Eso es como ya lo sé todo ya no necesito aprender nada.
Aprender a escuchar las opiniones es importante, pero, de verdad, es mejor pagar el precio de tus ideas aunque esas ideas a muchas personas les parezcan estúpidas, ¿sabes? ¿Quién puede categorizar una idea hoy, querido? Hace 400 años, Da Vinci ya estaba pensando en el helicóptero. Entonces, imagínate, eres un soñador. Decirle a Da Vinci en el ‘quattrocento’, en el renacimiento, eres un soñador. ¿Quién puede decir que una idea es tonta, hoy? Entonces si estás dispuesto a pagar el precio de tus ideas, probablemente te condenes al éxito de todas tus pasiones. Por lo menos ese es mi caso.
Volteo a ver mi pasado y digo: «Uf, qué bueno que no escuché eso, casi les creo. Casi les creo y me hubiera perdido una aventura extraordinaria». Y también he escogido, he aprendido a escoger a las personas que su opinión tiene una relevancia fundamental en mi vida, porque también me han demostrado que cuando se acercan a mí lo hacen con una intención repleta de amor. O sea, yo tengo un equipo extraordinario que me ha hecho llegar a este lugar ¿sabes? No llegué solo porque quien dice que llegó solo es un trepador. Entonces, uno tiene que rodearse de esas personas. En la multitud de consejos puede habitar claramente la sabiduría. Bueno, aprender a reconocer eso, es el reto de la vida.
Hola, Daniel soy Karina Hernández. Un gusto. Con frecuencia hablas sobre la importancia de vivir la vida con pasión, de conocer nuestros talentos y propósitos en la vida. ¿Cómo averiguarlos? ¿Cómo descubrirlos?
Muchas veces en esos intereses encontramos información, realmente, relevante para nuestra vida. Y no sé, a veces, hay gente que le interesa los microbios o el cemento, pero inmediatamente descartan eso. Dicen: «Bueno, no… eso no me va a hacer del todo famoso o relevante o importante». entonces descartamos ese interés. O muchas, muchas veces revisamos y nos damos cuenta de que tenemos muchos intereses, o sea que nos gustan un montón de cosas e inmediatamente nuestra cabeza dice: «No, es que te tienes que especializar en algo, tienes que estar súper especializado en algo”. Pero, a lo mejor dentro de ti habita una combinación, una sazón de un montón de diferentes talentos que puedes ponerlos en una sola canasta y eso hace de ti algo único.
Entonces hay talentos que se complementan, uno junto al otro hace una potencia extraordinaria. Y otra forma, también, de descubrir que es cuando de repente te das cuenta de que llevas 24 horas haciendo algo y nadie te ha pagado, no te han dado dinero y estás tan lleno de energía. O sea, no hay insomnio que te detenga. De repente, te das cuenta de que ese sueño que tienes en lugar de estar dormido te mantiene despierto, entonces el corazón siempre sabe el camino. O sea, el corazón, aunque puede engañar a su dueño… Muchas veces el corazón suele marcar muy bien donde empieza a reventarte el pecho de pasión. Dices: «Es que esto me gusta», o sea, y te van a decir: «Bueno, pero de eso no vas a vivir». Decir que eres poeta es como… te van a mirar así como: «¡Ah! Y cómo va la vida, ¿no?»
Porque, muchas veces, pensamos en cómo va a sonar nuestro nombre después del título: «Hola, soy el ingeniero tal,tal,tal». Está bien, pero nos gusta como suena en nuestra cabeza. Pero, en una de esas eres baterista y tienes que pagar el precio de sacrificar, a lo mejor, ese deseo. Si bien la pasión es importante, es fundamental unificar los talentos con los ideales y las convicciones porque si no siempre vas a vivir en conflicto, y es muy difícil avanzar en la vida si lo que haces no es coherente y congruente cuando nadie te ve. ¿Por qué? porque si no tarde o temprano se te van a ver los hilos.
Entonces vas a construir un personaje y ese personaje se va a comer a la persona, ¿no? Muchas veces el talento se hace más importante que la persona y uno tiene que aprender a mediar con ese asunto. Yo siempre estuve interesado en hacer esto, pero siempre me dio mucho miedo hacerlo y siempre traté de llevar a otros a este lugar, fíjate.
Yo les decía a otras personas: «Yo, soy bueno para descubrir los talentos en otras personas». Y fue mi esposa la que me ayudó a decir: «Ya va, querido. O sea, lo tuyo es porque te da terror ver si eres capaz o no eres capaz», Porque esa verdad puede doler muchísimo, ¿no? «No, es que quiero jugar al básquetbol». Pero, “es que mides 1,30 m.” Me explico. Entonces, aceptar las realidades me parece importante. Es decir: “Bueno ¿tengo o no tengo el talento? Ah, ok. Tengo este talento, ¿lo puedo llevar a su máxima competencia? ¿Tengo la mentalidad suficiente para ser tenaz, sagaz y tomar este talento y con mi talento generar valor y significado a la sociedad?” Luego, ya después tendrás que ver si te da rentabilidad, si tienes empleabilidad…
Pero, primero, yo creo que el ingrediente fundamental de cualquier talento tiene que venir unido a la satisfacción. Si esto me hace sentirme satisfecho, si me acerca a tocar, a rozar un poco la plenitud… O sea, yo podría dar conferencias, lo hice durante años sin que me pagaran un solo peso, pero también en las reuniones. O sea, si me invitas a tu casa, me voy a poner a platicar contigo horas y horas porque es algo que naturalmente está en mí. Y cuando él me dice: «Oye, yo quisiera hacer esto», le digo: «No, ya si te comparas te deformas”. O sea, si quieres hablar así olvídate de esa vaina. Enfócate en esas cosas que ya habitan en ti y van a ser, aunque sea un alebrije, puede ser realmente atractivo. Eso querida.
Hace poquito, un amigo me vino a contar un chisme que le dijeron de mí, Y le dije: «¿Y por qué se sentían cómodos diciéndotelo a ti?» Me explico. O sea, no me importa lo que dicen, pero ¿por qué esa persona cree, o sea, por qué si yo soy tu amigo y esa persona sabe que yo soy tu amigo? ¿Por qué cree que se siente cómodo y poder venir a hablar mal de ti? Entonces, siempre he estado dispuesto a escuchar.
Sí, no me gustan los infieles. Si eres mi amigo y le estás siendo infiel a tu mujer o a tu esposa, probablemente, tengamos una discusión o un debate. Respeto. Pero ese soy yo. Tengo mis precauciones, pero aun así tengo amigos con los que tengo enormes diferencias ideológicas y me la paso a todísima madre con ellos. ¿Por qué? porque no siempre uno tiene que estar peleando.
No todas las amistades o no con todo el mundo con el que te llevas tienes que convertir las diferencias en una discusión: tú y yo no pensamos igual, ya va. Pero hay otras cosas que nos unen, que nos unifican y eso yo lo aprendí del caminar de Jesús: la prostituta, el cobrador de impuestos, el fariseo, el romano… siempre, siempre, siempre estaba dispuesto a escuchar, a no a no a no condenar y me parece una hermosa forma de avanzar en la vida.
Creo que siempre y cuando tengas la fortaleza, la valentía y el carácter suficiente para soportar las consecuencias de ser atrevido: yo voto por ser atrevido más que por ser precavido. Ojo, hay ciertos momentos en la vida en donde volteo atrás y digo: «Sí, me pasé» ¿no? Pero bueno, pude soportar el embate, pude soportar el golpe. Y yo siempre estoy en constante cambio, siempre estoy dudando de mis opiniones, también. No soy alguien que tatúa o inscribe en piedra lo que lo que opina. Y, muchas veces, en la vida es importante rectificar y aprender que lo que pensabas hace un mes o hace un año ya es arcaico, hoy.
Más en un mundo mutante como en el que nosotros estamos. O sea, quien sigue atado a esa forma de pensar vieja, es un hijo de la nostalgia. Y esa gente muere fuera de la vanguardia y es muy importante la vanguardia en nuestro mundo, porque la creatividad…
Todo cambio importante en la vida, en la historia de la humanidad proviene de la creatividad de alguien que pensó una idea que muchos creyeron que era estúpida. Pero ese tipo pagó el precio de la incertidumbre de ir y convencer a un montón de gente que su idea un día iba a ser un árbol muy robusto repleto de frutos.
Esos son los soñadores, esos son los que cambian el mundo, los que impactan, realmente, al mundo. Sin esas agallas no hay gloria, y a veces podemos parecer muy insensatos o imprudentes, hasta cínicos, ¿verdad? ¿Cómo te vas a atrever a hacer eso? ¿Vas a perder la certidumbre de ese trabajo? Yo no encuentro una forma, de verdad, de vivir estando en un trabajo que odio durante 40 años y que me dé miedo emprender. O sea, ¿cómo no te va a dar miedo quedarte 40 años en el mismo trabajo que odias? Entiendo, por supuesto, que la cultura que nos rodea, las economías quebradas, las culturas marginales…
Pero, es mejor que te digan fracasado a frustrado ¿me explico con esto? Bueno: “¡Ahí va un fracasado!” Sí, pero frustrado, no. O sea, voy aprendiendo a fracasar mejor y no me arrepiento. No me arrepiento de haberme equivocado. Tú, bien decías: fui mesero, repartidor, paletero, empecé en el teatro, mimo… He sido todo y he sido nada. La libertad se parece a no ser nadie, a no enamorarte de eso rimbombante ¿me entiendes? Paguen esa incertidumbre y, ¡uf! van a encontrar unas cosas de las que pensaban que no estaban dispuestos o que no eran capaces de hacer.
Me están entrevistando aquí y uno a veces se voltea a ver y dice: “Creo que este no era mi destino” pero, lo siento, era de alguien más y yo lo arrebate. Pagué ese precio y me siento muy contento de haberlo hecho. ¿Por qué? Porque al final le voy a entregar mi vida a Dios y le voy a decir: «No guardes nada para mañana. No me quede con una sola bala. O sea, este cuerpo te lo entrego desecho, está roto, mordido por hienas. No se lo puedes dar a nadie, no le queda a nadie no le queda a nadie esta cara manchada por el tiempo, por lo que sea. No le queda a nadie, me lo acabé todo. Me acabé la vida, viví apasionadamente, intensamente, intencionalmente, y eso me permite regresar a mi casa sabiendo que no desperdicie un día».
Ayer, a las cuatro y media de la mañana, en esta intención de dominar y de controlar lo que iba a suceder hoy; estaba trabajando, escribiendo, buscando qué podía decir, y de repente ese desvelo no sirvió para nada, porque todo lo que escribí no lo dije. No lo dije, estoy diciendo otra cosa. Entonces, bueno, vamos a ver, vamos a ver que viene. El mañana no nos pertenece, no nos pertenece. Está bien planeado en el futuro ¿no? Pero, no te pertenece. El futuro puede ser una brújula no una condena. Solamente hoy, ahorita, en este momento. Eso.
Soy un gran soñador, la verdad. Sí, soy un gran soñador y a veces los sueños que llegan a mi cabeza me pueden aterrorizar porque me llenan de temor, me siento incapaz de lograrlos. He ido entrenando ese optimismo, pero no ese optimismo de que está lloviendo y salgo a la calle: no me voy a mojar, no me voy a mojar, no. ¿Me explico? Si no el optimismo de no mantener mi cabeza encharcada, de depurar todos los días aquello que empieza a entenebrecer mi visión y siempre tengo una forma de abordar los problemas con la actitud de resolverlos. O sea, con la fe, con la creencia de que se van a poder resolver. Y te puedo decir que es mi amor a la vida, porque, a lo mejor, el amor no siempre lo resuelve todo pero casi todo lo hace soportable. Entonces, cuando amas la vida en la forma en la que yo amo la vida, es muy complicado que alguien te joda la vida.
Es muy complicado porque se te hace como cintura de boxeador, ¿sabes? O sea, como que alguien quiere entenebrecer tu caminar y como que vas aprendiendo. Y esta forma de vivir me ha llevado a aprender a soltar. Que luego esa frase está muy utilizada, pero para mí ese desapego es que nada me posea a mí. O sea, no tengo ningún problema con poseer cosas, pero cuando algo me empieza a poseer…
Me pasó en un momento con el éxito, hasta que aprendí que el éxito era un mentiroso. Que luego uno se puede obsesionar con el éxito o con la relevancia y que hay que aprender a bajar con mucha dignidad y que la vida también sucede en el valle porque… ¿Y, luego? ¿Luego qué? Hay que aprender que el éxito no nos va a acompañar siempre ni a ti, ni a mí ni a nadie. No es un tatuaje, no es una ley irrevocable. Entonces ese contentamiento del que yo te hablo que más que ser un optimismo es un contentamiento de agradecer: hoy estoy contento con esto, hoy estoy contento… Si a veces no me salen las cosas como quiero, comprendo que necesitaba sucederme así, necesitaba sucederme así eso que me pasó. Uno, uno siempre quiere cruzar por las tormentas, etc. Y también creo que cuando tienes convicciones firmes, claras, no vives con hipo emocional: hoy estoy triste, hoy estoy cansado, hoy nadie me quiere… no, no, no, ¿por qué? porque mi paz no es determinada por lo que otros piensan o quieren o quieren de mí. Puedo estar completamente seguro de cuál es mi propósito y mi misión. Y si me equivoqué: se jodió la vaina. Pero, estoy muy claro.
Entonces es muy complicado amenazar a alguien así. ¿Por qué? Porque he cruzado por diferentes dolores y he aprendido a avanzar. Estuve enfermo durante nueve años de ‘Lyme Disease’ y era muy claro que el diagnóstico era que terminara en una silla de ruedas. Mi padre fallece de cáncer… Todas esas cosas que a todos nosotros nos suceden en sus diferentes rangos. ¿Qué hago? ¿Voy a dejar que me tire, que esto acabe conmigo?
No me sé rendir y no me sé rendir porque no quiero. Porque no quiero. O sea, no es ¿ cuántas personas no se dan por vencidas sin que se lo hayas pedido? Sí, pero me voy a dar por vencido, ¿quién te lo pidió? ¿Quién te dijo que te des por vencido? No, yo… ¡Ah! O sea, deja de amenazarte con las promesas que te hiciste cuando dijiste que lo ibas a hacer. Según yo, lo estabas diciendo en serio, no de los dientes para afuera. O sea, cuando yo te digo que voy a hacer algo es porque me voy a morir intentándolo. Eso.
Yo creo que así es como he avanzado en la vida. Paso por las temporadas de tristeza más duras. O sea, no tiene mucho que yo he salido a un lugar tenebroso ¿no? ¿Por qué? porque a veces, la tristeza te aborda y se te enquista. Pero, gracias al amor de mi esposa, los amigos, el equipo, vienen y te rescatan ¿no? Bendita sea la familia.
Bueno, me siento muy contento y honrado. Lo que dije hace rato es real. A veces uno piensa que este destino no le pertenece y uno trata de hacerse espacio en este destino. Hace tiempo que yo veía esta plataforma y este equipo… Yo decía: «Coño, algún día tendré la oportunidad de estar ahí ¿no?» Y me hace ilusión.
Nunca he perdido la capacidad de asombrarme y de seguir queriendo más. Es como un hambre que no que no se sacia. Y es un hambre de amar la vida de apostar todo lo que somos. Amar la vida con todos sus bemoles.
Espero que hayan pasado una tarde increíble, yo me la llevo guardada en el en el corazón.
Muchas gracias e invítenme unos tacos, por favor.